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20 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
El agradecimiento emocionado hacia una mucama generosa y entregada
Es el retrato de una mujer ya anciana, con cerca de ochenta años, que ha pasado como sirvienta en casa de una familia oriunda de Hong Kong pero que ahora vive dispersa por el mundo y que ya tan solo cuida y se dedica a uno de los hijos, soltero y trabajador empedernido, dedicado al mundo de la farándula y relumbrón, pero que sabe que al volver a casa va a tener los cuidados y atenciones de su inquebrantable y pertinaz sirvienta.

Esta cinta es el reflejo del lento declinar y apagarse de esta generosa mujer que ha dedicado sesenta años de su vida a servir a una familia y que forma parte del devenir y del alma íntima de dicho grupo familiar. No refleja más, pero tampoco refleja menos: es exactamente el retrato de un lento y progresivo declinar y apagarse de una mujer desprendida, cuidadosa y atenta y cómo uno de esos hijos que ella ayudó a criar se ocupa de ella y la atiende en el lento decaer y extinguirse de su afanosa existencia.

Hablar de la bondad de la gente, de su espíritu generoso y liberal, resulta ñoño o blando, pero en este caso se trata de una película de buenos sentimientos y de buenas acciones que se refleja plácidamente y con una mirada tan observadora como asiáticamente distanciada y que tras su aparente lejanía descubre un torrente callado de enternecimiento y gratitud. Porque esta película es un canto a todas esas personas – sobre todo mujeres – que han servido de apoyo y de ayuda o bien a otros familiares o bien han sido empleadas externas pero que han dado lo mejor de sí y de su existencia en velar por el bien de los demás y han arropado y cuidado a unos seres que si bien no son necesariamente consanguíneos, son familia emocional y vital.

Muy hermosa y emocionante cinta que es un canto a esas empleadas domésticas o a esos familiares altruistas (esas tías solteras de espléndida entrega, de amplio vuelo, de mañosa y desinteresada presencia, paciente devenir y dadivosos detalles) que han hecho del servicio a los demás, a los suyos – sean de sangre o no – su razón de ser y toda su existencia. Agradecido homenaje que el espectador contempla turbado y conmovido, incapaz de poner palabras a una emoción que nos vence e impregna como el oleaje de una mar infatigable. Gracias, muchas gracias, porque a vosotras os debemos mucho (os debemos todo) y nunca nadie se había parado a daros las gracias con tan bello y discreto gesto.
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26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una vida humilde
La cámara de Ann Hui busca los edificios y pasea por las calles con la única pretensión de ubicar la historia en un núcleo urbano intemporal. La entrañable Chun Tao-Chung podría haber vivido en Hong Kong, en Madrid o en Tombuctú. Cualquiera de nosotros podríamos ser un Roger dispuesto a devolver el amor y la ternura a la mujer que con amor y ternura cuidó de nosotros.

La película tuvo una acogida emocionante en Venecia. Fue la favorita de buena parte del público y el jurado le otorgó el premio de mejor actriz a Deanie Ip. Por desgracia, estos argumentos siguen sin bastar para lanzar al mercado hispano una cinta hongkonesa a cargo de una directora tan desconocida como prolífica.

Ya me sorprende que la película tenga más de diez votos en este foro…
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21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una película Simple, pero cargada de emociones.
Puedo afirmar qué es de lo mejor que he visto en lo que llevo de año y qué ha conseguido sorprenderme de forma gratificante a expensas de esa sinopsis tan rancia, donde los sentimientos se desbordan más de una vez, y qué te hace pensar. Al final se queda el sabor de que has visto algo grande.

La película, como su título indica, A Simple Life (Una Vida Simple), es un paseo por la vejez de una “chacha” y sus últimos años de vida, donde recoge lo que ha sembrado.

Destaca por encima de todo las actuaciones, sobre todo la de Deanie Ip, magistral, soberbia y cautivadora consiguiendo atrapar incluso al espectador más agnóstico, y es que el conjunto de sus expresiones, junto a esa sonrisa tan alegre e infantil, a más de uno le recuerda a sus propios abuelos. Andy Lau es el otro protagonista, pero es eclipsado, pero aún así está a la altura de su papel, aunque hay momentos que parece Hoffman en Rain Man.

Ann Hui, con una historia basada en hechos reales, y con una dirección y un desarrollo simple, lineal e inocente, sin grandes alardes, ostentaciones ni giros, consigue lo que quiere, que es gustar en un primer lugar, y en segundo mandar ese mensaje de auxilio a muchos de los ancianos de hoy en día quedan atrapados por la soledad de la sociedad.

En fin, es un drama que uno acaba disfrutando, que no desea que se acabe, donde las emociones y los recuerdos forman parten de su visionado y qué es raro que no guste, y es qué aunque sea simple, es sustancial y real como la vida misma, dejando su sello personal en lo más hondo de tu alma.
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17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una gran película
Una obra maestra del cine asiático. La veterana directora hongkonesa Ann Hui disecciona la fría industrialización de la vejez en la China moderna desde el punto de vista de una anciana y de un hombre que decide encargarse de ella.

