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42 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
Carne para los perros
Eloy de la Iglesia siempre tuvo mano para retratar los ambientes urbanos más sórdidos y oscuros de las grandes ciudades españolas, de eso no hay duda. En esta ”La Semana del Asesino” lo vuelve a demostrar otra vez contando la historia de Marcos, un carnicero que por circunstancias de la vida se transforma en un asesino en serie. Un primer asesinato un tanto fortuito es seguido por una cadena de homicidios a cuál más bárbaro y sangriento. Básicamente este es el argumento de un film que poco más aporta en un guión más simple que el mecanismo de un sonajero.

Sin embargo, es en la ambientación, en los detalles, donde de la Iglesia consigue hacer de su película una muestra muy importante de su dilatada filmografía. La puesta en escena, los continuos cambios de música, la oscuridad que envuelve la casa de Marcos (donde se producen los asesinatos) en contraste a su presencia entre los grandes edificios de apartamentos de las afueras de Madrid, la aparición del perro como animal carnívoro (y lo que ello supone) o simplemente la perfecta actuación de Vicente Parra, convierten la película del cineasta vasco en un buen retrato de thriller español de los setenta.

La presencia siempre perturbadora de Poncela y algunos detalles cachondos para la época (el perro de Poncela se llama Trotsky, recordar que es 1972) también le dan un toque más de interés a esta película del género “kinki” y subgénero “cutre” pero que se ríe de las mil y unas patochadas que se estrenan cada año en este país. Y es que antes, incluso en aquellos complicados tiempos, había un estilo; por lo menos Eloy lo tenía y lo ejercía.
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32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Aquí huele a muerto
En este dichoso país no tenemos término medio, señores. Cuando no nos da por proclamar nuestras miserias a los cuatro vientos, autoflagelándonos con alevosía y premeditación, nos da por babear y mear bechamel ante cualquier producto que se salga de los estrictos cauces de nuestro querido y estereotipado cine patrio.

Prueba de ello la tendríamos, precisamente, en “La semana del asesino”. Según esta misma web, el segundo mejor thriller hispano de los setenta.

Pues bien, aunque yo soy el primero en valorar positivamente cualquier propuesta cinematográfica que arriesgue e intente probar fortuna con géneros e historias diferentes a las habituales en nuestra piel de toro, eso no significa tampoco que me vea en la obligación moral de bendecir sí o sí experimentos tan dudosos como el del Sr. De la Iglesia. Solo faltaría. Sobre todo cuando la peli de este señor yerra, a mi juicio, en aspectos cinematográficamente tan esenciales -por citar algunos- como la dirección (torpona), el guión (precario) o las interpretaciones (mediocres).

