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141 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
La lección
Película dialéctica: Tesis, Antítesis y Síntesis.
Tesis: cortejo o asedio.
La primera parte se hace eterna y, por momentos, insufrible. Consiste en asistir, una vez más, al enésimo diálogo merluzo previo al posible apareamiento; al infinito tema: chico (guapo, cómo no) conoce chica (guapa, cómo no), le da la murga hasta el umbral de la tortura y ella resiste numantinamente mientras que, al mismo tiempo, le hace mohínes, le pone caritas de arrobo y en el fondo se derrite por sus huesos. Aquí, además, hay un plus de amaneramiento y extrema autoconsciencia. El espectador desea que acabe la mostrenca conversación y a ver qué pasa. Pues sí, termina afortunadamente, llegan a la casa, la conversación se va adensando y...
Antítesis: reverso oscuro o quiebra.
La segunda parte es el opuesto de la primera; el juego permanece pero los papeles han cambiado; el tono ya no es el mismo; hemos pasado de la comedia banal a la situación absurda y desasosegante; de la esperanza al desquiciamiento; del humor al terror psicológico (recuerda, por ejemplo, a los ambientes tensos y enfermizos de Polanski). Lo que estaba soterrado sale a la luz; la supuesta inocencia se transforma en lucha de poder, amenazas y estallidos de violencia. Se han quitado las máscaras y ya van en serio.
Síntesis: dolor, desesperación y aprendizaje.
Y llegamos al gran final que acaba de dar sentido a lo anteriormente esbozado; concreta lo sugerido y cierra todos los caminos y temas abiertos. Los grandes finales son los que dan coherencia y significado a lo anterior, y este lo hace de forma implacable, hermosa y necesaria.
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378 de 411 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Muy certera muestra de las triquiñuelas bastardas de la juventud irresponsable
Es gratificante comprobar el extremo ingenio y la profundidad de miras de este modesto proyecto realizado con muy poco dinero pero con muchísimo talento y con una excelente elaboración de guión, reduciéndose toda la historia a un intenso y laborioso diálogo que se prolonga durante una noche y prosigue, de forma reveladora y cruel, a la mañana siguiente. El andamiaje narrativo se reduce a la mínima expresión: un chico que quiere ligar y una chica que lleva tiempo sin salir y se siente atraída por la presencia, insistencia y perseverancia de la chácara de éste. Todo se reduce al tira y afloja de los ardides y devaneos de la seducción y a las mañas y estratagemas para cerrar esa noche que parecía anunciar algo de mayor calado.

La profundidad se consigue gracias a una minuciosa creación de personajes, todos los detalles son reveladores, cada palabra cumple un objetivo, cada artimaña está sabiamente escogida y tiene calado psicológico y rezuma veracidad existencial, configurando así la nada grata radiografía descarnada de una juventud obsesionada por la gratificación instantánea y por completo ajena a las consecuencias de sus actos. No es una cinta moralista, ni pretende sentar cátedra, ni ofrecer un estudio sesudo sobre los males actuales, pero su sabia observación, su meticulosa presentación de los rituales banales e intrascendentes de acoplamiento, le confiere una enjundia y una legitimidad estremecedoras.

Pocas veces se ha retratado Madrid tan bien, con tanta fuerza y con tanta certeza sus calles, sus casas y sus habitantes, pese a que apenas nos ofrece el retrato de dos personajes y el recorrido aturdido de algunas calles céntricas y el interior de un par de pisos anónimos y una terraza desasosegadora que revela el porvenir que no queremos encarar, que se utiliza como añagaza pero acaba revelando que la vida se vive a cada paso, en cada gesto, en todo lo que hacemos y en todo lo que omitimos. Hermoso poema visual nacido de la parquedad de medios materiales y la abundancia de talento cinematográfico. El excelente guión proporciona un armazón telúrico que nos pone frente a frente con la vida, queramos ver o no lo que ante nosotros se despliega.

Además hay que alabar la extraordinaria labor de los actores: Javier Pereira encarna con una veracidad penetrante la funesta y ciega liviandad del ligón egoísta e irredento y Aura Garrido alcanza cotas excelsas de desgarro, intensidad y hondura con su retrato de la chica frágil y de etérea indefensión. Ambos están soberbios y al mismo tiempo están al servicio de una historia que perdura y permanece más allá de su amargo y dolorido sobresalto.
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166 de 198 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La luna luce más de noche
Para empezar a hablar de Stockholm hay que mirar primero la difícil situación de la industria cinematográfica española. Con ministros que tiran piedras sobre su propio tejado y una difícil situación económica que hace que financiar proyectos sea una empresa muy arriesgada. Así, películas de corte minoritario y/o de equipo técnico novel encuentran mil y un problemas para llevarse a cabo y, en caso de tener al final la fortuna de realizarse, viene la no menos difícil tarea de la distribución en cines. Así, muchos proyectos acaban muriendo sin llevarse a cabo o solo una pequeña minoria son los que tienen el privilegio de verlas.
El director y guionista del proyecto, Rodrigo Sorogoyen, después de decidir que su proyecto para un cortometraje se convirtiera en una película, consciente de esta grave situación, y después de reunir todo el capital que pudo de amigos y conocidos, recurrió a Verkami (reconocida página de crowfunding) para conseguir el dinero que aún le faltaba para sacar el proyecto adelante con la suficiente calidad.
El equipo técnico y artístico no recibió sueldo alguno durante los doce días de rodaje (no había presupuesto para más), para no comprometer la estabilidad económica del proyecto, y, a cambio, se convirtieron en productores asociados.
Al fin, después de la colaboración de 244 personas a través de Verkami (a las que se recompensó, según su aportación, con descargas en HD, Dvds de la película o entradas para la premiere, entre otras cosas) que aportaron 13.050€ de 8000€ que se pedían y que, por supuesto, salen en los créditos finales de la película, Stockholm se convirtió en una de esas pocas películas que sobreviven al proceso y llegan a nacer.

