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53 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
La palabra del artista
Dos de los grandes ejes temáticos de la filmografía de Bergman, la duda metafísica (El séptimo sello, Como en un espejo...) y el análisis introspectivo de las relaciones íntimas (Secretos de un matrimonio, Un verano con Mónica...) se funden magistralmente en esta película, formando una unidad indisociable donde ningún motivo se supedita al otro.
Si en Fanny y Alexander está “todo Bergman” por expansión de personajes y situaciones, aquí lo está por reducción a sus rasgos esenciales. De esta manera, la puesta en escena deviene una de las más concisas, depuradas y austeras de su autor.
La desnudez formal se traduce en un rigor compositivo donde los primeros planos alcanzan un significado de tal magnitud que se convierten en dignos herederos de los de La pasión de Juana de Arco. La analogía con Dreyer nos podría llevar también a Gertrud, en cuanto al meditado uso de los fondos en conexión con las emociones de los personajes.
A mi juicio, Gunnar Björnstrand realiza el mejor trabajo de su carrera e Ingrid Thulin está, como siempre, inconmensurable. La implacable fotografía en blanco y negro de Sven Nykvist probablemente sólo tiene parangón con la de Persona, otra de las obras capitales del dúo creador.
En fin, aunque algunos todavía consideren Los comulgantes esclava de su época y, por tanto, caduca o pasada de moda, para mí siendo una obra de arte absolutamente intemporal, cumbre de Ingmar Bergman y un hito que demuestra, una vez más, que la auténtica complejidad se alcanza a través de la más absoluta sencillez.
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123 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El silencio de Dios
Introibo ad altare Dei.
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1) Planteamiento (Bergman y la primera persona del singular)

"Marchamos a Töro a principios de julio y empecé a escribir Los comulgantes. El 28 de julio estaba terminado, lo que es casi un récord para una historia tan difícil, no por su complicación sino por su sencillez."

"Imagino que este drama se representa como un misterio medieval. Todo ocurre delante del altar. Lo que cambia es la luz, amanecer, atardecer, etcétera."

En la parte del libro Imágenes consagrada a esta película, la palabra "yo" aparece por doquier, en cursiva, subrayando la introspección que debe presidir la composición del personaje central, el sacerdote. Hay mucho de autobiografía existencial en esta cinta.
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2) Nudo (Sven Nykvist o el reino de la luz)

"No hay ni una sola imagen que esté tomada a la luz del sol. Rodamos sólo en tiempo nublado o con niebla."

Identificación de Tomas Ericsson (Gunnar Björnstrand) con Cristo, a través del sufrimiento moral y la sensación de vacío: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
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3) Desenlace (Pär Lagerkvist o el recurso de la ambigüedad)

Al oír las reflexiones de Algot Frövik (Allan Edwall), "durante un breve instante también Tomas comprende la misteriosa comunidad que proporciona el sufrimiento."

Resuenan, en la atmósfera del templo, las palabras que un día Bergman recibiera de su padre: "Pase lo que pase, tienes que decir tu misa. Es importante para los feligreses, es más importante aún para ti. Si también es importante para Dios, ya lo veremos. Si no hubiera otro dios que tu esperanza, también sería importante para ese dios." (Linterna Mágica)

Y Ericsson celebra la misa, "a pesar de que allí no hay nadie más que Marta Lundberg (Ingrid Thulin)."

"Son momentos en los que, si uno es creyente, puede decir que Dios le ha hablado."
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67 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
INVIERNO ADENTRO, SIN ECO
Invierno en una aldea escandinava: un reverendo ceñudo y enfermo oficia ante media docena de fieles en una modesta capilla. Bergman traza una minuciosa descripción de la eucaristía, de cada comulgante. Uno de ellos confiesa en privado al pastor su miedo obsesivo a la extensión universal del odio y al estallido de una guerra nuclear.

En vez de confortarle, el reverendo se viene abajo y desnuda su alma atormentada por la extinción de la fe. El horror de la Guerra Civil española, que conoció estando en Lisboa, aniquiló irreversiblemente su cómoda noción de una divinidad paternal y providente. Para peor, la viudez inasimilable lo lleva a la amargura, a un agrio rechazo de las atenciones insistentes de la maestra, amante cuya comunicación, más bien física, no le basta.

