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82 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Estaciones sexuales
François Ozon vuelve a interesarse por la adolescencia y el choque que se produce entre el mundo de los jóvenes y de los adultos. Joven y bonita llega después de su cinta más celebrada, En la casa, y lejos de decepcionar revela a un Ozon más refinado, más seguro como narrador y más provocador que nunca. La eterna sensibilidad e identificación femenina del director le lleva a acercarnos la historia de Isabelle, una chica de dieciséis años que tras tener su primera experiencia sexual acaba prostituyéndose en hoteles de lujo. Lo que en otras manos sería una invitación a la inmoralidad y a lo rocambolesco, Joven y bonita combina la sórdido con lo delicado y amplía su discurso hasta ofrecernos un bello retrato de la sexualidad y los tabúes de una sociedad mojigata.

Ozon dispone el relato en cuatro partes o estaciones del año: el verano coincide con el primer contacto sexual, con la familiarización de lo prohibido y la desinhibición que acompaña al calor; el otoño es el momento en que Isabelle se mete de lleno en su papel de chica de compañía y disfruta de la rutina y el riesgo que implica su inusitada dedicación; el invierno es el tiempo de la reclusión, y a la caída de las hojas se desvela también el secreto de Isabelle, abriendo un cisma en el seno familiar; y finalmente llegamos a la primavera, que puede entenderse como el regreso de un tiempo cíclico o bien el final de etapa de una Isabelle que ha sabido reconducir su incontenible hambre de sexo. Todos esos tiempos son también el retrato de distintas mujeres: al principio, Isabelle pasa de niña a mujer para posteriormente explotar toda su carnalidad con otros hombres a cambio de dinero, y finalmente esa historia tiene serias repercusiones tanto en la madre de Isabelle como en la esposa de uno de los clientes de la chica.

Ozon no juzga a su protagonista, no explicita los condicionantes personales y externos que han podido llevar al personaje a cruzar la frontera del voyeurismo, no reconduce su historia hacia determinada gratuidad o reflexión concreta, ni tan siquiera ofrece asideros para leer el film en una única dirección: de ahí surge la ambigua y subyugante belleza de una película cargada de melancolía que tras su chocante premisa esconde una oda a la mujer. Ningún otro cineasta a excepción de Almodóvar juega tan bien con los extremos y sale tan victorioso como Ozon. En Cannes se habló de film menor, pero Joven y bonita es la consagración de un autor y de una peculiar forma de acercarse a los entresijos femeninos tanto a nivel plástico como emocional. Una gran película.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
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87 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cuando ruge la marabunta… y quedan preguntas sin respuesta
La sexualidad recién descubierta de una adolescente de 17 años supone la búsqueda de la dificultad, de lo encantador, de la seducción, del dinero, del peligro, de lo dislocado, de lo arbitrario, de lo oculto, del fingimiento, de lo temerario, de lo insostenible, de lo ultrajante y de lo prohibido... No se trata de una indagación sobre las causas o el origen del comportamiento caprichoso e indescifrable de esta adinerada niña burguesa, sino el retrato de un comportamiento veleidoso y burlón, lleno de puntos inciertos y opacos, siendo ella como es una presencia deslumbrante y magnética abocada a ser el centro de todas las miradas.

Parece que últimamente – tras décadas de mirar obsesivamente al macho – la sexualidad femenina atrae más a los cineastas, ya sea desde la vorágine de lo desaforado (ver el díptico Nymphomaniac), el remordimiento (ver Philomena), lo retorcido (La Venus de las pieles) o la madurez menopaúsica (Sobran las palabras). Aquí la mirada recae sobre una adolescente aburguesada, para quien el dinero no es tema de conversación, salvo para hablar de donaciones o veraneos. Entonces, ¿qué es lo que mueve a la protagonista? Esta pregunta se la hace el espectador en todo momento, pero el director y guionista la soslaya a cada paso, dándole esquinazo, dejándola languidecer en la trastienda de las dudas inquietantes.

No estamos ante un tratado sociológico, ni siquiera ente un retrato psicológico, sino sólo ante el arbitrario comportamiento de un ser fascinante que busca la mirada ajena a través de la sexualidad, el deseo, el cuerpo, lo esquivo, la negación y la incertidumbre. Ni ella misma sabe el porqué, quizás ni se lo plantea, tal vez ni necesite ni quiera saberlo. Pero al espectador le ha dado ocasión de asistir al coqueteo desbocado, a la voluptuosidad de la carne prieta, a la caricia tóxica del deseo juvenil, al pubescente desorden del exceso lúbrico, lujurioso y lascivo. Y queda enganchado, hechizado, por completo embaucado y conquistado.

Es una película sobre la mirada – no en vano la cinta comienza con el impúdico examen del voluptuoso cuerpo del deseo a través de unos prismáticos – sobre la necesidad de conquistar desde la lejanía, resaltando el capricho y la imaginación sobre la consumación o el contacto. Es una cinta sobre el juego de la mirada, de la observación, del espionaje y recreo de la libidinosidad… Resumiendo: es el triunfo de la fascinación. Quizás no sea perfecta, haya titubeos y baches, zonas pedregosas y superficiales, pero funciona, seduce y embelesa. En definitiva: fascinante.
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54 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Bella de día (y de noche)
Pareciera que tras "En la casa" François Ozon se hubiera ganado un merecido reconocimiento tras una carrera irregular pero estimable. Con su exitosa producción del año pasado inició no obstante un camino hacia la refinación de la imagen y la puesta al día de sus constantes temáticas para dar pie ahora a "Jeune et jolie", una de las películas sobre la prostitución más libres que se han visto en años, que no ofrece una mirada afectada o excesivamente dramatica sobre el tema sino que lo aborda desde un punto de vista liberal, sin ningún tipo de subrayado. Y esto por supuesto hace que todo sea mucho más libre y que sea el espectador el que deba rellenar los huecos, de haberlos.

