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559 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
A Clockwork Mandarina, el lado bueno del marketing
Día a día, expertos psicólogos trabajan codo a codo con escritores, cineastas, actores, ilustradores, diseñadores gráficos y artistas en general, con la única intención de manipular nuestro subconsciente y desbarajustar nuestros impúlsos límbicos hasta el extremo de hacernos creer cosas de lo más absurdas (como por ejemplo que Nixán limpia más blanco, o que los refrescos de cola saben bien y tienen un color bonito).
Lo llaman marketing, pero también podría llamarse brainwashing, y, simplificando un poco su elaborado método, se trata de inundar nuestros oidos y retinas (a través de los medios de comunicación y de los carteles en los espacios públicos) con imágenes y sonidos que combinan estímulos atractivos (música molona, imágenes sensuales, frases inspiradas...) con productos inanes (refrescos, contratos de telefonía, hamburguesas...), hasta que, sin darnos cuenta, se producen connexiones neuronales que no deberían producirse y quedamos condicionados y empezamos a babear frente a los escaparates, tal cual el perrito de Pavlov cuando oía campanitas.
Mayormente su objetivo final no es otro que rellenar los bolsillos de las grandes corporaciones haciéndonos consumir sin criterio hasta que se vaya a tomar por culo el planeta.

¿Pero qué pasaría si se intentase usar este tipo de tecnologías con fines más nobles?
¿Qué pasaría si los psicólogos dejasen de hacer el Mal e intentasen manipular nuestras mentes para convertirnos en mejores personas en lugar de en autómatas consumistas?
¿Podría manipularse el subconsciente de un psicópata hasta el punto de hacerle abominar el uso de la violencia?
¿Qué es lo peor que puede pasar si seguimos maltratando algo tan delicado como es el cerebro humano?

La Naranja de Relojería (también conocida como la Naranja del Infierno en Serbia o Naranja Mecánica en España) es una interesante novela de Anthony Burguess que explora estos temas medio en broma medio en serio, y que Stanley Kubrick adaptó al cine casi literalmente.

Y se lió la de Dios es Cristo, no por las profundas connotaciones morales del asunto, sino porque (pausa para bostezo) en la peli había imágenes de sexo y violencia, y, sobretodo en UK, surgieron como setas grupúsculos de proto-skinheads que imitaban a los zumbaos protagonistas del relato y zurraban a los indigentes por la calle.

Un gran libro y una gran peli, pero qué asco de mundo.

Nota: excelente.
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606 de 740 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Por qué "A clockwork orange" es la mejor película de la historia del cine?
Hace algún tiempo, me encontraba cenando en el salón de mi casa cuando ví una noticia en los informativos de la noche que me dejó sin aliento. Se trataba de unas imagenes captadas por la cámara de "seguridad" del metro de Madrid. En esta grabación veíamos como un varón de unos 20 años, con la cabeza rapada, agredía física y sexualmente a una mujer sudamericana. En aquellas imagenes, el agresor le propinaba patadas indicriminadamente a la pobre mujer, insultándola y abusando de ella sexualmente.
Tras ver esta grabación recordé con una clarividencia casi profética una imagen, la que para mí es la escena más brutal de la historia del cine: la imagen de Alex cortando con unas tijeras el vestido naranja de la mujer dejando sus pechos descubiertos y violándola en el suelo, mientras, sus drugos obligan al anciano a que lo vea con sus propios ojos |"Videa bien hermanito"|.

Lo más estremecedor del episodio de la casa ("Home"), es: que no es ficción, Anthony Burguess fue asaltado por unos ladrones que violaron y mataron a su esposa, por ello que sintiese la necesidad de escribir su novela. No fue un acto de indiferencia que Kubrick rodase de la manera en que lo hizo esa escena. La auténtica fuerza de realidad en esa escena radica (además de en Malcolm y su Singing in the rain) en que Kubrick se adentrá en el hogar, en el interior de nuestra cálida casa en la que pensábamos, nadie podría hacernos daño. En cambio él lo hace, rompe cualquier vínculo de seguridad (entre él y el espectador) que pudiese existir y concibe la imagen como si de un jugador de ajedréz profesional ruso se tratase.

En el año 71', cuando se estrenó por primera vez la naranja mecánica, tanto la crítica como el público se abalanzaron sobre Stanley Kubrick, lo acusaban de inducción a crímenes de jóvenes que imitaban las fechorías de sus personajes y le echaban la culpa a su película. Cuando sucedió toda esta tragedia y despúes de cartas que amenazaban de muerte a su familia, Kubrick retiró su película de los cines en el Reino Unido. Anthony Burguess dió la cara por él, defendiendo la película a capa y espada. Aún así hay algo que Burguess jamás perdonó a Stanley Kubrick: al final de la novela Alex sufría una metamorfosis , sin embargo, creo que para que su obra perdurase en el tiempo, Stanley prefirió dejar a Alex intacto con ese aire de inmadurez e insana ironía que destila durante toda la obra.

