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42 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Puñetazo a Ozú / La buena orín
Cómo queriendo replicar a esas películas que ensalzan los valores tradicionales del mundo rural, Imamura tomó a una aldea perdida en las montañas al norte de Japón para, sin escatimar apenas en crudeza, decir que no todo es entrañable y amable, que la suma de pobreza y aislamiento geográfico bien puede aproximar a una comunidad a una brutalidad casi primitiva. Aunque se sirve de ciertas metáforas visuales de animales, con las que establece unos paralelismos que asemejan a unos y a otros, son las retrógradas costumbres y las supersticiones de las que son pasto los aldeanos sus principales bazas para sostener su discurso. Las periódicas hambrunas han hecho del homicidio una medida preventiva y, al igual que los búfalos, para que el grupo pueda ir mejor, deben deshacerse obligatoriamente de sus miembros más débiles y menos productivos, por eso se abandona a los ancianos en el monte Narayama, para asegurarse el tiro, ya que en caso que les de por valorar su vida tengan la supervivencia inalcanzable. Ese alejamiento tan extremado de la civilización les permite también gozar de poder para aplicar castigos desmesurados para cortar de raíz los problemas. Sirva como ejemplo la escena más escalofriante de todas, ésa en la que una familia entera es enterrada viva por el simple hecho de robar algo de comida, una pena ejecutada con una crueldad inhumana y socialmente aceptada. O esa superstición que empuja al padre a pedirle a su hija que se acueste con todos los jóvenes para aplacar las supuestas iras del espíritu de un alma en pena, hecho impensable en el resto del país, dónde una mujer bien podía ser degradada por el simple hecho de tocar la mano de un extraño.
El sexo sirve como herramienta para remarcar el alejamiento de las convenciones sociales patente en la aldea, y no sólo por la alegría con la que se entregan a la jodienda, cosa bien sana, si no por momentos tan extraños como cuando el padre y la abuela tantean a diferentes lugareñas para concertarle un polvo (sin ánimo de compromiso) a uno de los hijos menores. Hace falta estar tronado. Mi madre hace eso y de la vergüenza me tiro de cabeza por la ventana.

La anciana Orin parece representar el símbolo de los sentimientos humanos, pues es con ella con quien únicamente se observa ternura y bondad humana en la pantalla, ejerciendo así de contraste (junto con los bellos paisajes) para equilibrar el crudo retrato rural.

La abundancia y lo explícitas de las escenas sexuales, las cuales aparentemente no parecen ser imprescindibles, y esa falta de interés por dejar claro sobre lo que se pretende hablar consiguen que en sus primeros compases la película resulte extraña y confusa, pero vale la pena concederle un poco de tiempo para finalmente ver una de las películas más insólitas, cautivadoras, desabridas y desapacibles del cine japonés, que lejos de querer aleccionar moralmente, al final reflejará hasta que extremos es capaz de llegar el ser humano para sacrificarse por sus congéneres.
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46 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El lugar más triste del mundo
Bonito y triste y pobre y duro e insolidario lugar. Bebes que palman abandonados en las acequias, mujeres que cumplen promesas imposibles en lechos de muerte, cadaveres que te ayudan a subir montañas, olores provenientes del infierno y familias ejecutadas en dos segundos, mientras se montan planos de animales que copulan o cazan o se alimentan. Vamos... qué una alegría qué pa qué.

