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Swazilandia Swazilandia · Eternia
Voto de Coen:
10
Drama Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
5 de enero de 2010
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allí estaba yo, mis queridos hermanitos, fascinado por tamaña obra maestra; una muestra de arte tan clara como el azul radiante de una mañana de verano, un despliegue de tal magnitud que apenas podía apartar los vidrios aún de la pantalla, una vez la música del divino, divino Ludwig Van acabó de sonar… Al fin una sonrisa de triunfo asomó en mis labios.

Acababa de ser testigo de una rara avis que reflejaba en mí todo lo que el futuro podía ofrecer, no solo como una probabilidad, sino como una certeza absoluta.

“Stanley muchacho” pensé “eres un visionario, un artista atemporal” dilucidé con firmeza, convencido de que no podía existir ningún ser vivo en esta tierra capaz de despreciar el regalo que yo mismo acababa de videar.

Hará ya unos 10 años de aquella primera vez mis drugos, y al audiar de nuevo aquella divina música que acariciaba mis sentidos con una mano mientras los machacaba con fuerza con la otra al son de la música más estridente y celestial que nadie hubiera concebido, mientras extrañas palabras y hermosas imágenes volvían a inundar mi cabeza deseé compartir mi alegría.

Y entonces hermanito, vuestro sufrido narrador, quiso conmemorar este nuevo videado de una de sus películas favoritas con una tertulia en el Milk-bar con sus drugos habituales, pero al estar cerrado por no sé qué redada de la militso, decidí ocupar una crítica aquí, sacada directamente de mi quijotera.

Comencé a leer un par de críticas hermanitos, de esas que cuentan con el favor de la plebe y después de unas cuantas de las mismas me entró curiosidad por ver cómo vivía el otro lado, esas que son apartadas y vilipendiadas como aberraciones en forma de palabras.

¡Y qué crímenes videé, queridos drugos! Cifras de un solo digito como el uno o el dos adornaban mi amada obra maestra como si de cualquier bazofia de videoclub se tratará…
Hermosos pensamientos recorrieron mi quijotera; una sesión de hermosa ultra violencia quizás les hiciera comprender lo que no habían sido capaces de apreciar, ni siquiera de entender, ya que quizás papis y mamis no hubieran sabido inculcarles el amor por el arte…

Pero de nuevo sonreí con cinismo comprendiendo mi error: “Alex muchacho, no a todos les sienta bien el bombín”.

Así que, mis queridos hermanitos, cuantos menos seamos los que disfrutamos con el divino, divino Stan y su fruta robot , más especial y selecta será la comunidad que formamos y más disfrutaré cada vez que la videé al compás del bueno de Ludwig Van.

Sed buenos.

Nota: 10,1
Coen
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