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185 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
TIEMPOS DE SIEMPRE:
Una obra MARAVILLOSA, se mire por donde se mire. La última vez que Chaplin nos deleitó con su mítico personaje de Charlot en pantalla.

En plena época de crisis de los años 30, en un contexto de crisis capitalista enormemente deprimente y opresivamente insoportable para el trabajador standard, el de las fábricas que habían adoptado ya el teórico sistema de distribución Tayloriano del trabajo en cadena, donde los trabajadores formaban parte de un proceso de alienación rayante en el paroxismo más exasperante(ovejas que salen de la boca del metro para posteriormente incorporarse agolpadamente en sus respectivos puestos de trabajo), llegando incluso a adquirir lo característicos tics del autómata más mecanizado..., Chaplin uno de los artistas más socialmente posicionados en el lado del derecho laboral digno y no vejatorio ni denigrante como se estaba convirtiendo gradualmente, nos presenta esta ENORME cinta con unos méritos innegables no sólo desde una perspectiva socialmente comprometida, sino también del lado de las loas artísticas, basadas en su mayoría en su incuestionable poder y habitual maestría narrativa en el contexto del antiguo cine mudo(y ello apesa de que hacía ya casi una década que el cine hablado estaba en voga), y de una fotografía en blanco y negro poderosamente tenebrista y expresionista a cargo de sus habituales; Ira H. Morgan y Roland Totheroh.

A buen seguro que esta obra serviría de inspiración a Orwell para sus obras "Rebelión en la granja" y sobre todo "1984", con esas pantallas de televisión vigilantes e intimidatorias para los trabajadores relajados.

Cada uno de los fotogramas de esta épica cinta forman ya parte por derecho propio y con mayúsculas de las OBRAS MAESTRAS más sorprendentes e influeyentes en la historia del celuloide.
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203 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Gags políticos.
El cine sonoro estaba ya plenamente integrado y Charlot se iba despidiendo (en esta película el personaje incluso canta y hay variados efectos de sonido).
Al mismo tiempo los USA estaban sumidos en la terrible Depresión y Chaplin utilizó su mejor arma (el humor) y su libertad como creador (obtenida gracias a su inmensa fama y rentabilidad) para realizar un alegato contra la pobreza y el orden injusto que impone un capitalismo feroz.

Como siempre un estilo sencillo pero de una precisión maestra. En ella, entre risas, vemos un ritmo laboral atroz que aliena y adormece al obrero, las represalias contra todo aquello que escapa al sistema establecido etc. Charlot se enfrenta a todo tipo de desafortunadas situaciones con la típica inconsciencia que tanto nos hace reír, como si no supiera que detrás de esas máquinas, policías y patrones no acaba de tener cabida el ser humano, como si no supiera que sus carreras y despistes escondían una gran carga de profundidad.

Demoledor es el ensayo con la máquina alimentadora, el obrero como un objeto al que utilizar a gusto y del que prescindir si la atroz competencia lo precisa. Evidentemente su mensaje está repetido hasta la saciedad, pero pocas veces se ha contado con tanta capacidad de fascinación. Así, lo que no está en absoluto superado es el perfecto ensamblaje de alegato social, tono de comedia y melancolía de los personajes.

