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España España · Cinebulosa
Críticas de Sergio Roma
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
5
24 de junio de 2009
57 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que caracteriza (temáticamente hablando) la ya amplia y excelente filmografía de Francis Ford Coppola es su extremado interés, casi obsesión por los temas de familia. Desde su debut con “Dementia 13” donde por primera vez aparece la relación entre hermanos en un escenario hitchcockiano, las referencias a la problemática familiar han sido constantes y numerosas: "El valle del arco iris", "Llueve sobre mi corazón", "Rebeldes", "La ley de la calle", "Jardines de piedra", "Tucker, un hombre y su sueño", "Vida sin Zoe", "Jack", y como no, "Los padrinos".

Todas ellas son películas que tienen algo del Coppola que ansía conocer su mundo interior. Descifrar sus conflictos más escondidos. Todas mantienen en mayor medida una relación muy personal con su vida y con sus miedos interiores, y que le ha llevado hasta “Tetro”, continuando una identificable línea marcada con la anterior “Youth without youth”, manteniéndole inmerso en un mundo particular, casi secreto y con extensas connotaciones singulares.

“Tetro” comienza siendo una más que interesante historia que promete trasladarnos al cine con mayúsculas y que se evapora tan rápido que apenas deja rastro cuando finaliza. Unos poderosos primeros diez minutos dan paso lentamente a una narración carente de fuerza, con pocos argumentos dramáticos y con la sensación de que lo que se cuenta no interesa demasiado, llegando incluso en ocasiones a una suerte de folletín que puede llegar a resultar somnoliento. Ni la historia consigue sostenerse en ningún momento, ni los personajes tienen la fuerza necesaria para ser por ellos mismos un torrente sentimental, a pesar de estar ante un excelente papel de Maribel Verdú y un correcto Vicent Gallo. El papel reservado para Carmen Maura como crítica de teatro puede explicar muy bien hasta qué punto lo que comienza como un serio proyecto personal se va transformando en una sucesión de historias huecas y ciertos pasajes que rozan el esperpento.

Aún así, e intentando borrar de nuestras cabezas, escenas finales que se acercan a la ridiculez, y que no son dignas del extraordinario Coppola, la película nos deja dos o tres magistrales escenas que nos recuperan al cineasta con recursos. Hay miradas que disparan directamente al alma del espectador, y un toque independiente que en ocasiones resulta creíble aunque a veces vaya perdiendo fuelle. La relación entre hermanos está presentada con torpeza, pero en cambio ciertas metáforas, así como pasajes donde se combina música, danza y recuerdos imborrables hacen que haya merecido la pena sentarse a descubrir esta nueva obra de uno de los cineastas más importantes.

Una historia que aborda los sentimientos humanos sin miramientos y suplicando frases como la que aparece nada más comenzar la película en un muro de una calle cualquiera en un humilde barrio argentino: “No sueltes la soga que me ata a tu alma”.

Muy lejos del mejor Coppola, pero lejos también de un cine mediocre donde pretenderán colocarle algunos.
Sergio Roma
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7
9 de octubre de 2009
41 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo en cuenta lo que en nuestros tiempos representa, el misterio que gira en torno a ella, y el aura de fascinación y mito que la rodea, resulta difícil de creer que ningún cineasta se haya acercado a este personaje con anterioridad. Amenábar quedó prendado desde un primer momento, a pesar de su encuentro casual con ella, y a su vez la observó como un pretexto perfecto para abordar otra serie de temas asociados tanto a la cultura de la época como a ciertos valores que permanecen inmutables aún en nuestra sociedad actual. De esta manera y junto a Mateo Gil (co-guionista), consiguen elaborar un acertado paralelismo entre la irracionalidad de aquella época y la imperante aún en la nuestra en algunos países en general e incluso en algunos sectores de la sociedad de manera más particular.

Hipatia representa el prototipo perfecto de mujer libre e independiente, y sólo esto, desde un punto de vista social, hace que el acercamiento a su persona, vida y también obra resulte tremendamente atractivo a la vez que estimulante. Si para representarla se cuenta con una actriz del talento Rachel Weisz, entonces el personaje termina por ser tan cautivador que será complicado olvidarlo facilmente. Weisz aporta la belleza, el misterio y el magnetismo necesario para hacer de Hipatia una auténtica personalidad de la época, pero además consigue alejarla de ese aura mitológico que hubiese resultado incómodo para el devenir de su historia y busca en todo momento el lado más humano y sincero. Todo un compendio de valores escenificados a través de sus palabras, sus actos y su manera de entender el mundo siempre desde un prisma de respeto general. La ambición puesta al servicio de la armoniosa sensibilidad femenina.

