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25 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
La fe, el miedo y la soledad
Algunas cosas de las que habla la película:
- Rumanía es un país con grandes problemas económicos y sociales.
- La religión es en el fondo una gran broma absurda; un sistema hipócrita y retorcido mediante el cual se mata la vida; un entramado de dogmas que si es tomado al pie de la letra (aunque sea con buenas intenciones y desde la bondad y la inocencia) causa dolor y es muy peligroso.
- Cuando estamos perdidos, solos y tenemos mucho miedo al mundo, nos agarramos a lo que sea.
- La soledad cuando es de verdad es insoportable, te lleva a la locura.
- La utopía tarde o temprano demuestra su inconsistencia.
- La imposibilidad de la comunicación: somos demasiado egoístas y obtusos como para poder entendernos.
- El amor está condicionado por las circunstancias y el tiempo; cuando se alteran estos factores, disminuye o desaparece.
- Si profundizas en un conflicto, lo observas con detenimiento e intentas entender a todas las partes, entras en un bucle paradójico que se repite sin cesar, empeorando y haciéndose cada vez más complejo e inexplicable.
La historia es buena aunque se hace un poco pesada. Es terriblemente compleja y esconde, bajo su apariencia de narrativa sencilla y realista, humor, escepticismo y, también, comprensión y compasión.
Recuerda a Buñuel, von Trier y Bergman, aunque con menos sarcasmo, histerismo y solemnidad.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Humilde reflexión en torno al cine, su lugar en el mundo y, por supuesto, Rumanía
Provenga de donde provenga, la humildad siempre debe preceder cualquier tipo de reflexión, una humildad propia del que es consciente de las evidentes limitaciones que se imponen al alcance de su conocimiento sobre la realidad por una mera cuestión de experiencia vital, las más de las veces. Sin embargo, tal necesidad no debe imponerse al individuo provocando una parálisis que le impida expresar su parecer, simplemente se trata de ajustar la perspectiva en base a un ejercicio de responsabilidad y respeto, para con uno mismo y para con los demás. En este sentido, el visionado de “Más allá de las colinas”, así como el seguimiento de la crítica han despertado en mí el deseo de compartir algunas impresiones y reflexiones con aquellos que pudieran y quisieran recalar en mis palabras.

Para empezar tengo la sensación de que algunas de las interpretaciones que Mungiu regaló a la prensa en torno a su propia obra o bien son mera carnaza para contentar a un público y una crítica muchas veces hipócrita que se escandaliza ante la miseria ajena y pasa de puntillas sobre la propia o bien han sido terriblemente malinterpretadas. Podría tratarse de ambas cosas, ninguna sería extraña. Lo que está claro es que el director rumano nos muestra una historia de víctimas –que no víctima, como muchos querrán ver en la película– en un país donde nada parece funcionar y en el cual, sorprendentemente, la vida sigue adelante. No se trata de recurrir a la mera falacia, pero es cierto que basta con acercarnos a nuestros amigos, vecinos y compañeros de trabajo rumanos para constatar que las cosas son así –aunque muchas veces nos neguemos a enriquecernos de su experiencia–. Desde mi punto de vista, en esta idea de que la vida sigue es donde se encuentra la clave para comprender la condición de este tipo de víctima, que no es precisamente la del sujeto pasivo, sino la de uno con un amplio margen de maniobra dentro de los acotados límites que le impone su situación. Efectivamente, Mungiu nos muestra una sociedad sin escapatoria, que elude su propia responsabilidad al tiempo que la asume, que trata de sobrevivir mirando hacia otro lado, que sólo aborda el problema en el momento que se encuentra de bruces con él, y así es como la vida sigue, con mucha más pena que gloria, por decirlo de algún modo. Pero, sobre todo, como digo, una obra con alcance universal donde unos de espaldas a otros, cruzando inevitablemente sus variopintos caminos en el discurrir de los días, de uno u otro modo pero siempre en el sentido más esencial, todos son víctimas.

La crítica es frívola en su trato a esta obra que no sólo da muestras de un profundo y admirable compromiso social e histórico, sino que pone de manifiesto su adscripción a una manera de hacer cine que en los últimos tiempos sólo se ha visto de una manera tan clara, definida y brillante en Rumanía. Es entonces cuando uno se pregunta qué se espera del cine desde determinados sectores supuestamente entendidos, máxime cuando tantos artistas han luchado por liberar de las tenazas del poder un instrumento de vital importancia en la configuración y reafirmación de las cosmovisiones y costumbres de las sociedades. Personalmente, yo me quito el sombrero ante una obra como ésta que asume en toda su crudeza la descarnada realidad de su momento histórico.
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20 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
HALLA LA PAZ Y VENDRÁ EL DIABLO A REVENTÁRTELA
Más allá de las colinas, más allá de la incomprensión de esta sociedad europea hiperburocratizada, a la cual cada vez le resulta más incomprensible la dimensión religiosa del ser humano, dada su variadísima programación social antireligiosa.