Duro drama religioso, impregnado por la soledad de Getsemaní y la angustia (muy en línea con Kierkegaard y Unamuno) del hombre desvalido que siente cómo el padre celestial parece haberse desentendido de su creación y ausentado en insondable viaje.

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Lo extraordinario de la película, con independencia de que el tema se pueda haber cargado de anacronismo, es la perfección con que su estética se ajusta a la tonalidad del drama y traduce a lenguaje sensible un argumento de índole etérea y metafísica.

La fotografía de Sven Nykvist construye un mundo sin sol, en grises muy matizados, de nieve sin brillo y árboles esquemáticos; de grandes actores que han de incorporar orgánicamente el conflicto, expresando con tenso hieratismo el estupor, sus rostros en frecuente primer plano, a veces para tan solo registrar el movimiento de un ojo o el lento giro de una cabeza.

El sonido está muy amortiguado: apenas los lacónicos diálogos, un par de piezas del organista y el correr de un río durante un pasaje trágico.

La concisión extrema, reducción de los elementos expresivos a un equilibrado mínimo, consigue un ámbito que vale por un abismo de silencio.
Un abismo de silencio donde palpita con angustia una existencia desamparada, todo llamadas sin respuesta, sin siquiera eco.
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58 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"Si Dios no existiera, ¿habría alguna diferencia?"
Dudas existenciales, frialdad y vacío se conjugan para dar forma a este drama breve que pone en tela de juicio las bases de la fe.
Una soledad descarnada parece impregnar cada fotograma y trascender la pantalla para envolver al espectador en una garra gélida, mientras el sacerdote protestante se debate en el dilema de su interior. Habiendo perdido el motor de sus creencias y hallándose perdido en mitad de los páramos en los que su alma parece sumida, su propia existencia, todo lo que existe, se le antoja algo fútil y carente de sentido. Enfermo de soledad y hastío e incapaz de despertar su corazón reseco, su vida se desliza en una hueca rutina de oficios religiosos casi desiertos de feligreses y en una labor de guía espiritual que ha caído en desuso y en la que él ya no cree. Nada consigue despertar sus sentimientos marchitos, ni siquiera el desesperanzado amor de una mujer que se estrella contra el muro de su indiferencia.
La razón de ser, cuestionada y esquiva; la angustia de dar tumbos sin encontrar un asidero, algo lo suficientemente firme en lo que creer; la cruda soledad del ser humano, que se empeña en vano en buscar en lo divino y en lo humano solaz para el alma torturada... En suma, una exposición del desamparo que subyace bajo la fachada, bajo los ritos litúrgicos ejecutados por pura inercia pero que han perdido su misticismo y su fuerza porque quien los lleva a cabo no cree en lo que hace ni en lo que promulga. Y la desesperación de quienes pierden el norte y carecen de la fortaleza o del valor suficiente para afrontar el dolor y la sinrazón de esta vida a menudo insatisfactoria y asfixiante.
Este drama es un puro grito silencioso en busca de algo que conecte alma y Dios, un espíritu y otro espíritu, en busca de una verdad que no existe o que está fuera de nuestro limitado alcance.
Todo es relativo y no existen verdades absolutas, nada garantiza irrefutablemente la existencia de Dios ni el propósito del devenir humano. ¿Es que sólo estamos aquí por un mero capricho de la naturaleza? ¿Por qué nos empeñamos en perseguir sueños místicos que escapan a nuestra razón, con los que tratamos de sofocar el ansia de creernos más que polvo y materia? ¿Somos más que una mota insignificante en el Universo?
El clima frío y nevado del pueblo, que simboliza el frío interior... El lento desarrollo de una trama sin embargo desasosegante... Y ninguna concesión a la luz de la esperanza.
Lo más hondo de nuestras dudas, analizado con la triste e inquietante atmósfera de la que Bergman hace gala como un experto en diseccionar la desazón y la melancolía.
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45 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Amén.
Forma, junto a "Como en un espejo" y "El silencio", un tríptico dónde Bergman entra a tumba abierta en las relaciones del hombre con Dios y en un análisis/reflexión lleno de escepticismo pesimista acerca de la influencia religiosa y la marcha del propio universo.
"Los comulgantes" es una obra maestra, un drama metafísico/filosófico nada gratuito o regalado, sino grave y profundo en el más lírico y hermoso sentido del término, que resulta impresionante a ratos, con esos primeros planos dreyerianos absorbentes que logran desde la mínima acción austera la máxima emoción expansiva.
Bergman pone encima de la mesa, directamente, la relación del hombre con Dios a través de esta historia de un pastor protestante (Björnstrand) enfermo y solitario, incapaz de ayudar a un campesino (Von Sydow) al borde del abismo, dónde el pastor parece acercarse irremediablemente.
La angustia, la desazón interior y el vacío existencial, el sangrante silencio de Dios, las dudas de la fe propia, el sentido de la vida, la certeza única de la muerte, punto final para el que se va, continuación del martirio del que se queda (esa pregunta del campesino al pastor: ¿Por qué seguir viviendo?). De todo esto habla y trata "Los comulgantes". Y de forma magistral, nada enfática, magnética y pegajosamente.
Vayan y comulguen, no lo duden. Puede que hasta Dios se lo agradezca. Amén.
Interpretaciones tremendas y fotografía maravillosa de Sven Nykvist.
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32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿Dios, por qué me has abandonado?
Parte de la trilogia del silencio de Dios de Bergman, nos cuenta la historia de un pastor protestante enfermo en una crisis de fe. La Iglesia está casi vacia desde hace tiempo, su trabajo se ha convertido en algo monótono y no disfruta de él. La maestra de la zona siente amor por el pastor pero este no puede olvidar a su difunta esposa y esto se convertirá en una gran carga. Y para asomarlo más al abismo, el pastor recibe la visita de una pareja que le pide ayuda porque el hombre no le encuentra sentido a la vida y quiere suicidarse, el pastor se encuentra impotente porque no puede ayudarlo. Todo esto le llevará a plantearse sus creencias y cuestionarse la existencia de Dios (¿Dios, por qué me has abandonado?). Una reflexión acerca de la vida, la religión, la incomunicación en el amor...constantes en el trabajo de Bergman.
A destacar la gran fotografía, y las geniales actuaciones de Gunnar Björnstrand e Ingrid Thulin (una de mis actrices favoritas); también a Max von Sydow que pese a su pequeño papel lo hace correctamente, como siempre.
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26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Dejémonos de análisis.
Pues andaba yo viendo esta película en mi zona habitual de cinefilia cuando de improviso, llega un colega. Le explico que estoy con una peli a la que le quedan 20 minutos, me responde que no pasa nada, que la termine de ver y luego pues "ya ponemos otra cosa", "que estará callaico".