Se le acusó de plagio por copiar cosas de “A Nous la liberté” de René Clair (5 años anterior), pero todo acabó con el Sr. Clair diciendo que en todo caso se sentiría honrado de que esto fuera así. Sabia decisión, esta obra de Chaplin tiene evidentísimos puntos en común con la de Clair, pero también es cierto que es superior. Al menos para mi gusto.
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87 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
"Tiempos modernos. Una historia sobre la industria, sobre la iniciativa individual... La cruzada de la humanidad en busca de la felicidad"
El genio Chaplin asestó, como de costumbre, un golpe certero y exhaustivo, en esta ocasión a las lacras que conlleva la civilización industrializada y capitalista.
En la que probablemente sea una de las mejores sátiras realizadas durante toda la era cinematográfica del siglo XX, Chaplin presentó al mundo los esquemas, ridiculizados hasta el extremo, de la era industrial actual.
Desde el punto de vista de su eterno Charlot, patoso y romántico incurable con bigotito, bombín, bastón, traje raído, zapatos de payaso y andares de pato, somos testigos de las continuas desventuras de este mítico personaje que, en esta ocasión, lleva a cabo una lucha titánica e inútil para tratar de adaptarse a una sociedad que va demasiado deprisa. Trabajos monótonos y estresantes en fábricas, como una pieza más del montón en la frenética cadena de montaje. Movimientos mecánicos y repetitivos hasta la náusea, el ritmo de trabajo medido y sincronizado hasta las milésimas de segundo, maquinarias complicadísimas cargadas de engranajes, palancas, botones y ruedas dentadas (sobresaliente ambientación, representando la invasión tecnológica, y geniales las escenas en las que Charlot y algún otro personaje se "pierden", tragados entre los múltiples elementos de las máquinas). Todo controlado, para que la cadena de montaje no se rompa y así los niveles de producción alcancen el máximo, venciendo a la competencia... Los trabajadores como simples autómatas, números anónimos. La escena de la "máquina de comer" que unos empresarios pretenden vender al director de la fábrica, pregonando sus virtudes en cuanto al ahorro de tiempo que supondría sistematizar incluso el almuerzo de los peones, y la prueba que realizan sobre el propio Charlot, es un deleite absoluto, un derroche de sarcasmo, humor negro e ingenio. Disfruté a tope contemplando esa parte; hacía tiempo que no me reía tanto viendo una película.
Por supuesto, el sensible y romántico Charlot no tarda en descubrir que no está hecho para los trabajos rutinarios, ni para el alocado ritmo de la ciudad enloquecida. Huelgas, manifestaciones políticas... El pobrecillo, a causa de malentendidos y torpezas, se ve envuelto inocentemente en líos y llega a dar con sus huesos en la cárcel...
Mientras tanto, una chica huérfana que vive prácticamente en las calles se topará con Charlot, y ambos, identificándose en su deshaucio mutuo, en su condición de marginales inadaptados y sumidos en la pobreza, continuarán juntos la batalla cotidiana para optar a un lugar digno en la sociedad.
Tremenda y mordaz, pero a la vez optimista, crítica a las múltiples dificultades que muchas personas encuentran para seguir el ritmo loco de la era industrializada y tecnológica y para optar a lo que todo el mundo tiene derecho: la dignidad personal e individual, la autorrealización, el bienestar. Aspectos tan básicos como el acceso a la vivienda, la difícil búsqueda de un trabajo que se acondicione mínimamente a las características personales...
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72 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Magia y desilusión
El mayor problema de esta película son sus primeros veinte minutos. Son de lo mejorcito que recuerdo yo en lo que a sátira se refiere. La maquina para dar de comer sin dejar de trabajar, como poco a poco va perdiendo la cabeza hasta que todo acaba en una clásica y alocada persecución. Enfín, que a mí juicio es la mejor crítica realizada sobre aquella época, y todo en apenas un cuarto de hora. Hay que darse cuenta también de como Chaplin utiliza el sonido que había llegado al mundo del cine hacía ya una década. Apenas hay diálogos pero durante estos primeros momentos, los únicos que tienen el privilegio de la palabras son los jerifaltes de la fábrica y nunca los trabajadores lo que muestra sin duda la opresión a la que estaban sometidos.

Pero, sin embargo, tras estos geniales minutos el ritmo decae notablemente y todo se vuelve de un tono demasiado monótono. A pesar de contar con escenas geniales como cuando Chaplin impide una fuga en la cárcel hasta arriba de coca o cuando patina al borde del abismo en los grandes almácenes la mayoría del resto deja un poco de lado el aspecto crítico y se centra sobre todo en el lucimiento personal de Chaplin. Esto no es desagradable gracias al genio del protagonista pero sí bastante decepcionante con respecto al inicio de la película.

Así pues, sólo por sus primeros minutos merece la pena verla pero no alcanza el nivel de otras películas de Chaplin como el gran dictador...
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66 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Luces y sombras
Para poner esta nota y esta crítica me he visto entre dos aguas.

Por un lado, me ha fascinado como Chaplin trató, por aquellos entonces, el tema de la explotación capitalista. Casi se le puede decir visionario (esa imagen de las ovejas - donde se ve una negra que claramente hace referencia a su personaje - igualada con la de la gente saliendo del tren en tropel para ir a trabajar, algo que vemos hoy en cualquier ciudad a las ocho de la mañana). Esa especialización máxima, el afán del patrón por optimizar los recursos, las ganancias, la deshumanización del empleado.....lo que digo, parece como se hubiera tenido una bola de cristal donde ver el futuro.
Desde luego influye también la belleza de la protagonista, es sinceramente de las mujeres más bella que he visto nunca en el cine.
Y la canción del final sí que es realmente genial.

