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19 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
Le semeur- Segadoras ávidas de carne
A las 14:00 llegué al Principal con la lengua fuera para disfrutar de una de las candidatas más prometedoras de Nuevos Directores: el drama de época El segador/ Le semeur, dirigida por una Marine Franssen curtida a base de trabajar como ayudante para Assayas o, casualidades de la vida, Haneke. Tras la victoria en la guerra de Napoleón , en 1852 emprende un duro castigo de represión, tomando presos políticos aldeas rurales y despojándolas de hombres. Cómo sucede en el pueblo de la joven y casamentera Juliette, que apenas queda poblado por un puñado de mujeres y unos pocos niños. Tras meses de aislamiento y de vida en espera segando sin saber si volverán a ver a sus maridos, las mujeres acuerdan mediante juramento que si un hombre aparece repentinamente en el pueblo, lo compartirán sexualmente entre todas. Cuando esto suceda, y el fugitivo Jean inicie un romance con Juliette, no será tan fácil mantener la palabra.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Demasiado lenta
Vista en el Festival de San Sebastián, sección Nuevos realizadores donde ganó el premio Kutxabank está dirigida por Marine Francen , que ha sido asistente de dirección de Michael Haneke y Olivier Assayas. Esta basada en una historia de Violette Ailhaud titulada "L'homme semence" y nos cuenta la reacción al golpe de estado del 2 de diciembre de 1851, cuando ella tenía 17 años todos los hombres fueron arrestados por los soldados de Napoleón III, dejando el pueblo solo con mujeres condenadas y aisladas. Pero no escribiría su historia hasta 1919 confiando los manuscritos a sus descendientes y publicándose su historia en 2006.

Un inusual formato en 4.3 compone un marco con magníficos paisajes del norte de las Cevenas muy bien resaltados por la fotografía de Alain Duplantier (Cuenta atrás, Asesinos de Élite).

La aparición de un hombre en el pueblo hace que te preguntes si no estamos ante una especie de remake de "El Seductor" de Don Siegel o Sofia Coppola, pero no, la película de Marine Francen es más simple y se centra en los celos, el deseo, el placer, la ternura y los sentimientos. Pero la dirección novel de Francen se nota y le falta ritmo, tiene escenas con muy poca tensión y un resultado demasiado suave para que consiga enganchar al espectador, llegando a aburrir.

Tampoco destacan las interpretaciones de Pauline Burlet y Alban Lenoir, que no se les nota demasiado entusiasmados aportando mucho lirismo y pulcritud pero poco realismo campesino.
Destino Arrakis.com
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
#He Too
Puede que su argumento no sea excesivamente original y que recuerde a alguna que otra película de remake reciente, pero nadie le puede negar la osadía a Marine Francen de debutar con una película enmarcada en una época inhabitual y que invierte los roles clásicos que el cine suele otorgar a cada género. Mitad folletín, mitad fresco naturalista, “La mujer que sabía leer” parte de un esquema próximo al western para derivar hacia la historia de amor imposible, en una narración que no se entretiene en formulismos ni en nada que la aparte del relato propiamente dicho. Esto le resta personalidad y la baña de una frialdad que no encaja bien en lo que se nos está contando. O dicho de otra manera, esta es una película que gustará a mucha gente pero entusiasmará a poca. Uno puede disfrutar de sus bellos paisajes naturales y la penumbra de sus interiores, instruirse en las formas de vida de hace un par de siglos y admirar la capacidad de lucha y sacrificio de un grupo de mujeres para salir adelante. No obstante, difícilmente se emocionará con el romance de su pareja protagonista, narrado de una forma tan seca y distante que no logra traspasar la pantalla. Ahí radica su principal handicap, y el que hace que la película no se eleve a cotas más altas, que esa trama que apela al deseo y a la necesidad de perpetuarse, quede mínimamente apuntada por la precaución de su directora a la hora de levantar el pie del freno. En todo caso, no sé si de forma voluntaria o de una manera inconsciente, Francen deja una jugosa y doliente paradoja, que los holligans de la guerra entre géneros pueden convertir en sus disputas en potente munición.

Lo mejor: su falta de pretensiones.

