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23 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Juegos de seducción
Quinta entrega de la seria de seis films titulada “Los cuentos morales”, del realizador francés Éric Rohmer. El guión, del propio Rohmer, desarrolla una idea de Alfred de Graaff (supervisor de producción del film). El film se rueda en escenarios naturales de Annecy (Alta Saboya, Francia) durante el verano de 1970. Nominado a un Globo de oro, gana el Premio Louis Delluc y la Concha de oro (mejor película) del Festival de San Sebastián. Producido por Barbet Schroeder y Pierre Cottrell (“Mi noche con Maud”, 1969) para Les Films du Losange, se estrena el 15-XI-1970 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en el Lago de Annecy y alrededores durante varias semanas (junio/julio) del verano de 1970. Jerome Montcharvin (Brialy), diplomático, agregado a la embajada de Francia en Suecia, de 35 años, que se halla a punto de contraer matrimonio con su novia sueca, acude a Annecy con el propósito de gestionar la venta de la antigua vivienda familiar de verano. Allí coincide con su antigua amiga, la novelista italiana Aurora (Cornu), que le presenta a sus amistades. Ocupada en una novela sobre las relaciones amorosas de una adolescente y un hombre mayor, le ruega que atienda a Laura Walter (Romand), una quinceañera que se siente atraída por él, hija de la propietaria de la casa en la que se aloja. De ese modo cree que le podrá ayudar a componer los pasajes centrales del relato. Las cosas se tuercen cuando Jerome se siente poderosamente atraído por Clara (Monaghan), hermanastra de Laura, de 16 años, aficionada al tenis, al voleibol y a navegar en canoa por el lago. Tiene novio, Gilles (Falconetti).

El film suma drama y romance. El realizador construye un relato desprovisto prácticamente de acción física, que trata de concentrar la atención del espectador en lo que ocurre en la mente del narrador (Jerome). La narración no explica, ni dice, ni expone, sino que se limita a mostrar, sin artificios, la evolución de los pensamientos y sentimientos interiores del protagonista. Le interesa, sobre todo, que el espectador perciba las emociones interiores del mismo. Para ello le invita a la contemplación directa y sincera.

Es importante que el espectador entienda en sus justos términos la supuesta fijación de Jerome por la rodilla de la muchacha. La rodilla no es un elemento fetichista a la manera de los pies en Buñuel o Truffaut. No es ni un símbolo, ni una alegoría que trasmita sugerencias o indicaciones sobre el deseo de posesión de Jerome. Es la supresión de la idea de posesión o, substitutivamente, su sublimación perfecta y completa. El placer no estriba tanto en el acto físico, como en la búsqueda y la aplicación de las estrategias y los juegos de seducción para conseguirlo.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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68 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un intelectual hace cine
Resulta curioso que Jean-Marie Maurice Scherer, profesor de literatura, crítico de cine, redactor-jefe de Cahiers de Cinema se oculte bajo el seudónimo de Eric Rohmer (Eric por von Stroheim y Rohmer por el autor de Fu-Manchú). Rohmer, nacido en 1920 es autor prolífico, con más de ochenta películas en su haber, muchas como guionista, las más como guionista y realizador. Comenzó a hacer cine en 1959 y se dió a conocer en 1967 con "La coleccionista", en el Festival de Berlín. Tras "Mi noche con Maud", rodó en 1970 "La rodilla de Clara", que forma parte de sus seis cuentos morales. Rohmer, licenciado en Filosofía y Letras, es un intelectual que transporta al cine sus inquietudes filosóficas y morales. Junto al bello lago de Annecy, que pintó Cezànne, en un ambiente de vacaciones, tiene lugar la levísima acción, que da pie para que el autor exprese, a través del protagonista, en una serie de diálogos con una amiga escritora, su opinión sobre el amor y sobre la amistad, y efectúe un riguroso autoanálisis crítico de su conducta y de sus sentimientos en su relación con los demás. La conversación mantiene, siempre, un tono culto, refinado y sutil que nos obliga a prestar una atención constante, pues no importa tanto lo que sucede, apenas si sucede nada, como el estar atentos a la propia resonancia interior.
Es un film para la inteligencia, que sorprende nuestros ojos con una rara belleza.
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54 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los riñones de Taylor
El día que Servadac -uno de los rohmerianos más recalcitrantes que conozco- me confesó que “La rodilla de Clara” le había dejado algo frío, no pude evitar que una ligera tiritona recorriera todo mi espinazo. “Joder, vaya ánimos -pensé- mi segunda tentativa con Rohmer va a ser un rotundo fracaso. Fijo”.

Sin embargo, lejos de desilusionarme, decidí persistir en mi empeño y abordé la célebre cinta del maestro francés con toda la voluntad y el coraje del mundo. Consideraba que si había sido capaz de tragarme (con sumo placer, por cierto) “Mi noche con Maud” no veía por qué no podía hacer lo propio con la de Clara y su rodilla. Aún así, la frase de mi amigo Servadac seguía retumbando en mi cabeza (“me dejó fríiiiiiiiiiiiio”, “me dejó fríiiiiiiiiiiio”, “me dejó fríiiiiiiiiiiiio”, “frío, frío, frío, frrrrrío”). Por segunda vez, un leve escalofrío transitó por mi espalda hasta que se detuvo en su parte baja. En el culo, no. En los riñones, concretamente. Estaba visto que necesitaba una manta.

Así pues, confortablemente arropadito en mi manta de polyamida azul adquirida en Ikea y encomendándome -al mismo tiempo- a rouse cairos, Quim_Casals y todos los santos de la corte celestial, me dispuse a ver “Le genou de Claire” (que bonito suena en francés ¿no?) pasara lo que pasara. ‘Peti qui peti’, como decimos en català.

