arrow

453 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Yo veo rinocerontes
Definir esta película en pocas palabras es fácil, pero cruel, innecesario e injusto. Lo haré, de todas formas: es una película que transpira buen humor, transpira amor, respeto por las calles que pisa y por las figuras clásicas que expone, cariño hacia la figura que Woody Allen fué, agrado hacia el presente y nostalgia hacia el pasado. Es una película blanca, limpia, ajena a maldad alguna más allá de provocar a los que creen que lo barato es barato y el respeto es comunismo. No hay ningún plano equivocado, no hay ninguno que se aleje del propósito de contarte una historia, pues aunque es un escaparate de sueños, nunca deja de avanzar, de desgranar la figura del artista, pasado y presente, y lo hace con una mano meticulosa, precisa, fina en los movimientos de camara y fotógrafa en los planos fijos. No hay un actor desubicado, ni incorrecto. Es una película que en su sencillez ronda la perfección y en su originalidad, en su forma, se hace irrepetible.

Lo mejor de toda ella, es la sonrisa que te acompaña desde que Owen Wilson habla de París hasta que cae la lluvia y se cierra el telón. Es una sonrisa feliz, inconsciente, de la que es imposible separarse. Si el cine es emociones, pocas películas me han atado nunca tanto a una emoción, sea cual sea.

En resumen, en pocas palabras: Blanca, pura, casi perfecta.
[Leer más +]
389 de 435 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La más dulce de las nostalgias
Podría analizarla al detalle, hablar del guión, del ritmo, de la fotografía e incluso hacer referencias a películas anteriores del genio neoyorquino. Pero esta película es un placentero viaje para dejarte llevar y disfrutar de un cuento mágico, esperanzador y donde la esencia de un cerebro brillante como Allen nos va pintando un lienzo mientras se nos dibuja una sonrisa en la cara.

El tiempo lo dirá, pero yo he tenido la sensación de haber asistido a una de las obras maestras de Woody Allen.

Es una película limpia, amable, sin burlas. Una declaración de respeto y admiración a París y a las figuras clásicas que él tanto admira y que van desfilan por la pantalla dejando pinceladas maestras. Todos ellos personajes tratados con un cariño que conmueve. Cada plano, cada calle por las que camina son un poema de amor en si. Incluso su brillante sentido del humor, más agudo que nunca, se aleja del sarcasmo y nos regala unos diálogos donde las bromas parecen dichas desde el cariño, desde la mas dulce de las nostalgias... bajo la lluvia de París .

Una película mágica , un viaje con billete de ida y vuelta, de la que sales con un estado muy parecido al de la felicidad.
[Leer más +]
174 de 185 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Aquella maravillosa nostalgia
Salvo alguna honrosa excepción, el periplo por el viejo continente de Woody Allen (iniciado hará ya más de un lustro) no se estaba saldando con demasiada buena nota. Un resultado por lo menos curioso, sobre todo teniendo en cuenta la fama de "autor europeo" que le ha perseguido casi desde los orígenes de su larga y fecunda carrera, y que de algún modo venía a ser una explicación algo simplona de por qué sus películas parecían tener siempre una mejor acogida en el otro lado del charco (el nuestro, se entiende).

Agarrándonos a esta concepción de las sintonías allenianas, no deja de ser paradójico que las visitas de este veterano autor a ciudades tan emblemáticas como Londres o Barcelona se tradujesen en productos tan mediocres dentro de su historial. Y no deja de ser preocupante que sus mejores productos a lo largo de estos últimos años surgieran bien de sutiles revisiones de alguna de sus obras mayores (es el caso de 'Match Point', versión más agria de 'Delitos y faltas'), bien de recuperar guiones que llevaban décadas abandonados, y que de paso le servirían para volver a los Estados Unidos ('Si la cosa funciona').

En ningún lugar como en casa. Una filosofía que delata un más que evidente chobinismo, que de esto saben mucho en Francia... más aún en la gran capital. París, esa ciudad siempre con ambición de acapararlo todo en el sí del país galo, tiene algo especial. "París me excita", afirmó el genio neoyorquino en la rueda de prensa de presentación en Cannes de su última obra. Rueda de prensa en la que no perdidó la ocasión de mostrarse -una vez más- tímido ante los medios de comunicación, y de presentar un aspecto que, por qué no decirlo, de buen seguro hiz sufrir a más de uno por su estado de salud. Afortunadamente, la película que trajo bajo el brazo dejó mejores sensaciones. ¿Podemos hablar de la mejor película de esa especie de "European Tour" de Allen? Sin duda. Es más, 'Medianoche en París' hace méritos suficientes para entrar, quizás no en el grupo de obras cumbre de Allen, pero sin duda en el de las que con el paso de los años vamos a recordar con mucho cariño.
[Leer más +]
158 de 188 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Woody en la orilla
Midnight in Paris comienza con un pequeño ciclo de postales. Acto seguido, una familia de pijos estadounidenses (superficiales, bufos, repulsivos), entra en escena. Todo huele a crítica feroz de espuma y palomitas: personajes de una pieza, buenos chistes, técnica impoluta, un sosias –otro más, pero ninguno me complace tanto como el genuino– del propio Woody Allen en el papel protagonista.