Por ello, que tras todo este camino empedrado la película haya llegado, no sólo a estrenarse en cines (unos 15 en toda España), sino al festival de Málaga haciéndose con tres premios (director, actriz y guión novel) es para ponerse en pie y aplaudir.

Si encima de todo esto, la película está resultando todo una revelación y recibe elogios de todo aquel que la visiona, hablamos de un éxito merecido y compartido. Éxito para Sorogoyen y todo el equipo que hay detrás de la película, para el crowfunding, para el cine minoritario y para el cine español en general.
Una película de apenas dos actores y tres o cuatro escenarios, de una sencillez envidiable y enorme calado emocional.

Un guión con dos partes bien diferenciadas, la noche y el día, mostrando dos caras opuestas de sus protagonistas, presentando por la noche un amor idílico en clara referencia a Antes del amanecer, por el día un thriller psicológico que completa el díptico.
Sus protagonistas, Javier Pereira (Tu vida en 65', Heroína) y Aura Garrido (El Cuerpo, Los ilusos) están espléndidos en sus papeles, mostrando varios registros sin que ninguno desentone, dándose la réplica y llenando la pantalla, dotando de veracidad su encuentro amoroso.
Ambas partes tienen su carga dramática y la tensión adecuadas para que la hora y media sea un viaje compartido entre el espectador y la película. No hay momentos para desconectar, Sorogoyen e Isabel Peña no les dan cabida en el inteligente guión. Lo que sí se permiten son unos pocos "momentos mágicos" que perdurarán en la memoria y sacarán la sonrisa bobalicona cuando vuelvas a ellos en la memoria.

Una historia atrayente a la par que profundamente humana, podría decirse que generacional, donde los jóvenes verán reflejadas sus inseguridades emocionales y otros dilemas morales que convierten a Stockholm en algo más que un drama romántico.
Nunca Madrid fue fotografíada de noche con tal belleza, dando la sensación de que todo puede pasar en ella. Y así fue, que mientras un director soñaba con llevar a cabo su proyecto donde dos chavales chocaban en la inmensidad de la noche, en las más precarias de las situaciones se gestaba la mejor película española y una de las mejores en general de lo que va de año. Y es que la luna luce más de noche.
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103 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cuando el frágil se hace fuerte no tiene miedo a la muerte
Cuando una historia es realmente buena y además se sustenta en un buen guión a veces surgen joyas como ésta.

Esta película me ha conmovido intensamente por dos razones:

- Una vez conocí a alguien tan frágil como la protagonista.

- Una vez, hace muuuuuuucho tiempo, yo también me esforzaba arduamente por creer esas palabras vacuas que forman parte del cortejo humano.

Sí, amigos, yo también fui una chica que quería creer. Porque es bonito. Porque cuando dejas de creer en las palabras ya casi dejas de creer en todo. Cuando ya oyes a la gente como quien oye llover, cuando nada de lo que te dicen te conmueve, cuando todo lo que se dice o hace te parece una farsa, cuando ni siquiera escuchas… Entonces es que algo muy profundo se ha roto en ti. Y ya nunca vuelves a ser la misma persona.

El cortejo humano es de lo más duro que hay. Se miente tanto, se finge tanto que casi siempre sale alguien herido en el proceso; en este caso el personaje de Aura Garrido (por cierto, fantástica), que ya viene herido de antemano, es literalmente destrozado. La pérdida definitiva de la inocencia y de la esperanza la rompen por completo.

Una de las cosas que más me llamó la atención es cómo el depredador rechaza olímpicamente al resto de hembras de la camada y va a saco a por la más delicada, aunque desde el principio, por el afán de protección de las amigas, se da cuenta de que le pasa algo grave. Y sin embargo, sabiendo que es un simple juego, la elige entre todas como objeto lúdico. Para él es simplemente un reto, ella es la más difícil, y le dan exactamente igual las consecuencias de su divertimento.

Eso sí, la venganza es buena de verdad. La película a ratos me recordaba otra en la que también la venganza ocupa un lugar central, Hard Candy. Siempre que un débil se enfrenta a un depredador, cuando se rebela y le planta cara, se siente una íntima satisfacción, un deseo profundo de que el escarmiento sea inolvidable.

Y en este caso no cabe duda de que lo es. Lo que pasa es que, a diferencia de “Hard Candy”, aquí el precio es demasiado alto.