No transcurren más de 5 minutos cuando mi visita espeta de forma irascible:
-¡Pero tío qué mierda estás viendo, vaya tela!-. A lo que yo le digo:
-¡Calla!, que está a punto de acabar, es un peliculón, ya te explicaré de qué va-. Mi amigo insiste:
-Me da igual de qué vaya, está en blanco y negro cutre y parece más vieja que el Sol-.

Fin de la discusión: - Déjalo, ponte con tu móvil un rato y cállate ya que está en lo mejor-.
Colega: -"Estás to rayao"-.

Obra maestra del cine y del arte en general. ¡Y que se calle mi colega ya!.
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28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El silencio de Dios
Existen similitudes evidentes entre esta película y la novela "San Manuel Bueno, mártir", de Unamuno. En ambas el protagonista tiene una crisis existencial y religiosa, en ambas tiemblan los cimientos de su fe, y las dos indagan sobre el por qué del silencio de Dios y se preguntan, como Cristo : "¿Por qué , Dios mío, me has abandonado?".

Destacaría la impresionante interpretación de los dos protagonistas, ambos habituales en la filmografía de Bergman: Gunnar Björnstrand e Ingrid Thulin (una de sus musas, junto a Bibi Andersson, Harriet Andersson o Liv Ullmann). Desde luego son destacables también la bella fotografía y el monólogo-carta de Märta, en la que confiesa al sacerdote todo lo que no se atreve a decirle personalmente.

