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44 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Precioso y aleccionador poema (9.2)
Kurosawa nos vuelve a ofrecer una de esas maravillosas películas que te pueden cambiar la vida, que llegan hasta lo más hondo de tu corazón. Me resulta muy difícil, incluso habiéndola visto muchas veces, contener las lágrimas.

Este director es uno de los mayores talentos que ha dado la historia del cine por muchas cosas. Para empezar, porque es un poeta de la imagen que coloca perfectamente a los actores, que usa la fotografía como pocos y que aprovecha el montaje. También tiene un gusto exquisito a la hora de escribir guiones, ya sean originales o adaptados.
En esta ocasión, a fin de ofrecer un contenido variado que no aburra al espectador, vuelve a emplear su estudiada táctica de enriquecer la historia principal con otras "secundarias". La triste historia de amor de Sahachi, la de la loca "mantis religiosa", incluso la de Otoyo, podrían haberse eliminado o recortado a fin de acortar metraje, pero, seguramente, eso habría resultado contraproducente, y la historia de Barbarroja y Yasumoto, contada del tirón, sería más pesada.
Tampoco es la primera vez que Akira se interesa por el mundo de la medicina. Mifune ya interpretó a un médico altruista muy similar a éste en la menos conocida –que no por ello mala– "Duelo silencioso".

PD: Cuando hablo de este genio inmortal uso, inconscientemente, el presente durativo. Es como si siguiera vivo; su cine ya forma parte de mí.
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117 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
CUANDO LA PROFESIÓN MÉDICA CONSISTE EN ATENDER, CUIDAR Y CURAR CON ARTE Y DEDICACIÓN HUMANISTA
Cine de excelencia, de calificación máxima, de 10 ó 100, como se prefiera.

Argumento: la profesión médica, en su sentido noble, humanista, emblemática y enarboladora de valores conmovedores y entrañablemente humanos. Akira Kurosawa nos enseña con su "Barbarroja" una clase de médicos que hoy está prácticamente extinguida, al menos en Occidente, unos médicos que se caracterizan por atender, cuidar y curar a los pacientes, en vez del prototipo ahora extendido por doquier, el que se ha universalizado desde Europa al resto del mundo, que en su relación con los enfermos todo su arte se reduce a recetar, recetar y sólo RECETAR; apenas dominan el saber de atender o tratar, menos el de cuidar o velar y casi nada el de curar directamente; su especialidad real hoy por hoy no va más allá de RECETAR, RECETAR Y RECETAR drogas farmacéuticas y poco más.

El director Akira Kurosawa, para mi gusto tiene tres obras de calificación EXCELENTE, auténticas obras maestras de la historia del cine, el resto son buenas, notables e incluso muy buenas, pero son tres las que destacan en la cima de su creatividad, donde evidencia la gran conectividad que toda enorme obra de arte tiene con los valores humanos, lo cual precisamente la hace comprensible, apreciable y venerable a toda mente y corazón humanos; dichas tres obras son:
+ Vivir (Ikuru), Japón 1952,
+ Barbarroja (Akahige), Japón 1965, y
+ Dersu Uzala, URSS 1975.
Estas son películas que congracian al cine y a los espectadores con lo mejor y lo más noble que el ser humano conlleva dentro de sí, aquello que se transmite en todos los lugares de la Tierra a través de las generaciones y por medio de narraciones, de manera que no se pierda la maravillosa esencia de los valores trascendentes e infinitos.

Yo prefiero estas tres películas, aunque sólo sean estas tres, verlas, reverlas y volverlas a ver, antes que todos los libros, docentes y asignaturas inventadas por los gobiernos para hablar de civismo, como esa que acaban de inventar recientemente en la España de 2007, llamada "Educación para la ciudadanía". ¡No jodan! ¡Mil veces más me educa, dignifica y muestra qué es ser humano de verdad, sociabilidad y solidaridad, una auténtica delicia de película instructiva, espabiladora y moral como esta "Barbarroja", que toda esa demagógica cuyuntural y politiquera materia escolar obligatoria, empaquetada bajo el título de "Educación para la ciudadanía".