Olvidando lo anterior, ningún director en la historia del cine ha sabido combinar la música clásica (Beethoven-Symphony No.9, Rossini-William Tell...) con las imagenes como lo hizo Kubrick y, seguramente, nadie será capaz de hacerlo jamás.

En realidad, esta es la venganza personal de un genio que tuvo la osadía de responder al Estado con la misma moneda, el trabajo de un director que tuvo la valentía e inteligencia de crear una obra adelantada a su tiempo, mostrándonos una verdad pesimista pero cierta que como una profecía se ha ido cumpliendo hasta nuestro días.
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416 de 471 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
la fabricación de la imagen
El oficio de un director no consiste en grabar, sino en concebir.
No debe rodar, sino imaginar.
No debe tomar imágenes, sino esculpirlas.

Cada plano de una película es una creación. Los rodajes de guiones arreglados en montaje sólo conducen a la mediocridad.

Sin permitirse una concesión al relleno, el primer plano de "La Naranja Mecánica" ya es un puñetazo en la mesa. La primera nota de una sinfonía de dos horas.

Cuando el cine se "fabrica" así, no está supeditado a la tensión de la situación, ni al interés argumental, ni a la fuerza de la historia. Cuando se concibe de este modo, no agota. Y soporta mil visionados, como si fuese un buen disco.

Consciente de ello, Kubrick no dejó que la debilidad de "lo impactante" convirtiese en perecedera a su película. Así que cogió al impacto y lo estilizó.
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376 de 456 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Alex y sus drugos
Un maravilloso primerísimo primer plano de Malcolm McDowell, que nos mira insolente abre esta película (es tal el efecto que produce, que siempre me recordó por sus consecuencias al famoso plano de la navaja de “El perro andaluz”), mientras que su voz, que cabalga entre la malicia y la inocencia y que nos acompañará a lo largo de la película acercándonos a su personaje, nos presenta a los protagonistas de esta odisea donde la violación, la ultraviolencia y Beethoven tendrán su espacio. Porque “La naranja mecánica” no sólo se ve, también se escucha, y uno y otro código harán de la visión de esta obra una experiencia única.
La película, con una estructura circular que tanto gustaba al autor, tiene dos partes bien diferenciadas: Por un lado, todas las fechorías de Alex y sus drugos, que nos será mostrada con todo lujo de detalles y una estética muy particular, enseñándonos también el contexto de estos personajes (la familia de Alex, apuntes sobre la sociedad en la que se mueven, el barrio donde viven, etc); por otro, las fechorías de un Estado (dentro de su “civilización” igual de violento que Alex) que a fuerza de garantizar la seguridad limita la libertad.
Estas dos partes se combinan de un modo asombroso llevándonos Kubrick hasta el meollo de todo lo que nos presenta y moldeando nuestros estados de ánimo a su gusto. En principio, Alex es un monstruo. Es la maldad por la maldad (lo que libremente ha elegido); pero aún así no dejamos de sentir simpatía por él, por la fina ironía que destila su narración, por los golpes de humor macabro que siembran esta obra, por la violencia brutal pero a la vez hipnótica de sus hazañas. Acto seguido, Kubrick nos muestra la otra cara: el fascismo de un Estado que atajará la violencia condicionando, con el famoso método “Ludovico”, la libre elección de la persona violenta (las cárceles las necesitan para los presos políticos). Igual que en el caso de Alex, no existen escrúpulos; pero si Alex es una anomalía que puede cruzarse accidentalmente en tu vida, el Estado está presente en la vida de todos, por lo que puestos a comparar...
La visión de Kubrick es pesimista (el final no puede ser más desolador), por lo que “La naranja mecánica” siendo una fábula la tenemos que ver finalmente como una advertencia.
Punto y aparte merece la actuación de Malcolm McDowell. Incomprensiblemente no estuvo nominado para el Oscar, siendo una actuación sentida (la secuencia cantando “Singin’in the rain es una aportación suya), sobresaliente y estremecedora. Él es “La naranja mecánica”, y aunque el resto del elenco está espectacular, todo lo que hace Alex se nos queda grabado en la mente hasta sentirlo y salir de la película convertido en un pequeño “drugo”.
“La naranja mecánica” es una joya, una obra maestra más dentro de la filmografía de un maestro singular.
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196 de 233 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Y el diablo hizo cine
Decía Kubrick que sólo de un libro mediocre podía salir una buena película, y que en cambio las buenas novelas no eran adaptables al cine. Probablemente la megalomanía de Kubrick le hacía decir eso y reservarse por tanto la fama y el éxito que no podría superar al adaptar a un clásico. La novela de Burgess era totalmente desconocida fuera de Gran Bretaña (y dentro sólo para ciertas minorías).
La película es soberbia, fascinante y hay poco que añadir a todos los adjetivos que tan generosamente le otorga el público.
Pero la película tiene, y hay que decirlo, un punto claramente demoníaco. Con Kubrick uno no sabe si lo que crítica lo ensalza o lo que alaba lo termina por criticar. Tiene esa ambigüedad típicamente judía. ¿Dónde está la compasión kubrickiana que muestra por el hombre en "Senderos de gloria?" Simplemente ha desaparecido. Kubrick ya es otro.
Malcolm McDowell que hace un trabajo perfecto, a pesar de que luego no ha tenido mucha suerte en el mundo del cine, ya reconocía que Kubrick era un tirano y que su calidad humana no estaba en sintonía con su talento. En realidad la crítica de "La naranja mecánica" no es contra el Estado, sino contra la sociedad en su conjunto, es una película antropofóbica, donde el hombre y su sociedad son literalmente basura.
Película bella y maravillosa pero a la vez maligna y perversa. ¿Alguien después de verla le ha hecho ser mejor persona? No ¿Y al contrario? Sabemos que sí, que muchos grupos violentos la reivindican y copian sus fórmulas. El arte, como todo en la vida, no debe olvidar su parte ética, ya que podemos caer en un refinamiento como el que sentían los nazis mientras oían música clásica y exterminaban de forma científica a millones de seres humanos.
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161 de 217 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
VIDEA BIEN HERMANITO, VIDEA BIEN....
La segunda de las DOS obras maestras de Stanley Kubrick. Y en esta tambien me extenderé bastante.