Muy sólida argumentalmente. Posee un ritmo lento pero firme. Una lectura visual asiática que además cuida el modo de contar las cosas para hacerse más universal. Es decir, se adapta a la visión del ritmo cinematográfico occidental sin dejar de lado normas y técnicas orientales. Minimalismo en la banda sonora, montaje invisible, predilección por los primeros planos.

Ann Hui pone mucho de su vida privada en esta cinta y logra mostrar la poca dignidad que impera hoy en día en su país (y en el resto del mundo) respecto a la tercera edad. La directora remarca la necesidad de devolver los actos pasados no sólo a modo de gratitud, sino como una garantía de, cuando a cada uno de nosotros nos toque, recibir un retiro digno. Su película es la constatación de que el timepo pasa rápido y hemos de hacer que pase bien, para con nosotros y para con los demás. Porque las buenas acciones, atraen a otras buenas acciones.

Buen cine de buenas intenciones y bien contadas. Una película imprescindible de ver.

@Dimensionquinta en Twitter
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los últimos días de una vida sencilla
Se trata de una película que es, a mi entender, más de personajes que de situaciones. No es que no sea una película de situaciones, pero para mí lo más preponderante del film son los personajes. Especialmente (pero no sólo) los dos personajes principales, perfectamente dibujados y magníficamente interpretados, que hacen que te intereses más por cómo son que por las cosas que les suceden.

Para poder entender bien a los personajes y, por extensión, a la película, es imprescindible tener presente en todo momento que se trata de una película oriental, y que los personajes que retrata son de Extremo Oriente. Y es que, en aquellas latitudes, a diferencia de lo que ocurre aquí, a la gente le cuesta muchísimo expresar los sentimientos, verbalizarlos. Allí no está muy bien visto eso de llorar, o besar, o cualquier manifestación pública de sentimientos. Lo hacen, pero en privado. Por eso, para un occidental, hay escenas que le pueden resultar frías, o excesivamente contenidas, porque no tienen en cuenta que no es su mundo el que están retratando sino el mundo oriental. En esta parte del mundo, las mismas situaciones que ocurren en la película se resolverían de un modo muy distinto, habría grandes abrazos, enormes llantos, infinitas palabras de amor y música grandilocuente. En cambio, allí expresan lo mismo con gestos, miradas y silencios, o con una gran economía de palabras y caricias. Es su cultura. Ellos entienden que esas cosas se demuestran con hechos, aquí casi nos basta con las palabras. Verbalmente, todos nos queremos mucho. Demostrarlo ya es otro cantar.

“Una vida sencilla” nos muestra el progresivo declive de una vida que llega al final. Nos enseña el lento y progresivo ocaso de la existencia de alguien, desde el momento en que esa persona comprende que está en la recta final de la vida. Ah Tao se va apagando lentamente, poco a poco, y quiere morirse igual que ha vivido, sin estorbar, sin ser una carga para nadie, quedando en un segundo plano, y hasta parece agradecerle a la muerte que se aproxima su presencia, ya que eso le ha permitido disfrutar, en sus últimos días, de la presencia reconfortante de Roger, el chico al que cuidó desde siempre, y que ahora se ocupa de ella con tanto esmero. Se le hace extraño que cuiden de ella, que ha pasado la vida cuidando a los demás. No se siente cómoda en ese papel, pero no puede evitar estar siempre pendiente de la llegada de Roger.

Al igual que las otras películas asiáticas que he visto últimamente, aquí también se cuenta una historia sencilla, en la que se recrean los detalles cotidianos. En eso se parecen las tres, es la misma manera de contar historias, siempre rebosantes de realismo y muy alejadas del ritmo trepidante y ruidoso de las películas americanas, en las que todo es frenético, atropellado, radical, los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, y todo te lo dejan muy claro y muy bien explicado no vaya a ser que seas tonto y no lo entiendas. En estas películas hay emoción y sencillez, nada de sensiblerías forzadas. “Una vida sencilla” es una película que pone tus sentimientos a flor de piel sin estridencias y los mantiene ahí para que disfrutes de ellos con naturalidad.

Porque estamos acostumbrados a que narrar cosas acerca de la bondad, los buenos sentimientos, la gratitud, la generosidad, etc. nos situe en el umbral de la ñoñería, pero en esta película queda claro que se pueden abordar todos esos temas desde otro punto de vista, sin cursiladas, haciendo que observemos lo que ocurre con ese punto de distancia tan habitual en el cine asiático, de modo que no nos impliquemos, pero al mismo tiempo con la suficiente cercanía como para que por dentro bullan los sentimientos y se remueva la conciencia.