En la parte negativa, y pese a ser una película muy corta, ha habido minutos en los que se me ha hecho bastante pesada. Además, el humor de gestos exagerados y cámara rápida a veces se me hace excesivamente pesado. Demasiado repetitivo.

Por tanto no puedo darle una nota tan alta como la mayoría de la gente que he visto, pero por otro lado, hay que señalar la extraordinaria forma de dar un mensaje que hoy, 70 años después, sigue siendo totalmente válido y sigue estando en la calle.
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75 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La elaboración de la sencillez
Charlie había dedicado todo el verano a encontrar la piedra perfecta. Una vez hallada, le sacó brillo con un trapo, construyó un pedestal de madera de roble y sobre éste la apoyó. La encerró en una vitrina y le colocó un letrero que decía “simplicidad”. Al verano siguiente, insatisfecho con la obra, rompió el cristal. Agarró la piedra y procedió a pulirla, tarea en la que empleó el resto de sus vacaciones. Al final, quedó una esfera, la colocó en el suelo y le dio una patadita, mientras susuró “de ahora en adelante, te llamarás sencillez”. Y luego le hizo una foto.
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58 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La tiranía de las máquinas
Sexto largo de Chaplin. En él interviene como guionista, actor, compositor de música, director y productor. Se rueda en exteriores de L.A. (Hollywood Boulevard y Vine Street, San Pedro Harbour, etc.) y CA (Santa Clarita), con un presupuesto de 1,5 M dólares. Producido por Chaplin para UA, se estrena el 5-II-1936 (EEUU).

La acción tiene lugar en L.A. en 1935. Un obrero manual (Chaplin) de una cadena de montaje de la Electric Steel Corp. pierde el juicio a causa del trabajo automatizado e inhumano que ha de realizar. Despedido de la empresa, tras su recuperación busca nuevos trabajos (vigilante nocturno de unos almacenes, camarero, etc.). Un día conoce casualmente a una muchacha huérfana (Goddard) y se enamoran.

El film suma comedia, drama y romance. Incorpora registros sonoros, que limita a la música, canciones, voces de la radio y altavoces, estrépito de las máquinas, ruidos ambientales estridentes y similares. No hay diálogos, de acuerdo con la concepción del realizador de que el cine es el arte de la pantomima. De ahí que focalice la atención en la expresión corporal, los gestos, la visualidad y las imágenes. Por primera vez Charlot deja oir su voz: interpreta una antigua canción. Es la última producción de Chaplin sin diálogos sonoros.

Presenta la organización moderna del trabajo como una realidad deshumanizada y desoladora. La incorporación masiva de la máquina a los procesos de producción convierte a los trabajadores en autómatas privados de iniciativa, sentimientos y capacidad de pensar, y los condena a la demencia o la locura. Enfrentando al hombre y la máquina, construye una sugerente sátira del maquinismo y de la sociedad industrial.

Aporta una interesante descripción de la situación social durante la Gran Depresión. El paro, la miseria, la desesperanza, el consumo de drogas, la delincuencia, las desigualdades, se ven incrementados por la crisis económica de EEUU y sus repercusiones en el mundo entero. Añade referencias a las tensiones sociales del momento (huelgas, manifestaciones), la intolerancia política y la presión de la policía. La cinta contiene referencias de films anteriores, como "Metrópolis (Lang, 1927) y "Á nous la liberté" (Claire, 1931). Las imágenes futuristas de la fábrica se inspiran en el primero y las ansias de libertad de los protagonistas, en el segundo. Éstos no son rebeldes ni revolucionarios: son dos personas poseídas por ansias de libertad y con aspiraciones burguesas (sueño de Chaplin).

La música, de Chaplin, ofrece una partitura vibrante y variada, que integra graciosos temas mecánicos, románticos y dramáticos. Añade una versión de la canción "Je cherche après Titine" (Daniderff, 1917), a cargo de Chaplin, y otras como "Prisoner's Song". La fotografía, de Roland Totheroh e Ira H. Morgan, presenta una narración sobria, exenta de pintoresquismo, de la miseria, el paro y las secuelas del imperio de las máquinas. La intemporalidad de la obra permite que ésta conserve fuerza y vigencia.
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32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tiempos recientes.
De las varias obras maestras de Chaplin tal vez sea Tiempos Modernos la que mejor ha sobrevivido al paso de los años. Su bellísimo lienzo-protesta contra la mecanización del hombre como engranaje indispensable de la imperiosa necesidad de producir se puede reconducir a nuestra sociedad actual donde el hombre corriente sigue siendo poco menos que un esclavo más de su jornada laboral, parca en derechos y salario, rutinaria, carnívora y deshumanizada.