Lo que ocurre es que se alterna con momentos de ternura, de belleza visual, de amor y de alegría, y te das cuenta de que a los pobres y más en el siglo pasado y en cualquier país del mundo... más les valía estar muertos. Hay un momento de especial emoción que para mí salva toda la película, y el que la vea creo que estará de acuerdo conmigo. Por lo demás, una narrativa formal con un desarrollo pausado que puede no guste a todos. Buen film.
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25 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una hermosa balada
La balada de Narayama nos sumerje en un ambiente casi hipnótico, una comunión entre el éxtasis de una vida llena de tremenda crudeza, al límite y por ello plena de belleza, y el paroxismo que nos causa la muerte, contemplada desde el exterior. Sin embargo los personajes de Narayama, en su dia a dia, están a su modo curtidos y preparados para el último viaje, al final es el destino que forma parte de la eterna danza entre la vida y la muerte. Inseparables. Tan sólo desde una cultura como es la nipona puede observarse esta belleza.
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17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La nieve.
178/05(11/05/09 Shohei Imamura nos obsequia con una brutal descripción de la vida rural en un pueblo japonés, perdido entre las montañas, hundido en las más salvajes de las tradiciones donde los ancianos al cumplir los 70 años deben de ser llevados a la cima del monte Narayama para un vez allí abandonarlos para que mueran en el regazo del Dios de la Montaña. La cinta es un retrato atroz de la vida en el campo, plagada de escenas de crueldad extrema, donde a los reciennacidos, cuando no se tiene para darles de comer se les abandona el campo para que sirvan de abono, a los que roban comida se les entierra vivos con toda su familia, el sexo es algo feo pero si no lo tienes con los de tu raza también vale un animal, donde eres capaz de pedir a tu mujer que se acueste con otro para que no maltrate al caballo, los ancianos que están sanos se rompen los dientes pues siendo viejos no se pueden tener dientes, es una ofensa a la juventud, es un relato bestial trillado de imágenes de enorme belleza tanto de los paisajes inhóspitos como de las muchísimas tomas que se ven de todo tipo de fauna, con la que se intenta hacer paralelismos con los habitantes de la aldea, con el claro mensaje de que todos somos animales, nos movemos por instintos básicos y por el sentido de la supervivencia. La cumbre del film es su última media hora, donde un hijo transporta a sus espaldas a su madre al Narayama, el viaje resulta ser una feroz síntesis de todo lo visto, en el cuál se nos transmite de forma nítida el sufrimiento del inhumano camino, en el termino asistimos a un cementerio de dinosaurios humanos, donde la Madre viene a morir con dignidad. Recomendable película a los que gusten de un cine singular, de los que dejan huella, no apto para todos los paladares. Fuerza y honor!!!
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Mejor la original
No está nada mal pero prefiero la película original, en la que sin algunos excesos y efectismos que sí aparecen en esta, se consigue un dramatismo mucho más profundo (por ejemplo, la escena de los dientes provoca una honda tristeza, además de repelús).
Pese a algunas sobreactuaciones, el nivel interpretativo es muy bueno (excelente la abuela), la fotografía es notable, y la ambientación soberbia. Eso sí, peca de algunos momentos de especial lentitud que pueden llegar a provocar sopor.
Recomendable por la dureza de algunas imágenes y por la extrema sensibilidad de otras, pero advirtiendo que la película original es aún mejor.
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16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Amanecer ya es mucho
Película extraña, inclasificable para todo aquel, que como en mi caso, nunca antes se haya acercado al cine de Imamura o al cine cercano que se consideró la nueva ola del cine japonés.

En no pocos momentos me recordó esta película a la esperpéntica película de José Luis Cuerda “Amanece que no es poco”. Pero mientras que en esa rara avis de Cuerda, la historia está contada desde el humor, Imamura nos narra el cuento de los desfavorecidos desde el prima del drama, desde la óptica de lo escatológico.

Podemos dividir en dos este trabajo. La primera parte es bastante somera y aburrida. Es excesiva y degenerada. No me aporta nada y no entiendo mucho los comportamientos de un pueblo y una gente enterrada en la prehistoria. Me resuelta desagradable ese comportamiento y me aburre mucho la forma de contármelo.