La causa y manera en que la Biblioteca se destruye le servirá a Amenábar para afrontar otro controvertido tema histórico: la lucha de religiones como enfoque general, y la intolerancia que subyace de ellas. Las religiones mostradas como fuerte barrera cultural a lo largo de los siglos, y causa directa de conflictos, y luchas sin cuartel. En este caso es el cristianismo el que sale peor parado. Una religión que ya era la oficial del Imperio y que aspiraba a terminar con el paganismo por la fuerza y a base de mentiras, manipulaciones y dardos venenosos. Amenábar se decanta por mostrar el lado más oscuro del cristianismo de la época: intolerante con las demás religiones, hasta el punto de escenificarlos como auténticas cucarachas que se mueven al son de la supervivencia religiosa más desaforada. Un particular (y probablemente real) punto de vista que sin duda resulta controvertido, y que conforma el toque provocador que el joven director aporta de manera muy personal como ya hiciera en “Mar adentro” y su posicionamiento en torno a la eutanasia. Sedicioso, valiente, pero sobre todo sincero como ha caracterizado siempre a su filmografía.

(Sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sergio Roma
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9
3 de noviembre de 2023
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontrarse con una nueva película del genio neoyorkino y confirmar que se trata de lo mejor de su cine en un extraordinario momento de forma, es una auténtica gozada tanto para sus incondicionales como para los que no le siguen habitualmente. Porque el cine de Allen en este elevado tono, es cine en estado puro.

No podía haber elegido el mejor Festival de Cine del Planeta (Cannes) mejor pistoletazo de salida para un certamen cargado de nombres importantes. Y es que Allen, con “Midnight in Paris” supone todo un aperitivo de lujo cargado de matices, momentos extraordinarios y sublimes, y por supuesto divertidos.

Bajo la apariencia de comedia romántica, Woody Allen nos envuelve por completo en su particular mundo, y con la premisa de una excitante carta de amor a una de las ciudades más bellas del mundo, se encarga de transformar dicha comedia en todo un compendio de cine de alto contenido intelectual, lo que nos permite viajar por mundos de ensueño sin apenas parpadear y nos permite reir sin complejos sin apenas perder la compostura.

En “Midnight in Paris” hay de todo. Desde la nostalgia como punto de reflexión argumentativa, pasando por una estupenda sesión fotográfica y sensorial del París más conocido y también el más bohemio, sin descuidar por supuesto unos diálogos sensacionales y unas situaciones magistrales, para conformar un maravilloso lienzo impresionista que nos permite disfrutar de una sesión de cine al más puro estilo, y de unos más que agradables minutos cinematográficos en una comedia que atrapa desde un primer momento y no deja de sorprender y enganchar en cada tramo, a cuál más interesante.

Todo ello arropado por un acertado reparto, protagonizado por un nostálgico Owen Wilson y una deliciosa Marion Cotillard en sendos papeles hechos a medida, y toda una serie de secundarios en papeles sencillos pero importantes pero ejecutados con bastante acierto, incluida la popular Carla Bruni, que junto a una música cargada de matices consiguen que la obra se mantenga en un elevado y singular tono.

La magia se cierne sobre el París más bello y embriagador de la mano del cineasta que probablemente mejor y con más acierto es capaz de homenajear una ciudad. En este caso además, el homenaje se extiende al París de los años 20 (Picasso, Dalí, Hemingway., Scott Fitzgerald, Buñuel, etc conforman un particular y sorprendente marco de época) e incluso al de la “Belle Epoque” de finales de siglo XIX con Tolousse Lautrec y Gauguin como ejes principales.
Una comedia de amplio disfrute para mentes despreocupadas, pero de una particular motivación para quién además disfrute de fastuosas pinceladas literarias, artísticas e intelectuales, de la mano de un director que deslumbra en pleno siglo XXI.


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Sergio Roma
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5
30 de julio de 2009
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Difícil y ambicioso proyecto el que decidió emprender el director Steve Jacobs, tratándose de una de las mejores novelas del siglo XX, premio Booker 1999, del escritor sudafricano J.M. Coetzee, con unas connotaciones políticas, sociales y también literarias muy particulares.

Toda la historia transcurre con el telón de fondo de una Sudáfrica post Apartheid pero con unas secuelas muy significativas en la moral y el estilo de vida de sus habitantes.
La vida del profesor David Lune cambiará para siempre cuando se vea inmerso en un asunto de abuso sexual en su Universidad y con diversos problemas de convivencia cuando decida apartarse a vivir con su hija en una granja apartada.

