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Críticas ordenadas por:
Trolls
Trolls (2016)
  • 5,7
    5.841
  • Estados Unidos Mike Mitchell, Walt Dohrn
  • Animación, (Voz: Anna Kendrick, Justin Timberlake) ...
6
La fragancia de la felicidad
La nueva apuesta animada de Dreamworks, en comandita con 20th Century Fox, nos sumerge en un universo 3-D optimista, policromo y naíf destinado a hacer feliz al espectador que busque evadirse en el cine de la monótona y grisácea realidad.
“Trolls” se vertebra en la animación 3-D por ordenador, que, sin embargo, simula las formas y texturas del artesanal “stop motion” y se fundamenta en una colección de canciones que apuesta sobre seguro e incluye un repertorio ecléctico que va desde los Bee Gees a Black Sabbath, de Katie Perry a The Doors. Por el simpático filme animado desfilarán toda una gama de singulares trolls que responden al nombre de Poppy, Branch, Creek, DJ Suki o Bridget, que en su versión original ponen las voces Justin Timberlake, Gwen Stefani, Anna Kendrick o Kunal Nayyar (el indio de la serie “The Big Band Theory”).
A pesar de su aparente simpleza, “Trolls” es una fiesta de color que reflexiona sobre la esencia de la felicidad, fundamentándose en un guion que parodia una serie de películas y cuentos clásicos, además de desprender una sutil ironía que brilla en los diálogos. “Trolls” es una amable cinta de animación protagonizada por unos lisérgicos machangos que aboga por la actitud positiva en la vida para superar los problemas. Sintomática es la letra de la canción que dice: “No me rendiré. Obstáculos encontraré. Y aunque tú me derribes, siempre me levantaré”. Los coloristas trolls son unas pequeñas criaturas de larga cabellera, que tienen costumbres saludables, como cantar, bailar y abrazarse cada hora. Su antagonista es el huraño y pesimista Ramón, dibujado de color gris. Una clara parábola animada sobre la capacidad de elección que tenemos los seres humanos de tomar una determinada actitud ante la vida. Todo depende de cada uno de nosotros.
“Trolls” es el ejemplo de cine de animación que los más pequeños de la casa deben de ver, al margen de pasar un buen rato, para desarrollar, paulatinamente, su sentido crítico como las personas en proceso de crecimiento que son.
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El valiente
El valiente (2016)
  • 6,4
    9.460
  • Estados Unidos Gary Ross
  • Matthew McConaughey, Gugu Mbatha-Raw, Keri Russell ...
6
El nacimiento de una nación
La mayoría de los países, en algún momento de su historia, han vivido una guerra civil protagonizada por sus habitantes. España sufrió la suya entre 1936 y 1939, Guatemala vivió una lucha fratricida entre 1960 y 1996, pero la guerra civil que todos conocemos es la de Estados Unidos, en gran medida gracias a su cine, que ha ofrecido títulos como “Medalla roja al valor” (1951), “Tiempos de gloria” (1989) o “Gettysburg” (1993), así como la popular e irregular serie “Norte y Sur” de la década de los 80.
