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Críticas ordenadas por:
Siempre Alice
Siempre Alice (2014)
  • 6,8
    13.367
  • Estados Unidos Richard Glatzer, Wash Westmoreland
  • Julianne Moore, Alec Baldwin, Kristen Stewart ...
7
¿Quiénes somos cuando dejamos de ser nosotros mismos?
Estamos ante un retrato sereno, pausado, escalofriante, desgarrador, sensible y atroz sobre el imparable deterioro mental de una mujer de carrera, brillante y exitosa, que con apenas 50 años recién cumplidos se encuentra con que padece la enfermedad de Alzheimer. El gran acierto es mostrar el inexorable declive de esta mujer singular que ha hecho de la brillantez intelectual su forma de vida, su esencia, su realidad, su sustento. Y por eso resulta especialmente cruel que su privilegiado cerebro se vea asediado por la desdicha del olvido, por la decadencia insondable del lento borrado de las palabras, por la desorientación y la pérdida de sus cualidades más preciadas y preciosas: la capacidad de articular, expresar, crear, investigar y ahondar en los misterios de la existencia.

La enfermedad cae como un mazazo. Ella trata de buscar formas para no acabar de perder su dignidad como ser humano, su capacidad de decidir por ella misma lo que quiere y cuándo lo quiere y se va volviendo un pelele indefenso, paralizado por su incapacidad de reaccionar, asediada por una dolencia que disuelve la propia vida como un azucarillo y te pone a merced de las voluntades y antojos de los demás porque uno mismo ya no puede hacerse cargo de la supervivencia.

Y por ello esta cinta también trata sobre el abordaje según las diferentes formas del amor y de cómo reaccionan y se posicionan ante el lento goteo hacia la nada. Porque si bien muestra que el amor sólo no basta (por ejemplo, el de un amantísimo marido, que no sabe encajar los destrozos inasumibles que presencia), también nos ofrece la otra cara de la moneda, el de una hija – en apariencia descarriada – que asume la tarea de acompañar , desde un amor altruista e inmaculado, a su madre. Sólo el amor paciente proporciona un asidero, por liviano y tenue que sea. Sin amor es cuando nos quedamos sin nada.

Pese a la falta de sorpresas narrativas, a la situación única que apenas permite progresión dramática por su previsibilidad, y a ciertas arbitrariedades en las reacciones no siempre bien engarzadas ni justificadas de los familiares que rodean a la enferma, la película funciona, emociona y convence. Porque se centra en lo esencial (ese sufrimiento ayuno de palabras), transmite veracidad y nos hace resonar con el fatal destino reflejado. Y la máxima fortuna es contar con una excelsa Julianne Moore que borda su papel, acertando con cada gesto, con cada matiz, con cada vacilación o exabrupto. Sencillamente memorable.
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36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corazones de acero
Corazones de acero (2014)
  • 6,6
    40.111
  • Estados Unidos David Ayer
  • Brad Pitt, Logan Lerman, Shia LaBeouf ...
7
Los horrores de la guerra apenas aliviados por una inútil camaradería
Nos viene bien que nos recuerden que la guerra es mala, aun cuando parezca que se gane. No hay batalla que no conlleve bajas ni ideales que no impliquen matanzas, sacrificios humanos o inmolaciones al (supuesto) bien común. Los regímenes totalitarios han sido durante el siglo XX maestros en la mentira, tergiversación, propaganda, falsedades, distorsiones, manipulaciones, para hacer creer que había sacrificios necesarios para el pueblo porque más allá, mañana, pasado mañana quizás, se iba a alumbrar un paraíso terrenal de dicha, felicidad, igualdad, prosperidad y justicia (palabras intercambiables y cambiantes, pero en esencia son las mismas, sean de la ideología que sean). ¿Hasta qué punto tiene el heroísmo una falaz imagen de altruismo y entrega? ¿No se trata más bien de mangoneados subalternos de ínfimo grado que se prestan a dar sentido a una vida que de otra forma pasaría desapercibida?

Aquí, en las postrimerías de la II Guerra Mundial asistimos a la carnicería y aniquilación de los tanques americanos (y sus tripulantes, claro está) a causa de la innegable superioridad técnica y operativa (¿quizás táctica?) de los tanques alemanes, que libran así una desigual y sangrienta y encarnizada lucha que en nada va a cambiar la inminente hecatombe del régimen nazi. La máxima de morir matando tiene aquí uno de sus máximos exponentes. Y la película consigue dotar de épica y dignidad al fracaso, al sacrificio sobrehumano que realizan unos militares sobrevenidos, en una tierra extraña, lejana y ajena, que riegan con su sangre para (años, décadas después) librar al oprimido y sojuzgado pueblo alemán y así darles unas libertades y formación cívica que les permitiría alimentar tan desagradecido como mendaz antiamericanismo visceral y cutre, que nos es tan similar e intercambiable con su ramificación localista de lentejuelas, faralaes o boinas varias.

Hay que resaltar – dentro de las estrictas limitaciones del cine bélico que permite pocas variaciones, florituras, disquisiciones o desvaríos – una extraordinaria recreación del fragor de la batalla, con sus barbaridades, sus mezquindades, sus venganzas, su total inhumanidad lacerante. Pocas veces se ha podido ver tan bien reflejado el nihilismo que permite sobrevivir hasta el siguiente combate o la fe profunda que facilita soportar y digerir lo intolerable e indigesto del día a día de la tropa, carne de fosa común, desvencijadas piras fúnebres, monumentos al soldado olvidado y reemplazado por otro cualquiera.

Nos viene muy bien recordar los horrores de la guerra (que siempre perdemos los mismos). La calidad de esta producción, su retrato honesto de la muerte sin florituras ni adornos, la vuelven funestamente destacable. Corazones malversados.
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20 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)
Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (2014)
  • 7,0
    75.705
  • Estados Unidos Alejandro González Iñárritu
  • Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton ...
5
Ni Icaro ni Ave Fénix: el pajarraco anémico no remonta el vuelo
Que tedioso es utilizar la técnica para maquillar, velar u ocultar la falta de ideas o las incongruencias de una trama exangüe, repetitiva, ostentosa, hinchada e indigesta. Porque estamos ante una de las películas más sobrevaloradas de la temporada, donde se confunde pretendida brillantez con falsa pedrería de saldo o bisutería de mercadillo veraniego: brilla, parece querernos seducir, se contonea garbosa pero deja a las claras que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. En este caso, las ansias por impactar visualmente (¿celos de Alfonso Cuarón?) acaban por acogotar y lastrar lo que podría haber dado lugar a una película interesante sobre lo que es el estrellato, la popularidad y el talento.

No le faltan virtudes reseñables: sobre todo los actores están perfectos en un ejercicio coral muy elogiable, donde se complementan con envidiable fluidez, complicidad y compenetración. También resalta el reflejo del mundo del teatro, con sus servidumbres, enconos, petulancias, orgullos, egos estratosféricos e inseguridades abisales o arbitrarios críticos prejuiciosos… todos están retratados con cruel malicia, penetrante poder de observación y astuta ironía. Pero el intento de filmar la mayor parte de la cinta en un único (falso y falaz) plano secuencia no es una de sus virtudes, ya que lastra la fluidez narrativa, resulta artificioso y cansa porque hay demasiados momentos de tránsito (para maquillar los ensamblajes ‘invisibles’ o para demostrar un virtuosismo que no es tal). El cine es emoción y esta película no emociona ni a las plañideras de pago.