Fej Delvahe
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95 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El legado del maestro
Akahige pertenece a ese selecto grupo de películas insuperables en las que el talento de Kurosawa, todas sus virtudes y señas de identidad afloraban a plenitud logrando la obra de arte. Y en cierto modo este film tiene un tono de despedida. Del blanco y negro y de su actor preferido, Toshiro Mifume. Tras 17 películas juntos, "el emperador y el lobo" dieron por finalizada su colaboración dejando tras de si una de las relaciones mas estrechas y satisfactorias que ha dado la historia del cine. Y como no podía ser menos, ambos lo hacen a lo grande, alcanzando de nuevo las cotas mas altas de su talento en este bellísimo film, que a pesar de la dureza de los temas tratados, no pierde un tono ligeramente optimista que no se prodiga mucho en la carrera del director y que a partir de esta película prácticamente desaparecerá de su cine. Una vez mas Kurosawa nos regala una historia sobre el aprendizaje, sobre la responsabilidad profesional y sobre el ser humano en general. Kurosawa realiza un rico y extenso retrato de personajes que logra que las tres horas que dura la película sea uno de los mayores placeres que el cine puede dar. Las diferentes histórias contadas son simplemente magistrales. El flashback de Matahachi es sin duda uno de los cortometrajes mas portentosos de la historia del cine, un prodigio de condensación, de puesta en escena, de emoción y capacidad de sorpresa. Pero lejos de ser un conjunto inconexo de pequeñas joyas, todo forma parte de un bloque compacto que tiene como principal objetivo mostrarnos el proceso de aprendizaje del protagonista eliminando todo elemento innecesario a pesar de su aparente dispersidad. De esta manera el esplendido guión pone la base para que Kurosawa pueda trabajar en la puesta en escena para el texto se convierta en magia cinematográfica. Y el director lo consigue a un grado casi insultante para el cine actual. Toda la primera parte del aprendizaje, en el que Yasumoto se mantiene aislado voluntariamente del mundo de Barbarroja y la clinica, Kurosawa se vale de separaciones visuales que le aíslan igualmente en el plano a personaje. Cualquier cosa es eficaz, una rama, una valla, una mesa (genial la de la mesa) o una vela. Pero el film esta lleno de metáforas y referencias que enriquecen la lectura de esta en cada visionado. Del mismo modo, como es habitual en el director, se vale constantemente de la insinuación mas que de la plasmación directa de las cosas, con lo que gana notablemente en poder de sugerencia, calando mas hondo en el espectador. Pero ante todo, mas allá de una perfección técnica irreprochable, encontramos una de las películas emocionalmente mas impactantes del director, que logra no solo una complicidad absoluta con el espectador, sino dejar una sensación de haber visto un film genuinamente entrañable e inolvidable. Una de las grandes obras maestras de la historia del cine.
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61 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La historia de Sahachi y Onaka
La película es espléndida, digna del mejor Kurosawa, pero destacan dos pequeños bloques: la seducción de la mujer loca, interpretada por Kyoko Kagawa, irónicamente la actriz-icono de la inocencia adolescente japonesa (me recuerda esta escena a "Lillith" de Rossen) y, especialmente, el largo flashaback en el que el moribundo Sahachi cuenta su vida.
Son unos veinte minutos que están bien integrados en el conjunto de la película pero funcionan como un bloque independiente; y creo que se trata del mejor cortometraje de la Historia del Cine: qué lección de cine narrativo y a la vez plástico
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38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La posada de Barbarroja
Otra mirada más del maestro hacia los menos favorecidos. Kurosawa utiliza al engreído y joven médico cómo viaje interior hacia la humildad y la generosidad mientras en el viaje exterior sitúa la pobreza extrema como denuncia social: "¿cuándo han hecho los políticos algo por los pobres? Nunca." Efectivamente, y jamás lo harán. El mensaje para mí está bastante claro, hay personas con el don de ayudar a otras pero a veces no ven más allá de su sombra, y sin esas personas el mundo se vuelve algo más oscuro y frío.