Los primeros momentos de “Los hombres libres de Jones” recrean el escenario bélico de la Guerra de Secesión (1861-1865) centrándose en sus consecuencias funestas (muertos y heridos), mostrando toda la crudeza de la contienda. Pero, hete aquí, que al igual que en “La delgada línea roja” (1998), lo importante no es la acción sino las reflexiones, las palabras y decisiones que adoptan los personajes.
“Los hombres libres de Jones” está inspirada en hechos reales, pero se toma ciertas libertades cinematográficas. Newton Knight desertó del ejército confederado para rescatar a sus hijos de las garras de un familiar inmisericorde no por sus convicciones raciales. Sin embargo, en el filme, se le presenta como un adalid de la lucha contra la esclavitud. Al margen de estas imprecisiones históricas, la película, caracterizada por su sobriedad, se constituye en un sólido alegato antibélico sin llegar a las cotas de “Senderos de gloria” (1957), de Stanley Kubrick o la mencionada ““Medalla roja al valor”, de John Huston.
La principal razón para ver “Los hombres libres de Jones” es Mattthew McCounaughey. Antaño actor ramplón, que protagonizaba paparruchas como “Ed Tv” (1999) o rarezas como el remake de 1994 de “La matanza de Texas”; en los últimos años se ha forjado una sólida carrera fundamentada en grandes interpretaciones como “Mud” (2012), “Paper Boy” o “Dallas Buyers Club” (2013), sin olvidar la imprescindible serie “True Detective”.
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Sangre de mi sangre
Sangre de mi sangre (2016)
  • 5,3
    6.265
  • Francia Jean-François Richet
  • Mel Gibson, Erin Moriarty, Diego Luna ...
5
Gente marginal
Desde que Mel Gibson protagonizara “Mad Mad” en 1978 su rostro se ha convertido en uno de los más fácilmente reconocibles por el público. Casi 40 años después sigue protagonizando películas en el rol de “action hero”. Si en la seminal “Mad Max” vindicaba la muerte de su familia, aquí protege con uñas y dientes a su descarriada hija. Hasta aquí las comparaciones.
“Blood Father” está a años luz de esa filigrana fílmica que es la primera parte de “Mad Max”, que marcara a toda una generación de cineastas como los hermanos Coen (“Arizona Baby”) o James Wan (“Saw”, la escena de la sierra está extraída de aquí). Sin embargo, tampoco es un filme desdeñable. Vamos que no está en la línea de la infecta “El protector”, en la que Jason Statham y Winona Ryder, ahora recuperada gracias a la magnífica serie “Stranger Things”) hacían el panoli.
“Blood Father” es una cinta correcta, que se ve de forma ágil a pesar de una trama tan trillada: el exconvicto que se ve obligado a volver a las andadas muy a su pesar por defender a un familiar. Y es que la sangre es la sangre. Lo más interesante de “Blood Father” es la exploración del vínculo afectivo entre padre e hija, dos balas perdidas, que hacen reflexionar sobre ese tipo de gente marginal que deambula por la vida y que ha tenido su reflejo en el celuloide con títulos emblemáticos como “El buscavidas” (1961).

