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34 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
2
La solidaridad menos altruista
En la filmografía inicial de Icíar Bollaín pudimos encontrar películas acertadas y devastadoras como 'Flores de otro mundo' (1999) y la merecidamente reconocida 'Te doy mis ojos' (2003). En ellas podíamos encontrar a una directora capaz de arriesgar y defender grandes discursos sociales a través de pequeñas historias humanas.

Tras los premios llegó 'Mataharis' (2007), que supuso un giro errático en su forma de contar historias. Su discurso se hizo tan pretencioso como el tratamiento de unos personajes con demasiadas esquinas y conflicto abstracto. 'También la lluvia' (2010) causó indiferencia y aplausos a partes iguales. Las buenas intenciones de Bollaín son indiscutibles, sin embargo su evolución como cineasta genera más dudas. Con más y mejores medios ha conseguido resultados dispares en cuanto a intensidad.

'KATMANDÚ, UN ESPEJO EN EL CIELO' es el título del nuevo filme dirigido por la directora, guionista y actriz (no sería justo olvidarlo) madrileña.

La historia se centra en el personaje de Laia, una profesora catalana empeñada en importar sus métodos docentes y occidentales a una escuela del Nepal. Si algo hay que agradecerle a Bollaín son su valiente posicionamiento y su respeto hacia las diferencias culturales a través del rigor en cuanto a tradiciones, lenguas y paisajes. Sin embargo y pese a estar realizada muy correctamente, cabe la posibilidad de que este sea el largometraje más flojo y fallido de su filmografía.

Su férrea defensa de la educación como base para la libertad del individuo queda difuminada en una narración que tiene demasiados delirios de grandeza y descuida los aspectos más pequeños y significantes. Cada acto se hace más tedioso que el anterior e incluso al espectador menos exigente le rechinarán los dientes durante algún que otro diálogo. La trama romántica invita a salir corriendo de la sala.

Es harto complicado encontrar una explicación lógica a los continuos y desagradables fundidos a negro como principal recurso de transición, por no hablar de los flashbacks inconexos que no conducen a nada. El montaje carece de personalidad y es bastante torpe en líneas generales. Nada que reprochar al reparto no profesional y menos aún a Verónica Echegui, quien trata de defender con sus pocas armas un personaje irrisorio, desastroso y rematadamente mal escrito.

Hay algunos retazos, cuatro o cinco secuencias en las que el espejo nos devuelve un reflejo interesante. De la docencia se obtienen recompensas enormes en la vida real pero en esta ocasión la ficción logra un débil calado. A veces el carácter idealista y luchador de la insoportable profesora Laia parece vivir en 'Los mundos de Yupi'. Demasiado pasada de rosca.

Esta vez los conflictos humanos y sociales de la directora quedan ocultos tras las miserias de un guion que poco se corresponde con su fuerte personalidad. No cabe duda que Icíar Bollaín seguirá haciendo la guerra por su cuenta. No se lo debe a nadie más que a ella a misma.
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40 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Decepcionante película, horrible doblaje
Esperas una gran película emotiva, comprometida, y con la garra que se necesita para embarcarse en una aventura social de semejante calibre.

Pero, sin embargo, te encuentras con que, desde la primera frase de la protagonista, no coincide la voz con los labios, ni el tono en el que se interpreta coincide con la fuerza que tiene la actuación. Desde el primer minuto tienes la sensación de estar viendo una película en tu casa con el sonido desfasado en vez de estar en una gran sala de cine.

Cuando intentas olvidar los garrafales errores técnicos del doblaje que Echegui y demás actores principales, te das cuenta de que escasamente se esfuerza en dedicar tiempo a los detalles y se pasea por toda la historia con un rápido barrido, dejando a un lado la emotividad y el compromiso que una película de estas características debería tener para introducir al espectador en la trama. Te pierdes en momentos en los que se hacen flashbacks muy mal diferenciados al pasado de la protagonista y que no aportan absolutamente nada al film. Sin contar con que al final de la película hay una frase en inglés que no está subtitulada, y que creo que es importante para el desenlace.

Sales del cine con un sentimiento de indignación por ver cómo han estropeado lo que podía ser una gran película y donde lo único que merece la pena es la magnífica fotografía de los paisajes de las montañas de Nepal.
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29 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Luz Interior, espejo del alma
Desconozco si la Sra. Bollaín vio “La clase” de Laurent Cantet y un póster en la Gran Vía madrileña de Viajes el Corte Inglés, especial Nepal, encendió la bombilla. Para su nueva película decidió basarse en los hechos reales (y loables) de Victoria Subirana y de esta manera trazar un retrato global sobre las personas y la importancia de la educación (pública) en un lugar remoto, donde las diferencias sociales y económicas están mucho más marcadas. Lo que sí me parece es que la autora de guiones ejemplares como “Flores de otro mundo” y “Te doy mis ojos” está perdiendo el norte narrativo cada vez que coge un avión armada con una cámara de cine.