Como bien han expuesto anteriormente, el ritmo narrativo de Kurosawa es impecable durante las más de tres horas de film y las degustas en un ti-ta. Mifune es un coloso y su personaje otorga al centro un aire más de albergue que de hospital, dónde todos los pobres son bienvenidos. Buena película e intenciones brillántemente plasmadas.
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42 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
CINE, simple y llanamente, CINE.
Si bien "Los siete samurais" es sin duda la obra cumbre de Kurosawa dentro del género de aventuras, que no quepa duda alguna de que Barbarroja es su equivalente en el género dramático, tantas veces abordado por el director. Una total y absoluta obra maestra en la que el Sensei nipón echó el resto para ofrecernos una historia hermosa, tierna, conmovedora, pero también dura, trágica y agria, moviéndose siempre entre lo dulce y lo amargo como sólo él era capaz.
Las tres horas de metraje pasan como un suspiro en esta joya suprema del séptimo arte, en la que cada imagen, cada gesto, cada encuadre, adquiere una magnitud poética, profunda y reveladora.
Kurosawa, habil maestro en algo desgraciadamente tan en desuso en el cine de hoy en dia como es el arte de narrar, introduce diversas sub-tramas dentro de la historia principal, de una manera tan natural, tan armoniosa, enriqueciendo tanto el contenido global de la película, que uno no puede dejar de mirar embobado a la pantalla y dar las gracias a quien proceda porque este señor dedicase su vida a lo que la dedicó. Pues viendo/disfrutando Barbarroja, uno cae en la cuenta de que, insisto, Akira Kurosawa estaba por encima de lo que uno puede considerar una película "buena" o "muy buena", para trascender a niveles de auténtica y genuina brillantez, genialidad, tacto divino....llámesele como quiera.
En 180 minutos de Barbarroja uno tiene tiempo de sonreir, emocionarse, sobrecogerse de dolor, en definitiva, experimentar una explosión de sensaciones, que en teoría es lo que el buen cine debe proporcionar. Pero todo esto que describo se queda corto en lo que a esta película, perdón en lo que a esta OBRA MAESTRA (siempre relativo calificativo que en este caso está más que justificado) se refiere.
Cualquier aspecto que uno quiera resaltar de "Barbarroja" es digno de reverencia: la deliciosa fotografía en blanco y negro, la cuasi infinita profundidad de los personajes, la portentosa interpretación de Toshiro Mifune (uno de los mejores actores de la historia del cine, esta vez, por última vez con Kurosawa), la deslumbrante belleza visual (decir esto hablando de quien hablamos resulta hasta redundante), la hermosa banda sonora.....Todo en este film parece realizado con vistas a futuras reverencias.
Por encima de gustos, filias, fobias, o preferencias de diversa índole; recomiendo de corazón el visionado de "Barbarroja". Esto es puro CINE, señoras y señores. Cine sin etiquetas, cine sin barreras. Y cualquiera que haya disfrutado de algo tan familiar, pero siempre tan mágico como es una buena historia, bien sea proyectada en una sala de cine, bien sea transmitida por el tubo catódico de un televisor, disfrutará con esta película. Palabra de santo.
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29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Donde esté Barbarroja que se quiten de en medio los demás médicos del celuloide
¡Qué lástima que todos sepan de los Siete Samurais,Yojimbo, las adaptaciones que hizo este director de las obras de Shakespeare... pero que normalmente no sepan ni de la existencia de esta ENORME película de Kurosawa!

Esto es más que cine, sinceramente.

Se la recomiendo a todos, pero en especial a aquéllos que realmente han visto a este director sólo por el hecho de poder hablar de él dándoselas de intelectuales, como pasa muchas veces con Ingmar Bergman... la recomiendo encarecidamente porque seguro que les dejará boquiabiertos, y por fin darán con una película que entiendan completamente por su sencillez de conceptos pero que, por si fuera poco, llega al alma del espectador invitándolo a reflexionar, sentir y disfrutar... y me atrevería a decir también que en algunos casos consigue hacernos incluso madurar junto al médico joven.

Profundidad y sencillez conviven perfectamente en esta obra de arte, que es a su vez conmovedora, humana, poética y técnicamente escandalosa por su perfección: que nadie se asuste por su duración, está tan bien hecha que cuando termine se quedarán con la sensación de haber disfrutado de una maravillosa novela de la que por desgracia han leído todas sus páginas.

La fotografía es, como de costumbre, impresionante en todo momento (imposible quedarse con un fotograma en particular).

Acerca de los actores, pues qué vamos a decir de Mifune, ocasionalmente puede resultar exagerado o demasiado teatral en sus interpretaciones: aquí está perfecto, es su mejor papel, y eso que tiene en su haber personajes para la historia. ¡ Pero es que el elenco de actores en general está a su altura !

Para colmo es esperanzadora partiendo del realismo, y deja sentadas a todas las películas comercialmente nihilistas que nos envenenan actualmente el cerebro mientras nos entretienen.
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30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La importancia del trabajo bien hecho.
Quien se moleste en comprender la sociedad nipona podrá darse cuenta de la importancia que se da, en aquel lugar, a cultivar la técnica. Ese cuidado por los detalles queda reflejado en occidente con las “exportadas” artes marciales, donde la repetición sistemática y rigurosa de cada movimiento puede resultar a más de uno desquiciante. Son “caminos” ( do ) que llevan toda una vida, siendo el anhelo del practicante que su último corte de espada sea perfecto.