La modelo Marine Vacth debuta pues con un papel complicado, basado en la contención parcial pese a conseguir transmitir un buen puñado de sensaciones. Desde poder (sobre el hombre) hasta fragilidad, una cercanía -o lejanía, según el caso- para con los suyos que convierte a su personaje en uno puramente realista, creíble, en el que no importan tanto el porqué como el cómo. Es el suyo un trabajo notable pero sobre todo, transmite muchísimo con su mirada, con la imagen pura. Ozon sabe sacar partido de la entrega de la joven para que la trama avance mientras recorremos el cuerpo de la joven y sus aventuras sexuales.

A través de esta experiencia madura, con ella lo hacen los personajes, y el espectador sabe a qué agarrarse. Se trata de una sátira -como lo era "En la casa"- en la que no se abusa tanto del humor y el ingenio como sí se hace en la reflexión: ¿por qué lo hace? Porque quiere, y porque puede. Una mujer en plena posesión de sus armas y un director que no pierde energía tras su notable trabajo del año pasado. Uno se queda con ganas de ver más a Vacth, pero siempre queda para el recuerdo este trabajo en el que lo apuesta todo a una sola carta y desde luego, sale ganadora. Una película notable, y de las mejores sobre el tema que aborda.
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38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Bah!
Sí, Marine Vacth es jovencísima y monísima, sí... Pero, para mí, y siento discrepar con la mayoría de las críticas, me ha parecido una película insulsa, sin pies ni cabeza y autocomplaciente. Más me ha parecido un clásico "épater le bourgeois" francés, en lugar de entrar en un problema que no parece ser inusual en nuestra sociedad, que busca el enriquecimiento rápido y que puede provocar en las adolescentes la necesidad de obtener dinero "fácil" (en teoría) para conseguir cosas bonitas. No me creía nada.