Acomodados en la butaca, dispuestos a disfrutar de este paseo en bateau-mouche por las aceras de ‘Paris, la nuit’, un coche antiguo nos recoge…

…y nos conduce a otra París idealizada (esa luz, nocturna y ocre, es menos de la capital francesa que de Allen), retratada en brillo (no en profundidad), con personajes bufos de una pieza, buenos chistes, técnica impoluta y el sosias de Woody campando alucinado por los Campos Elíseos de una pasión que en él es llama doble: el arte (los artistas) y el eterno femenino.

Los artistas, esos cómicos, son satirizados sin piedad y con cariño; en el fondo, se nos dice, son inocuos en vida y fértiles en obra. Los otros, los no artistas –el profesor pedante, la mujer florero, los padres ultraconservadores y clasistas, la idea gris del funcionario made in Hollywood– son caricaturizados sin atisbo de cariño y sin piedad, pero con mucha gracia.

El conjunto es algo desigual y francamente divertido. Woody Allen, en la orilla de su vida, se nos muestra nostálgico y mordaz. Se parapeta frente al miedo ante la muerte con sus dos queridas y canónicas eternidades: el Arte y la Mujer.

Existe, para él, la Edad de Oro. Y es que cada uno de nosotros alberga en su interior una pléyade particular de genios y poetas –es curioso observar cómo se imbrica el arte en el tejido de la vida, cómo se teje y se desteje nuestra historia personal en el tapiz de obras, sitios y recuerdos que configuran la memoria.

El tiempo pasa, la Edad de Oro adopta la forma idealizada de un pretérito irreal –o, más bien, hiperreal en tanto que evocación perfecta, plena y muy presente del pasado.

El eterno femenino, para Allen, es una carrera de relevos en la que, en toda época y lugar, habrá una jovencita que nos lleve de la mano en dirección contraria a la guadaña. Ya se sabe que Eros es el gran antagonista de la Muerte.

¿Y el Arte? El Arte es un divertimento. Los artistas son ridículos farsantes con encanto. Pero sin esa farsa, el aire de este mundo sería irrespirable.

===

Woody, el viejo Woody, no puede ser más transparente en su mensaje: que exista siempre una mujer con quien sentir, a orillas de algún Sena, el penúltimo disco de Cole Porter.
[Leer más +]
129 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
El crepúsculo de los dioses
La entrada de Woody Allen en el panteón de los dioses crea situaciones embarazosas a la hora de evaluar su último cine. La mayoría del público se desnuca mirando hacia la atalaya en la que lleva unos años acomodado, bien ensalzándole por el mero hecho de devolverle el favor de haber escrito algunas páginas gloriosas del séptimo arte, bien por una actitud de nula exigencia hacia su obra o bien por la inercia acrítica de quienes se conforman con opinar lo que diga la rubia, digo el crítico. Nos encontramos ante la decadencia de un clásico en vida, esa complicada condición en la que la condescendencia y el esnobismo se vuelven moneda de cambio habitual.

El fondo de sus grandes películas aborda las relaciones humanas en toda su complejidad, a veces en plan liviano y otras con cierta gravedad, mientras los rasgos formales suelen concentrarse en el periplo de un tipo tartamudo e ingenioso, una amalgama de señoras y caballeros de bolsillo abultado que verbalizan todo lo que les pasa por la cabeza, alguna pullita al paletismo supuestamente inherente a los votantes republicanos y bellas estampas de las ciudades más románticas y cosmopolitas del mundo, todo ello engalanado con referencias culturales de alto nivel. Esto era hasta hace unos años, porque ahora ya no hay fondo, solo estos rasgos formales.