Aún así, “La semana del asesino” no es -tampoco nos pasemos- una mala película. Es más, yo diría -incluso- que son sus propios defectos, junto a ese look cutre y quinqui a más no poder, los que contribuyen a potenciar su indiscutible encanto natural. Pero de ahí a considerarla como una obra de culto con metáforas a tutiplén media un abismo, señores. Aquí huele a muerto, sí. Pero eso es todo.
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33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
BUENA INTRIGA
Pese a su escasa repercusión dentro de la historia del cine español este film debería ser llamado a reivindicar por su carácter de thriller bien hecho para lo cual hay que tener en cuenta a Eloy de la Iglesia que aquí demuestra que aparte de cine polémico y valiente ( hecho sobre todo en la transición española " El pico", " El diputado ", "El sacerdote " ) también sabía muy bien dotar a un film de estas características de la necesaria pulsión narrativa.
Aparte de una trama interesante y bien interpretada esta película es un ejemplo de buen thriller y casi una rareza en el panorama fílmico de la época.
Un saludo, Efelson.
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ya no se mata como antes.
Estamos, ante una de las mejores películas de Eloy de la Iglesia, un thriller suburbano ambientado al comienzo de los 70, ambientada en el descarnado y sórdido extrarradio del Madrid de la época, con el tema de los sentimientos de culpa y la confusa sexualidad de los personajes, presente y acentuado a lo largo de sus posteriores obras. Actores y director en estado de gracia, dan como resultado una obra redonda, macabra y sangrienta, realmente entretenida. Vicente Parra compone un serial killer cañí, de padre y muy señor mío. A mi juicio, película de culto, sin ningún género de dudas.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un provocador thriller español de una época difícil en el país para el cine de autor
La semana del asesino de Eloy de la Iglesia es un thriller con tintes de terror y algo gore basado en un joven que mata en una pelea a un taxista por no querer pagar una carrera, descubriendo entonces una actitud criminal que desconocía. Dirigida con un ritmo dinámico y con un estilo personal que ofrece algo nuevo en el cine español en una época de transición, es una obra incitadora y particular que mantiene en tensión al público con mucha eficacia de principio a fin, ya que la historia que muestra es implacable y penetra en el público por su violencia y los pocos escrúpulos del protagonista, concluyendo un portentoso film que no dejará a nadie indiferente en su visionado.
La fotografía es violenta y desconcertante en las escenas clave, añadiendo inquietud al público por sus imágenes sangrientas y algo tétricas, cumpliendo con un siniestro trabajo que estimula al público con mucha intención. La música de la época es evocadora a los años setenta en España, usando en ocasiones sonidos turbadores e intensos que hacen sentir al público la constante amenaza de todos aquellos que rodean la vida del protagonista. Los planos y movimientos de cámara consuman una informal pero apropiada labor técnica mediante el uso del reconocimiento, subjetivos, detalles, primeros y primerísimos planos, generales, cámara en mano, seguimiento, avanti y retroceso que exprimen lo mejor de la trama y las interpretaciones.
Las actuaciones son certeras y cumplidoras. Como protagonistas Vicente Parra trabaja con oscuridad psicológica en un frío papel y Eusebio Poncela está impasible y acertado, siendo creíbles los acompañamientos de Emma Cohen, Vicky Lagos, Lola Herrera, Ismael Merlo y Ángel Blanco entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones humildes y de calle en un oportuno trabajo que no luce pero que junto con los decorados reales y de exteriores te transportan in situ.
El guion, escrito por el director junto con Antonio Fos y Robert Oliver, es de lo más provocador y poco habitual dentro del cine español y más aún para una época en que los años de la dictadura de Franco era evidente en la censura, dejando al público atónito por la violencia de un film que se queda en la retina del espectador, finalizando una cinta escalofriante y perniciosa en lo que propone que merece la pena ser descubierta por el público en general. Esto se lleva a cabo con una narrativa insidiosa y evocadora de la época que de forma expresiva deja clara la intención del protagonista. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido con la duración justa y dividido en días de la semana para dejar claro que todo transcurre en una semana.
Concluyendo, la considero una obra indispensable dentro de los thriller de intriga del cine español por tratar con estilo propio una temática poca usada y desde luego incitadora que dejará al público bastante descolocado tras su visionado. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, movimientos de cámara y narrativa que hacen de La semana del asesino, un film necesario de ver para todos aquellos cinéfilos que quieran descubrir películas con sello personal dentro de la filmografía española.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
The Cannibal Man
La Semana del Asesino (La semana del Asesino, 1972) se trata de un filme perteneciente al género de terror (como veremos esto es motivo de discusión), que realizó aún durante los últimos coletazos de la dictadura franquista, el cineasta de origen vasco Eloy de la Iglesia. La película sigue durante una semana, como indica el título, la vida del obrero que interpreta Vicente Parra, quien cometerá una ola de crímenes durante ese lapso de tiempo. Es cierto que la película se ha adscrito comúnmente al género de terror, pero como bien advierten algunos[1], en realidad De la Iglesia no la ubica en un tiempo fantástico ni imaginario, sino que La Semana del Asesino transcurre en Madrid. Para más señas, en emplazamientos frecuentados por la clase media-baja y trabajadora (desde la fábrica hasta la chabola donde nuestro protagonista mira a los lumpenes jugar a fútbol), y además su protagonista es un obrero que trabaja en una industria carnicera. Estaba claro que a pesar del género el cineasta no iba a renunciar a su sello de autoría.

