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36 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Que dios nos ayude...y el diablo también
Posiblemente, Zorba el griego sea la gran desconocida para los amantes del cine. Tan sólo cuando se nombra el Sirtaki, la gente se acuerda de Anthony Quinn bailando en una de tantas y tantas playas del paisaje cretense, y ni siquiera el sirtaki es un baile tradicional griego, ya que se creó expresamente para la adaptación cinematográfica de la obra maestra de Nikos Kazantzakis. En la Creta más profunda de la post guerra, y bajo la dirección del chipriota Michael Cacoyannis, se funden las personalidades de una gran dama francesa, soñadora de amores platónicos del pasado, un escritor inglés profundamente influenciado por la rigidez de la literatura y sociedad británicas, una viuda que añora con disfrutar un profundo amor, rompiendo con las limitaciones y férreas imposiciones de la pétrea sociedad helénica del momento, y un vividor cretense que disfruta el momento con insaciable voracidad, sabedor que sólo el destino marca el mañana de cada ser humano. Como sucede en casos similares, sólo la fuerte personalidad del amante de la vida es capaz de romper los grilletes de la sociedad que nos rodea y consigue aglutinar los sentimientos de los que le rodean para engrandecer su propia alma.
Anthony Quinn, en el mejor papel de su dilatada carrera cinematográfica, no sólo se ganó el reconocimiento de la crítica, sino que el gobierno griego le concedió el privilegio de otorgarle la ciudadanía griega, alzándole al olimpo de todos los amantes de Grecia, y uniendo su alma a la de Lord Byron para toda la eternidad.
La banda sonora, compuesta por Mikis Theodorakis, va más allá del Sirtaki de zorba. El compositor griego consigue que cada nota de su pentagrama se fusione con perfecta armonía a cada escena de la película, creando fragmentos que dejan al famoso Sirtaki como una mera anécdota de la misma.
Sin lugar a dudas, una obra maestra que no deben perderse los cinéfilos y todas aquellas almas que luchan, en el día a día, por revelarse contra las imposiciones de nuestra supérflua sociedad.
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115 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Western Mediterráneo
Una pregunta sin respuesta, ¿de dónde sale este fenómeno de director? Así de lejos y de reojo podría decir que Mihalis Kakogiannis es una especie de Buñuel (por el tema), con toques de Berlanga (por el retrato campestre), al punto del primer Fellini (por las formas sucias y naturales) con una aroma permanente de Billy Wilder (por sus diálogos). Pero vamos, cada cual podría meter a cualquiera. Es tan sabroso. Al gusto amigos/as. Al gusto.

La elegancia se palpa en todo el film. No hay voz-en-off que te mastique el mensaje. Así pues, como buenos griegos, hay que contemplar.

10 escenas maravillosas para ponerle, como mínimo, un 9:

(Prólogo)
Los niños escuchando y espiando detrás de la valla, ellos se dan cuenta:
Respuesta yankee: sacar la escopeta de doble cañón y disparar al aire (o a los niños si hablamos de Tarantino).
Respuesta española: los niños empezarían a tocarse las partes. Nadie se daría cuenta.
Respuesta de Zorba el griego: coger una jarra y ahuyentarlos con agua. Primera lección.
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69 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
viéndola dan ganas de vivir
Una película que destila las esencias hedonistas y a la vez trágicas de la civilización mediterranea (¿Y qué hay más puramente mediterraneo que la antiquísima Creta?). A pesar de sus aspectos desgarradores "Zorba el griego" se erige en un auténtico canto a la vida simbolizado por ese ENORME Anthony Quinn en uno de los papeles de su vida (el otro fue en La Strada, curiosamente dos películas filmadas en Europa). Después de verla dan ganas de bailar y bailar un arrebatado sirtaki, apurando la vida hasta la última gota (incluyendo unos buenos tragos de vino).
Y qué decir de la fascinante y bellísima Irene Papas: al igual que el personaje interpretado por Alan Bates, me enamoré de ella, como lo oyen.
Lástima que no la pasen por la tele ni a las tres de la madrugada. Las nuevas generaciones deberían olvidarse por un momento de llenarse la cabeza con los bits epilépticos de la Nintendo, y aprender algo de la ternura y la llana sabiduría que transmite el personaje interpretado por Anthony Quinn.
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59 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Maravillosa
Maravillosa película. Es imposible verla y no querer abrazar a Anthonny Quinn.
No se puede actuar mejor.
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53 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"¿Jefe, vio usted alguna vez un desastre más esplendoroso?"
Me sorprendió esta película, sobretodo por cómo describe la sociedad cretense, unas veces con situaciones divertidas y otras con momentos que provocan asco e irritación, aunque el tema central sea probablemente la vida y la manera que cada uno tiene de tomársela.

