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24 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Instagram
La buena noticia es que Agnès Varda presenta una nueva película. La mala noticia es que la directora se acerca a los noventa años y pese a su envidiable energía, sabemos que nos acercamos a ver su última película. La directora siempre se caracterizó por una falta de complejos a la hora de posar su cámara, de editar escenas y de contar historias. No en vano se convirtió en méritos propios en la única representación femenina en los inicios de la Nouvelle Vague, siendo además una de las pocas que ha sabido mutar su arte a la par que la juventud se transformaba y que la tecnología se convertía en fenómeno social.

Visages, villages vuelve evidente con su título lo que ya hiciera Varda a lo largo de su filmografía, recopilar pueblos y caras en homenaje a lugares y personas anónimas, siendo su máximo representante el aclamado Los espigadores y la espigadora. En él, Varda recorría Francia retratando gentes que se dedicaban a recoger cualquier tipo de material. Terminaba aquel documental con una explosión emocional al presentarnos a un tipo poco agraciado que recorría los mercados de París comiendo hortalizas de la basura, imagen chocante que olvidábamos minutos después al descubrir que el hombre dedicaba sus horas libres a dar clases nocturnas de francés, gratuitas, a inmigrantes. La directora de lente certera nos muestra la belleza de un perfil incómodo o poco atractivo para el espectador y la novedad de Visages, villages es la participación de las nuevas generaciones en el proceso.

JR es un artista que ha sabido difundir sus obras y sobre todo, aumentar su popularidad, gracias a las redes sociales, en especial gracias a Instagram. La red que muestra las capturas del trabajo del artista se corresponde con un nuevo tipo de público que accede a la expresión artística a través de la tecnología y la instantaneidad. Varda no quiere dejar pasar la oportunidad de conocer estos nuevos canales de comunicación entre el artista y su público y por ello crea este proyecto codirigido, a manera de legado. La directora enseña así a las nuevas generaciones cómo es posible defender unos valores políticos y sociales en el arte en un ambiente en el que el aspecto visual se ha vuelto el principal para el público más joven.

Varda reivindica así, una vez más, la belleza de los perfiles más desapercibidos en una época en la que todos nos paseamos con una cámara consigo: la vecina que se niega a abandonar un bloque de viviendas que representa el antiguo barrio de mineros, los granjeros que ven aberrante cortarle los cuernos a una cabra, las esposas de los obreros del puerto de Le Havre... La directora selecciona el perfil a exponer y el joven artista lo adapta en mural gigante que llega al ojo de los jóvenes usuarios de las redes, mostrando la profundidad de una obra a quien a veces no es capaz de salir de su superficie y sus filtros de imagen.
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31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Quiero hacer algo sólo para ti
La directora belga Agnès Varda lleva el cine en las venas. Con más de medio centenar de películas a sus espaldas, se mantiene lozana y creativa tras más de 60 años en activo y además estuvo casada hasta su muerte con el conocido director francés Jacques Demy (1931-1990). Sin embargo, creo que hasta la fecha no había visto ninguna de sus obras y ahora siento curiosidad de bucear en su filmografía repleta de títulos prestigiosos. Su última pieza, este delicioso documental, tan sencillo como fascinante, lo ha codirigido junto con el fotógrafo JR – 55 años más joven que ella – demostrando que se puede elaborar una obra interesante cuando se tiene algo singular que contar.

¿Pero qué se nos muestra aquí? Creo que lo más relevante es que se nos propone ver en directo el proceso creativo de dos artistas mientras recorremos ciertos pueblos y emplazamientos que vemos transformarse, como por arte de magia, por la inventiva y presencia de estos dos artistas singulares. Algunas entrevistas de personas anónimas se complementan con la elaboración de creaciones artísticas de JR mientras que la cámara de Varda va recogiendo todas las fases de la metamorfosis de ciertos espacios públicos elegidos con tanto tino como sensibilidad que sorprende tanto como cautiva. La intención no es crear instalaciones que resistan el paso del tiempo, sino que su intrínseca fugacidad es parte de su naturaleza esencial.

Todo fluye con naturalidad y sin énfasis, sin dar importancia a lo que estamos viendo, pero acaba configurando un retablo sugerente donde arte y vida van entrelazándose con frescura y campechanía, formando un conjunto armonioso de una delicadeza peculiar. Además consigue captar algunos momentos emocionantes que nos llegan al corazón con una fuerza y carga de profundidad inesperadas. Por ejemplo, el tañido de unas campanas, la visita a la abuela centenaria del codirector y fotógrafo donde la mirada de esa anciana mujer nos desvela todo el amor que siente hacia su nieto, el desplante grosero y prepotente al que Jean-Luc Godard somete a su supuesta amiga de tantos años y complicidades Agnès Varda, que no puede ni quiere disimular la emoción y el dolor que le causa con las pocas palabras que deja escritas en el cristal de su infranqueable caserón, o ese gesto postrero lleno de empatía y cariño de que hace gala JR para atemperar el disgusto y las lágrimas de su compañera ante la infamante afrenta y vejación a la que ha sido sometida… Y la elegancia y respeto con que la cámara recoge ese gesto de cortesía y amor.