Y ya sabemos que en el arte en general, más vale ser verosímil que contar verdades. Para mí no ha sido verosímil la historia. ¿Qué le voy a hacer?
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55 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Wild Delicacy
La prostitución y el cine o, mejor dicho, en el cine, son dos términos que vienen ligados desde los comienzos del séptimo arte. No sólo la Europa más liberal con el neorrealismo italiano de Fellini o Pasolini, la Nouvelle Vague francesa o el almodovarianismo español, se han encargado de plasmar esta situación incluso cuando la entrada en vigor del código Hays censuraba este contenido en los Estados Unidos, también, grandes directores de todo el mundo representaron esta controvertida temática, desde Suramérica hasta algunos de los mayores artistas nipones como Kenji Mizoguchi (Mujeres de la noche, 1948) o Yasujiro Ozu quien, en 1948, mostró los fantasmas de la posguerra con forma de drama familiar en Una gallina en el viento. Y hasta los tiempos modernos, donde directores como el coreano Kim Ki-duk (Samaritan Girl, 2004 y Bad Guy, 2001), siguen mostrando la problemática de una situación que no parece que vaya a tener una fácil y conveniente solución dada la falta de diálogo existente respecto al asunto.
El diálogo y la comunicación son factores imprescindibles para solucionar cualquier problema, ya sea de tipo político, social o simplemente familiar como el que nos presenta François Ozon en su nueva película. La historia muestra en cuatro capítulos, que coinciden con las cuatro estaciones, un año en la vida de Isabelle, una joven de 17 años procedente de una familia adinerada que se pierde en su búsqueda personal del descubrimiento sexual. Un primer encuentro decepcionante con un chico, la conduce a una espiral de prostitución como medio de expresión, rebeldía, experimentación, o simplemente la misma curiosidad que llevó a Sévérine a una situación similar, en 1967, en la cinta de Buñuel, Belle de jour. Pero los motivos no quedan del todo claros y la culpa de ello la tiene, en gran parte, la impenetrable personalidad de la protagonista, por lo que tendremos que tratar de indagar en su mente por medio de los complejos simbolismos que el director introduce en muchos de los diálogos que él mismo ha escrito para conformar el guion.
El tipo de educación que los miembros de una familia de la alta sociedad francesa imparten a sus hijos, basada en que el dinero da la felicidad, y minusvalorando hasta hacer prácticamente inexistentes las relaciones afectivas y ese diálogo con el que abríamos el texto, da como resultado una fría personalidad totalmente indiferente y distante a los sentimientos. Esto hace que Isabelle busque un aliciente para conseguir que el sexo resulte satisfactorio, así es como empieza a tener relaciones sexuales con extraños a cambio de dinero, por propia voluntad, sin necesidades económicas, simplemente por conseguir la dosis de adrenalina que no puede encontrar con una sana relación convencional.
Una vez más, el director se sirve de uno de sus temas favoritos, las relaciones familiares, amorosas y la enfermiza combinación de ambas. El último claro ejemplo lo encontramos en su anterior película, En la casa, 2012, magnífico drama en el que también hace hincapié en la importancia de la mujer como epicentro de toda la acción en un contexto burgués, como ya mostrara en 8 mujeres, 2002. Si hace poco hablábamos de lo irreconocible que era el cine de Ridley Scott en cuanto a estilo de filmar, François Ozon sería su antagonista. Ya desde sus comienzos con, Sicom, 1998, el director mostró sus inquietudes y obsesiones, la familia y el poder del sexo como elemento desestabilizador de las relaciones, desde entonces no ha dejado de ilustrar los problemas amorosos de pareja, como hizo con dureza en la dramática y desesperanzadora, 5x2 (cinco veces dos), 2004. Ozon también utiliza el verano y la playa, muy recurrentes en su cine, para hacer la presentación de sus personajes, mediante otro de sus recursos u obsesiones más característicos, el uso de escenas de voyerismo que nos hacen recordar aquel oscuro thriller, Swimming Pool, 2003, con la guapa Ludivine Sagnier. Pese a que todos estos elementos no siempre funcionan igual de bien, hay que reconocer que los dos últimos trabajos del realizador están dotados de una calidad artística y originalidad excepcionales.
La relación entre los personajes creada por el director llega a ser de lo más incómoda, no sólo las relaciones profesionales de Isabelle con sus clientes, representados en su mayoría con unos rasgos bastante perversos, sino también con su propia familia, en la que cada conversación, cada gesto, se presta a una perturbadora malinterpretación. La frivolización que se hace en todo momento sobre la dramática situación resulta tan grotesca y satírica como la representada por Quevedo en aquel poema que comenzaba así:
“Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.”
Con una fotografía muy centrada en destacar el contraste entre la cegadora belleza casi perfecta de la protagonista de 22 años, Marine Vacth, y su oscura y hermética personalidad que la lleva a comportarse de manera tan depravada, el filme se presenta como un duro y atractivo drama con golpes de humor negro, acompañado por una sensual y elegante banda sonora a cargo del compositor habitual de Ozon, Philippe Rombi. El joven Fantin Ravat, en el papel de hermano menor, Víctor, trenza una grandísima actuación cargada de misterio y una excesiva curiosidad que raya en lo enfermizo. El realizador vuelve a recurrir a una de sus actrices fetiche, la veterana Charlotte Rampling, que tan buenos resultados le había dado en anteriores colaboraciones.
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27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Una fantasía erótica
El director pasea su eficaz y morbosa mirada por una familia de clase media acomodada, y se queda con la joven hija, y la lanza a una muy extraordinaria aventura de sexo, todo sobre un decorado muy francés, agradable de ver.
La actriz es guapa, queda bien en las escenas sexuales, y cumple bien como joven que deja la adolescencia rebotada y perdida. Pero la película no explica las razones por las que la joven se embarca en un una aventura tan peligrosa y atípica. Aparte de los habituales problemas del final de la adolescencia, solo insinúa una posible incapacidad de entregarse, observándose siempre desde fuera, imposibilitándose el placer, pero eso no es suficiente. Por otra parte, las reacciones de los familiares y las de la gente con la que trata, me parecen a menudo artificiales y forzadas, poco reales, teóricas.
En resumen, creo que más que una historia extrema realista, con personas humanas, en un entorno real, esta es una fantasía erótica del director. Y eso le resta emoción y sentimiento.
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28 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Bella de día (y de noche)
'Joven y bonita' ('Jeune et jolie', 2013), de un joven veterano del cine francés como es François Ozon, cuya irregular pero atractiva carrera le ha granjeado popularidad y respeto, formó parte del cartel del pasado Festival de Cannes, donde fue tildada, me manera discutible, de título menor.

La cinta de Ozon ofrece un honesto, seco y sensual retrato adolescente, profundamente alérgico a obviedades y moralismos, centrando su atención en la sencilla pero magnética descripción de una adolescente de 17 años que, tras una decepcionante primera experiencia sexual, decide convertirse en prostituta de lujo. La película no da apenas razones o explicaciones y mantiene la narración en un cierto secretismo de manera constante, lanzando cada cierto tiempo al aire diversas pistas y preguntas incómodas pero siempre dejando al espectador que sea quien encaje las piezas en su cabeza y dé sus propias respuestas. Es éste uno de los mayores activos de la película, su ligera opacidad, como también lo es la estimable decisión de no juzgar al personaje principal, interpretado de manera hipnótica, intuitiva y firme por una sobresaliente Marine Vacth, de quien emerge un poderoso retrato femenino y, a su vez, del despertar sexual y vital. Su exposición, aún con todo, resulta limpia, sencilla y directa, consiguiendo un efecto de cierta fascinación por la turbia historia que se nos cuenta, por su mirada cruda y tierna a un mismo tiempo a un asunto tan inestable y difícil como es la sexualidad adolescente, sin más asideros que la estricta realidad.