Hay sin duda una lírica macabra en la película, que quizá incluso nos pueda recordar documentales como La Sang Des Bêtes (La sangre de las bestias, 1949) de Georges Franju, por su afinidad temática. Detalles irónicos que ayudan a potenciar el mensaje de desesperación que recubre el filme. Unas secuencias monstruosas, realizadas mediantes algunos planos secuencias y travellings nos muestran la carnicería en la que trabaja nuestro protagonista. El desmembramiento y la sangre se convierten en absolutos protagonistas. Sin embargo, la película no nos muestra estas escenas como algo extraño, sino que forman parte de la cotidianeidad de nuestro protagonista. Para más ironía, se nos muestra a nuestro personaje comer un bocadillo mientras somos testigos de esta barbarie. Detalles como este ayudan al cineasta a mostrar su faceta más negra, como la bolsa de deporte que tiene el eslogan del ministerio del movimiento, y que nuestro protagonista utiliza como herramienta para transportar los trozos desmembrados de las víctimas.

La estética de la película consigue adaptarse perfectamente entre el territorio de lo escabroso y lo macabro (las ya comentadas secuencias del matadero) y un ambiente industrial decadente. La película emplea un magnífico Raccord que nos adentra en la vida de nuestro protagonista. Por ejemplo, la decoración del piso es un genial ejemplo de cómo se construye un raccord en torno a una idea (en este caso, la de construir un personaje como al que da vida Vicente Parra)

Eloy de la Iglesia nunca pretendió cerrar la película con semejante final, que no tiene nada que ver con lo que desarrolla la película. Fue la censura la que obligó al cineasta cambiar el final, para mostrar que nuestro personaje, interpretado por Vicente Parra, finalmente se entregaba a la policía. Algo totalmente absurdo, precisamente porque una de las cosas que nos enseña La Semana del Asesino, es que nuestro protagonista cae en una vorágine de sangre de la que no puede escapar (remarquemos la característica del no retorno). Primero se trata del asesinato casi involuntario del taxista, pero los crímenes posteriores vienen de una manera casi inevitable y como a consecuencia del primer asesinato, pues el personaje que interpreta Parra intenta tapar las evidencias del crimen, así que resulta impensable que de repente nuestro personaje reflexione y llame a la policía entregándose.

A pesar de que la película está realizada antes de la caída definitiva del régimen franquista y por tanto antes de que la censura se anulara, ya encontramos señas muy interesantes que anuncian el cine de Eloy de la Iglesia.

Por ejemplo, entre el personaje de Vicente Parra y el de Eusebio Poncela se entrevé una relación un tanto ambigua, que parece ir más allá de la simple amistad. Y es que el interés que profesa el personaje de Eusebio Poncela en torno al personaje de Parra parece ir hacía el deseo sexual, aunque siempre lo oculta de una manera sutil y de manera que no se evidencie en exceso. De hecho, una de las secuencias que la censura obligó a cortar al director estaba aún más implicada en este sentido. Durante toda la película hay una interesante vía que se centra precisamente en esta camino de explotación. Nuestro protagonista no se encuentra a gusto en ningún momento (ni siquiera con compañía femenina), y sólo lo vemos relajarse en presencia de su nuevo amigo.

Como analizaba el teórico Jamake Highwater en su obra[2], estas imágenes de transgresión sexual servían para cuestionar un poder establecido que no dejaba que ninguna película ocultara el mínimo atisbo sobre la homosexualidad. Eloy de la Iglesia fue uno de los pioneros en este sentido, y seguiría con esta vía a lo largo de casi toda su carrera.

[1] Antonio Lázaro Reboll, Masculinidades Genéricas: Tomas criminales en la Semana del Asesino (Eloy de la Iglesia, 1972), Universidad de Nottingham.

[2] Highwater, J. The Mithology of transgression. Homosexuality as Metaphor, oxford University Press, New York 2001
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Y el séptimo descansó
Thriller macabro dirigido por Eloy de la Iglesia con un detenimiento que perdió en sus toscos y sensacionalistas éxitos posteriores (en los que agitaba frontalmente a la sociedad pero sin ninguna sutileza) rescatando al rancio galán Vicente Parra, cuya ajustada interpretación es acompañada por interesantes secundarios y el emergente y siempre grande Eusebio Poncela haciendo un ambiguo y curioso personaje.