Lo peor: que le falten dosis de pasión.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La mujer que sabía leer. El compromiso
En los convulsos años que vivió Francia con la proclamación del segundo imperio, un remoto pueblo es despojado de toda presencia masculina. Solas, con la única compañía de sus hijos, un grupo de mujeres emprenden la dura tarea de sobrevivir. La ausencia de hombres pronto hace mella en las mujeres más jóvenes. En caso de encontrar a uno, especulan con ser atendidas todas.
Francen sabe trasladar a la pantalla la angustia ante un futuro incierto y en soledad, con los deseos más íntimos como hilo conductor de la historia. Pronto se hará evidente, que colectivizar tierras y tareas es más sencillo que hacer lo propio con cosas más mundanas, sentimientos y deseos incluidos.
Vista la película, me invade la sensación de que la figura del protagonista ha sido poco explotada. La directora juega con el misterio de su procedencia, y sabe dotarlo de cierto secretismo, pero se dejan cabos sueltos. No estamos ante una obra maestra, pero sí ante una opera prima que nos hace estar pendientes de futuros trabajos de su autora.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Tierra de mujeres
Corre el año 1852 en Francia. Napoleón III, otrora defensor de la democracia en el país galo, acrecenta su represión hacia aquellos republicanos que se muestran disidentes con su régimen. Como ejemplo de la implacabilidad del futuro emperador, los habitantes de un pequeño pueblo asisten con miedo a la entrada en la localidad de unas tropas que se llevan de allí a todos los hombres. Las mujeres del lugar, a medio camino entre la sorpresa y el llanto, se plantean entonces cómo pueden seguir adelante con sus propias tareas si también tienen que asumir las que hasta entonces desempeñaban sus compañeros masculinos. Pese a que la respuesta no resulta del todo negativa, las féminas acuerdan hacer un pacto múltiple ante la prolongada ausencia del resto de la población: si aparece un hombre por el pueblo, será para todas y no exclusivamente para una.

Con La mujer que sabía leer (Le semeur), la francesa Marine Francen dirige su primer largometraje cinematográfico con un guion adaptado por ella misma a partir de un relato corto de Violette Ailhaud. En él, no solo pretende plasmar un negro capítulo de la historia de su país, sino que posee un mensaje claramente reivindicativo sobre el papel de la mujer en la sociedad. La realizadora, que hasta ahora había desempeñado tareas de asistencia en la dirección, se deshace de cualquier defecto de novata al plantear una puesta en escena realmente lograda desde la primera secuencia, con un formato 4:3 asistido por una fotografía responsable de mantener el tono oscuro que distinguía a aquellos años de represión. Como complemento a este planteamiento técnico, la cineasta no duda en poner el foco en cuestiones áridas acerca de la temática de género y, por extensión, de lo que supone vivir en un entorno social cerrado como el que muestra el film.

De esta manera, Francen no cede un ápice en la construcción de una historia que también posee ciertos dejes de fábula, expresamente conducidos a través de la protagonista Violette. En un mundo donde el campesinado tenía casi imposible acceder a una educación letrada, ella conoce el arte de la lectura gracias a la herencia cultural paterna. Ese toque diferenciador le abre una puerta que de otro modo podría haber permanecido cerrada. Sin embargo, ni siquiera ostentar esa ventaja intelectual le da cierto poder para asumir una capacidad de mando en su seno social. El grupo lo es todo en este pueblo (como en todos sitios) y las decisiones se toman en común entre todas. Con la determinación mostrada por las mujeres de la obra, Francen pretende derribar al mismo tiempo varios estereotipos sobre el género femenino, aunque no en un sentido radical como para hacer caer, a su vez, el necesario punto de encuentro con la lógica que sustenta su mensaje. Llega un momento, eso sí, en el que el relato no intenta avanzar más allá y se queda en una buena historia pero que no tiene en su recta final el calado que merecería, ni desde el punto de vista racional ni en el sentido emocional.