Todas las filias y fobias del cine de su autor están presentes en 'Joven y bonita', pero quizá su plasmación sea de las más brillantes, concisas y efectivas de toda su carrera. Es muy probable que venga a hablarnos del sexo como rebeldía ante una sociedad que es ajena a la protagonista, o que establezca un discurso sobre la falta de cariño en el contexto de un mundo materialista y superficial. Sea como fuera, la fuerza de la propuesta es innegable y sólo quizá el juego que propone Ozon de despistar y desconcertar, como viene siendo habitual en su cine, se torne algo esquivo en sus escenas finales. Una película, en resumen, que formaría una estimulante sesión doble con la reciente y más radical y brillante 'Nymphomiac' (2013), de Lars Von Trier.

http://www.asgeeks.es/movies/fin-de-semana-europeo-criticas-de-joven-y-bonita-y-oh-boy/
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El erotismo adormecido
La nueva película de Ozon, conocido por su obra Dans la maison (En la casa) narra el descubrimiento que Isabelle (Marina Vatch) hace sobre si misma: es una persona que tiene sexo y que puede usarlo y disfrutarlo a su antojo. Así es como la joven de 17 años comienza sus peripecias en el mundo de la prostitución de lujo, dividida en 4 partes que corresponden a las estaciones del año.

Mas allá de tratar temas ya muy recurridos como la prostitución, el drama de una familia, la perdida de la virginidad etc. Esta historia nos muestra belleza en estado puro, como la apenas mujer consigue todo lo que quiere, es el deseo de todos los que quiere. Y más interesante aún como el personaje madura, como ella busca, entre todo lo que hace, algo que la representa, algo con lo que pueda decir: esta soy yo.

No cabe duda que la maravillosa Vatch consigue llevar el personaje a donde ella desea, interpretación dentro de la interpretación, momentos tristes o dramáticos, nunca en exceso o incluso crueldad por parte de otros personajes no han sido un problema para ver como Isabelle puede con todo lo que la vida le ha dado.

Un guiño especial a la foto, imposible no recordar En la casa, la película anterior a esta de Ozon. En ambos la belleza del ser humano es uno de los puntos fuertes, el atractivo de los actores ante una cámara y colores blancos y grisáceos predominantes.
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20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No basta con ser joven y bonita.
Muy francesa (...), de seducción y estereotipos con la excusa de develar una realidad optativa es "Joven y bonita" (2013) de François Ozon, que pudiendo explotar muchos lugares comunes por suerte apela por invertir más en las conductas a veces indescifrables de una jovencita en medio de la erotización del entorno donde se sabe objeto del deseo.

Aunque lejos de los cánones de belleza latinos, Marine Vacth es joven, bonita pero está algo lejos de ser atractiva. Es un cuerpo casi de maniquí, acorde a la descripción de adolescente pero sin voluptuosidad alguna. Eso le resta algo a su rol, del cual por supuesto no detallaremos más.

La película juega con ello, la juventud, libido, la lujuria y la inmadurez. Alcanza buen caminar en sus primeros momentos hasta promediar la mitad del film en una historia que hemos visto antes. Me recuerda a "Melissa P." (2006), dirigida por Luca Guadagnino.

Sin embargo, el ritmo que en un momento alcanza con un previsible huracán de lujuria juvenil se desvanece de pronto y cambia el tono para entrar en un pantano de drama del que parece no salir nunca y de pronto sin mayor explicación las cosas sólo pasan.

Vacth encarna el arquetipo de la nueva belleza francesa; delgada, sin mucha expresión y privilegiando sensualidad (...) a simpatía y carisma. La propuesta es extraña y en la duda se queda a medio camino de hacia donde apunta. No hay por qué conformarse y simplemente no se puede juzgar un film por su afiche o sus labios rojos, entre otras cosas.

Recomendación:
Regular, tiene sus momentos pero su ambigüedad deja muchos cabos sueltos sin resolver.
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22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Joven y bonita
No es por dinero, no es por placer, ni por el sexo ni por el poder..., es porque puede; le gusta el previo, el juego de la cita con un desconocido, la sorpresa y suspense de cómo será; le gusta el regodeo posterior, recordar y endulzar el momento vivido; justamente, donde no siente nada y finge es en el acto, en el preciso momento por tanto..., por qué no cobrar?, por qué no pagar lo que tanto desean?, búsqueda de una chica joven y bonita! La belleza y frialdad de la actriz protagonista lo abarca todo, captura la cámara en un sentido intimista, delicado y de gran finura que te atrapa y hechiza; sólo cabe seguir sus pasos y conocerla, tratar de entender su proceder y su esencia más íntima. El trabajo del director es sencillo: un no-destacar, un saber apartarse que se observa en la brillantez y lucimiento del resultado final, un dejar hablar a la historia, al propio guión y al personaje, mostrar la sequedad de un espíritu viciado que empieza a conocer su alcance, el dominio de su campo de actuación; experimentar con el cuerpo, descubrir la poderosa arma que puede llegar a ser, juego peligroso de pero de gran atractivo y enormemente gustoso, adictivo todo ello tratado con gran elegancia y calidez pero sin la esperada maldad visual, sin regodearse en los sinsabores de los bajos mundos de la mercancía sexual; explosión de mucha frialdad y una ausencia total de sentimientos afines a la otra persona. Consigue engancharte, preguntarte por sus motivos y querer profundizar, conocer a su bella y bonita intérprete; vacío momentáneo de tu presente llenado temporalmente con un relato sencillo y breve pero de impacto sobrio y efectivo sobre tu persona. Funciona su efecto y se disfruta; acertado planteamiento y positivo rendimiento final para placer del público asistente.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
LA JOVEN BONITA Y CONVENCIONAL PUTITA DE SIEMPRE.
Cuando decidí verla, consideré por las críticas que me encontraba ante una película superior a la media. A los pocos minutos de metraje, estaba claro que no existía profundidad dramática en los personajes, todos arquetípicos y acomodados a una historia
muy convencional.
Los silencios tan elocuentes en otras narraciones cinematográficas, aquí adolecen de sentido. No explican por qué esa chiquilla de 17 años se mete a puta, no entiendes sus razones, jamás quedan claras.
Hubiera tenido más sentido saltarse el verano y encontrarte con las otras tres estaciones, dejando paso a la imaginación y el criterio del espectador, para que sacase sus propias conclusiones.
Un intento fallido por aportar algo nuevo, a un género muy trillado. Mi puntuación ha sido un generoso 6.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pagando, hasta San Pedro canta
Tenía ganas de ver esta película por el magnífico sabor que me dejó la anterior película de François Ozon, titulada “En la casa”. Aunque por otra parte temía que mis expectativas no se cumplieran. Estoy acostumbrado a que cuando me gusta mucho una película, la siguiente que veo del mismo director se me queda un tanto por debajo de lo que esperaba. En este caso, la película no me ha defraudado en absoluto, aunque en comparación con la anterior, se queda un punto por debajo, pero no a mucha distancia. Definitivamente, Ozon ha dejado claro que es un director de referencia en el cine europeo actual.