De cómo el sensei (más acertada la traducción “más viejo o más sabio” que la occidentalizada “maestro”) moldea el carácter del joven para enseñarle el valor en las cosas bien hechas, sin esperar oropeles ni palmaditas en la espalda. De hacer tu profesión porque te gusta, porque vives para ello. De que los fracasos profesionales serán tu principal bagaje técnico para afrontar futuras victorias. Y aquello de que “el trabajo dignifica a la persona”, se me hace verdaderamente patente en esta película.

Podría haber sido “solamente” la mejor película sobre la medicina, tan desvirtuada a día de hoy, en la realidad y la ficción, con la inhumana “sanidad privada” y con series de TV donde los robos de ropa interior femenina es la base del argumento. Pero como obra maestra se hacen necesarias lecturas más generalizadas.
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26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
180 minutos GLORIOSOS.
3 horas dura esta obra maestra de Kurosawa. Y la gracia es, que se te pasa volando el tiempo. El interés va en orden ascendente, en vez de decaer. Es increíble que Kurosawa te tenga pegado al asiento de esa forma, y el tiempo que a él le venga en gana. No paras de ver cosas nuevas, no paras de ver planos increíbles, diálogos excelentes, personajes atrayentes, SORPRESA TRAS SORPRESA. No te da tiempo a reflexionar en los detalles con tanta belleza junta, haces que se te olvide la magnífica escena anterior y te hipnotice y atrape más aún la siguiente. Ese uso impresionante de la iluminación, esa marcha continua del tiempo, esos "pequeños detalles" los cuales están presentes a lo largo de toda la película, esa impresionante banda sonora...
Señores, aquí hay historia y momentos para haber rodado cinco filmes, a cual más glorioso e impresionante. Es de obligado visionado para todo aquel que quiera sentir el cine en su máximo éxtasis. No hay frase que pueda definir tanta belleza, no se puede explicar lo que me logra transmitir esta impresionante película.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El arte de componer un plano
Al ver por primera vez ‘La soga’ (1948), quedé en cierta manera fascinado. En aquel momento yo empezaba a valorar los desplazamientos de cámara; de ella misma, quiero decir. Adoraba el que fuera para aquí y para allá, motivo que al fin y al cabo constituye uno de los puntos fuertes de ‘La soga’. Nadie ha hecho cine de tal magnitud prescindiendo del montaje.

Porque el montaje resultó un descubrimiento clave en la evolución del arte cinematográfico, pero conviene no olvidar que hay muchos más recursos en el cine. Hace falta memoria, sobre todo en nuestra época, cuando la mayoría de producciones han pasado a depender del montaje frenético, de los planos que se alternan cada pocos segundos y hacen que la cámara apenas adquiera protagonismo, bien porque el cine así entendido sale más barato, bien porque nos hemos ido acostumbrado lentamente a él.

Contra el mencionado olvido, creo que nunca he visto un antídoto más imponente que el de Kurosawa en ‘Barbarroja’, película excepcional en muchos sentidos, muy emotiva; y como virtud mayor, para mí, la composición de los planos, que, apoyada sobre no muy excesivos movimientos de cámara, convierte en minúsculo el papel del montaje.

Kurosawa escoge un decorado, y piensa concienzudamente cómo deberían ubicarse en éste los actores y la cámara, y la decisión al respecto toma tanto valor y sustenta tantos significados que apenas hace falta saltar continuamente entre planos. A veces uno siente que los personajes danzan ante la cámara; hacen tan bien su trabajo que no necesitan de primerísimos planos para expresar los más vitales sentimientos; su posición en los planos y la luz que recae o no sobre ellos va dando forma a un discurso cinematográfico paralelo al desarrollo del argumento. Es el motor invisible de ‘Barbarroja’, el que hace de la película algo único.
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17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cuentacuentos japoneses
Sé más de cine de lo que entiendo, y a menudo padezco síntomas de ignorancia a la hora de diferenciar grandes trabajos de dirección de los simplemente correctos.

Pero "Barbarroja" en este aspecto canta como un canario. Visualmente atrapante y con un elenco de actores que no decaen ni un segundo, el cineasta japonés más famoso del mundo se sacó de la manga un relato en verdad conmovedor, en cuya órbita circulan otras historias secundarias que acompañan a las mil maravillas. No obstante, (y esto ya es gusto personal) eché en falta por minutos mayor variedad de escenarios, recurso del que aprovechando su duración y su variedad de historias se le habría podido sacar algo más de partido, esquivando esa incómoda regularidad de espacio.