Estamos ante una pequeña gran obra de una sencillez engañosa que nos muestra que la belleza reside en nuestra propia mirada.
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20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Caras y lugares- Oda al héroe anónimo
Y cerré el día a las 22:00 en el Principal con una Proyección especial por motivo del premio Donostia a la legendaria directora francesa de documentales Agnés Varda: el documental codirigido por ella y JR Caras, lugares, una de las mayores sensaciones críticas del último Cannes. Agnés y el fotógrafo JR son dos artistas que se admiran mutuamente y que llevaban años queriendo trabajar en colaboración, grabando una película juntos. Montados en una caravana decorada con forma de cámara analógica gigante, recorrerán las carreteras de la campiña francesa en busca de pueblos y de sus humildes gigantes, de los que pretenden tomar fotos y empapelar muros o estructuras urbanas con reproducciones a gran escala de las mismas.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
QUIJOTE Y SANCHO 2.0
Gozosa, vital, sorprendente, divertida, poética, emotiva..., como la corriente que fluye entre la veterana documentalista belga hija de la nouvelle vague Agnés Varda (Oscar honorífico 2017) y el artista callejero y fotógrafo francés JR. Una deliciosa" road movie" de descubrimiento mutuo entre estos dos artistas por las tierras francesas, Una brecha generacional que el arte común de ambos rellena en un alarde de libertad creativa.
Todo ello no sería posibles sin el elenco de gentes anónimas que prestan sus propias imágenes y el entorno donde viven y trabajan para expresar  sus sentimientos e inquietudes, y cobrar un protagonismo efímero como la vida pero tan gigantesco como se merecen. Cada una de las instalaciones de JR que llevan a cabo es una obra de arte en sí misma cuyo proceso Varda como cineasta sabe contar con un ritmo sencillo  y cristalino tremendamente eficaz con una edición sobresaliente. Al final ambos artistas acaban por desnudar sus propios sentimientos en un "quid pro quo" mutuo antes de que la marea del tiempo se lo lleve todo.

cineziete.wordpress.com
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crítica de Caras y lugares por Cinemagavia
¿Te imaginas ver una foto de ti en la fachada de tu casa o en un inmenso muro de tu barrio? ¿Qué sentirías al observarlo? Caras y Lugares te muestra este singular arte callejero y descubre lo que hay atrás de esta expresividad artística, en donde los momentos, las emociones y hasta las partes del cuerpo humano pueden llegar a representar algo más que simple imágenes.

Es increíble la energía que evidencia Agnès, de 89 años de edad, para dirigir y participar activamente en Caras y Lugares. Se sube en las canastillas de camiones elevadores, emprende largos viajes en auto e incluso baila en la discoteca.

Con una mezcla de autoridad y sencillez, la veterana cineasta hace sentir su estilo. No planifica con antelación quiénes serán las personas que intervengan en su filme, porque sigue creyendo que el azar es su mejor aliado. Fiel gestora de la corriente de la Nouvelle Vague (de hecho, fue la única mujer entre las realizadoras de esta tendencia fílmica), considera a la cámara, en este caso tanto a la cinematográfica como a la fotográfica, como una acompañante permanente que siempre está lista para captar cualquier suceso sin artificios escénicos.

Ella se hará cargo de dar movimiento y concepto cinematográfico a la característica estática de las imágenes de JR, e incluso aprovechará la ocasión para rescatar su antigua afición a la fotografía y darle un sentido expresivo que sea apreciado por la sociedad.

La afamada realizadora no es pasiva en esta película, es una de las que más interviene en escena y no duda en prestar su mirada y las plantas de sus pies para que delaten su peculiar historia que será llevada, a través de los vagones de un tren, a donde ella nunca irá.

De inspiración espontánea, JR cede en este filme ante algunas pretensiones cinematográficas de Varda, pero lo hace porque que éstas le sirven de ingenioso soporte para ampliar la experimentación de su método expresivo del arte fotográfico.

Su objetivo es retratar rápidamente las caras de la gente que encuentra en su camino para que no desaparezcan en el tiempo, y aunque sus murales de papel también tienden a ser fugaces logra que impacten en quien los mira y archivarlos así en su memoria.