La consecuencia principal de que Woody Allen se haya convertido en un imitador de Woody Allen es que "Medianoche en París" parece un "Torrente" no ya para esnobs, sino todavía peor, para pringaos que quieren ser esnobs. Así lo atestigua la retahíla de cameos insustanciales (hola Carla Bruni, hola Adrien Brody) y las referencias culturales anecdóticas colocadas a huevo para que el aspirante a listillo se sienta realizado al reconocer a los artistas de principios del siglo XX que pululan por la pantalla sin aportar nada que se aleje mínimamente del tópico. Se trata por tanto de pensar "qué gracia, si es Buñuel", en lugar de pensar "qué interesante es el personaje de Buñuel". Ni siquiera los personajes principales están bien perfilados. No lo digo por Owen Wilson, cumplidor y majete en su labor de alter ego de Allen, sino por la novia, los padres de esta y el repelente personaje de Michael Sheen, todos ellos caricaturas que invitan a desempolvar la guillotina.

No puedo hablar de decepción, porque daba por hecho que estaba sobrevalorada, pero me esperaba algún destello de los buenos tiempos,sobre todo ahora que andaba deslumbrado con la fuerza de su talento en "Delitos y faltas". Procederé pues a comerme con patatas mis siete euros y a pensar en Allen en pasado en lugar de en presente. Con un cine como este, es normal que se muestre más pesimista que nunca en las pocas entrevistas que concede, porque seguramente es el primero que sabe que se ha dejado vencer por la pereza y que sus últimas entregas no son más que alpiste para los conversos. Si no dedica un mínimo de dos años a cada película, podemos ir despidiéndonos del genio.
[Leer más +]
147 de 220 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nostalgia vs. Pragmática
Cualquier tiempo pasado fue mejor.
Una cita que no es invención de nuestros tiempos, si no que ya se recogía incluso en la Biblia (Eclesiastés, 10,7) o el mismo Jorge Manrique en su obra "Coplas a la muerte de su padre".

Esto puede que nos ayude a entender un poco la añoranza de Woody Allen hacia el París de los años veinte. Y es que... ¿Quién no ha soñado alguna vez con vivir en otra época, soñar un cambio de la situación actual o simplemente eso de 'ojalá fuese otro'? Y es que el ser humano suele ser, por naturaleza, bastante inconformista, caprichoso o envidioso, y lo del vecino nos parece más tentador que lo de uno propio.
Pero innatamente, el ser humano también suele ser impetuoso, vehemente, impulsivo... Y me da la sensación que eso es lo que añora Woody Allen.

Los Fitzgerald, Hemingway, Picasso, Dalí, Bunuel, Cole Porter... Si algo tienen en común, aparte de su indudable talento, es que su arte nace de impulsos, sensaciones y motivaciones interiores que brotan al exterior en arrebatos de genialidad. Y de un impulsivo deseo de pasear de noche por las calles de París, el protagonista de la película, Gil Pender, 'viaja' a su anhelado París de los años veinte, junto a los eruditos literarios, pintores y demás artistas que admira. Y se crea una especia de lucha interior entre el pasado y el presente, lo sensitivo y lo práctico (que bien reflejaría su prometida Inez en la película).

Yo creo que la película no es sólo un alegato del 'carpe diem' sino de algo más vital y necesario, de darlo todo, de seguir el impulso que nace del corazón más allá de la cabeza y del pragmatismo (Gil renuncia a su vida de guionista exitoso que no le llena para escribir novelas, que es lo que verdaderamente desea) y apostar por tus sueños de tal forma que en el futuro las venideras generaciones tengan nostalgia de la nuestra y sirvamos de estimulante a sus mente creativas, así como Gil Pender echaba de menos y se inspira en su París de los años veinte.

Y si de algo estoy seguro, es de que a Woody Allen le echarán de menos.
[Leer más +]
86 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¡Jo, qué mediasnoches!
Hace una semana “Midnight in Paris” solo era ‘la nueva película anual de Woody Allen’. Pero desde el pasado miércoles, se convirtió en (según la crítica internacional) “la mejor película de Woody Allen desde Desmotando a Harry”, poseedora de “los mejores chistes” de su realizador. Vamos, “from zero to hero”, que se suele decir: de ser ‘una más’ a ser ‘cita ineludible”. Me encanta el realizador así que iba a verla de todas formas, pero no puedo negar que tanto halago me había hecho esperar algo especial, único.Y “Midnight in Paris” lo es, pero no va más allá. Se trata de un trabajo bien realizado, de gran factura (sólo hay que ver su sensacional ¿prólogo? musical, un retrato de un día en París al estilo Dziga Vertov), en el realizador da pie a un ejercicio de nostalgia de forma similar al de su “Whatever Works” (2009).