Los aderezos de la historia, transcurre en siete días, el protagonista vive en una casa vieja y destartalada rodeada por altas torres de pisos nuevos, el trabajo en el matadero, la naturalidad al describir los aspectos más escabrosos, aportan unos interesantes matices en una historia que se retuerce, todo lo que puede, en aviesas intenciones...
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Al servicio de la truculencia.
Un obrero de un matadero (Parra) asesina sin pretenderlo en principio, a un taxista a consecuencia de una discusión. Así comenzará para él una interminable semana en la que continuará la labor empezada...
La película de culto entre los admiradores de su discutido autor, un film argumentalmente muy arriesgado para la España de la época, en el que la ya de por sí escasa fascinación que pudiera poseer en su estreno va perdiéndose con el paso del tiempo, dejándola como una obra muy poco defendible.
Altamente mediocre desde un punto de vista puramente cinematográfico, con una burda y chapucera realización, una puesta en escena pobre y cutre, así como un guión desigual y francamente malo en no pocas ocasiones, una fotografía más molesta que sórdida o transmisora de una sensación desagradable, tiene buenas interpretaciones de Poncela, Cohen y Lola Herrera (no así de un envarado y notablemente perjudicado por primeros planos, Vicente Parra) y el sustrato de la historia. De la Iglesia desparrama, sin embargo, lo que pudo haber sido una magnífica película desde el mismo momento en que aplica un tratamiento truculento, cercano al gore gratuito, fácilmente morboso y nada comprometido con las bases de su argumento, sin mostrarse preocupado por buscar otros aspectos relevantes y adscribibles a la historia (psicológicos, una metáfora acerca de la putrefacción de la condición humana, incluso casable con la Dictadura, una búsqueda de un pesimista estudio acerca de la laberíntica y hermética universalidad del crimen). Efectista, pues, y sobre todo nada convincente y muy demagógica, singularmente inverosímil del lunes al viernes en esta semana del vértigo para este vulgar obrero, se queda como un film inválido aunque respetable, pero dónde se puede achacar ya a De la Iglesia su afán por dilapidar muy buenas ideas para ponerlas al servicio de un desconcertante ejercicio de deslizamiento hacia los pantanosos terrenos del morbo fácil. Por algo, "La semana del asesino" (film machacado por la censura, eso también) es la obra predilecta por los exégetas del cineasta, cuando, por ejemplo, tiene en la muy infravalorada y casi desconocida "Otra vuelta de tuerca" su auténtica gran obra.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Diferente
Rara, extrañísima película del bueno de Eloy de la Iglesia que parece ser, para variar, que tuvo que sufrir en sus carnes artísticas los estertores censores del moribundo, y cerril, franquismo.
Y se entiende el porqué; ya que viene a ser, sin forzar mucho la mano ni dárselas uno de listo en la interpretación, un ensayo lírico, macabro y cañí sobre las consecuencias funestas de la represión sexual (en este caso ejercida contra los homosexuales) en un ambiente cafre y asfixiante.
Estamos metidos de lleno en un verano madrileño de padre y muy señor mío; en una barriada chabolera y abrupta, con tascas, camareras porno y perros de la noche.
Y hay un protagonista total; el angustiado, ahogado sin saber muy bien por qué, Vicente Parra, obrero carnicero, maduro y soltero (lo cual, ser cuarentón y no estar casado, en aquella España de nuestros queridos antepasados, era un horror sospechoso, solo perdonable en caso ser un golfo acreditado, un mujeriego rufianesco, un putero cuartelero o, directamente, un pobre hombre sin remedio) que ante la horrible situación general y la mucha presión social, ante su falta de recursos y nula capacidad de autoanálisis, tira por la calle de en medio y lo resuelve todo a... machetazos, pedradas, cuchillería variada y todo un alarde o variada panoplia de descuartizamientos y mutilaciones tomateras en escenas grotescamente violentas en las que se transforma en un Pascual Duarte atormentado, perdido y torturado, en un Norman Bates de tanto extrarradio.
