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113 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Una de las obras más reconocidas y densas de los hermanos Coen
Film independiente, cuarto de los hermanos Coen. Se rodó en los estudios Culver, City Hall y LA (California), con un presupuesto de 9 M dólares. Nominado a 3 Oscar, ganó en Cannes 3 premios (Palma de oro, director y actor).

La acción tiene lugar en NYC y en LA, en 1941, época dorada del cine americano. Narra la historia de Barton Fink (John Turturro), autor teatral de cierto éxito en Broadway, reclamado como guionista de películas B por un estudio de Hollywood. Empeñado en escribir obras que reflejen el alma del ciudadano medio, recibe el encargo de elaborar un guión sobre la vida del púgil de lucha libre Wallace Berry. Alojado en una habitación del hotel Earle, viejo y sombrío, cae en un estado de colapso creativo que le sume en la postración y desmoralización. A esto se añaden ruídos extraños, las visitas intempestivas del huésped de la habitación contigua, Charlie Meadows (John Goodman), la falta de apoyo del realizador Ben Geisler (Tony Shalhoub), los desoladores consejos del veterano guionista W.P. Mayhew (John Mahoney), la retórica hueca del presidente de Capitol Pictures, Jack Lipnick (Michael Lerner) y la visita de dos agentes de policía que investigan los crímenes de Karl Mundt, "Mundt el loco".

La película parodia el mundo de Hollywood, poblado de directivos fatuos e incompetentes; realizadores sin ideas; muchos más guionistas de los necesarios; el alcoholismo como respueta a la frustración; la búsqueda obsesiva del éxito de público; la reiteración de temas y argumentos tópicos. En un nivel más profundo se explica el papel del buen guionista ("que trabaja con dolor, sacando a la superficie verdades ocultas de la vida"). En un tercer nivel se critica con sorna el antisemitismo, el militarismo, la fuerza bruta, las burlas del trabajo intelectual, la violencia doméstica. Mediante símbolos se explica el desmoronamiento interior de Barton (papel de la pared, cola derretida), el coito de Barton y Audrey (lavamanos), el alcoholismo a la romana (urinario), las masturbaciones de Barton (manchas del muro), la mente en blanco de Barton (gafas sobre almohada) y la presencia de la locura asesina (incendio dantesco). Destacan los ambientes sórdidos y opresivos, reforzados con la presencia de elementos perturbadores, como el vuelo invisible del mosquito, mosquitos necrófilos, paquetes misteriosos, llamas que no consumen lo que queman, timbres de sonido interminable.

La música ofrece composiciones sutiles y pausadas, con abundantes solos, que evocan sentimientos del protagonista. La fotografía se apoya en encuadres muy cuidados, movimientos de cámara sorprendentes, planos picados y "travellings" cenitales, preferencia por la geometría y por los marrones, grises y dorados. El guión contiene diálogos de dobles y triples intenciones, con toques de humor negro y macabro. La interpretación de Turturro, premiada en Cannes, es excelente y es brillante la de Goodman.

Densa y compleja, es una de las obras más reconocidas y estimadas de los Coen.
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311 de 360 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Con cara de gilipollas
"Barton Fink" es una enrevesadísima historia solo apta para "gafapastas" de pura cepa, pseudointelectuales amaestrados y fervientes aduladores de los hermanísimos Coen. Si bien "Sangre fácil", "Muerte entre las flores" y "Fargo" pueden catalogarse con total merecimiento como verdaderas obras maestras -de culto diría yo-, "Barton Fink" expele cierto tufillo a tomadura de pelo. No sé, tal vez me equivoque. Es más: quisiera equivocarme, rectificar y así coincidir sin ruborizarme con las valoraciones de cinéfilos de tomo y lomo como Miquel, Listo Entertainment o Bloomsday, que la tienen allá arriba, en los altares. Os prometo volver a verla más adelante, pienso darle una segunda oportunidad. Sin embargo, a día de hoy y consciente de mi insolencia y/o necedad, la película de los Coen me parece pretenciosa, tramposa, defraudadora y deliberadamente caótica.

¿ Por qué ? Porque partiendo de un sustrato argumental absolutamente prometedor e interesante ( los entresijos del proceso creativo, el pánico al fracaso ), los Coen acaban cebando su vástago con excesivas metáforas, alegorías y lecturas paralelas que no hacen más que sembrar el desconcierto, zancadillear el ritmo narrativo e impedir que la comunión espectador-película llegue a buen puerto.

Aún así, reconozco y valoro muy positivamente las impecables interpretaciones de Turturro y Goodman, así como la meticulosa escenografía "made in Coen" y ese humor negro, negrísimo, casi surrealista, que compensa ampliamente otras deficiencias. Sin embargo, y eso es lo que me mosquea, todo ello no logra mitigar la desagradable sensación de imaginar la cara de gilipollas que a un servidor se le quedó al término de visionar esta película.