Es curioso que los personajes protagonistas sean tan diferentes y puedan llevarse bien aunque lo más curioso es que sea el viejo Zorba (Anthony Quinn, que lo borda) el más optimista, vital y alocado mientras que el joven escritor (Alan Bates, clavadito a Mel Gibson) sea todo lo contrario.

Durante la película se van sucediendo una serie de acontecimientos casi siempre impredecibles y en algunos casos un poco forzados pero que al fin y al cabo sirven para contar una historia que sin ser ni triste ni alegre consigue dejar un mensaje optimista de la vida….vamos que dan ganas de bailar un sirtaki.
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44 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Alexis Zorba, procuro ser como tú
A menudo trato de imitarle, y es que cada vez que veo a Zorba, me da energías, me enseña a vivir, pero la mayoría de las veces el sistema de esta sociedad me absorbe, como a casi todos supongo, y es que viéndola dan ganas de disfrutar de la vida, vivir de la forma de la que este bohemio griego vive, eso es haciendo de cada día el último.

Basada en la novela de Nikos Kazantzakis, el director grecochipriota Cacoyannis nos regala un film lleno de exotismo y de buenas y largas escenas, ambientada en la férrea sociedad cretence, donde el aquí, ¡Colosal! Anthony Quinn, da vida y nunca mejor dicho a un vitalista y alegre griego en la que quizás sea una, si no la mejor interpretación de su carrera cinematográfica.
Amar, cantar y bailar, sin importarle lo que digan los demás, todo bañado a ritmo de sirtaki, con la magnífica composición de Theodorakis, que se hizo tan popular como la misma película.

Y es que, ¿habrá algo más grande en esta vida, que hacer lo que te da la gana, cuando te viene en gana?, seguro que no, es lo mas preciado que puede tener una persona para considerarse libre y satisfecho de si misma, y esa manera de ser y de tomarse la vida de Zorba, es la que trata de transmitirle a Basil (Alan Bates), el escritor inglés que ha heredado una mina, con el cual entabla amistad en el puerto del Pireo.
Las diferentes relaciones de uno y otro, con la viuda (Irene Papas) y la prostituta Hortense a la que da vida Lila Kedrova en un papel que le valió el Oscar a la mejor actriz secundaria, se acentuan en un ambiente de hostilidad y dramatismo en un retrógrado pueblo de la isla de Creta.

Y del final, que decir del final...

Disfruten de su existencia, y aprendan a vivir como Alexis Zorba.

Xhérete, kaliméra
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26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El Zorba que admiro, pero que no quiero ser
Zorba es una película rara, de esas que no abundan en la cinematografía, pues es una cinta conmovedora, entrañable, cosa que logra sin proponérselo en ningún momento, sin demostrar en una sola escena una mínima intención de forzar una situación con el fin de despertar una moraleja o arrancar una lagrima al espectador. Simplemente alcanza esta categoría mostrando lo cotidiano, lo real, lo abrupto, lo chocante y hasta por momentos repugnante de una sociedad distinta, de un paraje apartado del mundo occidental como lo conocemos, habitado por personas que sin embargo pese a las enormes diferencias con los extranjeros ultra civilizados que llegan como turistas hasta allí (representados en la figura de un Alan Bates en un papel difícil, por su sumisa personalidad, ante la extravagancia de Zorba, la cual el actor británico representa sin caer en la bobería fácil ni en la explicitación desmesurada de sus muchas falencias sociales) y que sin embargo no son mejores ni peores, solo diferentes.