Pero todo no iba a ser dolor e incomprensión; mezclado todo con sus terribles pesadillas nocturnas y tras arduos agotamientos charcuteros, tiene el placer de encontrarse con el bello Poncela, su otra cara de la moneda, su versión mejorada, intelectualizada y sublimada, su espejo caro e ideal; este es un burgués, escritor (de cine para más señas y evidencias), noctámbulo y voyeur; la importante diferencia es que Poncela sufre existencialmente, se quiere morir, es consciente de su desclasamiento, de su falta de lugar en un ambiente que no acepta ni comprende ni su inclinación sexual ni su libertad personal (Parra, el pobre mentecato, bastante tiene con tirar palante, aturdido, zarandeado por fuerzas que ni controla ni conoce, dividido, y zaherido, entre sus deseos, miedos y supuestas obligaciones); Poncela vendría a ser tanto un hermano español de Pasolini como seguramente un álter ego de Eloy de la Iglesia, que en películas posteriores también utilizaría este tipo de personajes de cierta posición social y desahogo económico que protegen a cachorros perdidos (me vienen a la cabeza Quique San Francisco y José Luis Manzano en alguno de esos clásicos quinquis que clavó a su particular manera el director vasco). Bueno, pues ahí Parra encuentra un poco de paz y relajo.
Y comprendemos el origen de sus males, de cómo la represión salvaje de sus verdaderos instintos (homosexuales) es la causa oculta, nunca reconocida ni asumida ni entendida, de sus estallidos violentos (más allá de la equívoca y superficial apariencia de asesino en serie descerebrado, sin más). De hecho, solo hay que fijarse en que la mayoría de asesinatos tiene relación directa con relaciones heterosexuales, suelen ser su corolario feroz, su purga; el resentimiento, la rabia que siente por haberse visto "obligado" a hacer esas "cosas" tan ajenas a su verdadera "naturaleza", se transforma en abscesos brutales de ira, sus víctimas pagan haberle "forzado" a practicar actividades que en verdad le repugnan.
Pues eso, un retrato truculento y bestial de un asesino (un poco como en las novelas de Jim Thompson, también llenas de personajes con doble cara; Jekyls y Mr. Hydes, conviviendo ambos en la misma mente perturbada y alucinada, que a duras penas distinguen la realidad "real" de un mundo interior poblado de asco, vergüenza y crueldad; de animosidad gélida y disolvente) sin norte ni asideros, que improvisa chapuceramente. Y, de paso, una mirada desolada y espantada a un país atrasado y pavoroso, invadido por el fútbol y habitado por gentes de miedo (ese taxista del pánico por ejemplo), primitivamente molestos, agresivos y de tan pocas luces.
Valiente y tremenda película de un director muy apreciable, muy español y sincero, que con muchas dificultades logró levantar una obra interesante, única, de autor también popular, a tumba abierta, sus carnes creativas arrojadas y expuestas al normalmente muy indiferente público.
Pero, lamentablemente, en este caso el resultado es fallido, un poco manga por hombro todo, la sucesión de los hechos y la resolución de las escenas es en muchas ocasiones, demasiadas, absurda, mal hecha, sin mucho sentido; hasta la acumulación terrible de cadáveres, moscas zumbando, colonias y demás cachivaches mediante, deriva sin parar en la comedia involuntaria y el inopinado esperpento.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Dormir y matar: todo es empezar
Aunque haya por ahí, creo que en una edición en DVD, algunos fotogramas más explícitos aún, y que sin ir tan lejos "La semana del asesino" en su versión internacional era aún más fuerte, la que se mostró en los cines ya en el año 1974, con dos años de retraso y "masacrada por la censura", es muy fuerte: muertes bastante gore, incluso para hoy, secuencias sexuales y una trama homosexual más oculta pero que es fácil adivinar. Dicen que la censura realizó 64 cortes, mas me atrevo a decir que el único lugar en el que realmente estropea la película de Eloy de la Iglesia es en el final evidentemente impuesto, aunque no del todo absurdo.