En la segunda parte la película levanta el vuelo, la historia de Narayama es en sí tan trágica como interesante y eso si consigue trasmitirlo Imamura, pero lo hace tarde, con la losa del principio y con la incertidumbre que nos ofrece tanta inverosimilitud antes expuesta. Lástima que este gran final, que el verdadero jugo de la historia, quede enterrado por tanto minuto perdido.
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23 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
cruda realidad
Película dura donde se relata con gran crudeza la realidad cotidiana de unos personajes cuya única razón de ser es el sobrevivir atados a rituales y tradiciones que pueden resultar abominables vistas desde un punto de vista moderno.
Efectivas las escenas de sexo brutal y las barbaridades que se cometen con tanta naturalidad por los protagonistas.
Por momentos se pierde el ritmo y se puede llegar a hacer pesada, desplazando la historia de la madre a un segundo término para recuperarla en la parte final.
Pese a esto es bastante buena. Recomendable.
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11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
una segunda balada
La media hora final, ahí se arregla el desigual y excesivo remake de esta obra de 1958, pienso que quizá peque de sensacionalista, nos refleja la vida como animales que llevan, pero lo hace expliciticamente, aunque seamos conscientes. Está sobrevalorada, ya que tras tantas obras maestras en las décadas anteriores que pasaron sin pena ni gloria se ha querido compensar lo que otras películas orientales no recibieron en su día. Recomiendo visionar la original -parece que nadie la ha visto- de 1958 en la que Keisuke Kinoshita sí que rueda una joya y merece las alabanzas que ésta se lleva.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Eutanasia
Los dientes del diablo.
(Spoiler)
Follan perros, matan bebés, venden hijos, entierran gente viva, se rompen los dientes a puro pelo y no se dan los buenos días por la mañana.
Como los del pueblo de Gila pero en serio. Quizás.
Barbarie, estropicio, el ser humano es una bestia más, peor, más fea y tumultuosa, más espantosa y ruidosa.
La Madre Naturaleza acoge en su seno a todos los animales y no distingue entre los más instintivos o los supuestamente racionales.
Película valiente, salvaje, terrible, hermosa. Realismo crudo, sin miramientos, hipocresías ni medias tintas. Mirada objetiva, analítica, comprensiva, cruel, humorada.
El humano visto a ras de suelo, sin monsergas ni excusas, sin complejidades psicológicas ni extrañas, sofisticadas motivaciones, a tumba abierta.
La protagonista absoluta es esa vieja bruja monstruosa, implacable, admirable, impresionante, dominadora. La gran matriarca de una familia sin padre, huido, cobarde, que cometió el horrible pecado de tener sentimientos y, lo peor, no ocultarlos.
Aquí no hay problemas de sexo, raza o ideología, ni lucha de clases ni fútbol, cine o casino. Todos cumplen con su papel y si no, cuidado con la ira de la vieja. Viven todos arrapiñados, como en comuna, aunque cada uno en su casa con su familia.
Las funciones básicas deben ser saciadas o habrá problemas. Comida, sexo, muerte.
Y las viejas tradiciones y las muchas supersticiones. Y el Dios Narayama (¿animismo?) en la montaña.
Y los cuervos, las nieves, los huesos y la muerte, otra vez, siempre.
Áspera, brutal, estremecedora. Deja en ridículo a cualquier ejemplo de dureza europea o americana.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Efectismo desagradable (5.8)
Llevaba tiempo queriendo ver esta película, y por fin la pasaron en "Qué grande es el cine". Me he llevado una gran decepción. Después del aburrido coloquio me quedo con las ganas de ver la versión de 1958.

Me cuesta mucho ver películas en las que no me identifico con ninguno de los personajes. Ésta es una de ellas. Nos muestra a un grupo de animales violentos en lugar de personas. Los únicos personaje algo humanos son la abuela y el hijo mayor, pero no termino de conectar con ellos.
Los actores que hacen de locos exageran demasiado.
Tampoco me gusta el tratamiento de las escenas de sexo. Que uno de los hermanos se folle a un perro y a una anciana lo dice todo sobre el excesivo efectismo.
No soy ningún mojigato (he llegado a "disfrutar" con algunas gore). No critico el estudio antropológico desde la violencia, sino su narración entrecortada y el tratamiendo de los personajes. Debido a ello se me hace muy pesada.

Sólo me han gustado momentos sueltos, algunos de ellos también impactantes, pero de una crudeza sobrecogedora: el bebé muerto, cuando la abuela se rompe los dientes, el enterramiento y el asesinato de un viejo loco (éste es el mejor).

Prefiero muchas otras películas como reflexión sobre la violencia del hombre: "La jauría humana", "Grupo salvaje", "Perros de paja"...
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17 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Otras culturas
Es difícil, muy difícil, adentrarse en el mundo de otras culturas, ya sean reales o de ficción. Constantemente vemos el poco entendimiento existente entre el mundo occidental y el islámico, pero si te lees "Un mundo feliz" de Huxley entenderás igual de mal su sociedad utópica.

Lo que nos propone esta película es adentrarnos en una sociedad oriental pero distinta, a ratos bella y a ratos inquietante. Unas gentes que son capaces de asesinar por venganza ante un plato de comida robado, pero que respetan el orgullo de la familia y las costumbres por encima de todo. Desconozco si se retrata algún pueblo que realmente existió o es pura invención, no obstante.

Es en el progreso de descubrir los hábitos de este extraño pueblo donde la película encuentra su mayor atractivo, culminando en el ascenso a la montaña rodado de manera austera y casi sublime. No obstante, Imamura no es Kurosawa y se descubren momentos ñoños y algo cutres (esas cámaras lentas...), afortunadamente contrarrestrados por incisos de mala leche como los animales devorándose o directamente crueles como el enterramiento.