JR, de misteriosa identidad, encuentra en Caras y Lugares un espacio para develar el sentido estético de un arte que no solo se basa en captar imágenes, sino en plasmarlas en un contexto de alta expresividad sobre la historia, el sentir o la naturalidad de quien ha permitido retratarse.

Agnès Varda y JR son personas muy diferentes en sus apariencias, edad y gustos, pero se admiran mutuamente. Ambos acuerdan emprender un viaje juntos por varios lugares de Francia para construir una aventura artística que rebusca en las emociones y en los recuerdos su inspiración. Errantes en sus respectivos mundos, los dos se irán conociendo mientras avanza el desarrollo del filme. Sus conversaciones son sinceras y siempre encontrarán el sitio ideal para conocerse más.

Vagda busca las historias y JR las reflejará en retratos gigantes que reposan en estructuras propias de un barrio, de una fábrica, de una hacienda o de cualquier otro sitio. El objetivo, es descubrir en estas imágenes la personalidad de las personas que ocupan ese espacio estático, hacerlas sentir grandes, dominadoras e inmortales.

Dentro de los elementos que envuelven a este filme, destaca la omnipresencia del famoso cineasta francés Jean–Luc Godard. Se configura incluso cierto parecido del impulsor de la Nouvelle Vague con JR, por la resistencia de ambos en enseñar su mirada a la cámara.

Es probable que Varda se interesó en JR para reencontrarse con el enigma del mundo de Godard que, en su momento, la cautivó. Parece que el objetivo de toda la travesía del filme fue redescubrir al famoso cineasta francés.

Los creadores de Caras y Lugares se atreverán a visitar la casa del director de Al final de la escapada y Varda acuerda una cita con él, pero al momento de encontrarse…. Bueno, recordemos que Godard era impredecible.

Caras y Lugares es un documental que permite apreciar la loable congruencia de dos tipos de expresiones artísticas y también la relación entre dos diferentes personas. A más de poseer un gran atractivo visual, la película aborda una bella historia de amistad.

Escrito por Victor Carvajal
https://cinemagavia.es/caras-y-lugares-critica-documental-varda/
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cuando el entusiasmo de contar con la mirada une las almas...
Poder averiguar la ficcionalidad de esta pieza engancha a una corriente introspectiva de ansias de conocimiento de las figuras expuestas. El espectador adorará la relación de sus protagonistas, su química y sus vaivenes sentimentales. Una magistral forma de exponer una experiencia de forma fragmentada pero que encaja en el puzzle final. El guion se compone en un encaje de situaciones que desvelan la realidad de una vida, que se esconde cegada por los recuerdos, pero que añade valor a cada resolución secuencial. La formulación de diseminación de una obra vital engancha y transmite, hace sentir y sentirse. La dicotómica pareja de protagonistas forma y conforma la perfección pitagórica de los estándares anhelados por cualquier director, el amplio abanico de contrastes similares resuelve y soluciona con fantasía la unificación de las secuencias, de cada una de las piezas que intenta encajar. Permanecemos pasmados ante una calidad humana, cultural y social de elementos que viven a nuestro alrededor y que se dibujan y focalizan de forma certera. Un acierto de formato y de realidad ficcionada.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Mírame, aunque sea con tus ojos ciegos
Un buen día, una señora inquieta y curiosa se encuentra con un chico inventivo, cincuenta y cuatro años más joven, y deciden irse a dar una vuelta por campos, aldeas, antiguas minas, playas y puertos. Ella es cineasta, un referente vivo, anterior incluso a la nouvelle vague; él, que nació artísticamente en las calles de París de la mano del grafiti, se dedica ahora a la fotografía de proporciones gigantescas.
Les une el afán de la aventura y la necesidad de conocer gentes y nuevas historias que contar. J.R. dispone de una impresora rodante y un grupo de amigos colaboradores. Agnès viaja con una gran mochila de recuerdos y la cercana e invisible presencia de un ser huraño y admirado, de nombre: Jean Luc Godard.

Más que un documental al uso, Caras y lugares (Visages villages), es la excusa perfecta para compartir, conversar, descubrir; mantener encendida la llama de la ilusión y repletas las alforjas del imaginario; y, sobre todo para cimentar la amistad, incluso la que duele, como razón de vida.
Emocionan la mirada borrosa de la incansable luchadora y el afecto contagioso que la dispensa el hombre diligente de las gafas oscuras.
Hay en la película un aire limpio y bondadoso que aventan las manos de los creadores; que brota de la sencillez del proyecto y la improvisación como herramienta de los talentosos. Y como suele suceder, cuando no se pretende la trascendencia, se consigue un excelente resultado (acentuando la pequeñez, apareció la grandeza).

