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50 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
La soledad de Colin Smith
Producida y dirigida por Tony Richardson, es su tercer largo. Implicó la eclosión del "FreeCinema" en el RU, movimiento próximo a la "Nouvelle vague" francesa, pero de menor duración. Obtuvo el BAFTA al mejor actor principal debutante y el premio al mejor actor del Festival del Mar del Plata.

La acción tiene lugar en Nottingham y alrededores en 1961/62. Narra la historia de Colin Smith (Tom Courtenay), hijo de una familia obrera, el mayor de 4 hermanos, de 15/16 años, que ha vivido la experiencia traumática de la muerte dolorosa del padre y ha sufrido las penurias de la pobreza familiar, gestionada por una madre poco equilibrada y nada cariñosa. La obsesión de la madre por el dinero le lleva al robo y al Ruxton Towers Reformatory, que imparte una educación represiva y punitiva.

La película muestra la realidad de los menores infractores de los años 60; la inadecuación de los métodos de educación y socialización de los reformatorios; y los sentimientos de inconformismo y rebeldía que anida en los muchachos internos. Pese a la ubicación temporal de los hechos en los primeros 60, la película conserva su interés y su frescura en relación al momento actual, en el que muchos menores viven en situaciones de riesgo social. La narración de la historia es sólida, está bien construída y su realización es magnífica. El mundo interior de Colin se ve afectado por la pulsación de experiencias que han dejado en él huellas de dolor y desarrraigo, a causa de la pobreza y la desestructuración familiar, el desafecto de la madre, el egoismo del padastro, el maltrato psicológico y emocional del reformatorio, la arbitrariedad del director. La transgresión es para el chico una vía de obtención de lo que la sociedad le ha quitado, de compensación de la falta de comprensión y afecto que padece y de manifestación de su rebeldía contra la injusticia. No quiere privilegios: quiere lo que merece.

La música, de instrumentos de viento, sobre todo el clarinete, subraya la estridencia de los hechos que se exponen. La fotografía presenta en paralelo, mediante un brillante juego de flashbacks, el presente y los recuerdos del muchacho. Explora con lucidez el interior del reformatorio, el alma de los educadores, el conservadurismo del director, el liberalismo del nuevo educador, la utilización de Colin en provecho de la vanidad personal del director, etc. El guión construye una narración tensa, dramática y conmovedora de la historia de un muchacho que se rebela a la luz de una inteligencia superior a la media de su edad y de unas aptitudes físicas superiores. La interpretación de Tom Courtenay es magnífica y convincente. La dirección impone a la obra un fuerte ritmo, una gran coherencia narrativa y una profundidad psicológica inusual.

Película que mira hacia los problemas reales que afectan a los menores, sus causas y sus secuelas. En los 60 y ahora, la educación de los menores es obligación de todos.
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79 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La verde y placentera Inglaterra
Colin Smith corre que se las pela. No en vano, nos dice, su familia tiene experiencia en salir huyendo de la policía. Tiene el tío, además, el perfil del buen fondista: es enjuto y espigado y tiene una poderosa zancada. Es cierto que bebe y fuma y que su estilo es claramente mejorable (bracea mucho y se tambalea tanto que da la impresión de que va a caerse de un momento a otro), pero esa fragilidad es sólo aparente, porque lo cierto es que el tío deja atrás a cualquiera y aguanta lo que le echen.