Magnífica película de Cristian Mungiu, realmente extraordinaria, de una dimensión especial no apta para la multitud de «zombis» que hoy en día forman parte de nuestra civilización europea («zombis» la más de críticos con la religión cristiana pero súper adictos a todo tipo de drogas como el fútbol, andar callejeando de noche, consumir en bares y festejar todos los días, semanas, meses y años sin fu ni fa, entre otras imbecilidades de gran auge). Ante tanta vulgaridad de europeismo materialista contemporáneo, Mungiu nos cuenta que en un lugar de Rumanía, más allá de las colinas de una ciudad, hay una comunidad de monjas cristiano-ortodoxas con un sacerdote de la misma religión que viven en paz, que rezan a Dios y practican la misericordia con el prójimo.

Se pueden sacar muchas lecturas de esta excelente película de temática religiosa. Mi lectura es que en la actual Europa, el cristianismo existencial como forma de vida (no me refiero al cristianismo folklórico de fiestismo-beodismo o de paseo con algarabía y consumismo de imágenes o estatuas de la pasión de Cristo) ha quedado relegado a más allá de las colinas y cuando los funcionarios a sueldo de esta sociedad europea (aquí representados en una escena crucial por una médica de hospital de las que no saben ir más allá de la programación universitaria en la que se le enseñó a señirse al trámite burocrático) se topan con este tipo de vida raro e incomprensible para ellos, como desde la escuela, la universidad y en general el clima soporífero-materialista social de hoy en día, se les ha inculcado una deformación prejuicioso-negativa del concepto religioso o religión, pues son incapaces de la más mínima empatía; o sea, exactamente igual que le ocurre a los actuales burócratas de Europa, pomposos de aire acondicionado y confort que omiten al cristianismo expresamente de la Constitución Europea y lo sacan de las escuelas con una ignorancia y una mala fe típica de los «políticos incultoideológicos», que no saben algo tan real como que el cristianismo ha sido y es elemento esencial en la constitución de la cultura europea desde hace dos mil años. No hay más que comprobar como Europa, por sus valores cristianos, es la que acoge a miles y miles de refugiados y emigrantes islámicos año tras año y por el contrario no ocurre igual por parte de los países ricos del Islam más próximos geográfica, cultural y religiosamente a esas gentes necesitadas.

Fej Delvahe
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27 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
BERLANGUIANO, BUÑUELESCO,.., Y POCO MAS.
El director de 4 meses, 3 semanas,... sigue dirigiendo muy bien. Sus planos secuencia son en ocasiones apabullantes, y sus actores parecen robados de la no ficción. Aquí hay monjas que son monjas, curas que son curas, y locas que están locas.

El problema de esta película son las reiteraciones. En concreto lo que podríamos llamar efecto "Pedro y el lobo", a saber: la primera vez que a la protagonista la interrumpen para decir que su amiga loca está haciendo locuras, que vaya corriendo a ver qué pasa, esto crea ansiedad en el espectador. Pero si este mismo mecanismo se utiliza cinco veces, a la quinta casi que le da la risa. No llega a ser aburrida, pero ciertamente sus 150 minutos se hacen muy largos.