Y aunque la peli es lenta, que no pesada, difícilmente puede alguien perder el interés por un compuesto de historias que en el fondo, no hacen sino retratar a nosotros mismos, y lo que toda persona en mayor o menor dosis llevamos dentro, no como individuos, sino como seres humanos.
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18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El doctor.
235/02((02/07/09) Akira kurosawa es uno de los más grandes directores del séptimo arte y lo es por Obras Maestras como esta. “Barbarroja” es un trabajo sublime, una cinta universal llena de humanismo y desbordante de sensibilidad, es el viaje espiritual de un doctor, Noboru Yasumoto (Yuzo Kayama) que su sueño era ser el médico oficial del shogunato (lo que viene a ser la nobleza) y es enviado a una clínica en un barrio de los suburbios donde la sordidez y la miseria son el pan de cada día, la clínica es dirigida por un carismático doctor, Kyojio Niide (Toshiro Mifune el actor fetiche del director), conocido también por Barbarroja por su poblada y rojiza barba, Yasumoto se siente engañado en este sórdido lugar que más parece un albergue que un lugar para curar enfermedades, pero poco a poco se siente abducido por la poderosa personalidad de Barbarroja, mientras se van produciendo pequeñas grandes historias alrededor de esta clínica-albergue que hacen nos involucremos en su gran influjo. La historia es un vigoroso relato acerca de la pasión por ayudar a los demás, es una oda a la profesión de los médicos y que muchas veces se cura más con las palabras que con medicinas, es el viaje evolutivo de alguien que quería llegar a lo más alto y se dio cuenta que la altura no está en la alta alcurnia del que atiendes. Kurosawa es el director más occidental de los no occidentales, posee una capacidad narrativa prodigiosa, una cinta que dura tres horas y pasan sin darte cuenta, te atrapa en su red de historias y no te suelta hasta su fin, y aún después se quedará en tu subconsciente. Este fue el último trabajo del Gran Toshiro Mifune con Kurosawa y probablemente es el mejor de Mifune, que no es decir poco con todo lo que “El lobo” lleva acuestas, un trabajo que deberían poner en las escuelas de actores, cada vez que sale en pantalla la sobrepasa, la llena con su magnetismo, simplemente un coloso en la cumbre. Recomendable film a todos los que gusten de Cine con mayúsculas. Fuerza y honor!!!
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sanar para amar
"Barbarroja" nos cuenta la historia del joven doctor Noboru Yasumoto (Yuzo Kayama), quien llega a la clínica del doctor Barbarroja (Toshirô Mifune) para realizar sus prácticas. Yasumoto piensa que Barbarroja no puede enseñarle nada que ya no sepa, y cree que esa clínica y sus pobres pacientes no son dignos de sus conocimientos.

Yasumoto aprenderá no sólo a ser un buen doctor, sino que también recibirá una gran dosis de humildad. Por la clínica pasan muchas personas, y con ellas, las tristes historias de sus vidas. Kurosawa nos cuenta varias historias dentro de la narración principal sobre los dos doctores.

Una de estas historias es la de Sahachi, un moribundo que antes de morir cuenta su triste historia de amor a todos los de la clínica. Una historia conmovedora, al igual que la de Otoyo, una joven a quien obligaban a prostituirse y que Barbarroja decide llevarse a su clínica. Estas y otras historias son contadas todas como un conjunto y el film no podría entenderse sin todas ellas, a pesar de las tres horas de duración del film.

La película es excelente, técnicamente perfecta y tan triste como esperanzadora. Si tuviera que compararla con otra de Kurosawa la situaría al lado de "Vivir". Y que no asusten sus tres horas, realmente se pasan muy rápidas.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El inmenso corazón de Kurosawa
No está nada mal empezar aludiendo a las intenciones del maestro japonés a la hora de tomar la decisión de filmar esta película. Señala con el dedo las miserias humanas pero ofrece una salida a esa terrible condición humana, muestra la esperanza, propone el lado bueno del ser humano y sobre todo, a través del médico recién llegado, la posibilidad de mejorar, de cambiar y descubrir el camino en el que se encuentra Barbarroja, el de la bondad, el de la compasión, la caridad y la honradez.