Una de las pocas películas de la historia del cine cuyo protagonista es un auténtico cabronazo. Es decir que el protagonista de este film es malo. Pero no es que sea malo porque tuviera una infancia dura o traumática, no es que se haya visto empujado hacia el crimen para sustentar a su familia hambrienta... Que no! Que el tío es malo y punto! Es un maldito hijo de puta sin ninguna justificación.

Ese es el punto de partida, estamos hablando de un individuo que disfruta con la violencia. Un muchacho que siente placer agrediendo a ancianos indefensos y violando a mujeres. Partiendo de este planteamiento, la película ya me hizo plantearme una primera pregunta:

¿Podemos decir que si una persona siente placer con el sufrimiento ajeno es una mala persona? ¿Podria decirse que está haciendo algo inmoral?

Bueno, lo cierto es que no elegimos que es lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Yo no puedo decidir, por ejemplo, que a partir de mañana me van a gustar los guisantes y que no me va a gustar la pizza, como mucho puedo fingirlo. Del mismo modo Alex no puede decidir que la violencia no le gusta, lo que puede decidir es ejercer o no ejercer la violencia. Por lo visto en este caso el protagonista decidía egoístamente ejercer la violencia que tanto le hacía disfrutar.

¿Podemos decir que realmente es esta decisión y estas acciones las que convierten a alguien en una mala persona? ¿Acaso no es esto lo inmoral?

Con el método Ludovico se pretende haber convertido al protagonista en una "buena persona". Se consigue que el protagonista ya no sienta placer, sino un intenso sufrimiento físico cuando presencia o comete actos violentos. Pero su comportamiento sigue obedeciendo a "decisiones egoístas" ya que el único motivo por el que ya no agrede o viola a personas es el evitar su propio malestar físico.

Sigo en el spoiler.
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68 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
As queer as a green dog
Saben bien quienes algo me conocen que siempre he profesado una especial devoción por cineastas como Hitchcock, Huston, Lean, Leone o Wilder. Realizadores cuyo buen hacer jamás renegó de ese inestimable e impagable grado de complicidad con el espectador medio y cuyas pelis constatan de forma fehaciente que el buen cine no tiene porque ser, para nada, un producto destinado única y exclusivamente a gafapastas de solvencia contrastada.

¿Significa eso que paso de devanarme los sesos? ¿Qué no me gusta cuestionarme nada? ¿Qué lo quiero todo masticadito y bien masticadito?

Pues no, tampoco es eso. Es más, yo situaría a Kubrick, por ejemplo, un pasito por delante de los monstruos anteriormente citados. No porque lo considere mejor cineasta, sino porque la exigencia intelectual de su cine es mayor. Una exigencia intelectual, eso sí, más llevadera y provechosa que la de Tarkovski, Bergman o Lynch y que convierte a este director, por esta misma razón, en una de mis niñas bonitas del séptimo arte. La que mejor supo exprimir todos y cada uno de los recursos expresivos de su medio y la que mejor supo desplegar, bajo ese imponente paraguas audiovisual, historias cuya dimensión discursiva o metafórica daría para estar organizando charlas, conferencias, tertulias, debates, coloquios, cursos, cursillos y seminarios hasta el día del juicio final.

Y aunque cualquier hija del inefable Stanley me serviría para refrendar dichas afirmaciones, permitidme que eche mano de “La naranja mecánica”, concretamente, porque considero que ésta es -con “2001”- su obra más redonda, rotunda, polémica, paradigmática y mediática. Su obra cumbre, vaya.