Una película impactante que sin duda hace pensar. Lo que en realidad hace Sorogoyen con esta historia es advertir al espectador de que la fragilidad puede ser en un momento dado un arma muy poderosa, porque cuando el frágil tiene poco que perder se vuelve fuerte. Y esa fuerza puede ser brutal.
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98 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La elegancia y crueldad del cine bien hecho.
Inquietante, sorpresiva y tal real que hay momentos en los que verdaderamente asusta. Si miras más allá no dejarás de encontrar detalles de la trama que hace que todo cobre aún más sentido y te continúe atrapando aún fuera de la sala.
Fantásticos los dos protagonistas, convencen en todo momento y no dejan indiferente a nadie.
La fotografía, muy cuidada siempre con nada fuera de sitio: los colores, la iluminación... muy bien.
En resumen, una pequeña joya del cine español. Elegante y sutil. Más así hacen falta.
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68 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lucha sin cuartel
Es aquella en la que los contendientes no pretenden hacer prisioneros, sólo uno de ellos saldrá con vida. Y en el amor, como en la guerra, a veces es eso lo que pasa en las relaciones de pareja, difícilmente se sale ileso. De eso habla, entre otras cosas, Stockholm, primera película en solitario de Rodrigo Sorogoyen: una obra que parece pequeña pero que no lo es (así lo atestiguan los premios conseguidos en el Festival de Málaga y que haya salido adelante gracias al micromecenazgo de decenas de pequeños productores que han puesto su granito de arena para que esta película saliera adelante).

El síndrome de Estocolmo es el nombre que se da a la reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro termina por desarrollar un vínculo afectivo hacia su secuestrador, situación que también podríamos trasladar a las relaciones de pareja, cuando uno de los dos miembros termina por hacerse dependiente del otro a pesar de su desinterés, a pesar de que el segundo, como he comentado al principio no quiera hacer prisioneros. Y a eso se juega, o se nos cree hacer que juega, el director con sus personajes.

Stockholm le da varias vueltas a esta situación, y lo que ya hemos visto en multitud de comedietas románticas de sábado por la tarde u obras indie de mayor calado (hablo, por ejemplo, de la muy loable (500) Days of Summer), donde en un periodo temporal más extendido nos narran las diferentes etapas de las que consta una relación, Rodrigo Sorogoyen tiene el mérito de llevarlo a una fracción de tiempo menor, contándonos casi en tiempo real lo que les ocurre a los dos únicos personajes de la película interpretados por Aura Garrido y Javier Pereira.

Básicamente la película al principio parece ir de “chico conoce chica”, “chico despliega sus encantos para encantar a la chica” y… Y ya nada es como esperas.

La primera parte, con las calles de Madrid de testigo de un paseo y conversación en tiempo real, es todo un ejercicio de diálogo que a mí, a pesar de que a muchos les pareció un tanto lenta, degusté desde mi faceta de escritor. Me gusta hacer diálogos, y conseguir dar naturalidad a un diálogo de cortejo, de habilidad seductora, de defensa numantina, de guerra dialéctica, es todo un logro con el que disfruté como lo pudiera hacer en una buena obra de teatro. Hasta cierto punto me recordó Antes del amanecer (1995), donde Ethan Hawke y Julie Delpy pasan una noche en vela conversando por las calles de Viena.

En esta primera parte de la película se nos presentan unos personajes que no son un libro abierto, que tienen recovecos, que no sabemos si se encuentran bien psicológicamente o si nos dicen la verdad, todo ello con el diálogo, con el flirteo.

Sin embargo la segunda parte de la película se adentra en un terreno más complicado, donde la magia desaparece y la realidad golpea. Con una puesta en escena sencilla (la propia casa del protagonista Javier Pereira) Sorogoyen usa la luz de la mañana para descubrirnos que todos hemos sido a veces “cazadores” y otras tantas víctimas; que nunca estaremos seguros de lo que queremos y que difícilmente dejaremos de ser el niño que se emperra para que le compren un juguete nuevo al que en pocas horas dejará de hacer caso, y que cuando esté roto echará de menos. En este segundo tramo de la película, a veces turbador gracias al trabajo espectacular de Aura Garrido, el director nos habla de las decisiones difíciles, de los errores conscientes y de la felicidad inconsciente, ente otras cosas.

De los protagonistas, poco decir de Aura Garrido, que se ha batido el cobre en obras notables como la muy recomendable El cuerpo, dando la réplica a Hugo Silva; o en una de las mejores series españolas de los últimos años: Crematorio, haciendo de nieta de un gigante como Pepe Sancho. Su capacidad de meterse con toda naturalidad en un personaje muy complicado consigue hacer pequeño a un Javier Pereira (también con una filmografía notable: No tengas miedo, 8 citas entre otras) que intenta brillar, y a veces lo consigue (tablas teatrales no le faltan), por encima del capullo que intuimos que es su personaje.

Buscadla, preguntad por ella, no os dejará indiferentes.
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64 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Después del amanecer
Al ser una película claramente dividida en dos partes, es necesario hablar de cada una de ellas por separado y de la transición entre ambas partes.
Al ver la primera parte, efectivamente, a los que hayamos visto "Antes del amanecer" de Richard Linklater, podemos acordarnos de ella. Dos jóvenes pasean durante toda la noche por una ciudad tratando él de cortejar a ella. A mí, que personalmente "Antes del amanecer" me parece una genialidad gracias a sus diálogos (aparte de otros muchos detalles), esta comparación haría que "Stockholm" quede como una burda copia. Muy parecida en el manejo de la cámara y en el hilo conductor pero se queda muy lejos en esos diálogos. Sin embargo, esos diálogos son de lo más natural y nada alejados de la realidad.
Pasada esta primera parte al estilo Linklater llega la transición hacia un género distinto, y se hace con la sutil influencia de Kubrick durante la premonitoria escena del ascensor, de las mejores de la película.