La colosal obra de Kurosawa ofrece muchísimas cosas y paradójicamente se hace incluso difícil pensar que son sólo tres horas lo que ocupa, es más, diré que mis reticencias del principio (eso es por mi personal relación con lo oriental) se han evaporado a los diez minutos y todo lo demás ha sido un intenso viaje en el que no hay lugar para aburrirse. El concepto general nace de la bienintencionada idea de Kurosawa de mostrar ese camino recto del hombre bueno, utiliza una enorme variedad de intrahistorias, de secundarios que pueden estar en un lado o en otro respecto a la rectitud, pero han pasado o están en la desgracia la mayoría. Yo me he emocionado en más de un pasaje, especialmente en el del niño ladrón, pero por encima de todos, el sabio doctor Barbarroja lo mismo rompe brazos y piernas como alecciona sobre moral. Y es eso precisamente lo que lo hace protagonista tan meritorio, é acaba definiendo una película de moral justa. La exhibición de Kurosawa no es sólo plástica, que también, es metafísica, es trascendental y además, consigue hacerlo sin cansar, sin cargar, y eso tiene mucho mérito.

Así que la recomiendo enormemente, y el que como yo se suela echar atrás al observar cosas como el contenido apriorístico (Japón, S.XIX, medicina...) que no se lo piense, vale mucho la pena, toca la fibra y consigue lo que busca, hacer buen cine con las mejores intenciones.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una de las películas más tristes del mundo...
Portentosa película de Kurosawa, de cabeza a mi podio de este gigante.

Sin apenas humor, y con grandes dosis de amargura y romanticismo, Kurosawa coge las riendas y conduce con una maestría infinita esta historia de desheredados y desubicados luchando por un lugar en el mundo y con vivas torturadas y pendiendo de un hilo.

Mifune, encarnando a Barbarroja, asume uno de los personajes más carismáticos de la obra de Kurosawa, rompiendo huesos y lanzas en la misma medida, pero la galería de enfermos que le rodean laten con la misma fuerza, y en ciertos momentos sus intensas peripecias incluso le eclipsan.

En concreto, la recreación de un siniestro romance por parte de uno de los secundarios me parece probablemente la cima de este director.

Una de las películas más tristes del mundo.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El médico sabio
Cuando hablamos de Kurosawa, se suele recurrir al tópico de la occidentalización de su cine. En realidad, el cineasta observaba – desde una triple postura técnica, emotiva y reflexiva, absolutamente japonesa – esa cultura occidental que había contribuido a su formación artística y humana. Lo cual dio pié a una vigorosa ruptura de cualquier limitación creativa, consiguiendo “trascender sus márgenes culturales concretos para crear un discurso absolutamente universal”. Buena prueba de ello es “Barbarroja”, un film profundamente humano que plantea un dilema moral a un joven doctor, elegir entre gozar de los privilegios económicos que podría reportarle el ejercicio de su profesión o el sacrificio personal que exige una interpretación moral del juramento hipocrático.

Siglo XIX en el pequeño pueblo de Edo, el presuntuoso Yasumoto (Yuzo Kayama) recién licenciado en Nagasaki, donde ha aprendido novedosas técnicas, ve truncadas sus aspiraciones de convertirse en el doctor de cámara del shogun, al ser obligado por su familia a aceptar como destino un hospital local para pobres. Una vez en el centro, el joven médico se muestra apático en su labor e indisciplinado respecto a las rígidas normas impuestas por el director, el Dr. Kyojio Niide (Toshiro Mifune), conocido por sus pacientes como “Barbaroja”, un medico que defiende la teoría que para combatir la enfermedad hay que eliminar la pobreza y la ignorancia. Pese a las reticencias iniciales, la fascinante personalidad de Barbarroja y su aplomo a la hora de soportar la crudeza de los casos con los enfermos que debe afrontar, despertarán en el joven una vocación que hasta entonces carecía.

Sin dejar de lado cierto tono de crítica moral hacia aquellos que ejercen profesiones de responsabilidad social, Kurosawa se centra en el aspecto humano de la labor médica. La sutileza del guión en la que se enlazan una tras otra las narraciones de los hechos que han llevado a los pacientes al hospital, sirve al cineasta para reflexionar acerca de la enfermedad y la propia condición del enfermo, dando paso a la sugerente idea que en el estado de enfermedad se une lo físico con lo moral. Por eso Barbarroja no trata a los pacientes sólo con fármacos, sino que lleva una aproximación humana a cada enfermo. Un aspecto en el que la medicina convencional no suele reparar por fala de tiempo, sensibilidad y recursos humanos.

