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19 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Aquellos chalados en sus locos cacharros
Las primeras, porqué fueron varias, veces que vi "Convoy" las películas aún no tenían director. Desde esa inocencia disfruté como un loco de esta historia de camioneros y carretera (sí, Taylor no se equivocaba). Los camiones suelen tener algo mágico para la mirada infantil, y más los de estética americana, mucho más bonitos que los de aquí, con ese morro delantero. También aquellas carreteras inacabables en medio de parajes desérticos ejercen un magnetismo tan especial que uno incluso acaba extrañándose cuando al final descubre que llevan a alguna parte.

Por ello no es casual tampoco que me impactara mucho en esa época "El diablo sobre ruedas", y ahora resulta divertido oír en los extras del DVD a Spielberg hablando del concienzudo y difícil casting de camiones, algo que sin duda debió suceder también en este caso (como con los caballos en los westerns, que es lo que en el fondo el film no deja de ser).

No volví a ver "Convoy" hasta hará un par de años, sabiendo ya que casi unánimemente se considera el punto más bajo de la carrera de Peckinpah. No soy de los que se decepcionan al revisar películas de la infancia o juventud (o de los por temor a ello ni siquiera lo intentan) porqué creo que en la vida adulta en realidad no se vuelve a estas películas para encontrarlas a ellas, sino para otorgarse el pequeño placer de reencontrar al niño que uno fue. Por eso no hay lugar para el desengaño, ya que por muy mediocres, malas o incluso pésimas que ahora las pueda encontrar, desde el momento que fueron importantes en un momento determinado de mi vida tendrán ya para siempre un rincón indeleble en mi corazoncito.

Y, sin embargo, creyendo que me iba a parecer tan limitada como ahora me parecen, por ejemplo, las de Terence Hill y Bud Spencer (otros tótems infantiles), tras los primeros minutos pensé "pues no está tan mal" y, al término, murmuré: "pues no está nada, pero nada mal".

Innegablemente, el hecho que un crédito diga "Directed by Sam Peckinpah" siempre jugará en su contra, al enfrentarla con lo que el cineasta demostró que era capaz de hacer; pero atendida bajo el prisma de su asumido carácter menor, me parece una película sumamente entretenida y efectiva, llena de humor y que no desfallece nunca en su ritmo narrativo (a pesar de los vuelos de coches a cámara lenta, escenas demasiado atadas a la estética de su tiempo). Le falta la poesía que en última instancia engrandece el cine crepuscular de su autor, pero se agradece el brío de su vitalista prosa.

Hay una imagen emblemática del western (magnífica en "Pasión de los fuertes" o "Duelo de titanes") que siempre me ha encandilado. Es la del grupo de héroes avanzando por la calle principal uno al lado del otro, acompasando los pasos; una instantánea que integra la épica con la solidaridad (sabes que cada uno protegerá la vida del otro). Esta imagen icónica aparece también aquí, pero protagonizada por camiones. Es un instante sencillamente deslumbrante.

Inevitable ahora el spoiler:
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42 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La peli que “Bloody Sam” rodó completamente borracho
Dicen que “Bloody Sam” rodó “Convoy” completamente borracho, sumido ya en un proceso de autodestrucción física y creativa poco menos que imparable. Y dicen, también, que cuando el viejo Sam no se tenía en pie ahí estaba su fiel ayudante de dirección, James Coburn (sí, habéis leído bien), para sustituirle y no perder ni un solo día de rodaje.

Sea o no verdad todo esto, lo que resulta evidente es que Peckinpah dirigió esta peli a desgana, obligado -probablemente- por motivos pura y exclusivamente pecuniarios. Y aunque también resulta obvio que “Convoy” no es, precisamente, una de sus mejores obras, yo soy de los que siempre la defenderán a capa y espada. Quizás porque la vi de chico. Quizás porque Peckinpah es uno de mis cineastas favoritos. O quizás, simplemente, porque un servidor es de los que prefiere escuchar cien veces a Billie Holiday con una curda como un piano que una sola vez a Norah Jones en plenas facultades.

No esperéis, por consiguiente, que me cebe ni un solo instante en su pírrico guión o en la parvedad y/o tosquedad de sus rasgos estilísticos. Personalmente prefiero quedarme con la satisfacción que me produce disfrutar de una peli tremendamente entretenida en la que acción y humor se funden en un todo indisoluble. De una aventura colectiva en la que la química de la pareja protagonista (Kristofferson-MacGraw) no desmerece en absoluto la entrañable participación de los Araña, Ratón, Máquina del Amor, Pocilga, Viuda, Matarratas, Águila Calva, Tragamillas… De un atípico western en el que los caballos de antaño son ahora camiones con remolque cruzando el desierto a todo trapo. De una “road movie" en la que -no sin cierta rudeza- “valores” tan intrínsecamente peckinpahianos como la amistad, la solidaridad, la defensa de los más débiles, la misoginia o la típica obstinación de sus protagonistas siguen tan vigentes como siempre. De un inesperado éxito de taquilla, en definitiva, por el que Sam jamás hubiera dado un duro... Ni borracho.
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33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Para pasar el rato (6.3)
Una película menor de Peckinpah, de su etapa de decadencia física y mental, pero al menos entretenida.
El principio es muy bueno. Hay algunos chistes bastante graciosos, como el del viejo golfista que quiere unirse al convoy.
Pero la historia es muy flojita. Con las cámaras lentas de la lucha en el bar de carretera intenta hacer algo parecido a "La balada de Cable Hogue", algo cómico, pero quedó ridículo. Borgnine hace lo imposible por dar peso al sheriff que interpreta, pero el personaje no daba para mucho más. El resto de personajes son igual de flojos, y muestra de ello es que se abusa demasiado de imágenes del convoy para intentar arreglarlo con un buen montaje.