Todo ello gracias sobre todo al impresionante trabajo de la pareja protagonista. Deanie Ip está maravillosa en su papel, tanto que cuesta pensar que sea una actriz en lugar de ser realmente Ah Tao, la criada de Roger. En cuanto al otro protagonista, Andy Lau, a quien ya conocía de otras películas, también está soberbio en un papel nada fácil, en el que tiene que lidiar con un montón de matices interpretativos y que los resuelve con muy alta nota. Brillantes los dos. Interpretaciones delicadas y emotivas, repletas de talento.

“Una vida sencilla” demuestra que, a menudo, lo sencillo está más cerca de lo sublime que lo complejo. Cuando lo cotidiano se retrata con elegancia y emoción el resultado puede ser tan brillante como lo es esta película.

http://keizzine.wordpress.com/
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Roger & Chun
La familia, al igual que la realidad en la que vivimos, se ha convertido en una institución líquida. Con permiso de la teoría cinético-molecular, sus distintos componentes se han ido calentando (¿por qué será?) hasta temperaturas insospechadas, y la fuerza de unión entre ellos se ha ido debilitando. A las partículas antes juntas, por no poder moverse, no les quedaba otra que vibrar, de forma violenta pero aparentemente pacífica; ahora van cada vez más a su aire. Esperando a que llegue el liberador movimiento browniano, contentándose (de momento) con fluir e ignorar, en la medida de lo posible, a sus compañeras. Con el permiso del calentamiento global, lo que antaño era un inamovible glaciar, ahora resulta ser un lago asentado en un terreno de lo más inestable.

En otras palabras, por fin hemos entendido aquello de ''Dios nos dio una familia... y gracias a Dios, podemos elegir a nuestros amigos''. Cambiamos la última palabra de dicha sentencia por, otra vez, ''familia'', y queda cerrado el círculo. Porque la amistad, efectivamente, puede suplantar (incluso estar por encima) de los sagrados lazos de sangre. 'Una vida sencilla', último trabajo de la hongkonesa Ann Hui, llega a nuestros cines, como la mayoría de películas presentadas en el Festival del Cine de Venecia, con dos años de retraso, y nos habla, para más inri, de un retraso mucho más pronunciado, sí, pero a la vez comprensible. Chun Tao-Chung, devota sirvienta de la familia Leung a lo largo de sesenta años, que se dice rápido, acaba de sufrir un derrame cerebral que la ha dejado, así de rápido también, incapacitada.

Roger, el único miembro de la familia que sigue viviendo en Hong Kong, va a tener que cuidar de ella, invirtiéndose así las tornas y descubriéndose de paso la importancia de los personajes teóricamente secundarios en la vida de aquellos destinados a jugar un rol aparentemente principal. A veces, y ahí está el retraso antes comentado, hace falta medio siglo para que nos demos cuenta de esto. Y a veces, no hace falta un gran despliegue para hablarnos de este, sin lugar a dudas, grandísimo tema. Es por esto que a 'Una vida sencilla' pueda adjudicársele el que seguramente sea uno de los títulos más certeros de los que ahora mismo convivan en nuestra cartelera. Lo sencillo (no confundir con lo simple) se adueña de una historia que, como dictan los cánones a los que se acoge, se crece en lo pequeño... sin antojársele jamás el espacio ocupado como una trampa claustrofóbica.

Los posibles engaños están en los atajos sensibleros que coge, en más de una ocasión (aunque en pocas) Ann Hui, decisiones atribuibles también a la propia naturaleza de un relato cuyo principal objetivo de cara a la galería es, no hay que olvidarlo, tocar la fibra sensible del espectador. Con toda la nobleza con la que pueda efectuarse dicha labor, por supuesto. Es posible, y la verdad es que el filme casi siempre lo consigue. Y es que a pesar de que cuando llega la hora del clímax dramático, el patetismo se adueñe un poco demasiado de la función (lo cual queda excelentemente camuflado gracias a la química que desprenden dos actores realmente inspirados: Deanie Ip y Andie Lau, éste último en un papel atípico en su carrera), y a pesar también de optarse por un hilo narrativo algo desconcertante (en lo que al trato del tiempo se refiere), lo cierto es que nada puede empañar una cuenta de logros que supera holgadamente a la de tropiezos registrados.