Recuerdo que cuando la ví por primera vez, con diecises o diecisiete añitos, lo que más me impactó fue su vertiente efectista y ultraviolenta. Me estoy refiriendo, obviamente, a la terrible secuencia de la paliza y la violación en aquel chalé de diseño al son de “I’m singing in the rain” y a los escalofriantes primeros planos de Alex con ese estrambótico artilugio ocular. Desde entonces, cada vez que mi mujer se riza las pestañas no puedo evitar salir por patas del baño de mi casa.

La segunda vez que la vi, con veintitantos, lo que más me interesó fue su faceta patológica y sociopolítica. Ya sabéis: el inexplicable y depravado proceder de tribus urbanas como la de Alex y sus Drugos, la dudosa eficacia y las terribles consecuencias del método Ludovico, la manipulación gubernamental a la que es sometido Alex, etc. etc. Normal, estaba en la uni y mi espíritu reivindicativo se encontraba en su máximo apogeo.

(sigo en spoiler desvelando, por ejemplo, el por qué del título de mi crítica)
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69 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Obra incompleta. (El capítulo 21) Anthony Burgess Noviembre de 1986.
"Sin lugar a dudas, me había curado". El mismo Alex acaba siendo como una naranja mecánica. La película termina sin demostrar el libre albedrío de las personas, Alex no madura, si sólo puede actuar bien o sólo se puede actuar mal, no será más que una naranja mecáncica, lo que quiere decir que en apariencia será un hermoso organismo con color y zumo, pero de hecho no será más que un juguete mecánico al que Dios o el Diablo ( El Todopoderoso Estado, ya que está sustituyendo a los dos) le darán cuerda. Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente malvado. Lo importante es la elección moral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elección. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales. De eso hablan los noticiarios televisivos. Desgraciadamente hay en nosotros tanto pecado original que el mal nos parece atractivo. Destruir es más fácil y mucho más espectacular que crear. Nos gusta morirnos de miedo ante visiones de destrucción cósmica. Sentarse en una habitación oscura y componer la "Missa Soloemnis" o la "Anatomía de la Melancolía" no dan pie a titulares ni a flashes informativos.
¿Qué pasa en el capítulo 21? En resumen, Alex, el criminal protagonista, crece unos años. La violencia acaba por aburrirlo y reconoce que es mejor emplear la energía humana en la creación que en la destrucción. La violencia sin sentido es una prerrogativa de la juventud; rebosa energía pero le falta talento constructivo. Su dinamismo se ve fozado a manifestarse destrozando cabinas telefónicas, descarrilando trenes, robando coches y luego estrellándolos y, por supuesto, en la mucho más satisfactoria actividad de destruir seres humanos. Sin embargo, llega un momento que la violencia se convierte en algo juvenil y aburrido. Es la réplica de los estúpidos y los ignorantes. Alex siente de pronto la necesidad de hacer algo en la vida, casarse, tener hijos, mantener la naranja del mundo girando en las manos de Dios, o incluso crear algo, música por ejemplo. Desea un futuro distinto.
A el libro de la versión norteamericana le faltaba y le sigue faltando el capítulo 21, (el último) el editor de Nueva York tenía otro juicio estético, veía el vigésimo primer cápítulo como una traición. Este era muy británico, blando, y mostraba una renuncia pelagiana a aceptar que el ser humano podía ser un modelo de maldad impenitente. Venía a decir que los norteamericanos eran más fuertes que los británicos y no temían enfrentarse a la realidad. El libro británico aceptaba la noción del progreso moral. Pero lo que en realidad se quería era un libro nixoniano sin un hilo de optimismo. Pronto se verían enfrentados a esa realidad en Vietnam.
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63 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Clásicos que no me gustan (V): La Naranja Mecánica
Al ser un intelectual católico, Anthony Burgess está convencido de que la esencia del comportamiento humano es el libre albedrío. Él ha sugerido muchas veces que la tesis de “La Naranja Mecánica” es una obviedad para todo católico: no tiene sentido el Bien si no existe la libertad de hacer el Mal. Alex es un chaval de 15 años y Burgess está hablando fundamentalmente –aunque de una manera metafórica- de la educación, su necesidad, su abuso y su degradación.