En “Katmandú, un espejo en el cielo” se nos narra una historia bigger-than-life que se desparrama entre numerosos ramales que propician las historias de los personajes secundarios cometiendo errores de guión de primeriza: quiere contar tanto que acaba narrando todo y contando lo mismo. El material dramático es numeroso: la explotación infantil, la venta de niñas, la condición de la mujer, las tradiciones impuestas, el aumento del precio de la educación, la corrupta burocracia, las pésimas condiciones con las que tienen que vivir las clases más bajas… Ese gran todo hace que la protagonista se percate que no se puede cambiar una porción dejando intacta al resto y tal vez se trace el nacimiento, por necesidad, de proyectos que necesitan un apoyo social y financiero extranjero.

Pero la cineasta, que demuestra trabajar excelentemente bien con actores no profesionales y numerosos niños a los que esperemos no haya explotado mucho, quiere contarnos todo y no dejar nada dando cierta sensación a pastiche con bellos paisajes y exóticos escenarios. Y todo, por supuesto, netamente dramático y fatalista, apartándose de ese espejo en el cielo…, la propia alma y luz interior de la protagonista. La narración está articulada sobre dos grandes anticlímax con grandes tragedias que tiene que superar y el primero de ellos se resuelve con uno de los recursos de guión más sonrojantes del drama-progre: ¡una visita a un astrólogo que lea el futuro de las protagonistas! No veía algo así desde “Candy Candy” y mira que ha llovido desde entonces… Y hablando de llover, una cosa Icíar, ¿por qué tienen que llorar los personajes a la intemperie en una noche de tormenta y copiosa lluvia y rebozarse por el empapado? Será muy ‘coixet’… y lo que tú quieras, ¿¡pero no te das cuenta que si fuera así cogería una pulmonía!? Podría enumerar numerosos elementos que me parecen pifias con las que se suspenderían (o amputarían miembros) a alumnos en talleres de guión pero prefiero quedarme con las intenciones de la cineasta.

La belleza de “Katmandú, un espejo en el cielo” justamente se encontraba en sus escenarios e instantes de descubrimiento, como ese viaje que hace Laia con su marido de conveniencia y donde halla el amor. Es, precisamente, cuando menos se habla y donde más se dice.
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22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sorpresa
El frio de Cuenca me llevo al cine y ¡sorpresa! me vi la última película de Iciar Bollain, directora que siempre me ha gustado y que aquí se supera a sí misma. Cuenta una de las muchas historias posibles de cooperación de manera que hace inteligible el por qué una persona decide que su mundo está en otro país, como siempre sin maniqueísmos ni “buenismos” al uso. Sobre todo los flash backs a la infancia y juventud de la protagonista aclaran el por qué su vida tiene más sentido ayudando a otros con los que se identifica.
Verónica Echegui esta superlativa. Pero además los actores nepalís, al parecer no profesionales, están increíbles. Por suerte la película está en versión original. Bollain es una maestra en la dirección de actores y en las distancias cortas, donde te sobrecoge.
No me extiendo en sus virtudes cinematográficas, que las tiene (por momentos parece un documental y Nepal está increíblemente bello) porque la historia en sí y como está contada te deja tocada (se te hace corta, querrías seguir enterándote de la suerte de todos los personajes) y salir secándote la lagrimita con disimulo no es cosa que a mí me pase en todas las películas.
Es una suerte que no todo el cine español sea mas de lo mismo y que directores como Bollain se arriesguen a salir fuera ya sea a Bolivia ya a Katmandu, para hacer un cine que interese en todo el mundo.
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26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Conmovedora
Para los que buscan en el cine algo más que un mero entretenimíento, en esta película encontrarán motivos más que suficientes para conmoverse, emocionarse y sentir la vida y, en cierta forma sentirnos afortunados. Le doy muy alta calificación porque , tanto la dirección de Iciar Bollaín, también guionista, como la actuación soberbia de Verónica Echegui, así como la fotografía, el montaje..etc. me parece impecable. No te dejará indiferente. Te hace sentir y pensar, cosas muy recomendable en estos tiempos de insensibilidad social y moral y lo que aquí se nos muestra es absolutamente real.
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20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Encontrar tu espejo en el cielo
Cuando leo que la mayoría de las críticas califican esta película de ñoña y convencional, pienso que o yo he visto otra película o vivo en un mundo equivocado. No suelo llorar en el cine, pero esta vez la película me tocó desde el principio, mucho antes de que apareciera la primera situación "emotiva", y una vez abierto el "grifo" ya no pude parar. Más allá de las situaciones dramáticas a las que se tiene que enfrentar la protagonista (que creo que se quedan cortas al lado de las que vivió la maestra en cuya vida se basa la película), para mí el mensaje central es ese "espejo en el cielo" del que habla el marido de Laia, que él encontró entre las montañas y que ella encuentra en los barrios de chabolas de Katmandú. Si eres de los que siguen buscando ese espejo, creo que esta película también tocará tu corazón.