Simplemente recomendable para pasar el rato, pero nunca imprescindible, ni siquiera para los seguidores de este director.
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22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La peor (de momento) de Peckinpah
"El sanguinario" ya en su época final y más olvidable de su carrera con sus dos últimas películas Convoy y Clave: Omega que resultan las dos películas más decepcionantes. Clave: Omega aún así entretiene pero esta Convoy resulta muy excesiva por demasiados momentos pero aún así tiene cosas que la mantienen a flote.

Primero mencionar lo bueno: Sin dudas los actores son carismaticos, puede que no hagan una interpretación correcta pero a mí me transmiten mucha simpatia tanto Kris Kristofferson como Ernest Borgnine que además tienen también bastante química en las escenas en la que coinciden. En cuanto a Ali MacGraw sale bastante guapa en pantalla que es lo que importa (tal vez se eche en falta uno de esos desnudos que tanto gustan a Peckinpah, a mi cabeza viene Susan George en Perros de paja, impresionante, si señor).

También se puede destacar que es un producto que no busca otra cosa más que entretener y tiene momentos en que los consigue. No tiene mensaje ni nada por ese estilo, solo es un producto de acción que seguramente a los 5 minutos de verla te olvidaras de ella pero que tampoco te has aburrido mientras la has visto. Hasta aquí lo bueno, lo cierto es que son pocas cosas buenas, pero eso sí las que son, son muy importantes.

Ahora lo malo: Peckinpah por momentos dirigiendo puede resultar excesivo. Lo digo por la pelea en el bar que se nota muy de su estilo. Está claro que a Peckinpah le gusta mucho la cámara lenta en las escenas de peleas pero aquí no queda bien, se hace demasiado pesada y la hubiera preferido mucho más rápida.

El guión no es ninguna maravilla, de hecho podría haber sido escrita por el mismísimo Michael Bay (aunque seguramente si la hubiera dirigido hubiera sido un auténtico truño en el que no habría nada bueno). Resulta muy excesivo, demasiado inverosímil en alguna ocasión pese a ser un producto entretenido.

En cuanto a los actores, carismaticos si, pero lo cierto es que me esperaba bastante más de ellos. Cumplen en sus papeles pero sin destacar ninguno y el duelo Kristofferson-Borgnine pese a la innegable química también resulta decepcionante.


Aún así resulta un producto que si eres fan de "El sanguinario" deberias verlo, te guste o no. Desde luego es su peor película pero aún así es mucho mejor que la mejor película de algunos de los directores de hoy en día.
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15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Haciendo millas y patria
Vean a Sam Peckinpah dándole a la serie B, peleándose con todo el mundo en el rodaje de este filme. Como dice Garner Simmons, el director de "Grupo salvaje" quería hacer de los camioneros unos vaqueros modernos, mas sus intentos terminaron en fiasco.

Pero aunque muchos crean que carece de contenido fílmico a tener en cuenta, con "Convoy" se puede disfrutar. Tiene pequeños detalles que hablan del resto de la obra de Peckinpah. Todo empieza con un sheriff que abusa de su placa, toda una leyenda del oeste americano. Trifulca con los camioneros, y huida que hace cola. Veintenas de camiones devorando millas, huyendo de la bofia.

Resalta el duelo entre "Rubber Duck" y el sheriff, con escenas que recuerdan, tanto en forma como en fondo, a esa lucha de perseguidos y perseguidores de "Grupo salvaje".

La película se deja ver. Me cuesta creer, sin embargo, que fuese la cinta de Peckinpah con mayor éxito de taquilla, porque el argumento se agota por momentos, y de la gran película que el bueno de Sam quería hacer no queda demasiado.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El Peckinpah más comercial
Road movie de encargo dirigida por Peckinpah en el ocaso de su carrera que cosechó mediocres críticas pero buenos resultados en taquilla. A excepción del montaje fragmentado y la cámara lenta en las escenas de acción el resto del material es ajeno al director que se limita a cumplir con el expediente. Se trata de una comedia de acción protagonizada por rudos camioneros que forman un enorme convoy para protestar contra los abusos de un sheriff corrupto. Pronto llaman la atención de la prensa y de los políticos que al estar en año de elecciones pretenden valerse de ellos para ganar votos.

La película es bastante floja argumentalmente pero al menos resulta entretenida. Contiene algunas buenas escenas de acción y peleas al igual que una crítica al sensacionalismo de los medios de comunicación y a la hipocresía de los políticos. Destacaría también la colorista fotografía de Harry Stradling y una divertida banda sonora tipo country. Los protagonistas están a la altura y dan el pego a pesar de lo insustancial de la trama. Kris Kristofferson es un carismático camionero llamado el pato que lidera el convoy y se las trae con el duro sheriff encarnado por Ernest Borgnine. Ali MacGraw es una autoestopista que acompaña al pato en su trailer. (Por cierto que el corte de pelo de MacGraw no le favorece nada, le da un aspecto de sucia en las antípodas de sus papeles en Love story o La huida).