El pequeño mundo que Francen construye en La mujer que sabía leer no está exento de temáticas más allá de la mencionada dialéctica entre géneros femenino y masculino. Más bien al contrario, la directora francesa reproduce a pequeña escala todos los sentimientos que pueden salir a flote en una sociedad, también en las actuales. Quizá esa lectura en clave atemporal sea precisamente lo que potencie el carácter narrativo de una obra rica en detalles y en la que ninguna cuestión parece dejada al azar, sino que todo queda cohesionado bajo el mismo paraguas.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
UNA PELÍCULA DE MUJERES QUE INTENTAN SOBREVIVIR
La primera película de Marine Francen, ayudante de dirección de realizadores como Oliver Assayas o Michael Haneke, nos sitúa en 1852 para contarnos las consecuencias de la represión de las tropas de Napoleón contra un pequeño pueblo de los Alpes, al que han privado de todos sus hombres, por el apoyo de éstos a la República. Las mujeres se quedan así solas sin saber si sus hombres regresarán, en un estado aletargado, pero que no está exento de una profunda sororidad. Hay una secuencia muy significativa en la que el grupo de mujeres se unen, entre el diluvio, para sujetar una larga escalera que permite a una de ellas arreglar el tejado del cobertizo. Por muchos recelos que tengan en una situación extrema las mujeres se unen para subsistir.
No obstante la película está basada en el relato L`homme semence, cuyo título es más acertado que la traducción española, y por lo tanto el catalizador de la historia va a ser la presencia masculina. En los periodos de descanso, tras la siega del trigo, las mujeres han especulado sobre la aparición de un hombre, pero la llegada repentina de Jean, un tipo que dice ser herrero, va a sacar a flote los instintos más primarios de todas esas mujeres. Por cosas del azar Violette, la protagonista de la cinta a la que da vida con una gran entereza la actriz Pauline Burlet, es la que se topa primero con Jean, lo que le da prioridad para intimar con él. Sin embargo, las mujeres habían acordado repartirse al hombre que llegase y poco tardan en reclamar su parte del pastel. No puede decirse que sea una actitud moralmente aceptable, pero las mujeres temen por la extinción del pueblo y en Jean ven la posibilidad de continuar el ciclo de la vida.
El ciclo de la vida será durante todo el metraje un motivo recurrente, a través del agua cristalina que recorre los campos con un claro simbolismo purificador, aunque en algún momento de tensión dramática llega a ensuciarse, y mediante el trigo, símbolo de ese ciclo vital (crecimiento, maduración y vuelta a la tierra) que las mujeres sienten muy profundamente. Es precisamente en las secuencias de la cosecha donde la película va a destacar, gracias a su esteticista puesta en escena que en muchos momentos recuerda una pintura naturalista.
Al mismo tiempo es muy llamativo el formato (1:33) que escoge la directora y que aunque al principio nos descoloque, finalmente consigue hacer hincapié en la tensión, la angustia y la desconexión total en la que vive este grupo de mujeres. Aunque quizás esa economía escénica contribuye a la frialdad general de la cinta que no logra traspasar la frontera de las emociones.
Laura Acosta
planoamericano.wordpress.com
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El amor en tiempos de Napoleón III
La historia se desarrolla a mediados del siglo XIX en una pequeña localidad que sufre el asedio y la represión por parte de las tropas de Napoleón III, que mataron a un hombre y se llevaron como prisioneros a todos los varones de ese pueblo. Las mujeres se quedaron solas y con la incertidumbre de que habrá pasado con sus maridos o parejas, y con la promesa de que si un hombre se presenta en ese lugar tendrán que compartirlo entre todas. Como era lógico teniendo en cuenta el arranque de la historia aparecerá Jean, un joven enigmático, que tampoco quiere hablar mucho de su pasado, y que se enamorará de Violette, la protagonista de la película. A partir de ese momento surgirán las lógicas rencillas, los celos y las inquietudes entre el resto de mujeres, y el espectador irá descubriendo la evolución de esas relaciones personales poco a poco con algún giro interesante.

La película está bastante bien desarrollada, gracias al guión escrito por la directora en colaboración con Jacqueline Surchat y Jacques Fieschi, y al gran trabajo interpretativo de Pauline Burlet, a la que conocimos en su papel de hija de Marion Cotillard en la excelente ” El pasado ( 2013 ) ” dirigida por Asghar Farhadi, y que realiza una excelente composición interpretativa, haciendo creíbles los pasos dados por su personaje, una joven que tiene que tomar una difícil decisión, y que está bien en las situaciones románticas y en las más dramáticas actuando con gran naturalidad. Las secundarias cumplen en sus apariciones, destacando Iliana Zabeth como Rose y Géraldine Pailhas en el de Marianne. Por contra no me convence tanto el trabajo de Alban Lenoir, en el papel de Jean, que no trasmite lo suficiente y que no está al nivel de sus compañeras de reparto. El tema central me recuerda mucho al de “La seducción”, la última película dirigida por Sofia Coppola ( que adapta el clásico “El seductor” de Don Siegel ), con unas mujeres aisladas en medio del conflicto bélico y que la aparición de un hombre alterará sus relaciones y la tranquilidad diaria. Ambas están dirigidas por mujeres y la diferencia es que en esta película la historia se desarrolla en el siglo XIX en Francia y en la que tiene a Nicole Kidman y Kristen Dunst como protagonistas en la misma época en Estados Unidos.