Sorprendentemente, a los pocos minutos ya había conseguido meterme de lleno en la conversación rohmeriana de turno. Una conversación que, como bien saben los que ya han visto esta peli, se desarrolla a lo largo de todo un mes. Sí, habéis oido bien: de todo un mes. El de julio, en concreto. Parando, lógicamente, para comer, beber, mear, cagar y dormir. Unos agradables recesos que, sin embargo, el espectador no puede llegar a disfrutar por obra y gracia de un montaje que los mutila y focaliza toda su atención en el noble ejercicio de la plática continua. Porque no veas como le dan a la sin hueso los personajes de Rohmer. Una pasada, de verdad. Parece que les den cuerda. Bla, bla, bla… bla, bla, bla… bla, bla, bla… Y aunque de tonterías y banalidades el tío de la barba frondosa, la escritora y las dos mocitas sueltan unas cuantas, la incontinente oratoria del cine rohmeriano cuenta con la ventaja que, de vez en cuando, lo que dicen estos personajes tiene sentido y, además, es interesante.

(to be continued)
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35 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Acerca de aquel cine y la urgente reivindicación (II)
Dijo Luis Buñuel que si se le permitiera, el cine sería el ojo de la libertad. Pero nos tranquilizó diciéndonos que podíamos dormir tranquilos, que la mirada del cine estaba dosificada por el conformismo del público y por los intereses comerciales de los productores. Pero que el día en que el ojo viera y nos permitiera ver, el mundo estallaría en llamas.

Hubo un periodo donde el cine vio, donde el cine-quimera nos brindó el privilegio de la visión: Las décadas del 60 y del 70. Fue el esplendor de asistir al nacimiento del cine como instrumento activo de la verdad poética, del lirismo furioso, combativo y descarnado. Fue la desesperación asumida. El cántaro se había desbordado: Florecieron las vanguardias, recrudeció el cine político y militante, el código de la censura norteamericana comenzó a relajar las mordazas, se flexibilizó el canon industrial del tanque hollywoodense y se resintieron las rancias letanías conservadoras; las cosas comenzaron a llamarse por su nombre: se dijo genocidio y racismo, descontento social y violencia institucionalizada. El sexo en todas sus variantes se plasmó en rutilante tecnicolor y los héroes se cansaron de serlo. No hubo final feliz. Ni tampoco principio.

El sueño del cine siempre había estado vedado y resguardado por los centinelas de la moral imperante, cancerberos reaccionarios que operaron siempre mediante la omisión, la modificación, el reagrupamiento de los materiales y la siempre efectiva prohibición. Los censores del sueño fílmico son y han sido siempre los causantes de la desfiguración. Pero en este período, el cine se volvió un juego peligroso para los estándares, un material inflamable de rigor expresivo y densidad ideológica. Comenzó una guerra de luz y de sombras que subvirtió la realidad material y la devolvió al mundo de los sueños prohibidos y los deseos ocultos. La fuerza impulsora de la época nos recondujo al sustrato de lo vivo, de lo embrionario, de lo primigenio, al origen de nuestra dinámica más profunda. El ansia visionaria de estos creadores fue como una tinta invisible que brotó del alma desnuda, un punto de fuga que apuntó hacia el infinito. Nunca más el cine nos bendijo con un periodo tan lúcido de estridencia y arrebato creativo. Ni antes ni después alcanzó esas cimas.
Es por eso que…urgente reivindicación para:

LA RODILLA DE CLARA

¿Por qué volver sobre ella?

Porque Éric Rohmer representa el paradigma del cine de la "no-acción" de la Nueva Ola francesa, cine profundamente evocador, difícilmente imitable, sólo Richard Linklater y su trilogía de Céline y Jesse pueden considerarse herederos dignos de su universo. Rhomer, certero cazador, encargado de atrapar silencios y repartir soliloquios entre monólogos maravillosos. La rodilla de Clara es un elogio de la palabra, catalogo exhaustivo del conversador incansable, un sentido homenaje a la diáfana retórica de agridulces amores de verano, casi como emprender un viaje a través de aquel jardín de las delicias donde todo se parecía a todo y nada era más importante que otra cosa: La vida como coyuntura de situaciones imperecederas e irrepetibles.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La manzana en forma de rodilla
Pocos como Éric Rohmer para trasladarnos esas sensuales apreciaciones sobre el descanso, la buena compañía y el placer; todo ello acompañado de forma habitual por la luminosa fotografía del hispano-cubano Néstor Almendros.
En esta ocasión nos hallamos a orillas de un lago que sestea entre verdes montañas, participando de las conversaciones de una pareja de amigos, ociosos intelectuales en proceso de cambio, que para animar sus días de asueto deciden poner a prueba las dotes de seducción de él, que contraerá matrimonio de forma inmediata, para que ella, novelista en busca de personajes, pueda situar el experimento en su argumentación literaria. Una adolescente, hija de una amiga de la escritora será la presa elegida; pero he aquí que aparecen Claire y su novio, y el cazador resulta cazado por la indiferencia de la guapa e insustancial jovencita hacia su persona.

Quienes no aprecien esa verbosidad frondosa de Rohmer que desnuda a la mínima expresión el mundo de las relaciones de la burguesía, se aburrirán, o al menos se adormecerán, con el suave oleaje de las aguas cautivas, con el canto de los pájaros y con el "corre-corre que te pillo" de la brisa picarona. Los que, como yo, gustan de esa exposición de impropias tentaciones de la gente bien, disfrutarán del tacto y la sensibilidad del director para contarlas.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
La barba de Jérôme
Hablan demasiado, es un escudo, lo tienen que comentar todo, además siempre están en contacto, se tocan el brazo, se abrazan, se acarician... del modo más artificial posible, porque se tocan para crear un ilusionismo de cercanía, pero no te crees que se encuentren. Parecen gallinas, siempre hablan de lo mismo. Puede que el problema sea yo, que me he saltado cuatro cuentos morales para ver este conmovida por el título, o tal vez que comencé a ver una película a la que le tenía ganas y a los quince minutos de sumisión sexual me aburrí y puse esta, de una temática totalmente distinta. No está mal un par de decepciones por día...