Es así que Cacoyannis logra lo que pocos. Nos representa un guion perfecto, tragicómico, donde la muerte no es una fatalidad insuperable, sino una circunstancia mas, muy dolorosa, pero una más en el camino de la vida, y donde los personajes se pasean con un pasado lleno de luces y sombras, con defectos y virtudes, con actitudes civilizadas y acciones irracionales, en fin, ni malos ni buenos, simplemente humanos. Una historia que además nos ofrece profundos diálogos en situaciones cotidianas, expresiones filosóficas en lugares y momentos comunes y explayadas con un léxico natural, descontracturado.

Y mientras nos pinta este cuadro real y crudo, Cacoyannis nos ofrece una estrella en medio del fango, una bocanada de respiro entre tanta presión, un personaje que todos queremos ser pero pocos realmente aceptaríamos serlo por lo que su carácter significa: Zorba, el loco lindo, el irresponsable, el amado y odiado, el extremista, el que no tiene posesiones ni ancla en la vida, el nómade al que nada le importa, el que baila en el funeral de su hijo. Ese al que le pedimos que nos enseñe a bailar para por lo menos durante un instante sentir lo que él siente en su particular mundo. Pero luego del baile, del vino, del cordero, de la risa irresponsable y despreocupada, ya queremos dejar atrás y regresar a nuestra sociedad, a la comodidad de nuestro hogar occidental con no más que un recuerdo nostálgico de él que nos despierte sonrisas en las tardes de domingo.
Pues la forma de caminar al mundo de Zorba no es para cualquiera, y está bien que así sea.
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25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Dancing Quinn
Mítica, sí señor, esta Zorba el griego, papel a la medida de Anthony Quinn que llevó hasta la popularidad más absoluta a una danza y una música, la de Mikis Theodorakis. Mítica, pero ¿más? No sé, me parece una buena película, con momentos muy sensuales (la cara de Irene Papas, una peculiar cura de Quinn al resfriado de Lila Kedrova, ojo, Oscar a la mejor secundaria del año), pero también hay otros en los que la parsimonia griega (he visto películas helenas de la época y también pecan de este estilo) hace acto de presencia.

Alan Bates, en el papel de hijo pródigo que vuelve a los orígenes, nos introduce en la historia y en el ambiente de la isla de Creta. Así, nosotros vemos por primera vez también todo lo que se cuece en ese clima digamos pueblerino y cerrado de un paraje cuasi Twin Peaks a la griega. Con sus tradiciones y sus misterios. Buen Alan Bates, por cierto.

Breves pero estimulantes las apariciones de Papas. Su mirada, su peculiar entrecejo, que no hable prácticamente en inglés... Y ése precisamente es otro de los aciertos de la película: el haber respetado, cosa no habitual en la época "hollywoodiense", que los habitantes de Creta hablen en griego, y no en inglés, como se han hecho en tantas y tantas ocasiones.

Y no me quiero olvidar de Quinn, del cual ya dije en la crítica de Requiem por un campeón que tenía papeles en los que sobreactuaba. Pues bien, en Zorba el griego no lo hace, como tampoco en ese Requiem. Porque haciendo de griego podría haberse pasado de rosca, pero no, Anthony Quinn realiza una interpretación magnífica, haciendo gala de una variedad de registros que a primera vista por su especial fisonomía bien pudiera hacer creer que sólo valía para un determinado tipo de papeles.

