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Argentina Argentina · mendoza
Críticas de nahuelzonda
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
1
27 de diciembre de 2021
132 de 203 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matrix 4 es lamentable. Está por debajo de la línea de lo que es barato, pobre, mediocre y de mal gusto. Seré vehemente y, si puedo, breve. Es un asesinato, un miserable homicidio perpetrado por los hacedores del cine moderno.
Todavía recuerdo la apoteósica elevación, el optimismo eufórico y gratificante que sentí al ver Matrix en el año 1999. No podía salir de mi asombro, de mi gozosa perplejidad.
Las secuelas fueron innecesarias pero tenían gancho. Algo quedaba de aquel novedoso espíritu ciberpunk y psicotecno de su estupenda premisa.

Ahora, la cuarta es inexplicable. Debe haber habido algún pernicioso motivo oculto para ejecutarla, protagonizarla, editarla y sacarla al mercado. Presumo que es el vil metal.

La película es una afrenta a la gramática más elemental del cine. No hay un solo plano o escena memorable y cuidada (la primer película abundaba en planteos novedosos y atractivos. Era una máquina cinemática llena de vigor, de enjundia, de alma.)
Ésta parece Matrix hecha por encargo por un Netflix apurado y perezoso.
De verdad, está mal realizada.
De Hollywood espero basura pero jamás una mala ejecución o descuido en su apartado técnico. Son los maestros de la sofisticación. Esto es imperdonable. El CGI es de Playstation 2. La fotografía es plana y amateur, las coreografias y las secuencias de lucha son una insolente e involuntaria autoparodia.
Dije que sería breve.
Lo concluyente en spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nahuelzonda
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3
16 de enero de 2024
189 de 339 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un desastre.
Una tomadura de pelo.
Decepcionante y anticlimático aporte a la serie.
Me parece un acto irresponsable que gente sin pericia dirija y —al mismo tiempo, (con ínfulas de autor total)— escriba una de las temporadas de una de las miniseries más icónicas del siglo XXI.

La primera temporada, ese magnífico policial gótico de atmósfera inquietante, creado por Nic Pizzolatto, dirigido con mano maestra por Cary Fukunaga e interpretado por el inolvidable dúo Harrelson - McConaughey es una maravilla absoluta, un milagro imperecedero del cine. La segunda y la tercera no estuvieron a la altura de su monumental acto inicial pero tenían a su cargo directores de cine con sobrada destreza y habilidad narrativa.

Ésta mujer, la mexicana Issa López, es mala directora. No conduce bien a sus actrices, su relato anodino parece un cuento escrito por encargo por un Stephen King en horas bajas. El ritmo es plomizo, los personajes son superficiales, no hay arco dramático ni sugerente conflicto. La fotografía es plana, la directora no toma riesgos formales ni estéticos, la música inadecuada satura el celuloide con un tufillo espiritual neo chamánico insoportable.

¿Adónde nos quiere conducir su creadora?

La primera temporada nos proponía un viaje extraordinario hacia un notable cine de altura. Nos sumergía en una materia residual espesa y viscosa de la que no podíamos (ni queríamos) liberarnos. Había rigor cinemático y talento audiovisual, evidente y clamoroso desde el primer fotograma.

El primer capítulo de esta cuarta temporada echa por tierra todo lo esgrimido en el párrafo anterior: revela una pobre estructura visual y un moroso montaje que hace mella en la parte rítmica de la historia. La puesta de cámara y el planteo estético es propio de un telefilme enaltecido por un presupuesto generoso. No hay nada memorable, nada interesante. No hay atmósfera, uno no siente el agobio. El elemento paranormal está metido de modo antojadizo y caprichoso (¿qué quiso hacer la directora?). El CGI, horroroso y postizo, me arranca de la pueril narración y me deja ofuscado.

¿Queda algo de luz en esta noche interminable e intermitente?

Sí.

La salva de la inminente extinción una venerable Jodie Foster — remedo tardío de Clarice Starling— que entre rictus y rictus le aporta algo de corazón y vida a esta catástrofe.

Más allá de este breve e inconsecuente destello, nada más en lontananza.