Resumiendo: merece la pena, especialmente por el final.
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10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Es más que dura, es lo siguiente
Se me ocurre decir que se puede prescindir de esta película, que sin verla ya se está bien, porque lo que Imamura nos cuenta en esta terrible historia contiene hechos propios de una sociedad rural de la que mejor no saber nada. Su crueldad es la baza más fuerte y es cierto que la película está bien hecha, claro, no negaré su calidad, las cosas no están puestas porque sí y hay un hilo, una conexión, aunque todo, ciertamente, sea excesivo para mí. Acepto la idea de que realmente las cosas nunca fueron así, que las normas de la vida de estos japoneses son algo exclusivo de esta película, es más, en todo caso me niego a aceptar que se haya podido dar este tipo de conducta social.

"La balada de Narayama" es más que dura, es lo siguiente, para mí sobrepasa el límite de lo necesario y no hace falta dar más que un par de ejemplos que acompañan a la trama central. Y esta es, la tama central, la necesidad por parte de una anciana de irse a morir a lo alto de una montaña en pleno invierno, dejada así a la intemperie porque ha llegado su momento. Ya lo dice la sinopsis y por eso me metí yo mismo a ver la película, el drama planteado, duro y cruel, tiene mucho interés. Lo peor de todo debería ser el hecho de que la anciana mujer es quien tiene más deseos que nadie para que su final sea tal cual indican las normas del pueblo, de hecho se tira toda la película montándolo todo para que acabe resultando bien el plan. Pues bien, hay más, mucha más dureza y crueldad, y es que se producen una serie de incidentes que acaban perfilando la especial antropología de esta sociedad que se nos muestra sin sentimientos, con una desviación brutal hacia lo animal, a lo instintivo, se producen actitudes muy bestias, impropias de cualquier ser humano civilizado.

No soy para nada experto en temas antropológicos, pero los hechos que aquí se nos muestran no son de seres civilizados, enterrar a una familia entera viva, matarlos porque han robado unas patatas para comer, conductas zoofílicas, abandonar en un arrozal un recién nacido, la abuela partiéndose los piños de la boca para morir siendo realmente una anciana... Aceptaré que la vida en el campo, la vida del campesino, ha sido universalmente una vida de privaciones, pero Imamura da tres pasos más allá y no da lugar a la esperanza. Es evidente que es un error mostrar una vida idílica del campesino, no vivían como reyes, pero de ahí a "La balada de Narayama" hay años luz de distancia. No puedo asimilar mejor un drama tan absoluto, estos japoneses vivían una vida horrorosa de la que mejor no saber nada.
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8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
EL VIAJE
El mismo día que hemos visto la película de Shomei Imamura: “La balada de Narayama”, el actual ministro de finanzas de Japón Taro Aso declaraba que el sistema médico debe cambiar “para que los viejos se mueran pronto”. No sé si estas afirmaciones son fruto de secuelas del folclore y los relatos populares de Japón, pero desde luego tienen que ver con la cultura de la muerte en ese país. Ya nos sorprendió Marker en su película “Level Five” sobre lo ocurrido en los suicidios de la Batalla de Okinawa, aunque estamos seguros que a pesar de lo que dice el ministro, el proceso de industrialización y concentración de la población en áreas urbanas ha tenido que secularizar las creencias, sin embargo, el shintoismo debe estar aún presente en su cultura. La película hace contra planos con el mundo animal, como si quisiera demostrarnos que los personajes del drama rural también pertenecen a ese mundo. A primera vista nos puede parecer muy duro la aplicación de la ley, pero si analizamos determinamos tendencias modernas de lo que se ha venido en llamar derecho penal del enemigo, constataremos que hoy también se “entierra” a los malos.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El insoportable peso de una tradición ancestral
"La balada de Narayama" ahoga, en todos los sentidos. Imamura ofrece un retrato sobrecogedor de un pueblo que, en la fidelidad a unos valores seculares, ha quedado anclado en la Prehistoria. Quizá por momentos la película sea víctima de sus propios excesos. Además, sigue un estilo narrativo propio de los 80 que no ha resistido bien el paso del tiempo (la utilización de la cámara lenta resulta aquí un recurso bastante desafortunado). La violencia explícita y el tratamiento cuasisalvaje del sexo aportan un toque barroco a la narración, con evidentes metáforas del mundo animal. En cualquier caso, la historia es potente y el conjunto funciona.