“Midnight in Paris” se inicia con la llegada de una pareja a la capital francesa, centrándose la historia principalmente en el personaje de Owen Wilson (que habría interpretado Woody hace unos años sin mayor problema) y sus aventuras por la ciudad, sobre todo las nocturnas. Hablar más es incurrir en spoiler o al menos destripar parte de las sorpresas que se esconden en el que es uno de los guiones más sólidos que ha escrito Allen en los últimos años, también de los más originales, si tenemos en cuenta que la (más divertida, aunque no mejor) citada “Whatever Works” era un trabajo que llevaba años acumulando polvo y que la fantástica “Cassandra’s Dream” parecía fruto de una noche de pasión entre “Match Point” y “Delitos y faltas”. No es gratuito utilizar la palabra “magia” para definir lo que consigue Allen, que vuelve a demostrar que su genio no se encuentra sólo en la escritura de los gags sino también en la construcción de escenas, que esta vez delegan parte de su efectividad en los conocimientos culturales del espectador.

Levantada por un simpático Owen Wilson y un reparto de secundarios que no desmerece (genial Sheen, hermosísima Cotillard), “Midnight in Paris” no es una Obra Maestra y está lejos del mejor Allen, aquel que nos entregase clásicos del séptimo arte como “Manhattan” o “Annie Hall”, pero poco importa. Se trata de un trabajo encantador, lleno de inventiva, que no se limita a engarzar gags y va más allá, partiendo de una idea sencillísima y concluyendo de la única forma posible, dejando una lección que no por evidente pierde fuerza. Otro año más, toca agradecer que este señor, bajito y judío, siga deleitándonos con su sabiduría y entregándonos cine del que deja buen cuerpo y una sonrisa en los labios. Recomendada, pero cuidado con las expectativas. Hay que tomársela como un cuento o una fábula moral, ni más, ni menos. Que tampoco es poca cosa, por otra parte.
[Leer más +]
77 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Melancholia
Todo trata sobre la percepción: de la vida, de uno mismo, de todo aquello que rodea al individuo. Pero para contemplar el pasado como un camino hay que recorrer gran parte de un presente. Woody Allen, con 75 años de edad, parece que siente una nostalgia por todo aquello que dejo escapar y que le arrebató el pasado. “Midnight in Paris” es una obra que divaga entre el humor, las nostalgia y la melancolía envuelto en un cuento alleniano sin hadas ni brujas, sin príncipes ni hechizos. La magia es vista desde el prisma del pasado como ciencia ficción, la literatura es vista desde el futuro como un pasaje fosilizado y perdido para siempre en un recuerdo que vuelve a renacer a medianoche. Allen se rejuvenece en su nuevo álter ego (un perfecto Owen Wilson) y quiere darse una nueva oportunidad para revivir desde el presente, pasando por el pasado, y volver a un futuro lleno de novedad y esperanza.

La nostalgia del protagonista nos mete en una comedia gafapasta sofisticada y parisina con arrebatos morales que nos hacen ver que aquello de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’ siempre es subjetivo, al existir un tiempo pasado para cualquier pasado. Tal vez el cineasta quiere dar entender que cada etapa, como en la vida, tienen sus virtudes y defectos. Lo que antes era visto como débil, insustancial o meramente fallido ahora es examinado como una obra de arte. Desconozco como veremos las últimas entregas barcelonesas, londinenses y parisinas del cineasta pero, desde luego, “Midnight in Paris” tiene un hueco entre sus mejores obras contemporáneas. Un ejercicio de plenitud y vida, de pasión por la nostalgia hacía una memorabilia cinematográfica llamada filmoteca.
[Leer más +]
53 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Anda, si sale Hemingway
La nueva película de Woody Allen y encima excelentes críticas, pues qué bien. Así que, al poco tiempo de su estreno voy a verla al cine. Pero la verdad es que me aburrí un poco. Vale que no estaba en predisposición de estar muy atento, lo cual puede justificar que un par de veces me entrara una soñarra... espectacular. Aun así, pienso que la película es principalmente retazos facilotes de personajes culturalmente relevantes que no buscan otra cosa que la masturbación pseudo intelectualoide. Sí, facilotes, porque es lo típico de colocar a un personaje famoso y soltar un diálogo hipotético con el autor sobre su obra y su carácter. Así, el público inteligente se entretiene con sus escritores, pintores y cineastas favoritos. De hecho cada vez que salía uno de estos (Dalí, Hemingway, Fitzgerald, Buñuel...) el público leído y que se creía avispado soltaba una especie de: "Oh, mira, si es Hemingway". A mí particularmente me causaba bastante vergüenza, especialmente en alguna que otra ocasión. Aquí tenéis una: "Hey Buñuel, tengo una idea sobre una película en la que una serie de personas quedan para cenar en una casa y luego no se atreven a salir de ella". Da igual cómo prosiga la conversación, es para soltarle una colleja a Woody Allen. Así que, lo siento muchachos, de diálogos y situaciones por el estilo se nutre la película.
Ahora bien, tiene cosas interesantes, pues la idea primigénea sobre la nostalgia es acertada para un hermoso París retratado con impresionantes postales. En ocasiones se produce, más allá de la historia, una simbiosis entre la idea central de la película y su ciudad. También algunas coñas tienen su gracia, por más que excedan todas ellas de idiosincrasia intelectualoide. Pero tampoco hay que engañarse, es agradable y nada más, como lo vienen siendo casi todas las últimas de Woody Allen.
[Leer más +]
55 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Magia parisina
Encontrarse con una nueva película del genio neoyorkino y confirmar que se trata de lo mejor de su cine en un extraordinario momento de forma, es una auténtica gozada tanto para sus incondicionales como para los que no le siguen habitualmente. Porque el cine de Allen en este elevado tono, es cine en estado puro.

