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34 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Clásico de un clásico.
Uno de los indiscutibles e indiscutidos clásicos del cine español, a partir de la novela de un clásico moderno de nuestra literatura, la obra homónima del Nobel ya finado Camilo José Cela.
Es una adaptación ejemplar, soberbia y admirable de la novela, un magistral retablo, mosaico, reflejo y espejo de la posguerra española. A partir de una colmena de personajes y con el centro neurálgico del café de Doña Rosa (que fuera anteriormente cementerio, pues las mesas de mármol no son sino lápidas una vez descubiertas por el hambriento grupo de poetas que allí se reunen; una audaz metáfora de la situación del momento, pues no se equivocaba mucho Dámaso Alonso cuando escribía aquello de "Madrid es una ciudad de un millón de cadáveres...") como hilo narrativo más importante se hace una radiografía, una fotografía impecable de la situación económica, política y social del momento, un justísimo y soberbio documento histórico, como lo era, en mayor medida y mérito, la novela.
Camus obtuvo su éxito (junto a la inolvidable "Los santos inocentes", otra adaptación literaria ejemplar de la misma etapa pero en ambiente rústico) mayor y más reconocido, el Oso de Oro en Berlín, y logró la más afortunada plasmación de su estilo: un cine sobrio, detallista, de precisa y nada exuberante puesta en escena, narrativo por encima de todo. Dibildos, también productor, escribió un guión excelente con la ayuda de Cela, quien se reserva un pequeño papel como inventor de palabras, y a la película no la falta ni sobra absolutamente el más mínimo detalle. El desigual ambiente de los cafés, con los trasnochados y bohemios poetas sin un céntimo, los falsos hombres poseedores de cierto poder económico y social, los engreídos tipos llenos de duros egoístas, la hipocresía de los que más tienen, las casas/refugio de prostitutas, el hambre, los rencores de los vencedores y los vencidos, el frío, las enfermedades de la época, la represión y el miedo, la rutina, la vida, todo, practicamente todo, está captado magistralmente en esta obra maestra de nuestro cine, que cuenta además con el más vasto y antológico reparto que se recuerda; añadan a los ya indicados los siguientes entre otros: María Luisa Ponte (que está impresionante), Emilio Gutiérrez Caba, Luis Escobar, Francisco Algora, José Vivo, José Bódalo, Mario Pando, Manolo Zarzo, Luis Ciges, Mari Carrillo, Agustín González, Rafael Alonso, Antonio Resines, Imanol Arias, etc...
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63 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
- Algún día, hijo mío, todo esto será tuyo. - ¿Y para que quiero un calcetín, papá?
- Hubo un tiempo, hijo mío, en el que en la indusria del cine patrio habitaron actores.
- ¿Qué es un actor, papá?
- Ay, hijo, aún eres muy joven para entenderlo.

Francisco Rabal, don Paco, Ricardo Sorbedo repite varias veces que sin "planteamiento, desarrollo y desenlace", ni hay novela ni hay nada. Imagino que el nobel que en un programa de Gurruchaga casi absorve en directo un litro de agua por el ano, puso estas palabras en boca de Sorbedo irónicamente, pues su propia novela, y en consecuencia la película, carece de esa norma y más bien se estructura en "introducción, desarrollo y cierre".

Esto, evidentemente, resta magia a una cinta en la que el trabajo de actores y la fotografía consiguen dibujar en tu cerebro un cuadro del hambre y el frío en aquel Madrid de época. Porque, no nos engañemos, pocos habrá por estos lares que viviesen en el Madrid de los cafés y las castañeras y ninguno de nosotros sabemos lo que es pasar hambre y frío. Lo más cercano es volver de chuzo una noche de enero a las 7 mañana después de perder la chupa, y rascarse el bolsillo para darte cuenta de que no alcanzas los 3 euros para zamparte un bocadillo de tortilla, antes de planchar la oreja.