Así, Chaplin, se viste de Charlot esta vez para hablarnos de la miseria que rodea a los seres humanos, envuelta bajo el manto de la fábrica, monstruo implacable de la libertad y de la vida, en la sociedad industrial de nuevo cuño donde miles de hombres vagan como robots reprogramados en busca de un empleo que les permita comprar una barra de pan aunque el precio sea la construcción de miles de tornillos diarios en una cadena de montaje presentada como una sala de torturas de la que solo un genio podría crear unos momentos de comicidad tan hilarantes como desgarradores.

El camino que tomará nuestro querido vagabundo es tan universal como necesario. El mundo que se presenta ante sus ojos le es mucho menos apetecible que la confortable celda de una prisión donde dispondría de tres comidas diarias y de una acogedora cama pero todo será diferente cuando ese mundo de locura, grasa y tornillos pueda verse solo a través de la belleza de Paulette Goddard, que se cruzará en su destino como un ángel indómito. Desde entonces Charlot trabajará por amor y aunque sus peripecias laborales estén lejos de proporcionarle algún tipo de estabilidad todo se ha vuelto secundario y efímero porque siempre quedará otro sendero que retomar de la mano de su enamorada, arropados en una sonrisa que ningún trabajo esclavista, que ninguna jornada interminable, que ningún contrato basura podrán nunca derrumbar.

Y en el mundo de hoy, también nosotros, alimentamos a la fábrica homicida, a la multinacional caníbal y al banco parásito porque también tenemos una Paulette Godard en nuestras vidas o porque estamos buscándola y porque como Chaplin sabemos que la miseria que rodea a los poderosos siempre será mucho más frágil y débil que nuestra sonrisa.

https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
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34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La comedia como arte
Charles Chaplin era un genio, un genio de una calidad artística descomunal, creo que eso es algo que a pocos puede sorprender a estas alturas de la vida. Pero creo que se merece que lo recordemos no como uno de los mayores actores o directores de la historia del cine (que también), sino como uno de los mayores artistas del siglo XX.

La comedia es probablemente el género cinematográfico que más me gusta de todos. Esta afirmación me ha costado varias discusiones entre algunos de mis amigos y la verdad es que no les falta razón al decir que es una opinión bastante extaña (y más en una persona con un gusto cinematográfico tan amplio como es el mío). Efectivamente este género es probablemente el que contiene más basura de todos. No me voy a poner a decir películas que manchan el buen nombre de la comedia porque entonces esta crítica que pretende ser breve sería interminable. Nos encontramos ante uno de esos casos en los que el porcentaje de "películas buenas" es minúsculo.

A la gente que les gusta las películas (que no el cine) les suele interesar ir al cine a reirse de películas vacías con dos o tres gags graciosos y hartarse de palomitas y refrescos. Ésta es la concepción que se tiene hoy en día de la comedia, que desde luego no se corresponde con la mía. Para un servidor la comedia es lo más grande que podemos ver en una pantalla de cine, no busco reirme, busco disfrutar con situaciones cómicas, que es bastante distinto. Hay muchas comedias a las que considero obras maestras y en las cuales no he encontrado ninguna escena, ningún sketch, ningún chiste con el que reirme, porque la risa no tiene que estar obligatoriamente ligada a la comedia.
La comedia es en mi opinión un reflejo de nuestros anhelos y nuestras ilusiones, un arma para demostrar que la vida puede ser maravillosa o dolorosa pero siempre desde una perspectiva agradable, un instrumento para transportarnos a un mundo dónde podemos disfrutar y evadirnos de lo que nos rodea. La comedia, en definitiva, no debería representarse con la risa, sino con una sonrisa.

Ésta crítica no va dirigida a esta monumental obra llamada "Tiempos modernos", ya que poco o nada se puede decir de esta maravilla que no se haya dicho ya. Ésta crítica va dirigida a los grandes maestros del cine cómico, un pequeño e insignificante homenaje a las personas que hicieron de la comedia un arte porque, como buen amante del cine disfruto con las comedias del maestro Billy Wilder, saboreo el sutil y personal humor del gran Woody Allen, me deleito con las grandes películas de los hermanos Marx... y desde luego, amo el cine de Chaplin, me fascina su peculiar humor tantas veces imitado pero nunca ni siquiera igualado, disfruto de su magistral habilidad para mezclar el drama con la comedia. Amo la comedia, y por tanto amo el legado del gran Charles Chaplin.