Por otro lado he de reconocer mi incapacidad para la inmersión en capas profundas de la historia, pese haberlo intentado desde el comienzo. No sé a dónde va esta película, más allá de documentar los sinsentidos vitales de sus protagonistas. Se me ha escapado. Sólo me quedaré con su forma, una aceptable fusión entre lo "berlanguiano" y lo "buñuelesco".
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15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Más allá de las colinas hay un mundo cruel
Cristian Mungiu es de contar historias muy duras. En Rumanía lo del sueño americano no se estila. Está todo lo lejos de Hollywood que se pueda estar. Advierto a quien no lo conozca: es muy sobrio rodando. Le va la grabación pseudo-documental, con cámara al hombro. No emplea un dineral en efectos especiales, pero hay que alabarle su delicado tratamiento del sonido. Los matices de las voces originales, los sonidos cotidianos, las pisadas en la nieve. No sé por qué me encanta oír todas esas cosas minúsculas a las que a menudo ni prestamos atención. Esa es toda la banda sonora que suele incluir. Y narra testimonios estremecedores, basados en la vida real.
Y es que en Rumanía, como en tantos lugares, al cine le cuesta ser una fábrica de sueños, viviendo un profundo drama social en cada esquina. Mucha pobreza, emigración masiva tras la caída del comunismo. El país intenta levantarse como puede. Nada más fuera de lugar que películas de cuentos de hadas en los que incluso a muchos niños les costará creer, porque crecer en las calles te quita pronto las ganas de soñar.
Y Mungiu retrata esa Rumanía herida, convulsa, emigrante.
Ahora ha dirigido la mirada a los orfanatos, a la iglesia ortodoxa y al sistema sanitario. Una mirada inclementemente acusatoria de cómo las personas que sufren de abandono crónico son como pelotas zarandeadas de un lado a otro en un Estado que no sabe bien cómo hacerse cargo de ellas. Los orfanatos no son ningún idílico jardín de infancia. Se hace alusión al bullying brutal al que están expuestos los niños huérfanos, el acoso constante, los abusos físicos y sexuales tanto por parte de sus mismos compañeros, como de adultos sádicos y pederastas que se encuentran en su entorno cercano. Muchos de los que consiguen llegar a mayores, llevan tal carga de heridas (la mayoría invisibles) que nada se las puede borrar.
Una de esas chicas se llamaba Kitza en los libros de la escritora Tatiana Niculescu, y Voichita en el drama de Mungiu. Otra era Irina en el primer formato, y Alina en el segundo.
Ambas crecieron juntas en un orfanato, y en el presente Voichita ha profesado como religiosa en un convento ortodoxo. Alina ha estado trabajando en Alemania y ha regresado para visitar a su amiga. Cuando se reencuentran en la estación y los recuerdos bombardean, empezará para las chicas una etapa de ruptura total del precario equilibrio que habían conseguido establecer en sus vidas. Voichita por fin era feliz, en el seno de Dios. Alina, llena de rabia interior que ha controlado a duras penas durante los años de emigración, absorbida por el trabajo, quiere ahora recobrar la felicidad que sólo conoció en el pasado junto a Voichita. Pero descubre que todo ha cambiado...
El mayor inconveniente es el exceso de metraje, pero el director rumano ha vuelto a ponernos enfrente un punto candente. Nos equivoquemos en nombre de Dios, en nombre de la ciencia, en nombre de la burocracia o en nombre de lo que sea, alguien pagará por el error.
Y, como pasa siempre: cuando lo que está averiado es el espíritu, es muy difícil arreglarlo.
Nadie en el cielo ni en la tierra nos va a dar las respuestas, y seremos como niños inexpertos jugando a ser Dios.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Impactante
Para poder apreciar la película hay que conocer la realidad salvaje del fundamentalismo ortodoxo. También hace falta haber experimentado una soledad absoluta, que se debate impotente entre la esperanza puesta en los seres humanos y la fe en la divinidad.
"Más allá de las colinas" emana fuerza. Te conmueven sus innumerables detalles en blanco y negro, desde la inmensidad nevada del bello paisaje del norte del país y hasta la oscuridad profunda del hábito de las monjas.
Los críticos de Cannes intuyeron que se trataba de una obra de arte.
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7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Más allá de las colinas: La fe, el poder, la represión, el sufrimiento y el mal.
“Más allá de las colinas” es la nueva película del director rumano Cristian Mungiu, ese mismo que hace unos años sorprendió con su excelente película “4 meses, 3 semanas y 2 días”, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes en el año 2007. En esta oportunidad nos sumerge en una película filmada de forma magistral, que habla sobre la fuerza de la fe férrea, sobre el poder, sobre las convicciones, sobre la represión, sobre el sufrimiento y sobre el mal.

Dirigida y escrita por Mungiu, en esta ocasión basa el guión en una historia real plasmada en un libro por Tatiana Niculescu, que documenta el caso de una joven miembro de un convento, que murió en el año 2005 luego de un ritual de exorcismo. Mungiu adapta y saca lo mejor de esta historia, contando la historia de dos amigas, Voichita y Alina, ambas amigas desde niñas en un orfanato, se reúnen luego de un tiempo en que Alina se fue a Alemania a trabajar y Voichita se quedó en un convento ortodoxo romano. Alina regresa con la intención de llevarse consigo a su amiga, pero esta se encuentra muy bien en el convento, gracias a que ha encontrado un refugio en la fe y en Dios.

Esa es la base del filme y prácticamente el escenario principal de la trama, el convento ortodoxo rumanos, a la cabeza de un sacerdote que dice estar bendecido y revestido de poder luego de presenciar la aparición de un ángel, del que guarda un icono religioso en el altar, lugar prohibido para las monjas. El sacerdote vive con varias monjas, entre ellas la joven Viochita, que por lo que nos enteramos en la historia, es una joven traumada, sensible y temerosa que tuvo momentos difíciles en el orfanato, momentos de abandono y abuso, del que siempre Alina la protegía. Alina, su gran amiga y amor, una joven con un temperamento fuerte, decidida e imponente, que al llegar al convento se encuentra con su amiga totalmente cambiada y distinta.

Durante el filme somos testigo de los esfuerzos de Alina por convencer a Viochita de abandonar el convento, enfrentándose a las normas del convento, enfrentándose al sacerdote y a las monjas, sólo por volver a recuperar el amor de su amiga, que ahora pertenece a Dios.

Viochita, reformada por el convento, se siente avergonzada de su pasado con Alina, y aunque la quiere mucho, ya no puede satisfacer sus deseos porque sus creencias no se lo permiten y repudian algunos comportamientos.