Este tipo de películas estaban muy de moda a finales de los setenta. Se trata de comedias gamberras y tontorronas plagadas de peleas y persecuciones protagonizadas por tipos duros en la línea de Duro de pelar o Hooper, el increíble. Seguramente el resultado habría sido peor en manos de otro director. A mí me ha gustado más ahora que cuando la vi en su día.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Como Pato sin cabeza.
150/04(08/07/12) Posiblemente la peor película de un Sam Peckinpah en decadencia, su penúltima realización es un despropósito de road-movie sin pies ni cabeza que deja traslucir que tras las cámaras no estaba un Bloody Sam en forma, era un hombre alcoholizado y drogado que no podía apenas mantenerse en pie, de hecho gran parte del film lo rodó el director de segunda unidad, su amigo James Coburn, mientras Sam se recluía en la caravana a pasar las horas. Martin ‘Rubber Duck’ Penwald (inane Kris Kristopherson) es un camionero que conduce un Mack con materias explosivas, tras varios problemas de abuso de poder con un arrogante sheriff, ‘Dirty Lyle’ Wallace (pasado Ernest Borgnine), se tiene que poner en fuga por el estado de Arizona hacia Nuevo México, a él se le van uniendo otros camioneros, formando un convoy interminable de camiones, una caravana de rebeldes sin causa que se convierten en un fenómeno nacional con gran cobertura mediática, a los que el ambicioso gobernador de Nuevo México quiere manejar en año de elecciones. Está basado el relato en una canción country de 1975 de W. C. McCall y Davis Chip acerca de un enfrentamiento entre unos camioneros y la ley. Tiene señas de identidad del cine de Peckinpah, un western moderno, donde los vaqueros cambian los caballos por camiones, los desiertos polvorientos por carreteras interminables, con violencia, sexo y dosis de humor, donde los temas de la amistad, la lealtad, el espíritu libre de la individualidad, la misoginia, la crítica al poder establecido están envueltos en el nihilismo de sus protagonistas, hay escenas a cámara lenta, un homenaje parodia al final de ‘Grupo Salvaje’ cuando varios camiones se ponen en paralelo para enfrentarse al enemigo, pero todo esto está puesto al servicio de un guión penoso de B. W. L. Norton, tanto fue así que Peckinpah animó a los actores a improvisar para dar frescura, y es que el desarrollo resulta confuso, no se entiende nada del comportamiento de nadie, no se sabe que es lo que reclama el convoy, no se sabe lo que ofrece el gobernador, pretenden huir todos a México como si tal cosa, como si aún estuviéramos en el Salvaje Oeste y solo con cruzar Río Grande los problemas de justicia se acabaran, patético, los personajes son clichés sin alma, empezando por Kristopherson, siguiendo por una desaprovechada Ali McGraw, que un Mack le pasara por lo merecería el lumbreras que le aconsejó ese horrendo look, aparte de hacer de mujer florero y solo sirve para apuntar la misoginia de Peck. Las escenas de acción se suceden en un carrusel mediocre por lo que es de esperar del genio que alumbró ‘Grupo Salvaje’, ‘La Huída’ o ‘Pat garret & Billy The Kid’, la estrafalaria pelea en el bar, la cómica persecución por los caminos donde los coches de la policía son manejados por incompetentes, el ridículo rescate de calabozo de un camionero y por supuesto su bufonesco final, y todo a cámara lenta cargante. (Continua en spoiler sin)
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿Lo mejor de Peckinpah?
Casi nadie se acuerda ya de esta gran película, ensombrecida por Grupo Salvaje, pero es un prodigioso ejercicio de realización y montaje, con un inmenso Ernest Borgnine que se come al resto, e imágenes espectaculares. La canción principal es pegadiza y única, y hasta los títulos de crédito finales son originales. Ya no se hace cine así.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sigamos a "Rubber Duck" y a sus amigos por toda la carretera
"'Cause we got a great big convoy rockin' through the night! Yeah!, we got a great big convoy, ain't she a beautiful sight?! Come on and join our convoy, ain't nothing gonna get in our way! We gonna roll this truckin' convoy 'cross the U.S.A.!...".
¡Sí, señor!, rodemos a través de la noche cruzando todo el jodido Estado siguiendo a ese duro rebelde de las polvorientas carreteras llamado Martin "Rubber Duck" Penwald, porque, demonios, ¡parece que tenemos un convoy!