P.D.: ¡¡¡Vedla en versión original!!!
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Pasión obsesiva.
Bollaín es especialista en contar historias de mujeres. Mujeres que, en la parcela que les ha tocado (según cada historia), resultan anónimas heroínas de sí mismas que superan obstáculo tras obstáculo (uno de ellos suelen ser los hombres, claro) para conseguir su (legítimo) objetivo, para andar su (legítimo) camino o para descubrir cual es su (legítimo) lugar en éste teatro de la vida, por donde van dejando sus rastros de desesperación, tesón, pasión y lágrimas.

Son mujeres fuertes y, al mismo tiempo, sensibles. Valores que ayudan a que el mundo no se mueva del todo a ritmo que, desde hace tiempo tiene marcado (por los hombres, claro) y adopte un aspecto más femenino, más delicado, más implacable en su "evolucíon" hacia la redención por la justicia sentimental.

"Katmandú, un espejo en el cielo" es otro de los claros ejemplos de Bollaín por reivindicar el punto de vista femenino de la vida (normal, teniendo en cuenta que es una mujer), consiguiendo un fresco intimista que, con aires exóticos, lleva al espectador por una historia simple, pero no por ello falta de interés en su planteamiento formal, donde se le escapan algunos tonos exageradamente anacrónicos (ése flasback recurrente en la primera parte
para explicarnos el sufrimiento forjador de carácter en la infancia de la protagonista) y voluntariamente dramáticos, con el fin de enmarcar aquélla personalidad que, una vez, también fué víctima, pero que tuvo la suficiente inteligencia (y voluntad) para no quedarse en éso.

Y es que las mujeres de Bollaín, suelen tener todas un par.

En resumen: interesante. AVISO: si se puede, verla en VO. La versión doblada hace que pierda intensidad
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La búsqueda
Conmovedora historia de búsqueda personal que refleja, ante todo, los deseos de una mujer por encontrar su lugar.
El guion de Icíar Bollaín, cuyas películas siguen teniendo una detrás de otra una voz personal, opta por apartarse de lo más fácil, o de no regodearse, para contarnos una historia en la que lo importante es el personaje principal y la búsqueda, quizás de sí misma que debe llevar a cabo.
Ese personalismo de la historia nos lleva a que la carga de la misma sea interesante o no en función de lo que el personaje principal siente y padece. Y a veces resulta exagerada porque existe un exceso de simpatía por parte del personaje. Si bien es cierto que por ejemplo para Hume el sentir con otro es el origen de la moral, sin embargo, ese sentimiento del otro y con el otro no se puede llevar al paroxismo, de lo contrario se confunde con la compasión.
Siempre nos quedará la duda de si quien ayuda no se está ayudando realmente a sí mismo a encontrarse, eso que se llama retorno tiene muchas caras.
No obstante, ninguno de estos peros puede arruinar una película bien construida en la que la elección del guion pasa por convertir en heroína a quien ha decidido privarse de muchas cosas para poder sentir con la gente.
¿Hubiera sido más fácil haber optado por una postura menos de primer plano y fijarse en el trabajo y en lo que rodea a la protagonista en aquel país?, quizás más atractivo porque el personaje definido aparece como ya visto y bastante previsto, a pesar de que pueda ser verdad, pero también es cierto que la riqueza de los matices que la rodean en el film nos dan un gran sabor de boca.
En todo caso las historias son de quienes las cuentan y de las palabras que eligen al contarlas e Icíar Bollaín ha elegido estas y no otras, quizás para dejar muy claro que lo importante que hay que contar es acerca de la búsqueda más que de los resultados.
En ese camino tiene una importancia especial, debido al peso del personaje, la actriz Verónica Echegui que es capaz de dotar al personaje de credibilidad y que con ese aire Natali Portman ofrece la fragilidad necesaria para conmover, aunque también es cierto que en los momentos más sentimentales ofrece sus peores registros.
La banda sonora de Pascal Gaigne ofrece, como siempre calidad, la fotografía y el gusto de la cámara suman mucho al total general.
En definitiva, una película interesante, con voz propia y que merece la pena para seguir caminando en busca de nosotros mismos.
Es fundamental verla, como siempre en versión original, la versión doblada destroza la película
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Una identidad
Buena pero no excelente. No es “También la lluvia” pero Iciar Bollaín pone una mirada sensible a un tema bastante complejo: la educación y, sobre todo, en una sociedad oriental. Aunque la película, profunda en los temas y compleja con algunos personajes, peca de algunas simplezas en la forma. Es un largometraje de una sociedad oriental contada por occidentales aunque claro, cuenta la vida de Laia, una catalana, que quiere ayudar en Nepal desde la enseñanza (estamos en su visión). Gran retrato de contradicciones por nuestra parte y por parte de la sociedad oriental (que podría ser un reflejo de las sociedades empobrecidas aunque contextualizada en Nepal).
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Una história basada en una falsa realidad
Sólo es necesario leer la sinopsis de la película para saber que lo que se cuenta en ella está muy alejado de la realidad que envuelve la verdadera historia de Victoria Subirana, una astuta maestra que a gracias a engaños y fraudes a la Universidad de Vic construyo una escuela privada en Katmandú para la élite de la ciudad. Es grave que exista tan poca decencia y ética en estos días, pero más grave es que se hagan películas "basadas" en un sin fin de mentiras.
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10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Seas gitana o seas paya, cómo mola el Himalaya
Hubo un tiempo en el que Icíar Bollaín hacía películas en español sobre gente que vivía en España y que tenía problemas con los que cualquier ciudadano español en un momento dado podía identificarse. Y estaba bien porque la inmensa mayoría de su clientela, de hecho, era española. Pero eso fue antes de que Icíar decidiera que los pueblos indígenas son más interesantes para contar historias. Y ya van dos pelis en las que:

