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Voto de antonalva:
7
Drama Kolia vive en un pueblito a orillas del mar de Barents, al norte de Rusia. Tiene un taller de mecánica al lado de su casa, donde vive con su joven esposa y su hijo, fruto de una relación anterior. El alcalde del pueblo está decidido a apropiarse de la casa y del taller de Kolia a toda costa. Primero intenta comprar el terreno, pero Kolia no está dispuesto a vender. (FILMAFFINITY)
3 de enero de 2015
66 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante e intensa película rusa que aborda un tema de notoria actualidad: los deleznables y estomagantes efectos de la corrupción política, la connivencia entre todos los poderes fácticos, la imposibilidad de vencer a la maquinaria del Estado cuando no hay Estado digno de tal nombre o las mafias y corruptelas están por encima de las instituciones y de las leyes. Querer ir contra el hampa corrupta, contra los descastados adoradores del becerro de oro, de las pieles ensangrentadas, de los sanedrines universitarios, de las Iglesias vanidosas y palabreras… nada está al servicio del ciudadano sino que se oficia un pandemónium fatalista contra el que es imposible vencer. La venganza cruenta y desoladora como única realidad lacerante.

¿De qué sirve tener la razón si no hay nadie que nos avale o interceda por nosotros? ¿De qué valen las leyes si no hay nadie dispuesto a aplicarlas o defenderlas o sostenerlas? ¿Para qué vivir si somos meros juguetes desvencijados a merced del latrocinio, del atropello, de la rapiña, de los humores y prioridades flatulentas de los caciques y sus aduladores y lameculos de carrera? ¿Para qué sobrevivir al hundimiento apocalíptico cuando nos parten el espinazo, arramblan con nuestros bienes, nos despojan de toda dignidad y somos tan solo una ruina famélica y renqueante a merced del viento, de las mareas, de las inclemencias de las penalidades cotidianas? ¿Cómo vencer cuando ya estamos vencidos, cuando el punto de partida está trucado y las cartas están marcadas y somos unos peleles manipulados por la retórica del sibilino más avispado, listillos de cónclaves o asambleas devaluadas?

Produce desazón, desasosiego y repulsión ver que el mal es general e impregna todos los países, todas las culturas y todas las ideologías.Es la verdadera calamidad contemporánea que se viste de mil ropajes y se defiende con cien mil cantos de sirenas oportunistas y tunantes que tratan de maquillar lo abominable del discurso con la retórica más conveniente para cada ocasión y circunstancia. Cuando no hay instituciones sólidas quedamos en manos del demagogo de turno que manipula, tergiversa, compra y vende favores y adapta su discurso para acomodar el mensaje a cada circunstancia. El mal es endémico y cuando no hay refugio, sólo queda un reguero de cadáveres.

Desoladora muestra de acerado cine político y social que produce tanta incomodidad como desconsuelo. Andamos entre ruinas y glorificamos el fango. Trágica y necesaria pero nada gratificante. Ni un rayo de esperanza. Desencanto total.
antonalva
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