Colin, sin embargo, tiene un grave problema: no sabe hacia dónde correr. Sus piernas están preparadas, son fibrosas y resistentes, pero no tienen ningún lugar al que dirigirse. Colin no tiene meta alguna. No topa más que con muros. No hay expectativas. Su vida es un asco. Colin quema billetes porque el dinero no sirve para comprar lo que quiere, aunque no sabe lo que quiere. Roba coches y asalta panaderías en busca de una respuesta, pero la sociedad ignora sus preguntas y señala, en cambio, el camino del reformatorio: ahí, jovencito, aprenderás lo que es correcto, sabrás qué esperamos de ti, encontrarás una meta. Oh, y durante un tiempo la encuentra, es cierto que la encuentra: la meta es la libertad y el camino recorre la hermosa campiña inglesa a través de los bosques de Nottingham. Mírala, míra la meta, ahí está, corre, Colin, corre, ¿no oyes cómo vitorea la gente tu nombre? Sólo faltan unos metros, Colin, unos metros y la libertad, unos metros y el derecho a ser considerado un honrado y respetable ciudadano británico. Porque eso es lo que quieres, Colin, ¿verdad? Responde, Colin, decídete, ¿es eso lo que quieres, o no?

Tom Courtenay tenía 25 años cuando encarnó, brillantemente, al adolescente Colin Smith, pero ni esa aparente discordancia ni las chirriantes escenas en cámara rápida empañan la pervivencia de uno de los grandes clásicos del “free cinema” británico, que explora el conflicto entre una sociedad aparentemente plácida y sosegada y el malestar latente y la rebeldía de sus jóvenes, que no encuentran su sitio en un orden social represivo y autoritario, incapaz de entender y asimilar unas demandas que sobrepasan sus rígidas y anquilosadas estructuras. Mediante un uso ejemplar del flashback, que hace que ambas partes del relato encajen a la perfección, Tony Richardson narra con brío, sin sermones y con mucho sarcasmo, una historia de rebeldía que culmina en un desenlace de los que no se olvidan, pero que guarda también otros momentos memorables, como esa tediosa función teatral que acaba con los chicos del correccional cantando a pleno pulmón el poema “Jerusalem” de William Blake, el mismo que nada ociosamente suena también al final de la peli:

¡Traedme mi arco de oro ardiente!
¡Traedme mis flechas de deseo!
¡Traedme mi lanza! ¡Oh nubes, abríos!
¡Traedme mi carroza de fuego!
No cesaré en mi lucha mental,
Ni dormirá mi espada en mi mano
Mientras una nueva Jerusalén no hayamos construido
En la verde y placentera Inglaterra.
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42 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Emblemática
Gran título, algo rimbombante pero muy sugestivo, y gran punto de partida. Contar una historia a través de la reconstrucción de hechos que hace un personaje mientras entrena para una carrera o en la propia carrera, como runner impenitente que soy, me parece una fantástica idea.

Richardson, a partir de esos elementos, plantea una historia de resistencias, rebeldías con causa y rechazo contra la escasez de oportunidades y esperanzas. El protagonista es uno de los “excluidos” por el conservador sistema establecido y se rebelará, en el intensísimo final, con un mero gesto algo obvio pero de potente simbología (mejor eso que liarse a tiros como en "If...." de Lindsay Anderson). La temática, por tanto, es la típica del Free cinema inglés, aquí centrándose en los reformatorios y en los problemáticos chicos de clase baja que no encontraban su sitio.

Algunos de los recursos estilísticos de esta cinta han quedado bastante obsoletos (el riesgo de las vanguardias) y la banda sonora está lejos de ser memorable (la música parece a veces de una peli de terror de serie b ¡de los 80!), pero la realización se mantiene a día de hoy como un ejemplo de película bien trazada, contada con talento y nervio.