No podía haber elegido el mejor Festival de Cine del Planeta (Cannes) mejor pistoletazo de salida para un certamen cargado de nombres importantes. Y es que Allen, con “Midnight in Paris” supone todo un aperitivo de lujo cargado de matices, momentos extraordinarios y sublimes, y por supuesto divertidos.

Bajo la apariencia de comedia romántica, Woody Allen nos envuelve por completo en su particular mundo, y con la premisa de una excitante carta de amor a una de las ciudades más bellas del mundo, se encarga de transformar dicha comedia en todo un compendio de cine de alto contenido intelectual, lo que nos permite viajar por mundos de ensueño sin apenas parpadear y nos permite reir sin complejos sin apenas perder la compostura.

En “Midnight in Paris” hay de todo. Desde la nostalgia como punto de reflexión argumentativa, pasando por una estupenda sesión fotográfica y sensorial del París más conocido y también el más bohemio, sin descuidar por supuesto unos diálogos sensacionales y unas situaciones magistrales, para conformar un maravilloso lienzo impresionista que nos permite disfrutar de una sesión de cine al más puro estilo, y de unos más que agradables minutos cinematográficos en una comedia que atrapa desde un primer momento y no deja de sorprender y enganchar en cada tramo, a cuál más interesante.

Todo ello arropado por un acertado reparto, protagonizado por un nostálgico Owen Wilson y una deliciosa Marion Cotillard en sendos papeles hechos a medida, y toda una serie de secundarios en papeles sencillos pero importantes pero ejecutados con bastante acierto, incluida la popular Carla Bruni, que junto a una música cargada de matices consiguen que la obra se mantenga en un elevado y singular tono.

La magia se cierne sobre el París más bello y embriagador de la mano del cineasta que probablemente mejor y con más acierto es capaz de homenajear una ciudad. En este caso además, el homenaje se extiende al París de los años 20 (Picasso, Dalí, Hemingway., Scott Fitzgerald, Buñuel, etc conforman un particular y sorprendente marco de época) e incluso al de la “Belle Epoque” de finales de siglo XIX con Tolousse Lautrec y Gauguin como ejes principales.
Una comedia de amplio disfrute para mentes despreocupadas, pero de una particular motivación para quién además disfrute de fastuosas pinceladas literarias, artísticas e intelectuales, de la mano de un director que deslumbra en pleno siglo XXI.


[email protected]
[Leer más +]
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Allen después de Allen
La verdad es que la voy a puntuar con un escuálido cuatro aún después de ver las sobredimensionadas puntuaciones de los 16 primeros críticos. Y es que no entiendo cómo gente que ve tanto cine, puede acabar poniendo un 8 a esta película (o quizás sí que lo sospecho...)

Como suele ocurrir últimamente con las películas de Allen, la idea está bien pero ahí se acaba todo. La película carece de emoción y tensión. Los diálogos no son rápidos, ni chispeantes. Que París es muy bonito, ya lo sabemos. Que tiempos pasados siempre parecen mejores, también.

Mención especial para los secundarios que hacen de Hemingway, Picasso, Toulouse Lautrec, etc, totalmente inexpresivos...

Finalmente, decir que es que no haya guionistas/directores que tengan tanta imaginación como Woody Allen, es que si un realizador fuese a pedir dinero para hacer una película como Midnight in Paris, seguramente lo echarían a patadas del despacho.