El año de naranjito debió de ser un mal año para los actores que no trabajaron en esta película (creo que son 3; uno de ellos, Alfredo Landa).
Les honra a los afortunados que consiguieron papel, el saber ganarse una personalidad dentro de una película con más personajes que metraje. Una oportunidad de 10 minutos, y marcas gol. A ello contribuye, supongo, el peso de la forma y el fondo de la novela.
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53 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sociologia de una historia
Una fiel adaptación de la novela de Camilio José Cela dirigida por Mario Camus. Se trata de una película que actúa como una radiografía de la sociedad española de posguerra. Destacar la brillante ambientación de pobreza, sobriedad, tristeza y resignación en la que se vivía. Es una película que recurre a un gran elenco artístico del cine español donde destacan José Sacristán, Charo López o María Luisa Ponte. Yo creo que es una de las mejores sociologías gráficas de un pasado del que nosotros somos herederos. Es una película que sirvió de inspiración a José Luis Garci para su "Tiovivo c. 1950". Todo un clásico de nuestro cine español.
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24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Le gustaría fumarse este puro? ¡Pues trabaje usted como trabajo yo!
Es una de las mejores adaptaciones novelísticas no sólo del cine español, sino del internacional, si me apuran. Las miserias de la postguerra se vuelven a vivir visionando este filme, en donde prácticamente un Greatest Hits de actores españoles de fama reconocida desfilan con humildad dotando de voz e imagen a los personajes magníficos de la novela de Camilo José Cela. La mejor crítica que se le puede hacer a esta película es que es capaz de sustituir dignamente el mismo relato que se gestó treinta años atrás.
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18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Múltiples y variopintas abejas del panal humano.
No tan buena como la novela de Cela que constituye su argumento, o mejor dicho, el conjunto de los múltiples argumentos menores que conforman la historia, pero una buena película desde todos los puntos de vista. Desfile de decenas de personajes del Madrid cincuentón, que constituyen un abanico bastante representativo de aquellos años del posfranquismo español, a los que la vida trataba de forma muy desigual (como en toda etapa histórica): artistas fracasados y hambrientos, literatos de tres al cuarto, gente corriente que viven sus dramas particulares, espabilados pillos que se las ingenian como pueden para sobrevivir, modestos funcionarios, mujeres desgraciadas al borde de la prostitución, asediadas por machos ibéricos obsesionados por el sexo...
Quien haya leído la novela podrá apreciar que la película es respetuosa con su trama.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
SENSACIONAL
Película donde todos participan de la conversación general literaria que se viene sucediendo en el café de doña Rosa en Madrid de la década de los 40 del siglo pasado.
Se habla de la influencia de unos sobre otros, de concursos literarios, y de muchas cosas más, de las ideas de gran importancia y de otras que a nadie importan.
Se mantienen misteriosas comunicaciones que despiertan sentimientos de incertidumbre en los personajes ante el mundo miserable en que viven.
También trata de malas personas, gente miserable, prohibiciones e incluso descubre corazones de oro, que también allí existen.
Es un retrato de la amistad, de la confianza, compasión, y muchas otras cualidades que se dan en el género humano, pero más acentuadamente en los integrantes de esa colmena que es la gran ciudad. Y también de sentimientos, y de formas de ser de una gente empujada a vivir así por la situación que vivió el pais en aquella época.
Reparto de lujo.
Bajo mi criterio merece un 9 sobre 10.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
RELEYENDO A CELA
Mario Camus (Los Pájaros de Baden Baden) comprimió y seleccionó a los veinte personajes mas relevantes, de más de doscientos, de la novela de Camilo José Cela. El director, nacido en Santander, contó con la complicidad del Premio Nobel de Literatura y que alardea de sus conocimientos en una breve aparición bajo la atenta mirada de algunos de sus creados; Rubio Antofagasta (Mario Pardo), Ricardo Sorbeda (Paco Rabal) y Martín Marco (José Sacristán). Pero en el Café Delicia no solo deambulan amantes de las letras sinó también negociantes de estraperlo tales como el triunfador Mario de la Vega (Agustin González), el sufridor Tesifonte Ovejero (José Sazatornil) y el pícaro Leonardo Meléndez (José Luis López Vázquez) y mujeres de buena apariencia pero faltas de pan y moneda, entre ellas Victorita (Ana Belén) o Julita (Victoria Abril). Con más discreción se pasea por las mesas el amarado Julián Suárez (Rafael Alonso) cuando no puede estar con su amante Pepe "El Astilla" (Antonio Resines). Pero la maestra de ceremonias de este zoo humano es Doña Rosa (María Luisa Ponte) la propietaria del Café y que es la quien decide quién se queda y quién no. Aunque tan acogedor sitio se llena de ciudadanos hambrientos y que combaten el frio exterior llenando sus estómagos de bicarbonato o, con un poco de suerte y céntimos, café con leche caliente.

La posguerra retratada en toda su crudez y en cada una de las almas que se mueven de día y de noche en el microcosmos de un rincón de Madrid. La Guerra Civil finalizó hace años y las diferencias, prejuicios y la desafortunada picaresca se pasean como unos clientes más en el centro del calor del olvido frente a la dura situación de la época.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La película española que reúne la mayor cantidad de actores y actrices nacionales de primera fila
Excelente ejemplo de adaptación literaria de calidad. Destaca el reparto coral, con la presencia de la flor y nata de distintas generaciones de actores, desde unos jóvenes Ana Belén, Victoria Abril, Fiorella Faltoyano, Imanol Arias o Antonio Resines hasta los veteranos Agustín González, Jose Luís López Vázquez o Francisco Rabal.