Además del tema de la religión, aparecen otros (habituales en las películas del director sueco): la incapacidad de amar, la soledad o la incomunicación.

La crisis del pastor protestante se manifiesta en diversos frentes y supone un fracaso en varios aspectos: no puede evitar la muerte de un feligrés, no tiene gente para la que predicar, se hizo cura porque sus padres insistieron, no está enamorado de la mujer que lo ama (y es muy cruel en su sincera confesión a ella)...

El resultado es una película inquietante, desasosegante, triste, sin ningún atisbo de humor, llena de detalles que ponen de manifiesto el dolor y el sufrimiento de todos sus personajes. Aún así, se trata de una hermosa y profunda película que nos hará reflexionar sobre la importancia de la religión en nuestras vidas (aunque no seamos creyentes) y sobre los problemas de comunicación entre los seres humanos. Todo bajo la mirada irónica de Ingmar Bergman y que supone un guiño a los espectadores.

imprescindible para los amantes del cine de Bergman, esto es, del buen cine.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dios, ¿por qué me has abandonado?
"Los comulgantes” habla de cosas parecidas a “El séptimo sello” (las difíciles relaciones con el más allá, el anhelo de certezas en lugar de suposiciones…) pero de una forma mucho más negra, desesperanzada y gélida.

En una helada y árida región (de nuevo la naturaleza inhóspita tiene su razón de ser), se oficia una misa en una iglesia casi vacía, en la que el oficiante actúa como un autómata (sin transmitir lo que dice); uno de los escasos feligreses lee mientras (no) escucha; un niño aburrido se entretiene haciendo muecas; el pianista bosteza y mira la hora; a la maltrecha imagen de Cristo le faltan trozos…

No hay comunicación alguna entre lo humano y lo divino a causa del eterno mutismo de Dios, que si existe pasa olímpicamente de nosotros, y que tiene poco de benigno permitiendo las cosas que permite (en algún momento se habla de un Dios-araña al igual que en “Como en un espejo”).

Por tanto, las soluciones que busquemos a los problemas por vía divina son claramente insatisfactorias, y la religión es totalmente frustrante siempre que acudimos a ella buscando algo que sea palpablemente útil para nosotros o para el prójimo (aunque seamos sinceros: ¿es en el prójimo en quien solemos pensar cuando acudimos a la religión?).

Hasta el propio Jesús se sintió abandonado por su padre en la Cruz, sin que éste se dignase a hablarle.
¿Qué esperamos nosotros...?
¿Poder tomarnos una copa con él?

Pero no sólo hay incomunicación con Dios: la comunicación con los demás es una tarea casi igual de ardua y estéril. Desoladora resulta la relación amorosa entre el cura protagonista (con continuos malestares físicos por si no le bastase con sus tormentos espirituales) y una Ingrid Thulin genialmente patética y miope (en más de un sentido). Concretamente amarga resulta la escena de rechazo por parte de él (“me aburre todo lo que tiene que ver contigo”, tremendo…).
Qué manía se tiene a menudo de eludir las verdaderas causas de las cosas con pretextos, cuando la única verdadera razón es casi siempre un simple y llano “no te quiero” (duro, sí, pero preferible a estar acumulando insatisfacción y desatarla al final causando más daño).
Ingrid Thulin se enfrenta a algunos de los primeros planos más escrutadoramente inmisericordes y dreyerianos que recuerdo.