Muchas gracias Charlie, muchas gracias de corazón.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tiempos modernos (1936)
Comedia satírica compuesta por una extraordinaria sucesión de secuencias a modo de recopilación de cortometrajes que comprenden el impetuoso y alegre humor de Chaplin. En esta ocasión, Charlot es un obrero manual que trabaja en una cadena de montaje, acoplado como otra pieza más de un engranaje mayor.

'Tiempos modernos' es una grotesca exageración del taylorismo, ese histórico método de organización industrial que trabaja a ritmo de un reloj. El elevado ritmo de trabajo, hará que nuestro protagonista termine en la demencia. Chaplin entiende que somos un elemento alineado más, de un rebaño que hace lo que el sistema quiere.

Las únicas voces habladas que se oyen en la película, provienen de aparatos mecánicos. Es una clara alusión a la deshumanización que está provocando la tecnología en una sociedad capitalista dominada por la miseria, la desesperanza y las desigualdades sociales.

Algo desengañado, Chaplin insinúa que podremos seguir adelante porque el ser humano, apoyado en el amor, nunca perderá su capacidad de superación. Esto último, lo podemos comprobar en ese maravilloso último plano de Charlot caminando con la chica por ese sendero que les llevarán a una nueva vida, lejos de un mundo habitado por ovejas exasperadas.
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un modesto ensayo sobre "Tiempos modernos"
En "Tiempos modernos" Chaplin explora la alienación que el hombre sufre en los tiempos que dan título a la película, en los que el hombre forma parte de una gigantesca máquina en la que no es sino un engranaje más –como puede comprobarse, literalmente, al inicio de la película-.

La película comienza con una crítica al papel que desempeña el hombre corriente en la sociedad: tras un plano en el que se ven pasar ovejas, se pasa a otro en que se ven trabajadores que salen del metro para llegar a sus trabajos. No sólo el hombre se ha convertido en un engranaje prescindible de una maquinaria que le supera, sino que es también un elemento más del rebaño que hace lo que el pastor –los líderes- quiere, y se mueve sin plantearse dónde va su vida.

Hay una crítica fuerte a la sociedad capitalista que sólo busca la producción al margen del bienestar del trabajador, llegando a plantearse utilizar máquinas que den a éste de comer para minimizar el tiempo empleado en las pausas; sociedad en la que el individuo desarrolla una parte mínima del trabajo, dividido hasta la náusea para aumentar la productividad, con lo que el trabajador queda alienado y llega, como en el caso de nuestro protagonista, a enloquecer: obligado a repetir el único acto de apretar tuercas, termina con espasmos y la compulsión de apretar todo lo que se pueda parecer a una tuerca.

Las críticas continúan: la constante vigilancia del trabajador para evitar que se escaquee, incluso en los baños; el burocratizado sistema de orfanatos, que ya había tratado Chaplin en "El chico" (1921), el miedo a la libertad, plasmado en que el protagonista no quiere salir de prisión, pues está mucho más seguro y a gusto; las medidas draconianas llevadas a cabo por la policía, que es capaz de detener a una chiquilla hambrienta por robar una barra de pan.

Chaplin utilizó todos los medios a su alcance para elaborar su crítica. Así, aunque se trata de un largometraje esencialmente mudo, la posibilidad del cine sonoro ya existía desde "El cantor de jazz" (1927); el recurso al sonido es utilizado en la película con una clara intención crítica: sólo se escuchan voces habladas cuando éstas provienen de aparatos mecánicos, en un símbolo de la deshumanización de la tecnología: la voz del presidente de la fábrica cuando habla a través de las pantallas, la voz grabada en un disco del vendedor de aparatos para alimentar al trabajador o la voz del locutor en la radio de la prisión .