En cuanto al sirtaki, spoiler.
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17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cine Arte
Una filosofía vitalista. Gracias, a quien realizó esta maravillosa película. Alexis Zorba no sabía ni leer ni escribir pero su sabiduría era inconmensurable para enfrentar esta aventura que se llama vida. Excelente dirección Michael Cacoyannis.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Los mejores diálogos.....
Desde hace años (tengo 32) me ha fascinado la canción de Zorba El Griego, al punto de que en mi vehículo y en mi casa la escucho con frecuencia pues la conseguí por Internet, pero ¡NUNCA! había podido tener el privilegio de ver a este monstruo de la actuación (Antonhy Quinn) en esta espectacular película, hasta ayer que ¡AL FIN! la conseguí en DVD. Fascinante, estimulante, regeneradora, emotiva, sensacional, son los adjetivos que me vienen a la mente para describir lo que vi. Lo mejor, sus diálogos, y la energía y el mensaje de siempre salir adelante en la vida a pesar de todo que transmite el simpático y alocado personaje de Zorba...

Recuerdo uno, palabras más, palabras menos:

Zorba: "Una mujer que duerma sola es la verguenza de todos los hombres. (Refiriéndose al personaje de Irene Papas)

Y otro: "Jefe, decídase de una vez si es o no un maldito capitalista".
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un gran clásico
Si un buen día todas las cámaras se apagasen o de ellas no saliera nada potable. Si el cine se vuelve tedioso y se olvida del hombre. Si los actores son modelos y las actrices maniquíes... no temeré nada porque dispondré de un montón de clásicos que me alumbrarán cuando en ese día se haga la noche. Este filme es uno de ellos.
Y es que esta peli aparentemente no es nada y es mucho porque habla de lo peor; de los celos, la envidia, la venganza... Y porque habla de lo mejor; la amistad, la libertad, el amor...
Tal vez su primer acierto sea el basarse en una novela de Nikos Kazantzakis. Y el segundo acierto, por encima de cualquier otro, es Anthony Quinn, que sin duda esta soberbio.
Una peli que habla de la transformación sufrida por un timorato escritor, interpretado por Alan Bates, que parte hacia Creta en busca de fortuna y volverá trasformado en un ser más pobre pero más libre, porque de la mano de Zorba descubrirá el punto de locura que hace falta para romper las cadenas y alcanzar la libertad.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Celebrar la vida
A pesar de todo, la vida hay que vivirla. Lo mejor que sea posible. Pase lo que pase, sea donde sea. Porque el mundo tiene una característica que no podemos salvar como si no existiera: el mundo es dual, todo tiene su contrario, lo mejor da paso a lo peor y esto, antes o después, cede el puesto a lo mejor. Lo importante es estar vivo y sentirse así. Incluso la muerte ha de tomarse como una cosa más que integra la vida.
Esto podría servir como resumen de la propuesta de Michael Cacoyannis. Zorba el griego pretende hablar del mundo como lugar en el que se pueden presentar todo tipo de posibilidades. Y, sobre todo, un lugar que sigue su curso de forma independiente a lo que le puede suceder a un ser humano concreto. El mundo puede ser una ratonera asquerosa y, al mismo tiempo, un palacio impresionante para cualquiera.
Para narrar su historia y profundizar sobre todo esto, Cacoyannis contó con lo preciso. Un escenario árido en el que parece que nada puede sobrevivir salvo la pobreza y la falta de posibilidades. La única zona con vida (un bosque) pertenece a un monasterio; es decir, es propiedad de Dios (esto lo dice el protagonista en un momento de la película), propiedad de lo que el hombre no puede tocar ni controlar. Pero un escenario en el que hay vida. En el que hay vidas que contar.
Contó con varios personajes profundos en su psicología encarnados por un reparto de lujo. Zorba es Anthony Quinn. Un hombre capaz de afirmar que vivir es un problema, que sólo la muerte no lo es; un hombre que ve en los desastres esplendor. El joven escritor Basil es Alan Bates. Un hombre apocado, encorsetado por los prejucios sociales de un mundo envuelto en sí mismo. La viuda solitaria y deseada por todos los hombres del pueblo es Irene Papas (más guapa no puede ser una mujer). Una mujer que desea vivir lo que es un gran amor y que está condenada desde antes de nacer a no poder experimentar lo que es eso. La dueña del hotel Ritz del pueblo (una casa destartalada y mugrienta) es una extraordinaria Lila Kedrova. La madame del pueblo. Vieja, sola, casi ridícula. Zorba representa el ímpetu, la vida vista desde las ganas de experimentar, la mirada inquieta y rebelde, la valentía. Basil es la estúpida mirada del recato, del temor. La tragedia se encarna en la viuda solitaria; una tragedia inevitable, una tragedia que llega desde las diferencias entre hombres y mujeres. El pasado, lo imposible de un futuro soportado en el recuerdo y en la vejez es lo que representa la dueña del hotel.