Finalmente, llegamos al segundo acto: después del amanecer. Si Rodrigo Sorogoyen hubiese seguido haciendo una película de Linklater los hubiese mandado a cada uno a un país distinto y tan felices. Pero "Stockholm" no va de imitar a Linklater, va de contrastes: la noche y el día. Y lo vemos en la fotografía: los azules y los negros dejan paso al blanco casi inmaculado solo ensuciado en dos momentos: uno cuando se mancha el marco de la puerta y otro cuando ella decide abrigarse con su chaqueta negra (metafóra del cambio que vemos en ella).

Aparte del argumento, fotografía y demás aspectos de la película no hay que olvidar a una gran Aura Garrido que consigue mantener una muy buena película que ha conseguido llegar a algunos cines (no muchos han apostado por ella) gracias al crowdfunding.
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39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Usar y tirar
"Stockholm" es la viva imagen de que puede hacerse buen cine en España. Que hay talento y que, bien canalizado, puede dar obras tan notables como esta. ¿Cuál es la sinopsis de "Stockholm? Pues chico conoce a chica en una fiesta y decide pasar la noche con ella. Y ya está. No voy a revelar nada más. De hecho, os animo a que no continuéis leyendo hasta que no la hayáis visto. Avisados quedáis. Hay spoilers a mansalva.

Lo que puede parecer un esquema trilladísimo de chico conoce a chica acaba convirtiéndose en un análisis muy lúcido de las juventudes hedonistas que pueblan la ciudad. Él (Javier Pereira) se pone la máscara de chico simpático, espontáneo, gracioso, pagado de sí mismo, y con ella todas sus armas de seductor y ligón empedernido que ha ido perfeccionando con el tiempo. A ella (Aura Garrido) no le gusta esa máscara, pero anhela que alguien la quiera y, qué cojones, el chico es muy gracioso y está bueno. Sabe que puede encontrar algo debajo de la máscara que no le va a gustar, pero él insiste e insiste y ella se deja conquistar por la máscara. Aunque hayan diferentes momentos durante la noche donde ella pueda atisbar qué se esconde detrás de la máscara, como cuando él se encuentra a un tipo que le increpa en el 24 horas, o cuando parece que pierde los papeles después de que ella se largue de su casa. E incluso en el prólogo cuando conversa con su amigo. Aun así, ella necesita cariño y amor. Y cede. Al día siguiente, el chico se ha quitado la máscara. Ya no es ni simpático ni espontáneo ni gracioso ni atento y ella descubre lo que se temía, que debajo la máscara solo hay un capullo. Un capullo especialista en usar y tirar a la gente cuando ya no necesita de "sus servicios". Con lo que no cuenta es que la chica ha pasado por una depresión y que haber jugado con ella le costará caro. Ella descubre que nunca la querrán, que solo es una chica de usar y tirar, y se sentirá mal por ello. Se siente mal porque en el fondo le atrae que la traten de ese modo. No sabemos nada de su pasado, pero podríamos apostar que ya ha pasado por ello y la han herido a menudo. Es un síndrome de Estocolmo en toda regla, pero a escala doméstica; ella desarrolla un fuerte vínculo afectivo con el maltratador, pese a que él la trata fatal.

"Stockholm" son las consecuencias de tratar a las personas como si fueran objetos de usar y tirar; "Stockholm" es el retrato de los ligones nocturnos, muy espontáneos y guays, de esos que parecen que han nacido para ligar, que les gusta disfrutar del placer inmediato a toda costa, inconscientes de la realidad individual de cada persona. Y no les importa mentir y fingir quién no son para conseguirlo. Es de los que hieren con sus actos y les importa un comino las consecuencias. Aquí está interpretado por un chico, pero bien podría haberlo interpretado una chica y hubiésemos tenido el mismo resultado. Y ella es el retrato de esas personas frágiles que necesitan todo lo contrario de lo que les proporcionan estos chicos y que, sin embargo, caen en sus redes y se dejan tentar. Aunque eso suponga sentirse como una mierda al día siguiente. Y, aunque parezca difícil, este papel podría haber sido interpretado por un chico y el resultado volvería a ser el mismo. No tardamos en involucrarnos en el relato porque reconocemos esas personalidades, porque hemos visto o hemos sufrido -o hemos provocado- situaciones como esa. Porque reconocemos en ellos a nuestra amiga a la que siempre le están destrozando el corazón o a ese amigo chulito que parece que se ha criado en una discoteca. O porque quizás nos reconocemos, aunque sea un poquito, a nosotros mismos en uno u otro papel.

Sorogoyen apuesta por estructurar la película en dos partes muy diferenciadas para intensificar ese contraste; no solo los personajes son los que cambian de la noche a la mañana, sino toda la ambientación y el tono general de la obra. Y es un gran acierto. ¿Puntos en contra? Que durante la primera parte los diálogos suenan forzados, que el guion es demasiado autoconsciente de sí mismo y que Pereira está algo limitado y sobreactúa bastante, sobre todo durante la primera parte. Por suerte, Aura Garrido está ahí para hacer un papelón que nada tiene que envidiar al de otras actrices de más renombre.