Ay, los '70 y las "road movies" que uno se encontraba, y es que en ninguna otra época como aquella pegó tan fuerte el amor por el automóvil, estableciéndose una cultura que ya es sinónima de la década; pues uno de esos autos de los que era fácil quedarse prendado era el camión, y no hablo de nuestros Pegaso, sino de aquellas bestias de cientos de ruedas y miles de ejes que poblaban las desérticas vías de EE.UU.. Tanto apego se les cogió que en el cine gozaron de un buen tributo, con films inundando las pantallas desde mediados de los '70, algunos alcanzando el estatus de obras de culto, como "Infierno en la Carretera" o aquella mítica "Los Caraduras".
Divertidas y que encantaban al público, lo que las hacía muy lucrativas...eso es precisamente lo que buscaba Sam Peckinpah: hacer una película que reventase la taquilla como ocurriera seis años antes con "La Huida", ya que por aquellas fechas el éxito no llamaba a su puerta. "La Cruz de Hierro" es una gran película bélica, eso está claro, pero sus beneficios fueron más bien discretos (a ver, se puso en competencia con "Star Wars"); el director decidió ponerse al mando del guión de B.W.L. Norton, que no le gustó nada, por cierto, inspirado en la épica canción de Bill Fries y Chip Davis (cuyas guerreras y rebeldes letras son de lo más significativas).

Aunque, según pensaban sus colaboradores, ello se debió a lo mal que discurría por culpa de su adicción al alcohol, que iba en aumento, y a la cocaína, que descubrió gracias a James Caan. De hecho, dirigió "Convoy" entre borracheras y trifulcas, como de costumbre, echándole James Coburn una mano como director de la 2.ª unidad (aunque acabó dirigiendo él más que Peckinpah). La historia sigue a "Rubber Duck", un caradura amante de la libertad que se siente poderoso al volante de su Mack RS7 12LST, atravesando carreteras sin descanso junto a sus compañeros Bobby "Love Machine" (o "Pig Pen") y "Spider" Mike.
Pero la tranquilidad se les va a acabar cuando se crucen con el sheriff Wallace, cuya única meta va a ser joderles. Tras unas palabritas acompañadas de unos cuantos golpes, Wallace pone en alerta a toda la policía del Estado, iniciándose una persecución en la que tomarán parte no sólo los amigos de "Rubber Duck", sino todos los camioneros del territorio. Será una alocada cacería de proporciones colosales que nadie olvidará, y para los que pensaban encontrar una película muy original, con una trama compleja o unos diálogos muy profundos, que metan la primera y se vayan por ahí, qué coño.

"Convoy" es, simple y llanamente, una aventura frenética y 100% americana que nos lleva por abruptos caminos e interminables carreteras sin parar un minuto entre polvo, humo y olor a caucho, sangre y gasolina, siguiendo a un puñado de tiparracos tan pendencieros como simpáticos comandados por ese gran "Rubber Duck", cuyo destino no es otro que Nuevo Mexico (lugar preferido de Sam Peckinpah, como bien se sabe ya). Diversión asegurada, señoras y señores, sobre todo para aquellos que sepan apreciar la belleza y magnificencia de los camiones estadounidenses y su imparable rugir.
A pesar de hallarse elementos característicos de sus películas, como la amistad y sus peligros, el sentimiento de libertad y rebeldía, la crítica a la sociedad, siempre presentada de la forma más cínica posible, y las grandes dosis de violencia, sin olvidar las impactantes secuencias rodadas a cámara lenta, "Convoy" es considerada el punto más bajo en la carrera de su director y un mero vehículo para ganar dinero...lo cual consiguió, embolsándose más de 40 millones de dólares frente a un presupuesto de 12, quedando así como su mayor éxito. Pero esto se la trajo muy floja ya que renegó de ella, y el motivo fue una pelea de órdago con los productores que terminó en despido para él y en una revisión completa del montaje (el original duraba más de tres horas y media...y eso no gustó a los ejecutivos).

A la cabeza de este divertido y entrañable despropósito tenemos a los geniales Kris Kristofferson, Ernest Borgnine, en uno de sus papeles más odiosos, Burt Young y Ali MacGraw, todos ellos habiendo colaborado anteriormente con el director, sin olvidarnos de Madge Sinclair, Franklyn Ajaye y el impagable Donnie Fritts; hasta podemos ver a Peckinpah haciendo un cameo de lo más curioso (es el que se ocupa del sonido cuando Arnoldi entrevista a "Rubber Duck").
Para los amantes de los camiones, las "road movies" y las películas de los '70, "Convoy" será toda una joya; de acuerdo, desde el punto de vista cinematográfico es uno de los más flojos esfuerzos del director, pero como producto de entretenimiento es del todo infalible. Ah, y todos atentos al mítico pato que adorna el capó del camión de "Rubber Duck", porque Tarantino lo pondría sobre el Dodge de "Stuntman" Mike en "Death Proof".
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
CAMIONEROS
En su última etapa profesional y a años vista de haber realizado obras maestras como "Grupo Salvaje" (The Wild Bunch, 1969) o "Quiero la cabeza de Alfredo García" (Bring me the head of Alfredo Garcia, 1974), ambos films considerados westerns modernos en esencia y con un detallado mensaje de la violencia que saltaba a la vista por su desesperado tono crepuscular, Sam Peckinpah iniciaba su debacle profesional con una serie de films menores pero no menos ambicioso en que empezaba a escasear la rigidez de un argumento en pro de un uso de la acción más proclive, acorde a la nueva oleada de los thrillers de acción sobre ruedas y persecuciones.