1. Se dedica a relatarnos con profusión de detalles sus costumbres ancestrales, muy interesantes para hacer un documental pero no para hacer cine en plan "guiri que va de turismo y flipa".

2. Nos muestra sus exóticas vestimentas y sus peinados como lo más de lo más. Idem de lo mismo. Por qué no te pones un traje típico nepalí para los Goya y te dejas de demagogias baratas?

3. Mezcla a nuestros actores y actrices más guapos y estilosos con los suyos para que podamos comparar en cuanto a belleza, altura y elegancia natural. Curiosamente los nuestros salen más que favorecidos.

4. Monta un batiburrillo de lenguas muy sui generis y sus personajes hablan indistintamente en indígena, español, inglés, guatemalteco, etc... Pero en realidad no sabemos en qué idioma hablan porque a ratos los dobla (por cierto, peor imposible), a ratos los subtitula y a ratos simplemente pasa del tema, dando por sentado que nos da igual de lo que estén hablando y en qué idioma.

5. Le ha dado por el amor interracial. Se ve que desde "Flores de otro mundo" se quedó con la copla y está superentregada. Empiezo a pensar que para Bollaín emparejarse con un compatriota es arriesgarse a una dosis de "Te doy mis ojos"

Y no mola, Icíar. No mola esta trayectoria que has tomado, porque ni me interesan las historias que cuentas ni me las creo ni, para empezar, entiendo la mitad de las cosas que dicen tus personajes. Dudo incluso que las entiendas tú.

Por qué no te decides por un idioma? Y si hablan en nepalí o en guachinchinabo o en katmandunés, pues los doblas o los subtitulas, pero a todos. No me dobles a unos, me subtitules a otros y me dejes a dos velas cuando no consideras necesario ni lo uno ni lo otro. Y si decides doblar, jodeeeer, gástate la pasta en buenos actores de doblaje, hossstia!!!! O si no subtitula y acabamos antes.

Y sobre todo, están bien las flores de otro mundo, pero que éste es el tuyo, en el que vives. Por qué no vuelves a hacer cine sobre este mundo, que es el que mejor conoces y que además es el mundo que conoce la gente que va a verte? No sé, tía, es una idea. De hecho, lo hacías bastante bien.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
BUFFFF...
Después de regalarnos una maravilla de película como También la lluvia, en la que la labor de la directora se apreció y consideró por la mayoría de la crítica, Iciar Bollaín, irregular como ella sola hace una peli denuncia aburrida, tostón, previsible y sobre todo, carente de emoción, empatía e identidad propia. Llena de flashbacks mal contados, a pesar de los esfuerzos de su protagonista, con diferencia lo mejor de la cinta, el drama se torna coñazo y aburre pero mucho, mucho.
Lo mejor: Verónica Echegui, que parecía condenada a arrastrar el yosoylajuanismo en toda su carrera y para sorpresa de muchos entre los que me incluyo, se perfila como una buena actriz.
Lo peor: El resto.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Bollaín descubre que hay otras culturas
Películas como esta deberían venir con la misma advertencia que los medicamentos de leer el prospecto o consultar con el médico o farmacéutico. Estamos ante la típica adaptación al cine de una historia muy comercial, la de una señora, española y maestra, que en algún momento de los setenta u ochenta se fue a Nepal y ya fuese porque le gustara el ambiente, porque necesitara un cambio de vida, porque se sintiera en la obligación moral de ayudar a alfabetizar a la población local o por una mezcla de todo ello, decidió quedarse e iniciar allí una nueva vida. Las fechas del suceso, una época ajena a postureos y necesidades de autoafirmación, me hacen pensar que la historia de esa señora es honesta y actuó conforme a lo que le dijeron su corazón y su cabeza, nada que ver con lo que Bollaín nos ofrece en su adaptación.