PD. Soy admirador de Woody Allen pero esta película es mala. Las cosas como son.
[Leer más +]
85 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
El nuevo traje del emperador
No quiero parecer el legionario que aparece ante el césar, y mientras le narra las batallas que han demostrado su fidelidad a través del tiempo, se corta las venas ante la posibilidad de que se le acuse falsamente de traidor. Lo digo porque así podría sonar ante la estupenda acogida que ha tenido "Medianoche en París", que me resulta una de las más flojas de su autor, junto a "Lily, la tigresa" , "Vicki Cristina Barcelona" o "Septiembre", por ejemplo. Y es que ese rodar sí o sí una película por año repercute tanto en la calidad como en la creatividad de este gran cineasta.
Su anterior visita parisina ("Todos dicen I love you") era una buena película y estaba más lograda. Lo que ocurre en esta ocasión es que su guión, desde el punto de vista dramatúrgico, no justifica en ningún momento los hechos que están ocurriendo y esa simbiosis entre "mundo fantástico" y cotidiano no está lograda, todo viene a capricho del creador, más para hacer el chiste que para beneficiar a la acción, cosa que dicho sea de paso jamás le había ocurrido a Allen, agravado quizás por una galería de personajes en la que repite la fórmula acostumbrada: la chica bobalicona, el snob cargante y sabiondo, los familiares latosos, la joven que colmará los instintos pederastas del protagonista... eso más las personalidades que se cruzan en el tiempo con su protagonista a modo de película de Terry Gilliam pero que no están aprovechados, convirtiéndolo en ocasiones en un antojadizo batiburrillo, bien rodado, eso sí y como diría cualquier crítico, con buena factura tanto técnica como artística, pero vacía, sin alma, narrando sin más pretensiones ni complicaciones. Pero a diferencia de Gilliam quizás mejor rodado, más pulidita, pero sin punto paranoide ni tampoco ninguna dosis de riesgo. Nos alegramos por la encargada de vestuario, una "clásica" en el cine español, Sonia Grande, que haya podido trabajar en una película de Woody Allen, que aunque de nacionalidad americana y rodada en Francia, ha sido financiada entre otros por el ministerio de cultura español y la Generalitat catalana.
De su reparto destacar la eficacia de Corey Stoll, Marion Cotillard o Kathy Bates, que aunque cuentan con papeles de renombre tienen poca carne, la discrección de Léa Seydoux o de la misma Carla Bruni que chocan frente a Brody, gracioso aunque demasiado pasado o su protagonista, Owen Wilson, que aunque esté más soportable que de costumbre cuesta trabajo tragárselo, como ya le ocurrió por ejemplo a Kenneth Branagh cuando hizo de alter ego de Allen en "Celebrity".
[Leer más +]
39 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Cliché
Woody Allen dedíca esta película a homenajear a París, pero lo hace sin salirse del camino trazado por la guía turística más tópica. La ciudad luce esplendorosa pero fría y distante. Con la película sucede lo mismo. Todo se trata, en definitiva, de un gran cliché.

Se trata de una película en la que los personajes son los típicos ya no de las películas de Allen, si no clichés en general, escritor que quiere destacar, novia rica, amigo snob, los franceses vistos según los americanos, los personajes históricos,... todos clichés.

La película se dedica a realizar guiños intelectuales, el espectador "avispado" lo pilla y queda encantado consigo mismo, pero, no nos engañemos estos guiños no van más allá del mero cliché, los artistas son los típicos, reconocibles aún sin saber nada de ellos, los guiños que realiza no van, tampoco, más allá (Sorprende el echo de que un amante del jazz como él no se fijara en el París de los años 30 con Django Reinhardt y Stéphane Grapelli, o quizás pensó que eran demasiado poco conocidos para el gran público)

El gran defecto de la película, no es que se dedique a hacer guiños que algunos pillan y otros no, es que no hay nada más, parte de una idea, coge a ciertos personajes y su desarrollo es mero cliché, nada nuevo ni por desgracia nada del bueno de Allen, sus diálogos, pese a lo dicho en otras críticas, son totalmente olvidables, sus chistes diminutos, un par pueden hacer gracia, pero pese a ello no merece la pena ver la película.

La película no aburre y por ello su aprobado, pero poco más se puede allar en ella.
Para ver como un viaje al París del cliché, simpática pero no hay nada más que un bonito envoltorio. Esperemos que el próximo Allen vuelva a divertirnos o sorprendernos, pero con algo verdaderamente digno de él.
[Leer más +]
70 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Woodytours presenta: París
Tiene mérito financiarse viajes del Imserso a costa de los cinéfilos. Esa es la única "genialidad" que me hace gracia de Allen en estos últimos... ¿quince años?

Parece que el molde es fijo: paseíto por la ciudad y cháchara. Lo demás da igual, alguna idea prestada por aquí, algún chiste gastado por allá, y a vivir del cuento ¿qué más da? Hasta el mismo Allen lo reconoce en la escena que vale más la pena que es toda una confesión de parte: un pedantorro alabando un cuadro de Picasso, y el prota desvelando la realidad de esa obra fallida.