Las acusadas diferencias entre pobres y ricos o la persecución de las ideologías discrepantes son sólo algunas otras de las críticas que en esta película Chaplin hace al capitalismo imperante en los Estados Unidos posteriores al "crack" del 29, lo que le valió ser acusado de comunista por el Comité de Actividades Antiamericanas. Aunque él negó estos cargos siempre, la presión a la que se vio sometido terminó haciendo que se exiliara en Suiza.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Funny Steeler
Está si es una gran película inolvidable del gran comediante que fue Chaplin; pues en todo momento causa una gran diversión y entretenimiento. Este mimo, junto a Cantinflas, es uno de los grandes exponentes de la sátira utilizada parea criticar a un sistema que nos ahoga, que nos esclaviza. Y quien mejor si no estos dos míticos comediantes para hacernos olvidar por un momento, aunque sea. El hecho de que somos un número más. Unos autómatas destinados a convertirnos en un montón de maldita chatarra inservible y que lo que único que conservaremos; es esa chispa de humor en nuestra alma que nos brindan Cantinflas y Chaplin.
Bien por estos dos elegidos. Que son en esencia lo mismo y solo cambian los escenarios y las circunstancias. Pero que ambos nos regalan esa chispa divina que no desaparecerá, cuando nos convirtamos en una masa deforme de piedra y acero.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
CINE EN ESTADO PURO.
Chaplin en el apogeo de su genio creador dejó para la posteridad una película insuperable. Al verla una recuerda cuál es la verdadera función del cine, además de entretener. Obra maestra absoluta nos deja con una sonrisa en el rostro y el corazón inundado de fe y esperanza, con la certeza que jamás debemos darnos por vencidos ni aún vencidos. Que la vida está los pequeños detalles y que el bien siempre triunfa. ¿Suena acartonado e irreal? Si y qué me importa si durante un ratito Chaplin nos convence a puro talento y ternura que siempre se puede volver a empezar. Film para adorar y venerar por todas las generaciones. Paulette Goddard magnífica, es la partenaire perfecta para un Chaplin en su mejor momento, un artista completo, un verdadero pionero. Genial. Para aplaudir de pie.
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Esto sí que es Chaplin
Diez años después de la invención del cine sonoro y siete después del crack del 29, Chaplin seguía pensando (y con razón) que a su genialidad le sobraban las palabras para expresar su gran preocupación por la situación de las poblaciones del nuevo siglo, inmersas en la Gran Depresión.

Este SÍ es el auténtico Charlie, el que poco antes viajó a Europa gravemente preocupado por el ascenso de los nacionalismos, el que llevaba años leyendo teoría económica para tratar de encontrar una solución a los efectos secundarios de la revolución industrial, el Chaplin más mordaz y también el más intelectual. Junto con "El gran dictador" y "Monsieur Verdoux", este filme fue un cúmulo de problemas para el brillante cineasta con la justicia norteamericana, enloquecida en plena caza de brujas comunistas.

Fue la última vez que encarnó al "hombrecillo" (o "Charlot"), el personaje del que se valió para contar varias de sus historias, y cuya voz (y por tanto la del propio Chaplin), a pesar de ser el filme 99% mudo, el público oyó por primera vez en esta película.
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sigue siendo grande, a pesar del paso del tiempo.
Vista en su día seguramente esta película sería un 10 sin paliativos, el tiempo la ha erosionado un poco y ha perdido algo de pegada, pero el conjunto destila grandeza por todas partes. Una vez mas alucinar con el hombre orquesta por excelencia, director, actor, guionista, músico y todo brillante. Uno la ve hoy en día y es difícil borrar la sonrisa del rostro entre gag y gag todo ello con un fondo social y coherencia narrativa.
Un final magnífico y ver como sin palabras se pueden construir historias que emocionen hace que sea una apuesta segura, a pesar de todo no llega a El gran dictador, pero eso ya son palabras mayores.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
A falta de palabras una sonrisa
Comprendo la elevada valoración de "Tiempos modernos". Chaplin, que aparece en los créditos como hombre para todo (director, guionista, actor principal, productor... sólo le falta ser peluquero), merece la aprobación del universo entero de cinéfilos. Todos, con mejores o peores gustos, intelectuales del celuloide o no, estamos de acuerdo que este hombre vale mucho la pena y cualquier gesto suyo, sin palabras, dice tanto como muchos otros de monólogos interminables. ¿Para qué hablar?, es más bello el silencio y aquí queda demostrada la posibilidad de ofrecer un largometraje entretenido sin diálogos por las alturas. La sencillez es el elemento principal para entender por qué es tan gratificante Chaplin. Y al lado de todo buen hombre, una mujer superior, Chaplin es mejor con Paulette Goddard al lado, su ausencia significaría tener que hablar de una película distinta. Aún así no puedo poner más de un siete porque el humor ha perdido bastante en algún gag, el mimo Chaplin es perfecto pero alguna escena humorística del tipo rizar el rizo no funciona, ni ahora ni hace setenta años, eso ya es cuestión de gustos.