La historia ambientada en pleno siglo XXI, muestra donde escenarios, cuando se encuentran en el convento y cuando van a la ciudad, en donde podemos ver un panorama más actual. El convento se encuentra “más allá de las colinas”, que no es más que una excelente metáfora de lo que ocurre entre esos dos mundos. Dos mundos aparentemente distintos y separados, pero unidos por un conocido universal que mencionaremos al final.

Alina, independientemente de lo que represente, significa todo lo contrario a lo que piensas en el convento ultra conservador. Alina se revela dentro de su convento, por lo que varias veces se sale de las casillas y arremete violentamente contra el sacerdote y las monjas, quienes la amarran y la amordazan, hasta llegar a límites insospechados.

Es una historia real y aterradora, un enfrentamiento entre dos mundos, con excelentes interpretaciones, encabezadas por Cosmina Stratan, que interpreta a Viochita y Cristina Flutur, que la he catalogado como mi heroína del 2012, jeje. Su personaje y su interpretación simplemente me fascinan. Ambas, desde el lado conservador de Viochita y el retador de Alina, son maravillosamente plasmados. Ambas ganaron el premio como Mejor Actriz en el Festival de Cannes, muy merecido.

La dirección de Mungiu es impecable y la fotografía simplemente abrumadora. Aunque no hay una variedad de paisajes, y son más bien monótonos, los distintos enfoques le dan una dinámica y una excelente composición, que simplemente a mí personalmente me abrumaron y asombraron. Todo esto junto con el excelente guión de Mungiu, hacen de este filme otro gran logro del rumano.

En síntesis, un excelente filme que en su aparente simplicidad abarca una tema sensible y profundo, con la mano maestra de este gran director que disecciona y realiza un escrutinio de cada plano, sin necesidad de tener un acompañamiento musical para darle fuerza a cada secuencia. Prometí decir al final el “conocido universal” que une a los dos mundos, y es el mal.

Película imperdible, reflexiva y potente.

http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2013/02/beyond-hills-cristian-mungiu.html
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
De qué va
Después de leer muchas críticas, aquí y en otros foros, me animé a verla, pensando que se trataría de una profundización en la muy interesante espiritualidad de la Iglesia Ortodoxa. Y que hoy un director de cine se atreviera a hacer una película, además de dos horas y media, sobre religión me parecía admirable.
Lo que empiezo a ver es un extraño convento de monjas trabajadoras, al mando de un pope, que parece sincero y buena persona. Hasta ahí, algo insólito, pero bien.
Sigo y me doy cuenta de que la historia trata en realidad de dos amigas criadas en un orfanato, donde tuvieron una relación lésbica. Luego se separan; una se mete a monja en ese convento. Otra se va a Alemania, pero vuelve decidida a reconquistar su amor. Si para eso tiene que ser monja, pues monja.
Y luego sigue, pero eso no lo cuento.
En conclusión, la trama podría haber sido en una cafetería, en unos grandes almacenes o en la marina mercante. Chica quiere chica, cueste lo que cueste.
Y lo de la espiritualidad ortodoxa, algo hay, pero sin profundizar.
Por lo demás la película está muy bien rodada e interpretada.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Nueva ola rumana
El cine rumano es conocido y reconocido gracias a los trabajos de cineastas preocupados por el Arte y la Libertad en su país como le sucede a Cristian Mungiu, director de cine considerado como uno de los pilares de la Nueva ola rumana de cine, una corriente cinematográfica que surgió en Rumania en 2004, cuando el corto “Trafic” (Cătălin Mitulescu) ganó la Palma de Oro al mejor cortometraje. Películas con temática hasta el momento censuradas por la dictadura de Nicolae Ceauşescu se ven liberadas para tratar sin tapujos argumentos que versan sobre asuntos políticos, sociales o religiosos
Descubrí a Mungiu con la aclamada “4 meses, 3 semanas y 2 días” (Palma de Oro en Cannes, 2007), una dura cinta sobre el embarazo no deseado y el aborto clandestino; después le siguieron “Los exámenes” (moral y corrupción) y “R.M.N” (xenofobia) y ahora veo “Más allá de las colinas” (2012), una tediosa y oscura película que narra la vida de unas jóvenes encerradas en un monasterio ortodoxo. Interesante pero espesa trama que va y viene sobre el fanatismo de los miembros del monasterio. Ganadora en Cannes del premio al Mejor guion y con las jóvenes Cristina Flutur y Cosmina Stratan como ganadoras del premio a la mejor actriz, "Más allade las colinas" es un largometraje importante, de eso no hay duda, pero a mi me agota
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Satanás está entre nosotros, vive en los conventos.
La historia que nos cuenta Cristian Mungiu, empapada en dos novelas de la periodista rumana Tatiana Nicolescu, podría perfectamente haber tenido como fondo, y lugar de eclosión, la Edad Media. Cambiando algún teléfono móvil, por ejemplo, por un frasquito de ungüento con higadillos de rana para comunicar en la distancia los pensamientos; y convirtiendo, en alguna calle de la ciudad, a los vehículos en cerdos, las casas de los pobres en chozos y las de los ricos en castillos......, nos hubiéramos colocado con poco esfuerzo imaginativo seiscientos años atrás. Eso es lo más terrible precisamente, lo que da miedo, que lo que da pie y consistencia a la ficción del buen realizador rumano, es algo que realmente sucedió en el año 2005.