En la película, Alex es un adulto casi formado, quizás no hubo otra opción por el momento en que se hizo, pero la película es la que vemos y no otra. La alteración es muy significativa porque ayuda a Kubrick, como cientificista moral que es, a llevar el dilema a un escenario abstracto completamente neutro. A pesar de ser una adaptación casi literal, al director le importa más dejar claro que el problema clave no es de libertad de elección, sino de identificación: qué es el Mal. Y si existe la convención de que es rechazable, el espectador debe responderse a sí mismo por qué disfruta con las escenas de violencia extrema. O por qué le cae simpático Alex. “La Naranja Mecánica” siempre me pareció una película cuyo tema central es una supuesta reflexión sobre el uso estético de la maldad, en la que el espectador está forzado a comprometerse.
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87 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Habrá que pelar la naranja... Leer esto!!!!!!!!!!
Stanley toma un cuchillo y ,con una sensibilidad particular, pela paso a paso una naranja amarga, nihilista, incomible, a pesar de la afición que muchos sentimos por esa fruta deliciosa.
Stanley se arma de paciencia y, cual cirujano con bisturí, extrae los órganos podridos de un sistema perverso. Luego mezcla esos órganos y, con ayuda de un alquimista, los transforma en una naranja que se ofrece en una bandeja de metal, bien moderna.
¡ojo! La naranja no es gratis, te obliga a pensar que digeris a diario comidas mucho peores, como en los fast food, capitalismo mecánico que no te deja pensar.
No te ofrece una naranja, quiere que te des cuenta que vos sos el ofrecido, que la naranja mecánica te va a pelar la conciencia, la libertad de elección. Esa naranja te va a sacar hasta la ultima gota de jugo que podías ofrecer como individuo singular.
El libro lo inventó, ahora Stanley mejora con imágenes ese nuevo lenguaje callejero que intenta explicar lo inexplicable de estos tiempos que corren: lenguaje de la locura, locura como producto de la aberración que vemos a diario, aberración que se torna insoportable para los sentidos, es alienante pensar que la alienación ya te ha alienado, que no hablás por vos sino por alguien que te dicta un modo de ser caduco, y vos te comes esa naranja...
Me dijeron que me trajo la cigueña, me dijeron que salí de un repollo. Luego comprendí que vengo de las entrañas de un ser humano que quiso verme brillar en todo mi potencial. Hice todo lo posible; hacemos, usted también lector, todo lo posible para convertirnos en individuos que razonan lo mejor para sí mismos, que eligen lo mejor para sí mismos.
El problema es que la naranja mecánica te pela, te pela y a vos te duele. Sufrís en silencio, puesto que está prohibido gritar en un mundo de gente cuerda que quiere vivir en paz y armonía.
Stanley Kubrick supo ver esto y con paciencia, te lo transmite. Pelá la naranja...vas a ver que, en el fondo, funciona como un reloj sádico: así de perversa es, así de mecánica.
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89 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Esculpiendo el revés del alma.
Fondo en rojo
Fondo en azul
Fondo en rojo.

Y entonces aparece Alex, ese primer plano de su rostro que te hiela la respiración y su voz en off, mientras la cámara se va alejando para ir mostrando al Moloko Bar en todo su esplendor y decadencia. Comienza La Naranja Mecánica el juego perverso más inquietante, y descorazonador de la historia del cine, amoral y destructivo pero a la vez tan atrayente que no podrás dejar de mirar mientras Kubrick se regodea con una dirección de otro mundo, consiguiendo exprimir de la pura monstruosidad una belleza visual que no hace si no aumentar el desconcierto ante la dureza y la explicitud de las imágenes que desfilan sin tregua ante tus ojos.

La primera vez tenía 15 años. Un nuevo Videoclub había abierto en mi barrio y disponía de todas las obras de Kubrick, algunas de ellas ya las había visto, La Naranja, no. Y como había escuchado de aquí y de allá que era cuanto menos impactante esperé a una tarde en la que me quedaba solo en casa y corrí raudo a alquilarla con el nerviosismo añadido de saber que estaba haciendo algo prohibido.

Fondo en rojo. Créditos. Suena “Singing In the Rain”. Fin.

La experiencia fue como un martillo y me provocó algo parecido a un método Ludovico, a pesar de no apartar la mirada ni una sola vez, mi distanciamiento hacia lo maligno se multiplicó desde aquel día casi hasta el infinito, casi como un manual de muchas de las cosas por las que había que luchar para que nunca se posaran en mi interior.

Tuve suerte de entender a Kubrick de esa manera.

Unos años después y tras muchas películas juntos le puse La Naranja Mecánica a mi pareja pero sus ojos solo la soportaron media hora.

“Quítala por favor, es horrible”.

Debí haber intuido que esa sería su reacción, cuando yo aún estaba construyendo el revés de mi alma, ella ya tenía un muro infranqueable en él.

Me sentí afortunado porque hubiera entendido a Kubrick de esa manera.

Y La Naranja Mecánica regresó a los cines recientemente. Estuve allí. La presencié meramente como arte, mientras pausadamente iba comprobando en el revés de mi alma que no había nada de Alex en mi, y tampoco de muchos de los peculiares personajes que pueblan la película y que son tanto o más peligrosos que él.