Como un western moderno pero acentuado por su escasez de valores que lo podrían haber puesto en un listón tan alto como en las sobresalientes películas de carretera al estilo de "Punto Límite Cero" (Vanishing Point, 1971) de Richard C. Sarafian o "El Diablo sobre Ruedas" (Duel, 1972) de Steven Spielberg, el "Convoy" de Peckinpah sugiere por distintas razones la necesidad de calificarse como un entretenimiento desquiciado al uso. Con una historia tan simplista como la de un grupo de camioneros perseguidos por un sheriff sin escrúpulos interpretado por Ernest Borgnine a lo largo de estados tan soleados y calurosos como Arizona, Texas o Nuevo México. El jefe de la comitiva es Rubber Duck (Kris Kristofferson) y su séquito de colegas de carretera. Una simple persecución sin fin por una multa severa acaba desencadenando en una marcha reivindicativa en que Melissa (Ali MacGraw) una viajera de paso, es testigo en primer plano de lo que sucede en las polvorientas carreteras.

Es innegable sus elaboradas escenas de acción apripiadas para un film de éste tipo, insisto, muy alejado de la retórica de un director que había asombrado por su reinvención del género del western y un particular uso de la violencia, amparada aquí en el arraso y destrozo de todo lo que se encuentre por delante.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Todo por una multa
Camioneros que, con la policía pisándoles los talones intentan escapar del estado a través del desierto de Arizona; polvo en el parabrisas, bocinazos y nombres del estilo Pato de Goma, Pocilga, Águila Calva o Araña.

Todo esto por una multa de tráfico. Y lo mejor de todo será que se les sumarán cuantos camioneros se encuentren a su paso. Y claro "¿como vamos a viajar sin llamar la atención?"

Aquí flecha del Misisipi al habla: "¡ En la vida lo que cuentan son los camiones rápidos, las mujeres rápidas y la comida rápida!"

Americanada 100% con un estilo algo naive; la verdad que esperaba encontrarme una película violenta al mas puro estilo Peckinpah, pero nada. Convoy fue un exitazo de taquilla. Yo creo que fue todo gracias al cartel, que puta pasada!!!!
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un Convoy entretenido, aunque exagerado.
Película bastante entretenida y muy de la cultura estadounidense. Un producto totalmente “Made in USA”, que cumple con su objetivo principal.
Traslada los códigos del western a las carreteras, aunque presenta ciertas incongruencias y varias escenas con actos inverosímiles, que podemos soslayar en aras de la diversión a toda velocidad, a toda máquina, a toda destrucción y a toda cámara lenta. Es de Peckinpah.

Entonces ¿Es un tipo de western urbano, cambiando caballos y diligencias por camiones y autos? En cierta forma sí, podríamos hacer la analogía.
Mantiene al sheriff, aunque aquí claramente corrupto y con un sentido de la “ley y la justicia” particular e interesado. Muy diferente al espíritu “impoluto o modélico” de los sheriffs del western clásico. Mantiene a los vaqueros que se saltan y agreden a quienes representan la ley y tienen su espíritu de libertad, sus propias "normas" y su forma de arreglar los problemas (los camioneros). Incluso, aparece el salvataje desde la cárcel de uno de los compinches del líder. Mantiene el saloon (el bar) y las peleas por motivos baladíes y los escenarios naturales, obviamente modernizados acorde con la trama. Aparece nuevamente México como "la tierra prometida". Mantiene el trato a las mujeres (bueno, en esto último, me refiero principalmente a Peckinpah).

La historia es muy simple y mucho se señala en las críticas (especializadas y no), que se basa en la letra de una canción country muy de moda en los ’70. Eso a estas alturas es anecdótico.
Yo veo que no tiene una trama seria ni menos contundente. Por el contrario, es una historia muy básica.
Si queremos encontrar algún motivo o justificación para la abundante acción, persecuciones de vehículos policiales y disparos múltiples, excelentes imágenes de los camiones en carretera, autos saltando y chocando por todas partes, destrucciones varias (propio de las películas y series de TV de la época), remontémonos al inicio de la película.
Vemos el pequeño grupo de camioneros que reclaman contra el bajo límite de velocidad en carreteras que se ha impuesto, lo que consideran algo obsoleto y perjudicial para sus intereses como transportistas. Y empiezan a hartarse y reclamar por las presiones y la persecución que el despótico sheriff realiza hacia ellos. Hasta ahí el nudo simple y elemental de todo.
Pero después se van uniendo más y más camiones por el solo hecho de viajar en caravana (“es más divertido” dicen) sin reivindicaciones claras, salvo el límite de velocidad en algunos casos explícitos, y posteriormente, liberar a uno de los suyos. Así hasta formar un largo convoy de casi 2 kilómetros de largo.
Es ahí cuando son descubiertos por la prensa y por los políticos de turno (en vísperas de elecciones) para utilizar el aparente “movimiento social” en beneficio propio. Y llegar al Senado como representantes de sus demandas sindicales, presentando incluso ante la Casa Blanca dichas supuestas reivindicaciones.