Acato solemnemente la correspondiente pérdida de puntos de mi carnet de cinéfilo y espero redimirme de mi herejía tragándome en sesión contínua y de una sola tacada "Persona", "Solaris" e "Inland Empire" y si ello no es suficiente, me comprometo a servir cafés todos los domingos por la tarde sin cobrar ni un solo euro en la sede del CROF.
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276 de 389 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Tell tale heart
Barton Fink, una obra maestra que incomprensiblemente se ha diluido entre la gran cantidad de basura del cine contemporáneo. A pesar de su éxito en la crítica, inexplicablemente es muy difícil estos días encontrar esta fabulosa película de los hermanos Coen, que muestra a John Goodman en una de sus mejores interpretaciones.

Hablar de Barton Fink no es fácil, quizá por tratarse de una de las películas más estrambóticas de los hermanos. Y es que esta vez nos encontramos con un argumento que en un inicio parece sencillo, pero que se complica a medida que avanzamos en la historia: en un principio, se nos presentará a Barton Fink, un dramaturgo que probará suerte en el cine con un guión sobre el mundo de la lucha libre. En su camino se cruzan los clásicos personajes estrambóticos de los Coen, divertidos todos ellos: desde un megalómano e hiperactivo jefe de unos estudios a un escritor fracasado y borracho. Por supuesto, un argumento que en un inicio se presenta arrancando de forma algo lenta tomará forma tras un impactante giro de guión que hará que lo que al principio parecía una película decente de neonoir se transforme en una locura espectacular al nivel del mismísimo David Lynch. Entonces lucen realmente unas interpretaciones excelentes, una fotografía ejemplar, un ambiente claustrofóbico y decadente, y un oscurísimo sentido del humor inigualable.

Siendo su único defecto un arranque un tanto lento, Barton Fink logra captar la atención de forma sublime hacia la mitad del film, donde ocurre un espectacular crescendo hasta llegar a uno de los finales mejor pensados de la historia del cine, donde el sentido se diluye hasta el clímax final, que presenta en el último plano del film (literalmente) un impresionante golpe de efecto, en una escena que combina la sorpresa con la locura y el humor, dejándonos desconcertados en nuestro sillón, con una expresión de placentera incertidumbre. Imprescindible y merecerdora de los galardones concedidos.
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112 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No la entiendo
Decepcionado tras el visionado de esta película, me he decidido a escribir esta mi primera crítica, para que aquellos que ven el cine como yo tengan otro punto de vista de esta película.

La ví hace unos días seducido por sus magníficas críticas, tanto de la especializada como la de los usuarios de este web. Me encanta el cine, pero he de decir que no soy un cinéfilo empedernido, de estos que se fijan hasta en el último detalle, para mí lo más importante de una película es su guión y doy menos importancia a aspectos como encuadres, luz, fotografía, etc.

Concretando en la película, la ambientación, así como las interpretaciones me parecen magníficas, pero a partir de ahi nada más. Me resultó extremadamente lenta, con un guión para cinéfilos pseudointelectualoides (con perdón), que o bien no entendí (seré demasiado tonto) o me pareció bastante absurdo. No creo que merezca la pena ver 2 horas de una película para quedarte con pequeños momentos interesantes.

Desde luego se trata de una película para un público muy especilizado y particular.
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165 de 259 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ensayo de plagio en la playa
Cuando Barton Fink salió una noche de entre bastidores, después de un desasosegante estreno, se encontró en el escenario, enfundado en un esmoquin y convertido en un monstruoso autor de éxito. “Pero, ¿qué me ha sucedido?”, pensó. No era ningún sueño. “¡El autor, el autor!”, había gritado extasiado el público, que ahora, a sus pies, también en esmoquin y traje de noche, pataleaba y aplaudía, rendido a su condición de nueva y poderosa voz del teatro americano.

Barton, sin embargo, era un artista insobornable, inmune a los halagos y consagrado en cuerpo y alma al arte. Escribir para el pueblo, ésa era su misión. El éxito no se lo otorgarían los elogios de ningún pedante y anticuado criticuelo; el éxito había que buscarlo en el latido unánime del hombre de la calle. Con esa única idea en mente aceptó el sacrificio de escribir un guión en Hollywood y se instaló entre las cuatro paredes de una habitación en el hotel Earle de Los Angeles.

Presidiendo la habitación, no lejos de la mesa sobre la cual había dejado su máquina de escribir Underwood, colgaba una hermosa y sugerente imagen, en la cual una joven en bañador, sentada en la playa de espaldas al espectador, observaba fijamente el horizonte, usando su mano derecha a modo de visera.