"Stockholm" es una peli muy próxima, que conecta con una realidad que fácilmente hemos visto o experimentado. Se vale de un buen guion para transmitir un tema muy potente, aunque a veces, en boca de los personajes, los diálogos resulten algo forzados. Pero es una película muy recomendable y que se presta a hondas reflexiones.
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36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Mal rollista y poco creíble
Voy a comentar el principio de la película (sin spoilers importantes) para que se entienda el problema que tengo con ella:

La película empieza con una fiesta en la que un chico se fija en una chica. Él se fija en ella y se acerca pero ella no tiene ganas de ligar y tampoco parece que esté teniendo un buen día. Cuando sale de allí con sus amigas ve que el chico estaba hablando con ellas e intenta llevarlas a su casa. Lo ignora una y otra vez (porque se pone pesado) y se acaba yendo sola a su casa porque las amigas se quieren quedar con él. Al poco vemos que él la está siguiendo, camina a su lado y habla con ella aunque esta le pida que le deje en paz varias veces.

Y de repente, ella se deja <<conquistar>>. La versión de la película es que él es tan lindo y hace tantas tonterías que ella se derrite. Lo que yo veo es un tío muy pesado y algo acosador que no se da cuenta de lo angustioso que puede ser estar al otro lado, y dos chicas: la que no tenía ganas de irse a casa con nadie ni de hacerle caso a un moscón, y la que de repente tiene ganas de fiesta y se empieza a reír con él sin que hayamos visto una evolución lógica para ese cambio.

Los actores no tienen nada de química, y o el guion está mal escrito o la película está mal cortada o los actores no supieron interpretar lo que debían porque es muy ortopédico el cambio de actitud.

Lo único que me provocó a mí esta película fue angustia y desconcierto. No le veo NADA que pueda hacer que alguien la quiera ver.
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37 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Nostalgia
Un 9, sí, por hacerme evocar tiempos pasados. He recordado esas calles frías y solitarias, de vuelta a casa en mis noches de juerga siendo universitario en Málaga, y de 'vagabundo' por Madrid. He recordado fiestas en tugurios de mala muerte, verdaderos antros con bombillas de 25w para que no se notara el estado cochambroso del edificio. Por recordarme los acercamientos furtivos a adolescentes calenturientas que me rechazaban por esta carita que dios me ha dado, y porque en sus mentes enfermas iba a aparecer Ricky Martin en la playa montando un caballo blanco para llevarlas consigo. Por recordarme lo que es enamorarse en cada semáforo y desengañarse en cada giro a la derecha. También me he enamorado de ti, Aura Garrido. Imposible no hacerlo
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37 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La noche y el día
Aquí se unen dos historias paralelas: la noche y el día. Lo que decimos y lo que nos callamos. Las verdades y las mentiras. La luz y la oscuridad. A priori, puede parecer una película de bajo presupuesto, pero lo compensa con creces sus 90 minutos del diálogo más mordaz. Te mantiene en tensión y la previsibilidad escapa de nuestras mentes.

En cuanto a sus protagonistas, tengo debilidad por Javier Pereira desde que vi Tu vida en 65 minutos. Pero Aura Garrido se sale de la pantalla… un reparto muy acertado para esta pequeña historia de personajes, que te hará posicionarte y mojarte. Da igual a favor de quién estés, pero es difícil mantenerse indiferente ante lo que acontece.

No os quiero desvelar mucho del argumento. A mí me ha hecho cuestionarme la sociedad, las apariencias y, sobre todo, la frialdad con la que nos relacionamos hoy en día. Si normalmente nos guardarnos lo que pensamos por ser políticamente correctos, ¿qué pasaría si nos desnudamos por dentro y no solo por fuera? Las consecuencias pueden ser catastróficas.