Otro de los aciertos de la película es su calidad artística y técnica, en especial la fotografía de Alain Duplantier, que emplea de manera acertada un formato 4:3 y que funciona bastante bien y me cuesta imaginarme esta misma historia con una imagen en el tamaño estándar, lo mismo que me sucede con “Mommy”, una de las mejores películas de Xavier Dolan. Los trajes diseñados por Pascaline Chavanne, una de las mejores en la actualidad en esa faceta en el cine francés y que ha sido candidata a 8 premios César por sus trabajos en la categoría de vestuario, el más reciente el de “Barbara” de Mathieu Amalric, y que tiene únicamente un galardón en los Goya franceses, en 2014 por “Renoir”. Unos vestidos que representan muy bien los trajes de esa época, con una gran variedad de colores. El final me parece bastante interesante, sobre todo porque no es el esperado, y aunque la propuesta no es fácil, teniendo en cuenta su ritmo pausado, puede gustar a los aficionados al cine de época y a los melodramas románticos clásicos.

LO MEJOR: El diseño de vestuario y la dirección de fotografía. La actuación de Pauline Burlet.
LO PEOR: La interpretación de Alban Lenoir. Tarda en arrancar.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LE SEMEUR.
Un equilibrado relato visual, acompañado por un buen guión, que a la vez se basa en la novela autobiográfica de Violette Ailhaud.

Aunque la ambientación, la historia y su desarrollo, podrían alejar al espectador de ella, dado ese planteamiento, a priori, desfasado; cuando uno acepta su composición, descubre una obra luminosa, bien estructurada pese a su simpleza;que se acompaña de esa garra y fuerza que Marine Francen ha sabido dotar en cada una de sus escenas.

Escasa puntuación global, tal vez porque se aleja de esos planteamientos efectistas que derivan hacia obras radicalizadas en su aceptación por un público que acostumbra a otros desarrollos y temáticas.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Lenta, pretenciosa, aburrida y machista.
Entiendo que este tipo de películas tenga su publico, que evidentemente no soy yo, aun así hice el esfuerzo de verla y de sacar algo positivo de ella pero todo fue en vano.
Primero, el absurdo formato 4:3 que no aporta nada a la imagen, solo es una intento de destacar sin lograrlo. Algunas películas modernas usan recursos como el blanco y negro para resaltar alguna característica visual interesante pero aquí solo tienes la sensación de perder gran parte de los bonitos paisajes.

Segundo, la historia es lenta, aburrida y con muy poco interés, digna de un tele-film de sábado tarde de antena3 o de algún documental de la 2 pre-siesta. Os resumo la historia en spoiler, cabe en un sello.

Tercero, el drama tiene un tufo machista involuntario bastante evidente, dejando las mujeres en muy mal lugar.
Resumiendo : si tienes 98 minutos libres, haz otra cosa.
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12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Esperando un varón salvador
Esta película, cuyo título original es “Le semeur” (El sembrador), en español, inexplicablemente la han titulado “La mujer que sabía leer”. Es un film histórico que se desarrolla en la represión armada del último monarca francés, Napoleón III. Entre otras, este monarca acometió una terrible represión por la cual, un pequeño pueblo galo, es despojado de todos sus hombres que pasan a ser presos del monarca, dejando a la pequeña localidad sin rastro de varones adultos, con todo lo que esto conlleva, y dejando a las féminas solas en una economía agraria y ganadera. Es una situación difícil donde surgen los instintos sexuales, pero sobre todo la necesidad de un hombre que fecunde a las hembras del lugar y ayude también en las tareas agrícolas de recolección del cereal y el pastoreo. Un hombre que colme sus diversas aspiraciones románticas, sensuales y reproductivas. En esa desesperación, las mujeres se hacen un juramento: si un varón viene al pueblo por azar o fortuna, será para todas, pues la vida tiene que perpetuarse en las entrañas de cada una de las mujeres que han quedado sin novio o marido. Las mujeres lo habían planeado todo, todo organizado menos la posibilidad de enamorarse.