A través de paredes y techos, desde detrás de puertas cerradas, Barton podía escuchar al hombre del pueblo. Le oía llorar y gemir, suspirar, vomitar y gritar. Cuando abría la puerta, sin embargo, y hablaba con él, dejaba de escucharlo por completo. Por alguna extraña razón, Barton Fink, en presencia del hombre corriente, no hacía sino hablar y hablar de las inquietudes y problemas de su interlocutor, y sus oídos, entonces, sólo eran capaces de escuchar su propia voz. El hombre del pueblo era, para Barton, un sonido ahogado por las cuatro paredes de su cuarto. En una de sus paredes, la chica, sentada de espaldas a él, seguía buscando algo en el horizonte.

En busca de la inspiración, Barton, entre sus cuatro paredes, se sentaba ante su Underwood, atrapado en un callejón entre los gritos de los vendedores de pescado y la imponente silueta de un luchador en mallas. Su habitación era su reino, y nadie, ni siquiera las musas, podía entrar en él. Barton, perdida toda esperanza de ser la voz de la calle, se encontraba al borde de la rendición.

Por suerte, ahí estaba el hombre corriente para arrancar a las musas de donde estaban y cruzar con ellas la puerta de Fink. Los dedos de Barton volaron como llamas sobre las teclas. La voz del hombre del pueblo le llegaba alta y clara por encima del fuego. Un mosquito muerto yacía sobre las sábanas sangrientas. Rotas las puertas y hundidos los techos, Barton Fink dejó, al fin, de ser un turista con una máquina de escribir. Aquel sería su infierno. Allí viviría desde entonces.

De la imagen de la pared emergió un ruido sordo. Era el mar. Barton se acercó a la pared y sintió el calor del sol, la arena ardiente bajo sus pies. Se sentó en la playa. La chica se dio la vuelta.

Sí, era ella.
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63 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Para que alguien te la explique
Es una película con algunos planos muy buenos e inquietantes, como los interiores del hotel, y toques de humor bastante buenos, por ejemplo los policías, pero lo que es la historia con todo el simbolismo que tiene detrás, a mí se me hizo incomprensible. No sabía si lo que sucedía era real o el personaje estaba soñando ni cual era su significado.
Una vez que te lo explican (como han hecho bastante acertadamente en alguna de las críticas de esta sección) pues bueno, te puede parecer interesante o una obra maestra, pero para mí la gracia de ver una película es disfrutar mientras la estoy viendo.
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69 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Barton Fink
Impresionante película a la que le falta muy poco para ser perfecta. Los Coen, al estilo de películas como ·Adaptation·, se involucran en el proceso creativo del autor enfrentado a la página en blanco. La angustia de la creación, el dolor como motor del arte, la bilis puesta en palabras. El resultado: metacine de alta calidad.

Nos encontramos ante una historia enfermiza, desquiciante, sucia. ¿Cuántas sesiones de Lynch se pegaron los Coen antes de hacer esta película? Ante nuestros ojos se despliegan un sinfín de freaks, a cual más excéntrico e inquietante. Tenemos esos largos pasillos, que hemos visto en muchas realizaciones de Lynch. Tenemos ese hotel absolutamente vacío en el que parece vivir sólo el protagonista y su compañero (descontando esos desquiciantes sonidos que se transmiten por las tuberías). Tenemos esa simbología onírica del cuadro del mar en la pared, del papel que se despega, del pegamento derritiéndose...

Tenemos a un Turturro que encaja como un guante a su personaje. Tenemos a un Goodman terrorífico. Tenemos un guión alucinante.

El problema que le veo es su acto final. Demasiado pasado de rosca; la sutil ingeniería de metáforas visuales de la película termina por reventar con ese baile de la marina y ese pasillo en llamas: el abuso del exceso como clímax de la película.

En definitiva, una película maravillosa aunque a buen seguro no para "todos los públicos". Creo que es la que más me gusta de los Coen (Fargo también se las traía).
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52 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La soledad del escritor
Cuando en 1983 los Coen realizaron su debut, obtuvieron una de las mejores obras maestras del cine independiente norteamericano, una película que se retorcía, que poseía una atmosfera brutal, unas interpretaciones adecuadas a lo que se podía demandar y una historia que dejaba al espectador tumbado, hipnotizado, extenuado tras aquella increíble película y a la que, seguramente, el tiempo pondrá en su lugar.
Tras años y años topándome con el cine de estos irrepetibles genios, no había hallado las características de "Blood simple" en ninguno de sus otros films, es decir, unos eran gamberros, otros irónicos, otros descacharrantes, pero de todos ellos, ni uno había logrado lo que consiguieron en su primera cinta: Agrupar una formidable atmósfera, un relato contundente, convulsionante, atrevido y darle una forma tan propia como personal.