Lo curioso es que la asociación entre matadero y matador, que quedó establecida en "La Matanza de Texas" (1974), está ya aquí. Estoy por afirmar que Tobe Hooper se inspiró precisamente en "La semana del asesino", que en Estados Unidos se estrenó en junio de 1973, para su obra maestra. Sea como fuere, la película tiene ese aire entre cañí y setentero que le dota de cierto encanto, pero también que su guión es excesivamente simple, pero sobre todo, carente de intriga. De la Iglesia va más por el drama humano que por la investigación pero tampoco define bien la naturaleza del asesino, a veces psicópata, otras pobre diablo.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La mente del asesino
Dios creó el mundo en siete días, Marcos "el carnicero" intenta destruir todo rastro de humanidad en el mismo periodo. Un thriller del caluroso Madrid de principios de los setenta, arenoso y estéril embriagado del miedo social y perturbador aroma a injusticia. Además, una historia sosegada, angustiosa a su vez donde el suspense permanece en el aire como el olor a pudredumbre de la solitaria casa donde descansan unos cuerpos que nunca imaginaron que terminarían allí.

Una inusual pareja para la época en que transcurre la trama, una joven enamorada de un hombre mayor, tienen un percance con un taxista al cual asesinan en una oscura calle y salen huyendo. A raíz de este suceso, nuestro protagonista Marcos irá eliminando todo ser humano que sospeche o crea importunar su salvaje secreto. Mientras entabla amistad con un extraño y misterioso joven que parece conocer a la nueva personalidad asesina que tiene enfrente.

Las hostilidades comienzan con la retransmisión de un partido de fútbol por la radio, al igual que el desenlace, también con la narración de un partido del deporte rey... Eloy de la Iglesia nos deja una curiosa anécdota futbolística entre líneas.

Un film que a priori puede parecer hastiado, comienza a servir dosis de tensión y suspense al espectador, más allá de sus aceptables interpretaciones o un desenlace esperado, bebiendo del viejo Giallo italiano. Sostenida bajo un guión correcto, sin alardes pero con unas líneas acordes a la época en la que trabaja. Por supuesto, estamos ante una película entretenida en la que prima eso, sentirse ocupada en nuestra retina sin mayor pretenciosidad que lo que vemos, sin mayor atisbo de grandilocuencia sino mantener el suspense consiguiéndolo sin reparos. Técnicamente justita, rozando la serie B en varias ocasiones y con varias escenas imborrables (la eliminación de miembros mediante la nueva máquina de empresa, la curiosidad animal por el olor a muerte, el miedo a la opresión y la prisión...).

La semana del asesino se consagra como un más que interesante thriller patrio, con una historia absorbente que mantiene la tensión durante todo el metraje y con un estilo bien definido, más cercano al Giallo italiano que al slasher americano.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Asesino singular
La película que plantea Eloy de la Iglesia tiene inevitablemente, pese a todos sus contras, el interés de estar viendo la actividad de un asesino recién llegado. Pasan los minutos y cada movimiento de Parra es una incógnita, tanto por lo que el azar disponga como por los pasos que da él por su propia voluntad. Habrá fatalidad en el primer asesinato, pero todo lo que viene después demuestra una brutalidad admirable. Tan bruto es por seguir matando durante una semana como por ir a la tienda a comprar veinte frascos de colonia y cuatro de ambientador. El que es bruto lo es para todo.

Efectivamente, la película cuenta con muchas valoraciones negativas, tal vez porque es española y no estamos acostumbrados a ver gore si se hace desde aquí, como si el italiano fuera mucho mejor, como si la sangre no fuera igual de lamentable. Tal vez la actuación de nuestro triste asesino no sea la mejor, puede que sea mejorable, pero también aparece un Eusebio Poncela que sí es mayúsculo, que aporta un contrapunto ambiguo maravilloso. Creo que se trata de una película más que correcta incluso para aquellos que no somos seguidores del género, Eloy de la Iglesia se atrevió a hacer algo muy raro que contrastaba con todo lo que se hacía entonces, dio un paso para adelante y fue más valiente que nadie.

Yo no entro en los simbolismos escondidos en la película, no sé si existen de verdad, el caso es que la carne huele mucho si no se guarda en la nevera y es verano. Esos perros lo explicarían mejor...
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Asesino en serie
Una mala noche, un hombre comete un crimen fortuito. El temor a ser descubierto le llevará a matar a todo el que represente una amenaza para él.

Thriller de horror dirigido por Eloy de la Iglesia, y masacrado por la censura, que cuenta con un buen número de fans incondicionales. Desmañado y estiloso a la par, llama poderosamente la atención su atmósfera sórdida y macabra, que se acrecienta a lo largo de una trama estructurada en siete días. El actor Vicente Parra rompía con su imagen cinematográfica de galán, convertido aquí en un asesino en serie que hace de su chabola en el extrarradio madrileño un matadero. Mención especial merece el personaje de Eusebio Poncela, ejerciendo como contrapunto del desquiciado protagonista.