Cacoyannis contó con un fotógrafo excepcional (Walter Lassally) y una dirección artística extraordinaria (la película recuerda el feísmo y naturalismo de Federico Fellini). La película se rodó, afortunadamente, en blanco y negro. El realizador estendió que eso que quería contar no se puede presentar de otro modo. Y contó con una banda sonora de Mikis Theodorakis maravillosa y que, pronto, se hizo famosísima.
Con todo eso rodó el director Zorba el griego. Una película sobresaliente. Llena de escenas que apestan a gran cine. La boda de madame Hortense es un ejemplo de ello.
Todas las líneas argumentales resultan tremendas y dolorosas. Hasta las más esperanzadoras arrastran miserias humanas, defectos del individuo, dolor, soledad. Aunque son las mujeres las que acumulan mayor peso trágico. Pone los pelos de punta pensar sobre los personajes femeninos de esta cinta. La viuda y su condena por no ser propiedad de un hombre. El botín en el que se convierte el hotel a manos de las mujeres del pueblo. La forma de mirar el mundo de su dueña, ese no querer morir y morir.
La película se soporta sobre un guión brillante (adaptación de la novela de Nikos Kazantzakis). Cada frase abre nuevas perspectivas al espectador y, aunque algunas de ellas suenan algo literarias, funcionan muy bien formando un conjunto coherente y lleno de sentido. La película está muy bien contada y finaliza con una escena memorable. Es posible que esa escena fuera la única posible. Es perfecta.
Cualquier amante del cine está obligado a ver esta magnífica cinta.
inventodeldemonio.es/blog
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No conecto con esta película
Esta famosa película que popularizó el baile "sirtaki" y en la que Anthony Quinn está genial, a mí no me ha gustado.
Reconozco que el actor está que se sale, y su personaje está lleno de vitalidad y buen rollo, además de ser un poco raro.
Es cierto que se nos muestra la forma de vida de la sociedad rural griega, algo que por aquel entonces sería totalmente desconocido y llamaría bastante la atención.
Pero el resultado no me ha terminado de convencer.
Para empezar, la película es innecesariamente larga. Son 136 minutos que se me han hecho bastante pesados.
Otra pega que le veo es que no sabría resumir de un modo coherente de qué va la película. Evidentemente no es que no la haya entendido ni que no pasen cosas, sino que no termino de ver claramente qué es lo que me querían contar.
El argumento divaga de acá para allá, con lo de la viuda, las escapadas de Zorba, los diálogos con el protagonista y el trabajo en la mina. Pero no me puedo quitar de encima la sensación de que no pasa absolutamente nada trascendente en toda la película, salvo quizás un poco al final.
También creo que la escena del barco al principio, está increíblemente mal hecha. Se nota que está filmada en condiciones normales, y que todos fingen que se está moviendo el suelo y que luego mueven la cámara para simularlo. Sé que la película es antigua, pero se nota demasiado y queda fatal y no se lo perdono.
El eje de todo es el personaje de Zorba, y aunque cae bien, nunca nos explican del todo por qué es como es, tan loco y absurdo. Sus escenas de baile popular griego están demasiado mitificadas, y me choca mucho que la música siempre aparezca de la nada. Este hombre baila sin música, pero como es una película, de repente se escucha, así sin más.
En fin, creo que está un poco sobrevalorada, o yo no he captado su esencia, o la he visto demasiado tarde. El caso es que me ha aburrido y he estado todo el rato intentando ver qué le ve la gente. Con todo el respeto, a mí no me gusta.
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20 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Maneras de vivir
Si ya lo decía Rosendo, que cada uno elige la forma de vivir que más le plazca.