La película es seductora, como su protagonista, pero esta vez voy a empezar por lo malo, o por lo que menos me ha gustado, y así me lo quito de en medio. No me gustó el final, me pareció demasiado poco creíble, aunque siempre me alegra ver en la pantalla a Charlotte Rampling, creo que la manera en que termina la película Ozon es francamente mejorable, no le sale bien el intento de descolocar al espectador.

La otra cosa que no me gustó es el modo en que nos encontramos con Isabelle convertida en puta. La película está dividida en cuatro capítulos que son las estaciones del año. Empieza en el verano, que es cuando Isabelle cumple 17 años y es una chica aún virgen que está de vacaciones en la playa y tiene un affaire con un chico alemán. Y cuando acaba el verano, empieza el otoño y tenemos a la chica súbitamente convertida en puta de lujo. Me parece un salto demasiado grande, sin explicación alguna. Un agujero negro en la trama que luego intentan aclarar con la historia del hombre que aborda a las chicas a la salida del instituto, pero no termino de verlo bien.

Y ya. Todo lo demás me gustó. La película tiene buen ritmo, es entretenidísima, el sexo está tratado con bastante buen gusto, la música está muy bien, con excelentes canciones de Françoise Hardy subrayando cada estación de la película, con cierta dosis de ternura y con un tono desconcertante que ya tenía “En la casa” que mantiene al espectador permanentemente interesado en lo que ocurre en la pantalla.

“Joven y bonita” es un disparo certero contra la moral convencional. Pone encima de la mesa el tema de la prostitución de menores, aunque no profundiza en él. Seguramente porque la protagonista de la película, pese a ser menor de edad, elije voluntariamente dedicarse a la prostitución, sin que lo necesite y sin que nadie la obligue. Lo hace por propia voluntad, como un modo de satisfacción física, emocional y económica. Hasta qué punto una chica de 17 años es dueña de su propio cuerpo, de su voluntad sobre qué hacer con él, eso es uno de los posibles debates de la película. Ozon no toma partido, simplemente lo muestra.

Isabelle después de descubrir el sexo descubre que se siente deseada y disfruta del poder que eso le otorga. Goza con la emoción de no saber con quien se va a encontrar cuando atraviese la puerta del hotel. Se deleita después al recordar la aventura que ha vivido. La parte menos interesante es en la que se produce la relación, pues no siente nada especial. A ella le encanta el antes y el después. El durante es un simple trámite. Justamente esa parte es la que quieren sus clientes. Y por eso siente que hace bien en cobrar por ello.

Después de su primera experiencia sexual en el playa con el chico alemán, Isabelle se da cuenta de que el sexo no es para tanto. Que los hombres disfrutan muchísimo con ella, pero ella no lo ve como una cosa tan mística. En cambio, disfruta siendo deseada, le da morbo hacerlo hoy con uno y mañana con otro. Y hay muchos hombres dispuestos a pagar muy bien por eso. ¿Por qué no aprovecharlo?

Ella no busca el amor romántico. Los chicos de su edad le aburren. Se siente mucho más madura que ellos. Cuando descubre su poder seductor, se engancha a él. Se da cuenta de que su encanto, belleza y juventud son un arma poderosa, y sencillamente la utiliza, porque le produce mucha más pasión sentir esa sensación que la que le otorga una relación convencional. Hasta el punto de que prostituirse llega a convertirse para ella en una adicción.

Todo esto son conclusiones que uno saca, ya que la película en eso es muy poco explícita. Ozon no nos explica los motivos por los que una chica como Isabelle, guapa, inteligente, joven, sin problemas familiares ni económicos, decide dedicarse a la prostitución. Y si el director no nos da respuestas, su rostro tampoco lo hace.