Excelentemente ambientada en un frío invierno de 1942, el film refleja la miseria, la desesperanza, las nulas perspectivas de futuro o el sometimiento en esos años de posguerra, de una manera casi palpable, ayudado en gran parte por los escenarios, casi todos reales, excepto el café La Delicia, un estudio recreado para la película.
A través de pequeñas historias que se van deslizando desde un efectivo montaje, es un perfecto exponente de la dificultad que pasaron nuestros familiares (restricciones, cartillas de racionamiento, etc).
El descubrimiento del sexo (Victoria Abril), el timo como método de supervivencia (López Vázquez) el estar sin blanca (Paco Rabal y acólitos), y otras tantas situaciones propias de una sociedad decadente y castigada, se dan cita, adornadas por la aparición del propio Cela (Matías Martí, el inventor de palabras) y Antonio Mingote en un breve cameo.
Destacan secuencias como el robo del huevo (entrañable López Vázquez), o las lentejas con bichos.

Mario Camus, estuvo presente en “Encuentros con directores de cine” en el Teatro Cervantes de Almería el 30-XI-2009, para homenajear al gran Jose Luís López Vázquez. Explicaba que fue todo un lujo dirigir a tantos buenos actores. Atribuyó también gran parte del mérito al productor Jose Luís Dibildos.
La presencia de tantos actores importantes fue con la intención de que el espectador no se perdiera entre tantas historias y de esa manera consiguiera identificar a cada uno con su situación. Fuera de España, se tenía la duda de que el espectador la siguiese de igual modo, pero a juzgar por el éxito conseguido en Berlín, parece ser que no tuvo ningún problema.

Presentada en el Festival de Berlín en 1983, ganó el Oso de Oro, en una curiosa historia. Al parecer fue presentada casi al final y el jurado tenía hecha ya su elección. Pero “La colmena” gustó mucho al público, aplaudiéndola incluso mientras se exhibía. Al jurado también parece que le sorprendió bastante y decidieron otorgarle el premio ex aequo junto con “Ascendancy”, de Edward Bennett.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
NOVELA EJEMPLAR (8´8)
"La colmena" fue un caramelo envenenado que se le dio a Mario Camus. Un reparto increíble (desde José Luis López Vázquez hasta José Bódalo, pasando por Charo López) y la adaptación de una de las obras maestras de la literatura más reciente en castellano. Por ende, muchos caerían en la tentación de juzgar que era un trabajo muy sencillo llevar esta empresa a buen puerto.

Cuanto menos, un gran hombre de cine se lo susurró al oído a Camus cuando llegó el Oso de Berlín: "Muchos pensarán que era fácil hacer esta película. Pero usted y yo sabemos que es muy complicado". Y efectivamente, lo difícil es trasladar el espíritu de ese café desde las páginas cotidianas de posguerra de Cela y mostrarlas como tales, crudas y realistas.

El propio autor gallego hace un interesante cameo, pero no interpreta a un personaje de la obra original, más bien una versión de un inventor de palabras que había probado en un cuentecillo. Su escena con los maravillosos Luis Escobar, Paco Rabal y el resto de poetas, no tiene ningún precio, bohemia pura.

Sinceramente, podemos considerar que estamos ante una de esas piezas mayúsculas del cine español, a la altura de lo mejor de Azcona, Berlanga, Buñuel y la ilustre compañía. A pesar de que hoy tengamos sensación de hartazgo por el tan común tema de la guerra civil, manoseado hasta el extremo por el medio artístico, ésta es de las que merecen la pena.

Dura y cotidiana. Sonrisas detrás del frío invernal.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La Edad Media, España siglo XX.
Hubo un tiempo en el que al habitual proceso artesanal que implica la producción de una película se le presuponía, además, amor al cine. Todos los responsables de esta magnífica película nos dan a entender con su trabajo que querían al cine. La fotografía lúgubre, clásica, poniendo agrio color a una época infecta, llena de represión, pobreza y miedo. La dirección un tanto tosca pero vital, fluida y honesta. Las interpretaciones, un compendio de genialidades encabezadas por Rafael Alonso y su composición de 'la fotógrafa', un homosexual sesentón en un entorno hostil... y la bendita insensatez de José Luis Dibildos de adaptar y producir una de las mejores novelas en lengua castellana.

Todo rezuma arte y amor, rebosa calidad y se incrusta en nuestra retina así como en la historia del cine español. Este género de obras perduran para siempre. Un aviso a los cineastas de ahora: aplicaros el cuento, menos marketing de tres al cuarto y más amor.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un sombrío mosaico de la postguerra.
Gracias al productor José Luis Dibildos, la ayuda inestimable del ministerio de cultura con sus ayudas oficiales y Televisión Española, el cineasta de gran oficio Mario Camus llevó a la pantalla esta imperecedera novela del Nobel de literatura Camilo José Cela. Gozando de un extraordinario plantel de actores (incluyendo un cameo del propio Cela), lo mejor del cine español del momento. El film es un miserable mosaico de historias entrelazadas que describe las penurias, a veces patéticas, otras entrañables, la picaresca, la subsistencia, la hipocresía y la represión en el Madrid de los años cuarenta. El odio de los vencedores a los vencidos, el hambre de los poetas y pensadores, los prostíbulos en casas decentes regidas por alcahuetas relamidas, son los años del estraperlo y la escasez.