Sin duda, me quedo con lo que te mueve por dentro al ver la película.
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23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Esa película que pudo ser y que no es
No son tiempos para aventuras costosas y despliegues innecesarios. Son tiempos de crisis, de infinito desapego al cine español y de micromecenazgos por doquier. Y también de películas partidas por la mitad. Es lo mejor del debut de Sorogoyen, una parte anodina con momentos de vergüenza ajena (esa insistencia del muchacho, esa sonrisa de la muchacha ante las "locuras" de él, ese despojarse de ropa, esa parejita cómplice....) y otra parte que casi todos hemos vivido en primera persona pero que nunca la habíamos visto en el cine español. Se trata de...
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26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
LAS CONSECUENCIAS DE NUESTROS ACTOS ANTE LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMÁS
Imprescindible película del cine español, ojalá se hagan más películas así, lo cual demuestra que el gran cine no se basa en grandes presupuestos o en muchos efectos especiales o muchos actores apareciendo en pantalla o que sean muy famosos. Está claro que una buena película se basa en dos elementos fundamentales: lo primero, un buen guión, creo que es el pilar fundamental para encontrarnos con una buena película y, lo segundo, los actores que la interpreten que permitan que ese buen guión pueda llegar a convencernos en pantalla. Luego, sí, todo se suma, dirección, BSO, etc. Pero lo fundamental es eso. Y esta maravillosa película ha conseguido que vuelva a hacer una crítica después de mucho tiempo en el que había perdido las ganas de escribir. Películas como ésta hacen sentido el cine en general y el cine español en particular. Ya seguía a Javier Pereira desde AL SALIR DE CLASE y he visto varias películas suyas, y creo que es, sin duda, uno de los mejores actores del cine español actual. Además, Aura Garrido en esta película se revela como otra de las grandes actrices del cine español que comenzó destacando en LA PECERA DE EVA y luego pasó por la floja serie ÁNGEL O DEMONIO, pero creo que esta gran película es la que demuestra su verdadero talento. Y, en cuanto a la película, qué duda cabe de que su director ha encontrado un guión sublime para contarnos cómo en esta sociedad en la que vivimos los seres humanos juegan con los sentimientos de las personas a su antojo hasta el punto de parecer que alguien puede amarte de corazón y que el amor verdadero existe hasta destrozar tus ilusiones por completo y conseguir que dejes de creer en esos sentimientos y en esas ilusiones para siempre. Porque el ser humano es el ser más destructivo que existe y las emociones humanas son las más fáciles de herir. La película te mantiene en vilo desde el minuto uno con sus apasionantes diálogos bien interpretados, bien llevados, de los dos actores que en ningún instante consigue aburrirte, con el recorrido por las calles de Madrid, acompañado de esa buena banda sonora, unos diálogos interesantes, ingeniosos, comunes y fáciles de sentirte identificado, muy directos entre ellos, que te engancha sin darte cuenta hasta el minuto 47 de la película. Allí todo cambia, y la película gira por completo haciendo que todo lo que creíamos que habíamos visto sobre los dos personajes es justo todo lo contrario de lo que nos han mostrado. En definitiva, esto es buen cine, una historia con un guión sencillo pero bien elaborado, realista aunque algunos piensen que no, con el que es fácil identificarse, que habla de las emociones humanas sobre todo en nuestra época actual con tanta pérdida de valores, y es que no hace falta complicar una película o mostrarla con un ritmo lento, si al final lo que hace que una película guste a la gente es buen ritmo, una buena historia y unos buenos actores que la interpreten. Así sí se hace buen cine.
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29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Más que un síndrome , más una historia de amor.
¡ Dios...!
Te deja pegado al sillón. Cuando acaba, no entiendes por qué no puedes moverte de la butaca, esperas que continúe aunque sabes que ya no puede ser.
Impresionante la actuación de sus protagonistas con una química entre ellos que parece auténtica.
Increíble este pequeño guion, tan simple, tan directo que te cautiva a los cinco minutos de película.
El tiempo de narración muy bien conseguido. Aunque en los diálogos siempre es lo mismo, parece siempre nuevo y diferente, inesperado.
Lo mejor que he visto últimamente.
Gracias por esta joya.
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24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Insoportable
No entiendo las críticas tal altas, hasta un 10. ¿Obra maestra? Toda la primera parte, casi una hora, es insoportable.
Con esa manía de muchos guionistas de aquí que piensan que la naturalidad es calcar el lenguaje de la calle, sin más. No hay ingenio, no hay chispa y aburre.
Y de construcción de personajes nada de nada. Todo es plano, tonto.
Con esos mimbres los actores poco pueden hacer, si es que son actores porque todo parece un capítulo de al salir de clase.
Buena la fotografía, eso sí. Y Madrid se ve muy bien. Pero todo te deja indiferente. Nada te atrapa, no hay interés. Se ve pasivamente.
Es cierto que lo menos plano es el desenlace, pero para llegar a él hay que aguantar casi toda la película.
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33 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No me la creo...
No le encuentro la gracia a “Stockholm”, me sucede como con “La herida”, puedo reconocer valores cinematográficos en ella, buenas interpretaciones e incluso llegar a pensar que deben ser sensibles películas que ofrecen retratos perfectos de lo que pretenden. Pero sucede que no me interesa lo que cuentan y eso, en cierta manera, es porque el director no consigue que la película me atrape. No me interesa lo que cuentan porque no me lo cuentan bien.

En los últimos años se ha impuesto la moda del desapasionamiento narrativo para describir una historia pasional, esto también es debido a que cualquiera puede coger una cámara de vídeo y filmar una película y no olvidemos que apasionar narrativamente requiere de unos medios, dinero al fin y al cabo. La condición económica de “Stockholm” es de película sorprendentemente barata (se financió con crowfunding) y esa economía de medios lastra la película porque aunque hace buen uso de exteriores e interiores, durante todo su metraje me da la sensación de que estoy viendo un experimento entre amigos, las situaciones no acaban de engancharme, el progreso me parece forzado para conseguir un mensaje que podría haberse logrado de otra manera menos impostada. No me creo a los personajes (y conste que Javier Pereira y Aura Garrido están esplendidos, sobre todo la segunda), no me creo la situación (y eso que la situación es algo cotidiano), no me creo que esos espacios comunes sean los adecuados ni tampoco me creo las maneras que utiliza el personaje masculino para seducir al femenino. No me creo esta historia de lobos con piel de cordero que, aunque renquea en su primera mitad, es esplendida en su segundo tramo. Entiendo que es una película magnifica, el guión no es una maravilla pero los diálogos son esplendidos, está bien rodada y los actores son estupendos. Es una opera prima de bajo presupuesto que regala mucho mas de lo que cualquier otra película puede regalarnos. Pero “Stockholm” me ha dejado tan frio como su título. Debo ser yo, que me he convertido en un incrédulo.

Una película recomendable, por supuesto, Pero yo no me atrevo a recomendarla.
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35 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Las caretas del amor.
Capítulo I, Cupido existe. La película se estructura en tres capítulos, el primero o como ligar, se hace largo y tedioso, llegando a caer en el ridículo al mostrar esas absurdas técnicas de ligue que aplica nuestro Bartolo para llevarse a la lánguida presa al lecho. Madrid queda bien retratada para la posteridad.