El resto es oscuridad.
nahuelzonda
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Cómo cambiar tu mente (Serie de TV)
SerieDocumental
Estados Unidos2022
7,0
311
Documental
7
17 de julio de 2022
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Importante docuserie, que revela datos fidedignos acerca de las investigaciones actuales en el campo de la conciencia humana y que está narrada con sobriedad expositiva. Cinematográficamente es un poco plana y reiterativa pero es un trabajo de divulgación bastante honesto, con información valiosa y datos certeros.

La palabra Psicodélico es un neologismo acuñado a mediados del siglo XX por una serie de investigadores que buscaban una nueva taxonomía en el campo de la psicofarmacología. Este término, que quiere decir “revelar la psique o “manifestar la mente", se usó para designar una serie de compuestos, derivados de ciertas plantas, utilizados desde tiempos inmemoriales por infinidad de culturas, que las consideran, aun hoy, medicamentos sagrados. Estos embriagantes, que producen efectos particulares en la conciencia y en la percepción de la realidad, facilitan una exploración profunda en el vórtice de nuestras realidades más íntimas y ocultas, y nos permiten descubrir la asombrosa dinámica de nuestra vida interior.

LSD, Mescalina, Psilocibina, Ayahuasca, DMT, Amanita Muscaria, THC, Salvia, Datura, MDMA (Éxtasis), MDA, STP, DPT, son algunos de sus nombres. Algunos son tan antiguos como la humanidad misma y otros son hijos nuevos de la reciente civilización. Muchos de ellos, han permanecido junto a la humanidad por milenios; perennes, inmutables, aliados perpetuos del hombre, que lo guían y acompañan en ese viaje increíble, inabarcable e infinito que es la vida del alma.

Pero, el uso que se le dio a estos compuestos en la década del sesenta difería con creces a los de otras civilizaciones. La salvaje experimentación con psicodélicos fue una muestra de que la sociedad occidental carecía de un marco de contención filosófico y espiritual para utilizar estos compuestos. Las emergencias en la salud, y las incontables dificultades que ha traído el uso irresponsable de estos fármacos (pánico, flashbacks, etc.), han generado una reacción desfavorable por parte de un gran sector de nuestra sociedad, que ha llevado a instaurar absurdas políticas de prohibición y persecución. Esta condena social, nos priva de las que probablemente sean, las herramientas más adecuadas para la exploración de nuestro psiquismo.

Los dogmatismos y las petulancias políticas, no permiten construir nuevos marcos legales que amparen el estudio y la investigación rigurosa con psicodélicos. Los gobiernos deberían retirarlos del mercado negro, asumiendo el deber estatal de regularlos, brindando información fidedigna. Las campañas prohibicionistas antidroga no deberían utilizar a estos como chivo expiatorio, demonizándolos y condenando a cualquier tipo de usuario a la marginalidad del consumo ilícito. De este modo los gobiernos no fomentarían la inseguridad, el narcotráfico, el crimen y la corrupción.

Una sola sesión de psicodélicos con dosis alta es suficiente para despertar nociones, intuiciones e introvisiones tan penetrantes como un viaje de madurez de años (casi, como envejecer en cápsulas y brebajes, en horas, adquiriendo, por qué no, cierto coraje, delicados miramientos, infinitos matices) Sin dudas, los psicodélicos son insuperables como agentes catalizadores de procesos internos. Son infatigables, no terminan de revelarse nunca.
La experiencia inefable que propician genera un estado de pavor metafísico: hay una trama, una especie de código inmanente que sostiene el libreto de todo lo que existe. Debajo de la malla ilusoria de la realidad hay un nexo, un alfabeto inconsciente y consistente que determina los sucesos. La osamenta del alma. La carne de los dioses. La escritura invisible. Un espacio donde todo está ordenado de modo inescrutable y pavoroso. Uno es la representación de lo Otro. La agonía de la vigilia nos revela el psicodrama de los dioses. No una sola deidad, no un flujo primordial ni una energía elemental sino un nuevo orden semántico. Figuras retóricas impensadas. La vida como sueño. La realidad como un retablo olvidado, el fragmento de un naufragio anacrónico en un repliegue infernal.