"¡Entiérralos!"
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Asesinatos in-justificados.
"La semana del asesino", es una de esas peliculas que pasó sin pena ni gloria, y que desarrolla un estudio bastante amplio sobre la violencia en el hombre, posiblemente es una de las mejores peliculas de Eloy de la Iglesia, otro director olvidado por el público y la crítica, y que marca un inicio en su etapa como uno de los directores más reivindicativos, y también con la saga "El pico", su obra más personal y arriesgada.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cannibal Man
Thriller castizo y áspero,que se aprovecha sobremanera de lo oriundo de la sierra madrileña: el uso de su paisaje se utiliza para aportar el clima rudo y seco inherente al drama, elevándolo al aura arisco y hosco necesario para las intenciones del director. Su personaje, dramatizado por un soberbio Vicente Parra (alejo de los clichés habituales en campos psicotrónicos e histriónicos a la hora de portar la estampa de un asesino en serie), se convierte por méritos nada impropios en el modelo de psique llevada al extremo que posteriormente sería uno de los referentes del cine de su creador, que ya preveía de forma premonitoria el subgénero "Quinqui" que años después sería una oleada de películas con él mismo y De La Loma como máximas expresiones.

Suspense macabro, cortante, que se introduce en el espectador de una manera políticamente incorrecta para la época (una de las películas más masacradas por la censura, y no sólo por su violencia) que transmite el viaje a través de lo depresivo de la psique humana. La habilidad de De La Iglesia de describir la violencia en su aspecto más truculento sin llegar a caer en los "splatterescos" tintes de la época elevan a la película a un nivel muy personal, con una especial habilidad para aprovechar el entorno para su descripción temática (como ya ocurría en otra película de uno de sus guionistas, la espléndida "El Huerto del Francés" que pasó a ser destacada como una de las mejores películas de Naschy) y su facilidad de atemorizar con la descripción de lo truculento, insano y lo obsceno con pequeños detalles con los que su director ya se entrenaba para convertirse años después en una de las claves de nuestro cine más casto y urbano.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Realmente transgresora para el momento en el que se rodó.
Interesante obra de Eloy de la Iglesia - el cual nada tiene que ver con Alex de la Iglesia-, la cual fue claramente objetivo de la censura de época. Más de sesenta cortes se llevó.

Me gustó verla en un bar con amigos, y más me gusto ver el diálogo de los grises en inglés debido a lo que acabo de mencionar. Surrealista este ejemplo de censura, en serio.

Claro precedente del "cine quinqui" que se abordó en la década siguiente en nuestro país, y que el director que ahora nos atañe le regaló emblemáticos títulos.

A agradecer el reflejo del Madrid de extrarradio de la época. Me refiero a ese Madrid de barriada que veremos más en largometrajes de finales de setenta y ochenta, que nada tiene que ver con la imagen edulcorada que se nos muestra cuando se habla de "El Madrid de la Movida". Eso sí, en ambos hay drogas por doquier.

Respecto a esto último la clave es visualizar obras del mismo director rodadas a posteriori: como "Colegas", "El Pico" o "El Pico 2". Nunca es tarde para ver estos referentes del mencionado "cine quinqui".

Centrándonos en "La semana del asesino" más, decir que hay un guión aceptable que decae algo en el tramo del desenlace y, respecto a las actuaciones, a tener en cuenta Marcos (V. Parra) y a la actuación de Emma Cohen.

Poco más.

Gracias por leer.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
LA PRECISIÓN DEL TIRALÍNEAS
La crónica de la desesperación se escribe con letras de sangre y por eso su perfil asusta si se contempla de cerca y se perciben sus detalles, sus matices y sus arrugas.

Eloy de la Iglesia lo supo hacer muy bien.
Película pausada pero rotunda, cruel y certera como un disparo a quemarropa, inmisericorde, precisa, lúcida y narrada con la seguridad del tiralíneas que se apoya en el cartabón para deslizarse con suavidad hasta que termina su recorrido sobre el papel.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Todo muy forzado
La película mantiene cierto interés hasta el final, más que nada para ver hasta dónde puede llegar la imaginación del guionista a fin de rematar una historia tan forzada.