Todo ello filmado con gran maestría, una lección del emplazamiento de la cámara en cada plano, en cada encuadre, con una vigorosa puesta en escena. Es una película de aprendizaje de la vida construida de una manera absolutamente novelesca, es el progresivo camino de un joven hacia el autoconocimiento, hacia el hallazgo de la generosidad oriental, la consulta gratuita a los pobres y adoptando los ropajes de la parábola. La melodramática música está inspirada en la sinfonía nº 94 de Haydn y en la 9ª sinfonía de Bethoveen. Finalmente me gustaría recordar un proverbio japonés que dice: “Ser un hombre significa haber experimentado todo en la vida, victorias y derrotas”. Naturalmente porque somos seres imperfectos que debemos aprender de los errores.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La Verdadera Finura
Exquisitez y excelencia que te llena en su totalidad el maestro Kurosawa, la vuelve a hacer, un verdadero fruto maestro, sin duda alguna obra cinematográfica que te llena durante tres horas de benevolencia a esto se le puede llamar joya y nada mas.

Yasumoto un joven orgulloso y presuntuoso que va cambiando esa errónea forma de pensar ya que ha salido de una muy buena escuela de medicina, cuando se da cuenta en el hospital si se le puede llamar hospital en el que se encuentra, empieza su cinismo, pero una secuencia de eventos y el aprendizaje que le va dejando Barbarroja con toda su serenidad y su caridad con los enfermos a pesar de los pocos recursos, van volviendo a Yasumoto en una persona llena de nobleza y generosidad.

La fotografía limpia y las actuaciónes intachables.

Sin duda alguna una película que te deja mas que pasarte un momento de distracción, si no enseñanza humanidad fidelidad y sociabilidad.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL POZO AIRÓN
La película, incialmente, no atrae porque como en tantas otras producciones japonesas su lenguaje cinematográfico resulta artificioso para la mentalidad de nuestra cultura occidental.
Y uno, llevado por la inercia de las primeras impresiones, tiende a resistirse a entrar en el juego del director.

Pero después de tres horas frente a la pantalla no cabe sino rendirse a la evidencia y reconocer que el film se ve con mucho agrado, que llega a cuajar en el ánimo del espectador y que una suerte de urdimbre de complicidad te lleva a plantear la validez de tus iniciales reservas cuando dudabas acerca de que aquello que comenzaba a proyectarse pudiera resultar sugerente.

La película está llena de carga emotiva, de descripción costumbrista, de reivindicación social, de arte popular, de colorido, de folklore y hasta en el detalle del pozo airón es preciso reconocer las claves de una obra muy bien trabajada.

Hay que verla.
Hay que verla pero con una disposición de ánimo especial.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La vocación es esencial para triunfar en la vida
Si puedes conformarte con apenas tres colores: blanco, negro y gris; sino te hacen falta los efectos especiales para sentir que una película es valiosa; y si estás a tono para ver, en la interioridad humana, la más inmensa riqueza que podemos adquirir en esta tierra, ésta película te sorprenderá y te emocionará, quizás hasta las lágrimas, porque presentirás la fuerza del espíritu, la luz del corazón y la energía prístina de la mente.

El gran maestro japonés, Akira kurosawa, tiene aquí otro de sus momentos más densos y relucientes como realizador y nos trae un filme pletórico de personajes inmensos, cálidos, dolidos, pero capaces en su mayoría, de sobreponerse al sufrimiento y a las falsas expectativas. La historia, de principio a fin, es ejemplarizante, símbolo de una vida colmada de vocación y de amoroso compromiso con el ser humano.

Toshirô Mifune, es el doctor, Kyojo Niide, mejor conocido como, "Barbarroja", por su espesa y rojiza barba que lo identifica -a él- como un hombre de principios. Director de un hospital de caridad, el médico cada día se ve obligado a una mayor austeridad ante la reducción del presupuesto estatal, pero, él sigue avante, dando todo de sí para servir a los menos favorecidos… y éstos, a su vez, le dan unas lecciones de vida y de superación, tan valiosas, que justifican todos los sacrificios del mundo.

Un joven médico comparte ahora sus experiencias. Es de clase alta, aspira a ser miembro del shogunato y parece estar allí por un “imperdonable” error. Pero ocurre que, a veces, la vida no nos pone donde queremos estar, sino donde debemos estar; y sabe, bien que sabe, que tan pronto nos untemos de la realidad que nos cobija, quizás nos pase la piquiña y veamos un poco más al frente.