Hay que reconocer que está más trabajada que la vikingada que hizo con Barcelona. Es lo que tiene la experiencia en viajes organizados, que uno va captando que postalita le gusta más al turista.

En fin, que si esto lo filma un tal John Smith la media no alcanza el cinco ni de coña.

Próxima parada: Roma. Vayan comprando sus billetes que el guía siempre suelta lo mismo y no varía el itinerario, no se preocupen.
[Leer más +]
54 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Soñar un rato
La última película de Woody Allen es bastante mejor que la penúltima.
Es una película que, si bien puede dejar al principio indiferente, te das cuenta una vez analizada que, desde luego, te invita a soñar un rato.
Es cierto: los nostálgicos siempre querrían vivir en otras épocas, imaginar otros mundos, otras historias.
Esta película nos transmite que, sea cual sea la época que nos ha tocado vivir, puede ser mágica.
El ambiente parisino, el aire a Van Gohg, la utopía..todo es posible.
Sólo debemos aprender a soñar.
[Leer más +]
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Viajes con mi tío
Desde hace algún tiempo, los fieles del cine de Woody Allen, los allenianos de pro, nos venimos planteando la misma pregunta: ¿cuál fue la última gran, gran película, grande de verdad del genio de Nueva York? Y no nos ponemos de acuerdo. Unos se quedan prácticamente en antesdeayer y responden casi sin titubear “Match Point” (2005), otros se van más lejos, a la época de “Maridos y mujeres” (1992) o “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993) y los hay incluso todavía más nostálgicos que aún se remontan mucho más atrás en el tiempo. Bien, espero que a partir de ahora y en los años venideros haya unanimidad y podamos decir al unísono que la última gran, gran película, grande de verdad del director de “Annie Hall” fue la de 2011, “Midnight in Paris”.

Muchos dicen que con esta película, Allen por fin ha vuelto, pero... ¿acaso se fue alguna vez? Por supuesto que no; año tras año, ahí le tenemos al hombre, incombustible, regalándonos su última obra, con sus intermitencias, con sus altibajos, pero el caso es que ahí está, no falla. Tal vez, los que fallamos somos nosotros que ponemos demasiadas expectativas, que siempre queremos más y más, y esperamos que cada nuevo trabajo sea mejor que el anterior. Yo siempre digo que Woody es como ese tío rico de América que viene a visitarnos una vez al año. Y un día, nos invita a comer a toda la familia, y por circunstancias, un año la comida es peor y el restaurante es más pobretón, pero al otro cambia la suerte. Lo importante no es eso, sino poder estar juntos y disfrutar con su presencia.

Este año, por cierto, ha tocado cenar en Maxim´s.

“Midnight in Paris” es de nuevo una comedia romántica con estos toques de intelectualidad que tanto abundan en la obra de su autor. Es además, un homenaje y una declaración de amor a una ciudad que él adora como ha manifestado en más de una ocasión. Es eso y es mucho más. Es toda una experiencia, un viaje alucinante al fondo de la mente y de los sentimientos de un creador con mayúsculas. Todos los que compartimos con él que la magia y la ironía son las mejores armas para combatir este triste mundo y esta desencantada realidad que nos ha tocado vivir, debemos celebrar enormemente que exista una película como ésta.

Mañana, volveremos a ir al cine, y quizá volvamos también a entusiasmarnos con algunas de sus historias, pero ya será otra cosa. Ahora mismo, me gustaría tener un ataque de amnesia para entrar de nuevo a ver “Midnight in Paris”, y volver a disfrutarla como si fuera la primera vez.
[Leer más +]
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Arboles que impiden ver el bosque
Si alguna vez me preguntan ¿Qué es ser pretencioso? Yo recomendaré ver esta película.

¿Qué probabilidades hay de encontrarse con todos los grandes genios de una misma época en un mismo sitio? 0

Y es que Hemingway, Picasso, Dalí, Buñuel y un amplio etcétera están ahí para demostrar lo maravilloso que era la vida en otra época. Pero para mí como si fueran de cartón-piedra. Veo un desfile de "ínfulas de grandeza" cuyos personajes no consiguen desarrollar una historia propia. Son como caramelos que te los enseñan y no te los dejan comer. Y eso a mí no me gusta.

¿No quieres caldo? Pues taza y media. Vayamos con Degas, Gauguin o Lautrec y más de lo mismo.

Al fin y al cabo y como nos dicen ya al principio. Cualquier época pasada nos parece mejor. Y ya está. Toda la película. Luego gira a lo pretencioso sin añadir ideas.