Lejanía con respecto a Dios, lejanía con respecto a los demás… esta película es deprimente.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Por favor llamen a urgencias, he entendido a Bergman y me ha maravillado!!!
143/12(12/06/08) Obra maestra de Bergman, no lo digo por ser un fan del sueco, pués consideraba que mis gustos estaban en las antípodas de su cine, pero hay algunas que me llegan más que otras como fué el caso de"Fresas salvajes", que me sorprendió gratamente y como loha sido esta. La historia gira en torno a un pastor (Gunnar Björnstrand) de una pequeña parroquia, desde la muerte de su esposa está cada vez más amargado y angustiado por su inseguridad sobre la existencia de Dios, su será puesta a prueba por una maestra (Ingrid Thulin) que padece eczema e intenta convencerle de que se casé con ella. "Los comulgantes" es Bergman en estado puro. La narrativa es austera, los exteriores frios, sin vegetación, para transmitirnos lo árido de los sentimientos, rueda a los actores en primeros planos maravillosamente iluminados por su fotografo habitual Sven Nykvist, con la cual permite interpretaciones contenidas y con una fuerza brutal, te transmiten su tormenta interior. La cinta tiene un aire místico, con diálogos con claras referencias religiosas, la maestra con su enfermedad, entre el estigma y la maldición,siendo atea es la que más cree, cree en el amor, siendo el contrapunto el pastor que es el más cruel y el menos creyente. Los actores, todos, estan soberbios, vamos una obra maestra profunda, de las que se enroscan en el subconsciente para permanecer eternamente. Recomendable a los que quieran cine antipalomitero del bueno, cine que te habla de la religión, el amor, el desamor, el odio, te habla de sentimientos. Fuerza y honor!!!
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Auténtica y perfecta reflexión religiosa.
Una vez más Bergman me vuelve a sorprender con su cine, actores y reflexiones analizando a las personas, relaciones y emociones.

Esta vez trata el tema de las relaciones y reflexiones de las personas con Dios, relaciones entre las personas y de estas en nuestro mundo, cuestiona la relación entre el hombre con Dios dentro de las injusticias sociales que se suceden cada día, tema de reflexión y búsqueda en el pensamiento de Bergman que tanto le marcó en su infancia y que tanto nos ha mostrado a lo largo de su filmografía.

En películas tan clásicas de él como el Séptimo Sello o Como en un espejo, trata el tema de Dios y de la existencia del hombre llegando a veces a conclusiones precisas y concretas, en esta muestra esa incertidumbre que el hombre tiene ante la existencia de Dios, esa búsqueda sin respuesta y angustia que nos mueve, creando infelicidad como el hombre que se suicida en la película, es otro lado de la reflexión religiosa de Bergman.

Claro está, no es una película de disfrute familiar o para comer palomitas en el cine, cuando uno se sienta a ver una película de Bergman ha de saber la dificultad de su cine, pues no busca acción, sino son reflexiones de una persona puesta en boca de formidables actores haciéndonos penetrar en un psicología para acabar analizándonos y cuestionándonos lo mismo.

En lo relacionado a la película no tengo nada malo que decir sino solo cosas buenas.
Un comienzo formidable donde muestra la liturgia y la comunión como introducción a una película que cuestionará este acto desde el lado mas profundo de la reflexión del ser humano, que decir de la sobriedad con la que trata la película, una sobriedad donde enmarca a sus personajes para que estos puedan mostrar su talento, interpretaciones íntegras, correctas y formidables de las que llevo bastante tiempo admirando, capaces de poner en boca reflexiones y monólogos tan difíciles. Los actores del cine de Bergman siguen siendo un ejemplo de actuaciones teatrales cargadas de dramatismo y fuerza en cada una de sus palabras.

Una película donde cada movimiento, palabra, están totalmente estudiados y reflexionados haciendo una película redonda en cada aspecto de la cual es normal en Bergman considerándolo no solo un gran director, sino un gran artista y pensador tal como nos lo demuestra en tal película, pero eso si advierto que hay que sentarse a ver este tipo de cine con una predisposición para el cine de Bergman, un cine complicado y complejo.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sin amor nada es posible
El olvido, la inocencia, la ingenuidad, la sencillez, la confianza...actitudes y sentimientos que son cada vez más difíciles en esta nuestra contemporaneidad, es por eso que existe una película como ésta. El tormento nunca cesa y es porque hemos perdido la capacidad de amar a las cosas y a los seres y de amarnos a nosotros en ello. Se nos escapan las satisfacciones.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
No estoy en sintonía
Es difícil de catalogar esta película. La historia que nos muestra y los diferentes temas que nos narran, están muy bien. Pero... para mí esta película (que luego leo la sipnosis) me digo: jo, pues tampoco se veía lo que dicen. Por ejemplo: "Cuando, poco después, el campesino se suicida, Thomas se encuentra al borde del abismo y ya nada podrá llenar su vacío interior." Pues para mí, yo no vi que estuviese en ningún abismo ni nada. Es más, creo que casi le daba igual que se hubiera suicidado. Y luego la reacción que tiene con su pareja, que vaya lindeces que le dice a ella. Y al segundo siguiente: ¿te vienes? Y eso: vale. ¿Hola?

