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Voto de Mequetrefe rimbombante:
6
Drama En 1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2005
48 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es, sin duda, la obra de mayor calado de los hermanos Coen, que logran trascender su cine sirviéndose de sus propias señas de identidad; a saber, una eficaz puesta en escena, un humor perspicaz y servil y una trama argumental resultona. Pero esta vez la película alcanza la auténtica dimensión de entidad, de vida en si misma, descubriendo una auténtica metáfora del proceso creativo.

Tras más de una hora de metraje se produce un importante punto de inflexión donde lo visto hasta ese momento zozobra con un violento cambio de ritmo que lo sacude todo con alevosía. Se produce casi un cambio de registro que nos conduce de forma subliminal hacia un itinerario de la propia creación, con absurdos, coincidencias, encuentros, desencuentros, desengaños, inspiración y, sobre todo, angustia.

Cierto es que los Coen se sirven esencialmente de giros y trampas argumentales baratas, pero por momentos logran acertar con el difícil proceso de desencajarlo todo, romper la baraja y conseguir, con sensaciones, definir lo indefinible. Cabe destacar la gran actuación de John Turturro (y la intensidad de su personaje) y algunas escenas alegóricas totalmente sembradas, como la del productor enfundado en el uniforme militar o el propio Turturro bramando fuera de si en medio del baile y plasmando la incomprensión del creador.

Por cierto, Barton Fink fue la gran triunfadora del festival de Cannes del 91, derrotando a un Lars von Trier que, según cuentan las crónicas, se enfadó y la emprendió contra el presidente del jurado, Roman Polanski. Fue un acto de total necedad y pedantería por parte del danés, ya que Barton Fink es netamente superior en alcance a su pretenciosa y tediosa ‘Europa’.
Mequetrefe rimbombante
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