Al salir del cine palpé mi alma. Volví a considerarme un tipo con suerte.

https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
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42 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La película que lo cambió todo
La Naranja Mecánica me sacó del letargo de las películas de videoclubs alquiladas por mi hermana y yo (terror malo, estilo 'Barco Fantasma') y de las películas teen (estilo '¿Colega donde está mi coche?').
Todo comienza el día de mi comunión, tengo un tío cinéfilo y cachondo y entre sus regalos estaba un VHS de La Naranja Mecánica, imaginen mi interés por 'eso' entre balones, camisetas del Real Madrid y diversos regalos... Le pregunté a mi madre por la película días después y me dijo que no la vería hasta que fuese más grande, suficiente para querer verla cuanto antes.
Recuerdo quedarme hipnotizado por su intro, lo pasaba para atrás y volvía a verlo una y otra vez, era una potencia visual que nunca había visto, era un niño de 11 años que venía de ver cine malo y se encontraba con la mejor película de la historia frente a frente. Recuerdo quedarme prendado del vestuario de los drugos, de su bso, de la actuación de Malcolm McDowell, tan joven ya en mi mente me decía "Este director es una bestia"...

Acabó la película y me sentí como si hubiese sido iluminado.

Desde aquel día me dediqué a buscar películas con buenas críticas, me compré los libros de la colección 'Cine para leer' y ya solo me sentía atraído por el cine de calidad, siguiendo la luz del buen cine iniciada por La Naranja Mecánica.

Una película que cambió mis hobbies y mis hábitos. Una película que marca un antes y un después, una película de 10. Verdaderamente de 10.

Stanley Kubrick y su Naranja, lo cambiaron todo.
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36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
No es una peli de más de 6
Es evidente que hay opiniones para todos los gustos, pero llamar a La Naranja Mecánica una obra maestra es vender humo, y demuestra que una vez más hay películas que viven mucho más de su fama que de realidades. Que quede claro que le reconozco el mérito de una gran dirección. La combinación de música y escenas violentas esta muy lograda y en ocasiones parece casi casi un ballet (como en la escena del teatro). Esto es sin duda lo mejor de la película. No niego que McDowell actua bien. Es obvio también que la película sería muy impactante en su época por su violencia explícita. Por todo ello mi 6. Pero a partir de ahí la película tiene defectos graves. En primer lugar el guión, que no es nada del otro mundo y resulta bastante tonto en ocasiones. Por ejemplo la escena en la que Alex no puede defenderse del hombre que le golpea en un escenario es patética y no consigue que te la tomes en serio. Parece más una broma. Además el metraje es demasiado largo y la película aburre en ocasiones. La evolución del personaje es nula. Si por ejemplo mirais el personaje de Michael Corleone podéis ver cómo no tiene nada que ver el que empieza El Padrino con el que la acaba. Hay una tremenda evolución. Eso es un personaje bien llevado y bien tratado. Por otro lado la película usada como crítica social no funciona en ningún momento. La estética pseudosetentera pero a la vez utópica y muchos elementos que rodean la película hacen que no te tomes la historia en serio. No sé a que vienen chorradas como el pene gigante con el que Alex mata a la mujer, o los ridículos diálogos con los padres, por poner 2 ejemplos. ¿por qué ciertos personajes parecen tontos, como los padres, con sus ropas ridículas (no de los 70)? ¿por qué el guardia de la prisión es estúpido? Esos toques ridiculos de la película no tienen el menor sentido y repito hacen que la película no parezca ir en serio, algo imperdonable si buscas una crítica social. Además esos elementos disparatos chocan frontalmente con la crudad realidad de las escenas violentas. Pensadlo bien: ¿La película nos impacta por su supuesta crítica social, o por lo explícitas que son sus escenas? Si somos sinceros reconoceremos que por lo segundo. En conclusión, es interesante, llama la atención, hay que verla, pero es una película que en lo que es el poso, en el fondo, falla y mucho. Lo que pasa es que es muy bonito decir "no la has entendido".
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80 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Santificada tontería
Me parece un auténtico coñazo esta gilipollez pseudo-filosófica auto convencida de su belleza e increíble estética, que desde mi punto de vista resulta vergonzosa, pastosa, enfermiza y pedante. Tiene pretensiones de romper los moldes del cine, proclamándose a ella misma como una verdadera y revolucionaria creación capaz de captar sensaciones hipnóticas y proyectar cargas morales escondidas en celestiales y pícaras imágenes penetrantes, afiladas y flagrantes, con Beethoven, la novena sinfonía, los cristos del señor, el falo del tamaño de una serpiente… A mí me parecen un cúmulo de chorradas, burradas y memeces demenciales y abominables, con una fusión de horterada y fealdad pura y dura, de enorme pose y superficialidad, con unos personajes esperpénticos, verdaderamente irreales y ridículos, en especial a ese despreciable y fachoso Alex de Large.
En muchos momentos sale muy mal parada a causa de un guión que se desboca y daña el entendimiento, y el hecho de que esta película sea poseedora de un panorama asolado por la ambigüedad, lo pretencioso y lo ultra grotesco, bañado siempre con una extrema violencia que resulta patológicamente codiciosa e incoherente, trastorna aún más esta inútil y extravagante mamarrachada.
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65 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Francamente, no sé...
...que pensar de esta película, despierta en mí opiniones encontradas. De hecho es una de las pelis que me ha dado más quebraderos de cabeza después de ponerle la nota, pregúntandome si habría acertado o no con dicha nota. finalmente le doy un 7 (como redondeo a la baja de 7.5), pero esta calificación es muy cuestionable y para justificarla diré, que le doy esta nota porque considero en primer lugar que está muy bien hecha, en segundo que me interesa lo que cuenta, en tercero que es muy original en su planteamiento formal (o al menos lo era en su época) y cuarto y no menos importante, que no puedo estar de acuerdo con algunos de lo planteamientos morales y la forma de presentarlos (y para mí la moral en el cine importa) que se hacen en el film, pero creo que la nota en esta película es lo de menos, lo más importante es el análisis que cada uno haga de ella, y aquí va el mío.