“Katmandú: un espejo en el cielo” es superficial y está escrita y rodada con la mirada de alguien fácilmente impresionable que descubre la pobreza al leer un libro, la violencia al ver un reportaje de Informe Semanal o la tragedia al escuchar una entrevista en la SER y siente la necesidad de compartirlo con el resto del mundo, como si el resto del mundo estuviese tan alejado de la realidad como ella. Y como Bollaín tiene medios para difundir su recién adquirida conciencia, lo hace en forma de una película en la que deja meridianamente claro que ha descubierto esa misma mañana que en los países del lejano oriente mucha gente no tiene agua corriente o varias familias comparten un baño. El día que ponga las noticias y vea lo que pasa en Kabul, le estallará la cabeza.

Su película es de una inocencia que roza el insulto. Al margen de la condescendencia con la que juzga los hábitos de vida nepalíes contrastándolos con los occidentales, como si la gente de Katmandú viviera en condiciones infrahumanas por no tener televisor o un Starbucks en cada calle, en lugar de valorar su forma de vida en base a su historia y tradiciones, Bollaín, a través del personaje protagonista de Echegi, se dedica a explicar a los nepalíes cómo deberían vivir para ser realmente felices. No les ayuda integrándose en su día a día y viendo qué pueden mejorar con los medios de que disponen, sino que les exige que se occidentalicen para resolver sus problemas. Para predicar con el ejemplo, se casa con un lugareño y le instruye en el feminismo y la igualdad, algo sobre lo que no tendría nada que objetar si la película quisiera ser un melodrama y no una visión supuestamente realista.

Hay que reconocer que Bollaín sabe dirigir, la puesta en escena es buena, la fotografía saca rendimiento a las localizaciones y la ambientación está lograda. También Echegui ha madurado mucho desde aquella olvidable Juani. Pero cuesta destacar algo de la película en el plano meramente cinematográfico porque su espíritu buenista se apodera de todo. Lo peor de todo es que, seguramente, Bollaín y gran parte de su equipo habrán vuelto del Himalaya pensando que han puesto su granito de arena para hacer de Nepal un sitio más diverso, inclusivo y democrático. Y se sentirán orgullosos de si mismos una buena temporada, hasta que lean algo sobre los corales que se mueren en Australia o sobre cárceles de Tailandia, les pegue la bajona e inicien una nueva cruzada.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Bastante Floja
Me gustan las películas basadas en hechos reales porque suelen tener un argumento interesante y, la mayoria de las veces, caen en manos de directores que te ponen los pelos de punta y sales del cine queriendo convertirte en superratón.
Lamentablemente, estoy de acuerdo con la crítica de Boyero. La película es tan predecible que casi adivinas lo que van a decir los personajes en cada momento. Es más, crees que todavía dirán algo más interesante que lo que al final dicen. El guión, es muy muy flojo.
Lástima que el doblaje sea pésimo (acostumbrados en España a tener de los mejores doblajes del mundo) porque a ella (como dijo un amigo) no te la crees ya desde el minuto cero de la película.
No me creo su papel y creo que tampoco ella se lo cree. No me emociona en ningún momento a pesar de ser un drama.
Venía ya como un 6,2 en Film Affinity curada de espanto sabiendo que no iba a ser muy buena, pero ha sobrepasado mis expectaivas siendo aún peor.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Sola contra todo
Si partimos de la base de que este ejemplo de españoles por el mundo (dicho sin ironía ni dobles intenciones), es un intento de alejarse de los lugares comunes del cine español, de aventurarse en un proyecto no exento de riesgo, de diferenciación en el panorama nacional; Katmandú es una película apreciable, por su diferencia, sus buenas intenciones y su dificultad de producción en el entorno del panorama patrio.