En un guion escrito por, Masato Ide, Hideo Oguni, Ryûzô Kikushima y el propio Kurosawa, una serie de personajes entrañables, y otros muy densos, pasarán por el filme y se nos meterán en la memoria talvez para siempre: Barbarroja, ejemplo de integridad y vocación a toda prueba; Noboru Yasumoto, la ciega presunción ávida de luz y de verdad; “La Mantis”, la víctima de atropellos en su infancia, transformada ahora en devoradora de hombres; Sahachi en busca de la redención y del reencuentro con el amor perdido; Otoyo, la niña rescatada del infierno que guarda oculto un ángel…

Kurosawa, ha dado en el punto exacto para obtener otro filme inolvidable. <<BARBARROJA>>, pone muy, pero muy en alto, al cine japonés.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Olor a fruta podrida
Tres horas de película dan para mucho, y más si es de Kurosawa, por eso trataré de centrarme en los pequeños fogonazos de impresión que me ha producido:

- Para empezar, los extremos: En el lado satisfactorio, el tema que trata, loable, el servicio a los demás, el servicio desinteresado, la ayuda al prójimo. En el lado de lo defectuoso, el tema tiene un cierto olor a trampa, a efectismo, a mensaje construido por quien no conoce la realidad, aunque sí la ha pensado.

- Brevemente, la fotografía aterciopelada, las actuaciones contenidas, el lirísmo subyacente embriagador, el ritmo reposado, sereno. La música acompaña bien.

- Kurosawa toca muchos palos, pero el central es el que expongo arriba. Pero contemplando la cinta, presentí que el director no procede de ese mundo, el mundo de los pobres y desahuciados, no lo conoce, no tiene ni puñetera idea, por tanto hablaría desde un idealismo, una construcción mental.

- A Kurosawa no le quito el talento para contar historias, es un puente entre la tradición japonesa y la occidental, a este respecto se le ve la grieta de su "querencia" occidental en el final de la película, la música que aparece suena a americanada, casi a película del oeste.

- Lo que más destacaría: "Barbarroja" es un prefacio a la doctrina médica que planteó años más tarde el Doctor Ryke Geerd Hammer, médico alemán que creó la llamada Nueva Médicina Germánica, un enfoque de la medicina en la que se da preponderancia a los factores somáticos, a las cuestiones emocionales del paciente. El médico alemán fue y sigue siendo atacado por sus planteamientos, aunque otros médicos modernos han seguido y mejorado su estela. Pero a lo que voy, Kurosawa se adelanta a Hammer en el esbozo de la idea, aunque muy somera eso sí, hay un dibujo que se explicita con el ejemplo sobre todo. Puntazo para Kurosawa, a ver quien se atreve hoy día a plantear la cuestión expresamente.

- Hay algo que me produjo rechazo: Se presenta a los doctores como seres omnipotentes (dentro de su entorno del hospital), incluso se muestra a Barbarroja como una especie de Superman (la escena Ramboiana es un feo borrón en la cinta), a fin de cuentas la película mantiene la filosofía de alabanza al médico sabelotodo (en el film es cierto que se muestra humilde) que es quien nos va a salvar, pues el individuo es incapaz de salvarse a si mismo...hay efectismo al mostrar el hospital atiborrado de gente, medio moribundos, y los supermédicos llegan siempre al rescate.

- La figura moderna del médico procede de hace un par de siglos, anteriormente la gente gestionaba su salud, y siempre había quien sabía un poco más y te podía echar un capote, pero para nada representaba esa eminencia con un poder absoluto, lo que suponía una dependencia total de los pacientes.

- Otro ejemplo de concesión americana del director: La escena final me parece más increíble que la escena Rambótica, supura buenismo. Lo explico en el spoiler.

- El personaje de Barbarroja, por lo que representa, produce admiración: Seriedad, humanidad, se salta la Ley si hace falta con tal de ayudar, paciencia, sinceridad. Es de alabar el que muestre todo eso sin hablar mucho, y con una destacable presencia actoral.

- Aunque los personajes centrales aportan servicio y ayuda al prójimo, no me transmiten que lo hagan desde el amor, entonces siento que es un servicio valioso pero sometido por la compasión. Tengo que reflexionar más esta cuestión, pero hay algo que no me encaja en la actitud de los médicos. Sí me transmite ese amor en el servicio el que nace de la niña.

- Kurosawa lanza por momentos algún mensaje sobre la influencia de lo sobrenatural en la vida terrenal, como la escena de las mujeres en el pozo. Sugerencia muy interesante que hay que saber valorar.

- Tengo que elogiar esas escenas que se mantienen sin movimiento de cámara, sin cortas y pegas, con los actores y actrices manteniendo la fuerza de los personajes, sin que decaiga el ritmo. Hay que ser muy bueno como director para ejecutar esas tomas con maestría.
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