De todos modos, lo mejor de todo, es que "Barton Fink" no se queda ahí, sino que también traspasa ese umbral y arranca dos apoteósicas interpretaciones por parte de dos genios infravalorados como Goodman y Turturro, el primero está impresionante, posee un vigor y una entereza casi únicos, mientras el segundo, tímido en un principio, alcanza sus mejores cotas cuando interpreta a ese tipo desahuciado que, de repente, empieza a confiar en si mismo, araña su propia cumbre, se eleva, se vanagloria de su propio esfuerzo, hasta que... vuelve al mundo real.

Todo eso, sin contar que esta colosal obra, además de todo ello, posee mucho más contenido, y el que diga que sencillamente es una crítica contra el método Hollywoodiense, contra todos esos productores y encargados que sólo buscan lucrarse, que nunca arriesgan y que van a lo que van: Llenarse los bolsillos, es que sólo se está quedando con el cascarón, con la fachada, y está desechando lo mejor de todo, la yema y la clara.
¿Todo ello por qué? Pues porque "Barton Fink" también nos habla sobre nuestra mediocridad, pero no sólo sobre la mediocridad del tipo de a pie, sino sobre la que se halla dentro de cualquier persona, del rico productor, o del que está en una esquina vendiendo cupones, da igual la distinción que podamos poseer, en el fondo todos estamos hechos de la misma pasta y lo que nos distingue de los demás es nuestro ingenio creativo, estemos en lo más alto o en lo más bajo.
No olvidan tampoco, aprovechando las cualidades del protagonista, un tipo con principios, retratar la baja catadura de aquel que, por estar en la cumbre, se cree con el derecho a tratar a cualquier otro ser con desconsideración, pensando que todo gira a su alrededor, como si los demás tuviesen que asentir ante todo lo que dice y hace..

Todo ello, está culminado con uno de esos finales.. que logran un auténtico holocausto en la mente del espectador, incomodidad, desazón, nervio, incertidumbre y un montón de sensaciones que se agolpan en la cabeza, te la martillean y te clavan en ella un sello que dice "Gracias Coen, por otra bendita obra maestra".
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45 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Injustamente desconocida
Gran película, presenta una dirección preciosista y sublime con una dirección de cámara casi perfecta, fotografía, originalidad argumental, actuaciones, en fin, los hermanos Cohen logran un film digno de ser considerado una joya cinematográfica.
Es un film independiente, de categoría indeterminada ya que presenta escenas de comedia, terror, suspenso, drama. Nos da varias alusiones a temas diversos como ser bíblicos, racismo, grandes películas, escritores famosos, y otros que obligan al espectador a estar atento y pendiente para no perder detalle alguno.
Dr.Juventus
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27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Carton Pink
Asi le llamaba yo a este film, ante de entenderlo. Recuerdo que pensaba en sus "incongruencias" y reía, a carcajadas entre amigos. Pero esto fue hasta que compendí. Viejo, el problema de esta película es que hay más de dos narraciones al mismo tiempo!! Para los que están más en el tema: me refiero a que en cada uno de los planos se cuenta más de una cosa.
En definitiva: Inclasificable.
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40 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Guía del guionista
Aunque el mensaje es demasiado elíptico, viene a ser como una guía para guionistas. Barton es un personaje que tiene una idea preconcebida del mundo que plasma en sus obras. Sin comerlo ni beberlo se encuentra inmerso en una serie de hechos que sobrepasan la imaginación más desquiciada. Viene a decir que un escritor ha de tener los ojos y la mente abierta y que la realidad en muchos casos supera a la ficción. Además el detalle de la postal viene a legitimar el "Deus ex machina" como algo valido que puede darse incluso en la realidad. Bueno o eso creo yo...
Resulta demasiado chocante la gran diferencia entre los personajes principales que son reales aunque extraños y los secundarios que son demasiado surrealistas e histriónicos (como por ejemplo el productor o los policias que son simplemente increíbles). Los segundos recuerdan por momentos a la película delicatessen. No entiendo a que responde esta dicotomía.
Esta película es en buena medida un ejercicio de estilo y al final divaga hacia el surrealismo.
El histrionismo de los personajes cuaja mejor en la película "El gran Lebowsky" en la que aparentemente son todos muy extraños pero finalmente resultan muy mundanos y comprensibles...en ésta no.
La verdad que siendo buena o por lo menos eficaz a mi no me ha gustado demasiado.
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30 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Barton Fink (1991)
Cuarto film de los hermanos Coen, estrenado en 1991, fue unánimemente aclamado por la crítica llegando a ganar los tres premios más importantes del Festival de Cannes de la edición de aquel año: los galardones a Mejor Director, Mejor Actor y la Palma de Oro a la mejor película. Barton Fink es una película algo inclasificable que puede ser contemplada con diferentes lecturas pero que yo solo analizaré en el sentido del entretenimiento puro.