Lo que realmente ocurre es que el estudio que intentan hacer los adultos con las adolescentes, el intento de rellenar una historia de curiosidad amoril veraniega, por ambos lados, no es apta para mi, ni para las noches de lluvia intensa.

Yo sólo quería ver la película por una historia que nos contó un profesor cuando era una niña. Como nos relató el, en la universidad tenía un amigo que se enamoró perdidamente de una muchacha, cuando le hablaba de ella, sólo podía repetir lo preciosas que eran sus rodillas, estaba obsesionado, no podía ver en ella otra cosa que sus rodillas... al parecer, nunca pudo acercarse a ella y contactar con su objeto de deseo... cómo decirle que estaba perdidamente enamorado de sus rodillas, que todo lo demás era secundario...

Siempre he sentido curiosidad por ver a un hombre con la mirada perdida en las rodillas de una mujer, cómo sería ver ese amor a primera vista y la película, como imaginaba, ha completado esta historia, fue emocionante contemplar la escena, y por una vez comparar la imaginación infantil con la visión adulta.

Por lo demás, terminé de ver la película por la barba de Jérôme, tan negra y poblada... una imagen que embelesa sin darte cuenta... porque tanta conversación enraizada en un mismo tema, me encendía.

De todos modos no me doy por vencida, seguiré investigando a Éric Rohmer... tal vez sólo fuese un mal día...
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14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Rousseau
Es difícil identificar con precisión de dónde surge el magnetismo de las películas de Rohmer, especialmente esta, que como la rodilla de Claire en Jerome, ejerce una particular fascinación en el espectador atento y curioso. Existe una empatía con el protagonista que surge posiblemente de una cierta admiración por personajes como Jerome, que no disocian la realidad de la reflexión intelectual que de la misma se deriva, con lo que son personajes que resultan inevitablemente interesantes, e intentan vivir de acuerdo con ello. Son personajes que invitan al propio espectador a observarse, a entenderse, a conocerse.

A partir de personajes como esos, a partir de Jerome, en este caso concreto, le resulta muy fácil a Rohmer trasladar al espectador las contradicciones, las obsesiones de su criatura. Y también los éxitos y los fracasos que de todo ello se deriva. Los cuentos morales de Rohmer, también "La rodilla de Claire", son montañas rusas para los protagonistas, para Jerome en este caso, momentos de subidón, momentos de incertidumbre, de suspense, y también momentos en los que el personaje no tiene otro remedio que escaparse discretamente con el rabo entre las piernas. Es una exposición transparente de las virtudes y los defectos de esos personajes, que son comunes en todos nosotros. Posiblemente no haya modo de alcanzar tanta transparencia como la que consigue Rohmer, porque pone a sus criaturas en juego con una coherencia interna - su propia coherencia, que muchas veces no es la del mundo en la que Rohmer les situa -, que hace comprensibles todos los matices de los tropiezos y equívocos a los que ellos mismos se conducen.

Esta película es especialmente atinada en todo esos aspectos, además de hacer uso de unos espacios y de unos colores que potencian y acompañan el ánimo de los personajes. La película es sencillamente una maravilla, porque los personajes son una maravilla, creaciones llenas de detalles que el espectador tiene todas las facilidades para captar. Jerome, anuncia cada paso que va a dar, y luego justifica el resultado que de él se deriva, que muchas veces no es el esperado. Este juego entrañable resulta inagotablemente atractivo, al menos para un Rohmeriano como el que suscribe, a quien películas como esta se le hacen cortas..

La rodilla de Claire, esa preciosa parte del cuerpo de la muchacha, y la obsesión que desencadena en Jerome, es una magnífica metáfora que permite a Rohmer hacer algo muy habitual en él, naturalizar a sus personajes y ponerles en contradicción con la construcción intelectual que han hecho de sí mismos, lo que los lleva a tambalearse, para regocijo del espectador. Nadie pone tan sutilmente a la vista las pequeñas miserias del ser humano. Esta película en particular, hace una interesante reflexión sobre las distancias generacionales y el modo que desde una generación se atisba hacia la otra, con nostalgia en un caso, con admiración en el camino inverso, aunque la mayoría de las veces con indiferencia absoluta de unos en relación a otros, como en un amor no correspondido.

Las obsesiones y derivas de Jerome son las del propio Rohmer, quizá más en esta película que en cualquier otra, porque el origen de la misma es un relato de Rohmer escrito años atrás, titulado "La rosaleda", en la que un personaje, un tanto pagado de sí mismo, adultera los hechos para conseguir un propósito que no le pertenece, que moralmente debe serle ajeno, pero hacia el cual se siente atraído de un modo primitivo y esencial, aunque pretenda intelectualizarlo. A su vez, "La rosaleda", se inspira libremente en algunos pasajes de la obra "Confesiones", de Rousseau, en concreto "El huerto de las cerezas". En todas hay un hilo de unión, que hace de esta película una de las más hondas y reflexionadas de Rohmer, sin que haya un solo diálogo, una sola imagen, un solo gesto que no signifique algo importante. Obsesiones que ya trataba Rousseau, en su observación liviana de la juventud, raíz esencial de esta película.

Rohmer tiene su propia visión de las cosas, reconstruye una idea a su manera. Esta película es una historia de amor que no puede ser llamada como tal, es algo más allá de un amor imposible, porque es entre un hombre y una rodilla.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El exorcismo
Tal como mencionó otro usuario, se nos hace difícil explicar detalladamente con argumentos por qué la filmografía de Éric Rohmer se nos hace tan disfrutable. El magnetismo que tenemos por sus obras... me estoy refiriendo a los espectadores a quienes nos gusta el director francés, no a todos obviamente. Éste autor es lo menos comercial que puede haber, y no todo el público conecta.