De mirada cargada de permanente tristeza, Isabelle parece huir continuamente de lo que los demás quieren que sea. Basta que alguien quiera ser su novio para que ella lo rechace. Si su madre quiere que sea de una determinada manera, ella se esfuerza por ser lo contrario. Siempre intenta hacer lo opuesto a lo que se espera de ella. ¿Rebeldía juvenil?

La única parte en que parecen aflorarle los sentimientos es cuando habla con el psiquiatra acerca de su mejor cliente, un viejo que la trata de un modo bastante tierno y al que ella ve de un modo algo distinto que a los demás.

No puedo terminar estas palabras sin ponderar a la gran artífice de todo esto, una actriz desconocida para mí, que se llama Marine Vacth, que encarna con gran maestría a esta Lolita de Ozon. Tremendamente bella y misteriosa, carga con todo el peso interpretativo de la película y sale airosa del intento. Tan preciosa como fría, con una gran ambigüedad, cautiva al espectador completamente. Todo un descubrimiento.

http://keizzine.wordpress.com/
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Ozon, el testigo.
El cine de François Ozon, para los que le hayan seguido la pista de cerca en lo que llevamos de siglo, se divide fácilmente en dos categorías o tendencias: una abiertamente más clásica, academicista e incluso ciertamente manierista (8 mujeres, En la casa) y otra de corte mucho más rupturista, arriesgada e independiente (El tiempo que queda, Ricky). Sin desmerecer el recuerdo de otros títulos que culminan una versátil y rica filmografía, el director francés se ha deslizado entre ambos estilos de forma espontánea y lineal, con el devenir de los años, en vez de realizar su obra por etapas, personales y artísticas, que sí han podido conocer otros autores de prestigioso renombre.

Su última película, Joven y bonita, se entroncaría dentro de la tendencia más libérrima de su cine, estableciendo unos vínculos de unión muy evidentes, sin caer en la comparativa, con el título anteriormente mencionado, El tiempo que queda. En símil, el rastro de un tratamiento de la sexualidad carente de pudor pero no por ello erótico, referido al exhibicionismo kitsch de calentar butacas y personal. Ozon adereza esa morbosa pulsión a través del rastro de la juventud, que la personifica en la protagonista como inmadura, perdida y confusa, y bucea a través de ella logrando la emancipación de la inocencia. Esto es algo muy recurrente en sus tratamientos, pues la curiosidad del sexo suele estar focalizada en los ojos de alguien aún puro e ingenuo, carente de maldad.

Como ya ocurriera en la película protagonizada por Melvil Poupaud, el relato está barnizado con levedad y respeto de orfebre por los detalles. El realizador galo rechaza lo rimbombante y lo juicioso para dar libertad de análisis y carta blanca a las interpretaciones. Los personajes de sus películas, y más aún el de esta última, fluyen a su paso, errantes y desorientados pero, ante todo, carecen de una exposición direccionada hacia la audiencia. Rara es la ocasión de encontrarse como espectador con una historia, que aborde la temática de la prostitución y la adolescencia, en la que el canon imperante no sea el dominio y control de los juicios, valores y acusaciones de todos los sucesos por parte de su propio creador. Esto, como es lógico, resta de naturalidad y autenticidad a esos filmes.

A raíz de esto, lo que más puede destacar de Joven y bonita es que Ozon precisa de nuestra participación, pretende dejar preguntas abiertas para no ser él quien las responda. Por ello, existe separación y objetividad con respecto a lo narrado, un gran tanto a su favor. Posibilita, a partir de la concepción de las secuencias, la espontaneidad recurriendo a las descripciones, por sí mismas, de la puesta en escena y la dirección de actores. Lejos quedan los circunloquios y monólogos aberrantes que expliciten aquello que con la imagen se puede conseguir con tanto acierto e impacto. Es a su vez un nuevo ejemplo de intimismo en el director francés, a partir del cual, con susurros, silencios y también aquí gemidos, es capaz de lograr diseñar una verdad infranqueable, no por su naturaleza sino por su ejecución.

Guste más el Ozon clásico, contenido y filosófico o más el extrovertido y arriesgado, lo cierto es que ambas separaciones distan mucho de ser inconexas. Sus películas, de un modo u otro, beben unas de otras, se comunican entre sí y continúan en su temática y su concepción. Rechazan la impostura y remiten a los tejemanejes que conforman la vida. Unas veces pueden ser más felices o luminosos; en otras son tenebristas y soterrados. En cualquier caso, Joven y bonita es una confirmación más de la voluntad de compromiso y comunicación que el excelso director francés ha gestado durante su carrera y continúa en nuestros días.

Crítica para www.magazinema.es
@WeisGuerrero @MagaZinema_
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Finalidad sin fin
Para el filósofo Kant, una de las características de una obra de arte (además de desinteresada, universal y necesaria) es que posee una finalidad sin fin. Es decir, el autor lo ha hecho por algo, pero no tiene un objetivo específico (como lo puede tener un vaso, unas gafas, unos zapatos, etc.). La obra de arte no sirve para “nada” en términos prácticos; la observamos y en ese juego entre la imaginación (lo que sentimos y nos evoca) y el entendimiento (conseguir aprehender el significado), reside la belleza. Es decir, toda verdadera obra de arte encierra ese misterio, nos lleva hacia algo que no conseguimos del todo captar.