Por cierto el final, para mí, es más de ella que de él.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tiempos imperecederos
Un rebaño de ovejas cruza la gran pantalla. La escena se funde a un grupo de obreros que entra a riadas en una fábrica. Uno de ellos es Chaplin. El pequeño vagabundo de antaño trabaja ahora en una cadena de montaje. Lo usan como conejillo de Indias para las pruebas de una máquina alimentadora, un práctico dispositivo que alimenta automáticamente a los hombres mientras trabajan. Tras un hilarante desacuerdo con la máquina, sufre una crisis nerviosa a causa de la tensión, se vuelve loco y lo envían a un manicomio. Cuando sale, es arrestado y encarcelado por comunista. Cuando lo liberan, la vida le parece tan dura que intenta en vano que lo vuelvan a arrestar. Conoce a una huérfana que huye de la justicia, encarnada por Paulette Gorddard, papel que la hizo famosa.

Con Paulette Goddard, su compañera sentimental en aquella época, Chaplin colocó junto a su héroe a una figura casi igual a él, una especie de vagabunda femenina. La película saca su postura optimista al final de esa vida en común. Así, Chaplin incluso acaba rompiendo su mutismo por la chica. Empujado por ella, actúa en un salón de baile. Y como no consigue memorizar el texto se inventa una canción sin sentido, cuyo significado sólo se descubre gracias a la gesticulación. Con esa canción llegaba a un acuerdo con el cine sonoro y acababa la época de su vagabundo.

Esta película se consagra a criticar un nuevo conflicto: el capital y el trabajo están en tajante oposición, y el hombre no puede ignorar a los pobres, los desheredados, marchan hacia una meta precisa y tienen reivindicaciones concretas. En la parodia de la cadena de montaje, espantosa máquina anuladora de la voluntad individual; en el símbolo del dirigente, lejano y omnipresente en la fábrica gracias a un circuito de televisión, y en las escenas de las masas obreras en fermentación, Chaplin reconoce la nueva realidad. Aunque viva un modesto sueño personal de amor junto a su novia, el contexto visual y los bailes destructores del vagabundo tienen un robusto significado de revuelta contra el alud de egoísmo individual y organizado.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tiempos eternos
Ante el visionado de una película cuyo contenido se puede clasificar como cine propaganda las reacciones siempre suelen virar hacia un mismo sentido, no positivo precisamente. Esta clase de films de film suelen ser acusados de toscos, manipuladores e incluso perversos. la crítica los aniquila sin ninguna conmisceración, como si el cine fuera demasiado importante como para permitir lavados de cerebro interesados a la audiencia. Lo más chocante del caso, es que estas críticas obvian, por un lado, que la técnica de la manipulación política a través del arte ha sido una constante a través de los siglos. Al respecto tenemos ejemplos muy claros en la literatura, con los dramas de Ibsen o en pintura con cuadros como La libertad guiando al pueblo de Delacroix. Obras que sin duda buscan crear un estado de opinión en el espectador.

Ejemplo claro de esto es ni más menos que en Tiempos Modernos. Una película moralista, aleccionadora, y cuyo gran valor quizás reside en ofrece mensaje con una sonrisa en lugar de con un gruñido. ¿Es este un motivo para despreciarla? En absoluto. La obra que construye Chaplin es posiblemente uno de los paradigmas de lo que significa la belleza en el séptimo arte. Un gigantesco canto a la libertad que retumba y sobrepasa el inmenso ruido provocado por la maquinaria pesada. Todo ello plasmado de forma simple, articulando la película en el formato clásico del cine mudo, es decir, en grandes bloques secuenciales que intentan mostrarnos aspectos de la cotidianidad de una sociedad en crisis.