Barton Fink (John Turturro) es un dramaturgo que triunfa en Nueva York con su nueva obra, y que acepta el encargo de escribir su primer guión para una película en Hollywood que producirá Jack Lipnick (Michael Lerner). Fink se aloja en el hotel Earle, donde sufrirá una crisis creativa que le impide escribir, que tratará de solucionar pidiéndole consejo a un escritor alcohólico (John Mahoney) y tomando copas con el residente de la habitación de al lado, un vendedor de seguros pasado de peso (John Goodman).

Siempre que me pongo a ver una película de los hermanos Coen lo hago con las expectativas de que voy a ver una gran película y la mayor parte de las ocasiones acabo con la sensación de decepción, con Barton Fink no ha sido diferente la experiencia. A ver, en las dos horas de metraje hay sobradas muestras de que tras ella hay dos grandes cineastas: mucho plano imposible, movimiento de cámara con significado, una ambientación y atmósfera opresivas, mucho retrato de personaje, referencias a otros directores... pero me ha faltado lo realmente importante: que me cuenten una historia, sobre todo que me la cuenten sin dejar cabos sueltos, que en realidad son todos aquellos que hacen que el largometraje mantenga el interés (el papel de la pared que se despega, el retrato de la mujer en la pared, el interior de la caja) porque la trama principal resulta tediosa y solo despierta cuando llega su tercio final, con un giro dramático que parece pertenecer a otra película que hasta entonces no hemos visto. Haciendo una comparación fácil, diré que Barton Fink comparte rasgos con la posterior Carretera Perdida cambiando la fascinación que produce el film de David Lynch por sopor.

Es una pena, porque la factura técnica y artística de la película es impecable, destacando la dirección artística (el diseño del hotel es aterrador) que es bien captada por la fotografía del habitual de los Coen, Roger Deakins, bien secundada por la música de otro colaborador habitual como es Carter Burwell y el vestuario, que encaja perfectamente con el 1941 que recrea el largometraje. De hecho, en dos de estos apartados (Dirección de Arte y Vestuario) fue nominada al Oscar.

En el reparto pues una serie de interpretes en estado de gracia como es normal en las películas de los Coen, que suelen ser buenos directores de actores, un afectado John Turturro, un grande en todos los sentidos John Goodman (el protagonista de los mejores momentos del film), un hasta este film ignorado por mí como Michael Lerner, nominado al Oscar por su interpretación. A ellos sumarle la aportación en papeles de reparto de John Mahoney, Judy Davis, Tony Shaloub, Jon Polito y un Steve Buscemi en su tónica habitual, sin que ninguno de ellos desentone.

Una obra cumbre de los Coen alabada hasta la extenuación, que a mí me ha parecido sobrevalorada en exceso, pese a que en más de un apartado borda la perfección, pero de nada sirve que el envoltorio sea perfecto si en la historia, más allá de en la idea inicial no encontramos nada que nos enganche a excepción de los misterios que la película deja sin resolver. Misterios sobre los que no he profundizado en la reseña porque hay multitud de otras páginas web, blogs o la misma Wikipedia que dan respuestas, opiniones y simbolismos varios al respecto y que os pueden servir de ayuda (o no). Personalmente, una vez acabo el visionado de una película no me apetece ponerme a buscar el significado de lo que he visto, prefiero quedarme con la sensación que me ha dejado, en el caso de Barton Fink una sensación negativa e incompleta.
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23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El mayor logro de los Coen
Esta es, sin duda, la obra de mayor calado de los hermanos Coen, que logran trascender su cine sirviéndose de sus propias señas de identidad; a saber, una eficaz puesta en escena, un humor perspicaz y servil y una trama argumental resultona. Pero esta vez la película alcanza la auténtica dimensión de entidad, de vida en si misma, descubriendo una auténtica metáfora del proceso creativo.

Tras más de una hora de metraje se produce un importante punto de inflexión donde lo visto hasta ese momento zozobra con un violento cambio de ritmo que lo sacude todo con alevosía. Se produce casi un cambio de registro que nos conduce de forma subliminal hacia un itinerario de la propia creación, con absurdos, coincidencias, encuentros, desencuentros, desengaños, inspiración y, sobre todo, angustia.

Cierto es que los Coen se sirven esencialmente de giros y trampas argumentales baratas, pero por momentos logran acertar con el difícil proceso de desencajarlo todo, romper la baraja y conseguir, con sensaciones, definir lo indefinible. Cabe destacar la gran actuación de John Turturro (y la intensidad de su personaje) y algunas escenas alegóricas totalmente sembradas, como la del productor enfundado en el uniforme militar o el propio Turturro bramando fuera de si en medio del baile y plasmando la incomprensión del creador.