Los caracteres de casi todos los personajes también aparecen de una manera forzada, como si solo apareciese en ellos la faceta dramática que le interesa al director, olvidándose del resto de facetas humanas de las personas reales.
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9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
SLASHER SPANISH
Conclusiones
una película cruda como la vida misma, nada de asesinos en seria con estúpidas mascaras ni con poderes sobre naturales, un asesino en serie que ni tan siquiera lo es, es un hombre al que un accidente y el posterior intento de ocultarlo lo convierte en un monstruo ante la pantalla, la manera realista como el ciudadano normal es atrapado por una serie de circunstancias que lo van arrinconando cada vez mas y convirtiendo cada vez en peor ser, la narrativa que nos regala De La Iglesia en esta cinta queda fuera de toda duda nos hace entender -que no justificar- los movimientos del asesino, una fotografía que combina perfectamente la vida de una despierta y luminosa ciudad en crecimiento, donde Marcos solo accede para trabajar, y su humilde y sórdida casa encerrada en un barrio rico que le es ajeno, pero donde los ambientes grises y sucios que tan bien domina el director combinan perfectamente con la bajada a los infiernos de Marcos, un hombre que se atormenta por lo que es, pero que no puede evitar serlo por las circunstancias, y que termina estando incluso cómodo con su ser.

Lo que nos Enseña
la narrativa de la que dota a sus películas este director, es más que perfecta para el cine quinqui que fue lo que lo llevo a la fama, sin embargo esa narrativa y ambientes sórdidos y malsanos que parecían hechos exprofeso para el cine quinqui, al cambiar radicalmente de género y entrar en el más puro terror, parecen estar realmente hecho para este, donde dan un marco a la historia perfecto, la cinta está dotada de una mala leche, tan natural que asusta, eso posiblemente fue lo que provoco los múltiples recortes que la cinta sufrió por parte de la censura, que mutilo la violencia de la película sin miramientos,

-gracias a copias extranjeras hoy se puede ver completa sin aquellos cortes-, sin embargo es curioso como la desatada violencia, que aunque es bastante, cabe destacar la elegancia de esta, al no ser tan morbosa como lo era en la época en producciones de otros países, sufrió la tijera mutilando la película en exceso, sin embargo la constante temática de la homosexualidad, tan frecuente en el cine de este autor, aquí esta tan sutilmente mimetizada que casi pasa desapercibida para el espectador menos conocedor de la carrera del director, y así debió ser también con la censura, que en este apartado solo metió la tijera en la dos escenas más subidas de todo, resultado una preciosa cinta de terror de lo más natural, que fue una clara predecesora a cintas mucho más modernas que luego han tratado la dureza del asesino en serie sin los clásicos abalorios de siempre en los slasher, aquí lo trata desde lo más cotidiano, acercándolo al espectador, esa es la gran baza de la película, la sinceridad y realismo del monstruo, una cinta más de las que en España, paso por las salas casi de tapadillo y obteniendo muy pocas críticas buenas, no fue así en el extranjero, donde especialmente en Alemania, se convierto casi de inmediato en una cinta de culto, esa fama junto a la posibilidad en la actualidad de acceder en nuestro país a copias completas importadas, por fin le han dado a la cinta el lugar que se merece pudiendo estar fácilmente en el Olimpo de las cintas más representativas de Fantaterror nacional.
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6
Una discusión con un taxista trae consecuencias insospechadas
Tras la muy interesante "El techo de cristal" Eloy de la Iglesia se propone hacer una película lo más truculenta posible que rompa con la imagen de galán romántico que hasta entonces ofreció Vicente Parra en películas como "Cariño mio" y que siga un poco los mismos pasos de su anterior película. Una discusión con un taxista da pie a que el personaje estupendamente interpretado por Vicente Parra tenga que matar continuamente durante una semana. Y de la Iglesia en la descripción de los crímenes hace un poco lo mismo que hizo Polanski con el personaje de Catherine Deneuve en "Repulsión" que cometia unos crimenes con los que el realizador polaco se recreaba con el uso de la sangre como arma principal para subrayar la sordidez de todo. Pues aquí pasa lo mismo porque se mata de una manera nada sútil con sangre y truculencias. El film desborda una chabacanería ambiental lógica porque forma parte del juego para conformar el sentido definitivo de la película. También actúa con talento Eusebio Poncela que se hace amigo del protagonista y le dice en un momento dado estando en la calle que en medio de tanta oscuridad le está entrando miedo y curiosamente en vez de volverse a casa le dice a continuación que cerca hay un puesto de refrescos. Eloy de la Iglesia tiene sus defectos pero quien es capaz de hacer una película como "El diputado" un cierto talento desde luego tiene que tener. Un film discutible.
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