'Una vida sencilla' es, lágrimas aparte, buen cine de personajes (más que de situaciones, que también) y un -discretamente- orgulloso exponente del mejor cine chine actual, aquel que se las apaña para, usando el microscopio de lo individuo, confeccionar lenta y sabiamente un encomiable fresco social que nos habla, qué cosas, sobre las cada vez más abismales (y abominables) diferencias entre los seres humanos. El tierno cambio de papeles propuesto por Ann Hui, donde la cuidadora pasa a ser la cuidada, es claro reflejo de esta dinámica, pero ésta consigue revertirse a favor de unas tesis que, como se ha dicho antes, son al mismo tiempo reflejo de unos tiempos cambiantes. Los padres, hermanos y primos vienen y se van; nos abandonan para aparecer un poco más tarde... ¿y qué hay de aquellas personas que, sin hacer excesivo ruido (quizás porque no se lo permitíamos) han estado siempre a nuestro lado? El sentido de pertenencia a la familia, al igual que ésta misma, se ha convertido en un líquido que, gracias a Dios, fluye cada vez con mayor libertad.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Esto sí, Amor.
Mirando la filmografía de Ann Hui que se muestra en esta misma web compruebo que, aunque su cine (creo) que no había llegado hasta ahora a las pantallas españolas, esta señora lleva dirigiendo películas más de treinta años en Hong Kong. De hecho no son solo los cines españoles donde Ann Hui es una completa desconocida, sino que hasta el exitoso estreno de Una vida sencilla en el Festival de Venecia, la directora asiática solo contaba con dos discretas apariciones festivaleras en Europa (en Berlín y San Sebastián) dentro una carrera con veinte películas dirigidas.
Fue en 2011 cuando presento Una vida sencilla en Venecia, y desde el primer momento la película gustó bastante entre la crítica presente en el festival. Finalmente, y como se había pronosticado desde el día de su presentación, la veterana actriz Deannie Yip acabó ganando el premio a la mejor actriz de aquel año.
Una vida sencilla cuenta la historia de una mujer, Tao, que ha servido durante seis décadas para una familia hongkonesa. Ahora, ya anciana, se ocupa de llevar la casa del único hijo que sigue viviendo en Hong Kong. Roger vive solo y trabaja mucho, y ella se encarga de que de la puerta de casa hacia dentro él no tenga que preocuparse por nada. Hasta el día en que la buena mujer sufre un ictus que le impedirá volver a trabajar. Por decisión propia irá a recuperarse a una residencia de ancianos. Pero Roger siente que ha llegado el momento de devolver a Tao todo aquello que durante años ella ha hecho por su familia. Como si de un hijo se tratara Roger se ocupa de los gastos y, lo más importante, de darle, con sus visitas y atenciones, el calor de una familia que ella no tiene.
Ann Hui toca un tema que no se trata mucho en el cine, el de la vejez y todo lo que esto conlleva desde el momento en el que la salud empieza a hacer mella en una persona hasta el punto de hacerla completamente dependiente. No se me ocurre mejor manera de acercarse a un asunto que siempre resulta duro ver en pantalla que la que utiliza Ann Hui, a través de un humanismo contagioso que, además, tiene la virtud de no caer en la blandenguería ni en los excesos sentimentales. Con sobriedad y con las gotas de emoción justas, Una vida sencilla sabe transmitir al espectador todo el dolor que se desprende de estas situaciones sin necesidad de agredirle con innecesarias dosis de crueldad.
Es cierto que Ann Hui se limita a hacer avanzar el relato con delicadeza pero con más simpleza que sencillez en muchos momentos, y que, al menos en esta película, carece de habilidad para hacer que sus imágenes se mezclen con el relato siendo algo mas que un mero soporte del mismo, pero aun así, y pese a lo convencional del envoltorio, la historia de Tao y Roger transmite sinceridad por los cuatro costados.
Prácticamente la mayor parte de la acción de la película se desarrolla en una residencia de ancianos hongkonesa. Al final Tao encuentra su sitio en ese lugar, pero hay que reconocer que ese momento en el que juntos, ella y nosotros, llegamos a ese lugar por primera vez, la sensación que te envuelve en la butaca es de las más desoladoras que he sentido en mucho tiempo.
Tao es una anciana un poco tozuda que siempre a vivido para servir a los demás. Aceptar su deterioro y la consiguiente ayuda de aquellos de los que siempre se ha ocupado es un esfuerzo que queda perfectamente reflejado en la mirada de la actriz Deannie Yip en una interpretación sencilla y excelente.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Grande Deannie Yip
La directora hongkonesa Ann Hui nos muestra la vejez en su país centrándonse en la pareja protagonista, una anciana (magnificamente interpretada por Deannie Yip) y un hombre (Andy Lau) que decide encargarse de ella, como ella hizo durante toda su vida con el, como empleado de la familia desde hace 60 años.

Con un ritmo pausado y manejando la cámara con sutileza,escondiéndose de los personajes, como si los filmara sin su consentimiento,adentrandose en sus vidas y mostrandonos sus sentimientos.

Ann Hui pone el dedo en la llaga, en un tema preocupante en Hong Kong y en el resto del mundo, como tratar las enfermedades de la tercera edad y en muchos casos su soledad. La directora se centra en la idea de devolver lo mucho que estas personas han dado a su familia, amigos y a la sociedad en general y que se merecen, no solo nuestra gratitud, sino una vida digna y decente.

Una película dura por el tema que trata, pero tierna y cargada de buena intenciones.

Muy recomendable.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Agradecimiento.
La Sra. Tao lleva trabajando 60 años como empleada de hogar con la familia Leung cuando sufre un derrame cerebral. Para entonces, dicha señora, solo trabajaba para Roger, productor de cine, y único miembro de la familia que continúa en Hong Kong al haberse trasladado el resto a EEUU. Al recuperarse, la vieja empleada, preferirá trasladarse a una residencia de ancianos en plena ciudad. Allí recibirá los cuidados de Roger quien se ocupa de ella como si de su propia madre se tratara.