Años de arrogancia de los nuevos ricos a costa de tantos pobres, de las charlas del café Doña Rosa, mujer avara que gobierna con mano de hierro lo que antes fue una necrópolis cristiana que han aprovechado hasta las lápidas de mármol como mesas de tertulia, donde se reúnen intelectuales autocomplacientes y sin esperanza que fuman tabaco de picadura, especulando un café con leche y bollos suizos, también el agua con hielo y el bicarbonato, que no falte. Muestra a personas que engañan, desengañadas o que se engañan a sí mismas en fonduchas mugrientas, quiméricos soñadores, artistas frustrados, acumuladores de riqueza, depredadores sin escrúpulos, pícaros, desvalidos generosos, amores que no osan decir su nombre, ese rostro atribulado de una frágil Victoria Abril ante la mirada escrutadora de su padre, José Bódalo que también tiene algo que ocultar.

Hans Burmann, el operador, se encarga de crear ambientes claustrofóbicos y deprimentes, aunque tratando de endulzar esa frustración que recorre la toda la historia. Mario Camus crea una película coral, sobria en su puesta en escena, medida y correcta, un fresco reconocible y abominable, que siempre permanecerá en nuestra memoria, porque aunque nosotros hemos tenido la suerte de no vivirlo, somos indirectamente herederos de esa mugre de lo cotidiano, de la desesperanza y de las raíces atávicas de nuestros abuelos y padres.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Como conseguir eludir la censura
Hace 25 años que este premio le fue conferido a Camilo José Cela, y un escritor de su importancia en la literatura española no podía quedarse fuera de la ronda de homenajes de esta semana. Para adaptar su trabajo a nuestro formato, hemos elegido honrarle a través del análisis de la adaptación cinematográfica de una de sus novelas más conocidas: La colmena (1951), cuya redacción y edición se vieron salpicadas de graves problemas debido a la censura del régimen franquista. La película de igual nombre fue estrenada en 1982 bajo la dirección de Mario Camus y con el gran trabajo de José Luis Dibildos en la adaptación de la novela al guión. Cela dejará su huella en la película a través del papel de Matías.

Demasiado nos ha tomado recomendaros una muestra de los grandes clásicos del cine patrio, pero no será esta la única ocasión. Este film nos muestra la vida cotidiana del Madrid de 1943, durante la postguerra, usando como hilo conductor el destino incierto de los hombres, tratando otros temas secundarios como el recuerdo de la guerra, la doble moral, la miseria, el sexo, el miedo, la represión o la angustia existencial. Esta adaptación del guion por parte de Dibildos brilla por sí misma y por la propia trayectoria de su autor, y es que Dibildos es considerado el inventor de la tercera vía, un estilo de hacer cine en el franquismo que pretendía eludir la censura, sobre todo en los años setenta, de entre sus trabajos también podemos destacar sus comedias por la fiabilidad de la representación de la cotidianeidad de la España franquista, buen ejemplo podría ser “Españolas en París” (1975). Por su trabajo en la película, también adoptando las labores de producción, recibió el Oso de Oro en el Festival de Berlín de 1983.

Mario Camus, el director, por su parte pertenece a la generación del Nuevo Cine Español, que representa una renovación de la cinematografía nacional, impulsada por un realismo crítico influenciado por la Nouvelle Vague francesa. Fue elegido ganador del Oso de oro en el Festival de cine de Berlín en 1983 por La Colmena y obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía en 1985, recibiendo el reconocimiento de la Academia española con el Goya de Honor de la Academia en 2011, a toda su labor cinematográfica.

Tras la dictadura, la apertura democrática producida a partir de 1975 supondrá el final de la censura, dándose nuevos aires de libertad que se verán reflejados en la actualidad cinematográfica mediante propuestas de muy diversa naturaleza, será en este contexto donde se ruede “La Colmena” (1982). Además de tener en cuenta su contexto, hay que tener por delante que no es una película, ni una novela, de estructura clásica, si como tal entendemos que tiene planteamiento, nudo y desenlace. No hay un único protagonista que persiga un objetivo, se enfrente a las dificultades de alcanzarlo y al final lo consiga. La novela en la que se basa el film tiene una estructura abierta, sin argumento ni desenlace, en la cual hay multitud de personajes que ofrecen pinceladas sobre su vida; es lo que se ha llamado una estructura caleidoscópica. Mario Camus sigue esta estructura consiguiendo que la cámara retrate la vida cotidiana de todos ellos, unidos en torno a un único espacio protagonista: el café donde coinciden. El argumento se basa en el retrato de esta amargada y repetitiva vida cotidiana de los personajes durante tres días en la postguerra madrileña.