Unos pueden ser más tímidos, otros más aventureros, algunos más monógamos y otros más mujeriegos pero como Alexis Zorba sólo él puede vivir.

Su forma de vida es un ejemplo de todas las cualidades que un ser humano pueda tener y como decía él:

- "¿Bueno o malo? que más da diferencia, al final todos acabamos en el mismo sitio, comidos por gusanos".

Un hombre ya mayor, con una fuerza y ganas de vivir que ya le gustaría a muchos, con más cara que espalda, con un corazón capaz del más terrible desdén al mayor acto de bondad que te imagines. Comer, beber, trabajar y follar son las claves de su vida y de lo único que no se podrá arrepentir es de no haberlo intentado siempre.

Pero este filme no va sólo de como vive Zorba, aquí se juntan muchos personajes donde cada uno eligió una forma de afrontar la vida que en cada momento se ve contrapuesta a la de Zorba, el hilo conductor de todo. Llaman la atención los habitantes de Creta, lo auténticos que son, llegándolos a amar y odiar a partes iguales.

Sin duda, un filme muy a lo Fellini donde al final sólo te queda bailar.
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15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ultraterrenal
Aunque solo haya visto una película de Anthony Quinn, puedo garantizar y garantizo que su carácter, su rostro y su mirada desprenden una ternura canallesca de lo más genuina y poco habitual. Su papel co-protagonista en 'Zorba the greek' calienta el corazón del hombre más amargado del planeta Tierra.

El bien escogido Alan Bates, la hermosa Irene Papas y, por encima de todos, la superlativa Lila Kedrova completan el cuadrilátero emocional de una película bella, atemporal y fabulosamente ultraterrenal. Michalis Kakoyannis entró en el olimpo cinematográfico gracias a un filme repleto de escenas y diálogos que evocan a los aspectos más magnéticos del ser humano.

Puede que la única película que este director greco-chipriota (concretamente de Lemesos) grabó con pasta yanqui sea la mejor de su carrera. El dinero se convierte en una bendición cuando ayuda a rodar e inmortalizar uno de los mejores finales de la historia del cine: Quinn y Bates bailando contra el mundo al son de Mikis Theodorakis. Apoteósico.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Inolvidable
Zorba es griego, Boss es inglés. ¡Vaya pareja! Anthony Quinn y Alan Bates se mezclan aquí en un solo hombre, un solo ser humano en busca de vida, vitalidad, energía. Podría decirse que el argumento de Zorba es simple: dos hombres con visiones de la vida distinta, con disposiciones emocionales distintas, pero dispuestos a dejarse atrapar por una de las condiciones más nobles de la existencia:la amistad.
Incluso las palabras de Zorba: "Boss, tú eres el hombre que más he amado", dan cuenta precisa del descubrimiento de un amor que a veces suena chocante pero que en realidad existe: el amor de los amigos.
Relato lleno de hedonismo, de literatura, por los perfiles de los hombres, de vino y machismo, de mujeres y deseos. Y aquí vale la pena ver a los hombres, como Zorba, que ya casi no se ven, hombres totales.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Los hombres no valen por lo que dicen ser, sino por lo que son
¿De qué le sirve a un hombre decir que es cristiano, budista o musulmán, si cuando sale de la iglesia, abusa, roba o se toma la justicia por su mano? ¿De qué le sirve a un hombre persignarse y rogar a Dios, si lo que va a hacer enseguida va en contra de su mandato? ¿De qué le sirve a un hombre vestir con prendas que lo identifican como siervo de Dios, si su ejercicio diario está cargado de odio, oportunismo e inmoralidad? Ante los ojos de Dios, mil veces mejor luce el ateo que vive con transparencia y dignidad, que el hipócrita que se ufana de su fe, pero piensa, dice y hace todo aquello que no agrada al Creador.