Capítulo II, o como todos los gatos, por la noche, son pardos. Ya de día, Bartolo se ducha quitándose la molesta careta que llevó puesta la noche anterior, pero comete el grave error de no volver a ponérsela, aunque sólo fuere por decencia. Lánguida despechada, intenta que se la vuelva a poner, o cuanto menos actúa como si Bartolo llevase la misma careta de la pasada noche. No lo consigue. Ya el desenlace es muy predecible, pero se salva por las buenas actuaciones de los actores (sobre todo ella, Aura).

Capítulo III, o como resolver esto. Ya sin tiempo, la película se resuelve de la manera más sencilla y rápida posible. Se veía venir y carece de toda fuerza dramática. Salvar en este capítulo la actuación perfecta del de la Puerta de Sol marcando sus horas, inexorables al porvenir.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las consecuencias de lo que hacemos y decimos
"Stockholm" está dirigida por Rodrigo Sorogoyen, director curtido en televisión y que debutó en el cine con "8 citas". Con su segunda película ha logrado premios al mejor guión y mejor actriz en el último Festival de Málaga, así como la oportunidad de llegar a unos pocos cines con un presupuesto de poco más de 200.000 euros. Dos actores, una casa y las calles de Madrid son los ingredientes de una película romántica que empieza siendo cómica y acaba siendo dramática. El chico conoce a la chica en una fiesta, muestra sus mejores armas de seducción y ella es reticente al principio. Salen a la calle y él va convenciéndola poco a poco para que vaya con él a su casa, lo que finalmente ocurre. Pero luego las cosas no serán tan apacibles como empezaron.

Sorogoyen tira de tópicos para acabar retorciéndolos y construir una de esas películas que empiezan acariciándote y terminan tirándote del pelo, poco apta para aquellos que usen las comedias románticas como lubricante para sus emociones. Javier Pereira y Aura Garrido componen unos personajes en los que se adivina una cierta fractura interna, preludio de lo que acabará pasando. Él es uno de esos chicos que con su labia y su sonrisilla y su buenrollismo algo postizos acaban consiguiendo lo que quieren y ella es una de esas chicas que tiene muchas capas, no precisamente agradables, debajo de su bonito envoltorio. Especialmente memorable se muestra Aura Garrido, que tiene un nombre que es metáfora de lo que la caracteriza, un "algo" muy especial. Tuve la ocasión de entrevistarla una vez y pese a su físico menudo tiene una mirada felina capaz de derribar a cualquier coloso. A pesar de haber salido en series como "Crematorio" o "Ángel y demonio", su carrera en cine se ha encaminado a películas más minoritarias, como "Planes para mañana", "Los ilusos" o ésta que nos ocupa. Será admiración de fan, pero es imposible no acabar sintiendo pena y compasión por lo que le ocurre a su personaje en la película.

Entre lo peor de "Stockholm" se puede poner algún vicio de su director, que a veces hace improvisados videoclips a modo de transición y para los que hemos pateado el centro de Madrid hay alguna continuidad dudosa entre las calles que recorren sus protagonistas, aunque éste es un defecto menor. El filme tiene una factura interesante a pesar de su bajo coste y muestra que el cine español puede tener más sustancia cuando se libera de la obligación de tener que gustar a todo el mundo, que muchas veces es el camino más rápido para no gustar a nadie. Una película que habla de la responsabilidad de nuestros actos, de lo que decimos y hacemos sentir a otras personas y de las consecuencias que eso puede tener.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Mirarse al espejo duele.
Nadie hubiera dicho hace unos años que de un título tan blando como 8 citas (2008), dirigido por Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen, iba a emerger uno de los directores más interesantes del actual panorama cinematográfico español, sobre todo porque Sorogoyen ha firmado en Stockholm, su ópera prima en solitario, una de las que se han de considerar ya como una de las mejores películas paridas por nuestro cine, en un año que está siendo especialmente diestro en eso tan primario y difícil de conseguir que es efectuar hondos y audaces estudios de la condición humana. Desde La herida hasta Caníbal, pasando por Todos queremos lo mejor para ella, Todas las mujeres o Ayer no termina nunca, nuestro cine nos ha venido ofreciendo acerados, dolorosos y elementales retratos (unos más, otros menos) de nuestro ser más pasional, instintivo e irracional, lo que viene siendo nuestra naturaleza, eso sí, siempre coartada o camuflada por convenciones sociales de toda índole. Stockholm se suma a la corriente, será porque en tiempos convulsos como los presentes que vivimos, resulta necesario detenerse a cuestionarse qué problemas son los que dependen, más o menos, de nosotros para ser atajados.