Supongo que es el idioma de Bergman, pero yo no consigo pillarle...
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Comedia teológica.
A ver. La sinopsis de esta película en FA es un desastre. No sólo contiene un spoiler como una casa, sino que ni siquiera acierta a resumir de qué trata de veras la película. Entiendo que lo del spoiler no tiene importancia, porque al fin y al cabo es una película de Bergman y cualquiera un poco avisado sabe de antemano que todos los personajes van a sufrir muchísimo y a morir miserablemente, pero imagine el lector que estuviésemos hablando de una película de van Damme... O de Esteso y Pajares... ¿No hubiera sido imperdonable desvelar detalles sustanciales del argumento y poco menos que revelar el final?

En cuanto a de qué trata de veras la película, lo cuento en la zona spoiler, que se está mucho más calentito.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Silencio.
Seres moribundos en ruinas melancólicas. Queja por idioma, pena por bandera. Fronteras del desánimo. Descifrando con dolor discursos enmudecidos.

Bergman se rodea de simbología. Juega con el ecosistema religioso y lo usa de caparazón. Enfoca luchas desde dentro, sin armaduras ni estandartes. Busca interpretaciones con retóricas interminables.

Conductas de fe. Hasta el silencio calla por escuchar a Dios.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Recomendable sólo para fans
Segunda entrega de la trilogía de Bergman sobre "el silencio de dios". No la soporto, aunque su epílogo es todavía peor. Primeros de los sesenta fue un desastre en Escandinavia. Tanto él como Dreyer parece que compitiesen por llevarse el título a nórdico más coñazo del mundo. Como ya comenté en El silencio, aquí sólo escribirán críticas los fans del autor, pero me gustaría que todo el mundo visionara la aburrida trilogía bergmaniana (y ya sabeis a que tipo de público me refiero).

Multitud de primeros planos (brillántemente iluminados, éso sí) nos adentran en una historia deprimente en la que un pastor protestante no encuentra su camino. El tipo es incapaz de ayudar hasta a una oruga y se torna desagradable a más no poder a medida que el metraje avanza. Max von Sydow tiene un papel breve pero intenso. Se agradece la corta duración de la obra. Estaba a punto de cortarme las venas. Sólo para maniacos.
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47 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ingmar cogió su fusil...
Y bien, es hora de desenvainar.

Apabullante drama de Ingmar Bergman, antecedido y rubricado por uno de los coloquios más arrebatadores que haya firmado Garci jamás, con esa deidad que responde al apellido de Marías sin pipa pero con escopeta llamando "detestable" a El Séptimo Sello, con veladas disculpas a la audiencia por el tono tan deliciosamente seco y asfixiante de esta obra, con alusiones al amor, con reivindicaciones de Placido y de Viaje A Italia, la obra neorrealista favorita de Motta, con avalanchas de recuerdos y nostalgias, con roturas de lanzas, con Navarrete aplaudiendo.

La virgen, qué festín.

Todo ello hubiera quedado deslucido si la película hubiera naufragado, pero el modo que tiene de surcar los mares del desencanto humano es tan atronador que a mí me dejó sin palabras, extasiado, y aupándola a mi número uno de la filmografía del compatriota de Soderling, en dura pugna con La Hora Del Golfo, con, precisamente, El Séptimo Sello, y quizá con Cara A Cara.

Lastrado en otras ocasiones por unos adornos simbólicos y una densidad narrativa que a mí me sobraban, cuando no me herían de muerte, aquí Bergman se despoja de artificios y apunta al corazón de las tinieblas con una sencillez pasmosa y una absoluta transparencia.