Así es esta película de Ozon, tiene algo inquietante, bello, pero no conseguimos dar con la clave. La primera pregunta a la que ni nuestra imaginación ni nuestro entendimiento logran dar una respuesta es ¿por qué se prostituye? ¿Por qué se lanza de cabeza en una actividad que, al margen de la cuestión moral, tiene enormes riesgos (contraer enfermedades, caer en las redes de prostitución, topar con un psicópata…)? Isabelle parece ajena a todos estos interrogantes. El llevar una doble vida tampoco parece causarle mayor rubor. No hay nada en la película que nos dé una clave sobre los motivos. En unas declaraciones sobre la obra, Ozon afirma: “No emito mi opinión sobre este tema, solo quería mostrar lo fácil que es, para una adolescente, llegar a la prostitución gracias a las nuevas tecnologías”.

Nosotros, como espectadores podemos intentar dar una explicación: es la historia de una adolescente que explora los límites de lo prohibido, de su cuerpo, de su temor a lo desconocido (cada cliente es una aventura), de la doble vida. Es la historia de una chica que busca su poder mediante el sexo (ella ofrece un servicio y el cliente paga, es dueña de su trabajo). Es la historia de una adolescente que quiere romper con su entorno, hacer algo que nadie en su situación privilegiada haría… Podrían ser claves, pero nada nos permite profundizar en una dirección u otra.

Sin embargo, al margen de estas cuestiones de fondo, la belleza formal es cautivadora. Isabelle/Léa (Marine Vatch) nos lleva en este paseo por el filo. No podemos dejar de mirarla, aunque la verdad, sería imposible visto que aparece y todos y cada unos de los fotogramas. La fotografía es luminosa y suave.

A ver, a ver… Más cosas: hay una cuestión con las puertas; nadie toca a la puerta antes de entrar. De hecho, cada vez que alguien abre una puerta (sin tocar) se encuentra con algo inesperado: el hermano que ve a Isabelle masturbarse al principio; el padrastro que topa con ella duchándose, etc.). Otro tema: hay escenas de sexo, pero no se ve a ninguno de los personajes disfrutar. Es un sexo opaco. Otro aspecto interesante: la relación madre-hija; ese momento en que las madres quieren retener a sus hijas, pero estas ya han dado el paso, ya han creado su mundo, son adultas…

Pero dicho todo esto, volvemos a la pregunta inicial: ¿por qué se prostituye? Quizás es por lo que decía el padrastro en un momento dado: “no es de extrañar que los hombres si fijen en ella, es joven y bonita”. Explicación floja cuando no machista, etc. Y entonces caemos en la cuenta de que nos faltan claves, por mucho que Ozon invite a que cada uno saque sus propias conclusiones: “Hay múltiples razones para que Isabelle se comporte así, y cada uno puede interpretarlo como le plazca”. Ya, pero quizás es ahí donde necesitamos algo de precisión del personaje, algo que nos permita concretar un poco más lo que siente y lo que mueve al personaje, una clave para entenderla a ella, no dar una explicación desde fuera. Un diario íntimo en el que plasmara sus intimidades, una amiga en quien confiara… Incluso en las sesiones con el psicólogo no consiguen arrojar luz sobre su comportamiento. Queda entonces al final la impresión de “finalidad sin fin”, no en el sentido kantiano, sino en el sentido de intuimos que no hay un por qué.

Lo mejor:
- Ella. Impresionante. Posee una belleza sencilla, pero magnética.
- La fotografía, suave y luminosa.

Lo peor:
- Demasiada indefinición.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Soft porn elegante.
Como lo dice el título la imagen que me queda de esta película no es más que la de Soft porn elegante. Todos hablan del “Despetar Sexual”. Es obvio que la historia comienza con el despertar sexual de la protagonista, pero no cuenta lo que es a mi entender lo más importante e interesante de todo. Todo el mundo tiene ese despertar pero no todas las mujeres terminan prostituyéndose.
No explica el porqué de una mujer casi perfecta (físicamente es perfecta) que decide prostituirse, por qué elige esa vida, qué la motiva. Sin esto la película no es más que una sucesión de escenas soft porn, vacío, pero más elegante que las películas que daban en el canal “The Film Zone” los sábados pasada la medianoche (¡¡si saben de qué hablo entonces no me juzguen eh!!).
No la motivan el dinero, los hombres con poder adquisitivo, la comodidad, ni nada. Sólo queda pensar que la motiva la adrenalina de lo previo, el contacto anterior al acto con un desconocido; y ahí reside lo peor, porque los autores no se juegan por nada, dejan ese bache porque no sabían cómo justificarlo, no para hacer pensar al espectador; además queda cool y con el beneplácito de críticos y público en general, porque ¿cómo justificar algo así conformando a todo el mundo? Creo que las justificaciones que van más allá y hablan de la superficialidad de la sociedad actual, la falta de comunicación en la familia, etc. etc. son sólo justificaciones que caen en el lugar común y que eligen esta razón para argumentar una película que sólo entra por su lograda estética (que tiene nombre y apellido y se llama Marine Vacth) porque yo no advertí ninguna de las razones que intentan exponer.
Lo bueno es que aunque como dije no quede claro el motivo (y si no lo hay tampoco lo demuestra), aborda la prostitución desde un lado diferente al habitual, donde la trata de personas y la miseria son las únicas variantes argumentales.
Lo peor es ese salto desde una chica virgen que se masturba con la puerta abierta a una mujer que entra a una habitación de hotel dispuesta a entregar su cuerpo por dinero a un hombre que nunca vió. Me lo venden como obra maestra pero lo que yo veo es pereza en el desarrollo de la historia, se ve más correcta y mejor estéticamente pero lo fatal de este salto argumental elegantemente disfrazado en "estaciones" es que es la historia queda herida de muerte.
Muchas veces justifiqué películas que se centran en un aspecto central y no abarcan más como lo pido en esta, puede verse como una contradicción, pero la diferencia está en que sin este espectro ampliado que siento que falta sólo me quedan unas secuencias de un cuerpo bellísimo desnudo para ver y nada más.
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11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Quién no ha soñado alguna vez con cruzar la raya?
Me gusta el sabor que deja, me gusta lo bien definidos que están los personajes, todos con un algo que los hace tan humanos (imperfectos) y tan próximos.