Aunque ciertamente hay recursos estilísticos dignos de destacarse, como el dominio de las escenas de masas, las metáforas sobre la deshumanización del obrero y su empequeñecimiento ante la monstruosidad de la maquinaria (inolvidable escena donde Chaplin es devorado por una máquina y luego escupido como un resto inservible) o su avanzada modernidad al reflejar un mundo casi orwelliano, donde reside la verdadera naturaleza del triunfo del film está en el tono que sabe imprimir al conjunto. La carga contra todos los elementos injustos y represores del sistema es contundente y no deja títere con cabeza. Desde la insolidaridad obrera, hasta la patronal, pasando por la policía y la iglesia, todos quedan retratados de forma tierna, cierto, pero con un tamiz constante de acidez que a veces invita más a llorar que a la risa propiamente dicha. (sigue en spoiler)
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Tiempos revueltos.
Tiempos Modernos fue la última película en la que Chaplin encarnó a ese personajillo pícaro y pobretón llamado Charlot. Siendo hoy día una de sus películas más reconocidas y valoradas poco queda por decir de ella que no se haya dicho ya, pues por ejemplo algunas de sus escenas son tan famosas que seguramente han transcendido al ojo del espectador incluso sin que este se haya sentado a verla completamente. (*Spoiler opcional)

En esta ocasión, Chaplin nos ofrece con su estilo característico, una comedia llena de gags visuales y denuncia social, en la que incluso (como no) tiene cabida una pequeña historia de amor. Enmarcada en un mundo sacudido por el inconmesurable poder alienante de las máquinas, y por las frecuentes huelgas y nuevas voces sociales, Tiempos Modernos, es una historia de supervivencia, donde el moralismo y la vergüenza se pierden en el mismo punto donde empieza a apretar el hambre.

Si tienes trabajo, te vuelves casi loco por culpa del ritmo que imponen las fábricas; como diría un amigo mío, te conviertes en uno de los "hombres grises". Y si no tienes donde ganarte el pan, mal lo llevas para sobrevivir como no estés encerrado en la cárcel. Ése parece ser el mensaje que nos inspira el observar el retrato que nos hizo Chaplin de la (por entonces) nueva era industrial. Un verdadero mundo de locos donde la vida solamente asoma a cuentagotas y nos redime del caos de la vida moderna, ya sea por la gracia de una sonrisa llena de amor o por la rabia de una reivindicativa pancarta obrera. Sean bienvenidos a los Tiempos Modernos.

Un 8´5 de nota, pues es una comedia tan completa, como divertida; eso sí, quizás un poquito menos de metraje le hubiese venido de perlas.

Disfrútenla.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
ESA FINA LÍNEA
Durante el s. XIX hasta mediados del s. XX, las pequeñas y espontáneas manchas que poblaban la faz de la tierra empezaron a despertar y a crecer como si de organismos vivos se tratase, robando así terreno a la naturaleza y alimentándose de ella; se llamaron metrópolis.

Éstas instauraron un nuevo ritmo en su interior, uno que iba al compás de los pistones y los engranajes de la máquina. Se convirtieron en los nuevos polos de atracción, donde sin duda una vida diferente esperaba latente en el corazón de un orden frío y deshumanizado.

Tiempos Modernos es la visión crítica de las dificultades que se encontraron las personas -que se trasladaron del campo a la ciudad- para adaptarse al sistema capitalista, tiempos donde los valores humanos entraron en crisis y donde la felicidad material estaba empezando a dar sus primeros pinitos, eso sí, con un humor fulgurante que no deja indiferente y que ya quisiéramos tener muchos de nosotros.

Las primeras escenas nos muestran el contexto en el que tuvieron que desenvolverse los nuevos obreros.
Aparece un reloj acaparador: la herramienta que mide y reparte el tiempo del que nadie se escapa y todo trabajador debe ceñirse sin rechistar.
Tan controlados están, que ni siquiera pueden escapar a fumarse un cigarrillo, y en el momento en que el propio Charlot lo hace, una pantalla gigante llama su atención devolviéndolo de nuevo a su monótona tarea.
La masa, como un rebaño de ovejas, se dirige a su puesto de trabajo: la imponente fábrica, que es el lugar donde las personas se despojan de su identidad para pasar a ser unos autómatas.
Allí permanecen hasta que el sol se pone.
Nuestra vista se fija en la oveja negra que circula entre las demás, nuestro Charlot, la figura romántica y esperanzadora que da humanidad y que hace que ese contexto hostil sea un poco más ameno.

En este punto, la película es comparable con Amanecer de Murnau, donde el amor que une a la pareja protagonista es arrollador y capaz de desafiar a los infortunios que la desconocida y temida ciudad pueda provocar sobre ellos.

El amor es lo único que conocen estos personajes y lo único que los ilumina y les da esperanza, lo demás es secundario. Charlot y su pareja – la huérfana vagabunda que se cruza en su camino- están unidos y con ello hacen frente a cualquier adversidad. Un claro ejemplo que demuestra que los valores humanos están por encima de cualquier sistema y que triunfan y triunfarán siempre.
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