Nada más lejos de la realidad. Esos camioneros no tienen esa conciencia política ni de clases. Sólo quieren la libertad de tránsito a la mayor velocidad posible, para efectuar la mayor cantidad de viajes factible. El pseudo líder Duck (y su icónico pato de goma), un buen Kristofferson en su mejor papel en manos de Peckinpah), no es representante de nada. Sólo de sí mismo, pero el resto empieza a seguirlo. Ni él se asume como cabecilla; los hechos lo van empujando. Hasta su desquiciamiento total. Su aparente lugarteniente, un opaco y secundario Burt Young, que apenas habla, solo sigue a su “jefe”.
Ali Mac Graw, con un look diferente, pero siempre atractiva y sensual, que con motivos fútiles se sube a la máquina de Duck, poco aporta a la historia. Pudo haber sido un interesante contrapunto o incluso una especie de consejera para él, pero nada de eso. El director, eso sí, se solaza mostrando las esbeltas piernas de Ali, y nos regala esa magnífica escena inicial llena de sex appeal, que más parece un spot comercial de los buenos.
Un logrado papel de Ernest Borgnine, como el rudo, irascible y barrigón sheriff que acosa a los camioneros, los presiona, los humilla, exige sobornos, los va desquiciando paulatinamente, empezando por su líder. Secundarios correctos, pero nadie de ellos queda para el recuerdo.

Pareciera que Perckinpah con este producto quiso mofarse de ciertos convencionalismos estadounidenses (y cuestionarlos). Del mundo de las carreteras y los camioneros (como potencial grupo de presión), los códigos de la política, los medios de comunicación de masas y el show de la TV, hasta de los evangélicos. En cuanto a la policía, tema aparte. Los representantes de la ley se ven inoperantes y ridiculizados por los camioneros, quienes son hasta vitoreados por el público.
La película tiene un tono de broma permanente, muy acorde con la ligera y simpática música. La cinta en general, no se puede tomar muy en serio. No hay temas de fondo (pudiendo haberlos), no hay conflictos trascendentes (pudiendo haberlos). Sólo individualismo, un aire de libertad en las carreteras, un “hago lo que quiero, nadie me detiene”, y un aparente espíritu de cuerpo en estos transportistas.
Fíjense en la pelea del bar. Creo que todos los actores y extras ahí lo pasaron fenomenal. Lo inverosímil de las acciones era lo de menos. Es la diversión y los mamporros lo que importa.

La película tiene algunos estupendos planos generales, y en resumen, es todo un divertimento y una gran risotada. Esto se confirma en el cierre, con la carcajada de Bornigne, que no puede creer lo que ve (véase spoiler). Este cierre me parece un símbolo del espíritu de la película.
"Convoy" entretiene y se entiende que fue la más taquillera en la trayectoria del director californiano. Fines de la década de los ’70, al parecer anticipó cierto tipo de cine que venía. Y que llegó.

Trama y Desarrollo = 7.0
Personajes principales = 8.0
Personajes secundarios = 5.0
Música = 7.0
Fotografía y ambientación = 8.0
PROMEDIO = 7.0
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La buena costumbre de visitar películas antiguas
Me confieso un asiduo revisor de películas de hace décadas, incluso descubridor de algunas que no había visto. Sobre las vistas, con los años se ven con otro bagaje personal, desde otras perspectivas. Algunas ya no me parecen tan buenas como yo recordaba (muchas sí), y otras tampoco me parecen ya tan malas como yo las recordaba. Estoy revisando los films de Peckinpah y vuelvo a ver esta tenida por "oveja negra" que paso a comentar brevemente:
Sobre la factura no hablaré, porque se trata de Peckinpah, que siempre trabajó con los mejores equipos y actores. Me referiré al contenido. Porque las películas, aparte de entretener y disfrutarlas visualmente, pueden tener contenidos sobre los que vale la pena meditar. El film tiene un cierto sabor libertario que podría juzgarse saludable, pero seamos realistas: en toda sociedad es indispensable un orden y una reglamentación aunque a veces sintamos que nos oprimen. Si todos fuéramos mentalmente sanos y respetuosos de los demás, no haría falta nada, ni reglas, ni casi gobierno. Pero no es el caso. Hay demasiada gente a la que los demás le importan un bledo, y los hay que actúan incluso sólo por maldad. Y esto está en la naturaleza humana. Si no hubiera reglas y un sistema que las hiciera cumplir, sería el imperio de los más fuertes, de los más chulos, de la peor canalla, hasta que también se destrozaran entre ellos y no quedara nadie. También es verdad que los sistemas de orden son deficientes y en muchos casos, o no llegan, o se pasan bastante. En el caso concreto de la película, podríamos imaginar las carreteras dominadas por rudos camioneros que pudieran correr a la velocidad que les viniera en gana y hacer lo que quisieran sin límite ni control. ¡Qué horror!
También se puede interpretar el film como el retrato de un carácter individualista (Pato) que no concibe límites a su libertad personal, aunque sea buena persona de fondo, y choca visceralmente contra cualquier tipo de reglamentación que le obligue por la fuerza. Pero también habría, como digo, otros como él pero que no serían buenas personas, y el caos estaría servido. El gran director Peckinpah partió aquí de una idea confusa y se perdió durante su realización. No obstante, lo que es la magia del cine, me la he visto hasta el final (no suelo hacerlo cuando algo no me provoca interés), y juraría que he disfrutado en varios puntos.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Un convoy de camioneros fugitivos liderados por un hombre que se hace llamar Rubber Duck
Convoy (1978), de Sam Peckinpah, presenta la odisea delirante de un camionero que huye luego de enfrentarse con un sheriff en Arizona. Por momentos comedia, western, acción hasta cierto drama político y social, la película recorre frenéticamente distintos tonos que componen una obra que hoy parece bizarra.