Lo que me resulta triste porque es producto de la decadencia de las sociedades en general, es que lo que más les molesta es la intelectualidad de los guiones de Rohmer. Les irrita que en sus películas lo más destacable sean los diálogos, y que éstos muchas veces tengan connotaciones filosóficas. Que los personajes sean individuos, la mayoría de veces, de clase acomodada o cuyas inquietudes no sean las nuestras, que a muchos nos cuesta llegar a fin de mes, por ejemplo. Y así automáticamente odian a los personajes y al director. Qué lástima la verdad.
A mi me gusta, una porque me gusta la "Nouvelle Vague" y creo que Éric Rohmer es el mejor de los impulsores de ésa corriente cinematográfica, con un estilo totalmente distinto al de Jean- Luc Godard, que también me parece un grande pero a día de hoy, sus obras han perdido vigencia y esa fuerza y olor a juventud que en su día tenían. Por el contrario, el tiempo no pasa por la filmografía de Rohmer. Y me alegro que se esté reivindicando gracias a algunas plataformas de streaming.

"La rodilla de Clara" a su modo, me parece una pequeña obra maestra, es lo mismo que pienso de "El amor después del mediodía" (1972), de "Cuento de invierno" (1992), y de "Cuento de verano" (1996). Y hablando de cuento y de verano, Éric Rohmer es un experto en la materia. Es el mejor cuentista de historias que suceden en paisajes idílicos... bueno Francia es idílico, pero en sus tramas situadas bajo el sol se dejan ver unas localizaciones preciosas con esas casonas que dan al mar. La fotografía de Néstor Almendros siempre luminosa realzan aún más la belleza del lugar. Un director de foto muy ligado a éste cineasta, por cierto, trabajaron muchos años juntos.

Yo más que escribir específicamente sobre la trama, las interpretaciones, los personajes prefiero usar éste espacio para contar a quien quiera leerme lo mucho que me gusta éste director y cómo jamás me decepciona. No soy una snob, simplemente el cine más académico, el cine de autor me gusta y no tengo que sentir vergüenza por eso. Hoy por hoy parece que es de postura que disfrutes del cine que ya no se hace, pero que afortunadamente en su momento se hizo y hay que agradecer el tener acceso a esas obras inimitables.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
FILOSOFÍA DEL ABURRIMIENTO
Resulta cuanto menos sorprendente que obtuviese el premio al mejor film francés del año. Y también que fuese premiada con la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián.

Hay que reconocer que eran otros tiempos. No es lo mismo el año 1970 con el recuerdo reciente del Mayo francés del 68 que el año 2006. La revolución de los jóvenes estudiantes introdujo aires nuevos en un sociedad autocomplaciente y burguesa pero sobre todo supuso una llamada de atención hacia esa juventud de pedía paso. No obstante, resulta apropiado resaltar las críticas que el propio Partido Comunista francés hacía, por aquel entonces a esta juventud "revolucionaria" : " Hijos de la gran burguesía, despectivos hacia los estudiantes de origen obrero, que se cansarían pronto de protestar para heredar los negocios de papá"...

Sin menoscabar el impacto social que supuso el Mayo del 68, al ver esta película uno no deja de acercarse a los planteamientos del P.C. francés. Una juventud burguesa especialmente aburrida y creida de sus propias premisas filosóficas sobre la vida, la amistad y el amor, entre otros muchos temas, con un futuro asegurado y con exceso de tiempo para vaguedades.

Si a todo ello le sumamos una escritora que busca la inspiración en futilidades y el hombre maduro, bien pagado de si mismo y probando lo que aún le resta de atracción para las jovencitas, pues tendremos resumida esta película donde desde el tedio, el aburrimiento y el letargo que nos produce solo cabe destacar dos cosas, la rodilla de Claire cargada de erotismo y ya en el plano puramente cinematográfico la excelente fotografía de Nestor Almendros que realza más, si cabe, la belleza de los paisajes que rodean el chalet junto al lago.

El resto, absolutamente prescindible.
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38 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Una película francesa
En los años 60 el cine francés aportó un poso de frescura con la gestación de vanguardias cinematográficas como la nouvelle vague y una nueva ola de realizadores dispuestos a saltarse los preceptos marcados por Hollywood y las producciones convencionales. Sin embargo, más allá de ciertas controversias en torno a su estilo, los primeros films de Godard o Truffaut fueron un soplo de aire fresco y generaron nuevas formas de contar historias. No obstante, pocos años después, el estilo parece casi desgastado, con una sobredosis de narraciones e historias que se manejan por una serie de tópicos que se instauraron con tal fuerza, que a ratos parecen estar autoparodiando las obras que en un primer momento pudieron resultar revolucionarias.

Si usted lo que pretende es filmar una peli francesa con todas las de la ley, estas son las instrucciones que deben seguir:

1) Si bien personalmente no es algo que me moleste en absoluto y menos aún en esta obra concreta (donde sí noto cierta calidez y elegancia dentro del "pegado" de las distintas escenas), no es una peli francesa si no posee un montaje abrupto que divida la trama de forma episódica y poco armónica. Eso del montaje sutil o de los encadenados elegantes es para los hollywoodienses esos, nosotros apostamos por aquello de la economía visual.

2) No es una peli francesa si los personajes no poseen aire intelectual y se pasean por la pantalla divagando entre diálogos presuntamente profundos. Lo que en su momento fue un acercamiento a la clase media tratando de mostrar que la cultura no era accesible únicamente a las élites y fruto de la bonanza económica europea del momento, se ha convertido en un signo de pedantería por parte de realizadores que plagan sus obras de discursos vacuos disfrazados de réplicas inteligentes. Algo así replicaría Woody Allen desde sus inicios, solo que el neoyorquino demostró mucho más talento en este campo.

3) No es una peli francesa si los personajes no hablan de amor libre o cuestionan el duro pesar que supone la monogamia en una sociedad donde todos debemos disfrutar de nuestros cuerpos libres. Si bien hace más de 50 años era una provocación según en qué territorios se mirara, a día de hoy como topic ya no resulta especialmente candente. Lo que sí resulta incómodo es ver a un cuarentón tratando de seducir a menores de edad disfrazándolo como búsqueda de nuevas experiencias por ambas partes. Y es que a pesar de que tratemos de empatizar con el protagonista, el hecho de que se morree con una niña de 14 años... Actualmente echa mucho, muchísimo para atrás.