Y es que Richardson, más allá de aspiraciones renovadoras, era un realizador bastante eficaz y su pulso acaba imponiéndose a cámaras rápidas, cortinillas con estrella y demás horteradas. La ejecución era lo suficientemente novedosa por sí misma como para apreciar su talento e intenciones. Desde ese punto de vista los travellings, los planos detalle, la a ratos frenética manera de mover la cámara, la forma en definitiva de construir visualmente la película es distinta al clasicismo hollywoodiense más reposado y, además, plenamente coherente con lo que se pretendía contar. No hacía falta rizar el rizo con esos elementos de barraca de feria, sobre todo porque no encajan en absoluto con el tono de la película. En todo caso y como se ha dicho, esos errores son anecdóticos y además comprensibles por la época y las aspiraciones de estos directores.
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38 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La lírica viene en frascos pequeños
Quisiera pedir perdón por adelantado si da la impresión de que me desvío un poco del tema, pero es que el título da pie a ello, es sencillamente precioso. Y es que, en efecto, yo de 'Free Cinema' y demás corrientes cinematográficas vengo a saber lo justo, que es ni más ni menos que lo que Filmaffinity me sopla si me diera por pinchar en cierta pestañita azul, también llamada enlace. Así, mis motivos para elegir ver esta película y no otra fueron puramente azarosos, una extraña sensación de que valdría la pena arriesgarse y lanzarse a la piscina, un antojo de embarazada, vamos. Lo cierto es que no me equivoqué, la cinta, a pesar de los diversos fallos (estilísticos y justificables) que tanto y tan bien se han enumerado en otras críticas, es buena. Cierto es también que su poesía es bastante liviana y no termina de inspirarme, pero que funciona por momentos y que su tratamiento es el correcto es innegable. El cine inglés es bastante fiable en ese sentido.

Ahora, volviendo al título... "La soledad del corredor de fondo"... Uau. No me digan que no es maravilloso, como he dicho. Y es que poco importa que uno no haya corrido en su vida, profesionalmente hablando, o que jamás haya sentido la llamada del podio, literalmente hablando, pues, si nos ponemos perroflautas con el uso del lenguaje, no creo que haya nadie que se libre de tener aspiraciones, de mayor o menor calado, qué más da, si al fin y al cabo las mejores batallas se libran en terrenos pequeños, donde un ligero traspiés te puede desmontar el circo. Temblemos. Del mismo modo, no creo que la soledad sea una característica sólo propia del que corre, buscando cruzar cierta línea blanca dibujada allá en el suelo, buscando apasionado sus aplausos, buscando reinventarse y huir de un pasado oscuro. No, definitivamente no hay que ser un marginado inglés de los 60 para conocer esas prisas por llegar a alguna parte, sin saber muy bien qué será lo que encontremos.

Decía que el título es precioso, y lo sigo repitiendo. Sigo repitiendo que todos somos corredores (sin calzado) de fondo (sin destino) y que más a menudo de lo que quisiéramos, estamos solos.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La soledad de Luisito también
Los aficionados al atletismo y los atletas aficionados (pueden ser cosas diferentes y la misma a la vez) no van a encontrar un despliegue exhaustivo de la disciplina pese al sugestivo título de la película. Me incluyo en el título sólo por la parte que me toca, hago mía esa sensación de soledad de un deporte tan individual, tan exigente, pero hay más, mucho más tras la anarquía que abandera al excepcional Tom Courtenay. Su rebeldía sin reflexión le lleva a una desolación interior extrema, sin rumbo, casi existiendo sin saber por qué, de ahí que su soledad sea extensiva al deporte, es una soledad vital, fea y mala.

No esperaba gran cosa del "Free cinema", rareza afrancesada, y he recibido lo justo. Estoy de acuerdo con muchos otros al detestar la terrible banda sonora y esos absurdos recursos de ofrecer el movimiento acelerado, puntuales pero imperdonables. Sin embargo opino que es muy correcta la manera, ese cómo, la forma en que Richardson explica las dos historias, tal vez unidas por esa desalentadora visión de la vida, del desdichado protagonista, la presente en el reformatorio y la pasada, la que le llevó allí. Todo lo demás puede que esté de más, su imposible integración en la sociedad, lo que hay de crítica, que no quiera trabajar, que afirme que prefiere parasitar... al menos no es yanqui, eso sería insoportable.
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19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El cine social no está reñido con el arte.
Mientras Melville, Truffaut, Godard, Rivette, Rohmer y Chabrol entre otros daban forma a la “Nouvelle Vague” francesa, en Inglaterra surgía un movimiento paralelo influído por ellos como respuesta de rebeldía ante la artificialidad narrativa de Hollywood y de la dramaturgia británica. Se caracterizaba por implementar una estética realista en el cine de ficción y documental ocupándose de lo cotidiano y del compromiso social ante los problemas de su tiempo. Nació en los años 50 del pasado siglo, su nombre era “Free Cinema” y su película más representativa pudo ser “La soledad del corredor de fondo” de Tony Richardson.