Por cierto, Barton Fink fue la gran triunfadora del festival de Cannes del 91, derrotando a un Lars von Trier que, según cuentan las crónicas, se enfadó y la emprendió contra el presidente del jurado, Roman Polanski. Fue un acto de total necedad y pedantería por parte del danés, ya que Barton Fink es netamente superior en alcance a su pretenciosa y tediosa ‘Europa’.
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48 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Con la picha hecha un lio... o no?
La película me ha sorprendido, y todavía no se si grata o nefastamente. Me había mentalizado para ver uno de los enredos de los hermanos Coen y he visto una visión surrealista de David Lynch (de acuerdo, quizá algo menos surrealista...). Al parecer, la película contenía numerosas alegorías y críticas sobre la cultura cinematográfica hollywoodiense que a mí personalmente, que no conozco ese mundillo, me han pasado completamente inadvertidos. Pero más allá de esos pequeños detalles que satisfacen a los cinéfilos meticulosos que se fijan hasta el último detalle, yo me he quedado con otra cosa. Quizá esté metiendo la gamba hasta el fondo, o quizá solo diga a gritos lo que todo el mundo ya sabe, estoy tan desconcertado que no sabría que decir; pero me parece que esta película tiene un mensaje oculto obvio. La primera hora, que a priori parece larga y aburrida, nos prepara concienzudamente para entenderlo todo al final. Un guionista del "modesto" mundo del teatro (modesto comparándolo con la competitividad del cine de Hollywood) pasa al mundo del cine y se bloquea. Desde el principio de la película se hace latente la inquietud del protagonista de llegar a algo que se le escapa de las manos. El ambiento sórdido y sobrecargado de la habitación, el molesto mosquito que atormenta todas las noches a Fink, los sutiles (pero molestos) ruidos que bloquean al escritor, la tozudez del presidente de la cinematográfica (de la cual se desprende también una severidad que asusta al escritor), la discordancia con el productor, etc. Al final, cuando el tiempo atropella a Fink irremediablemente, comienza el miedo, la desesperación y... los delirios...
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15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El arte de escribir, las miserias de Hollywood y el cine de Lynch
Barton Fink, interpretado magistralmente por John Turturro en una actuación digna de admiración, es un guionista reputado dentro del mundo del teatro. Es un romántico de la escritura, esa clase de tipo que no mide el éxito con criterios monetarios, sino que le da gran importancia al valor de sus obras, a la función que realiza complaciendo las inquietudes culturales de los que para él son su gran público: el proletario, el trabajador de a pie.

A regañadientes aceptará una oferta de un productor de Hollywood, cambiando su New York natural y el olor a pescado en las calles por un hotel cochambroso en la calurosa Los Angeles. Su trabajo, de encargo, será escribir un guión chapucero, rudo y patoso para una película de acción de serie B interpretada por un tal Wallace Dee. Encasquillado en tal, para él, antinatural oficio, tratará de concentrar su mente mientras busca cierta motivación intelectual en su vecino de habitación, un John Goodman soberbio.

Entre sus puntos fuertes encontramos las interpretaciones ya mencionadas, tanto de Turturro como de Goodman. También el humor negro que destilan expresiones tales como “el alcohol es el lubricante social”, o la vorágine interna del escritor y el calco de tono parodiante que los Coen le dedican a Hollywood y sus entresijos. Tiene en su contra la lentitud de su ritmo, el exceso en la minuciosidad, dando sensación de ser una obra angosta, difícil de digerir y que, como mayor crítica negativa, se queda a mitad caballo entre sacar a relucir, en tono coeniano, las miserias de la industria del cine, y por otro lado mostrarnos el colapso creativo del escritor, sus inquietudes y frustraciones, dando como resultado un híbrido que no acaba de satisfacerme.

Esconde un homenaje a la dignididad del escritor, saboteada ésta por el verde del dólar hollywoodense (de ahí el consecuente colapso de ese particular hombre de nombre Barton Fink). Todo es culminado con un final (aunque comienza a mediados del film) con cierto aire al cine de Lynch, en el que, además, el mundo visual que hasta el momento los hermanos Coen transmítian con su notoria personalidad, se viene abajo mediante una pedante postal marinera y un pasillo ardiendo en llamas. Ciertamente enrevesada. No es de lo mejor de los Coen, pues en su conjunto es bastante irregular.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El precio de la inspiración
Todo aquel que se ha sentado al menos una vez delante de un papel y ha intentado emborronarlo a base de juntar en él cuatro letras forzosamente ha tenido que sentir lo que se conoce como el síndrome del escritor bloqueado. O el del folio en blanco que es lo mismo. Yo mismamente era algo que estaba sintiendo hace escasos segundos antes de atacar estas líneas. Sé que no debo preocuparme, les pasa a todos, y cuando digo a todos es a TODOS.