Una muchachita que había crecido en un orfanato regresa a Rumanía, tras una corta estancia en Alemania, buscando a quien había sido su amiga y su refugio. La encuentra en un convento de religiosas ortodoxas, guiadas por un sacerdote que defenderá a su pupila de las proposiciones de Alina con métodos que hubieran puesto los dientes largos al mismísimo Torquemada.

El oscurantismo que propone el director es la atmósfera más natural para desarrollar la vida física y espiritual de aquellos que se someten, por amputación de la voluntad, a los mandatos de los líderes religiosos y sectarios (tanto monta, monta tanto), que llaman a la inacción y al abotargamiento por la oración: paz espiritual; y a cualquier crítica a su apostolado: lenguas y obras de Satán; no dudando, si ven algún peligro para su estatus, en utilizar las herramientas que diós (el suyo, el verdadero) ha puesto a su disposición: fierros y tenazas, hambres y miserias, maldiciones y exorcismos.....Eso sí, todo, para beneficio de la víctima torturada que, de quedar viva, se lo agradecerá eternamente. Y esto último (lo del agradecimiento), tristemente, no es un chiste.
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4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Podría haber sido mejor
Una cinta bien realizada en cuestión técnica y un guión muy lineal desarrollado con mucha sobriedad y prácticamente sin ninguna originalidad aunque muy realista. La historia es sencilla y tiene la virtud de tocar varios temas sin inclinarse de forma tendenciosa hacia ninguna de las posturas pero tampoco las desarrolla con suficiente contundencia, además de que el final tampoco concreta. Todo se desarrolla de forma algo plana y sin explotar prácticamente nada del dramatismo en las escenas ni resaltar las actuaciones, las cuales además son frías e inexpresivas y de poca intensidad debido a la fotografía que solo recurre a planos sin acercamientos. Aún así la particularidad de la situación que viven los personajes genera cierto drama que resulta interesante. Cerca del final aumenta de intensidad y se desarrolla con algo más de movimiento, cuestión positiva ya que en su gran mayoría solo hay diálogos y silencios largos que podrían haberse ahorrado para dar mejor ritmo y más dinamismo, ya que en varios momentos el guión es flojo, un poco reiterativo y la duración se resiente. En general recomendable solo por el tema que toca en lo cual es interesante, pero nada sobresaliente.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Amar, creer, pecar
'El mal está por todas partes': Más allá de las colinas termina con una frase aparentemente casual, a priori inocente, que viene a resumir la esencia de todo el metraje. Aunque Mungiu nos sume en el sepulcral día a día de un convento, las intenciones del director son describir la realidad extramuros, el empobrecimiento material y moral de un país que no logra desasirse del peso del dictador.

El cineasta que relanzó la cinematografía rumana al conseguir la Palma de oro con 4 meses, 3 semanas, 2 días, obra cumbre del último cine europeo, confirma en Más allá de las colinas su condición de autor: la obra que nos ocupa consolida un discurso y afianza una mirada propia, por lo que en ella puede rastrearse tanto la confirmación de una firma como el acomodamiento de un artista convertido en azote y a la vez en insignia cultural de la Rumanía del siglo XXI. La película, descorazonadora, tensísima e irrespirable por momentos, hereda la excelente dirección de actrices, los trabajados tonos oscuros, los encuadres fotográficos cerrados y el vigoroso montaje de su predecesora, aunque en esta ocasión Mungiu dilata en exceso los tiempos del relato e incluye algún que otro subrayado dramático que lleva el film al terreno del tremendismo claustrofóbico tan efectivo como efectista.

Con todo, Más allá de las colinas es una película sutil y creíble, de forma que la sobrecarga trágica de la historia queda perfectamente compensada por su inteligencia a la hora de acercarnos a los precipicios éticos por los que transitan sus personajes: aunque el film esboza una relación lésbica, Mungiu subraya la dependencia existente entre las protagonista, por lo que el interés no descansa en descubrir dónde empieza y acaba una posible relación de amistad y/o amor, sino en la necesidad de comprensión y afecto que comparten las jóvenes; y la película, aun situándose en el drama puro y duro, está construida con mimbres de thriller y de terror que enriquecen la historia sin desvirtuarla, evitando en todo momento los clichés del cine de exorcismos o la crítica fácil hacia ciertos estamentos sociales y eclesiásticos, pero al mismo tiempo nutriéndose de esas posibilidades para diferenciar la película de otros ejercicios cinematográficos análogos.