El personaje protagonista de la anciana merece una mirada ambivalente. Por un lado, despierta nuestra simpatía por su sacrificio abnegado; por otro, su apego a la tradición la puede convertir en un ser cruel y despiadado. Somos testigos de una civilización que no es tal, donde los recién nacidos son arrojados a los campos como abono, los padres abocan a sus hijas a la esclavitud sexual, y romper las tradiciones supone una condena a la fatalidad y vergüenza perpetuas. Me quedo con las impactantes escenas de la rotura de dientes, el inmisericorde enterramiento de toda una famila y las tribulaciones sexuales del hermano menor, apestado por su condición de segundón. Brutal.

Y, por supuesto, me rindo ante los últimos 20 minutos de película, un viaje silencioso hacia una montaña que engulle las vidas de un pueblo. Cumplimiento de un deber paternofilial absurdo y descarnado. Aunque a estas alturas del metraje no se sienta ya ninguna simpatía por los personajes, es aquí donde la película emociona de verdad.

"La balada de Narayama" es una obra densa y muy dura al mostrar la crudeza de unas costumbres irracionales. Pero es muy eficaz a la hora de sacudir conciencias, y no puede extrañar que fuese recibida en su momento con gran interés.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Lección de vida
Aunque haya gente que pretenda ver en esta película simplemente un reflejo de costumbres rudas y salvajes de gentes y épocas muy lejanas a nosotros, sus actuaciones son perfectamente extrapolables a nuestra realidad, siempre, claro está, que nuestro ombliguismo de seres presuntamente "civilizados" no nos ciegue por completo. La vida es como es. Los seres humanos somos como somos. Nos guste o nos deje de gustar. La violencia, el amor, la crueldad, la belleza, todo está dentro de nosotros. Aceptémonos como somos. En definitiva una bellísima y poética lección imprescindible sobre la vida… y la muerte, que forma parte inexorable de la vida misma
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9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¡Ojalá Nieve, Como Dice la Canción!
Cine antropológico que hace su estudio en una comunidad japonesa y en un tiempo indefinido.
Shohei Imamura, que ganó el Festival de Cannes (1983) con esta maravillosa película, nos habla de una aldea de montaña, con muy duras condiciones de vida, en la que las reglas vienen marcadas de antiguo por la necesidad de sobrevivir. Son normas primitivas y prácticas extraídas de la vida animal y de las propias limitaciones impuestas por la naturaleza en cuestiones, sobre todo, alimenticias.

En la familia que investigamos, el miembro mayor, la abuela, avisa a su primogénito de que está cerca su marcha a la montaña sagrada de Narayama; ella lo tiene asumido, él, ha de irse haciendo a la idea para no defraudar ni ensuciar el honor de los suyos, como desgraciadamente hizo su padre. Antes, se encargará de buscarle la mujer que la sustituya al frente de la casa y que ocupe el lugar de la nuera que murió en el último parto.

El grupo humano que nos ocupa está perfectamente encajado en su ambiente natural. A la hora de decidir, lo hacen, como cualquier ser vivo, salvaguardando el equilibrio que les permitirá mantener su especie a lo largo de los tiempos. A nuestros ojos civilizados pueden parecer crueles algunas determinaciones. Ellos, con dolor de su corazón a veces y con pasmosa naturalidad en otras ocasiones, las consideran inevitables.

Esta Balada, que pone ritmo a la vida legendaria de Orin y que, sorprendentemente, es universal en los momentos corales (la raíz popular de los cantos: blues, jazz, flamenco...), se convierte en una verdadera sinfonía, in crescendo, en su parte final.

Hubo otra versión de la Balada de Narayama en 1958. Yo no la he visto pero apuesto, y no arriesgo, todas mis películas de Kurosawa a que no puede ser mejor que ésta. No dudo que pueda ser igual.
¡IMPRESCINDIBLE!
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Retrato realista de la era Meiji
Con la comida no se juega.
Esta máxima es aplicada a rajatabla en esta aldea rural y recóndita, donde la moral es sustituida por creencias ancestrales y por actos brutales, sólo entendibles por el contexto en los que se producen.
En una sociedad de subsistencia, donde no existe el dinero y donde cada boca a alimentar cuenta, el trabajo de cada uno de los miembros de la familia es crucial. No es posible tener tener hijos de más ni ancianos improductivos.
Toda esta realidad es magistralmente plasmada por Imamura, unida a grandísimas actuaciones del reparto. Todo ello consigue introducirte en la trágica existencia de este remoto y "perdido" lugar y, finalmente, hacerte comprender el porqué de sus brutales actos.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL DESPOTORRE CAMP
Está bien esta película, no sé si hay que ser japonés para poderla entender de verdad como dice algún usuario. Supongo que en mi caso tiene razón por que yo no he pillado ni Filosofía, ni Poesía ni Belleza ni leches. A mi lo que me ha parecido es bien divertida, una movida a medio camino entre "Pink Flamingos" y los Fraguel.