El joven Colin Smith es enviado a un reformatorio tras ser sorprendido robando en una panadería. Su habilidad como corredor de fondo le sitúa, dentro del reformatorio en una posición privilegiada, gracias a la cual realiza una reflexión que le lleva a considerarse como un joven afortunado.
Dentro del marco y la crítica social al que se adscribe, vista hoy resulta una película agradable de ver, entretenida y comprometida con su causa. Se acerca más al estilo de Truffaut o Godard, que a la sordidez del neorrealismo italiano. A pesar de su intención protestataria y rebelde, no deja de la idea del cine como arte o entretenimiento. Recuerda en algunos momentos al estilo de “Ascensor hacia el cadalso” (Ascenseur pour l'Echafaud, 1957) y “Banda aparte” (Bande á part, 1964).

Sus personajes se sienten vivos, realmente tienen algo que contar, su historia es importante y así nos lo hacen sentir. De esto se encarga Tony Richardson, con una dirección artesanal y una cámara vivaz y siempre en movimiento, que le aporta un ritmo dinámico y que gusta de jugar con la profundidad de campo y los sentimientos de los protagonistas.

La actuación de Tom Courtenay en el papel protagonista es memorable, por su habilidad para enfatizar estados de ánimo y las particularidades propias del personaje. Se siente identificado con su personaje de una forma muy especial.

La fotografía en blanco y negro fundida con la climatología típica inglesa, hace de la pantalla un paisaje cinematográfico tremendamente evocador, con aroma a cine clásico, en contraposición a su naturaleza vanguardista.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Me la esperaba mejor (7.15)
Es cierto que en conjunto es buena, pero hay tramos algo tediosos, chistes sin ninguna gracia y detalles que han quedado anticuados (las cortinillas en estrella, las cámaras rápidas...; cada día admiro más a esos directores clásicos de verdad que hicieron películas de las que yo no cambiaría absolutamente nada ni mirándolas con lupa hoy en día). El protagonista en ocasiones me deja frío. No está entre mis favoritas del género.

Me quedo con la imagen de las máscaras. Creo que la parte final es lo que deja un buen poso en la memoria, y esto hace que muchos la recuerden mejor de lo que realmente es.
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17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Preparados, listos...
El Free Cinema inglés, alcanzó con esta película el nivel suficiente como para que se le comparara con la Nouvelle Vague francesa, movimiento paralelo, aunque de mayor duración y repercusión. El inconformismo, la falta de recursos de la educación, para llegar a los jóvenes más conflictivos de la década de los 60, un sistema represivo y abusivo, y las consecuencias negativas y efectos contrarios que se obtenían de este modelo de respuesta autoritaria, son algunos de los temas más frecuentes en esta corriente cinematográfica.
Colin Smith, es un joven con una infancia traumática marcada por la muerte de su padre, quedando al cargo de una madre cuya mayor preocupación es el dinero, sin importarle como conseguir este. El joven, sin un modelo en el que fijarse, no tardará en cometer un error que le lleve de cabeza al reformatorio. Allí, gracias a su habilidad para la carrera, se ganará la confianza de los internos y de los docentes, consiguiendo una posición privilegiada desde la que reflexionar sobre su pasado, presente y futuro.
La fotografía en blanco y negro, alternando de forma genial, el presente, con determinados flash backs del protagonista recordando su infancia, capta de manera asombrosa las relaciones que se dan dentro y fuera de la institución.
Tony Richardson dirige con maestría la cinta, haciendo que el abuso de ciertos recursos de post-producción, queden como algo anecdótico e incluso poético, pero sobre todo, sin quitarle un ápice de protagonismo a la historia que Alan Sillitoe adaptó de su propio cuento.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Correr para no reventar
Dicen que el corredor de maratón, cerca del kilómetro treinta, sufre un derrumbe emocional que en muchas ocasiones le lleva a la retirada. Algunos describen este momento como de una aniquiladora soledad en la que ningún esfuerzo o superación tienen sentido.