Es notable la dirección de Marine Francen (madura por sus trabajos como ayudante para Assayas o Haneke), con un guión pergeñado por la misma Francen junto a Jacqueline Surchat y Jacques Fieschi. Es necesario precisar que el guión es adaptación de una novela de Violette Ailhoud escrita en 1919 a los 84 años de edad, de título original muy ‘aclaratorio’, “El hombre semen” (“L´Homme semence”), que es la obra autobiográfica de lo que le ocurrió a la autora cuando era una adolescente en su localidad, un desconocido pueblo de la Alta Provenza que por motivo de las guerras quedó sin hombres ¿Qué le ocurre a los cuerpos y a las mentes ante semejante tesitura? Porque en definitiva, la obra habla de la supervivencia y la progenie de la propia autora de la novela, la Sra. Violette Ailhoud, quien describió fielmente la atmósfera en que quedó sumido el pueblo, el vacío, la tristeza y el miedo a la extinción. El responsable de la editorial italo-chilena Edicola afirma del libro: "Es una historia tan universal y transversal que si no hubiera sido escrita en un momento de guerra como en el que se desarrolla, podría ser vista incluso como una historia machista. Pero también podría ser la historia de todos los deportados durante la Guerra Mundial y la historia de los que se quedaron".

Así pues el libreto sucede cuando miles de hombres de la zona sufrieron la brutal violencia por oponerse al golpe de Estado de Louis-Napoleon Bonaparte contra la Segunda República Francesa. Pero es que además, el film es sugerente pues habla de las dificultades y las diferencias de género en el pueblo donde se desarrolla trama. Francen consigue, entre otras pictóricamente, una bella historia de granjeros, campesinos y mujeres del pequeño lugar rural en mil ochocientos cincuenta y tantos en una Francia en guerra, haciendo una fusión entre delicadeza y vigor, entre armonía y desafío.

La debutante directora francesa aporta reflexión y mesura, dejando abiertos posibles paralelismos con un presente donde el feminismo batallador parece haber llegado para quedarse. Por eso el film resulta, a la vez que sugerente, curioso, muy interesante en cuanto a posibles reflexiones. Pero inexcusablemente el dolor y el aislamiento de las mujeres que han quedado sin hombres, produce una realidad de féminas que están en edad de ser madres sin opción para ello. O sea, el film habla, más ampliamente, de menesteres que en un orden jerárquico-humano serían: el amor, la procreación y la colaboración en las tareas del campo y el trabajo en general.

Hay sobriedad en el relato a la hora de exponer la autenticidad de los sentimientos y las razones emotivas de los personajes, a lo cual colabora una bonita música de Frédéric Vercheval y una gran fotografía de Alain Duplantier a modo de genial envoltorio estético de formato cuadrado (4:3) y exquisitos colores de estilo naturalista, a medio camino entre Johannes Vermeer van Delft, Pierre-Auguste Renoir y Jean-François Millet. Sin olvidar un vestuario de excelencia diseñado por Pascaline Chavanne.

Esta película hermosa tiene un reparto muy eficaz y sólido con actrices muy creíbles como la que vemos en la excelente composición interpretativa de Pauline Burlet como Violette (la mujer que sabía leer y primera enamorada), Geraldine Pailhas (estupenda como Marianne), muy bien Anamaria Vartolomei (Joséphine), Iliana Zabeth y Alban Lenoir, sin olvidar al rudo pero resultó Jean, el varón único encarnado por Françoise Lebrun que se queda un poco corto frente a las interpretaciones femeninas.

En suma, obra cerrada sobre un universo femenino, una recreación de tensiones y cariños, unos contenidos y otros exacerbados, imprecisos o auténticos, flotantes o a ras de suelo. Una película teñida de estética rural, tanto en su colorido como en la composición del plano. Film riguroso y bello pictóricamente que produce un impacto emocional discreto, que en el transcurso de la cinta va 'in crescendo'.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La estética de un drama romántico, casi distópico.
Atractivo drama de corte romántico y con la fuerza suficiente para plantear al expectador jugosas reflexiones respecto a la historia que plantea y que está inspirada en una novela autobiográfica de Violette Ailhaud a principios del siglo XX. Destaca una puesta en escena que gracias a unos elementos tan minimalistas como estéticos consiguen articular la historia de esta microcomunidad femenina, casi distópica. A pesar de que en algunos tramos como el inicial el ritmo casi bucólico puede poner nervioso a los espectadores menos avezados en estas artes narrativas, el conjunto es resulta muy equilibrado y agradable gracias a las buenas interpretaciones y el preciosista apartado visual.

Lo mejor: Excelente puesta en escena de una historia muy difícil de trasladar a la pantalla.

Lo peor: No termino de entender la elección de un formato de imagen tan restrictivo como el académico 1.33 que mutila la estupenda cinematografía de la película.

www.aluCINEando.com
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
ELLAS
El título en español subraya el carácter feminista del conjunto, aunque el original de "Le Semeur" (el sembrador) también lleva su carga en ese sentido.  Marine Francen escora aún más hacia el lado de la mujer el punto de vista de una situación que ya planteaba Don Siegel en "El Seductor" en 1971 y que revisionaría con acierto Sophia Coppola en "La Seducción" (2017). Ahora es un relato supuestamente autobiográfico de Violette Aihaud (1835-1925) que no quiso publicar y dejó en herencia, viendo la luz 50 años después de sus muerte, todo ello cuestionado por el investigador Vincent Quivy que atribuye el relato a la novelista Maria Borrély (1890-1963).