4) No es una peli francesa si el director no deja cuasi libre albedrío para sus actores (la mayoría no profesionales), lo cual puede llegar a traducirse en genialidades como la de Jean Paul Belmondo en 'Al final de la escapada' o en interpretaciones desapasionadas como la que aquí ofrece Laurence de Monaghan (sin la menor capacidad de seducción, sorprendente siendo su personaje quien da título a esta cinta) y otras claramente sobreactuadas como la de Aurora Cornu.

¿Es 'La rodilla de Clara' un clásico más a desmitificar? Desde un punto de vista moral e ideológico, es más que reprochable. Cinematográficamente, hay numerosas situaciones que producen tedio en cualquier espectador que se precie y el interés decae por momentos, sobre todo cuando descubrimos que los diálogos se encuentran claramente sobrecargados. Sin embargo, Rohmer es un auténtico pintor de imágenes impresionistas y hermosas, y a pesar de todo, la obra te hace sentir la esencia de un verano de auténtico descubrimiento y travesuras adolescentes tardías. No sé si será por la increíble belleza de esa maravillosa fotografía del gran artista que fue Néstor Almendros, o por la calidez de esos sonidos naturales y sencillos, que la obra posee una capacidad embriagadora realmente encomiable. Y solo por ello merece la pena visitar al menos una vez los lagos y las praderas cercanas a Annecy, a pesar de que... Esto nunca deje de ser una película francesa.

·LO MEJOR: La maravillosa fotografía de Néstor Almendros.

·LO PEOR: Adolece de los peores tópicos del cine francés de la época.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Una rodilla tardía
A veces es difícil ir contracorriente. Vienes pensando en una valoración para la película y te encuentras con una nota muy diferente en la valoración general de filmaffinity. Y entonces piensas: ¿Acaso se me escapa algo?¿Hay algo que no haya visto o comprendido de la película? Y otras mil preguntas te rondan por la cabeza.

¿Se merece un 4 una película que tiene una valoración general de 7,3? Y la respuesta está clara. Esto es cine. Un arte destinado a entretener, a transmitir pasiones y sentimientos. Un vehículo de consumo de cultura. En resumen, un pedacito del mundo del arte que nos llega a nosotros. Y depende de mil factores que nosotros nos sintamos atraídos hacia ese pedacito o no. El historial de películas que hayamos visto, los comentarios que se han leído sobre la película, el estado de ánimo, la compañía, la época en la que lo veamos....

El problema surge cuando tu estado de ánimo es inmejorable, no has tenido ninguna interferencia exterior sobre la película, se han visto muchas obras de arte europeas y el momento es el idóneo. Y con todo eso, la película me parece un cortometraje demasiado largo. Una historia sin argumento, unos actores sin convicción y una atracción ficticia. No hay nada de esta película que me guste.

Sólo puedo agradecer a esta película que haya sido un referente para otras grandes películas europeas posteriores. Los paisajes, inmejorables.

Siendo sinceros, me aburrí completamente.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cinéma de la repelènce
Tiene desde luego su mérito hacer cine a partir de tan poca cosa, de los coqueteos vacacionales de un señor con dos hermanastras adolescentes, que a priori nos interesan un carajo. Los personajes merecen morir todos (y de manera cruel, a ser posible), son de lo más odiables en su condición de burguesitos aburridos y clasistas (y lo peor de todo, franceses). Sus problemitas en el fondo no son tales, son esas pequeñas pero quizá decisivas neuras cotidianas que se acentúan precisamente en los momentos en que uno se relaja y carece de auténticas preocupaciones. Quizá por eso mismo expresan mejor que nada nuestro auténtico ser.

Aquí Rohmer pone a un individuo, el típico conquistador diletante, frente a sí mismo, ante la imagen que él quiere ofrecer a los demás (un tipo que ha sentado la cabeza, con sus principios morales) y lo que es en realidad (la cabra tira al monte), iniciándose un inocente juego de seducción que pasa a ser algo más, la puerta abierta a una singular obsesión anatómica. La rodilla de marras, más que un simple fetiche erótico, es un último intento por aferrarse al rol de pichabrava que consigue lo que quiere, quedar encima y demostrárselo a sí mismo,

Más que un crítico implacable, el cineasta galo parece más bien un entomólogo tranquilo, un estoico que mira la vida pasar, y cuando la película termina, la existencia de sus criaturas aún prosigue, sin que haya ocurrido nada en particular, cada uno a lo suyo… pero incluso la pareja adolescente (siendo el chaval un cretino) parece más respetable que nuestro amigo el prota, según se mire.