Pero el problema de Katmantú es que no difiere demasiado de productos hollywoodienses de turismo mundial, como Amar Peligrosamente (con Angelina Jolie), El Velo Pintado (con Naomi Watts y Edward Norton), Los Niños de Huang Shi (con Jonathan Rhys Meyers) o Diamante de Sangre (con Leonardo DiCaprio), películas todas ellas que en nuestro país se atacan y critican sin perdón, por la visión unilateral y turística que ofrecen de las culturas, los lugares y los conflictos que cuentan.

Esa visión superficial, de una historia que no lo es en absoluto, ocurre porque sus responsables están más interesados por emocionar a la audiencia que en dejarles emocionarse simplemente contando la vida de su protagonista. Cada quiebro dramático o situación con facilidad para impresionar, es reforzada sin ningún disimulo, dejando poco espacio para la imaginación o la reflexión. Nada ayuda un montaje precipitado y caprichoso, que hace del metraje algo muy previsible, y que no deja ir a sus personajes más allá del estereotipo; o la inclusión de un par de flashbacks metidos, y bastante mal, con calzador, que no confían en la labor de Verónica Echegui a la hora de definir su personaje.

Porque sí, lo mejor de Katmandú (al margen de su elaborada fotografía) es la labor de Echegui, que aporta una profundidad psicológica y emocional a una historia cuyo enfoque carece precisamente de eso. Su estudio, comprensión y detallismo de esta extraordinaria historia demuestra de nuevo el gran valor que es dentro del mundo de nuestro cine, y además consigue que Katmandú eleve su interés y emocione en los instantes en que el proyecto en sí no está por encima del personaje, una mujer abnegada y valiente buscando su lugar en el mundo, el verdadero corazón de esta gran historia.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Lunas rotas
Resulta todo tan falso, tan impostado en este “Katmandu..” que me pregunto si no habré sido demasiado benévolo con mi calificación final y el aprobado raspado por los pelos. Quizá sea porque en el fondo Iciar siempre me ha caído bien con esos aires de chica moderna y progre. Y aunque la conozco desde hace menos también a la Jua.. perdón a la Echegui también le tengo aprecio.

Quizá sea por la belleza natural de los paisajes nepalís. O porque en el film se cuentan pequeñas historias en las que sí se atisba algo de verdad y aparecen personajes cuyos dramas sí te puedes llegar a creer.

Sin embargo, la impresión general es la de que este espejo en el cielo del que nos habla Bollain tiene las lunas rotas. La madrileña dirige su peor película hasta la fecha. Como es habitual, ella misma se encarga del guión junto a su novio Paul Laverty, tradicional mano derecha de Ken Loach ( aunque quizá a él no le sentara muy bien lo de “derecha”) adaptando en esta ocasión una novela autobiográfica de una joven catalana que viajó al Nepal en la década de los 80 para trabajar en una escuela como profesora. En lugar de centrarse en la experiencia de su protagonista, Paul e Iciar aprovechan el viaje para denunciar las lamentables condiciones de vida en las que está instalado el país asiático desde hace siglos y sacar su vena más panfletaria, eso que tanto les pone del cine social. Ya hicieron la misma jugada cuando viajaron hace unos años a Bolivia a rodar “También la lluvia” y la verdad es que la cosa no les salió mal. Esta vez los resultados han sido menos brillantes.

Y es que la realidad nepalí se nos muestra a través de los ojos de una protagonista demasiado ingenua que parece que se ha caído de un guindo y no entiende –o mejor dicho no asimila- las injusticias que ve a su alrededor. También parece desproporcionado el idealismo del que hace gala y que le lleva al luchar ella solita contra los elementos para intentar cambiar todo desde dentro en una batalla demasiado quijotesca. Y aunque se nos dice que está basada en hechos reales y no dudes de que todavía haya gente con algo de ese idealismo sobre todo en esos lugares tan subdesarrollados, Bollaín nos presenta su película de una forma tal que cuesta creértela.

La Juan.. perdón, la Echegu sí hace un esfuerzo por resultar cercana al espectador y generar empatía. Y digo bien, esfuerzo porque en muchas ocasiones ni ella misma parece estar creyéndose al personaje que interpreta. No ayuda desde luego lo mal que está presentado éste a través de unos ridículos y maniqueos flasbacks que recrean su infancia y que tampoco es que aporten mucho a la trama.

Mención aparte merece la cuestión lingüística. Y esta vez no he tenido yo la culpa al elegir la –calamitosa- versión doblada. La tiene la propia Iciar empeñada en convertir su Katmandú en esa especie de Torre de Babel en la que todo el mundo habla pero nadie entiende.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
En una tierra lejana pueden algunos realizar su destino
Hay ciertas personas (turistas, intelectuales, artistas, religiosas…) que, un día cualquiera, sienten una irrefrenable motivación de quedarse (o irse a vivir) en una tierra lejana por la que, de pronto, se sienten profundamente atraídos. Las motivaciones suelen ser distintas: el magnetismo de aquella tierra, su gente, su cultura, las oportunidades laborales que ofrecen, una persona especial… o el sentimiento humanitario de que hay mucho por hacer allí y es posible aportar un nuevo esfuerzo con propósitos transformadores.