Mungiu, en definitiva, logra otro gran título repleto de misterio y de dolor, dos horas y media de metraje que describen el implacable principio de la miseria que solo crea más miseria, y de cómo esa miseria encuentra amparo en las prohibiciones marcadas por la religión y un rival muy fuerte en el poder del amor, ya sea terrenal o divino, célibe o (homo)sexual.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sobre el alma humano y su Fe.
Tras ver Cuatro meses, tres semanas y dos días, estamos ante otra obra genial del director rumano.

Esta vez se adentra en el mundo de la religión y la Fe, un tema difícil de tratar pero esta película va más allá y se atreve en adentrrase en este mundo y hacer una película sobre ello.

La película se puede disfrutar como algo visual, el ambiente es muy tétrico y decadente, y mi pregunta es si es necesario vivir de una manera tan triste para hacercarse a Dios, al mismo tiempo de verse miseria en lo material, estas religiosas viven de una manera muy decandente en el alma, pues están muy euqivocadas de los que es el servivicio a Dios, hoy en día esa manera de vivir la Fe podría confundirse con la ignorancia o incluso con un delito.
La película plantea una cosa muy importante para los tiempos actuales, la Fe y la religión en la sociedad actual.

Es posible que pueda resultar larga pero uno ha de saber que se sienta para ver una película que se adentra en el alma humana y sus decandencias, tal como lo hacía Bergman, sus películas eran lentas y pausadas.

Las interpretaciones son fantásticas, están todos los actores increíbles, todos, incluso los secundarios que aparecen en una sola escenas, hacen crear un auténtico realismo social tan decadente que roza el terror.

Es sin duda un riesgo, pero solo arriesgando se consiguen las grandes obras y las grandes historias, y estamos, ante una gran historia.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
TODOS NECESITARÍAN UNA BUENA TERAPIA.
En la mayoría de los humanos "humanoides" late ese sentimiento de integrarse con el resto; y es algo que podríamos aplicar a casi todas las facetas.

Como me encuentro en una página de cine, me limitaré a comentar esta larga película que no creo que un público acostumbrado a otras inmersiones, valore de manera ecuánime. Mas bien yo diría que en su mayoría se limitan a moverse por los premios y las opiniones del resto. Incluso algunas criticas disidentes, no han podido abstraerse a una generosa votación.

No me interesa sumergirme en esa historia, no puedo forzar algo que desde el comienzo no me llega. No sé hacia dónde se dirige, más allá de mostrar las complejidades un tanto rebuscadas de sus protagonistas. La mayoría se podrían solucionar con buenas sesiones de terapia psiquiátrica... Aunque claro, si eso sucediese, no habríamos padecido o disfrutado de: MÁS ALLÁ DE LAS COLINAS.
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6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Más allá de lo civilizado
Después de sorprender al mundo con su segundo largometraje, el notable "4 meses, 3 semanas y 2 días" (2007), Mungiu vuelve a la actualidad con un film ganador de varios premios en Cannes y que recientemente ha obtenido dos galardones más que pasan a engrosar una larga lista: el Premio Especial del Jurado en Gijón y Mejor película en Mar de Plata. Y aunque no estemos ni mucho menos ante un film del calado y calidad del anteriormente citado se pueden entender las menciones porque aún con todo, cuando alcanza sus mejores momentos es una de las mejores películas del año y una de las más críticas con respecto al tema a tratar.

Tristemente su duración es excesiva, dedicando demasiado tiempo a cosas que no hacían falta. A su favor, decir que mientras se ve no se tiene la sensación de que sea larga ni aburrida, es simplemente que uno llega al final tras 150 minutos y se da cuenta de que para lo que han contado no hacía falta tanto tiempo. En síntesis, es una crítica a los fanatismos religiosos que no se moja (y ese es un acierto) a la hora de decidir quién es bueno y quién es malo. Se limita a mostrar la vida dentro de un convento situado, efectivamente, "más allá de las colinas" al que una joven de la ciudad llega para visitar a una amiga con la que vivió en el orfanato. Lo que ocurrirá ahí dentro rozará lo denunciable aunque en todo momento queda claro que no hay mala intención por ninguna de las partes.