Creo, sin más, que los investigadores de la conciencia humana estamos apoyados sobre una baranda dorada que nos encamina promisoriamente a un futuro inestimable. Se trata de un futuro, con destellos de inextricable lucidez. Ni más ni menos que La Psicología del Futuro, que no debería soslayar a la psicoterapia convencional, aunque amplificaría sus marcos más allá de lo apenas imaginable. Los psicodélicos son la vanguardia, la vía regia, el camino real, la lente amplificadora y la herramienta particular, privativa y esencial de los actuales psicopompos: esos que ofrecemos la guía incondicional que acompaña el alma del iniciado (que todo paciente o usuario de psicoterapia lo es) hacia las pantanosas ciénagas de la renovación.

Enhorabuena Netflix, por estos trabajos.
nahuelzonda
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3
5 de enero de 2024
98 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sociedad de la nieve es una crónica pacata y cohibida. Relato hijo de una época donde la mesura y el comedimiento son axiomas fundamentales.

Está bien ejecutada, es verdad. Fotografía cuidada, tersa e inmaculada aunque también artificiosa (ay ese tono límpido de imágen pulida de publicidad de perfumes). Tiene un exceso de primeros planos, actores bonitos e insulsos y extensos monólogos rayanos en la más rudimentaria plática de autoayuda. Bonitos paisajes, si. Se han esmerado en replicar postales, posturas y situaciones. Pero no aporta nada a lo ya consabido.

La película de Frank Marshall ya había agotado el tema y era bastante digna.
La película de Bayona es pretenciosa y almibarada. Es respetuosa pero inane. No tiene sangre. En su afán de no ser ofensiva pierde fuerza y visceralidad. Hasta el accidente inicial es políticamente correcto.
¡Éstos caídos en desgracia parecen una banda de amigos haciendo vivac en alta montaña!

Falta coraje, falta fuerza, enjundia narrativa.
Falta Ethan Hawke.

La peli del 93 tenía sentido del espectáculo: uno sufría, se acongojaba con el destino adverso de sus personajes. Está versión woke de dientes blancos y radiantes me deja indiferente. Omite ser tremendista por respeto y cortesía pero cercena vitalidad y pierde así todo nervio dramático.

No me la creí, nunca.
nahuelzonda
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8
8 de junio de 2017
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decisión poco afortunada de regurgitar una remake llevó a que la Paramount Pictures diera luz verde a un proyecto caprichoso, insustancial y anodino: El jugador versión 2014. Sería una empresa nada despreciable enumerar los desaciertos que conllevó reanimar injustificadamente una obra tan lúcida como la presente, pero dejaré de lado este pasajero antojo para desembozar elogios pretéritos, alabanzas hacia el pasado, porque todo tiempo pasado fue mejor si lo aplicamos al cine.

Karel Reisz, heraldo del cine británico de los años 60, recién aterrizado en Hollywood, se hace cargo de trasladar a la pantalla un insidioso guion de James Toback que pasará a interpretar un vigoroso James Caan.

El jugador nos acaricia de soslayo para rematarnos después; lo que en un primer momento se nos presenta como la intrépida y jocosa peripecia de un ilustrado ludópata metamorfosea en dolorosa consumación, en salvaje descenso a los infiernos. Esta pequeña joya no se agota en evidenciar una radiografía patológica, no es el manido y pedagógico bosquejo del caso clínico prototípico, ese que cómodamente avizoramos a distancia en posición privilegiada y que nos lleva a exclamar gentiles: ¡Que terrible deber ser tener una adicción al juego! conmovidos aunque peregrinos, forasteros de la miseria ajena que por bien catalogada nos permite trazar lindes para diferenciarnos aliviados.

No.

El personaje del profesor, que interpreta maravillosamente James Caan, no representa el abultado muestrario de patrones compulsivos y obsesivos que, suponemos, trae aparejada su desafortunada condición. No. El maldito nos observa insolente desde el espejo, con la mueca desesperada de las horas finales. Es que ya lo sabe. Finalmente despertaremos afiebrados de aquel ensueño y para entonces lo sabremos nosotros también: ya no habrá más horas felices, la imagen que arroja el cristal nos ha desvelado y no podemos movernos, se ha convertido en una amenaza para nuestras ilusiones y en un doloroso recordatorio del abominable y amenazador vacío.

Notable, hiriente película.
nahuelzonda
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