A destacar la atención casi documental con la que se captura cada espacio, la naturaleza tan viva y el entorno vacacional (mucha vegetación, agua, montaña), así como el papel de la climatología, mimetizándose incluso con los personajes, con unos colores expresivos que dan consistencia al ambiente tan especial. El desarrollo lo marcan las elipsis (a veces bruscas), la división cronológica en episodios, pero sobre todo, el continuo y machacón diálogo, las conversaciones y monólogos interminables de esta gente, muchas veces sobre sí mismos, que rozan lo relamido y dispersan la aparente “acción”; actúan como eje los de los dos “mayores”, experimentados y resabiados, poniéndose a prueba (entendemos que hubo lío en el pasado), retándose con la excusa de la inspiración novelesca… en el otro extremo, las entre pícaras y pánfilas lolitas. Tanta cháchara es un poco pesada, pero ayuda a definir con minuciosidad cada psicología, prácticamente nos sueltan como espectadores en mitad de estos intercambios verbales y somos uno más.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un verano en Annecy.
32/32(29/01/21) Deliciosa comedia romántica gala dirigida por Éric Rohmer, incluida en el ciclo de Seis cuentos morales, seis films: “La panadera de Monceau” (1962), “La carrera de Suzanne” (1963), “La coleccionista” (1967), “Mi noche con Maud” (1969), “La rodilla de Clara” (1970) y “El amor después del mediodía” (1972). La realización de los mismos tiene lugar a lo largo de un decenio: 1962-72. Rohmer los llama morales porque elementos principales los conforman no son físicos, sino mentales. Fue el segundo film en color del director justificándolo con que "la presencia del lago y las montañas es más fuerte en color que en blanco y negro. Es una película que no podría imaginar en blanco y negro. El color verde parece yo esencial en esa película... Esta película no tendría ningún valor para mí en blanco y negro". El proyecto proviene de una versión literaria publicada en 1951 en Les Cahiers du Cinema con el título “La Roseraie”, escrita en colaboración con Paul Gégauff, "La rosaleda", en la que un arrogante personaje adultera los hechos para conseguir un propósito que no le pertenece, que moralmente debe serle ajeno, pero hacia el cual se siente atraído de un modo primitivo y esencial, aunque pretenda intelectualizarlo. A su vez, "La rosaleda", se inspira libremente en algunos pasajes de la obra "Confesiones", de Rousseau, en concreto "El huerto de las cerezas". Es un grácil relato de amores fugaces, fetichismo, romances platónicos, amores intergeneracionales, obsesiones, ello con unos personajes cargados de contradicciones, reflexivos, enamoradizos, huidizos, nihilistas. Ello en un micro universo intelectualoide regido por seres que psicoanalizan el mundo y sus caracteres, de modo pedagógico (marca de la casa Rohmer), donde sobresale el gusto por una buena conversación cargada de hondura. Todo esto en el bucólica escenario de la alpina localidad de Annecy, filtrada por la notable fotografía de Néstor Almendros.

Tras el fracaso comercial que supuso “Le Signo du Lion” (1962), el realizador Éric Rohmer se planteó realizar un ciclo de filmes para poder seguir rodando con libertad y buscando una continuidad en la producción. El esquema básico argumental en esta serie tiene un patrón común: narrador comprometido con una mujer, este encuentra o se siente atraído por otra mujer y vuelve finalmente con la primera. El origen de los Cuentos morales lo encontramos en una serie de relatos que Éric Rohmer escribió a finales de los años cuarenta y que darán lugar al ciclo compuesto por dos cortos iniciales y cuatro largometrajes que se rodarán entre los años 1962 y 1972. “La rodilla de Clara” fue el quinto filme de la serie, que se cerró con L'Amour, el après-midi.

La acción tiene lugar en el Lago de Annecy y alrededores durante varias semanas del verano. Jerôme Montcharvin (beun Jean-Claude Brialy), diplomático, agregado a la embajada de Francia en Suecia, de 35 años, se halla a punto de contraer matrimonio con su novia sueca, acude a Annecy con el propósito de gestionar la venta de la antigua vivienda familiar de verano. Allí coincide con su antigua amiga, la novelista italiana Aurora (cumplidora escuchadora Aurora Cornu), que le presenta a sus amistades. Ocupada en una novela sobre las relaciones amorosas de una adolescente y un hombre mayor, le ruega que atienda a Laura Walter (grácil Béatrice Romand), una quinceañera que se siente atraída por él, hija de la propietaria de la casa en la que se aloja. De ese modo cree que le podrá ayudar a componer los pasajes centrales del relato. Las cosas se tuercen cuando Jerome se siente poderosamente atraído por Clara (correcta Laurence de Monaghan), hermanastra de Laura, de 16 años, aficionada al tenis, al voleibol y a navegar en canoa por el lago. Tiene novio, Gilles (Gérard Falconetti).

Es una historia con claros efluvios a “Las amistades peligrosas” de Chordelos de Laclos, con el vizconde de Valmont transmutado en esta suerte de bon vivant ligero jugando con su amor platónico e inalcanzable de un ‘playboy’, la escritora Aurora, le ofrece (cual alcahueta marquesa de Marteuil) carne fresca para que desahogue su vena Don Juanesca, en un primer caso la inteligente y sexy Laura, aventura esta que debe relatar con pelos y señales a la escritora, para inspirarle en su nuevo trabajo. Después surge la hermanastra de Laura, Clara y entonces la hermosa adolescente subida a una escalera y con mini falda hace el playboy quede extasiado no por la chica en sí, sino por su rodilla, el fetichismo llevado a sus máximas consecuencias, y desde entonces anhela acariciársela, pero como todo buen conquistador aspira a hacerlo con consentimiento de ella, ese será su objetivo.

Jerôme es un tipo que parece en su pinta salido de un cuadro campestre, con esa superpoblada barba, con un sombrero, camisas blancas, y desenvoltura arrogante, tipo muy culto y autoreflexivo, siendo sus disertaciones con Aurora y Laura el gran núcleo del film, en el modo de deconstruir la mentalidad masculina bullente. Tipo con el que es fácil empatizar, chocando con la brecha generacional de los jóvenes, una mirada nostálgica a los veranos disolutos y ociosos, juegos de amores livianos, obsesiones pasajeras. Le gusta jugar al filo de la navaja del deseo, pues se considera fiel a su prometida (que nunca veremos). Pero se considera un ‘cazador’ por naturaleza que debe estar en permanente juego de seducción, pero esto lo hace con elegancia y prestancia