En cuanto al reparto, mencionar que recoge a un elenco de actores y actrices muy variado y de alta calidad, encontrándonos a personajes de la talla de José Luis López Vázquez (Leonardo), Antonio Mingote (hombre de luto), Victoria Abril (Julita), la también cantante Ana Belén (Victorita), José Sacristán (Martín Marco), Antonio Resines (Pepe el Astilla), Concha Velasco (Purita), Mary Carrillo (Doña Asunción) o Luis Barbero (Pepe).

Cerrando este comentario, merece la pena señalar el palmarés de la obra, y es que a parte de los galardones ya comentados, la película recibió el reconocimiento del Festival Internacional de Cine de Berlín con el Oso de Oro a mejor película; el Fotogramas de Plata al mejor actor por la actuación de José Sacristán; el reconocimiento de la ACE (Nueva York) en cuanto a mejor película, mejor actor para José Sacristán, Rafael Alonso (Julián Suarez) como mejor actor de reparto, y María Luisa Ponte (Doña Rosa) como mejor actriz de reparto. A esto hay que sumar una extensa lista de reconocimiento otorgada por el Círculo de Escritores Cinematográficos.

Esta película aborda un tema más cercano para el público español, una desidia y una miseria que para muchos de nosotros sólo es un recuerdo de historias contadas por nuestros abuelos o padres, es por eso que vuestra opinión, como protagonistas de la historia de este país es crucial, sobre todo por la perspectiva del paso del tiempo que avala vuestra visión. ¿Qué opináis vosotros?

Cinemásticas, haz hueco en tu calendario.

https://cinemasticas.wordpress.com/2014/10/19/la-colmena-1982/
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Sencillamente magistral
Esta gran película de Mario Camus la produjo Dibildos con gran esfuerzo, a lo largo de muchos años en la elaboración del guión y la difícil empresa de contar con el mejor reparto posible, hasta que pudo ser: cada momento, rodado con una cierta frialdad, con una distancia para no entrar en lo tenebroso y escalofriante y que el público pueda Mirar y Comprender.

Todo estuvo tan estudiado que cada actor encaja como anillo al dedo en personaje y texto, con especial emoción por algunas secuencias en las que destaca el drama y la corrupción de aquellos años, o la miseria tan grande y a ratos las ráfagas de humor en las que descuellan López Vázquez y Saza.

Pero es inolvidable el pasar de Bódalo, la pareja Velasco-Sacristán (quienes pocos después estarían dos años en el teatro De la Comedia con una obra de Marsillach, luego llevada al cine con poca fortuna: Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?).... o el breve, escalofriante, pasar de Charo López...
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"Ese sepulcro… esa cucaña… esa colmena"
Imagino, porque tuve la suerte de no vivirlo, que, en 1942, el pueblo español bendecía cada amanecer y al tiempo oraba para que, por acción del hombre, o por milagro, las cosas cambiaran, porque, víctima de los efectos de una cruel dictadura (que se había instaurado tres años atrás), y temiendo cada día que, los fascistas y/o los nazis que protagonizaban la II Guerra Mundial, llegasen hasta su puerta, la tensión diaria opacaba como una nube negra toda salida del sol. Muchos recordaban las carreras asumidas ante la presencia de las fuerzas represivas… los ocultamientos en los más insospechados y seguros rincones surgidos por “azar”… las brutales palizas tras “merecidas” (o arbitrarias) detenciones… las torturas… los asesinatos en las calles, al interior de los hogares, en el campo, en las prisiones… y también las muchas maneras como hubo que sacrificar el honor y la dignidad para poder sobrevivir.

Esto último, fue el tema elegido por el escritor, Camilo José Cela (1916-2002), al momento de escribir “La Colmena” (1951), novela que se vería abocado a publicar primero en Argentina, pues, bien sabía que la censura franquista no la vería con buenos ojos.

En la versión cinematográfica, dirigida con suma eficacia por Mario Camus -y con bastante fidelidad a la novela, según se ha dicho-, el protagonista -quien podría ser una especie de alter ego del autor, pues, también tiene la profesión de escritor-, es Martín Marco López, un hombre que vive el día a día a la buena de Dios, pues, la literatura en las dictaduras es vista como una suerte de tumor que es necesario extirpar. Con Martín (José Sacristán), entraremos en el bar que regenta doña Rosa (María Luisa Ponte), una señora caradura que viste de negro y que rinde culto a las figuras que ahora detentan el poder, pero, cuyo establecimiento resulta acogedor para los más variopintos personajes venidos a menos en la sociedad que ahora padecen. Y también con Martín, conoceremos el burdel más cotizado de Madrid, en donde buscan “sosiego” los más “insignes” personajes de la ciudad. Es una narración coral, con muchas historias y decenas de personajes entrelazados por las mismas necesidades de ser, amar y tener. A medida que avanza la historia, se hace cada vez más sólida, especialmente cuando conocemos a Don Ibrahim (Luis Escobar), el académico que “paga” para que le oigan su “célebre” discurso; a Victorita (Ana Belén), la instructora de baile que se verá abocada a esas cosas que desdicen más de los hombres que de las mujeres… o a Suárez (Rafael Alonso), el fotógrafo al que le atrae todo lo que se asemeje a los instrumentos del billar.