Película sencilla de propósitos de pequeño alcance. Da la impresión que la directora se contenta con mostrar el cariño y agradecimiento de Roger (por cierto de familia cristiana, de ahí su nombre y los de sus familiares también); durante un tiempo de su madre, a la anciana Sra. Tao. También se nos muestra la lúgubre vida de cualquier anciano en un asilo, mayor si cabe en una ciudad como Hong Kong, absolutamente congestionada de gente, donde a un pequeño habitáculo entre mamparas lo llaman habitación.

Cinta costumbrista con secuencias que no llegamos a comprender, como la de la broma de los tenderos del mercado a la Sra. Tao al comienzo de la película o la presencia del niño de origen coreano. Humor muy particular el que aparece en este film dentro de un drama no siempre bien expuesto, pero aceptable en su intención.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Una vida sencilla
En tu casa haz lo que quieras pero fuera de ella compórtate y no molestes; máxima con la que vivió su vida, su vejez hasta los últimos días, un lema grabado a conciencia dentro de ella, una barrera difícil de atravesar incluso para aquellos que la quieren y se preocupan por ella. Si nada de interesa es que estás muerto!..., pero que difícil es dejar que te cuiden cuando ése ha sido siempre tu trabajo, cuando servir ha sido siempre tu máxima, cuando toda tu rutina se derrumba y todo fin se desvanece; la culpabilidad de ser una carga, molestia incómoda que aprieta y no puedes soportar, la vergüenza de necesitar a los demás, de pedir la exigente ayuda, la desesperación de no valerse por uno mismo, frustración angustiosa de una vida que no controlas, de un futuro aciago que hay que sobrellevar. Retirada a los corrales para no molestar, consumo silencioso de los últimos años de vida, mucha tristeza y enorme soledad envuelven a este largometraje sobre una vida sencilla, de gran humildad y devoción, que refleja el sentir de un pueblo hacia sus mayores, cultura de comportamiento que dice mucho de esa sociedad. La película, como no, es sencilla, amable y emotiva, fríamente cálida, una frialdad que se va perdiendo conforme se acepta la gratitud de devolver el cariño recibido durante tantos años; mucha lectura entre líneas de todas aquellas emociones no dichas con palabras, arraigados sentimientos que se desvelan poco a poco, observar el crecimiento de una relación durante años formada pero que adquiere su significado en los momentos decisivos, ambos protagonistas serenos, resignados y soberbios al dejar intuir sin sobrecarga toda una vida de sentimientos, la sencillez de un día a día que conforman la grandeza de una existencia. Como los buenos postres, su elaboración es delicada y frágil, a fuego lento, con pocos ingredientes necesarios pues su sabor está garantizado; es imprescindible la paciencia de degustar cada trozo de helado, cada porción de tarta con la exquisitez de no tener prisa, que el tiempo necesario para degustar cada momento sea aprovechado con placer y demandado, gustoso silencio. Gran parte del público lo encontrará soso y aburrido, sin apenas sabor o contenido; aunque, la finura y elegancia de las formas, la reflexiva emotividad nunca expresada, el contacto íntimo de una manos, la tierna mirada del cariño pocas veces han sido reflejados con tanto empeño meticuloso y con tan sublime maestría reflejo de una sencillez que se abre camino, a pasos agigantados, hacia la grandeza de su enorme contenido; la vida sencilla de una persona que vivió para los demás con cariño y ternura, devoción y gratitud hasta el fin de sus días.