Este tipo de personas que vagan por la vida sin rumbo fijo siguen dando juego en el cine y televisión con variedad de registros como, por ejemplo, en la tronchante serie cómica “Me llamo Earl” (cuya prostituta casquivana aparece en “Blood Father”) o en el reciente drama “Green Room”, en la que una banda musical se enfrenta a un grupo de neonazis (cuchipanda ideológica que aparece de refilón en la película que nos atañe) con funestas consecuencias.

Su director, Jean François Richet, no es un desconocido, ya que dirigió el remake de “Asalto a la cmisaría del distrito 13” (2005) y la reciente comedia “Una semana en Córcega” (2015). Sobre el reparto, reseñar que Mel Gibson actúa de forma mecánica. Diego Luna ofrece un papel convincente como asesino de poca monta. Y la pujante Erin Moriarty (lo más destacado de su carrera es su aparición en la serie “True Detective”) mantiene el tipo. En definitiva, el relato crepuscular de este antihéroe tiene la acción justa, espaciada en la trama, y unos respetable diálogos, que pueden saciar el apetito de cine de diferentes tipos de público.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ben-Hur
Ben-Hur (2016)
  • 4,7
    5.175
  • Estados Unidos Timur Bekmambetov
  • Jack Huston, Toby Kebbell, Morgan Freeman ...
1
No profanarás el nombre de Ben-Hur
Primero los antecedentes. En 1880 el general Lew Wallace escribió la novela “Ben-Hur”. Apenas una década después se estrenó una adaptación teatral. Fue en 1907 cuando se rodó para el cine un cortometraje de quince minutos en plena época del cine mudo. En 1925 se filmó el primer largometraje, con Ramón Navarro, una de las estrellas del momento. Tendría que llegar 1959 para que William Wyler (que había participado en la versión de 1925) dirigiera esa obra maestra que se hizo acreedora de once eunucos dorados y que contiene una de las mejores escenas de la historia del cine: la mítica carrera de cuadrigas, dirigida por Andrew Morton con la inestimable ayuda de Yakima Canutt, e, incluso de un joven Sergio Leone.
Nada bueno se presagiaba cuando se anunció una nueva versión de este clásico para el 2016. La elección de Timur Bekmambetov, artífice de las olvidables “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” y “Se busca”, terminó por confirmar los peores temores. Solo reseñar que para las escenas de acción Bekmambetov encontró inspiración visual en YouTube. Una grabación de seguridad de un accidente de una guagua que tuvo lugar en la vida real en Corea del Sur ayudó al equipo técnico a crear una colisión convincente entre el barco griego y la galera romana. Asimismo, las grabaciones de la NASCAR ayudaron a Bekmambetov a marcar el ritmo, la rapidez y la intensidad de la carrera de cuadrigas. Ahí queda eso.
El resultado de esta nueva versión cinematográfica no puede ser más chapucero, sobre todo, teniendo en cuenta que emplea los mismos ingredientes que su predecesora de la década de los 50. Los aspectos emotivos de la película, la contraposición de venganza y perdón, quedan reducidos a añicos. A unos diálogos insustanciales se unen unas interpretaciones olvidables (no se salva de la quema ni Morgan Freeman). La banda sonora de Marco Beltrami cumple el expediente, pero no alcanza las cotas de excelencia de la partitura de Miklós Rósza. Y a los 94 minutos comienza la carrera de cuadrigas, que aunque no llega a la altura de la que protagonizaron Charlton Heston y Stephen Boyd, es lo único que merece la pena ser visto de este mediocre filme.
Con este innecesario remake se pone de relieve una de las grandes falacias de la sociedad contemporánea, que determina que lo nuevo es mejor que lo anterior solo por la novedad. No es una cuestión de nostalgia sino de valía cinematográfica. En este caso en concreto, la cosecha gran reserva de 1959 es infinitamente mejor que la del vino joven de 2016. Con su permiso, me voy a ver por enésima vez la versión de “Ben-Hur” de 1959.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final del túnel
Al final del túnel (2016)
  • 6,4
    7.774
  • Argentina Rodrigo Grande
  • Leonardo Sbaraglia, Clara Lago, Pablo Echarri ...
7
Vidas subterráneas
Hace unas semanas, en los turbios suburbios de Buenos Aires, un individuo se baja de un coche de alta gama en plena noche y toca el timbre de un convento. Cansado de esperar arroja varios bolsos sobre el muro del convento y salta. Un vecino alarmado llama a la policía, que apresa al individuo, que resulta ser el secretario de Estado de Obras Públicas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. En los bolsos había nueve millones de dólares, relojes de lujo y una ametralladora. Son cosas que pasan en Argentina.
Esta materia prima de la realidad bonaerense es la base de la que se nutre Rodrigo Grande para tejer una ficción que funde sus raíces en la crónica negra de su país. “Al final del túnel” es un sólido ejemplo de cine de género argentino (en coproducción con España) que muestra una acción mínima en los momentos cruciales y juega con la claustrofobia y los elementos emocionales (como la escena de la niña atravesando el túnel). Por lo tanto, presenta un planteamiento diametralmente opuesto a la reciente “Cien años de perdón”.