Por ello, el conjunto me resulta insatisfactorio, como si su director y coguionista hubiera querido abarcar demasiadas cosas, sucumbiendo a su exceso de ambición. Se hace pesada, premiosa, cansina, repetitiva y previsible. Su temática tampoco es nueva (¿qué es talento?, ¿qué es la fama?, ¿están relacionados?) ni se presenta ninguna variación novedosa ni ninguna reflexión original, tan solo asistimos a la enumeración de los consabidos tópicos (éxito mediático frente a talento esforzado, crítica mendaz y recelosa cegada por su vanidad prepotente, fatigosa relación paterno-filial emponzoñada por las ausencias laborales de un padre distraído y narcisista, etc.). Y uno se pregunta qué nos quieren decir o qué nos quieren contar que justifique y compense el precio de la entrada.

Sin llegar a ser un truño, se acerca peligrosamente a serlo. Es pretenciosa, asfixiante y naufraga sobre todo por el tono de jactanciosa importancia y arrogante trascendencia que tiene y los aires de inteligencia autosuficiente y chulesca con que se reviste. El insoportable lastre de la petulancia.
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490 de 846 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sal de la Tierra
La sal de la Tierra (2014)
Documental
  • 8,1
    9.913
  • Francia Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado
  • Documental, (Intervenciones de: Sebastião Salgado)
8
Una mirada compasiva sobre el mundo, sus tesoros y sus dislates
¿Quién es Sebastião Salgado? La verdad es que este documental no indaga en quién es, sino que más bien ahonda en cómo es y cómo ha pergeñado su interesantísima obra, llena de calidad humana, honestidad e implicación emocional. Decir que nació un 8 de febrero de 1944 en Aimorés (Minas Gerais, Brasil) sería un mero punto de partida cronológico que lo ubica social y temporalmente. De su renuente formación de economista saltó a su casual pero arrolladora vocación como fotógrafo. Como del continente nativo americano pasó a formarse en Europa para luego saltar al mundo, con especial atención e intención en África, ese pozo reseco de desdichas y fatalidades.

La claridad de la mirada es lo que más impacta. Su falta de artificio, su inmediatez, su rectitud, su integridad como persona y como ser humano doliente e implicado en la realidad del mundo en el que habita. Es una persona digna que mira con profunda estima y candor todo lo que se encuentra a su camino en sus innumerables y trabajadas búsquedas a lo largo del planeta. No hay censura ni juicio en su mirada, sino un intento por abarcar toda la diversidad de las personas y de la tierra que habitan. Hay necesidad de dar testimonio, de reflejar, de documentar, de dar a conocer, pero no se siente en ningún momento un afán moralizador o un prurito enjuiciador o una tentación manipuladora. Las cosas son como son, las personas viven lo que les ha tocado vivir y el fotógrafo sólo es un instrumento para darlo a conocer, para hacerlo visible y dejar constancia notarial.

La urgencia de otros estenos más reputados, más notorios, más publicitados, me ha ido despistando y he tardado en ir a ver ese documental dirigido por el alemán omnímodo Wim Wenders (casi riguroso coetáneo del propio fotógrafo) y por el hijo parisino del protagonista de la cinta, Juliano Ribeiro Salgado. Ellos se muestran al servicio de su protagonista en más de una faceta, pero la primordial me parece es que saben impregnarse de su mirada limpia y de la determinación de dar a conocer el trabajo visual y humano del camarógrafo. Sin argucias, sin artimañas, sin manipulación. Buscan y obtienen la precisión, la sinceridad, la espontaneidad, el brillo de la dignidad.

Impresionante, emocionante e imprescindible. No deberían perdérsela.
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37 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Imitation Game (Descifrando Enigma)
The Imitation Game (Descifrando Enigma) (2014)
  • 7,2
    59.798
  • Reino Unido Morten Tyldum
  • Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Mark Strong ...
8
Disimular como mortificación y condena: el doloroso orgullo de ser diferente
Pocas personas más interesantes, relevantes e injustamente desconocidas que el británico Alan Turing (1912-1954), matemático de inusitado talento, visionario de la inteligencia artificial y padre putativo de los modernos ordenadores que pueblan nuestra cotidianeidad. Héroe silenciado y oculto de la II Guerra Mundial, villano según la legislación británica del momento que lo sometió a una aberrante castración química, desfigurándole por completo y haciéndole físicamente imposible cualquier trabajo intelectual por la inyección de estrógenos que arruinaron su brillante mente y le incapacitaron para la vida. Una añeja leyenda urbana no verificada – pero verosímil – es que el famoso logo de Apple de Steve Jobs es un sutil y discreto tributo a Alan Turing, quien se suicidó tomando unos bocados de una manzana impregnada de cianuro… ¿Y cuál fue su supuesta abominación? Ser homosexual.

A veces la timidez enfermiza y la torpeza para relacionarse socialmente suele tomarse como orgullo, arrogancia, vanidad o altanería, cuando en verdad se trata de una viscosa, compacta y compleja capa de protección que personas demasiado vulnerables y sensibles se construyen, muy a su pesar, para protegerse de las brusquedades, zafiedades y atropellos de sus (supuestos) semejantes. Poner distancia en el trato para sentirse seguro en su mundo de delicados matices y diferencias que los demás no saben, no quieren o no pueden apreciar, ni valorar, ni entender. Poner distancia entre uno mismo y los demás para no quemarse y para no sucumbir al doloroso calvario de creerse diferente y socialmente inadecuado, para no tener que dar datos personales (proporcionar información es dar potenciales armas letales al enemigo) que exhiban su vulnerabilidad y expongan su extremada fragilidad.

Esta es una muy honesta y primorosa película sobre la tortura de saberse diferente (y señalado por el dedo acusador) por los motivos equivocados y sobre la imposibilidad de salvarse buscando en la inteligencia y altanería intelectual la tabla salvífica que nos redima de nuestros pecados, que nos limpie o exonere de nuestra mancha original, como si tuviéramos que purgar o expiar una profunda culpa que permanece acechante como una espada de Damocles sobre nuestras atribuladas cabezas heridas. Y nunca hay suficiente esfuerzo ni sacrificio que nos permita alcanzar la meta anhelada: la paz interior, la tranquilidad, la reconciliación con la sociedad, la relajación emocional. Por ello el interminable juego lacerante del disimulo, de la mentira, de la ocultación.