Brota la liviandad, el oportunismo, los impulsos infieles, la utilización de la mujer para satisfacer de manera fatua la libido… Se quiere ser, pero no se es; se alientan los recuerdos para tolerar el presente… y al final, quizás se den cuentan de que están parados sobre un cementerio que hará necesario ver pasar mucho tiempo, y muchas otras penas, para que vuelva a reinar la paz.

“LA COLMENA”, es un filme sobre seres humanos, para seres humanos, hecha por muy valiosos seres humanos.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un retrato inolvidable de la España de posguerra.
La primera vez que visité el Café Gijón de Madrid me sentí completamente fascinada porque me trajo a la memoria el inolvidable café de Doña Rosa, de "La colmena". Esas mesas de mármol que se rumoreaba eran lápidas vueltas del revés, esos rincones que parecen diseñados para la tertulia literaria y política, ese ambiente cálido y distinguido en el que refugiarse del frío y la vulgaridad. Y me gustaba imaginar entre la clientela a esos personajes entrañables de la posguerra española que primero conocí a través de la novela de Cela y a los que más tarde puse cara con esta película.

Del reparto no puedo decir nada porque ya está dicho todo. Lo mejor del cine español, hay incluso quien ironiza comentando que está "todo el cine español", pero realmente es como una escuela de interpretación. Maravillosos Paco Rabal, Fernán Gómez, Charo López, Victoria Abril, Pepe Sacristán, Concha Velasco, Sazatornil, López Vázquez, María Luisa Ponte, Agustín González... Imposible destacar a alguno entre los demás porque es un trabajo coral magníficamente dirigido por Mario Camús, que creo que hace un trabajo sólo superado por su obra maestra "Los santos inocentes". Una película que hay que ver, divertida y trágica a partes iguales, un retrato de una España oscura y cutre a más no poder, pero que forma parte de nuestra historia.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Tiempo de miseria
Magnífico retrato del Madrid de la posguerra el que nos sirvió Cela en una de sus cumbres literarias: La colmena. Y aquí llevada a la pantalla con gran tino por el irregular Mario Camus, e interpretada por un elenco de actores nacionales de gran enjundia.
El café de Doña Rosa es el eje central de la trama donde se dan cita toda la ralea del Madrid de posguerra, literatos, poetas, bohemios, estraperlistas, fiadores, ególatras, busconas, sarasas, y demás fauna de un tiempo de miseria.
Todos sus personajes tienen un denominador común: el hambre. Y para sobrevivir todo vale, el embuste, el timo, la apariencia y hasta tirarse por la calle de en medio.
La España de aquella época no daba para más, eran tiempos de tuberculosis, de malta en lugar de café, de piedras en las lentejas, de cartilla de racionamiento y de trampas en la balanza.
Era aquél un invierno duro de esos que te hielan el alma y no solo en lo climatológico. Había que tirar "pa lante" a cualquier precio, no faltaban para ello el estraperlista , la cigarrera, la buscona, el timador, el perdedor del bando contrario, y todos con un denominador común: la supervivencia en un tiempo castigado por la miseria de un régimen dictatorial.
En conclusión una obra necesaria de ver para olvidar un pasado que no se puede olvidar y que sin duda ha configurado nuestro presente más actual.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Mario Camus D.E.P. (18/Septiembre/2021)
353/31(30/09/21) Una de las grandes películas del cine español es esta adaptación, que gracias al productor y guionista José Luis Dibildos (grandioso su libreto para esta película), el apoyo del ministerio de cultura con sus ayudas oficiales y Televisión Española, el cineasta Mario Camus llevó a la pantalla esta imperecedera novela homónima (publicada primero en Argentina en 1951, y tras problemas con la censura en España en 1955 por mediación de Manuel Fraga) del Nobel de literatura de 1989 del gallego Camilo José Cela (tiene un pequeño papel como Matías Martí, inventor de palabras). Un prodigioso mosaico del Madrid de post-guerra, y por ende de España. Un sensacional entramado de micro historias sensacionalmente entrelazadas, teniendo como epicentro la cafetería ‘La Delicia’ (en realidad el Café Gijón madrileño), donde se dan cual ‘Rick´s café’ de ‘Casablanca’ todo un sinfín de sub historias, pero desde el filtro hispano, tertulias cultas, miserias, agua con hielo, timos, alcahuetadas, tabaco de picadura, etc, también tendrá importancia como lugar de encuentro un prostíbulo donde los hombres esperan su turno e medio de charlas sobre esposas enfermas, y donde las meretrices rebosan antiglamur (calentándose el trasero en la estufo, tapándose con una manta-poncho, o separando lentejas buenas de las malas).