Los personajes de “Al final del túnel” son personajes con vidas subterráneas. Un convincente Leonardo Sbaraglia encarna a un protagonista que parece salido de una obra de Edgar Allan Poe en su versión moderna. Un tipo solitario, postrado en una silla de ruedas que vive de espaldas a la vida hasta que la presencia de una nueva inquilina le devuelve la esperanza. Una bailarina de estriptease (una correcta Claro Lago) y su hija que hace dos años que no habla, unos ladrones (excepcional Pablo Echarri) que viven de espaldas a la ley y pretender perpetrar un robo excavando un túnel o un mandamás policial (un espléndido Federico Luppi) que tiene trapos sucios que necesita soterrar. Unos personajes que surgen de un guion muy bien hilvanado que no deja puntada sin hilo.
No es Rodrigo Grande un director que se prodigue mucho ya que este es su tercer largometraje en quince años. Hace siete años pudimos ver “Cuestión de principios” (2009), protagonizada por Federico Luppi, en la que ya se intuye el porqué del final emocional (que no desvelaremos) de “Al final del túnel”.
Además, la magnífica banda sonora compuesta por Lucio Godoy y Federico Jusid marca el ritmo de la película, que a pesar de su metraje de dos horas, consigue mantener en vilo al espectador hasta el final. Apresúrense a verla antes de que la quiten de la insustancial cartelera veraniega.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El camino más largo
El camino más largo (2016)
Documental
  • 6,5
    418
  • España Alexis Morante
  • Documental, (Intervenciones de: Enrique Bunbury, Robert Castellanos) ...
7
El viaje a ninguna parte
La figura de Enrique Bunbury desata filias y fobias desaforadas. O lo aman o lo detestan. Por eso era extraño que todavía no se hubiera rodado una película sobre Bunbury, excantante de Héroes del Silencio, y el roquero español más internacional con permiso de Miguel Ríos. Ha tenido que ser Alexis Morante, un andaluz afincado en Los Ángeles (la nueva morada de Bunbury) el que lo convenciera para adentrarse en este viaje fílmico.

El filme comienza con imágenes del último concierto de la gira “Hellville” en el estadio Azteca de México D.F., el 11 de noviembre del 2009, ante un multitudinario y enfervorecido público. Seis meses después emprende una nueva gira por las carreteras de Estados Unidos, de 26 conciertos en lugares como Detroit, Dallas, Chicago, Nueva York, Boston o San Francisco, donde es un auténtico desconocido.
En sus propias palabras: “Es una aventura vital. Vamos a rebobinar y recordar cómo hacíamos las giras cuando empezamos en la música. Estados Unidos es un lugar inhóspito para los roqueros españoles. Hay que luchar contra las rutinas”.

Por eso “El camino más largo” ofrece a un músico en constante renovación. Capaz de sacar al mercado un álbum con sonido discotequero en 1997 (“Radical sonora”) y luego un elepé de versiones de canciones (“El jinete, 2001) con temas de Sting, The Beatles o José Alfredo Jiménez.

Morante no apuesta por lo fácil y consecuentemente no se centra en las actuaciones de su repertorio sino en las esperas, en los momentos muertos, en los instantes de reflexión y confusión. Por lo tanto, “El camino más largo” no es una película para mayor gloria de Bunbury, sino una mirada interior a una estrella del rock, que busca nuevos senderos musicales, de tal forma que la cámara se convierte en su sombra y muestra verdaderos momentos de intimidad. Sin desvelar los momentos cruciales del documental, si apuntaremos que en un momento dado le grita a Morante: “¡Eh, vale ya de grabar!” y pronuncia la frase: “Se me ha caído el alma al suelo”.

Ahí reside la grandeza de “El camino más largo”. En cómo un músico que ya tiene su público acérrimo en plazas de España y Latinoamérica, decide arriesgarse y transitar por nuevos horizontes musicales. “Las transiciones musicales son traumáticas. Mi cabeza ya está en otro sitio”, revela en un momento dado de la cinta. Asimismo, en la película hay carretera, mucha carretera, que ejemplifica que el rock es un camino de largo recorrido y que plasma que Bunbury está inmerso en un perpetuo viaje hacia ninguna parte.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cobain: Montage of Heck
Cobain: Montage of Heck (2015)
Documental
  • 7,0
    4.131
  • Estados Unidos Brett Morgen
  • Documental, (Intervenciones de: Nirvana, Kurt Cobain) ...
8
El líder que no quería serlo
El 5 de abril de 1994 el mundo perdió a Kurt Cobain (que solo contaba con 27 años), cantante y guitarrista de Nirvana. Con solo tres elepés de estudio (más un directo y un álbum de rarezas) se convirtió en uno de los grupos de rock fundamentales de los últimas décadas gracias a “Bleach” (1989), “Nevermind” (1991) e “In Utero” (1993), así como Cobain se erigió, muy a su pesar, en la voz de una generación desencantada y nihilista.