Brillante, sorprendente y reconfortante película británica, dirigida por un noruego talentoso que acierta en el tono, en la recreación de un momento histórico y en el reflejo de un sufrimiento íntimo y que sabe dotar de luminosa claridad expositiva la contribución indeleble de Alan Turing a la historia contemporánea. Muy necesaria y recomendable.
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98 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leviatán
Leviatán (2014)
  • 7,2
    7.223
  • Rusia Andrey Zvyagintsev
  • Aleksey Serebryakov, Vladimir Vdovichenkov, Elena Lyadova ...
7
Libro de Job: Rusia, 2014. La hecatombe de enfrentarse a la apisonadora de la corrupción.
Interesante e intensa película rusa que aborda un tema de notoria actualidad: los deleznables y estomagantes efectos de la corrupción política, la connivencia entre todos los poderes fácticos, la imposibilidad de vencer a la maquinaria del Estado cuando no hay Estado digno de tal nombre o las mafias y corruptelas están por encima de las instituciones y de las leyes. Querer ir contra el hampa corrupta, contra los descastados adoradores del becerro de oro, de las pieles ensangrentadas, de los sanedrines universitarios, de las Iglesias vanidosas y palabreras… nada está al servicio del ciudadano sino que se oficia un pandemónium fatalista contra el que es imposible vencer. La venganza cruenta y desoladora como única realidad lacerante.

¿De qué sirve tener la razón si no hay nadie que nos avale o interceda por nosotros? ¿De qué valen las leyes si no hay nadie dispuesto a aplicarlas o defenderlas o sostenerlas? ¿Para qué vivir si somos meros juguetes desvencijados a merced del latrocinio, del atropello, de la rapiña, de los humores y prioridades flatulentas de los caciques y sus aduladores y lameculos de carrera? ¿Para qué sobrevivir al hundimiento apocalíptico cuando nos parten el espinazo, arramblan con nuestros bienes, nos despojan de toda dignidad y somos tan solo una ruina famélica y renqueante a merced del viento, de las mareas, de las inclemencias de las penalidades cotidianas? ¿Cómo vencer cuando ya estamos vencidos, cuando el punto de partida está trucado y las cartas están marcadas y somos unos peleles manipulados por la retórica del sibilino más avispado, listillos de cónclaves o asambleas devaluadas?

Produce desazón, desasosiego y repulsión ver que el mal es general e impregna todos los países, todas las culturas y todas las ideologías.Es la verdadera calamidad contemporánea que se viste de mil ropajes y se defiende con cien mil cantos de sirenas oportunistas y tunantes que tratan de maquillar lo abominable del discurso con la retórica más conveniente para cada ocasión y circunstancia. Cuando no hay instituciones sólidas quedamos en manos del demagogo de turno que manipula, tergiversa, compra y vende favores y adapta su discurso para acomodar el mensaje a cada circunstancia. El mal es endémico y cuando no hay refugio, sólo queda un reguero de cadáveres.

Desoladora muestra de acerado cine político y social que produce tanta incomodidad como desconsuelo. Andamos entre ruinas y glorificamos el fango. Trágica y necesaria pero nada gratificante. Ni un rayo de esperanza. Desencanto total.
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66 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Big Hero 6
Big Hero 6 (2014)
  • 7,0
    38.120
  • Estados Unidos Chris Williams, Don Hall
  • Animación, (Voz: Ryan Potter, Scott Adsit) ...
7
La hiperinflación de los superhéroes: dime de qué presumes y te diré de qué careces
Estamos ante dos películas diferenciadas – casi antagónicas. La primera mitad es un hermoso, vibrante y apasionado relato sobre la pubertad de un niño prodigio y la sabia guía y sutil maestría de su hermano mayor para orientarle y que canalice de forma creativa y provechosa su mucho talento en beneficio de sí mismo y de la sociedad en la que vive, evitando así marchitarse un ingenio fuera de serie. Predomina una mirada atenta, tierna, empática y cálida que llega al espectador como un balsámico ungüento prodigioso que presagia grandes momentos. La segunda mitad es un adocenado y muy trillado – aunque vigoroso y eficaz – relato sobre superhéroes a la caza y captura de un supervillano, con sus dosis de venganza, ajuste de cuentas y desafío tan del gusto del público de masas.

Y la primera parte es tantísimo mejor que la segunda (que apenas remonta el vuelo en el desenlace porque recupera el factor humano) que el conjunto adolece de una descompensación notoria y chirriante, como si las dos mitades hubiesen sido ensambladas por error y no pertenecieran a la misma cinta. Y todo se debe a una máxima que parece subyacer en el cine moderno de consumo: sólo se consigue un taquillazo (y lucrativos ingresos adicionales vía venta de gadgets) si se incluye en la trama algún superhéroe, por innecesario o inverosímil que sea, pero viste mucho, está de moda y suelen desencadenar pingües beneficios – y dar cabida a sucesivas secuelas interminables. Es decir, la trama se supedita a los personajes arquetípicos que la pueblan, limitando su alcance y reduciendo su calado.

Pero lo que convierte esta película en un hito memorable es la portentosa presencia del adorable robot torpón e hinchable, Baymax, creado para ser un inquebrantable asistente personal de salud, fabricado en vinilo. Y el vínculo especial que se crea entre este robot sin sentimientos (aparentes) y el niño prodigio Hiro, todo desgaste emocional y arrebato púber. Son ese personaje singular y ese lazo casual los que elevan el conjunto – pese a sus desequilibrios y tendencia a la banalización pirotécnica – hasta convertirlo en una experiencia cinematográfica satisfactoria.

En resumen: es una pena que lo que podría haber sido una joya de la animación acabe sucumbiendo al ordinario universo inflacionario de superhéroes de pandereta y alharacas, todo brillo, explosiones y excesos, perdiendo por el camino la hondura y aplomo que apuntaba. Agridulce malversación.
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125 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magia a la luz de la luna
Magia a la luz de la luna (2014)
  • 6,1
    18.530
  • Estados Unidos Woody Allen
  • Emma Stone, Colin Firth, Marcia Gay Harden ...
2
Cábala perpleja sobre el aburrimiento mortal
¿Por qué nadie se atreve a manifestar que estamos ante una película profundamente aburrida, charlatana, gárrula y prescindible? ¿Qué miedo parecen tenerle tanto el público como los críticos a poner a caer de un burro a la vaca sagrada de Woody Allen? ¿A qué se debe que se le permita acometer verdaderos crímenes a la amenidad y el entretenimiento sin que nadie se atreva a decir que el rey está desnudo, famélico y achacoso? Como mucho se ha insinuado – como de pasada y casi pidiendo disculpas – que esta cinta no está a la altura del corpus magnum de Woody Allen (lejano en el tiempo pero innegable). Pero nadie ha puesto el dedo en la llaga: esta cinta es un pestiño aburridísimo, inane, agotador y parlanchín, carente de encanto y repleto de los peores tics y regurgitaciones del cineasta.

Es tan mala que parece hecha de los retales del peor cine español: te cuanta lo que va a pasar, te cuenta lo que está pasando y te vuelve a contar lo que ha pasado, una y otra vez, en cada escena, en cada secuencia, a cada ocasión. No hay sorpresa, ni capacidad de elipsis, ni narrativa visual, ni cabida a la sugerencia, ni encanto, ni mordiente, ni un mínimo de rigor ni exigencia crítica. Las cosas ocurren porque se le ha metido en la cabeza al anciano rijoso de Allen que tienen que ocurrir, hagan sentido o no, hagan avanzar la anémica trama o no, aporten algo a la creación de los personajes o supongan una evolución en sus inanes planicies emocionales. Tener que realizar y estrenar un proyecto al año parece una obsesión mórbida y enloquecida de quien antaño fuera interesante cineasta.