Una brillante historia coral siguiendo fiel la estructura literaria, que tiene probablemente el mayor elenco interpretativo de la historia de nuestro cine, solo me faltan Alfredo Landa, Fernán Gómez y Fernando Rey, manejado esta fascinante galería de actores y actrices para que el espectador no se pierda al conocer los rostros entre tanta sub trama. Tramas costumbristas que rezuman humanismo, discurren entre temas de vencedores y vencidos, bohemios, oportunistas, hambre, frio, miseria, casas de citas, picaresca, vida en pensiones, pobreza, represión, homofobia, la represión sexual, la hipocresía social, y más. El personaje de Ricardo Sorbedo (el gran Paco Rabal) dice que sin "planteamiento, desarrollo y desenlace", ni hay novela ni hay nada, ello es claramente un guiño pérfido a la propia fuente del libro, pues es lo que no hay aquí, y sin embargo todo te cala en su grisácea y melancólica atmósfera. Un relato que empieza in media res y acaba sin fin, como la vida misma, donde en nada se profundiza, pero todo el ambiente frío y enrarecido de patetismo nos llega nítido, saltando de personaje en personaje de modo ágil, mezclando el drama con el humor de modo excelente, y todo con diálogos sabrosos, y situaciones punzantes, empapándote de desesperanza, donde el futuro resulta aciago, movido por la precariedad, donde para comer tienes que tener cartillas de racionamiento. Cine detallista en como deconstruye el duro día adía, demostrando Camus maestría en el manejo de los tiempos, en como mezcla tonos, en como caracteriza en pequeños trazos. Una de las cumbres del cine patrio. Oso de Oro a la mejor película en el Festival de cine de Berlín.

Pequeñas extraordinarias historias:
El bohemio Martín Marco López, un superviviente de ideas izquierdistas, que malvive de la caridad de su hermana casada con uno del régimen. Come de la caridad, y duerme en un burdel. Un personaje que me despierta sensaciones encontradas, pues lo veo como un vago, pues tiene hambre pero no lo vemos buscar trabajo. Deja una nostálgica charla con Nati Robles (gran Charo López), con efluvios a un pasado feliz. José Sacristán lo encarna con su habitual buen porte y empatía, revistiéndolo de dignidad. Es la cara de los perdedores en la guerra; Purita es una dulce prostituta del burdel, que termina por azar teniendo un romance con Martín, ello en un enternecedor relato cargado de ilusión. Concha Velasco la encarna con entrañable vis; Julita es una joven al que su novio de Ventura Aguado (notable Emilio Gutiérrez Caba) desesperado por sexo la embauca para encontrarse en una casa de citas (‘Napoleón Bonaparte’, ‘Sucumbió en Waterloo Victoria Abril. Él le dice que se casaran cuando apruebe unas oposiciones, pero ella se da cuenta de que él no estudia, algo no cuadra (‘eso no es amor’, dice ella). Nos habla esta sub trama de la represión sexual, ello en un tono de humor grácil (Para el recuerdo el encuentro en la escalera de la casa de citas de Julita y su padre encarnado por el gran José Bódalo); La mesa del café liderada por el culto Ricardo Sorbedo (extraordinario Paco Rabal, demostrando una labia fina como un bisturí en su oratoria distinguida), donde van aparar bohemios que buscan alguien que les pague el café, adulándolo, como es el caso de Don Ibrahim (gran Luis Escobar), siempre dispuesto a soltar su discurso de entrada en la Academia de la Lengua; El truhan Leonardo Meléndez, un superviviente oportunista que con epicentro en el café´, va timando al que puede y como puede (epítome la pluma estilográfica que ha viajado en el Lusitania), con una labia proverbial, encarnado por sensacional José Luis López Vázquez (da igual cuando leas esto), defendiéndose muy digno de los ataques que sufre; Doña Rosa la tiránica dueña del Café, una fiel al régimen que detesta a los ‘rojos’ y por ende a su clientela ociosa, encarnada por María Luisa Puente; Victoria es una joven con un novio (encarnado por un escasito Imanol Arias) enfermo crónico en el hospital, instructora de baile, que en realidad era la antesala de la prostitución, pues los hombres iban a pillar cacho, y de hecho Victoria se inicia en esta profesión antigua gradualmente empujada por su jefa. Representa realmente el empoderamiento femenino, hace lo que quiere con su cuerpo, vejada por su madre (buena Encarna Paso), tiene carácter para no achicarse ante ella;... (sigo en spoiler)
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un clásico desgarrador
Con películas como La Colmena o la que para mí es su obra maestra, Los Santos Inocentes, Mario Camus se hizo un merecido hueco en el panorama del cine español, por su maestría a la hora de llevar a la gran pantalla obras clave de escritores como Delibes o Cela. Bajo mi punto de vista, Camus supo a través de estos filmes captar la esencia de estas novelas de tinte social, que nos hablan de uno de los capítulos más tristes y negros de la historia de España: La posguerra.