Estamos en un lugar bucólico, rodeado por un lago, montañas alpinas, bosques bellos, y sensuales jovencitas en bikini, que más se puede pedir? Rohmer despliega en el guión su gran estilo con diálogos fluidos y sagaces, atractivas verborreas en el modo de radiografiar la Condición Humana compleja.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Deseo de nada
Todos tienen vendas en los ojos, anteojeras, dice ella, tan guapa y rumana y madura y lista y escritora (la extranjera) como son realmente, exquisitos (no tanto, no son aristocráticos en ningún sentido) o preciosos (tampoco tanto) o guapos (sí), todos, no tienen problemas económicos, pal gato, que trabaje la clase obrera al sol que más calienta, nosotros estamos de vacaciones, el físico, como ya dijimos, les acompaña y les sobran las palabras, el análisis, las explicaciones, las justificaciones, los razonamientos o comentarios, la Francia de Rohmer, esa arcadia sutilmente crispada, como la quintaesencia de la civilización, agonía, exangüe, moribunda, que ya no da más de sí, estertores, a la que solo le queda el verbo, el gesto, cansada de hacer cosas que no sirven para nada, saben que da igual, el final del camino, la extremaunción, la extinción, la última ronda, el último suspiro, la contemplación, la observación, entomología, ciencia forense, autopsia, la besa, la tea, la huida, cerrada, las vueltas y revueltas, la educación fría, la impotencia amatoria inerte, la cortesía mortecina, la perversión de mesa camilla, las amistades peligrosas (tan poco), castrados, taimados, eunucos, frígidas, los tataranietos enfermos de la revolución (hoy es 14 de Julio, nada es casualidad), endogamia, luz tan declinante, se pone, la ilustración en bañador, ese verano que es ya solo un espejismo viciado, engañoso, autista, vacío, devuelve el pálido reflejo de una estrella muerta hace ya mucho tiempo, no ciega.
Lo matan o rematan todo a fuerza de pensarlo o rodearlo y no hacerlo, el sueño de un desaparecido, síntoma.
Es una delicia inane tan cargante como ligera sabia y espeluznante agradable. Una maravilla inútil portátil. Una junta de cadáveres. Una parada afable. Una gozada nada o algo culpable. No sabes si amarlos o estrangularlos con tus propios brazos (¿lo están buscando, te lo están pidiendo a gritos?). Si te quieres casar con ellos y o cagarte en sus muertos. Si admirarlos o despreciarlos, follar o tirar la bomba atómica de la cadena. Pero nada de medias tintas ni mariconadas, a tumba abierta, para que se note la diferencia, para que algo por fin viva.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
OTRO PELICULÓN DE ROHMER, CON TRES BUENAS ACTRICES.
Esta es otra de mis preferidas de este director, mi favorita de sus "Cuentos morales".

Ya desde el principio esos exteriores son una pasada, el protagonista va en lancha por una zona preciosa. Me encantan las localizaciones de toda la película, al igual que todas las interacciones del protagonista con las 3 actrices que salen.

La actriz Béatrice Romand es que es buenísima. La he visto en varias películas de Rohmer, aquí de jovencita o en “Cuento de Otoño” de mayor, y siempre está impresionante, pero que pedazo de actriz.

Rohmer siempre tenía en sus películas a unas actrices buenísimas. Con esas actrices y esas localizaciones ya tenía mucho ganado.

Aurora Cornu es otra actriz que se sale en todas sus escenas, también me gusta mucho.

Y luego para rematar sale otra actriz, Laurence de Monaghan que también lo borda. Las escenas del protagonista con esta chica ya son espectaculares. La forma en que intenta hurgar entre esa chica y su novio, es impresionante, que juego tan perverso.

De verdad, la película es una genialidad, me encanta. Una de sus cinco mejores películas para mi gusto.
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3
Las aburridas vacaciones de 1970
Si una película tiene un 7,3 de nota media en Filmaffinity y está en el Olimpo de los clásicos, el problema es mío... Para mí, "La rodilla de Claire" ha sido una decepción. La fotografia es magnífica, pero el conjunto me ha parecido un elogio de la frivolidad.

Me cuesta creer que en 1970 esta película pudiese tener gracia, más allá del espíritu libertino y juguetón que se pudiese respirar tras el mayo del 68. Vista hoy, me parece anodina y un poco bobalicona, con perdón. Si se ha leído "Las amistades peligrosas" de Laclos (o se ha visto cualquiera de las dignísimas adaptaciones que de esa novela hicieron Frears y Forman, posteriores a esta película), o "Lolita" de Nabokov (con la excelente adaptación de Kubrick), o se ha profundizado en las múltiples revisiones del mito de Casanova, mejor prescindir de esta película. Es como si Rohmer hubiese reducido todas esas historias a la mínima expresión, limitándolas a un juego vacuo de seducción sin seducir, porque al final no sabemos si queremos seducir o no. La historia no avanza, y da la impresión de que los propios personajes son los que no quieren que avance. Si el tema se reduce a que el inaguantable de Jerome se convenza de si realmente quiere casarse o no (aunque él diga estar muy seguro), la verdad es que no me ha despertado ningún interés. Si la rodilla de la pobre Claire es un símbolo o alegoría de algo, no he sabido verlo... Esta película se encuadra en los llamados "Cuentos morales", pero yo tampoco he captado qué conflicto moral tiene el protagonista. Sólo presuntuosidad y mucha verborrea.

Y ello por no profunditzar en la lectura marxista de la película. Sólo un burgués con la vida resuelta y sin ninguna preocupación en su vida puede hacer pivotar su día a día en cuestiones tan intrascendentes. Ya sé que son vacaciones... Pero vaya manera más lamentable de malgastar unas vacaciones en un lugar tan fantástico...