Los actores luchan con sus imposibles y exánimes cometidos, tratando de dotar de vida a lo que no llega ni a esbozo desdibujado de personajes harapientos. Produce vergüenza ajena ver a buenos actores malgastar su saliva en textos romos y sin gracia alguna, incapaces de insuflar un mínimo de vida a semejante engrudo plomizo. Colin Firth, Eileen Atkins, Emma Stone o Marcia Gay Harden parecen zombis exangües. Tan solo Jacki Weaver infunde a sus pocas frases con su gracejo y sorna irrepetible.

En definitiva, un solemne gatillazo indecoroso. Un aburrimiento infame y una tomadura de pelo mayúscula. Insufrible y prescindible. El rey está muerto. Y ya hiede.
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64 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?
Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? (2014)
  • 6,0
    17.543
  • Francia Philippe de Chauveron
  • Christian Clavier, Chantal Lauby, Ary Abittan ...
5
Comedia intrascendente, blanda y simplista sobre tópicos prejuicios burgueses
El género de la comedia es un terreno siempre atractivo, siempre difícil y siempre agradecido cuando se acierta. Y nos damos cuenta (y echamos en falta) del talento ímprobo de un Billy Wilder, por ejemplo, cuando nos enfrentamos a una descafeinada retahíla de chistes fáciles y previsibles encadenados sin apenas gracia ni arte por un director francés adocenado e insignificante como es Philippe de Chauveron. Tan sin encanto, tan sin sustancia, tan carente de interés que se hace difícil escribir siquiera unas líneas sobre este patético taquillazo, bochornoso atiborre de gracejo insulso y descafeinando sobre las vulgaridades más trilladas de la burguesía gaullista francesa (equivalente a la derecha española, para entendernos).

¿Qué gracia tiene que las cuatro hijas de un acomodado matrimonio se casen con cuatro machos inmaculados de adscripciones culturales dispersas? ¿Qué supuesta chispa tiene apilar tópicos intrascendentes e insípidos sobre judíos, musulmanes, chinos y africanos? ¿Qué nos aporta – sobre la complejidad y variedad de las relaciones humanas – ver retratado a un matrimonio francés cincuentón que se revuelve como gato espachurrado porque sus alocadas hijas padecen un desatino recalcitrante a la hora de casarse? No se aborda ningún problema o dificultad real (¿qué habría pasado si alguna de las hijas hubiera optado por traer a una muy francesa representante de su mismo sexo en vez de encadenar el macho alfa correspondiente de la etnia excéntrica de turno?), no se aborda nada que no sea previsible, chabacano y banal.

Con una premisa tan endeble es difícil urdir algo que tenga el mínimo interés y trascienda sus obvias y notorias limitaciones. Que todos los actores sean bastante buenos y parezcan disfrutar de sus superficiales cometidos hace más llevadera esta fugaz comedia de inmediato olvido. El oficio actoral proporciona un anclaje que el guion desatiende por completo. No hay capacidad de sorpresa alguna, no se pasa en ningún momento de la apenas esbozada sonrisa resignada, no hay desenlace digno de tal nombre, no hay progresión ni dramática ni simpática, no queda sino esperar resignado que el vacuo afán por distraer se cierre cuanto antes para poder pasar a alguna actividad de más provecho o enjundia.

La necesidad de escaparse de la realidad o de reírnos de lo inmediato (donde nos reconocemos o reconocemos situaciones cotidianas) es loable e imprescindible. Pero el exceso de conformismo, la mojigatería, el convencionalismo son pobre urdimbre para una comedia de costumbres. Quizás en vídeo tenga un pase, pero pagando, resulta un gasto innecesario.
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60 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hombres, mujeres y niños
Hombres, mujeres y niños (2014)
  • 5,9
    3.536
  • Estados Unidos Jason Reitman
  • Adam Sandler, Jennifer Garner, Rosemarie Dewitt ...
6
La insoportable pesadez del sexo: fastidio, obsesión, desorden, fascinación
Esta cinta contiene algunas buenas ideas y agudas descripciones sobre el impacto que tienen las nuevas tecnologías en el devenir – no siempre plácido, no siempre ordenado, no siempre satisfactorio – de las clases medias yanquis. Y por extensión, de todo el mundo occidental, obsesionado por estar conectados y por compartir hechos y anécdotas, pero soslayando responsabilidades, implicaciones, necesidades íntimas e impacto emocional. Es la confusión entre el medio tecnológico que facilita el contacto superficial con el apego vital e irrenunciable de todo ser humano en busca de afecto, apoyo, afinidad y protección. Subyace la consabida frase – que no por manida y repetida, deja de tener validez – de ¿por qué lo llaman sexo si en realidad quieren decir amor? O viceversa.

Además ofrece un agudo retrato de la obsesión amedrentadora por el control (policial o inquisitorial) sobre la propia descendencia, con el objeto de protegerles contra los peligros acechantes – reales o imaginarios – del mundo virtual: acosadores, abusadores, violadores o criminales que se esconden bajo pieles de cordero o personalidades falaces y manipuladoras. Como si uno pudiera asumir la carga de evitar todo peligro a los demás – aunque sean los propios hijos o hijas a quienes por definición creemos débiles, pedidos e indefensos – porque asumimos que son incapaces de protegerse por sí mismos o de reconocer el mal que les rodea. Como si nosotros tuviéramos todas las certezas o verdades y ellos todas las indefensiones o dudas.

Pese a su sólido guion, su buena descripción de caracteres y su sólida urdimbre dramática, quizás el mayor fallo sea que se toma demasiado en serio, casi bordeando el sermón moralista, demasiado consciente de la IMPORTANCIA de los temas y meandros que aborda y con difuminada capacidad de autocrítica o de relativizar la complejidad de las relaciones humanas y de su imprevisibilidad intrínseca. Es como si para el guionista hubiera una única evidencia y él es su máximo exponente y defensor. Deja poco espacio para que los personajes se desenvuelvan con libertad y resulta algo forzado y determinista su desarrollo. La voz en off – planteado como irónico comentario sobre el devenir de los incautos humanos – subraya el exceso de seriedad y sagacidad del conjunto.

En definitiva, se deja ver muy bien, es entretenida, amena, simpática y ocurrente, pero quizás no alcanza ni la calidad ni la relevancia que anhela y pretende. Casi lo logra, pero no llega.
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34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Camino de la cruz
Camino de la cruz (2014)
  • 7,1
    1.844
  • Alemania Dietrich Brüggemann
  • Lea van Acken, Franziska Weisz, Florian Stetter ...
8
Viacrucis adolescente: ¿fanatismo, impostura, integrismo, esperanza o milagro?
I. Jesús es condenado a muerte. Utiliza el plano secuencia con un admirable virtuosismo donde no se deja nada al azar, cada secuencia es un retablo animado que va marcando, con funestos presagios, el inexorable devenir de la atormentada adolescente protagonista, cuyo calvario particular se nos retrata con ascética y fría implacabilidad.