Al parecer, mientras estaban escribiendo el guión de la que iba a ser su tercera película, la magnífica “Miller´s Crossing”, a Joel y a Ethan Coen se les agotó la inspiración. Puede resultar raro, pero así fue. Incapaces de avanzar en el texto que tenían entre manos y de seguir escribiendo una línea más, los famosos hermanos deciden abandonar momentáneamente el proyecto y dejar que escampe el temporal. Es en ese momento cuando de una forma casi inocente comienzan a darle vueltas a otra historia, la de un escritor aquejado de su mismo mal, un dramaturgo de prestigio metido a guionista cinematográfico al que se le atraganta la película que está escribiendo por encargo. Nadie entonces lo sabía, pero acababa de nacer Barton Fink, una de las criaturas más reconocibles del universo coeniano, uno de sus más ilustres perdedores.

Los Coen retoman el relato del escritor bloqueado para su siguiente film. Lógicamente, aquel esbozo inicial se hace ahora más denso, los Coen lo retuercen como suelen hacer siempre hasta llevarlo a su terreno. La pareja nos lleva al Hollywood de principios de los años cuarenta, el escenario perfecto para introducir el tópico genérico del cine dentro del cine. En este contexto, aparece el eterno dilema entre ver el arte como algo innato que sale de las tripas (pero que también las hace sonar de lo lindo) y el que se vende como una mercancía. Y Barton representa el característico personaje del guionista ninguneado y sometido a tiranías ajenas para subsistir, a imagen y semejanza un poco de aquel Joe Gils que inmortalizó magistralmente Billy Wilder en “Sunset Boulevard”.

Todo esto cabe en una primera lectura, pero como siempre en los Coen hay más. A diferencia de Llewin Davis, el más reciente antihéroe de la filmografía de los hermanos, Fink arranca la película desde el éxito y desde la cúspide. A partir de ahí, ya solo queda caer. El protagonista es un autor teatral al que Hollywood tienta y le somete a un cruel y particular descenso a los infiernos. No spoilearé nada por si acaso alguien no ha visto aún la película, pero en esto tiene mucho que ver la entrada del personaje de John Goodman y en concreto una escena que el actor protagoniza hacia el final de la cinta. Por cierto que Goodman no está menos inmenso que John Turturro dando vida al protagonista principal. Ambos están soberbios, y la relación entre ellos, mezcla de envidia y admiración, connotaciones homosexuales incluidas, no tiene desperdicio.

Me da la impresión de que Barton Fink fue una obra malentendida por muchos en su momento y aún hoy. Tildada de antisemita (¿) y de excesivamente barroca (¿?). Los propios Joel y Ethan se curaron en salud y dijeron que muchos de los símbolos que aparecen en la película no hay porqué tocarlos. Están ahí y simplemente aparecen, no hay que darle más vueltas. No pensar en lo que pueda significar el tupé del protagonista o el cuadro en la pared. Qué final tan bello y tan maravilloso por cierto.

“Barton Fink” supone todo un hito en la historia del Festival de Cannes al ser la única película que hasta la fecha ha conseguido llevarse tres premios (Palma de Oro, mejor director y mejor actor). Un caso excepcional para un film que también lo es.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No hay una crítica mala? Ahora sí
El 4, es mas que nada por al interpretación, porque es compleja, y porque son los Coen.
Si no sería un 1 en toda regla. Acepto y entiendo todos los detalles que exponéis, todo el simbolismo, y toda la crítica de la película... ¿pero en verdad creéis que merece más de un 5 una historia que deja huecos en la trama, cuyos personajes actúan sin ninguna naturalidad (el más tonto habría abierto el paquete -aclaración en spoiler-), y cuyo vuelco en la trama, lejos de sorprender, da exactamente igual porque la película ya estaba tirada directamente al garete?
Vamos a ver, una cosa es algo poco convencional, una cosa es un guión con segundas, con simbología, una cosa es el giro de una trama, y sobretodo una cosa es esa pequeña ida de olla que de vez en cuando tienen los Coen, y a todos nos hace gracia.
Pero ¿esto? esto supera mis límites:
a) Es, como bien decía una de las primeras críticas, para gafapastas y pseudointelectuales, que buscan en el cine de todo, menos una emoción (sea placer, odio, pena, incluso orgasmo), sino en vez de eso ver "qué más tiene la película a parte del bodriazo que parece".
b) Hasta un escupinajo despues de fumar seis ducados puede tener simbolismo y segundas, todo depende de lo ancho del cristal de tus putas gafas pastosas.
c) El giro en la trama esta muy bien para, por ejemplo, las películas policíacas, pero si yo hago una película de la posguerra y a los tres cuartos de hora, mis personajes se ponen a bailar y a contar chistes de Chiquito, ¿a que os cagaríais en mis muertos?
d) Esas idas de olla como la picadora de "Fargo", el asiento consolador de "Quemar después de leer", y la furia vikinga de Bardem en "No es país para viejos", estan de verdad graciosas, pero que una película normal, aburrida y lenta, pero normal, de repente se convierta en un sin sentido igual de aburrido... ¿estamos locos? ¿y qué tiene de bonito?