http://palomitasrojas.blogspot.com.es/
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
LA BUENA COSECHA
La directora Ann Hui pensó poner fin a su carrera como cineasta reconocida y premiada en su país, con esta bienintencionada cinta sobre la responsabilidad de devolver a nuestros mayores en su tramo final de la vida todo el amor y el cuidado que ellos nos han dado. En el caso de que esto haya sido así. El sorprendente éxito más allá de sus fronteras con la Copa Volpi veneciana le han hecho replantearse su futuro y seguir adelante.
Basada en un hecho real, deja claro que desgraciadamente el comportamiento del protagonista con su criada de toda la vida no es habitual, ni siquiera con familiares directos y la mayoría de los ancianos se ven aparcados en residencias hasta su inevitable final.
Es curioso que el espacio que ocupa la anciana (de aspecto inmejorable) en la residencia, es casi de un hacinamiento que parece no llamar la atención de nadie y considerarlo normal.
El metraje excesivo camina de forma lineal y poco atractiva en la sucesión de cuidados e integración en la familia que le dispensan a la abnegada "tata", un Andy Lau cuya evolución de su implicación con quien le ha cuidado toda la vida peca de una frialdad oriental, rara por estos lares.
Lo mejor es el ambiente de la residencia y sus integrantes, augurio triste de los que nos espera a casi todos, la interpretación de Deanie Ip y el mensaje de esperanza para que no nos olvidemos de nuestros mayores con un final que busca la complicidad del espectador.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Tiquismiquis o por qué lo llaman sexo (300 dólares y monto una orgía por solera o montera, er mundo) cuando quieren decir amor (el que ella recibe y reparte como si sobrara, allá por donde va o pasa)
Ella le creó a su imagen y semejanza, dos máquinas solteras, como Anthony Hopkins y Emma Thompson en aquella inglesa de grandes represiones renuncias de padre y muy señor mío lo que queda del día también japonesa por lo tanto oriental todo queda en casa no tan lejos de este mundanal ruido ese sentimiento retraimiento preferiría no hacerlo, elegante, monje, samurái.
Y a los dos les gusta la comida, les puede o vence tumba (abierta, allá van les trae de cabeza), no son de piedra, humanos, demasiado humanos como decía aquel mal bicho que el pan más bueno.
Ella padece del síndrome de Estocolmo, ha sustituido/llenado/sublimado su vacío, vida robada, usurpada, horror, con una familia que no es la suya, *
Los de arriba y los de abajo son iguales pero más iguales (también, entre) ellos que ella, lejana, extraña, dando pena, la figura de la criada negra, señorita Escarlata, en la tradición norteamericana.
El viejo Bukowski follador putero, no da abasto, a la vejez viruelas, monta tanto, cada día más duro, Factotum, es el contrapunto necesario y más o menos sutil de la bondad de la vieja, él es un canalla, como dios manda, caradura de aúpa simpático la mar de majo, pagado **, ¿puto?
El otro contrapunto es el mundo del cine en el que él trabaja o curra, esa sofisticación supuesta tontería que les adorna y ¿riqueza? choca o contrasta con la existencia de la tía por llamarla de alguna manera.
Se quieren, de veras, esta sí que es una historia de pasión amorosa sincera, no agit/prop como otras más europeas o francesas, se ríen (juntos), se entienden/comprenden hablan el mismo lenguaje cifrado cristalino que mana guitarrica limpia de la fuente (eterna, joven). El ahijado y la madre. Edipo es otro. Niño.
Leve. Humor suave. Sordidez amable. Desolación llevadera. La vida y la muerte van se dan la mano. Compañeras del alma. Si nos dejan, nos vamos a querer.
Que disfrute mientras pueda si va caliente ríase la gente.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sencilla, como la vida misma
Si una película te hace pensar por más de diez minutos merece realmente la pena, está lo consigue.
Llega hasta lo más profundo con historias cotidianas, pero no hace falta más. Cada plano está perfectamente planeado, todo encaja para que el espectador sienta lo que tiene que sentir. Ternura, comprensión y cariño sobresalen en una película llena de nostalgia y humildad.
Simplemente véanla.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Esperaba más
Ateniéndose a la historia que cuenta, es muy bonita (inspirada en hechos reales), pero le falta ritmo y continuidad.

Roger (Andy Lau) trabaja en el mundo del cine y procede de una familia acomodada de Hong Kong. Durante tres generaciones, unos 60 años, Ah Tau (Deannie Yip) ha sido la criada de la familia a tiempo completo. Ahora, ya anciana y sin familia, comienza a sufrir los achaques de la edad y ella misma decide retirarse para terminar sus días en una residencia. Es turno de que Roger le devuelva parte de lo que ha recibido de ella durante tantos años.

La relación entre Roger y la anciana es hermosa. Él colabora activamente en los gastos de la residencia, se escapa del trabajo siempre que puede para visitarla, pasea con ella, comen juntos... Y ella se siente una reina junto a un hombre joven y atractivo que está tan pendiente de ella.

Buenos actores, aunque no comparto la cantidad de elogios que recibió Deannie Yip por este papel, que le llevaron incluso a ganar la Copa Volpi a la mejor actriz en el Festival de Venecia. A mi ella es la que menos me ha gustado de todo el reparto. Atención a los muchos cameos como el director de cine Tsui Hark o estrellas como Anthony Wong o el "gran" Sammo Hung.

También buena fotografía y ambientación en la residencia de ancianos, gran oportunidad para comprobar cómo funcionan las cosas en el gigante asiático.

Pero la cinta peca de una alarmante falta de ritmo y de continuidad en la historia. Sin llegar a aburrir, termina por hacerse larga y un tanto pesada y eso que de cuando en cuando hay largos saltos en el tiempo y los meses o incluso años pasan en un pestañeo sin que dé la sensación de que ha habido cambios.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Grandilocuente y sencilla
​"Una vida sencilla" es una grandiosa película sobre la importancia de la familia y de la buena educación en valores. Transcurre en Hong-Kong donde los dos protagonistas, un ejecutivo en una productora de cine y su tata, tienen grandeza de alma: en un mundo de abundancia, narcisismo e individualismo Roger es austero en un mundo glamouroso, lleva con humildad su gran valía profesional y se preocupa por los demás, lo cual le granjea cariño de los suyos, amistades, autoridad natural y reconocimiento profesional.