II. Jesús carga la cruz. Además la cámara permanece estática en casi todos los planos de la cinta, dando lugar a una intensidad, veracidad y congoja horrendas, casi inhumanas, reflejando un desapego e incomprensión que choca de frente con el espectador.

III. Jesús cae por primera vez. Sólo hay tres movimientos de cámara (dos en horizontal, uno en vertical) que prueban el poder desasosegante y atroz del fuera de campo.

IV. Jesús encuentra a su madre María. Una madre fría, manipuladora y atormentada que fomenta el sentimiento de culpa y alimenta sin piedad ni consideración la depresión de su hipersensible hija.

V. Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz. La impotencia de una hija – que podría ser la ilusión y alegría de cualquier madre – para sentirse querida, apreciada, acogida, validada. Nada ni nadie puede sustituir esa falta de caridad en su dolorido corazón.

VI. Verónica limpia el rostro de Jesús. La confirmación como meta inmediata, pero el sacrificio como único medio de darle sentido a una existencia que siente baladí.

VII. Jesús cae por segunda vez. Querer ver la presencia y manifestación del demonio en todas las vivencias que se salen del recto camino, aboca a reinterpretar la realidad y ver una intencionalidad maligna donde no hay nada más que cotidianeidad o gusto trivial.

VIII. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. Tener que vivir la propia vida en función de la de los demás (sus creencias, sus imposiciones, sus prescripciones, sus reglas) convierte la existencia en una cárcel de imposible escapatoria.

IX. Jesús cae por tercera vez. El amor terrenal y mundano como expresión del mal distorsiona la vida y la vuelve insalubre, irrespirable, tóxica, nociva.

X. Jesús es despojado de sus vestiduras. La desnudez de la puesta en escena, sin artificios ni retórica, nos confronta con la crueldad de nuestros semejantes, sus prejuicios, sus escalas de valores, sus censuras y su abandono.

XI. Jesús es clavado en la cruz. El sabio uso del plano secuencia nos remite a otra película terrible de ingrato visionado: “Irreversible” (2002) de Gaspar Noé. Ésta – como aquella – trata del cielo y del infierno, de la culpa y la expiación, pero van más allá de las palabras y se clavan como hierros candentes en la mirada atónita del acongojado espectador.

XII. Jesús muere en la cruz. Otras dos películas echan su larga, fatídica y fructífera sombra sobre ésta: “Ordet (La palabra)” (1955) de Carl Theodor Dreyer y “Rompiendo las olas” (1996) de Lars von Trier. Aunque diferentes y divergentes en cuanto a su resolución, no se pueden pasar por alto sus muchas coincidencias y su nada unánime recepción crítica. Son provocadora carne de polémica.

XIII. Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre. Estamos ante un estudio escalofriante del integrismo religioso, de su falta de humanidad, misericordia y compasión. Pero también es mucho más que eso, porque su director y guionista no toma partido, sino que expone y refleja la generosidad de un ser puro y manipulable, que no busca más que amor y encuentra rechazo e incomprensión. En un mundo obsesionado con el beneficio propio, ¿dónde queda y cómo queda el desprendimiento altruista?

XIV. Jesús es sepultado. Catorce planos-secuencia que se quedan por siempre en la memoria. Secos, cortantes, filosos, ingratos, inolvidables. Pocas veces se ha llegado tan lejos con tan parcos medios. No gustará ni a los come-curas profesionales ni a los beatos meapilas, es decir, ¿a quién va dirigida esta cinta? Difícil saberlo. Difícil recomendarla, pero sencillamente genial e irrepetible.
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40 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exodus: Dioses y reyes
Exodus: Dioses y reyes (2014)
  • 5,2
    23.248
  • Estados Unidos Ridley Scott
  • Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul ...
5
Quid a horribilis Peplum circa Aegyptum
¿Para qué volver a llevar a la gran pantalla una trama archiconocida, interminable, grandilocuente, obsesiva, fundamentalista, excluyente, plomiza y anticuada si no se aporta nada nuevo y resulta tan correcta como previsible y redundante? Asistir a dos horas y media de tediosa regurgitación de una narración trillada y sin sorpresas acaba siendo un suplicio análogo a los padecimientos del pueblo israelí: atrapados en una situación horrible (¡durante siglos!) y abocados a una liberación incierta (pero, ¿cuándo se acaba esto?) las estampas y escenitas se suceden con obsesiva previsibilidad hasta desembocar en un futuro incierto (¿lloverá, hará frío, habrá taxis a la salida,?).

La corrección técnica, el buen acabado pulcro y esmerado y unos efectos especiales cuidados y eficaces casi son una obligación irrenunciable – y pronosticable – de cualquier superproducción que se precie. Aquí la calidad del conjunto es innegable, pero no así el entretenimiento, que brilla obstinado por su total y contumaz ausencia. Hay mucha forma ampulosa y muchos detalles brillantes, mucho colorido y estudiado contraste entre la opulencia de los ricos (egipcios) y mucha mugre e insalubridad picajosa de los pobres (los israelitas) pero poco fondo y nulo contenido. Es como ver postales animadas perfectamente fotografiadas, muy bien compuestas y sin más objetivo que el reproducir con almibarado gusto una época llena de fascinación y poder evocativo, pero el interés flaquea desde el comienzo y acaba fatigando tan insípida reconstrucción inanimada.

Lo realmente imperdonable es que el resultado sea tan aburrido, tan cansino, tan sin gracia ni interés, tan previsible y tan desatinado. Es larga y se hace larga. No aporta nada novedoso ni interesante, nada memorable, ninguna escena impactante y ningún personaje que trascienda las limitaciones de su acartonado cometido. Hasta un actor por lo general eficaz e inspirado como Christian Bale está perdido e insípido entre tanto maquillaje y tanto perifollo inconsecuente. Desaprovechados por completo están Sigourney Weaver, Ben Kingsley o John Turturro. Y el antagonista es tan patético y bobalicón que acaba siendo risible. En definitiva: una cinta soporífera, pesada y cargante, del todo superflua y prescindible. Aparatosa mercadotecnia al servicio de la nada absoluta. Ahórrensela.
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32 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mommy
Mommy (2014)
  • 7,4
    17.241
  • Canadá Xavier Dolan
  • Anne Dorval, Antoine-Olivier Pilon, Suzanne Clément ...
9
Botiquín de cuerpo y alma: la mortificante invisibilidad de las heridas
Tres personajes, tres condenas, tres fracturas de incierta sutura, tres llagas que supuran lodazales de sangre y ciénagas de dolor, tres almas en pena que apenas se mantienen en pie y que sólo a través de un movimiento frenético y tenaz consiguen perdurar, unidos a la vida por un hilo invisible entre la esperanza y el desconsuelo más atroz… Hay tanto en esta cinta, ofrece tal avalancha de sugerencias, un exuberante alud de ideas, un arrollamiento frenético de sensaciones, vivencias, impresiones, conmociones, turbaciones, perplejidades, chillidos, excitaciones, galerías y atolladeros que produce un desbordamiento palpitante de los sentidos, que se abruman y colapsan de tan ingente riqueza de propuestas que podrían dar aliento a una docena larga de películas y no agotarse…