 Sea como fuere Francen, después de algunos cortos y trabajar junto a Ivory, Assayas o Haneke, demuestra que tiene una mirada propia detrás de la cámara y debuta con un relato en formato 4.3 de una sensibilidad formal exquisita, pictórica, en una inmersión en la forma de vida y costumbres de la vida de una aldea del XIX francesa sobresaliente. Los hombres, una vez más han desaparecido, fruto de la enésima guerra y represión de turno. La mujeres demuestran que están más que capacitadas para vivir sin ellos y reemplazarlos en sus tareas. Afloran sin embargo los instintos naturales de procreación, de pervivencia de la especie, mezclados lógicamente con el deseo. Si aparece un hombre, acuerdan racionalmente, lo compartirán.

La tensión posterior entre lo individual y lo colectivo, entre el amor y el instinto sobrevolarán el día a día en un paréntesis temporal donde la libertad aflora tímida, frágil, efímera. Todo volverá a cauces de "normalidad", dejando un fruto para el recuerdo. Un acertado reparto y una excelente fotografía de Alain Duplantier cierran un conjunto sobre mujeres fuertes que se queda escaso y  profundiza poco en lo que plantea.

cineziete.wordpress.com
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El instinto de la supervivencia
La mujer que sabía leer - Le semeur

La francesa Marine Francen debuta -difícil hacerlo con mejor fortuna- como directora y coguionista en la deslumbrante “La mujer que sabía leer” basada en “El hombre simiente”-, una novela, hoy considerada de culto, de la escritora VioIette Ailhaud.
Lo que más ha llamado mi atención en esta película es la bellísima fotografía de Alain Duplantier. Cada encuadre, cada fotograma, cada plano rodado a cámara fija, parecen inspirados en una pintura de Millet. La luminosidad y el realismo que “el pintor de los campesinos” imprimía a sus obras quedan fielmente reflejados en el hermoso trabajo que ha realizado Duplantier. Ahí quedan mágicamente congeladas “Las espigadoras”, faenando bajo la blanca luz provenzal de los trigales, o “Las lavanderas”, arrodilladas junto a la orilla de las cristalinas corrientes del río, o “El descanso de las cosechedoras”, bajo la sombra de los árboles frutales o de los almiares que tan genialmente plasmara Monet. Y no creo tales similitudes resulten casuales en la cinta de Francen puesto que el maestro a sus 38 años se encontraba en plena madurez, que es precisamente cuando da comienzo la película en 1852. Demasiadas coincidencias.
Junto a la fotografía, paisajes, ambientación, música y vestuario componen una hermosa sinfonía que se paladea de principio a fin; el guion discurre de manera lineal, sin apremios, parco en díálogos y en el que nada falta y nada sobra. Todo el protagonismo de esta conmovedora historia pertenece a las mujeres como un homenaje a su resistencia, abnegación, coraje y, sobre todo, a esa fuerza instintiva que nace desde lo más profundo de sus entrañas.
Son tiempos oscuros para la Francia Ilustrada. Después de un golpe de estado, Napoleón III sube al poder e instaura la dictadura. Los ciudadanos fieles a los principios que medio siglo antes inspiraron la Revolución son perseguidos, apresados -cuando no directamente ejecutados- o deportados a los campos de trabajo en Argel. En una pequeña aldea perdida en la montaña, son detenidos la totalidad de sus hombres y conducidos a un destino incierto. Nadie sabe a dónde o si volverán algún día. Mujeres y niños quedan totalmente solos, aislados, desamparados y la supervivencia se convierte en un asunto capital. Habrán de adaptarse a su nueva realidad y suplir a sus hombres en las tareas más duras que antes llevaban a cabo. Pronto surgirá un dilema ético y moral que habrán de enfrentar si desean que la vida de aquel poblado se perpetúe en las siguientes generaciones.
La valiente y honesta Violette, brillantemente interpretada por Geraldine Pailhas, es la única mujer del poblado que sabe leer, y sobre ella recaerá buena parte de la responsabilidad, que habrá de asumir ante los acontecimientos que se avecinan.
Marine Francen posee sencillez, sensibilidad y buen gusto, tres buenas cualidades con las que ha iniciado este feliz despegue y a la que deseamos un largo y exitoso viaje.