Impagable de principio a fin. Cada escena va ganando en bizarría conforme avanza la película. Algunas son de un surrealismo de lo más cochambroso. Otras tiran más a cazurrismo. Y además salen polillas follando. De absoluto escándalo, un lujazo.

Una película a mi entender de verdadera mala leche, con un sentido del humor jodido, sutil, gamberrazo y dañino.

Una recomendación gastronómica: esto acompaña genial con una buena perola de asadurilla y un porrón de clarete.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La ley de hambre
El microcosmos rural que consigue crear Imamura en esta película es primitivo, explícito, brutal un tanto esperpéntica. La historia de un grupo de campesinos que viven en un pequeño poblado aislado geográficamente rememora la trivialidad humana a la hora de establecer sus propias leyes, sus religiones y supersticiones y el uso que hacen para normalizar las necesidades (el hambre y el sexo) para aprender a convivir de forma que cualquier atrocidad para el mundo moderno se refleja con total normalidad en ese ambiente viciado (a nuestros ojos), así todo vale dentro de sus reglas, desde matar o vender a un recién nacido si no se puede asegurar su manutención, hasta la zoofilia, si no hay con quién mantener relaciones sexuales. Todo pudiera parecer depravado fuera de la película, pero la grandeza del filme radica en que dentro de esa sociedad todo pareciera ser lo común o incluso lo razonable para su propia supervivencia. Para conseguirlo, la confección de los personajes vuelve a ser magistral, tenemos excéntricos personajes desde la abuela razonable que tiene que viajar a la montaña (historia principal sobre la que gira el relato pero atravesado por decenas de pequeñas tramas que reflejan este extraño costumbrismo), hasta el hijo que no encuentra mujer porque tiene un olor horrible ( y que deja una pequeña raiz cómica dentro de las atrocidades de la película), el papel lascivo de algunas mujeres de la película, un sinfín de personajes raros que le dan un toque muy especial a la película. Junto a todo esto, las dos grandes características del cine asiático que se cosen también a esta película, la fotografía preciosista (algunas escenas de nieve son verdaderas maravillas), el culto a la naturaleza (que en este caso sirven como metáforas visuales de lo que le ocurre a los personajes humanos) y la desgracia de un ritmo lento, que en este caso es algo menos acuciantes, porque aunque la trama principal no es firme sí que existen pequeños matices e historias que van salpicando la película y la hacen llevadora, pero aún así, se hace larga. En cualquier caso es una gran película, bella, extraña, arrebatadora en las abyecciones que presenta y realmente original en su guión.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una película bárbara
El visionado de esta cinta impacta. No pude dejar de pensar al verla en Buñuel, y sus referencias documentales en el inicio de L'Age d'or, y su contraposición naturaleza-civilización, con el contraste de brutalidad y ceremonial con que actuan los personajes. Recuerda también las Comedias Barbaras de Valle-Inclán, aunque aquí no haya una única estirpe de lobos, pués todos lo son, y aunque la familia protagonista no tenga blasón, pero si que tiene un águila en la figura central de la implacable abuela. En este caso, el comportamiento de los protagonistas no deriva de la desigualdad y el despotismo, al contrario, la igualdad de todos ante la dificultad de supervivencia es lo que engendra su bárbaro comportamiento. Un comportamiento que no es en su caso arbitrario, sino despiadadamente lógico: cualquier obstaculo a la subsistencia es eliminado. Como en estas obras de tradición española, el impulso sexual y la violencia están manifiesta o latentemente presentes.
De todas maneras no creo que se pueda hablar de una inspiración o referencia, pués la película es genuínamente japonesa, con ese gusto estético oriental tan particular, que inunda casi todo el metraje de un lirismo a veces casi contradictorio con la crudeza de lo que se narra. Desde luego, la coincidencia con Valle-Inclán es meramente temática. Para Imamura no existe atisbo de deformación grotesca, al contrario, los personajes se nos muestran estremecedoramente reales.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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