En la posguerra inglesa de Alan Sillitoe, autor de una serie de relatos con el título del que encabeza la novela: The Loneliness of the Long Distance Runner, los corredores de fondo son los obreros, quienes a una altura de su vida (unos antes y otros después) se plantean cuestiones existencialistas, que a veces pasan por tirar la toalla o tomar gallardas decisiones.

Tony Richardson tomó prestada la historia de Colin Smith, un joven rebelde en un mundo sobrado de disciplinas y hambriento de caricias, para componer una obra de referencia del cine británico. Desoladora, sí, pero con aires de esperanza, aunque surjan de los aullidos salvajes de dignidad que lanza el lobo estepario más resistente del correccional. Aunque su grito más penetrante es mudo y coincide con uno de los finales más efectivos y pundonorosos de la historia del cine.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La protesta
La juventud británica disconforme con las injusticias sociales es la protagonista, cuyo portavoz es Colin Smith, un muchacho inteligente y dotado para el deporte, sensible pero desilusionado.
Los chavales de la generación de Colin ya no agachan la cabeza bajo un sistema que los discrimina, que les ofrece grandes desigualdades, un sistema educativo anticuado y represivo, y un mercado laboral donde prima la explotación del obrero a cambio de un salario mísero, de una esclavitud de la pobreza.
Colin ha crecido en un apartamento destartalado, soportando las peleas de sus padres por culpa del dinero, siempre el dinero que falta, porque el jornal que le pagan al padre por matarse a trabajar es una porquería. La patética familia de clase baja, cargada de hijos, el matrimonio desgastado e indiferente, la madre que se busca amantes adinerados casi delante de las narices del marido, el marido embrutecido, los hijos heridos y rebeldes.
La consecuencia es que Colin huye de todo lo que huela a institución, a autoridades, a mentiras de los políticos, a falsa moralidad hipócrita, huye de su casa con la imaginación, huye de lo que le impide realizarse y conocer la felicidad. Correr es su vía de evasión, correr hacia ninguna parte, sentir las piernas ligeras y el pecho que parece volar, antes de que la cruda realidad se le vuelva a echar encima cuando regrese a su destartalado apartamento para encontrar a su padre agonizando en la cama y su madre contando con impaciencia las pocas horas que le quedan para ser viuda, y los hermanos pequeños hablando de la muerte de papá sin la menor lástima. Y el amante de mamá aguardando como un cuervo para tomar posesión de un espacio que no le corresponde.
¿Qué le queda al chico, que parece mayor de lo que es, cuyo rostro ya ha aprendido a ser cínico, a mirar con frialdad? Lo que le queda es protestar del modo que sabe, haciendo con su amigo de infancia cosas que se saltan las normas, hurtos, robos, mentiras. Sólo Audrey, una chica con la que empieza a salir, consigue agitar un poco su dolor oculto de joven desencantado.
No hay reformatorio que pueda someterlo, ni engañarlo con sus psicologías de canalización de la energía negativa, cuando tanto dentro como fuera seguirá habiendo lo mismo.
Él no venderá su talento, y será libre de elegir o no una meta.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La inaudita soledad en una sociedad frenética.
El corredor de fondo se encuentra en una extraña soledad inaudita en los tiempos industrializados y capitalizados que corren, con poblaciones superpobladas. A través de esa metáfora se puede entender el significado del título de la película y el elixir de la historia. Que lejos de cuestiones abstractas, como la llamada a la rebeldía en tiempos de revolución (atención a la fecha del film y a los acontecimientos a nivel mundial), y otros muchos de los que algunos no me haya dado cuenta en una primera visualización; tiene de fondo también una bonita historia de amor juvenil, de cine marginal, con jóvenes que se enfrentan a un sistema que les rechaza; y por supuesto, de superación deportiva.
Muchos destacan su novedoso montaje y recursos técnicos, que quedan anticuados en los tiempos que corren, lo cual viene a demostrar que en el cine los avances técnicos son secundarios frente a un buen guión bien estructurado, una buena e interesante historia, y unas buenas y sentidas interpretaciones.
Notable película, sin duda.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El corredor rebelde
Esta película es característica dentro de la tendencia al “realismo social” muy en boga en cine británico de los años 1960-70. Un rebelde delincuente juvenil, que se encuentra en un reformatorio, puede liberar su energía entrenándose como corredor de fondo, para lo cual tiene que resistir la tentación de fugarse durante las rondas de entrenamiento solitario.