No me resisto a señalar el paralelismo que hay entre esta singular pareja (Varda y Jean René) con los personajes de un film, que recomiendo con fervor, de Hal Ashby: Harold y Maude (1971). Aquellos y estos terminan convirtiéndose en seres rebeldes y entrañables; de esos, imprescindibles, que van desparramando fragancias a su paso, y te hacen creer en que no todo está perdido.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ver y escuchar.
Tras casi diez años de su anterior largometraje ‘Las playas de Agnès’, la mítica realizadora Agnès Varda, sobreviviente de la Nouvelle vague y con casi 90 años, realiza un notable ejercicio fílmico junto al artista urbano y fotógrafo JR, que demuestra la vitalidad y sensibilidad de ambos.

El documental en cuestión es, como la mayoría de los trabajos más recientes de Agnès, un trabajo que asimila un muy personal diario, ahora a cuatro manos, donde deciden recorrer en una camioneta la geografía francesa, deteniéndose en diferentes ciudades y pueblos, acercándose a los habitantes y recorriendo los lugares.

Esto les permite a ambos poder conocer de cerca a la gente, a quienes les sacan fotos que imprimen en tamaño gigante y que posteriormente colocan en diferentes fachadas y sitios que guardan algún significado especial para los habitantes, o bien un lugar donde habitan algunos de los recuerdos de Varda.

El resultado es sencillamente encantador, emotivo y muchas veces revelador, Agnès y JR van descubriendo diferentes personajes en su recorrido, charlando con granjeros, amas de casa, mineros o las esposas de unos trabajadores de un puerto, entre otros varios, encontrando diversas historias de vida que terminan plasmadas en las gigantografías y a la vista de todos en los diferentes lugares.

La gran química existente entre ambos, además de la mutua admiración, permite que el tono del documental sea siempre relajado, como si el espectador fuese acompañando a dos seres con notorias diferencias entre sí, pero con muchas cosas más en común.

La película es un constante descubrimiento de historias y memorias que van de lo casual o cotidiano a otras más profundas o divertidas, con la gracia, encanto y gran talento de una mujer que a pesar de las deficiencias propias de su edad no pierde su vitalidad y amor por el cine, que pudo encontrar a un perfecto cómplice en esta aventura llena de sensibilidad.


http://tantocine.com/rostros-y-lugares-de-agnes-varda-y-jr/
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Agnes Varda, JR y Visages Villages; La cruza perfecta entre el cine y la fotografía
El estreno de una nueva película de la mítica directora belga Agnes Varda, debería ser un acontecimiento anunciado a los cuatro vientos y presentado con grandilocuencia. Por el contrario, termina siendo un film menospreciado, que se estrena en menos salas de las merecidas, y que con suerte estará más de una semana en los cines argentinos. Quizás muchos no sepan quien es Agnes Varda, y valga la pena hablar de ello, a modo de introducción; esta cineasta ha sido uno de los nombres claves de la Nouvelle Vague, junto a directores como Francois Truffaut, Jean-Luc Godard o Eric Rohmer. También podemos decir que es una de las realizadoras mujeres más relevantes de la historia del cine, y que sin duda alguna, su película emblema es "Cleo de 5 a 7", una cinta obligatoria para quien se reconoce como cinéfilo, aunque podemos citar otras tantas, como "La felicidad", "La pointe courte" o "Sin techo ni ley".

En esta ocasión, la directora y guionista nacida en Bélgica, contó con la colaboración con el artista callejero francés JR, destacado en lo referido a fotografía e intervenciones urbanísticas. A modo de introducción, ambos hablan del reconocimiento que tienen por sobre la obra del otro, donde vemos segmentos de filmes de la directora, y algunos trabajos fotográficos de el joven JR.
"Visages Villages" es una suerte de encuentro entre ambos artistas. La diferencia de años que existe entre ellos es abismal; ella al momento de realizar el documental tenía 88 años, él tan solo 33. No obstante, cuando dos artistas se respetan mutuamente, y encuentran un punto de abordaje en común, suceden estas cosas, y el arte es el principal beneficiado. "Visages Villages" es el arte en su máxima expresión, pero también es un hermoso viaje, y es la cruza perfecta entre el cine y la fotografía. El documental retrata un poco de todo, con la excusa de fotografiar gente a lo largo del camino, realizar gigantografías, y exponerlas en diversos sitios, con diferentes enfoques y la creatividad como bandera, nos trasladan a una experiencia visual y sensorial que vale la pena ver. A lo largo de los 90 minutos de cinta, presenciamos las distintas intervenciones urbanísticas que terminan resultando del trabajo en conjunto, mediante diversidad de ideas, van decorando paredes y lugares, dotándolos de sentido y significado, sin pasar por alto la belleza de algunas puestas.