Emilio Castelló Barreneche
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El amor es egoísta, la solidaridad no
Algunos pueblos y ciudades francesas de mitad del siglo XIX padecieron el autoritarismo de Napoleón III, que tras cargarse la Segunda República Francesa (1848-1852), de la que era presidente, se convirtió en el último monarca del país (1852-1870).

La aldea que ha elegido Marine Francen para situar su ópera prima, una bucólica campiña resguardada entre montañas, es vaciada violentamente de hombres, todos ellos opositores a las políticas impuestas por el nuevo mandatario. Unos acabarán en prisión, otros, exiliados en lugares donde el imperio necesite aplacar revueltas o plantear batallas; de algunos, sin confirmación oficial se dice que han muerto.
Violette es una joven en edad casadera que, al igual que sus coterráneas, acaba perdiendo la esperanza de que los varones regresen algún día. Pasan las estaciones y las cosechas, que han tenido que asumir, y nada se sabe.

La calma, preludio de la desesperación, queda rota con la llegada de un misterioso individuo al que se da cobijo, no sin ciertas precauciones, y que pronto, por su afición también a la lectura, hace buenas migas con nuestra sensible muchachita. Pero un pacto no escrito y que bebe en las fuentes de la cultura de supervivencia étnica, o preservación de la especie, obliga a la muchacha a compartir al enamorado.

La mirada femenina, su responsabilidad y toma de decisiones, se ve reforzada en esta narración cómplice, más ficticia que antropológica.

Se ve con agrado.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Mujeres solas
Por momentos, La mujer que sabía leer se me antojaba una versión algo menos perversa de El seductor, una de las obras más conseguidas de Don Siegel. Como ya habréis leído en el resumen de FA, un pequeño pueblo se queda sin hombres durante la involución napoleónica, y el primero que llega es recibido como maná del cielo. Eligen a la única chica que sabe leer para llevárselo al catre, con la condición de que después le comparta con las demás. De ahí el título original, Le semeur: El sembrador. Ya sabemos lo que va sembrando entre las desesperadas féminas de la aldea. Pero nadie contaba con la fuerza del amor... Ópera prima de Marine Francen, sensible y delicada, puede resultar aburrida para algunos. Hay que dejarse llevar por la placidez de las imágenes y el lento discurrir del tiempo, tal como sucede en esos villorrios abandonados de la mano de Dios. Se trata de una obra eminentemente feminista, casi contada en voz baja, en que lo más importante a veces ocurre fuera de cámara. La interpretación general es adecuada y correcta, natural, sin aspavientos, con una entregada Pauline Burlet a la cabeza. Es una muestra más de ese cine francés que basa su historia en los sentimientos más que en los acontecimientos. Es posible que a ciertos espectadores se les agote la paciencia (tampoco es que sea para tirar cohetes), pero los habituales contumaces del "arte y ensayo" sabrán encontrarle sus valores.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El cuadro de "Las espigadoras" de Millet hecho cine
Sin duda, la famosa pintura de "Las espigadoras" de Millet, que se encuentra en el museo de Orsay de París, ha inspirado la puesta en escena de la película. Y no solo la referida obra, sino también otras de diversos pintores realistas de la misma época y parecida temática, que también se encuentran presentes. La fotografía preciosista hace que cada fotograma sea un cuadro. No se puede perder un solo plano. La trama del drama rural costumbrista no hace más que servir de justificación a los escenarios donde transcurre la acción Los trabajos del campo y la forma de ser de aquellas gentes son absolutamente fidedignos, lo cual constituye en sí mismo todo un documento. En aquel entorno, eran pocas las personas instruidas que sabían leer con soltura. Este difícil momento histórico dio pie a una economía de sobrevivencia que condicionó muchos movimientos migratorios desde la vieja Europa, sumida en guerras, conflictos sociales, explotación y hambrunas. En el film quedan retratadas genialmente, de forma directa o implícita, todas estas circunstancias. Leyendo entre líneas y disfrutando sin prisas de la riqueza visual que se brinda, la producción puede considerarse una obra maestra, todavía poco reconocida e insuficientemente valorada.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
El gallo en el corral
Una vez más una película cuyo título original está aquí en La Tierra y el que se le ha dado en España está en Júpiter. El título original de esta cinta francesa es "Le semeur", es decir "El sembrador", pero no es precisamente una tarea agrícola lo que hace el individuo, sino que ya se imaginan ustedes, sí, piensa mal y acertarás. Pues en España, para evitar el sonrojo (no entiendo por qué, ahora que no hay censura) se le ha titulado "La mujer que sabía leer" como podrían haberle puesto "El perro que ladra" "Las lavanderas" o "Me voy a preparar la cena".