Uno de los títulos más importantes en la historia de la cinematografía británica y que ayudó a establecer el "free cinema inglés", una tendencia cinematográfica muy unida a la “nouvelle vague” francesa. Un sólido relato que estableció definitivamente la reputación de Allan Sillitoe como escritor, y una sólida película, narrada en un crudo blanco y negro y con un clímax palpitante, que convirtió a Courtenay en una estrella del cine inglés.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Desesperanza
Si una vida comienza en el momento de la fecundación, dicen, los primeros meses transcurren con benéfica placidez, y constantemente protegido y amparado en un reparador líquido amniótico, tu seguro entorno se encarga de que no sucumbas en el empeño de comenzar una vida, tu vida.
A partir de ese momento, en el instante en el que la comadrona te golpea el trasero en busca de un hálito de vida, ya nada será igual, esa metafórica sacudida será el inicio de una carrera de fondo cuya meta desemboque, indefectiblemente, en la desesperanza.
Más tarde, todavía siendo un crío, descubres que los reyes magos no son más que tus padres recorriendo a hurtadillas los pasillos de casa en el silencio de la noche. Entonces la magia desaparece y sientes que tu niñez da paso a otra etapa en la que duendecillos y hadas ya han dejado de existir.
Después tienes tus primeras novias (o amiguitas como solías reconocer), y pronto descubres que no era como te lo habías imaginado, y que ninguna merece la pena más que tus corrientes amigos que sólo se interesaban por tus juguetes que ellos no tenían.
Pero ya un poco más crecidito, ocurre lo peor; esas niñas con las que jugueteabas de crío comienzan a gustarte de otra manera. A partir de ese momento la vida torna de forma, y la poca magia que podría aún permanecer desaparece para siempre. Los golpes comienzan a sucederse con lastimosa frecuencia, y ahora, incluso, son más dolorosos que antes.
Y poco a poco, casi de forma imperceptible, vas descubriendo que Dios no existe, lo cual en un principio pueda llenarte de alivio (por fin, crees, dejarás de temer al infierno), pero que finalmente termina revelándose como fuente más de desesperanza, y probablemente averigües que por negar la existencia de ese infierno alegórico quizás lo hallas instalado en tu propio mundo.
Si más tarde decides aceptar las convenciones sociales y te casas con la mujer de la que te creías enamorado, descubres que todo es diferente a como lo habían dibujado y que los problemas comienzan desde el primer momento del sí quiero; y pronto adviertes que ya no estás enamorado de esa mujer que ahora se revela tan extraña, y te convences de que quizá la vida no sea más que un ominoso deambular en exploración de esa persona con la que repetir el mismo error cometido con esa chica que considerabas que amarías para toda la vida.
Pero el tiempo continúa su lento pero implacable devenir, el cuerpo se va transformando y la piel se arruga. Ahora, sí, piensas, ahora sí que nadie se fijará en mí, y mi único destino será el de quedarme solo, sin nadie con el que compartir tanto dolor, huérfano del abrigo que proporcione el cobijo necesario para soportar el duro infierno, físico y sentimental.
Y precisamente, en ese momento concreto, es en el que alcanzas el clímax de la desesperanza, y te percatas que la vida, definitivamente, no tiene sentido.
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12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡CORRE COLIN, CORRE!
Colin Smith (Tom Courtenay) es, como todo hijo de clase de obrera, un forzado pendenciero que, como los de su generación, se ve obligado a disfrutar al máximo de su tiempo libre yendo a los bares, vagar de un lado a otro y robar, si puede, para hacerse con unas monedas y así poder soñar. Pero la policía le detiene y es enviado a un correccional donde destacará en su habilidad por correr como un gamo. La admiración que sienten las autoridades del reformatorio les impulsan a animarlo a participar en todo un evento deportivo que puede suponer una cuenta saldada de Colin con la Justicia. Pero el chico, a través de sus recuerdos, no verá más que el interés de unos burócratas interesados en un modelo de Estado del que creen que el redimido ladronzuelo va a servir de ejemplo a seguir cuando demuestre sus cualidades de velocista.