Este pudo ser el sentimiento de la española Victoria Subirana (Girona, 1959), una maestra atraída por los libros espirituales, quien, tras haber leído a escritores como Hermann Hesse (“Siddharta”) y Lobsang Rampa (“El tercer ojo”), un día de 1988 decidió viajar a Nepal, y al conocer los graves problemas por los que pasaban los niños: miseria, sometimiento a absurdas tradiciones, exclusión, trata de blancas… y analfabetismo que entonces rayaba en el 80%, decidió quedarse porque sintió, en lo más profundo de su alma, que allí podía ser más útil que en su propia tierra. ¿Intromisión, sabiendo que en su país algunos de estos problemas, aunque en menor grado, también existen? No. Es la fuerza del destino que a veces nos depara otro espacio, otra gente y otra misión. A fin de cuentas, la tierra es una sola y es el hogar de todos los humanos.

Se dice, y no es extraño, que su autobiografía “Una maestra en Katmandú”, hizo roncha en el gobierno de Nepal y las fuerzas oscuras no hicieron esperar sus amenazas. Y no sería raro que, la adaptación cinematográfica del libro –aunque bastante libre-, agite otro tanto las bases políticas de aquella nación tan rezagada. Al lograr esto y dejar al descubierto ante el mundo los graves problemas sociales de aquel país asiático, será bastante el mérito de este filme si, en su sencillez técnica, argumental y actoral, consigue alcanzar su propósito de acercarnos a una cultura para muchos totalmente ignorada y que quizás esté pidiendo a gritos ayuda del mundo para conseguir el cambio.

Nepal fue una monarquía hasta 1991, año en el que, por primera vez en su historia, se realizó una elección democrática. La belleza de sus tierras y de su histórica capital Katmandú, hacen al país muy apetecido por los turistas y tras esto se aviene entonces la prostitución, el vicio y otras vergüenzas sociales. Con su película, “KATMANDÚ UN ESPEJO EN EL CIELO”, la española Icíar Bollaín, se duele de todo esto, pero sobre todo, se le nota su seria preocupación por los niños y las mujeres que, en una sociedad profundamente machista y anclada en rancias tradiciones, siempre están llevando la peor parte.

Faltaron algunas cosas (más elaboración dramática, fluidez narrativa, mejor composición de planos, mayor presencia actoral…), pero aún así, el filme logra su propósito socio-político, y es posible encontrar en él una creíble y muy válida intencionalidad. Y en este sentido es un filme necesario.
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4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Es una buena película, pero...... esperaba más.
Sigo con dedicación la obra como directora de Iciar Bollaín que me parece muy buena, llegando al sumum en su penúltimo trabajo “También la lluvia” a la que califiqué con un 9 por parecerme una de las películas más valientes, más originales y mejor tratadas de todo el cine español actual.
Recibí con agrado la noticia del estreno de “Katmandú, un espejo en el cielo”, primero por tratarse de una obra de Icíar Bollaín y luego porque familiares cercanos habían conocido personalmente a Victoria Subirana en Katmandú, me hablaban de la interesantísima misión de Vicky en aquel país, y, aunque no leí su novela, era conocedor de su vida, la que inspiró a Bollaín para hacer esta película. A todo eso hay que añadir lo interesante que puede resultar tratar en cine el choque de 2 culturas lejanas entre sí, las diferencias de las castas, las desigualdades sociales, las imágenes de tierras lejanas, los retratos de otras gentes, el siempre protagonista amor y la defensa de la cultura y la educación por encima incluso de la lucha por la supervivencia.
Con los ingredientes citados en el párrafo anterior me disponía a ver otra obra maestra, pero no, la película no es mala, es muy interesante, y sin embargo no atrapa, la protagonista Verónica Echegui está sublime, las imágenes cumplen lo esperado, pero quizás el tempo, los diálogos, en fin, hay algo que no dejar fluir libremente la historia.
Me pregunto por qué una directora que presentaba una película cada 3 ó 4 años, de repente presenta 2 en un año, y ambas desde países lejanos, Bolivia y Nepal, y ambas con aspiraciones, ¿acaso la segunda está hecha con demasiada prisa sin reparar en detalles?.
El caso es que la realidad no satisfizo mis expectativas y, sin llegar al despectivo y poco afortunado comentario que escuché a la salida de la sala comparando esta película con un programa de “españoles en el mundo”, he de decir que no me impactó, aunque no por eso es una mala película ni procede descalificarla, ni mucho menos.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
A veces el cine español sorprende
Hace poco más de un año asistí a otra película en la línea de "Katmandú, un espejo en el cielo": "Come, reza, ama", protagonizada por la hiperfamosa Julia Roberts encarnando a Liz Gilbert, la inquieta escritora estadounidense que se fue a "hacer las Indias" en busca de sí misma. Aquí, salvo Penélope Cruz, no tenemos actrices comparables a la Roberts en proyección internacional. Tampoco hay presupuestos millonarios al nivel de la película de Ryan Murphy. Sin embargo, creo que nuestra película, esta que acabo de ver ayer mismo dirigida por Icíar Bollaín y protagonizada por Verónica Echegui, poco tiene que envidiar a la otra. Sé que, a pesar de compartir algunos escenarios, fondos, ambientes, son dos películas distintas, pero también tienen nexos comunes. La búsqueda espiritual, la necesidad de dar un giro a la propia vida, el hecho de que la protagonista sea una mujer, y el descubrimiento del Amor, con mayúscula, lo son. Para mí, tal vez por el hecho de ser española, es más veraz "Katmandú". Me llega más, me transmite un mensaje que comprendo -y comparto- de una forma más directa. Han dicho por aquí algunos críticos, algunos profesionales, que la película no tiene sorpresas, que es previsible, y yo pregunto: ¿qué film no lo es? Todo está tan visto que es prácticamente imposible sorprenderse. Y esto sucede en cualquier campo artístico. Dejemos el mérito, pues, a la forma de expresión, al cómo cuenta el director, secundado por su equipo de guionistas, técnicos, actores, músicos, aquello que, pese a ser archisabido, nos sigue emocionando.