Aunque ya se habían rodado cinco documentales anteriores a “Cobain: Montage of Heck”, el deslavazado y oportunista “¿Quién mató a Kurt Cobain?” (1998) los conspiranoicos “Kurt & Courtney” (1999) y “Soaked in Bleach” (2014), el crítico “All Apologies” (2006) y el intimista “About a Son” (2007); la propuesta de Brett Morgen es el documental definitivo sobre el rubicundo y depresivo músico.

Las razones sobre la que se sustenta esta aseveración es que esta rigurosa película está excelentemente documentada, incluyendo desde su partida de nacimiento a fragmentos de su diario adolescente, cuenta con declaraciones de todas las personas importantes de su vida (sus padres, su hermana, su primera novia, Krist Novoselic, Courtney Love, y su hija Frances, aunque se echa en falta a David Grohl) y ofrece verdaderos momentos de intimidad del líder de Nirvana.

“Cobain: Montage of Heck” muestra al Kurt más íntimo, alejado del foco mediático. Por ejemplo, nos revela cómo le afectó el divorcio de sus progenitores a los 9 años, cómo en su etapa adolescente (plasmada en imágenes animadas) ya tenía ideas suicidas o cómo encontró en la música su forma de canalizar sus frustraciones y su rabia.

Casi todas las entrevistas son reveladoras y muestran diferentes aspectos de su personalidad a lo largo de su corta, pero intensa existencia. Al principio escucharemos a su madre relatando la vida familiar de los Cobain, y observaremos imágenes de la tierna infancia de Kurt tocando la guitarra con solo dos años. Luego veremos sus primeros conciertos a los que asistieron cuatro gatos y oiremos reveladoras declaraciones de su primera novia. Hasta llegar al tremebundo éxito de “Nevermind” y el sencillo “Smells Like Teen Spirit”. Sus letras incendiarias provocaron que en la portada llevara la leyenda: “Parental Advisory. Explicit Lyrichs”. Nirvana pasó de ser música “underground” (“Bleach”) a música “mainstream” (“Nevermind”).

En definitiva, “Cobain: Montage of Heck” ofrece un retrato certero del líder de Nirvana, una persona frágil que se desvanecía en sus adicciones y que no supo digerir el tremebundo éxito. Auténtico paradigma del éxito destructivo. “Siento que estoy siendo evaluado 24 horas al día. No es fácil tener una banda”, escribió en su diario, evidenciando que era un líder que no quería serlo.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La isla del viento
La isla del viento (2015)
  • 6,3
    476
  • España Manuel Menchón
  • José Luis Gómez, Víctor Clavijo, Didier Roussel ...
5
De Fuerteventura a París
“La isla del viento” rinde homenaje a Miguel de Unamuno (1864-1936), exponente de la Generación del 98 y uno de los intelectuales más señeros que ha nacido en España, que estuvo desterrado en Fuerteventura durante cuatro meses en la época de la dictadura de Primo de Rivera. Este hecho histórico es algo que la población majorera luce con orgullo, de tal manera que el hotel en el que vivió hoy es un museo, cuya entrada está flanqueada por una estatua a tamaño natural del artífice de “San Bueno Mártir”. Su estancia en la isla le marcó de tal manera que poco después publicó el libro “De Fuerteventura a París”, en la que dejó escrito: “Fuerteventura es una ultra Castilla”, a lo que habría que añadir que es “pre-África” por la aridez de su geografía.