¿Por tener ideas que se asemejaban a éstas, era, Nikos Kazantzakis, un ateo? No. Era un inconforme. ¿Por tener un definitivo descreimiento de una iglesia que habla de Dios, pero traiciona a Dios, era un hereje? Renegar de la iglesia y/o de la idea que ésta difunde de Dios, no es, necesariamente, renegar del Padre Universal. ¿No creer que los que se autonombran o son nombrados por una iglesia non sancta, sean los verdaderos representantes de Dios, es descreimiento de Dios? ¡En absoluto! El hecho de que yo no confíe en algunos de mis hermanos, no significa que no confíe en mi Padre.

Kazantzakis creía en el Padre y en su hijo Jesús, y su fe ¡era tan inmensa!, que no cesaba de escribir sobre la manera como las iglesias, y la humanidad, traicionaban sus nombres. Lo que se aprecia en sus libros y en las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de ellos, es su inmensa inconformidad acerca de la contradicción enorme que suele haber entre el predicar y el hacer; entre el ir a misa y el ejercer la tolerancia y el perdón; y la que también existe entre ser devoto y practicar el odio, y ser escéptico, pero a la vez respetuoso y generoso.

“Alexis Zorba”, novela que publicara en 1946, con una marcada influencia de la filosofía nietszcheana, se nutre también de su experiencia en un monasterio donde pasó todo un semestre ávido de acercarse a Dios. Su temática central, apunta a mostrar el comportamiento de dos hombres: Alexis Zorba, griego, políglota y todero, el cual se convierte en empleado del anglo-griego Basil, un hombre que ha vuelto para regentar su tierra y explotar una mina que abandonó varios años atrás. Ambos, son “escépticos”, y su manera de relacionarse y de interactuar entre sí y con los demás, va a estar en contradicción con los habitantes de aquella región -Piraeus-Creta-, donde las tradiciones culturales siguen como en los primitivos tiempos de Cristo, y los hombres continúan aplicándolas como si nada debiera cambiar… aunque el mismo Jesús, al que aparentan seguir, ya las había cuestionado y censurado.

El director, Mihalis Kakogiannis, consigue una lúcida adaptación -el guion como siempre de su autoría- logrando crear un perfecto ambiente de paradoja entre lo que parece justo, pero no lo es, y lo que pareciera reprobable y quizás no lo sea en absoluto. Hay escenas que son arte puro y que nos golpean en todo el plexo solar y hasta en el núcleo del alma, como cuando la viuda es objeto de la más crasa ignorancia o cuando Madame Hortense es visitada por los “cuervos”. También hay espacios para la sonrisa, cuando Zorba aflora su satisfacción con la vida o cuando el “tonto” del pueblo hace de las suyas… y para no perderse, aquellos momentos en que la filosofía más atinada ocupa su sitial, para preservarnos vivos sin enloquecernos… o la locura -paradójicamente- se hace paso para permitirnos sobrepasar todo lo que vemos. Zorba lo dice muy bien: “El hombre tiene que estar un poco loco para cortar la cuerda y ser libre”.

Magnífico, Anthony Quinn (Zorba), recreando a un ser espontáneo y festivo, con esa filosofía de vida que no se aprende en colegios, ni universidades, ni iglesias, sino entre la gente de aquí y de allá, de arriba y de abajo, joven y vieja. Alan Bates (Basil), el hombre sensato que, entendiendo que hay culturas rezagadas en varios siglos, no obstante, se siente impedido de negarse al amor que, con pureza, surge en su corazón. Irene Papas, la viuda cuyo sino en esta vida pareciera ser el desamor; y Lila Kedrova (Madame Hortense), la extranjera ávida de afecto en una cultura que pareciera denegarle sincera compañía.