Lo único destacable, de verdad, el tratamiento pictórico de lagos, montañas y divanes...
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Otro de los films característicos de Rohmer que profundizan en una temática en particular, en esta ocasión en la seducción
La rodilla de Clara de Éric Rohmer es un drama romántico y comedia basado en un escritor de mediana edad que decide en sus vacaciones y en complot con una amiga, seducir a una joven de 17 años que además tiene novio. Dirigida con un ritmo tranquilo que no se toma ninguna prisa en ir exponiendo su trama y personajes y con un estilo que habla a voces de otros films del director, es una obra que como bien le gusta a Rohmer explora mediante tema a priori triviales para un films, unos personajes complejos y con defectos terrenales que satisfacen a los cinéfilos más exigentes que busquen películas con personalidad y sello propio, concluyendo un notable film que sigue en la línea de propósitos del director y deja buenas vibraciones tras su visionado.
La fotografía del gran Néstor Almendros es lumínica y muy natural al mostrar la belleza de la naturaleza, en un trabajo confortante y cautivador que está estéticamente bien cuidado en detalles hermosos e inspiradores. La música es escasa en el film y usada en pocas ocasiones, y suenan más los sonidos cotidianos de la naturaleza. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor técnica propia y usada en otras ocasiones por el director mediante el uso del seguimiento continuo, generales, panorámicos, avanti, retroceso, cámara en mano, plano-contraplanos y primeros planos bien trabajados que sacan lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son creíbles y convincentes. Como protagonistas Jean-Claude Brialy está seductor y señalado en su labor y Beatrice Romand está sensual y provocativa en su juego amoroso, siendo destacables los acompañamientos de Aurora Cornu, Laurence de Monaghan, Michel Montel, Gérard Falconetti y Fabrice Luchini. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones informales y muy naturales que evocan al momento, cumpliendo con un alusivo trabajo que junto con los exteriores te transportan in situ.
El guion, escrito por el director, es profundo al explotar unos personajes jóvenes y maduros en una seducción más bien romántica que sexual, aunque sin dejar de lado dicha insinuación, llevando a cabo una trama basada en esas interrogaciones y los giros de atención que varían de uno a otros personajes para añadir más interés al film, logrando una tarea provocadora muy al estilo del director que satisface a todos sus seguidores para añadir un granito más a la Nouvelle Vague. Esto se lleva a cabo con una narrativa común e impoluta que profundiza en situaciones cotidianas o fuera de lo convencional de los films como bien le gusta al director, destacando sobre todo la insinuación y el coqueteo de los protagonistas. Cabe señalar también, el montaje dividido en días para informar al público del paso del tiempo de las vacaciones en la trama.
Concluyendo, la considero una obra indispensable en la obra del director que sigue la misma línea trazada por este en los films anteriores, siendo el principal fuerte del film las relaciones entre los personajes, en especial dentro de la temática de seducción entre estos para satisfacer a todos los seguidores del género. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que hacen de La rodilla de Clara, un film bien trabajado y personal que no dejará indiferente a los incondicionales de Rohmer.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Rodillas delicadas
Simplemente se explica con una palabra.
La película se puede explicar con una palabra que es DELICADEZA. La fragilidad que pretende transmitir el autor de la cinta, lo consigue a través de sus protagonistas femeninas, todas y cada una de ellas.
En lineas generales muy buena calidad; altamente recomendada para los amantes de la sutileza y la sensualidad.
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8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Sofismas de un francés en paseo de verano
Jerôme, es un diplomático francés, que ha venido desde, Estocolmo, a pasar las vacaciones de verano frente al lago Annecy. Allí encontrará a Aurora, una italiana que, ignorando su profesión, no tardará en verlo como conejillo de indias para sus afanes de escritora. Lo que ahora hace Jerôme, es una suerte de despedida de soltero, pues, según cuenta, está a pocos días de casarse con una atractiva chica que le espera en la capital de Suecia.

Enterado por, Aurora, de que, Laura -hija adolescente de la anfitriona-, está enamorada de él, Jerôme acepta convertirse en motivo de una aventurilla con la atractiva jovencita, para inspirar con ella a la particular escritora. Después entrará en escena, Claire -hermanastra de Laura-, rubia y temperamental, pero, más atractiva a los ojos del cobaya, pues, su rodilla, le despertará sentimientos que –dice él- no había sentido nunca antes.

Se dará, así, un juego con toques psicológicos bastante ligeros, y con una actitud masculina, frente a las mujeres, que suena más a alarde intelectual que a un sentir cobijado por la sinceridad y la verdadera dualidad humana. Esa pose de, Jerôme, de que, “las demás mujeres me son indiferentes”, tan sólo puntos muertos en el espacio de su vida (que me recuerda al también diplomático de, “Christopher Strong”), lo hace lucir presumido y alardeador, y uno presiente que, la cercanía con aquellas atractivas jovencitas le demostrarán, muy pronto, lo frágil que es la carne humana.

Infortunadamente, la trama cae en tópicos bastante rutinarios, girando siempre sobre un interrogante: ¿Qué fue lo triunfal y controlado que hice hoy frente a Laura, o ante Claire?... que la escritora escucha sin demasiado compromiso, pues, ¡jamás toma ni una sola nota! ¿Será porque presiente que, tal valor se da -fácil es intuirlo desde la psicología-, ahora que, el caballero, está sujeto a observación? Innecesarios insertos –a la manera de un diario- donde se anuncia, tras cualquier mínimo encuentro, el paso de un nuevo día, resultan también ingenuos e improcedentes... y la fotografía, más centrada en quien escucha que en quien habla, resulta latosa y de escasa complementación.

El mérito, lo encuentro en la intención de ver, con perspectiva analítica, el comportamiento humano frente a determinadas relaciones que, en algunos momentos de nuestra vida podría ser bastante constructivo, pues, generalmente se vive sin reflexión alguna y ésto nos conduce a reiterativos errores. También, el director Éric Rohmer, nos deja una identificable ambivalencia para presentir que, en últimas, fueron las chicas y la escritora quienes lo tuvieron todo bajo control y que, lo de Jerôme, no fue más que el común alarde de la masculinidad.

En suma, <<LA RODILLA DE CLARA>>, me resulta un filme sobrevalorado, pues, consigo encontrarle muy pocos rasgos de interés.
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5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Diálogos sobre el amor
Me llama la atención que, en muchas de las películas de Rohmer, sean inocentes quinceañeras las que parezcan las más inteligentes. Parece que el director quisiera reflejar la serenidad y la coherencia sobre la juventud. También lo hace aquí, así como traslada todo lo pelmazo y pedante que puede ser un hombre en la piel de su protagonista masculino
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4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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