Tres destinos desatinados. Tres supuraciones emboscadas que corroen al alma, carcomen la esencia y dejan exhausto, exánime. Vida y muerte. Fulgor y catacumba. Principio y fin. Siempre en movimiento, siempre en un callejón sin salida. Hay tal abundancia y fertilidad en estas casi dos horas y media de torrencial y furioso empuje que pasan como un soplo fugaz, inasible, perdurable, tormentoso, hoguera y aquelarre de fatalidad e ilusiones quebradas. Tres vidas unidas por el amor, por el dolor, por las ganas de vivir y no darse por vencido, salir adelante a cualquier precio aunque el coste sea oneroso y esté fuera de todo alcance… ¿Cuántas veces hemos oído – y experimentado – que el amor sólo no basta para salir adelante, para seguir en la brecha, para sobrevivir? Y sin embargo volvemos a intentarlo, reunimos fuerza de flaquezas y volvemos a embestir la vida como si todos los golpes no nos hubieran hecho mella o zaherido o abatido jamás.

Esta hipnótica cinta no explica nada, sino que expone, deja al espectador libre para que ate cabos y haga asociaciones y conexiones, reconstruya pasados, busque y escarbe bajo su superficie tersa llena de aristas la complejidad del devenir de personas desafortunadas, caóticas, imprevisibles y afligidas. No sienta cátedra ni siembra certezas, sólo abre heridas y plantea interrogantes de difícil y nada unívoca resolución. Deja todo abierto al debate, a la duda, a la exploración. La certeza anquilosa, congela y mata. Donde hay vida hay esperanza. Aunque sea para equivocarse.

No gustará a todos – ni lo pretende – y sobre todo desagradará a los que necesiten respuestas inequívocas y tajantes ante los desafíos cotidianos. La libertad es lo que tiene: no todos saben hacer uso de ella, ni quieren, ni pueden. Desaforada, volcánica y tectónica. Un diamante en bruto.
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54 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trash, ladrones de esperanza
Trash, ladrones de esperanza (2014)
  • 6,4
    6.172
  • Reino Unido Stephen Daldry, Christian Duurvoort
  • Rooney Mara, Martin Sheen, Wagner Moura ...
6
Coctelera trituradora a tutiplén: entretenida y poco mas
Esta simpática muestra de cine entre étnico y de denuncia tiene dos laureados antecedentes: “Ciudad de Dios” (2002) de Fernando Meirelles y “Slumdog Millionaire” (2008) de Danny Boyle. Pero carece de la contundencia impactante de la primera y de la sorpresa seductora de la segunda, contentándose con ser una amable cinta llena de tópicos y buenas intenciones, pero demasiado blanda, trivial y acomodaticia. Sin la existencia de esos briosos antecedentes podríamos estar ante una propuesta original, colorista y novedosa, pero en realidad no hace sino recorrer terrenos ya conocidos, muy en la honda del cine ‘comprometido’ de masas de fácil consumo, recogiendo dos o tres ideas de moda (la corrupción política, la bondad de la pobreza, la infancia como refugio de la esperanza) pero sorteando cualquier hondura, evitando penetrar en las complejidades inherentes de lo que narra, limitándose a entretener, sin más.

Quizás lo peor sea que tras la proyección nos quedemos pensando en la película que podría haber llegado a ser y no es, o en la película que debería haber sido y nro alcanza a ser, olvidándonos de lo que realmente hemos visionado: un entretenimiento comercial sin otra pretensión que llegar al gran público, suavemente acusatorio, amablemente comprometido y embaucadoramente intenso. Hay demasiado brillo impostado, ternura esforzada y encanto tercermundista como para que se la pueda tomar en serio. Sobre todo el final resulta demasiado conciliador, afable y optimista, trivializando y devaluando toda la crudeza, penalidades y desolación a la que hemos asistido. Y esto hace casi olvidar que en realidad estamos ante una cinta muy entretenida, intensa, intrépida y vibrante, que si bien no trasciende sus limitaciones, consigue ofrecer un espectáculo digno y esforzado.

Tras la proyección queda el agridulce sabor de la decepción. Hay mucho talento en la dirección y cierto riesgo innegable en la temática elegida, pero perdura la sensación de estamos ante un planificado engaño pacientemente fabricado en algún despacho de un productor sagaz que cree saber lo que el público quiere ver y hasta dónde se puede y debe llegar abordando temas de actualidad, pero tratando de no traspasar la corrección edulcorada y de no irritar a los biempensantes espectadores del primer mundo, que son los que se van a gastar los cuartos al ir a ver esta cinta. La suavidad como esencia para recuperar el dinero de la inversión.

En conclusión: buen espectáculo de entretenimiento que se queda corto. La denuncia queda diluida y abortada por la cobardía.
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37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fuego
Fuego (2014)
  • 5,2
    1.465
  • España Luis Marías
  • José Coronado, Aida Folch, Leire Berrocal ...
2
Engendro infame y lamentable que produce vergüenza ajena
¡Menudo engrudo de película, indigna de tal nombre! Qué pena malgastar el terrorismo como telón de fondo y andamiaje argumental de un proyecto tan grosero y canalla que mancha la memoria de las víctimas sin conseguir entretener, sino a lo sumo producir pena y rabia, porque se acomete un expolio artero del sufrimiento ajeno sin alcanzar nada más que la perplejidad alucinada del espectador. Parece más bien la calentura fantasiosa de un abertzale metido a supuesto cineasta que no un relato exigente con un mínimo de coherencia y verosimilitud. Pero ni como provocación sirve de lo mal que está un guión exangüe, con mucha carnaza y tópicos, con presuntos personajes abocetados con brocha gorda y unos quiebros narrativos que producirían hilaridad de no tomarse tan en serio.

El punto de partida – aunque forzado – podría tener un pase y ofrecer posibilidades como exploración del tremendismo patrio o servir al menos de mero entretenimiento escapista. Se trata de la venganza largamente planificada de una víctima de un atentado terrorista, pero no sobre el asesino que le puso la bomba, sino sobre la familia inmediata del etarra que trató de asesinarle y se llevó por delante la vida de su mujer y mutiló a su hija. Es el relato de lo que nunca ha ocurrido pero muchos pensaban (o deseaban) que ocurriese: que a las fuerzas de seguridad (policía, ejército, guardia civil) se les fuera la pinza y acometieran una sangrienta vendetta que confirmara las peores infamias de sus verdugos: que son unas bestias sin escrúpulos, ni conciencia, ni atisbos de humanidad. Pero el hecho es que eso nunca ocurrió y el guión naufraga, incapaz de darle ni un mínimo barniz de verosimilitud a tan arriesgada propuesta.