Un toque sobrenatural en una historia de desagradable realismo, las clásicas confrontaciones entre la vida rural y la urbana (las secuencias que tienen lugar en el mundo civilizado son las más chocantes) y una demoledora conclusión son algunos de los valores a tener en cuenta en el nuevo film de Mungiu, uno de los grandes valores de la cinematografía europea del nuevo siglo que, esperemos, no necesite tanto tiempo para volver a poner un proyecto en marcha.
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4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
FÍATE DE LA VIRGEN... Y NO CORRAS.
Mungiu tuvo el honor de abrir la puerta internacional al más que aceptable cine rumano actual, con un puñado de directores interesantes con él mismo a la cabeza.
Después de la impactante "4 meses, 3 semanas, 2 días" esperábamos con ilusión su nuevo trabajo. En él, Mungui construye un relato basado en uno ya existente sobre unos hechos reales y apunta muy alto. La primera hora promete y mucho. Entra a saco en el mundo ortodoxo de la religión como un elefante en una cacharrería a través de una chica desarraigada que se aferra al único amor conocido, una amiga de orfanato que a su vez a encontrado refugio entre los "muros" que ofrece la religión, con la "seguridad" de sus normas y preceptos que adormecen el alma para consagrarla a la dura rutina de servir a un Dios enmarcado en bellos iconos que se comunica mediante un sacerdote-guia-padre-confesor... Ahí, es nada. La madre del cordero entre lo divino y lo humano.
La esplendida fotografía de Oleg Mutu y el buen trabajo coral contribuyen a crear la atmósfera ideal para ello con una cuidada dirección artística del propio Mongui. Pero ahí acaba todo. El material es tan fuerte e inestable que se le va de las manos y prolonga la situación en una especie de deriva sin rumbo durante !hora y media más".
Salir airoso no era fácil, lo comprendemos pero,"Manolete, si no sabes torear....".
Solo por lo que sugiere la primera hora ya vale la pena, el resto es un cascabel que alguien debería atreverse a ponérselo al gato.
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2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Fe sin razón.
Acción que se desarrolla en un monasterio cristiano ortodoxo regentado por un pope y habitado por monjas. Estamos en el siglo XXI, pero aquel lugar, y la vida en su interior, parece muy alejado del tiempo y la razón actuales.

Mal sitio, el anteriormente descrito, para que una joven trate de rescatar a una antigua amiga de hospicio para irse juntas a vivir a Alemania. La muchacha monja dice sentirse feliz y en paz consigo misma y con Dios, y no desea abandonar aquel lugar.

La incesante y tozuda determinación de la joven, que quiere rescatar para sí a su amiga, terminará trágicamente para ella al enfrentarse a la posición, más ortodoxa que nunca, del pope. que trata de encontrar el bien del alma de la joven a costa de mortificar el cuerpo de ésta.

Al final será la Justicia, tras la intervención de la policía, quien pondrá las cosas en su lugar, si bien demasiado tarde para la desdichada mujer.

Buenas interpretaciones, fotografía y dirección. Alargado sufrimiento el de la muchacha de cara al espectador.
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2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"Esta es la casa de Dios, prohibido a cualquiera de diferente religión"
Película que relata el reencuentro entre Alina (Cristina Flutur) y Voichita (Cosmina Stratan), dos chicas que crecieron juntas en el orfanato pero que sus vidas tornaron dos caminos diferentes. Alina regresa a Rumanía luego de trabajar varios años en Alemania, mientras Voichita vive en un aislado convento donde sigue una estricta vida religiosa.

Como no tiene a donde ir, Alina opta por quedarse en el convento, sin embargo, el pensamiento de ella es sacar a su amiga de la vida religiosa, pronto comenzará a ser mal vista por los distintos miembros de la congregación, en especial por el sacerdote del lugar.

Dupa dealuri es un film impactante, que no deja de sorprender con el paso de los minutos, que cuenta con una inicio donde Mungiu nos presenta a los personajes, algunas situaciones y el contexto en que se desenvuelve el film, para luego entrar en una última hora realmente sobresaliente, deslumbrante, llena de ritmo o bien una tensa calma.

El film muestra un efectivo manejo de la cámara por parte del director, que se luce con una dirección sobria y muy bien realizada, logra compenetrar al espectador con lo que va presentando, aspecto que se ve apoyado gracias a las geniales y realistas actuaciones del grupo, sobresaliendo por su papel, Cristina Flutur.

La película hace una reflexión sobre la vida religiosa opacando la vida mundana, sobre hechos realizados a conciencia bajo la sombra de un Dios que puede socavar la realidad, es por esto que el film resulta tan impactante en su versada trama. Un film potente, valiente, tenaz y agresivo, a pesar de su ritmo apaciguado, una joya.
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8
Cómo desatar un silencio
Hay cámaras cinematográficas que convierten al espectador en espía, las miradas de los personajes rara vez atienden al lente que hace el truco del cine posible. Así, los testigos del séptimo arte se sitúan en la lejanía del que sin ser visto descubre un secreto y en su condición de invisibilidad está por unos instantes en el centro de la historia, ese lugar clave y blanco del sentido donde alcanzamos a comprender mejor la confusión de todo juego de voces. Eso ocurre en Más allá de las colinas (Dupa dealuri), largometraje rumano dirigido por Cristian Mungiu que narra la historia de Alina, huérfana rumana que ha pasado una temporada en Alemania y ¿con qué se habrá encontrado en esa ala de Europa? en un respiro decide volver por Voichita, su amiga y compañera de vida. Pero las cosas han cambiado durante su ausencia, ella sufre un desequilibrio que permite a los que la rodean verla sobre la cuerda floja, cediendo al vértigo, mientras Voichita halló su sitio en la fe y aislamiento de un convento y la idea y el riesgo de marcharse a la incierta gran urbe con Alina parecen ser trampas en un momento de claridad y un lugar de reposo como no lo hubo en el orfanatorio ni en una juventud, intuimos, desamparada y caótica.