Sin dudas que el enfoque central de "Visages Villages" es el arte, aunque por momentos se cruzan situaciones sumamente ocurrentes, que nos sacan una sonrisa, y se percibe cierta naturalidad que ayuda al avance del relato mismo, dotándolo de cierta versatilidad, y sacándolo del estatismo de un documental tradicional. La gracia que sobresale de Agnes Varda también es admirable, su forma de manejarse con la gente, su energía, su simpleza. Estas son las pequeñas, pero suficientes razones, que justifican el visionado de la cinta en cuestión.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¡ Creación de fotografías efímeras y a la vez eternas ! : homenaje a A. Varda (e.p.d)
Ay !, ayer supe que Agnes Varda falleció ayer mismo...! Que tristeza.
Visioné el documental el 2 de marzo 2019, y había dejado escrito en borrador este comentario que sigue más
abajo pero no lo envié.
Quisiera ahora que sirvan esas líneas como mi modesto homenaje a una mujer vital y única que con su firmeza y creatividad abrió, decenas de años atrás, caminos al cine francés.( Los expertos dicen que a la "nouvelle vague"...uufff oh, la, la!.). No me queda ya otra solución que disfrutar con varias de sus películas que no he visto, aunque tanto había oído y leído sobre ellas : Cléo de 5 à 7 ( 1962), Le Bonheur (1965), Sans toit ni loi (1985),

Copio a continuación el texto tal cual lo escribí casi un mes atrás sin cambiar ni una coma ni un tiempo de verbo.. ( la artista ya ha superado ese nivel del tiempo terrenal...!) ..:

"Extraordinaria película porque está fuera de lo corriente, tanto el argumento como el devenir y la realización, mejor dicho, las diversas "realizaciones y producciones" que contiene.
Le encantará a quienquiera que le guste la fotografía, así como las ideas innovadoras y alocadas realizadas con rigor. Quedará maravillado por la vitalidad de Agnes Vardá a sus 80 años largos y por la creatividad del joven fotógrafo JR de 30 años. Las fotografías realizadas tal vez son "efímeras" pero los montajes son "únicos y eternos".
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Homenajes gigantes para gente anónima.
Una pareja singular que representan el pasado y el presente de la creación en Francia se unen para recorrer lugares humildes y retratar a su gente con fotografiás gigantes y pequeñas entrevistas. Lo filman todo y con ello construyen uno de los documentales más originales de los últimoss años. Lo mejor es que no son dos artistas pedantes ni endiosados sino que todo lo contrario, son modestos, tienen sentido del humor, sus obra es efímera, no tienen pretensiones comerciales y ceden todo el protagonismo a la gente sencilla que se van encontrando a lo largo del camino. No hacen arte contemporáneo, ni exponen en galerías, ni en los museos de París, son dos artistas callejeros que hacen arte popular por y para el pueblo. Muy recomendable.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La vitalidad de Agnés
La veterana Agnés Varda, una de las supervivientes de la Nouvelle Vague, nos presenta su nuevo trabajo como directora, un recorrido por los pequeños pueblos de Francia rural y costera, junto al artista y fotógrafo parisino JR. La viuda de Jacques Demy se mantiene en forma y nos vuelve a presentar otro nuevo largometraje documental, un género en el que lleva décadas realizando películas sociales o culturales. La cinta tuvo la presentación en el festival de cine de Cannes de hace un año, en una proyección especial fuera de concurso, y a partir de ese momento ha ido recorriendo diferentes festivales, ya sean o no de cine de autor, entre ellos el de San Sebastián en donde tuve la suerte de verla por primera vez, el lugar en donde Varda recibió el premio Donostia, curiosamente unos meses antes de que la academia de Hollywood la premiara con el Óscar honorífico. La propuesta ha sido un éxito en la carrera de premios, después de haber sido premiado en Cannes y Toronto ( en este último con el premio del público al mejor documental ) al ser uno de los largometrajes documentales más premiados en Estados Unidos y el colofón fue las candidatura al Óscar 2018 en el apartado de largometraje documental y a los César de la academia del cine francés, siendo derrotado por " Ícaro ( 2017 ) " y " I am not your Negro ( 2016 ) " respectivamente.