Intentaré esquivar las piedras de los incondicionales de Allen, las gafas de pasta de los modernillos y las plumas de los críticos. Y lo intentaré esquivar con la mejor de las sonrisas, pensando que el Allen de otra época fue mejor.
[Leer más +]
36 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Quieres perderte por las calles de París?
Siempre he pensado que eso que el dinero no da la felicidad es un invento para engañar y mantener resignadas a las clases sociales menos pudientes. Pero Raquel, querida, Woody Allen (corporizado en Owen Wilson) ha tenido el detalle de explicarme que eso no es así, que se puede ser feliz con poco, sin atesorar grandes sumas de dinero, teniendo imaginación y gente a la que querer siempre muy cerca. Y me lo ha explicado con un gusto exquisito.

Existe el romanticismo y sueño con él. Pienso en él porque también soy un romántico. El arte me absorbe con sus pintores impresionistas, sus exposiciones, sus escritores, sus poetas (no hay nada menos poético que las pintas de un poeta, no me acuerdo quién lo dijo), con sus suicidios, con sus bohemios… Me absorbe por completo y disfruto con ello.

Raquel, desde que apareciste con el señor Holmes has demostrado lo mucho que vales y te admiro por ello, ahora bien… Como soñador me ha encantado estar en París. Hay que decirlo así, como nos lo presenta el señor Allen, en esa Belle Epoque. Woody te sugiere que lo intentes, pues los pensamientos de la gente que le gusta caminar bajo la lluvia también pueden hacerte disfrutar. Todos tenemos un punto snob. Aprovechémoslo cuando llegue el momento.
[Leer más +]
25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Sobrevaloradísima
Otra más para el bote. Enésima comedieta romántico-superficial de Woody Allen interpretada por otro actor que interpreta a Woody Allen como protagonista, repitiendo los mismos clichés, como de costumbre demasiado sobrevalorada por crítica y público.

Historieta más simple que el mecanismo de un botijo que parece sacada de una redacción confeccionada por un estudiante adolescente para el instituto. Arranca alguna sonrisa pero ya cansa. Por una vez podía volver a sorprendernos con una joya tipo Match Point, pero ya parece mucho pedir. Por lo menos va cambiando de actor y de escenario. Nada que reseñar, más de lo mismo.
[Leer más +]
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Melancólico Allen.
Hace tiempo mientras caminaba por aquella ciudad en la que la lluvia le otorgaba un significado especial casi nostálgico, recorría las calles cerca de la medianoche. Mi pareja parecía más concentrada en ropa de diseñador, libros de moda y recorrer los principales lugares turísticos, que en los problemas que tenía. Nunca intento darle profundidad al asunto.

Llegué a una calle en la que había unas escaleras y decidí sentarme. Estaba escribiendo una novela, pero tenía la certeza de que algo faltaba, y en mi vida también: “Todo tiempo pasado fue mejor”, pensaba. De pronto, a lo lejos, un carro antiguo, me invitan a entrar… yo accedí seducido por el encanto único que destilaba ese auto y esas personas, casi mágico.

“This is the Beat Generation” escuché decir a uno de ellos, extrañado por aquella gente (algunos bajo el influjo de drogas, otros hablando de la comprensión del pensamiento oriental) me empecé a percatar de que no eran gente común. Pregunté el nombre a la persona quien me había invitado en esta odisea, John Clellon Holmes, y desde ese mismo instante, quede profundamente enamorado de ellos.

Los días posteriores hice exactamente el mismo tour. Entraba al carro, llegaba a fiestas, tabernas, casas… me encontraba en el apogeo de la generación Beat. La etapa ideal en la que me hubiera gustado vivir. Tuve la fortuna de charlar con Allen Ginsberg, mismo que me presento a William S. Burroughs quien me platicó en persona de su obra maestra “El almuerzo desnudo”. Yo no lo podía creer. Escuchaba jazz (especialmente bebop) y blues. De repente entraba a estados de un delirio descomunal. Tomaba con ellos y platicaba eufóricamente sobre el rechazo a los valores clásicos, la libertad sexual y la filosofía oriental.

Por las mañanas y sabiendo que nadie me creería esta historia, salía a comprar artículos. “The beat book”, discos de Carlie Parker, algunos escritos de Neal Cassady, entre otras cosas, allí conocí a una agradable persona que me recordaría por comprar estos objetos de incalculable valor.

Jack Kerouac leyó mi novela y fue él quien me dio los consejos más esenciales, especialmente de vida. Le comenté que le admiraba y que esta época era maravillosa. El citó el famoso proverbio ruso “Añorar el pasado es correr tras el viento”. Después me daría algunas observaciones a modificar en mi novela. Nunca lo volví a ver.

(continua es spoiler)
[Leer más +]
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver críticas con texto completo
Más información sobre
Fichas más visitadas