Cristian Mungiu pone las cartas sobre la mesa y a todos los personajes les toca una mano pesada oculta en un anverso de peligro. El paisaje aparece con gestos fríos y planos fijos en el marco pulido del film, invade nuestra pupila la paz de las colinas, su metamorfosis de niebla densa a nieve sobre los suelos, el silencio y la ausencia de luz eléctrica son una nostalgia religiosa vuelta escenario. La vida sencilla del convento es refugio para el sacerdote que, despojándose del ruido y el aspecto material que tan cercano nos es a los hombres, edifica una comunidad oscura por el color que cubre la desnudez de todas las monjas y de su propia piel pero armónica en la decisión de adorar la misma causa e imagen. La película es un retrato lúcido y sombrío de las pasiones humanas. La obsesión nostálgica de Alina por Voichita nos recuerda la línea de suspenso que puede ser en un film el pasado, el diálogo que surge durante el encuentro de las dos mujeres supone la intuición de ese tiempo anterior. Ver raíces en su amiga antes huérfana y ahora religiosa y querer quedarse por el amor que las ha unido tantos años, la esperanza de un futuro compartido donde no haya lugar para el horror y la soledad, llevan a Alina a ingresar al convento pero su rechazo a los dogmas divinos altera la tranquilidad de los otros y supone un peligro para la reputación dónde anidar un mejor futuro del lugar sagrado.

El director rumano sabe que hay personajes signos de interrogación, interrupciones detrás de líneas de todo guión cinematográfico capaces de modificar la dinámica aparentemente armónica de un colectivo o grupo social dentro de la ficción. La trayectoria del film es parecida a las manos de una mujer desgajando lentamente una naranja, quitando la cáscara con la sutileza de quien quiere conocer los vértices que se ocultan en cada historia por más simple o enigmática que ésta parezca. A eso debe su larga duración, y sin embargo el guión sostiene y revela el gran acierto del director: la fijación por los detalles. En una conversación mundana, a la hora de compartir el pan o sacar agua de un pozo, es posible desempolvar secretos. Si es bien sabido que por la boca muere el pez habría que añadir que por esa misma boca asoma siempre el deseo y pocos terrenos tan insólitos como aquellos donde vislumbramos la puesta en escena del orden basado en ciertas actitudes y reglas que permiten el gesto amable de la máscara colectiva de la fe, en este caso el convento ortodoxo al pie de las colinas, y la perturbación que deriva en confusión y caos de ese orden.

Un largo malentendido puede convertirse en crimen y el móvil será nombrado desde la trinchera ideológica de cada personaje o comunidad. Conflicto de intereses que hasta los desmemoriados saben remoto aquél de elegir en qué se cree o no, pero más allá de las colinas, donde no hay testigos y la realidad se muestra como el camino cruzado por decisiones que responden siempre a un deseo y una obediencia reflejo de nuestra condición de animales domesticados, más allá de la razón y la fe, queda la contemplación final del invierno dentro de las vidrieras empañadas de un automóvil y la incertidumbre al no saber cuándo cambiaremos de estación mientras cambiamos de canal en una época donde los trazos para evadir la soledad son cada vez más absurdos y las contradicciones del encuentro, como vemos en esta cinta, pueden resultar fatales.

Recomendable para los adoradores del silencio y los ecos remembranza de un tono propio de la tragedia presente en la cinta por medio de un oscuro coro de religiosas, para los que buscan exorcismos y silencios desatados por gritos marginales. Algo de buena música no vendría a mal pero su carácter de alarido dentro de un frío susurro no deja lugar para el reproche, cruda sabe mejor.
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8
La honradez en el cine actual se llama Cristian Mungiu
Aunque ciertamente se alarga en exceso y conviene empezar a verla con la cabeza bien despabilada, estamos ante otro film extraordinario de Cristian Mungiu. Qué director tan penetrante y tan honesto, que artista tan verdadero e iluminador.
El tema de la película no me seducía mucho: una chica presuntamente endemoniada que acaba en un convento de monjas ortodoxas de la Rumania profunda, y el ritual de exorcización que se le practica con consecuencias no esperadas. Todo un tanto lumpen, ciertamente, pero, si eres capaz de superar la primera hora de la cinta, el espectador sensible, sin prejuicios ni fobias religiosas, se sentirá atrapado por la candidez de sus protagonistas -las monjas- y del propio sacerdote que las guía, por la dureza realista del caso , y por el clima de verdad humana -y tal vez más que eso- que desprende toda la historia.
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