Pero Roger no ha nacido así sino que detrás hay una buena familia cristiana a la que también pertenece Chun Tao, la tata que lleva 60 años al servicio de la familia Leung y que ahora cuida de él en un pequeño apartamento cantonés... hasta que la salud se lo ha permitido. Es entonces cuando a Roger le nace la natural necesidad de cuidarla...

Estamos ante la obra maestra sobre un crisol de cuestiones vitales: el sentido de la vida, la entrega y el amor al prójimo, la importancia de la educación en valores, la función de los modales y el trato respetuoso en las relaciones presonales, la autoridad entendida como servicio, la magnanimidad y el sentimiento de gratitud como fuente de felicidad, la austeridad, el papel de la familia y religión cristiana en la trasmisión de todo lo anterior. La película también suscita reflexiones sobre la fragilidad humana y la muerte, la soledad de los ancianos en la vida moderna, la relación entre hermanos, la dispersión familiar en la globalización, la injusta soltería de personas buenas y sencillas, el ahorro...

Quisiera destacar dos mensajes que subyacen con fuerza: la recompensa en vida que tiene hacer el Bien y la supremacía de los vínculos morales sobre los de sangre cuando los primeros están "edificados sobre roca". Chun Tao cuida del cuarentón Roger como de un hijo; Roger cuida de Chun Tao como de una madre, incluso mejor que el resto de ciudadanos a sus padres; no se besan o abrazan como madre e hijo pero la ama como si lo fuera.

En definitiva, están en "Una vida sencilla" las claves de la felicidad en la vida terrenal magistralmente urdidas en una película modesta, que predica con el ejemplo como si estuviera realizada por el mismísimo protagonista y que a pesar de lo ambicioso de su cometido no cae en diálogos forzados ni cursilerías sino que lo consigue con múltiples y sutiles pinceladas a través de imágenes, gestos y conversaciones desgranados con gran elegancia. Por ejemplo, en torno a la austeridad del protagonista hay un par de gags pero nos la anticipa el primer plano del neceser al empezar la película. La película es tan rica en detalles que se disfruta más en una segunda visualización.

El final (no hace falta que lo oculte en el spoiler porque forma parte de la sipnosis) no podía ser más sencillo y grandilocuente a la vez: ella lo espera mirando por la ventana como algunas madres esperan a los adolescentes y apaga la luz cuando él aparece por la calle para que no incomodarlo. Es amor sacrificado, amor en silencio, amor desinteresado, amor en estado puro.

Cuando hay entrega: ¿quién está al servicio de quien?
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Toda una vida...
De Oriente vienen los Reyes Magos y también el mejor cine... o, al menos, el de mayor carga humanista y pureza narrativa. Además de las joyas llegadas de Irán, lo acabamos de comprobar con las japonesas "Una familia de Tokio" y "De tal padre, tal hijo", y ahora nos lo confirma la china "Una vida sencilla" de Ann Hui. Su historia es como la vida misma -de hecho es la historia real de uno de los productores-, una mezcla de momentos entrañables y duros, de situaciones de dolor y buen humor en los que se comprueba que se recoge lo que se siembra... durante toda una vida. Eso lo tiene muy claro Roger, productor de cine y soltero que se vuelca con Ah Tao cuando ésta sufre un ictus y pide ir a una residencia de ancianos (para no estorbar, aunque no lo dice). Durante sesenta años, esta anciana ha atendido cuatro generaciones de la familia trabajando como criada en su casa en Hong Kong... y no han faltado los momentos de tener que cuidarles en la enfermedad, de hacerles a diario sus platos favoritos o de ver cómo volaban del nido para triunfar en Estados Unidos. Ahora, llega el momento de que las tornas cambien...

Lo primero que llama la atención en esta pequeña obra maestra es la sencillez y limpieza formal para contar lo más básico y cotidiano de la vida. La cámara no se pierde en movimientos innecesarios que distraerían la quietud de las escenas, el tempo mantiene el tono parsimonioso que permite contemplar una vida llena de paz que se apaga, el montaje se sirve de la elipsis narrativa para llegar hasta pequeños acontecimientos en este epílogo familiar y no perderse por el camino, las notas de piano puntean con delicado lirismo una historia de amor y agradecimiento... No sobra nada y parece que todo es fácil e sin autoría, y eso porque la directora opta por desaparecer para sean los personajes quienes nos hablen. Y nos hablan de una vida de sacrificio y de entrega que ahora recibe su recompensa, de una criada que es elevada a la categoría de familia, de una mujer que lo dio todo con generosidad y que ahora ya no sabe dejar de hacerlo, de un joven que entiende que su lugar está junto a esa mujer que le enseñó a amar y a servir.