La carrera de la cineasta belga está llena de grandes películas como " Cleo de 5 a 7 ( 1962 ) ", su ópera prima " La pointe-courte ( 1955 ) " y el magnífico homenaje a Demy " Jacquot de Nantes ( 1991 ) ", así como documentales de calidad entre los que destacan " Los espigadores y la espiga ( 2000 ) ", pero para os cinéfilos su nombre es desconocido y siempre se la nombra como " la esposa de Demy ", pero en mi opinión personal su carrera es muy superior a la del creador de " Los paraguas de Chesburgo ( 1964 ) ".
En esta ocasión la película es una road movie por diferentes lugares de Francia y es sencillo, alegre e instructivo, ya que nos permite conocer los trabajos de esas personas que viven en sitios rurales, alejados de los grandes núcleos urbanos, y al mismo tiempo nos permite conocer los trabajos de JR, que retrata esos lugares en unos murales preciosos.

Los diálogos entre esas dos personas de generaciones y personalidades diferentes es una delicia fácil de recomendar, y ambos forman una gran pareja artística con unos diálogos sobre la vida, el cine, la cultura, el pasado y el futuro, y que por un lado parece que estamos viendo un canal de televisión de viajes o de historia. El artista francés que no se quita las gafas de sol conduce la furgoneta y la nonagenaria directora le acompaña como copiloto, y ambos se ríen, lo pasan bien y tienen debates enriquecedores. Hay mucho más cine y arte en esta película que en la mayoría de películas modernas. Es verdad que hay muchos momentos en donde los recorridos por la campiña francesa y los diferentes empresas pueden resultar repetitivas pero merece la pena esperar hasta el final para descubrir una sorpresa con una gran carga de emotividad relacionada con el pasado de la protagonista y su amistad con uno de los iconos del cine francés del siglo XX. Varda que tenía 89 años en el momento de terminar este proyecto se mantiene en un buen estado de salud y con una gran vitalidad.
Recomendable al público medio y a los que quieran disfrutar con un trabajo sencillo y que aporta muchos conocimientos culturales.

LO MEJOR: Es ameno y tiene es interesante a nivel cultural.
LO PEOR: En algunos momentos en la parte central se hace repetitivo.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Muy bonita
Este precioso documental surge de dos enormes talentos el de la fotografía y el del cine... Y eso que Agnés Varda empezó como fotógrafa... Y con una energia envidiable sigue al pie del cañón.... La historia narra ese encuentro y un paseo extraordinario por esos sitios poniendo las fotografías a su paso alguna de ellas de una belleza incomensurable. A ratos divertidas a otra tiernas e incluso algun momento triste. Varda dibuja un documental que funde dos artes maravillosos el cine y la fotografía donde cada instante es unico... Y la conclusión tanto el cine como la fotografía el resultado es la inmortalidad.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un paseo visual
Me topé con esta película en una sala donde yo era el único espectador. El filme me gustó por el encuentro no sólo de dos generaciones de artistas, sino del encuentro de ambos con la gente, con el paisaje, las ciudades pequeñas y los oficios de una Francia que así retratada, sin glamour, es igual a cualquier país, donde gente sencilla vive, trabaja y trata de ser felíz.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Creatividad a los 90 años
La creatividad de dos artistas como Agnes Varda y el fotógrafo JR, al servicio de este documental en el que intervienen con fotografías fijas de grandes dimensiones por la Francia rural. Las intervenciones resultan muy interesantes pero mucho más las reflexiones de Varda sobre las mismas con una mirada lúcida, inteligente y con humor. La profundidad de su mirada es lo que más interesa y la combinación con la imagen fija y el poder que tienen las composiciones que crean siempre con mensaje que será unas veces ecologista, otras respetuoso con lo rural, otras feminista y mucho más.