Así que rompo una lanza por esta pequeña película tan bien contada, con unos actores tan buenos y naturales, con unos escenarios tan magníficos y bien filmados como son los del Nepal, y que en menos de dos horas cuenta miles de experiencias.

La película me ha gustado. Es tierna, sencilla, directa y tiene varios mensajes importantes. No nos calentemos las meninges. Hay que amar lo propio cuando lo propio tiene dignidad y arte. Si pagamos ocho euros por ver a la Roberts, paguemos, desde la convicción más profunda, los ocho euros que cuesta ver una española buena. Aunque dure menos semanas en cartelera.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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Comprometida y fiel a un estilo, pero vacía de contenido
Estamos ante una historia real, un auténtico drama cargado de la denuncia propia de estos proyectos, y del ejercicio propio de mirar al mundo con la mente abierta y con el corazón rasgado, para poner de manifiesto, una vez más, la desigualdad, la injusticia de la misma, y cómo la voluntad de algunas personas y sus esfuerzos, por pequeños que parezcan ante la inmensidad del mundo, consiguen cambiar las cosas. Cambiar la vida de decenas, cientos, miles de personas... haciendo que el mundo sea algo mejor y algo más justo. Loable labor. Impresionante esfuerzo, Admirable y santificable dedicación.
Puesto de manifiesto el hecho en sí, la raíz de la cinta, Icíar Bollaín nos presenta este drama humano contado desde la sencillez, desde la mirada humana...pero ahí se queda todo. Es lo que podemos destacar, junto con la correcta ejecución técnica (salvo algunas catástrofes en el montaje) y la calidad y hermosura de las montañas de Nepal. Pero no nos ofrece nada más. Por momentos nos sentimos inmersos en el capítulo un millón de españolitos por el mundo, sin el glamour y los adornos televisivos de los programas de ese patrón, sea cual sea el gentilicio que acompañe a "...por el mundo": españoles, madrileños o carabancheleros.
Ciñéndose al corsé de la historia real, no entendemos muy bien los continuos flashbacks al pasado de la protagonista, concretamente a dos etapas previas de su vida: a su infancia y a lo que parece un anterior matrimonio. Ni los justificamos, ni le vemos cabida en la cinta y desde luego no los entendemos. No sabemos muy bien que aportan y ni siquiera nos parecen claros.
Es bastante previsible y tienes la sensación de que sabes qué va a pasar antes de que pase, lo que, unido al hecho de que se te está haciendo larga en exceso, consigue aburrirte en el cine.
La interpretación de Verónica Echegui (La Juani) tampoco nos resulta convincente, si bien se le notan cada vez más hechuras de actriz y un mayor aplomo delante de la cámara.
No podemos aprobarla, ni recomendarla. Sólo salvamos la bello de los parajes naturales y esas imágenes de la portentosa cordillera asiática, dorsal helada del mundo.
Nota general: 2,5 sobre 10.
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