Realizada en 1962 y en blanco y negro según la corriente "Free Cinema", movimiento apostulado en romper con las reglas del cine británico que se basaba en un perfeccionismo social influenciado por los parsimoniosos estereotipos de un estilo de vida "british" y armonioso con la Corona y la Aristocracia. En otras palabras; si no se refleja la dura vida del luchador, ya sea obrero, estudiante o ama de casa, no hay taza de té.

"The Loneless of the Long Distance Runner" se basa en un relato breve de Allan Sillitoe, autor de la novela "Sábado por la Noche, Domingo por la Mañana" (adaptada al cine en 1960 por Karel Reisz y con Albert Finney de protagonista), escritor perteneciente al insurgente movimiento "Angry Young Men" (Jóvenes Enfadados) círculo cultural en que sentarían las bases del "free cinema" y lo que quedaría de él si nos paramos a pensar que las películas de Ken Loach (al menos las más conocidas) quedaban a más de dos décadas vista. Pero eran otros tiempos y había que montar en cólera. De ese grupo destacaron otras personalidades como John Schlesinger o Lindsay Anderson.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El aburrimiento del corredor de fondo
Pese a la crítica, la buena interpretación de Courtenay y su gran presencia en pantalla, no me conmueve, no me llega, no me entretiene. La historia se me hace algo previsible y el ritmo de la película, como las carreras de fondo, se me hace pesado y fatigoso.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Genial película, entretenida y poética obra
Sin lugar a dudas una de las obras cumbres del Free Cinema, que cuenta con muy buenas interpretaciones, geniales diálogos y un muy interesante montaje. La historia va de menos a más y cuenta con escenas muy recordables y memorables. Tom Courtenay realiza un papel emblemático con una escena penúltima para la historia. Y es que "Loneliness of the long distance runner" es una película muy bien construida, con un genial guión formado a base de flashback, que va mucho más allá de ser una película que alenta a la lucha social (indiscutiblemente se muestra), sino que nos ofrece una diferente historia de amor, entre dos personas normales, un chico feote y una chica muy normal, no las típicas historias de amor entre personas guapísimas que se nos cuentan en otras épocas y movimientos cinematográficos, y una no menos bella historia de amistad. Por supuesto la reflexión final que nos deja el filme es estremecedora: ¿somos meros conejillos de indias?
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Correr para conocerse a sí mismo.
Título clave del movimiento “Free cinema”, se suele considerar como una prolongación de la rebeldía de los llamados “Jóvenes airados” del teatro y la literatura. Este tipo de cine, narraba con una estética realista el cine de ficción y documental, ocupándose de retratar historias creadas a partir de lo cotidiano y comprometido con la realidad social de aquel entonces. El desafío de jóvenes cineastas como: Jack Clayton, Karel Reisz, Lindsay Anderson y Tony Richardson, entre otros, alimentó este movimiento frente al cine que estaba vigente, el ansia de renovación que les era consustancial, sacudieron los viejos cimientos del cine.