La Fuerteventura de “La isla del viento” es una isla árida, en la que el agua es un bien anhelado, cuya geografía está repleta de ganado caprino, de molinos de viento y hornos de cal. Y cuyos habitantes son, consecuentemente rudos y adustos. Unamuno se encontró una isla endogámica en la que la pobreza y la ignorancia campaban a sus anchas. En un momento dado del filme, el actor (José Luis Gómez) que lo encarna convincentemente, pronuncia: “La educación es el único arma que tienen para escapar de la pobreza”.
Dirigida por el debutante en el largometraje Manuel Menchón (en su haber cuenta con el documental “Malta Radio”, 2009), ha contado con la producción de Patrick Bencomo, que también figura como ayudante de dirección. Seleccionada en el Festival del Mar del Plata (Argentina) destaca su cuidada dirección artística, que refleja fidedignamente la realidad de Fuerteventura en los años 20 del siglo pasado.
“La isla del viento” solo es la primera de las 130 películas que Insularia proyectará hasta el próximo 9 de octubre. Todas los pases son de acceso libre y todos los filmes están ambientados en una isla del planeta: Japón, Taiwán, Cuba, Haití o Islandia tienen cabida en Insularia. Conectando la islas del planeta.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Beatles: Eight Days a Week - The Touring Years
The Beatles: Eight Days a Week - The Touring Years (2016)
Documental
  • 7,2
    2.914
  • Reino Unido Ron Howard
  • Documental, (Intervenciones de: John Lennon, Paul McCartney) ...
8
Más famosos que Jesucristo
Solo ocho días va estar en salas comerciales, haciendo honor a su nombre: “The Beatles. Eight Days a Week”, de Ron Howard. El filme hace un extenso repaso al meteórico ascenso del cuarteto de Liverpool entre 1962 y 1969, de los sótanos de The Cavern Club a la cúspide musical.

El 9 de febrero de 1964 cuatro jóvenes de Liverpool pisaban el escenario televisivo de “El show de Ed Sullivan”, ignorantes del extraordinario impacto que aquel momento iba a generar en Estados Unidos. Setenta y tres millones de personas vieron a The Beatles actuar aquella noche, el público más numeroso en la historia de la televisión hasta ahora. Desde junio de 1962 a agosto de 1966, en que el grupo abandonó los directos, ofrecieron 815 actuaciones en quince países y noventa ciudades de todo el mundo, que incluyeron a Madrid.

A pesar del tiempo transcurrido este es el primer largometraje documental autorizado por The Beatles desde la ruptura del grupo en 1970, “Eight Days a Week” ofrece metraje de archivo excepcional y nunca visto de actuaciones y entrevistas, en color y blanco y negro, además de nuevas entrevistas a Paul McCartney y Ringo Starr. No obstante, no todo fue de color de rosa en su trayectoria. En 1965 se detectan los primeros síntomas de cansancio ante la constante exposición público y empiezan a sentirse prisioneros de la fama. De tal manera que estuvieron tres años sin tocar en directo. Así que solo actuaron una vez más en la azotea de su estudio en Abbey Road en 1969.

A partir de más de cien horas de metraje inédito y singular proveniente de admiradores, medios de comunicación y archivos nacionales, así como de la colección privada de The Beatles, el documental crea una experiencia cinemática sin parangón con cualquier otro filme anterior del grupo.

“Eight Days a Week” no es solo un documental sobre uno de los grupos musicales cruciales en la cultura popular del siglo XX sino una forma de analizar el fenómeno del fanatismo y la explosión de cultura juvenil. Sintomática fue la reacción a la inocente declaración de John Lennon de que eran más famosos que Jesucristo. Lo cual provocó una tormenta en Estados Unidos, acarreando la quema de sus discos en piras públicas.