Por Nicolás Bianchi

Mientras mantiene el tono liviano y absurdo, el viaje del camionero Rubber Duck (Kris Kristofferson) por las rutas del interior estadounidense fluye de manera cómica y disfrutable. Pero tanto los personajes como la película se empastan cuando la travesía se detiene y comienzan a aparecer las alusiones a la política, momento en el que el excéntrico Peckinpah realiza una suerte de loa al espíritu rebelde de los trabajadores que recorren los caminos profundos del país.

De la nada que rodea la ruta en Arizona surgen un camión, conducido por Rubber Duck, y un auto deportivo con Melissa (Ali McGraw) al volante. Rápidamente se ponen a la par, se miran, parecen gustarse. Ella es fotógrafa y comienza a retratar al camionero cuando un patrullero irrumpe y rompe la escena de aproximación romántica. El auto, más veloz, logra adelantarse mientras el policía detiene al camión. El camionero logra manipular al agente al decirle que la mujer que manejaba no llevaba ropa interior, lo que traslada el interés del oficial a perseguirla a ella. Rubber Duck puede seguir con su camino.

En la siguiente escena se presenta a los compañeros de ruta y al villano. Mientras Rubber Duck avanza velozmente en fila junto a Pig Pen (Burt Young, por siempre Paulie en Rocky) y Spider Mike (Franklyn Ajaye), el sheriff Dirty Lyle (Ernest Borgnine) intercepta sus comunicaciones por radio, entiende que van al límite de la velocidad permitida y les tiende una trampa para extorsionarlos y luego cobrarles un soborno. Con el poco dinero que les queda, recalan en un café que está al costado de la ruta, típico parador de camioneros.

Allí va también el policía que se ensaña particularmente con Spider Mike, que es negro y el que menos plata tiene de los tres, lo que da lugar a una pelea que podría pertenecer a una comedia de cine mudo o a un capítulo de los Tres Chiflados. Los camioneros, las camareras del lugar y Melissa, que también se encontraba allí, se alían contra Lyle y otros policías, a los que golpean y vencen mientras en el proceso destrozan por completo al café. La cámara lenta con la que Peckinpah toma las escenas resalta la ridiculez de los cuerpos que vuelan contra las botellas que están en la barra o las tazas y vasos que se encuentran en las mesas del lugar.

El convoy finalmente queda conformado. Rubber Duck y Melissa por un lado, y sus dos amigos junto con otros personajes que se suman luego de la pelea comienzan la huida. En principio el objetivo es llegar a la frontera estatal, para lo que toman un desvío por caminos de tierra muy blanda, lo que da lugar a una segunda secuencia de humor físico. Ahora los que hacen el ridículo, tomados por la misma cámara lenta, son los patrulleros de la policía que se quedan entrampados entre las lomadas de polvo y tierra. Incluso en un rapto ¿iconoclasta? uno de los vehículos policiales sigue de largo en una curva sobre un precipicio y atraviesa un cartel de una iglesia evangélica que llama a las familias a la oración.

El último dejo de comicidad está dado por los nombres de los demás camioneros que se suman a medida que el convoy avanza su procesión. Entre ellos se destacan Big Nasty y Sam el Séptico. Una vez que más que una huida Rubber Duck se encuentra involuntariamente liderando algo más parecido a un movimiento de protesta la película pierde cierta fluidez. Peckinpah construye a los camioneros como representantes de cierto espíritu libre, rebelde e indómito contra los policías que los quieren detener o los políticos que buscan cooptarlos.

En cuanto a cierta norma de calidad por la que en la actualidad se suele pasar a los filmes cabe decir que Convoy no es racista, sino más bien lo contrario, ya que la violencia que la policía ejerce contra el camionero negro está resaltada a modo de denuncia y desencadena el desenlace de la historia. Luego hay quienes pueden interpretar a la película como machista. Resulta interesante leer que en una crítica de la época en el New York Times se señala que el papel que interpreta McGraw está ‘desfeminizado’ porque la intérprete lleva el pelo muy corto. Hoy se podría hacer una lectura diametralmente opuesta, ya que ese tipo de cortes de cabello están más identificados con la emancipación que con el sojuzgamiento de la mujer. En cualquier caso, Peckinpah dista, por un continente, de ser feminista. El protagonista cumple con las características clásicas del protagonista masculino de acción, aunque también es cierto que el film no incurre en ningún exceso. Incluso podría haber cierto feminismo involuntario en un personaje secundario que es una mujer camionera negra. Lo más acertado, de todas maneras, seguramente sea no buscar lo que la película no ofrece.

Mientras la liviandad conduce el relato Convoy resulta en un entretenimiento cinematográfico que produce cierto asombroso por sus ribetes extraños, con bellas tomas en las que los camiones parecen animales que avanzan por una sabana. Cuando todo se vuelve más formal, cuando el drama político y la acción ocupan el lugar de la comedia, la película pierde el norte, toma la banquina hasta que llega a un final un tanto insípido.
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6
Sam Peckinpah y sus "camioneros".
Un film que según se cuenta el director aceptó por encargo y que desde luego no se caracteriza por ser una de sus mejores obras, ni tampoco es que sea uno de sus personales "más" personales proyectos, pero entretiene mucho, posee implícito el espíritu de libertad y un evidente mensaje de apoyo hacia los conductores de trailers y camiones no solo de EE.UU. sino del mundo entero.