Richarson nos ofrece uno de sus mejores trabajos, basado en un relato corto del mismo título de Alan Sillitoe, escritor encuadrado dentro del movimiento contestatario. El cineasta sabe trasladar por medio de recursos visuales y narrativos propiamente cinematográficos, las ideas sueños y frustraciones de nuestro protagonista. Colin Smith es un joven que vive dentro del proletariado más desfavorecido, que sobrevive en los suburbios de la gran ciudad a base de pequeños robos sin violencia, algo que le convierte en carne de reformatorio.

Una vez allí, mostrará su rebeldía enfrentándose con el director, el cual descubre en él su innata facultad para correr, Smith, siempre es llamado por su apellido como un claro método de distanciamiento y dominación. De hecho, el magnífico título de la película, hace referencia al aislamiento que siente el protagonista mientras corre y que le permite, probablemente por primera vez en su vida, tener un tiempo para pensar sobre él mismo y la sociedad en la que se halla inserto. Una película emotiva y muy estimable.

Continúa en spoiler.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Oportunidad perdida
El magnífico texto de Alan Sillitoe hubiera dado para una película bastante mejor, baste como ejemplo lo que Truffaut había hecho unos años antes con una historia bastante más floja en "los cuatrocientos golpes".
Los principales "peros" que le pongo son:
·Ciertos recursos -la cámara rápida, las cortinillas...- que no sólo han soportado muy mal el paso del tiempo, sino que creo que nunca encajaron con el tono de la historia. Creo que en esto hay bastante consenso.
·Trasladar la historia a un adulto, aunque joven. Es una historia de adolescentes, que encaja en esa época de la vida. No tiene sentido un reformatorio lleno de mayores de edad.
·Los cambios respecto al cuento que se incluyen en el guión distorsionan el mensaje, más que lo actualizan. Más bien, convierten una historia atemporal en un producto con fecha de caducidad.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Increible.... Soledad
Son muchas las películas de Free Cinema que relatan la vida de jóvenes, La Soledad del Corredor de Fondo de Tony Richarson, es uno de los mejores ejemplos.
El film muestra de manera clara la opresión que puede causar una institución penitenciaria. A lo largo de la corta vida del cine, el tema de los reformatorios ha sido muy recurrente y es que dan mucho juego.
Una película de un tema parecido, es Manic de Jordan Melamed del 2001. Se trata de un film de cine independiente americano, que también nos enseña como funciona los correccionales, el protagonista de Manic está en un centro, en contra de su voluntad.
Hago esta comparación, para demostrar que aunque hayan pasado varias décadas entre una película y la otra, muchos de los problemas de la sociedad, y del sistema de los centros siguen siendo casi mismos, y estos son vigentes para realizaciones de películas.
Centrándonos ahora en La Soledad del Corredor de Fondo, decir que en ésta película, tiene elementos muy particulares. Se utiliza la música de jazz, en las partes donde el protagonista se entrena y corre por los territorios de la institución.
Por otro lado diré que el argumento, es uno de los mejores que he visto en mucho tiempo, la película es tan bien que el tiempo se va volando cuando la ves, aunque hay que decir que tampoco dura mucho, lo que es una pena.
En definitiva una increible pelicula que Richardson nos muestra con un gran valor psicológico y dramático.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
ïcono
Cuando alguna vez, allá lejos y hace tiempo, escuché nombrar esta película, no sabia nada de vanguardias, y lo único que podía suponer sobre ella, es lo que sugiere el título. Pero la a veces atemorizante memoria que me acompaña, no me permitió nunca olvidarla, como si realmente la hubiera visto. Al encontrarla aquí en la web, compruebo más que sorprendido, como algunas cosas pueden marcarnos aún sin saberlo. Excelente actuación de Courtenay, excelente desarrollo, y un final... que la convierten en una de mis historias de cabecera. Si no se lleva un 10 es porque la banda sonora, aunque agradable, no parece estar a la altura.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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