Kazantzakis-Kakogiannis-Quinn: Una sinergia intachable.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cuando algo me duele, bailo.
Un escritor británico de ascendencia griega, hereda una finca en la pobre, mísera y retrógrada Creta de la posguerra.
Con una personalidad tímida y apocada sujeta a los convencionalismos, se encuentra en crisis creativa desde hace tiempo y decide invertir sus escasos recursos en la mina abandonada que posee allí.
En el barco que le lleva a la isla, conoce a un peculiar personaje. Zorba ( Anthony Quinn), un personaje estrafalario, bohemio y vividor, que sin embargo, atraerá de inmediato a nuestro hombre ganándose su simpatía y al que convertirá en capataz de su incipiente negocio.
A través de nuestro escritor, iremos conociendo a Zorba, el único hombre libre frente a la ignorancia, la miseria, la tragedia y las cadenas en las que viven un variopinto grupo de personas en el pequeño pueblo.
Conoceremos a madame Hortense, la dueña del cochambroso hotel, una vieja prostituta, juguete roto de los hombres, ávida de amor y nostálgica de su juventud y belleza marchita.
También conoceremos a la viuda joven y solitaria del pueblo. Mujer pura y hermosa, deseada por todos los lugareños a los que desprecia, pudriéndose en su propia soledad, anhelando encontrar un verdadero amor.
Luego nos presentarán al pueblo. Hombres primitivos, ignorantes, hambrientos y reprimidos y mujeres enclaustradas y atenazadas por la religión y la tradición.
Solo Zorba parece vivir en esa tumba abierta. Amante de las mujeres, el vino y el cordero, Zorba acepta la vida como viene, no juzga ni condena, ama el momento porque sabe que no hay nada más. Si es feliz, baila. Si le atraviesa el dolor, también baila, porque es lo que aplaca su sufrimiento. No le preocupa el mañana porque sabe que no existe y acepta los problemas porque le demuestran que está vivo.
Personaje entrañable, valiente, generoso y sincero, resulta un soplo de alegría en medio del desierto y muerte que nos plasma el autor.
Y es la única manera. El optimismo es la única forma de afrontar la vida, si no, estás muerto.
Con unos diálogos extraordinarios, la amistad entre el escritor y Zorba se hace más potente y nos invitan a la reflexión sobre la esencia de la vida. No hay que perdérselos.
Los cuatro personajes principales son magistrales. Irene Papas (la viuda) turbadora y bella y Lila Kedrova (madame Hortense) frágil y patética, ganadora del Oscar por este papel.
Alan Bates (el escritor), depresivo y reprimido que experimenta una transformación y Anthony Quinn ( Zorba), en un personaje de los que no se olvidan.
Hay escenas memorables que se quedan clavadas en la retina( spoiler).
En conjunto una sólida película naturalista que, a pesar de sus elementos de comedia, a mí me parece una tragedia. Sólo con un punto de locura, podemos afrontar la vida.
Hasta ahora no he mencionado la famosa música de la película. La otra gran protagonista. Memorable.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Vitalismo
Zorba, el mayor personaje y filósofo vitalista del cine del último medio siglo.
Vivir, vivir y vivir, eso hace y dice y baila, el gran Anthony Quinn.
Qué gran hallazgo es Irene Papas; su sola mirada presente en este film la convierte en una actriz cautivante.
Película muy disfrutable, que no deja de tener un toque trágico y melancólico en las figuras de sus personajes femeninos.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
CINE DE AUTOR
Película de primeros planos en los que la mirada es más elocuente que la palabra y donde el argumento se convierte en una peripecia singular entre gente peculiar.
Y el arrullo de la banda sonora proporciona mayor entidad a la novela de N. Kazantzakis que, de por sí, ya resultaba poderosa.
La acción se sustenta en el balance de lo psicológico y en la conjugación de las conductas que genera, en la definición de los caracteres que informa y en el manejo de las actitudes que le sirven de apoyo.
El equilibrio entre la realidad y la fantasía encuentra en A. Quinn al solemne maestro de ceremonias visceral y expansivo -a veces poseso y a veces cuerdo- que en todos los casos demuestra sus dotes de actor excepcional.
La triple dimensión del cine de autor -por el escritor, por el director y por el actor- cobra todo su significado en esta producción de M. Kakogiannis.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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