Porque lo realmente imperdonable de este aborto es que contiene una descripción de personajes de cartón piedra del todo absurdos por forzados, planos y monolíticos, que además regurgitan unos diálogos penosos que desacreditan cualquier intento por tomarse en serio esta fallida trama. Hasta un ‘Yo Tarzán’ ‘Tú Jane’ están mejor resueltos y resultan más enjundiosos que esta ultrajante amalgama de chabacanería y zafiedad. Sólo hay un personaje simpático (un mayordomo polaco) pero es muy pobre bagaje para tanto alboroto y estruendo malogrado.

Los actores no aportan nada relevante y se contagian de una desgana y apatía que se transmite al sufrido espectador. Sorprende que con tan débiles mimbres esta cinta haya conseguido financiación alguna. Totalmente prescindible.
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20 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diplomacia
Diplomacia (2014)
  • 6,4
    2.183
  • Francia Volker Schlöndorff
  • André Dussollier, Niels Arestrup, Robert Stadlober ...
5
París merece algo mejor que un aburrimiento pretencioso
El panteón de los proyectos bienintencionados, pulcros, correctos y atildados pero facundos y fallidos es incontable y abigarrado. Como prolija es la conversación entre sus dos casi únicos personajes: mera palabrería, embauco, embeleso, galimatías y tedio. No es tanto que se note que estamos ante la adaptación de una obra de teatro – que también – sino que asistimos a una argucia dialéctica que apenas alcanza que sigamos con indiferencia el ajedrez polemista de sus títeres exangües. No hay emoción, ni tensión, ni conflicto, ni casi polémica, tan solo un artificio hinchado y dilatado que bordea el hastío más absoluto.

Que la guerra es un horror lo sabemos todo, que inmersos en el sinsentido de una debacle inminente cualquier matanza es una empresa estéril y bárbara que borra aún más la poca humanidad que queda a sus responsables, que todo esfuerzo por cumplir órdenes a sabiendas de su iniquidad y vesania es un disparate de difícil justificación… Éste es el tema central de la cinta paneuropea que comentamos. Es decir, ¿para qué tanto esfuerzo y tanto empeño en mostrarnos lo que no sólo sabemos y en lo que (espero) estemos todos de acuerdo? Cuando conocemos el desenlace de antemano y todo se reduce a contemplar a unos versados actores haciendo alarde de su talento retórico, ¿qué sentido tiene todo?

Además me produce malestar que se ponga en primer plano la locura que supone destruir una ciudad (por hermosa, emblemática y simbólica que sea) y se deje en un segundo plano a las personas, como si fueran meros figurines intranscendentes y del todo prescindibles. Se pone el foco sobre la ciudad como si la insensatez de su destrucción tuviera más importancia que la supervivencia y rescate de las personas que la habitan. Este error de tiro hunde por completo la implicación del espectador, que asiste perplejo a unas discusiones que parecen soslayar lo más importante: los seres humanos y su destino.

Y para colmo de males hay otro detalle que pasa casi desapercibido: la cinta parece justificar que para alcanzar el objetivo propuesto (sea cual sea éste) está permitido mentir, engañar, embaucar, falsificar y confundir con tal de salirse con la suya. Peligrosa y nada inocente conclusión. Tergiversar la realidad a nuestra conveniencia sólo sirve para exonerar los afanes más funestos. Sus buenas y loables intenciones desembocan en la entronización del embuste más fraudulento. En definitiva, una película – muy a mi pesar – fallida.
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25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca es demasiado tarde
Nunca es demasiado tarde (2013)
  • 6,4
    1.863
  • Reino Unido Uberto Pasolini
  • Eddie Marsan, Joanne Froggatt, Karen Drury ...
8
Acompañamiento post mortem: una soledad multitudinaria
Estamos ante un estudio paciente, delicado y minucioso del carácter de un – en apariencia – anodino y gris funcionario municipal. Su tarea consiste en encontrar a familiares o amigos de aquellas personas que han fallecido en soledad y abandono, con la esperanza de que alguien reclame sus cuerpos o al menos asista al sobrio sepelio, costeado por las menguantes arcas municipales. Concienzudo y metódico hasta la obsesión, calmoso y laborioso hasta la exasperación, su cometido es su razón de ser e impregna de sentido toda su callada y ascética existencia. Podría parecer que su labor es improductiva e inútil en un mundo tan tergiversado y sojuzgado por los resultados inmediatos, con una productividad reducida a ratios de eficiencia y rapidez de procedimientos. El objetivo de acompañar a los muertos, darles una despedida digna y serena se pierde de vista, no resulta rentable.

Cinta atípica, peculiar y muy original, alejada de cualquier apresuramiento narrativo, de todo efectismo visual, va calando muy hondo poco a poco, casi sin darte cuenta. La discreta presencia de su protagonista apenas oculta su inmenso corazón y su profunda ternura, basta con rascar un poquito para que salga a la luz su altruista generosidad que no se compensa con dinero ni busca otra remuneración que hacer el bien a sus semejantes, sin aspavientos, sin darle importancia, sin querer obtener nada a cambio. Qué rara y atípica se nos hace la bondad de nuestros conciudadanos, cuando todo parece tener precio y estar tasado, pero nadie sabe valorar lo importante, lo esencial, lo trascendente.

Esta singular y logradísima película corre el riesgo de pasar desapercibida para un público ahíto de mercadotecnia, embotado de banalidad, estragado de ruido, explosiones, efectos especiales, parafernalia de saldo y sagas clónicas de nulo interés y desorbitado presupuesto. Es la prueba sangrante de que tan sólo hace falta un personaje interesante, una historia bien trabada, atender a la sinceridad de los vericuetos argumentales, para dar en la diana de la turbación. Sin fórmulas trilladas, sin plantillas adocenadas, sin alardes ni alharacas, sin afectación deshumanizada. Basta con escuchar los sentimientos y reflejarlos con naturalidad y sencillez.

Sin duda, es una cinta minoritaria, pero los espectadores en busca de tesoros fortuitos se verán recompensados. Alberga uno de los finales más emotivos, honestos y jubilosos que recuerdo, donde la emoción se desborda, sin subrayados, ni falsificación. Un manjar para gourmets del buen cine.
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67 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor es extraño
El amor es extraño (2014)
  • 6,3
    2.955
  • Estados Unidos Ira Sachs
  • John Lithgow, Alfred Molina, Marisa Tomei ...
6
El amor cotidiano y las dificultades sobrevenidas
¿Qué queda del amor en una relación de 39 años? ¿Cómo seguir adelante cuando todo parece confabularse en contra y queremos conservar lo construido en esas décadas en común pero el dinero es más escaso y laborioso que la necesidad de estar juntos? ¿A quién recurrir cuando surgen los problemas y cómo afrontar los obstáculos y contrariedades que parecen querernos anular? Cimentar, erigir y nutrir una relación no es tarea sencilla y la solidaridad familiar tiene límites que no conviene sobrepasar. Y los amigos pueden ser los mejores imaginables, pero su apoyo no siempre soluciona problemas ni tan siquiera los alivia. ¡Ay el amor, ese etéreo bien parvo y difuso que todos anhelamos y pocos tenemos la dicha de experimentar en plenitud alborozada!