Interesa mucho la relación entre el joven y la señora que le lleva 60 años. Funcionan muy bien los dos, brilla Varda y le da brillo JR. Enternecen las palabras del joven valorando el porqué se siente tan bien con personas ancianas. Reconoce haberse criado con abuelas y haberlas cuidado algo poco habitual en varones de 30 que no han estado volcados precisamente en la labor de los cuidados. Por otro lado, es un soplo de aire fresco ver cómo la creatividad fructifica rápidamente y vemos los procesos de creación a lo largo del metraje. También interesa cómo han implicado al público de los pueblos y cómo las ideas han ido brotando de las aportaciones de muchas personas. La idea es sencilla y la forma de llevarla a la práctica también. Sin embargo, el resultado, los diálogos especialmente llevan una carga de complejidad interesante. Este contrapunto será lo que haga de Caras y lugares una apuesta única por cambiar y dar una nueva oportunidad a al fotografía, al cine y al ARTE con mayúsculas.
www.cineparatodas.wordpress.com
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El proyecto fotográfico de Varda y JR
Agnes Varda es una importante directora francesa, heredera de la Nouvelle vague, con una filmografía en que destacan títulos como "Cleo de 5 a 7", "Loin du Vietnam", "Sin techo ni ley", "Los espigadores y la espigadora" y "Las playas de Agnes". El film que nos ocupa es la colaboración entre la veterana directora y el artista gráfico urbano y fotógrafo JR, un joven francés conocido por sus impactantes obras visuales que consisten en enormes intervenciones gráficas en calles y tejados de diversas ciudades de todo el mundo. Ambos recorren la Francia rural, charlan con gente común, les hacen fotos a gran escala y las cuelgan en las fachadas, en un viaje que es un vitalista recorrido humano. Iniciado con técnica de animación, este es un magnífico documental de espíritu curioso y jovial, a la vez ligero y melancólico, también humanista ya que Varda sabe reconocer a personas interesantes como en documentales anteriores y en el film parece hacerse una oda al ser humano, y profundo al reflexionar sobre el papel de la imagen. A través del recorrido que hacen Varda y JR, el documental destaca a personas de diversos oficios en minoría como mineros y sus esposas (con un carácter feminista) y vemos la amistad que se establece entre la directora y el fotógrafo, con una parte final en que afloran sentimientos como la conexión con Jean Luc Godard. Más allá de su valor cinematográfico, este es un bello trabajo que une el cine y la fotografía con las personas y que ensalza el arte fotográfico en unos tiempos en que parece estar devaluado.
Esta singular y única propuesta ha tenido un estupendo recorrido: se presentó el año pasado en el festival de Cannes, ganó el premio a mejor documental en el festival de Toronto y el Independent Spirit, Varda fue galardonada con el Oscar honorífico a su trayectoria y el largometraje obtuvo nominación al César y al Oscar que bien merecían haber ganado. Sin duda, este es uno de los documentales más destacados de 2017 y es recomendable verlo en el cine.

Valoración: 8
Lo mejor: la idea del proyecto que se plasma y la calidez que desprende el film.
Lo peor: el mecanismo puede resultar un poco repetitivo en algún momento.

https://josh-cine.blogspot.com
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un amor muy posible Agnes/Jean
Agnes Verde es una directora de cine francesa que ronda ya el siglo de vida con una salud excelente y cabeza prodigiosa.
Jean Rene Jr un fotógrafo urbano y modernista al que le da por ampliar sus fotografías y colgarlas en muros de la índole que fuese y los lugares más inverosímiles que uno imagine.
Ambos personajes se conocieron, se enamoraron y la liaron. Decidieron unir la inteligencia y saber centenario de la una y la maestría del otro así que furgoimpresora en mano les dio por la genial idea de viajar por la vieja y bella francia de la mano ahondando en lo más profundo de la historia reciente y pasada de los galos, escudriñando en conflictos laborales, historias de amor, desencuentros, guerras, problemas medioambientales ..por lo que a pesar de las dudas de un servidor sobre si la ampliación de fotografías de rostros daba como para llenar hora y media de celuloide los insignes artistas no sólo lo hacen sino que lo bordan.
Caras..no es otra cosa sino un experimento, el de fotografiar las caras de almas llenas de vida y de historías que contar, como se dice hoy en día..... hacerles visibles porque que mayor visibilidad que ver tu careto 40 veces ampliado en el que hasta la foto era el más insignificante de los muros de la comarca.
Hasta tal punto es intesante el documental por llamarlo de alguna manera que se me queda corto, quizás un viajecito por la vieja y rechoncha europa habría hecho aún más genial la obra
pseudo cinematográfica, pseudo histórica y cultural ¿ o quizás la longevidad de Agnes y el carisma de Jean nos tengan reservada una segunda parte?
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La dulzura de Varda
Caras y lugares (Visages villages)