(sigue en spoiler)
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32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
La patata patética
Lo peor que le puede pasar a un ser humano es no conocer sus limitaciones. Kubrick era un tipo con talento, con bastante talento, pero lo echó miserablemente a la basura.

En sus delirios de grandeza se creía un genio, y podía tener todas las cualidades que se quiera, todas excepto exactamente ésa: la genialidad. Los dioses tienen la cualidad de la perfección, algo con lo que estaba obsesionado Kubrick, pero paradójicamente tienen vedado esa cualidad tan humana de la genialidad. Sólo el ser humano tiene momentos de inspiración, algo que tiene que ver con cierta inconsciencia de la que carecía el talentoso pero errado Kubrick.

Una vez más, el perfeccionista megalómano saca su exprimidora comercial y ofrece a sus adoradores otra patata precocinada. Coge una novela breve de Anthony Burgess y la hace servir a sus intereses. A saber: cultivar el culto a la personalidad, la suya claro, metiendo nuevas técnicas modernas, que como todo lo moderno con el tiempo queda en antiguo; provocando porque sí para que hablen de él; y sobre todo haciendo que sus seguidores se sientan inteligentes, don sobrevalorado pero al que aspira todo el que no lo tiene. Es un burdo truco comercial, porque el cine, como todo arte, no ha de apelar a la inteligencia sino al gusto.

Naturalmente se cuidó como siempre en controlarlo todo. Hasta las salas de cine donde se estrenaba "La naranja mecánica" las eligió él. Todo por crearse un mito. Puro marketing dirigido a cinéfilos.

Kubrick podía haber sido un director buenísimo. Al igual que otros cinastas que no eran genios pero que sabían de sus limitaciones, por ejemplo Wyler, podía haber seguido haciendo excepcionales películas. Pero él no quería eso, quería ser "maestro", y para eso necesitaba alumnos. Lo consiguió. Entre las personas que creen que saben de cine, que al modo socrático personalmente creo que son los que saben menos, Kubrick los exprime como una naranja.

Si flipas con planos secuencias, travellings imposibles y demás chorrotécnicas tal vez te guste. Ahora bien, si crees que en el cine tiene que tener cierta magia inconsciente, en la que la obra se escapa de las manos del autor, sólo lamentarás que Kubrick se mudase de EE.UU. a Inglaterra para tirar patéticamente su talento a la basura. Naturalmente, tuvo lo que buscaba: éxito.
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101 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La acidez de la naranja
Han pasado más de treinta y cinco años desde el estreno de esta película inspirada en la novela de Anthony Burges publicada en 1962. Recuerdo vagamente la conmoción que en su momento causó, y el escándalo que provocó en algunos sectores de la política inglesa, país en donde todavía es considerada como subversiva. Parece como que ha ocurrido el fenómeno de que las cosas se han colocado en su sitio, las piezas han encajado a la perfección: la realidad le ha dado la razón a las intuiciones que contenía.

La violencia era entonces un fenómeno no socializado. Estaba circunscrito en el imaginario colectivo a ciertos lugares en el mundo, y cuando aparecía en alguna de nuestras ciudades se presentaba como un fenómeno excepcional, carnaza para la prensa especializada. Algo así como la prensa basura de ahora. Esta percepción podía ser equivocada, y sin duda lo era, pero era la que se tenía entonces. Todavía estábamos muy lejos de las pandillas racistas organizadas, de la violencia de género sistemática, de los agresivos porteros de discoteca, de las mafias que ahora controlan este tipo de cosas a la luz del día y ante una cierta indiferencia de los poderes públicos.

Por estas razones, Kubrick, una vez más, se convierte en un fantástico visionario, que le pone el termómetro al paciente antes de que se ponga verdaderamente enfermo.

Porque lo que nos cuenta no es la peripecia individual de un joven con inclinaciones violentas, o incluso asesinas, y sus colegas de destrozos e ignominia. De lo que habla la película es de la violencia estructural, de la violencia que se encubre bajo las buenas formas sociales, de la manipulación política de la violencia: es decir, de los temas que ahora nos preocupan.

Y el director curtido lo hace con todo su talento cinematográfico, consiguiendo interpretaciones medidas al extremo, que están en su justo punto, como la de Malcom McDowell; con una perfección formal apabullante: imágenes poderosas, iluminación y fotografía excepcionales; con un guión eficaz y brillante; con una banda sonora que encaja a la perfección con el conjunto, como ya le había ocurrido en 1968 con su “2001, una odisea en el espacio”.