Ya en su anterior trabajo, “Keep the lights on” (2012), el director Ira Sachs exploró las complejidades y vericuetos del intrincado mundo de la pareja. Lo que entonces eran problemas de fidelidad y abuso de drogas son ahora problemas de dinero y laborales. La diferencia de edad de sus protagonistas en ambas películas (treintañeros en la anterior o sesentones en la actual) apenas es un dato anecdótico que aporta ciertos matices de textura y ternura, pero que no resulta relevante en lo esencial: los conflictos y apuros del amor incierto, a veces inesperado, a veces paciente y constante, pero siempre enmarañado y arbitrario.

En esta cinta acierta en el tono, consiguiendo transmitir el peso y poso de una relación de casi cuarenta años, reflejando el día a día de un amor construido en base al hábito, la costumbre y la deseable cercanía, el afecto del roce y la afinidad de gustos y quehaceres. Se palpa y transmite verdad. Pero el conflicto resulta artificioso y los vericuetos de la trama ni parecen lógicos ni resultan verosímiles, por lo que el conjunto queda descompensado y si bien se ve con simpatía y complicidad, parece demasiado extremo y forzado, demasiado artificioso para convencer.

Los actores protagonistas aportan su aplomo y talento, hay ciertas elipsis muy logradas y un final luminoso y esperanzador pese a lo lúgubre y fatalista del planteamiento. Pero en conjunto sabe a poco, se queda corto: las buenas intenciones y la cordialidad empática no bastan para elaborar una buena película.
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interstellar
Interstellar (2014)
  • 7,9
    103.876
  • Estados Unidos Christopher Nolan
  • Matthew McConaughey, Anne Hathaway, David Gyasi ...
7
Una odisea del espacio desde el más puro amor
Estamos en crisis y nos hacemos preguntas prácticas y concretas sobre cómo sobrevivir, sobre cómo salir adelante con un mínimo de dignidad y decoro, con el anhelo de legar a nuestros hijos un lugar habitable, acogedor, cálido y nutritivo. Esta premisa recorre como un mantra toda esta epopeya espacial sobre la supervivencia, sobre las aventuras y riesgos para alcanzar un mundo mejor y trascender las limitaciones en las que nos tocan malvivir. Se detiene poco en explicar cómo se ha deteriorado la habitabilidad de la tierra y se centra en el intento por encontrar algún lugar del universo donde poder seguir adelante. Es una búsqueda constante, es el impulso de la supervivencia personal y de la especie en sus múltiples manifestaciones y facetas.

Visualmente es muy hermosa, sobrecogedora y apocalíptica, está muy bien trabada y con una factura técnica envidiable, en concordancia con los difíciles momentos que estamos pasando desde hace ya más de un lustro y que está llevando a perder la paciencia y casi hasta la esperanza de mejorar en algún momento. No vemos más allá del día de hoy y no queda tiempo ni fuerzas para imaginar un mundo mejor o más relajado y placentero. Y apenas quedan recursos para hacer del presente una experiencia digna de ser vivida. No es una cinta de evasión, sino más bien de búsqueda, de exploración, que nos enfrenta a nuestros peores fantasmas y nos saca lo mejor y lo peor de uno mismo. Tras cada palabrería vocinglera de altruismo y entrega, anida – agazapado – el germen del egoísmo y la traición.

Hay poco que objetar. Quizás sólo que haya un exceso de cientifismo de andar por casa y alguna complejidad narrativa innecesaria que enturbia la claridad del relato, que podría ganar en intensidad y concisión si fuera más directamente al factor humano sin tanta parafernalia tecnológica ni tanta bravata científica. A todas luces bebe de dos fuentes poderosas – 2001 y Gravity – pero pierde algo de fuelle por tratar de atar todos los cabos sin dejar nada a la imaginación o la sugerencia. El discurso moralista difumina el mensaje, al adornarlo con abalorios y sensiblería innecesarios.

Potente, intensa, muy trabajada y llena de hallazgos y filigrana aquilatada, pero quizás no alcanza las cotas de excelencia que tan laboriosamente se propone. Produce inquietud y desasosiego y refleja una realidad posible que por desgracia parece demasiado probable. Ofrece mucho pero sabe a poco, quizás por exceso de ambición y falta de contención. Un caramelo envenenado que no deja indiferente.
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32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filth, el sucio
Filth, el sucio (2013)
  • 6,0
    8.007
  • Reino Unido Jon S. Baird
  • James McAvoy, Imogen Poots, Jamie Bell ...
6
Inexorable descenso a los infiernos
Un policía de Edimburgo. Nos hacemos una idea de cómo podría ser su vida. Pues no, tiren todas las imágenes preconcebidas a la basura y déjense arrastrar por un carácter que parece predestinado al libertinaje: sexo obsesivo, consumo de estupefacientes (cuantos más, mejor), abuso verbal y físico de las mujeres de su entorno, manipulación maniquea e interesada de sus conocidos, delirios de grandeza, obsesión por tenerla más grande que los demás (y que lo sepan) – aunque en realidad sea un impotente salvo en contadas ocasiones gracias a alguna parafilia de difícil manejo y descripción – obsesión delirante con la esposa que lo abandonó, fijación con un hermano al que no pudo salvar la vida…

El listado de traumas y ofuscaciones es casi ilimitado. Y ninguno corresponde a lo que asociaríamos con un policía equilibrado y razonable. No hay más que exageración y desquiciamiento en un proceder que no sabemos si tiene su origen en la ruptura de su matrimonio (probable), en un irresuelto trauma de infancia (tópico no descartable), una obsesión cainita por quedar por encima de los demás y que al verse frustrada desemboca en el consumo escapista de drogas por doquier para así hacer llevadero su calvario… Hay muchas alternativas pero todas apuntan en la misma dirección: una vida atrapada en un callejón sin salida.

El retrato de la demasía y el desenfreno es excelente, aunque quizás algo monocorde y sin matices, ya que en el espectador se produce casi el mismo embrutecimiento y embotamiento emocional que en su protagonista: hay tanto exceso que el siguiente chute corre casi el peligro de pasar desapercibido o ser una mera repetición de lo ya conocido, transitado, reconocible y pasado. Y ahí radica la cruz de la película. Hay una desmesura intrigante e interesante, pero que acaba cansando porque no va a ningún lugar ni parece proporcionar nada que no sea el trillado retrato de un infierno privado abocado a la autodestrucción más salvaje. Es demasiado determinista y sin matices, sobradamente previsible.

Por ello – y si bien la generosa y enloquecida interpretación de James McAvoy es un aliciente añadido para recomendar su visionado – el resultado acaba sabiendo a poco. Deja un regusto agridulce a que ha habido más palabrería verbenera que faena diestra, más espejismo y simulacro que consumación y remate, más deseo que realidad. Un interesante intento por explorar el exceso que acaba casi en insustancial gatillazo. Aunque el final, por una vez, sea espléndido.
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23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
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