Llevan razón los que aseveran que Stockholm podría ser dos películas en una, porque es una forma lícita de apreciar que la cinta de Sorogoyen se comporta a lo largo de toda su primera parte de un modo distinto a como acaba resultando ser. Primero bajo los designios de un cine levemente romántico, con referencia ineludible a la trilogía de Richard Linklater, a la que nos remite la sola mención de su premisa argumental. Pero hay algo que subyace bajo la superficie en todo momento, una especie de punzada latente que aguarda el momento clave para despertar del coma narrativo al que se ve sometida, mientras las imágenes de Stockholm nos obsequian con un flirteo nocturno e insistente de un chico a una desconocida, primeramente reacia, en un largo deambular por las calles de un Madrid altamente inspirador. La fluidez y brillantez de los diálogos colman de energía a unos planos secuencia sobrios y elegantes, donde la cámara no se limita a servir de mero receptor de lo que se dicen entre sí los personajes, sino que demuestra pronto una personalidad autónoma y desconcertante, que va en contra de nuestros anhelos edulcorados, tomando una postura parecida a la de un viejo amigo de la pareja, que asiste intrigado al duelo verbal de ambos, teniendo siempre presente lo desaconsejado de esa unión.



Porque la puesta en escena orquestada por Sorogoyen desmitifica desde el principio el componente idílico de tal encuentro (una fotografía gélida, una dirección artística minimalista, un montaje cadencioso, seco, que conllevan la imposición de una atmósfera distante), germinando en su interior el verdadero tono de la historia: un thriller, en el que la violencia (verbal y física, pero sobre todo emocional) va haciendo acto de presencia paulatinamente, primero maquillada a través de torpes y desafortunados desencuentros entre ambos protagonistas, y más tarde como principal protagonista de la función. El giro puede resultar brusco, pero a poco que prestemos atención entenderemos que todo el mal rollo estaba ahí desde el comienzo, sólo que la astucia y la extrema delicadeza del director había logrado camuflarlo ante nuestra entusiasta mirada. Stockholm, con la frialdad y la sequedad como grandes aliadas, se embarca entonces en una incómoda y brusca batalla campal por la supervivencia del ego, de ese "yo" humillado que tratará de recomponer como sea la dignidad herida. Aquí emerge el otro referente tan mencionado de Stockholm, que por su distinguida y áspera forma de reflejar lo violento de muchas situaciones, está cerca del Michael Haneke de Caché, consiguiendo, como aquélla, ser ferozmente brutal en algunos momentos de imprevisible y descomunal impacto.



Dos películas en una o, mucho mejor, una película con múltiples caras, como todo en la vida. Como los dos personajes, protagonistas absolutos de esta impoluta función, que ofrece a sus dos intérpretes la posibilidad de llevar a cabo ejercicios de interpretación altamente estimulantes, pues Stockholm les permite recorrer un enorme espectro de sus personalidades. Javier Pereira lo borda, literal, desplegando primeramente un contagioso encanto, derrochando sensualidad a través de una mirada de fingida inocencia y una sonrisa que, cual zorro, se sabe arma infalible para conseguir sus propósitos; para luego desvelar sus cartas atropelladamente y acabar estampando en la pantalla la idiosincrasia necia e incongruente de un auténtico capullo. Aura Garrido lidia con el arco dramático más complicado de los dos y logra al final una actuación gigantesca, de puro perfecta, porque el comportamiento esquivo de su personaje al inicio no es sólo una pose, sino que encierra siempre algo enfermizo y endémico, algo que vertebra toda su actuación y que Garrido logra transmitir a lo largo de todo el metraje, por mucho que también, y al mismo tiempo, nos obsequie un esmerado y detallado transcurrir de emociones y actitudes, hilvanadas con sensatez y armonía. Admirable duelo interpretativo pues, como última virtud de un noqueante, desolador y nada acomodaticio reflejo de nuestra condición humana.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
GANANDO GOYAS EN LA ERA DEL CINE LOW COST: STOCKHOLM
No tenía ganas de ver este largo. Me olía la tostada a kilómetros. Pero venga: believe the hype, que por algo será, ¿no?

WRONG. BIG MISTAKE.

Esto pretende iniciarse como una suerte de "Antes del amanecer" en versión castizo-nocturna con un chico-se-interesa-de-chica-en-fiesta-y-la-intenta-engatusar como punto de partida.

Pero nada, oiga. Los diálogos, excesivamente abundantes, no son ingeniosos ni reflejan bien el naturalismo que sus responsables seguramente estaban buscando.

Las interpretaciones son excesivamente correctas. Mecánicas. Pero venga. No abandonemos el visionado aún, que han dicho en internet unas cuantas personas que luego la cosa cambia.

Y luego...

Luego sigue el intento de conquistar a la moza del chaval. Nada interesante, oigan. Ni meet cute made in Hollywood ni brillante desgranaje de las maniobras de ligoteo, sueños o dudas de la juventud española actual. No hay más cera que la que arde. Esto está claro que es un corto alargado.

Entonces, GOL: el chaval hace primera base. Y ya ha pasado cerca de una hora de metraje.

Para cuando llega el primer momento con conflicto dramático, con un punto de giro reseñable", estamos casi en el minuto 75. Ritmo narrativo impactante, oigan.

Y la resolución: con su final de spoiler digno de short film made in Spain, sus pausas lentas intentando darle empaque a algo muy prosaico que mejor encajaría en un teatro, es, a todas luces, insatisfactoria.

Así que... ¿qué diablos tenemos de cómputo global?

Un largo que intenta ser indie y se queda en romo. Un ritmo y una progresión narrativa deficitarios. Una verbosidad teatral y no cinematográfica. Una intensidad dramática tan minimalista que casi no existe. Una premisa de partida con escaso interés. Unos jóvenes actores correctos pero intercambiables por muchos otros...

Poco. MUY poco.

¿El futuro del cine español es ESTO?

[Suspiro]
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