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España España · girona
Voto de lola:
10
Comedia Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
29 de mayo de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el s. XIX hasta mediados del s. XX, las pequeñas y espontáneas manchas que poblaban la faz de la tierra empezaron a despertar y a crecer como si de organismos vivos se tratase, robando así terreno a la naturaleza y alimentándose de ella; se llamaron metrópolis.

Éstas instauraron un nuevo ritmo en su interior, uno que iba al compás de los pistones y los engranajes de la máquina. Se convirtieron en los nuevos polos de atracción, donde sin duda una vida diferente esperaba latente en el corazón de un orden frío y deshumanizado.

Tiempos Modernos es la visión crítica de las dificultades que se encontraron las personas -que se trasladaron del campo a la ciudad- para adaptarse al sistema capitalista, tiempos donde los valores humanos entraron en crisis y donde la felicidad material estaba empezando a dar sus primeros pinitos, eso sí, con un humor fulgurante que no deja indiferente y que ya quisiéramos tener muchos de nosotros.

Las primeras escenas nos muestran el contexto en el que tuvieron que desenvolverse los nuevos obreros.
Aparece un reloj acaparador: la herramienta que mide y reparte el tiempo del que nadie se escapa y todo trabajador debe ceñirse sin rechistar.
Tan controlados están, que ni siquiera pueden escapar a fumarse un cigarrillo, y en el momento en que el propio Charlot lo hace, una pantalla gigante llama su atención devolviéndolo de nuevo a su monótona tarea.
La masa, como un rebaño de ovejas, se dirige a su puesto de trabajo: la imponente fábrica, que es el lugar donde las personas se despojan de su identidad para pasar a ser unos autómatas.
Allí permanecen hasta que el sol se pone.
Nuestra vista se fija en la oveja negra que circula entre las demás, nuestro Charlot, la figura romántica y esperanzadora que da humanidad y que hace que ese contexto hostil sea un poco más ameno.

En este punto, la película es comparable con Amanecer de Murnau, donde el amor que une a la pareja protagonista es arrollador y capaz de desafiar a los infortunios que la desconocida y temida ciudad pueda provocar sobre ellos.

El amor es lo único que conocen estos personajes y lo único que los ilumina y les da esperanza, lo demás es secundario. Charlot y su pareja – la huérfana vagabunda que se cruza en su camino- están unidos y con ello hacen frente a cualquier adversidad. Un claro ejemplo que demuestra que los valores humanos están por encima de cualquier sistema y que triunfan y triunfarán siempre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lola
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