Nos adentramos en la residencia de ancianos y abundan las escenas de dolor, ya sea por la precariedad material o asistencial de los responsables, ya sea por asistir al declinar de unos instrumentos que dan sus últimas notas desafinando... pero que conservan un punto de humanidad, como termina demostrándonos ese viejo verde y conquistador. Desconcertada y confusa ante lo que ve, Ah Tao llega a la residencia y descubre un mundo nuevo que no había contemplado antes. Pero ella sabe mirar a lo profundo de esas personas discapacitadas, y por eso pronto comienza a comprenderlas y quererlas. Y, sobre todo, no quiere dar trabajo ni ser una carga pata nadie... porque siempre ha sido la servidora de todos. No está acostumbrada a ser el centro de atenciones, a ser objeto de regalos, a merecer el tiempo de los demás... Pero su labor durante sesenta años y ahora en la residencia no puede dejar de producir sus frutos, y por eso recibe todo el afecto que su mismo corazón encierra.

Magnífico -por no decir impecable- es el trabajo de Deannie Ip, cuya sola mirada llega cargada de exquisita humanidad y cuyas reacciones muestran tal grado de sensibilidad que el espectador no puede dejar de sentir simpatía y conmoverse ante lo que ve. Hay interioridad y tacto para ver lo que pasa en esas almas atribuladas por los años, y también trascendencia para saber o intuir que tras la muerte habrá un Dios que les espera y que les sigue cuidando, atento a su ordenador para no pedirles más de lo que puedan soportar. No faltan, por otra parte, los momentos de contenida y profunda emoción, sin necesidad de una banda sonora que los intensifique ni de diálogos forzados que expliciten los sentimientos, como tampoco faltan el fino y elegante humor o los instantes de dolor y tristeza... porque la vida se va, de manera tan silenciosa y sencilla como incuestionable, pero con la satisfacción de haber conocido a Ah Tao, porque nunca la muerte fue tan dulce ni la vejez fue tan sabia y ejemplar.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Bella
Se puede decir que es una película costumbrista nos acerca a la vida simple de una mujer China, es una película que es poesía o una poesía hecha película, y cuyo único argumento es nada mas y nada menos q abrir una ventana y ver la vida pasar. La fotografia me parece impecable y los actores están espléndidos a destacar la química q hay entre los dos actores principales. Y no es de extrañar que la actriz principal se llevase algún premio en algún festival. UNA VIDA SIMPLE, es tan simple y complicada como la vida y tan hermosa y oscura como la vida. Una joya.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una vida sencilla es una pelicula que relata sencillamente unas vivencias finales.
La vida de los mayores humanamente presentada. Parece mentira que china nos enseñe también como tratar a los mayores en su momento de abandonar esta vida. Una actriz excepcional. Unos exteriores totalmente autobiográficos por su verosimilitud. Te hace sentir. Te introduce en el país del futuro sencillamente.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
8 estrellas
Como lo dice el nombre de la película, una vida simple con el amor de la familia;
A veces cuando faltan cosas que parecían ínfimas no las valoramos, y luego le tomamos
El valor verdadero.
Una historia muy real, muy conmovedora, con un final realmente bello.
Gran película de Ann Hui.
Muy buena.

8 estrellas
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Notable película asiática que nos permite conocer las costumbres de Hong Kong, pero que en algunos momentos se queda corta al intentar retratar la relación entre los protagonistas. Deannie Yip hace un
La veterana directora China Ann Hui nos ofrece un drama muy emotivo. La historia está hecha con una gran sensibilidad, muy habitual en el cine asiático. En los últimos años hemos podido ver películas asiáticas en donde las personas ancianas eran las protagonistas, " Una familia de Tokio " , " Like someone in love " , " Despedidas " , " Mother " . Pero este tipo de cine ya lo hacían Ozu, Kurosawa y Satyajit Ray .
Ah Tao vive sola, después de servir durante décadas a la familia Leung. Pero vuelve a estar acompañada porque Roger regresa a Pekín. El joven de la familia Leung fue criado por la protagonista y está en deuda con ella. La actuación de ambos es muy buena, destacando la protagonista Deannie Yip. Es una oda a la amistad y a la necesidad de compañía de las personas mayores.
Con esta película conocemos las costumbres de Hong Kong, lo que hacen en su tiempo libre y cómo son esas reuniones de trabajo.
La banda sonora es un ingrediente adicional a la historia, siempre apoyando a lo que vemos sin ser excesiva. Todo el tiempo libre del joven lo dedica a cuidar y hacer compañía a la anciana enferma.
Hay un momento en la vida en donde dependemos de otras personas, y puede costar asumirlo, pero en el caso de Ah Tao lo hace de forma natural. Sufrimos con ella y su intento de salir adelante.
Hay momentos en donde la película pierde el ritmo, en la parte central. Hay muchos momentos en donde la protagonista entra y sale de la residencia, y no conocemos lo suficiente de esa etapa. Las escenas en la residencia son muy repetitivas, exceptuando la parte en donde hacen los ejercicios de rehabilitación.
Todas las conversaciones entre los protagonistas tienen su interés. Conocemos poco la relación de Ah Tao con la familia de Roger.
Recomendable a los que busquen una película independiente, emotiva y que permita conocer la cultura de Hong Kong. La película es una producción de 2011, y nos llegó a España con dos años de retraso.
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