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Voto de Chris Jiménez:
7
Acción Un grupo de camioneros forman una larga caravana para protestar contra un despótico y arbitrario sheriff que ha arrestado a uno de los suyos. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"'Cause we got a great big convoy rockin' through the night! Yeah!, we got a great big convoy, ain't she a beautiful sight?! Come on and join our convoy, ain't nothing gonna get in our way! We gonna roll this truckin' convoy 'cross the U.S.A.!...".
¡Sí, señor!, rodemos a través de la noche cruzando todo el jodido Estado siguiendo a ese duro rebelde de las polvorientas carreteras llamado Martin "Rubber Duck" Penwald, porque, demonios, ¡parece que tenemos un convoy!

Ay, los '70 y las "road movies" que uno se encontraba, y es que en ninguna otra época como aquella pegó tan fuerte el amor por el automóvil, estableciéndose una cultura que ya es sinónima de la década; pues uno de esos autos de los que era fácil quedarse prendado era el camión, y no hablo de nuestros Pegaso, sino de aquellas bestias de cientos de ruedas y miles de ejes que poblaban las desérticas vías de EE.UU.. Tanto apego se les cogió que en el cine gozaron de un buen tributo, con films inundando las pantallas desde mediados de los '70, algunos alcanzando el estatus de obras de culto, como "Infierno en la Carretera" o aquella mítica "Los Caraduras".
Divertidas y que encantaban al público, lo que las hacía muy lucrativas...eso es precisamente lo que buscaba Sam Peckinpah: hacer una película que reventase la taquilla como ocurriera seis años antes con "La Huida", ya que por aquellas fechas el éxito no llamaba a su puerta. "La Cruz de Hierro" es una gran película bélica, eso está claro, pero sus beneficios fueron más bien discretos (a ver, se puso en competencia con "Star Wars"); el director decidió ponerse al mando del guión de B.W.L. Norton, que no le gustó nada, por cierto, inspirado en la épica canción de Bill Fries y Chip Davis (cuyas guerreras y rebeldes letras son de lo más significativas).

Aunque, según pensaban sus colaboradores, ello se debió a lo mal que discurría por culpa de su adicción al alcohol, que iba en aumento, y a la cocaína, que descubrió gracias a James Caan. De hecho, dirigió "Convoy" entre borracheras y trifulcas, como de costumbre, echándole James Coburn una mano como director de la 2.ª unidad (aunque acabó dirigiendo él más que Peckinpah). La historia sigue a "Rubber Duck", un caradura amante de la libertad que se siente poderoso al volante de su Mack RS7 12LST, atravesando carreteras sin descanso junto a sus compañeros Bobby "Love Machine" (o "Pig Pen") y "Spider" Mike.
Pero la tranquilidad se les va a acabar cuando se crucen con el sheriff Wallace, cuya única meta va a ser joderles. Tras unas palabritas acompañadas de unos cuantos golpes, Wallace pone en alerta a toda la policía del Estado, iniciándose una persecución en la que tomarán parte no sólo los amigos de "Rubber Duck", sino todos los camioneros del territorio. Será una alocada cacería de proporciones colosales que nadie olvidará, y para los que pensaban encontrar una película muy original, con una trama compleja o unos diálogos muy profundos, que metan la primera y se vayan por ahí, qué coño.

"Convoy" es, simple y llanamente, una aventura frenética y 100% americana que nos lleva por abruptos caminos e interminables carreteras sin parar un minuto entre polvo, humo y olor a caucho, sangre y gasolina, siguiendo a un puñado de tiparracos tan pendencieros como simpáticos comandados por ese gran "Rubber Duck", cuyo destino no es otro que Nuevo Mexico (lugar preferido de Sam Peckinpah, como bien se sabe ya). Diversión asegurada, señoras y señores, sobre todo para aquellos que sepan apreciar la belleza y magnificencia de los camiones estadounidenses y su imparable rugir.
A pesar de hallarse elementos característicos de sus películas, como la amistad y sus peligros, el sentimiento de libertad y rebeldía, la crítica a la sociedad, siempre presentada de la forma más cínica posible, y las grandes dosis de violencia, sin olvidar las impactantes secuencias rodadas a cámara lenta, "Convoy" es considerada el punto más bajo en la carrera de su director y un mero vehículo para ganar dinero...lo cual consiguió, embolsándose más de 40 millones de dólares frente a un presupuesto de 12, quedando así como su mayor éxito. Pero esto se la trajo muy floja ya que renegó de ella, y el motivo fue una pelea de órdago con los productores que terminó en despido para él y en una revisión completa del montaje (el original duraba más de tres horas y media...y eso no gustó a los ejecutivos).

A la cabeza de este divertido y entrañable despropósito tenemos a los geniales Kris Kristofferson, Ernest Borgnine, en uno de sus papeles más odiosos, Burt Young y Ali MacGraw, todos ellos habiendo colaborado anteriormente con el director, sin olvidarnos de Madge Sinclair, Franklyn Ajaye y el impagable Donnie Fritts; hasta podemos ver a Peckinpah haciendo un cameo de lo más curioso (es el que se ocupa del sonido cuando Arnoldi entrevista a "Rubber Duck").
Para los amantes de los camiones, las "road movies" y las películas de los '70, "Convoy" será toda una joya; de acuerdo, desde el punto de vista cinematográfico es uno de los más flojos esfuerzos del director, pero como producto de entretenimiento es del todo infalible. Ah, y todos atentos al mítico pato que adorna el capó del camión de "Rubber Duck", porque Tarantino lo pondría sobre el Dodge de "Stuntman" Mike en "Death Proof".
Chris Jiménez
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