De verdad os juro, que por un momento leyendo el resto de críticas, he llegado a pensar que en verdad no entiendo de cine. Que todas las películas que he visto han sido en vano porque me sigue gustando lo absurdo o lo convencional, y lo malo.
Pero pensándolo un par de minutos, se me ha quitado eso de la cabeza, y simplemente se me ha venido una gran frase: "No estoy hecho para esta mierda".

Muchas gracias.
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40 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Los Cohen...
Qué bastardos. Menudos sinvergüenzas. Vaya peliculón.

Una trama finísimamente enlazada, con tiempos absolutamente maravillosos y una estructura narrativa perfecta en la que no sobra metraje y se derrocha originalidad.

La película narra desde varios planos paralelos -otro gran logro de la película- la oscura y laberíntica mente de un escritor. De un sobresaliente Turturro que busca significado en su interior para poder crear algo PARA el exterior, y de cómo progresivamente va despedazando todo lo sano que pueda quedar de su relación CON el exterior mientras se pierde por la masa informe de su ego y sus debilidades.

Un nitidísimo retrato del alma humana en uno de sus hábitats más delicados: los sencillos y siempre desoladores momentos en que uno quiere hacer algo para los demás para poder quererse, y se da cuenta de esa ciscustancia tan patética en el momento justo para que todo el escenario se resquebraje sin gracia y con crueldad.

Y siempre observadora, en la parte más privilegiada del decorado y el guión, la belleza. Totalmente fuera de la relación endogámica de Fink con sus tinieblas.

Y además, divertida y emocionante.

Tal vez el resultado inevitable de juntar a Turturro con los Cohen y hechar sustancia X.
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15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El intento fallido de los Coen de ser Lynch
Desde mi humilde punto de vista esta película de los Coen no le llega a la suela de los zapatos de otras de estos hermanos. Había escuchado y leído buenas críticas y la sinopsis me parecía prometedora y lo cierto es que hay elementos notables para que fuera un film muy interesante. Pero a mi pesar, que la ambientación esté perfectamente cuidada, las actuaciones e incluso las críticas directas a la industria del cine y todo el ambiente mediocre que de ésta se deriva, no me es suficiente.
Me parece inocua y una pérdida de tiempo soberana, no se puede basar una película que intenta (o eso es lo que creo que pretendían los Coen) inspeccionar los mundos frágiles y tortuosos de la mente en tan sólo elementos externos. He leído críticas enteras alabando sus cualidades artísticas y estoy de acuerdo con que la elaboración es certera, pero, aun así no puedo dejar de replicar con un claro y repelente: "¿Y...?". ¡Qué más!.
Algunos quizás se complazcan con advertir que toda la retahíla de escenas que han visto pretenden tener una derivación simbólica de muchas cosas, otros dirán que es que a la gente no le gusta pensar y que las películas de este estilo no son fáciles porque te dejan espacio para tu meditación. Pero para mí, en esta película los símbolos no adquieren ningún trasfondo y los interrogantes para que el espectador se sienta interpelado, cuestionado o aturdido simplemente me parecen surcos enormes entre el relato y el observador de poco valor.
En definitiva, no alcanzo a entender nada de lo que con sus alegorías pseudointelectuales aquí explican, y no es la falta de incomprensión lo que considero malo de este film: es su pretensión. Intentando emular a un hombre de mente sombría y desconcertante como la de Lynch, acaban zambullendo todo su relato en una historia de tintes oníricos o kafkianos de los que su resolución es lo menos importante, puesto que a mi parecer ni ellos saben cuál es y del que todos sus intentos simbólicos no transmiten casi nada. Después de esta rajada decir que me apasiona The Big Lebowski!.
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El juego lyncheano en versión Coen
El juego de las películas lyncheanas, una retórica minimalista de la composición espacial, con fuerte carga onírica, es hasta cierto punto igualado en esta pieza maestra de Joel Coen. Digamos que la diferencia entre las obras del Lynch maduro y Barton Fink no sería de grado sino de textura: equivaldría, en el orbe de las artes plásticas, a comparar Dalí con René Magritte.

El pensamiento limpio, la necesidad de hacer calzar las piezas de un rompecabezas ideal, dejando una sola caja negra, pero bien negra: un recipiente sellado que contendría las imágenes que el espectador quisiera poner dentro.

Un hotel desvencijado, un hombre ajeno a este mundo y, tabique por medio, otro hombre creador de otro mundo. Los infaltables clichés, la víctima judía vampirizada por el verdugo germano...

Pero, hacia el final, la composición magritteana perfecta de la última imagen, la película gana su textura inigualable y se enlaza con la imagen primera, garantizando la calidad circular de su 'tono'. Una pieza de hermosura extraña pero tenue, con escenas que buscan sutilmente evadir los lugares comunes y nos hacen presentir, con dulzura abismal, un posible MÁS ALLÁ del arte cinematográfico.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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