Con una evidente simillitud con la unamuniana San Manuel Bueno, Mártir (una de las novelas más maravillosamente tristes que coonozco), modélicamente contada, escueta, breve, pero devastadora, el siempre optimista sueco desmitifica la fe y el amor a puñetazo limpio, con momentos que cortan la respiración, como una lectura de una carta delante de una pantalla a cargo de Ingrid Thulin que desmonta los intestinos, y un desgarrador intercambio verbal entre el desubicado sacerdote y su amada que es una de las secuencias de mayor salvajismo emocional que recuerdo haber visto en mi vida, e incluso en mi muerte.

A este tipo hay que sentirle. Como a Lynch, pero en niveles diferentes. Y yo cada vez tengo la rodilla más hincada en Estocolmo.

Ingmar cogió su fusil.

Ahora sí.

Seguiremos informando.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crisis de fe
Bergman aborda una crisis de fe en un cura, pero huyendo de la intencionalidad o del esclarecimiento, toma un punto de vista riguroso y saca a la luz los que sin duda son sus propios pensamientos y temores.

Perdido lo que se supone es el fundamento de la vida de este hombre, su comportamiento se va a tornar insensible hacia los problemas de los demás e incluso cruel y despiadado con la mujer que le ama.
Hay un momento en que el ayudante que tiene en la iglesia le dice que ha empezado a leer el evangelio para combatir el insomnio y le plantea las inquietudes e interpretaciones que le suscita; aunque no sabemos que va a ocurrir con la fe del cura en el futuro, sí vemos que quizás su actitud ante ciertas cosas pueda ya no ser la misma.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Angustiosa
He de confesar que uno debe cargarse de paciencia para ver y, al final, comprender esta película. Los actores están verdaderamente magníficos, excelentemente caracterizados, bien diferenciadas las distintas actitudes ante la vida, algo, creo, propio del cine de Bergman. Pero Los Comulgantes parece, en un principio, excesivamente poco comunicativa, puesto que la gravedad del asunto tratado bien podría valerse de una mayor cercanía entre el director y el espectador, de hecho, son soberbios los escasísimos diálogos entre el sacerdote y Marta, así como los últimos cinco minutos, que dan absoluto sentido a la película. Pero entiendo que reine el silencio, aunque se haga terriblemente agobiante, pues es el silencio de Dios el que permea toda la obra, toda la vida bajo la fría luz de invierno, haciendo de la existencia algo angustioso y agónico, magistralmente presentado por el director. Y es que no nos regala a los espectadores ni un solo respiro dulcificador, todo es dolor contenido y arcada existencial, y Bergman no tiene compasión de nosotros, cómodamente sentados en nuestro sillón, en casa, al calor, y nos mete en la piel y el alma del sacerdote, ajada, fría y tensa hasta el horror a la nada.
Es dolorosa y dificilísima de digerir. Bergman nos apuñala y corta la respiración. Esto no es cine, es un poema negro, el alma cruda ante nuestros ojos.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Perfecta.
La segunda película de la trilogía de Ingmar Bergman (con "Detrás de un vidrio oscuro" y "El silencio") acerca del silencio de Dios. El pastor luterano Tomás Ericsson (Gunnar Björnstrand), Iluminado en su juventud por ilusiones acerca de la presencia de Dios en el mundo, su misticismo se ha desengañado por dos razones principales: la crueldad humana y la pérdida de su mujer a quien amaba. Dios está ausente, no habla ni da señal alguna. La depresión conduce entonces su pensamiento y lo invalida para proveer asistencia espiritual a sus feligreses. Uno de ellos se suicida (Max von Sydow). Aunque ha tenido una relación con la maestra del poblado, Marta Lundberg (Ingrid Thulin), no la ama, y aunque ella vive para él, es muy demandante, exigente, para un hombre desesperado que, por otra parte y, entre otras cosas, le reprocha su "pudor en la cama". Pues en definitiva, el amor es el sustento de la vida y del mismo Dios:
"Dios es amor y el amor es Dios". La película perfecta en todo aspecto, y aunque triste, de una gran belleza, en blanco y negro. Imperdible.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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