Es una película francesa, muy francesa, con escenas muy lentas y en silencio, con el peligro de quedarnos dormidos en cualquier momento. He leído algunas críticas benefactoras para la cinta, que si un trabajo exquisito sobre el romanticismo, lleno de dulzura y sensibilidad, etc., pues esto es como mirar un cuadro abstracto, donde unos ven la metamorfosis del propio ser influenciado por el capitalismo intransigente, otros vemos simplemente una mancha en un lienzo.

La debutante Marine Francen no convence, sitúa el argumento en un trozo de la historia de Francia, en la que desde su punto de vista actual, subjetiva ese momento de la historia de Francia, colocando descaradamente a sus buenos y a sus malos, olvidándose de que en la historia real, la verdadera, nos guste o no, el golpe de estado de Napoleón III, fue refrendado mediante plebiscito mayoritariamente en las zonas rurales, que tanto recrea la película, por lo que el argumento en realidad es poco creíble, más bien sirve para dar rienda suelta a un fetichismo oculto, que a una denuncia política de la historia.

Algunos críticos hablan de la vida en el campo como paraíso, bellos paisajes y sueños pastoriles, a éstos los quisiera yo ver segando el trigo a pleno sol o en la vendimia, lo siento, que me disculpen, pero no soy Quijote, más bien Sancho Panza. Esto si que le veo de bueno a la película, como describe, en sus escenas, la vida en el campo de aquellos años de 1850, sin maquinaria ni automatismos, la siega a mano, el lavadero de ropa junto a la fuente, etc.

La película muestra un romanticismo ñoño, dando paso a una sexualidad fetiche, como antes apuntaba, sintiéndose seguras y libres, las mujeres, en una idílica prisión voluntaria sin rejas, sin atreverse a salir al exterior, porque allí está lo prohibido.

Si a todo lo dicho anteriormente se le une que el formato de la película es a pantalla cuadrada, no panorámica, no se si la realizadora lo hizo para que resultara más artístico (entonces un patinazo más) o no podía salir de otro modo con los medios con los que contaba, es por lo que la califico como una mala película europea y no la recomiendo.
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5
De mujeres del s. XIX
Ahora que está tan de moda el feminismo militante y eso que llaman empoderamiento de la mujer, ver una película sobre mujeres en una aldea francesa perdida en medio de la nada en el siglo XIX invita a la reflexión. La historia podía haber dado mucho más de sí, pero la debutante Marine Francen quizás no tiene aún los recursos cinematográficos que sin duda ya apunta, porque es una película suave, naturalista, sencilla y con trasfondo, bien contada, con una historia original y actores franceses, es decir, muy buenos actores. La historia de amor es quizás lo más flojo y la relación del hombre con el resto de mujeres de la aldea es lo más reseñable. Ese hombre que llega a la aldea y se ve como único hombre en medio de tanta mujer y que, curiosamente, se encuentra rifado entre las solteras y casi adolescentes mujeres que piensan que quizás en muchos años o nunca más, quién sabe, volverán a tener un hombre a su alcance. Situación curiosa que daba mucho más juego del que realmente nos ofrecen.
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3
Bodrio con una buena fotografía
Bueno, mira que me gusta el cine francés y que era difícil cagarla teniendo como eje de la trama que se presenta el tema histórico, el género y una fotografía que como digo es de lo poco salvable del film.
Y lo cierto es que comienzas la película esperanzado. Un pueblo donde los hombres son apresados y las mujeres tienen que luchar por sobrevivir ocupando sus antiguos trabajos resulta muy interesante y capta tu atención desde el minuto cero.
Creo que el principal problema que presenta un argumento tan atractivo es que genera demasiadas expectativas. Como decía, la película avanza bien y podría haber sido muy buena pero en su etapa intermedia acaba topándose con los mismos tópicos de películas de este tipo que hemos visto una y otra vez hasta la saciedad.
Justo cuando aparece el hombre que nuestras protagonistas se disputan como si fuera una chuleta es cuando la directora la caga y nos ofrece una película con grandes pretensiones que resulta hasta cómica porque por muy bonita que sea su fotografía no deja de ser un producto mediocre que no nos dice nada nuevo.
Totalmente prescindible. No perdáis el tiempo viéndola.
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