Me gusta el poder que irradia la actriz principal. Me gusta cómo juega con todos, como los pone contra las cuerdas.

Me gustan las películas como ésta, que te hacen sentir, y que te recuerdan algo como que no es bueno juzgar a los demás, porque con un pequeño empujón bien dado, en el momento justo, todos podemos cruzar la raya.

No os la perdáis.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Bella de tarde.
François Ozon ("En la casa") regresa al mundo de la turbia adolescencia, esta vez para acercarse a una chica de 17 años que comienza a prostituirse sin motivo aparente.

Un espectáculo inquietante, perturbador y desolador pero sin caer en ningún tipo de truculencia desagradable gracias a la exposición gélida de los encuentros sexuales, unas elegantes elipsis y la belleza impávida de la actriz.

Ozon vuelve a traer una idea presente en su exitosa película anterior: el poder. En este caso se plantean las posibilidades del cuerpo como elemento de dominación.

Si bien el film es muy hermético en cuanto a las causas o motivaciones (probablemente ni la propia protagonista tenga muy claro por qué se prostituye), sí se muestran de modo más obvio las consecuencias que dicha práctica le acarrea... y aunque ya no hay lapidaciones como en época de María Magdalena, los coqueteos con la prostitución la pueden marcar de por vida porque la mirada de los demás hacia ella ya no va a ser limpia... Aunque el final se encarga de marcar una ambigüedad en este sentido: puede que la persona más comprensiva sea la que menos esperas.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
BIEN, .....PERO CON LAGUNAS.
Estamos ante una película interesante, bien rodada, elegante, perturbadora y donde se aprecia un fuerte talento detrás de la cámara.

Es un film perturbador, pero no escandaloso, minucioso, directo y naturalista en el desarrollo de lo que hace la protagonista. Sin embargo, su por un lado acertada frialdad, impide conocer, o llegar un poco a unas motivaciones, que simplemente no se plantean, lo cual hace más difícil empatizar con una protagonista que no sabes porqué hace lo que hace y cuya planicie interpretativa tampoco te permite intuir realmente de que va.

Es sin duda, en mi opinión, un error de planteamiento, que lastra un tanto al film, pero que ni mucho menos acaba con él, ya que en el mismo encontramos momentos estéticos de gran belleza, descubrimos a una presencia (de momento no podemos hablar de una actriz) como la de Marine Vacth, y hay momentos de mucha brillantez, como las relaciones de la protagonista con su madre y padrastro, o esa dualidad que se plasma, creo que con acierto, entre la protagonista y sus clientes respecto al entorno de compañeros de clase adolescentes en el que también se mueve.

Lo dicho, un film interesante, muy bien rodado, pero que creo que hubiera tenido que aportarnos algún elemento más sobre las motivaciones de su protagonista.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Tan pasajera como sus estaciones
Tengo que reconocerlo, de François Ozon sólo he visto la tórrida y efectista "Swimming Pool".

"Joven y Bonita" es lo que el mismo título indica: una película sobre el despertar sexual de una adolescente cuya belleza es una telaraña en la que se guarecen maduritos venidos a menos, no sin antes pasar por caja.

La actriz más allá de su portento físico, ofrece poco más que amenizar una película funcional y tan efímera en su mensaje como lo son las estaciones del año: entre la torridez elegante y angelical de sus servicios sexuales, plantea preguntas existenciales más simples que enfundar un condón.

Habrá quien busque mensajes existenciales al galope de "polvo y polvo y me los tiro porque me lleva la corriente". Pero no es una película que logre tocar la fibra. La motivación de la chica queda bastante clara: cómo lograr dominar a los hombres con el sexo y sentirse entre los mejor de ambos mundos: aprender de la superioridad que ofrece cabalgar viejos adinerados y a la vez disponer de la juventud, bendito regalo.

Nada más.
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8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Notable
Maravilloso largometraje que pone en el punto de mira la no aceptación de los padres por la sexualidad de sus hijos. La película hace un canto a la libertad sexual de los jóvenes.

La exploración sexual de la protagonista nos hace ver la rebeldía joven y el sentido que puede tener el sexo en su vida. Mientras los adultos pueden tener sexo a su antojo, incluso, con infidelidades, los jóvenes socialmente no son aptos para probar su cuerpo.

Otro enfoque, son las relaciones de poder que se pueden ver en la película.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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