“La calle es la galería más grande del mundo.” JR

Agnès Varda no necesita presentación o, al menos, no debería necesitarla. Porque esta venerable señora de 90 años, dotada de una vitalidad sorprendente para una mujer de su edad, nacida en Bruselas y afincada en París, es considerada como la pionera femenina del cine francés y su prolífica obra -películas, documentales, fotografías, publicaciones, etc.- ha merecido todos los premios y reconocimientos del mundo cinematográfico y de las artes. Aunque no tuve la oportunidad de ver, hace ahora diez años, su documental autobiográfico “Las playas de Agnès”, recuerdo sin embargo muy gratamente las dos versiones de “Los espigadores y la espigadora”, también de carácter documental, del 2000 y 2002 respectivamente, en las que Vagda deja impresa su inconfundible huella de sensibilidad y humanismo.
En esta ocasión nos ofrece, con “Caras y lugares”, otra lección magistral de cómo la combinación del talento, el respeto, la mirada inteligente, tolerante y comprensiva hacia nuestros semejantes, la delicadeza de un espíritu libre y cultivado, logran que la sencillez y el buen gusto se conviertan en un delicioso trayecto por carreteras secundarias para transportarnos por la Francia más recóndita y menos transitada. Y es en estos lugares donde conoceremos seres humanos al natural, de los que podemos extraer grandes enseñanzas al no estar contaminados aún por la prisa y enajenación que imprimen las grandes ciudades.
Le acompañará en su viaje un joven parisino -55 años menor que Varda-, el famoso “fotógrafo clandestino” Jean René, más conocido como JR. Este genial artista comenzó a construir su fama como un solitario grafitero pintando en las calles, el metro o en cualquier lugar de París que le ofreciera un trozo de superficie donde desarrollar sus incipientes e irreprimibles deseos de expresarse. Al volante de su furgoneta-fotomatón, ambos iniciarán un fascinante recorrido por numeros pueblecitos franceses y en muros, fachadas, cobertizos, depósitos de agua o en los contenedores del puerto de Le Havre, JR dejará el testimonio fotográfico de su impactante pero efímero arte -tal vez la mejor metáfora de nosotros mismos- inspirado siempre por la desbordante imaginación de Varda.
Asistiremos a momentos de gran ternura, también de alegría y tristeza al transpasar la frontera íntima de los personajes que, por un breve tiempo, quedarán expuestos a la mirada de vecinos y extraños, así como a la de la propia Agnés Varda que se presta generosamente para abrirnos las puertas de sus experiencias e intensa vida interior. Sin embargo, y a pesar de la idílica armonía que parece reinar entre personas, animales y paisaje, una cierta atmósfera melancólica sobrevuela durante los emotivos 90 minutos del documental.
Y no sería Varda si no escondiera algún golpe de efecto bajo su chistera. En un inesperado final, su gran amigo al que venera, el genial innovador Jean-Luc Godard, creador de la “Nouvelle vague” junto a genios de la talla de Truffaut, Rhomer, Chabrol o de la misma Varda, se encarga, tras la ejecución de lo que suponemos una cruel humorada, de quebrar el alma confiada de esta extraordianaria mujer hasta hacerla saltar en un inconsolable llanto.

Emilio Castelló Barreneche
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dos en la carretera
A sus 89 tacos, Agnés Varda se embarcó en un periplo vital y artístico a través de la Francia más profunda, provista de un extraño compañero de viaje: el fotógrafo y activista JR, 55 años más joven que ella. Podía salir cualquier cosa de esta peculiar pareja, y lo que ha dado de sí es este precioso documental en que los rostros, la gente, cuentan tanto como los lugares en que se desarrolla la, por así decirlo, trama. A bordo de una camioneta que oculta un fotomatón y una impresora gigante, recorren pueblos, aldeas y rincones en los que la historia parece haberse detenido. Se acercan a sus habitantes, les explican su intención, y la gente suele acceder a la petición de posar. Sus fotografías ocupan edificios enteros, un recordatorio de la presencia de seres humanos en plena naturaleza, los intelectuales conviven con los campesinos sin que parezca existir la menor distancia entre ellos, un canto a la vida, a la solidaridad, al amor entre seres distintos. Me conmovió en particular ese momento en que decoran un bunker caído en la arena de una playa con la foto de un viejo amigo de Agnès, ya fallecido, a sabiendas de que, como todo en la vida, es un acto perecedero: al día siguiente, la marea alta ha reclamado su tributo y se ha llevado la imagen al confín de los mares. Y cómo no emocionarse con las esposas de los estibadores en el muelle de Le Havre, cuando cuentan sus vidas y se dejan fotografiar para decorar los enormes contenedores almacenados. Nunca Varda fue tan joven como en esta película, con su extraño pelo y su insaciable curiosidad. Mención especial a la escena en que van a ver a Jean-Luc Godard y éste los deja plantados, como el viejo cabrón que siempre fue, incluso cuando era joven. Y un aplauso para JR, digno compañero de viaje de la anciana cineasta, que al final le concede el deseo que ella le ha manifestado. Es un privilegio poder gozar de películas así.
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7
Entrañable y deliciosa
Un Road Trip a la francesa con dos artistas tan diferentes como iguales. Las obras, las historias y los lugares son geniales, bellos y sorprendentes y el ritmo y el talante de la cinta divertido y dinámico. Quizás le sobra el giro final con Godard, sea o no cierto
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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