Cine, pues, de grandes proporciones, de gran calidad y rigor. La turbadora “Naranja mecánica” ha mejorado con los años conservando su saludable acidez.
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31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Cómo pudo Kubrick saberlo?
Siento no poder ser imparcial al hacer mi crítica sobre La Naranja Mecánica. Yo admiro esta película.
La ví cuando se estrenó aquí en los cines en V.O.S. (creo que era por el año 1976), cuando la avalancha de películas prohibidas fueron llegando por fin a nuestras pantallas.
Creo que jamás he vuelto a vivir en una película la experiencia de ver algo tan impactante, tan moderno y adelantado a todo lo visto hasta entonces en mi vida de cinéfilo, en todos los sentidos. Cuando la veo ahora en DVD sigo sin explicarme: ¿cómo pudo Kubrick saber tan claramente lo que nos sucedería en el siglo 21 y mostrárnoslo en una película tan cruda, violenta y a la vez tan bella?. Ësta obra maestra dignifica al cine y nos remueve algo en las tripas cada vez que la revisamos.
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43 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Mis queridos hermanitos
Allí estaba yo, mis queridos hermanitos, fascinado por tamaña obra maestra; una muestra de arte tan clara como el azul radiante de una mañana de verano, un despliegue de tal magnitud que apenas podía apartar los vidrios aún de la pantalla, una vez la música del divino, divino Ludwig Van acabó de sonar… Al fin una sonrisa de triunfo asomó en mis labios.

Acababa de ser testigo de una rara avis que reflejaba en mí todo lo que el futuro podía ofrecer, no solo como una probabilidad, sino como una certeza absoluta.

“Stanley muchacho” pensé “eres un visionario, un artista atemporal” dilucidé con firmeza, convencido de que no podía existir ningún ser vivo en esta tierra capaz de despreciar el regalo que yo mismo acababa de videar.

Hará ya unos 10 años de aquella primera vez mis drugos, y al audiar de nuevo aquella divina música que acariciaba mis sentidos con una mano mientras los machacaba con fuerza con la otra al son de la música más estridente y celestial que nadie hubiera concebido, mientras extrañas palabras y hermosas imágenes volvían a inundar mi cabeza deseé compartir mi alegría.

Y entonces hermanito, vuestro sufrido narrador, quiso conmemorar este nuevo videado de una de sus películas favoritas con una tertulia en el Milk-bar con sus drugos habituales, pero al estar cerrado por no sé qué redada de la militso, decidí ocupar una crítica aquí, sacada directamente de mi quijotera.

Comencé a leer un par de críticas hermanitos, de esas que cuentan con el favor de la plebe y después de unas cuantas de las mismas me entró curiosidad por ver cómo vivía el otro lado, esas que son apartadas y vilipendiadas como aberraciones en forma de palabras.

¡Y qué crímenes videé, queridos drugos! Cifras de un solo digito como el uno o el dos adornaban mi amada obra maestra como si de cualquier bazofia de videoclub se tratará…
Hermosos pensamientos recorrieron mi quijotera; una sesión de hermosa ultra violencia quizás les hiciera comprender lo que no habían sido capaces de apreciar, ni siquiera de entender, ya que quizás papis y mamis no hubieran sabido inculcarles el amor por el arte…

Pero de nuevo sonreí con cinismo comprendiendo mi error: “Alex muchacho, no a todos les sienta bien el bombín”.

Así que, mis queridos hermanitos, cuantos menos seamos los que disfrutamos con el divino, divino Stan y su fruta robot , más especial y selecta será la comunidad que formamos y más disfrutaré cada vez que la videé al compás del bueno de Ludwig Van.

Sed buenos.

Nota: 10,1
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22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Lo mejor del Cine
Sencillamente la mejor película de la Historia.

La síntesis de buenas actuaciones, un director magistral, inspirado y en su mejor momento, la adaptación de una novela como pocas, una música notable y una fotografía fuera de serie. Una película que provoca un razonamiento moral superior a la obra de muchos filósofos. Una película que ha inspirado a tantas generaciones de cineastas y artistas en general con sus inolvidables imágenes.

No hay nada que falte, no hay nada que sobre. ¡Que excelente deconstrucción de los clásicos de Beethoven! ¡Que maravilla la decoración a lo De Chirico! ¡Que inigualable la interpretación de McDowell! Es una verdadera sinfonía cinematográfica, una cumbre del cine que jamás será igualada ni en un millón de años.

Leí por ahí que George Lucas y Steven Spielberg querían hacer un remake. Que lo hagan. Ni siquiera le llegará a los talones y quedará confirmada una vez más la grandeza inconmensurable de esta película única.

Definitivamente hay que verla antes de morirse. welly welly welly welly welly welly well !!!
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22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
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