Personaje complejo donde los haya, muy al estilo de algunos papeles que ya emprendiese con anterioridad John Malkovich, por lo que se intuye su fácil adaptación al mismo, lo cual se ve reflejado en el resultado final. Conecta aunque en ocasiones parezca distante; expresa suficientemente aunque resulte ciertamente desequilibrante.

Steve Jacobs se ha decidido por una adaptación lo más fiel posible a la novela. Lo que en otros casos podría ser algo destacable e incluso plausible, en esta ocasión se encuentra con una importante barrera. El hecho de ser fiel a dicha novela configura demasiados enigmas, momentos de alguna confusión y principalmente un tiempo narrativo que en otras historias se antoja aconsejable, pero en esta termina por exprimir demasiados momentos monótonos y sin profundidad.

“Desgracia” es una novela magnífica, que revela un submundo moral y social que permanece aún desconocido en buena parte de Occidente. Steve Jacobs absorbe toda esa esencia y lo adapta a una sutil manera de rodar, donde son los personajes los que conformarán los matices, y donde la cámara se limitará a observar en la distancia, creándose momentos de reflexión y preguntas sin respuestas.

La convivencia en una Sudáfrica post Apartheid servirá de excusa para conformar toda una estupenda metáfora sobre la moral humana en momentos límites, y especialmente la barbaridad asomando a la puerta de un hogar cargado de desidia y sueños arruinados. Es un verdadero toque de atención sobre lo que existe y no se quiere observar, sobre lo que todavía permanece y cuesta ver desaparecer.

Aunque la historia es realmente buena, debido al talento del escritor Coetzee, la adaptación se quedan en un vano intento por mostrar el mismo resultado literario. La primera historia se sostiene con pinzas, donde no está bien explicado el abuso de poder, y no se obtiene la garantía de credibilidad necesaria para comprender las connotaciones en toda su profundidad. La segunda y más compleja historia deja demasiadas cuestiones sin resolver.
Luces y sombras en un cruel cuento que se va perdiendo en la distancia.


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Sergio Roma
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7
3 de junio de 2009
31 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo en cuenta la época, y muy especialmente el mundo en el que se adentra, la moda, dominada mayoritariamente por hombres, la aparición de esta jovencita francesa supuso todo un acontecimiento, y un verdadero hito ver el cielo hasta donde fue capaz de volar. Pero no es el mundo de la moda ni sus entresijos lo que se cuenta en esta película, sino más bien los orígenes de esta niña huérfana de madre, y la manera en que se fue abriendo camino a base de ingenio y mucha personalidad.

En este sentido, nos encontramos con una historia ya tratada con anterioridad en cine y novelas, en torno al duro recorrido de una persona desde la humildad hasta la popularidad, desde la discreción hasta la leyenda. No hay por tanto en este aspecto innovación, ni lo hay tampoco en la manera de contar la historia, pero sí existe un proceso narrativo elegantemente tratado y que va dejando además momentos de puro entretenimiento mezclados con grandes dosis de sensibilidad y de incluso cierta complicidad con el personaje.

A esto ayuda sin duda alguna, una sensacional interpretación de la que ha dejado de ser “Amelie” para convertirse en una polivalente y siempre fascinante actriz, capaz de transmitir, comunicar y emocionar a través de esas exóticas facciones y esa maravillosa sonrisa. La manera en que Audrey Tatou da vida a Coco Chanel y la dota de una fuerte personalidad y carisma es sencillamente estupenda. Si ya con “Un engaño de lujo” o con “Largo domingo de noviazgo” había dado muestras suficientes de su posible valía, y a pesar del sabor agridulce que nos dejó en “El Código da Vinci”, es con esta “Coco avant Chanel” (título original) cuando su madurez como actriz llega a su punto más álgido, en un papel que es el auténtico centro fundamental de la película y que consigue resolver con una inusual (para su poca experiencia) solvencia.

El variado elenco de secundarios que bailan al son de Audrey, y sin destacar en exceso resultan interesantes y acordes con un tono de fascinación hacia un personaje que va creciendo por momentos.

La película decepcionará a quién se acerque a obtener una nueva visión del frívolo e insustancial mundo de la moda, puesto que como hemos dicho no es el objetivo de esta película, y se pasa tan de puntillas sobre el mismo que apenas adquiere ninguna importancia más que como resultado final a toda una vida de lucha e ingenio. El colofón a una personalidad única y a una valiente decisión.

Es una película que envuelve sin deslumbrar, un bello sombrero bien acomodado, y sobre todo un aromático perfume de esencias parisinas que dejará una discreta y agradable fragancia de permanencia asegurada.
Sergio Roma
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