La trama escrita por Bill L. Norton no es nada del otro mundo (muy curioso punto de partida eso si) pero "bloody Sam" lo lleva literalmente "hasta donde el camino lo permite" logrando algunas secuencias de acción muy bien ejecutadas y fieles a su estilo (a cámara lenta) en los momentos precisos. Además no trata de adornarla con nada de sub-textos ni demenciales explosiones de violencia durante la misma, solo hay un grupo de camioneros que siguen a un líder y forman un "convoy". Es eso lo que tenemos y punto.

Del reparto se dejan ver un solido Kris Kristofferson como el "rey de la carretera" junto a una sexy Ali MacGraw en los roles principales y de soporte aparecen Ernet Borgnine, Burt Young (mejor conocido como el cuñado de Rocky) Magda Sinclair, Franklyn Ajaye y Seymour Cassel.

Se deja ver.
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8
Distinta y digna de verse.
Una película distinta, interesante y realmente conseguida. Una road movie reivindicattiva sobre el tema de los camioneros estadounidenses (que podría valer para todo el mundo) y los maltratos e injusticias que tiene que pasar.

La sinopsis realmente no le hace justicia, parece que la película fuera seria, y es todo lo contrario. Una película realmente divertida y entretenida, con montones de camiones a toda velocidad, coches de policía estrellándose, la ley intentando pararlos de todas las maneras posibles, los políticos intentando sacar tajada...

Como decía, una película algo distinta, pero que me llamó la atención al conocerla y no me arrepiento nada de haber visto. Vale la pena.
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7
Años setentas, radio CV… ”bigotito buscando pestañita”… (toda una época).
La frase: ¿Alguna vez viste un pato que no supiera nadar? .

La escena: Las escenas de largas filas de camiones en las interminables y siempre soleadas praderas norteamericanas son las protagonistas de esta película.

El momentazo: La patrulla de Lyle atrapada y aplastada entre dos trailers.

La actuación: El sheriff Lyle interpretado, cómo no, por el siempre tosco dentro y fuera de la pantalla Ernest Borgnine en un personaje que es el contrapunto perfecto a la pandilla de alegres y despreocupados camioneros.

Los años 70s vieron surgir entre los jóvenes con automóvil el gusto por usar los radios de banda civil, los famosos “CVs” y esa moda surgió obviamente del uso que los rudos camioneros hacían del mismo para paliar las interminables horas en las carreteras. Convoy capta muy bien ese sentido de la libertad que se respiraba en el ambiente de camioneros.

Sin llegar al nivel de la otra gran “road movie”, de apenas un año antes, “Smokey and the bandit” (horrorosamente traducida como “los caraduras”) que tenía mejor música y posiblemente mejor guion y ritmo, Convoy es una entretenida película para apreciar y disfrutar de la libertad y los amplios horizontes, la fotografía es buena (el inicio filmado entre esas dunas de sal es estupendo), las actuaciones convincentes y el ritmo entretenido.
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5
Un Peckinpah menor,
Un Peckinpah menor, su penúltima película, justo después de La Cruz de Hierro y antes de Clave Omega.
Una singular revolución de camioneros frente a un Sheriff odioso que les hace la vida imposible con multas y hostigamientos varios. Kris Kristofferson como el lider de la banda, Ali MacGraw haciendo de chica acompañante, y Ernest Borgnine, que lo borda, como siempre, haciendo de policía neurótico.
Como siempre la violencia es tratada de una manera singular. Peckinpah y Robert Aldrich tiene una manera singular de mostrar la violencia.
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6
Peckinpah en horas bajas
Ahora que estoy haciendo un ciclo de Peckinpah, puedo decir que siempre ofrece algo, incluso si la película no está entre sus mejores obras, como es el caso. Está muy por debajo de algunas de sus obras maestras, y dentro de un ciclo de su obra, claramente quedaría por debajo. Y ojo, porque fue un éxito de taquilla en 1978.

Se dice que aquí ya dirigía con fuertes adicciones (alcohol y drogas). Están las señas de identidad del director (violencia, sexo, cámara lenta), y hay algunas ideas buenas, como tratar de hacer un western donde se cambian los caballos por camiones, pero el guión es tan artificioso y delirante que la ejecución no puede arreglar todos los desaguisados. Sí que hay cosas destacables, las persecuciones de camiones, por ejemplo, que no tuvo que ser nada fácil de rodar, o el halo de espíritu de libertad y rebelde de los camioneros, en concordancia con el cine de Peckinpah.

En cuanto a los actores, hay un reparto destacado, pero hacen lo que pueden en esta vorágine. Hay un malo, el sherrif que es Ernest Borgnine, que resulta casi cómico, totalmente desaprovechado, sabiendo que es uno de los grandes secundarios de siempre. Irascible y odioso, lo intenta todo (con o sin la ley) contra Kris Kristoferson, el líder de los camioneros. Ali McGraw, siempre atractiva, tiene poca aportación dramática, está bastante desaprovechada igualmente.

Recomiendo ver la película sin demasiadas pretensiones, valorar que son las horas bajas de Peckinpah, e intentar disfrutarla como una película de entretenimiento, con todas las cosas inverosímiles que pueden llevar acarreadas…
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