En La Colmena, Camus y Cela nos cuentan la historia de un café, de sus gentes, de sus historias, de sus penas, de sus alegrías, de sus problemas. Lo que Unamuno definió como intrahistoria es lo que se plasma en esta película que cuenta con un reparto excepcional, plagado de actores y actrices que han dado proyección al cine español, tanto fuera como dentro de la península.

Narrativamente hablando, estamos ante una película en la que no suceden grandes cosas, puesto que el objetivo de Camus y Cela es reflejar un lugar y una época determinados, el Madrid de los años 40, una ciudad triste, fría, melancólica, derrotada. En este sentido, Madrid es también uno de los grandes personajes de la película, pero como he dicho, no se trata de una metrópolis cosmopolita como puede ser el Manhattan que nos presenta Woody Allen en muchas de sus películas. En La Colmena, somos testigos de como una serie de personajes luchan por sobrevivir, mientras que otros, más acomodados, se permiten el lujo de fumar caros puros y vanagloriarse delante de los demás. Una sociedad basada en el "Que dirán", muy en sintonía con "La Regenta" de Clarín, una sociedad que no piensa en el mañana, sino que piensa en el hoy, en como llevarse un trozo de pan a la boca.

Desde el punto de vista forma, Camus hace movimientos de cámara lentos y pausados. En este sentido, se toma su tiempo para contar la historia, pero sin caer en la lentitud de otros directores. Cabe destacar los travellings que recorren La Cafetería, mientras contemplamos a todos y cada uno de los clientes, un retrato con pinceladas muy detalladas de la sociedad de los años 40.

En definitiva, al igual que los Santos Inocentes, el cine de Camus es un cine de corte social, en el que los problemas de una sociedad corrupta y desalmada son el tema principal. Aunque en La Colmena son muchos los actores que participan, sería más correcto decir que todos ellos dan voz a un momento social concreto y nos recuerdan las algunas de las penurias por las que muchos de nuestros antepasados tuvieron que pasar.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
ENTRE LOS RENGLONES Y LAS ESCENAS
La prosa brillante de C.J. Cela encuentra en el guión de J.L. Dibildos un acertado contrapunto para que el costumbrismo, el realismo y la naturalidad puedan darse cita en el largometraje que dirige M. Camus con solvencia y dominio de la técnica narrativa cinematográfica.
El amplio y contrastado elenco contribuye a la credibilidad de una filmación construida con cien escenas cotidianas que componen un mosaico en el que cada pequeño mundo personal aporta su peculiar perspectiva.
Así el mensaje se trasmite a base de pinceladas que convierten los renglones de un texto en las escenas de un largometraje sólido, construido con buen gusto, bien equilibrado, brioso y de enorme capacidad expresiva.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El inventor de palabras
Leo los nombres propios de quienes participaron en "La colmena" y creo que no falta nadie, no echo de menos a nadie, están todos. Si la película sigue las líneas de la literatura lo hace precisamente al revés de lo que señala Rabal, con una ironía brutal, cuando asegura que la novela sólo funciona con un planteamiento, un nudo y un desenlace. Es mejor dejar de lado las letras, pero si esta película funciona como tal, es porque no tiene un planteamiento, no tiene un único nudo y por supuesto, no hay desenlace alguno.

Podría haber quedado un buen bodrio, podría haber salido mal, porque entre tantas idas y venidas de tantos personajes, no debe ser fácil hacerlo bien. Mario Camus, triunfa rotundamente, consigue llevar a buen puerto un proyecto nada fácil. A mi juicio tiene mucho mérito atreverse a armar un largometraje de este tipo, pero lo que más sorprende es conseguir tan buenos resultados con tanta gente, aunque probablemente sea José Sacristán quien mayor protagonismo posee, una vez acaba la película la satisfacción por la participación de todos los actores es absoluta.

Lo normal es destacar ese bar, que constituye la verdadera colmena, con tantas y tantas abejas que uno queda abrumado. Todos y todas tienen algo especial, aunque a mí lo que me puede es la tristeza general, la hipocresía general, la desesperanza. Son muy pocos los que realmente disfrutan, hay más hambre, miseria, rencor y mala leche que cualquier otra cosa. Son los primeros años de la dictadura y uno se pregunta, como hace Sacristán: ¿para eso habéis ganado una guerra?; no tengo ninguna duda, para mí es una de las mejores películas españolas de siempre.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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