“Eight Days a Week” es una película que se ve acompasando la cabeza, siguiendo el ritmo, con los pies y tatareando las canciones que todo bicho viviente ha escuchado alguna vez en su vida. Y de propina, tras los títulos de crédito se pueden visionar 30 minutos de su famoso concierto en el Shane Stadium de Nueva York. Aunque solo quedan dos miembros vivos, ya hace medio siglo que The Beatles son inmortales.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
12 horas para sobrevivir: El año de la elección
12 horas para sobrevivir: El año de la elección (2016)
  • 5,2
    13.045
  • Estados Unidos James DeMonaco
  • Frank Grillo, Elizabeth Mitchell, Mykelti Williamson ...
5
La pesadilla americana (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 22 de julio del 2016)
En 2014 murieron en Estados Unidos más de 12.000 personas víctimas de algún arma de fuego. En una sociedad que hace de la posesión de armas un hecho constitucional y que funde sus raíces en la época del Salvaje Oeste no es de extrañar que se ruede una película como “Election: la noche de las bestias”, un filme permeable a la sociedad en la que ha sido engendrada.

Se estrena en España pocos días después de dos nuevos casos de abuso policial contra los negros en Dallas y la respuesta de un iluminado de raza negra que cegó la vida de cinco policías, y unas pocas semanas después de la matanza de 49 personas en una discoteca gay de Orlando. Todo esto ocurre en un país en el que es factible adquirir un fusil militar en apenas 15 minutos.

Todo esto viene a colación porque en “Election: la noche de las bestias” el crimen es legal durante doce horas. Una noche de orgía violenta bautizada como “la purga” y que es auspiciada por los nuevos padres de la patria y los Estados Unidos de América.

El cuarto largometraje de James DeMonaco bebe de la fuente del John Carpenter de “1997: Rescate en Nueva York” (1981), no en balde, DeMonaco fue guionista de un remake en 2005 de uno de los clásicos de Carpenter: “Asalto a la comisaria del distrito 13” (1976). Si la primera entrega de esta sanguinolenta saga se reducía al secuestro de una familia adinerada en su propia casa (siguiendo la línea de “Perros de paja”, 1971), la segunda optaba por centrar su punto de vista en un pequeño grupo de personas que recorrían las inseguras calles durante la noche de “la purga”; esta tercera vuelve a las calles, pero aquí se introduce la novedad de una senadora que quiere abolir esta noche execrable en la que se desata la ira contenida durante un año.

“Election: la noche de las bestias” es cine perturbador que remueve conciencias y plantea interesantes dilemas morales. Nada tiene que ver con otra saga donde la hemoglobina corre a borbotes como “Saw” y por eso aboga en esta tercera entrega por la abolición del uso indiscriminado de armas.

Ya se sabe que los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor (ineludible es la lectura de “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, de Stevenson), pero es mejor que no tengamos acceso a las armas.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El buen amigo gigante
El buen amigo gigante (2016)
  • 5,4
    7.339
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Ruby Barnhill, Mark Rylance, Penelope Wilton ...
7
Niño grande (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 15 de julio del 2016)
Steven Spielberg es, sin lugar a dudas, uno de los directores fundamentales de los últimas cuatro décadas, capaz de dirigir obras maestras como “El diablo sobre ruedas” (1971), “Tiburón” (1975) o “La lista de Schindler” (1993), pero también títulos tan ñoños como “Para siempre” (1989) o “Hook” (1991).
Su nueva película, “Mi amigo el gigante”, es un auténtico derroche de fantasía, en el que se aúna la animación “motion capture” y los actores de carne y hueso. Aunque no es una fidedigna adaptación del cuento de Roal Dahl (“Charlie y la fábrica de chocolate”, “Matilda”) en el que está inspirado sí que comparte con el original una denodada apuesta por la imaginación. Y ahí reside su grandeza.
El grandullón, que se trastabillea al hablar, se dedica a insuflar de sueños a los humanos, habitantes de la ciudad más cercana a la Tierra de los Gigantes, como Spielberg, cual niño grande, alimenta los sueños de sus espectadores. Desde el pionero del cine Georges Méliès a Jim Henson, pasando por Ray Harryhausen, todos han envuelto al espectador en un mundo imaginario que le haga olvidar por unos instantes sus rutinarias existencias. Spielberg consigue lo propio con “Mi amigo el gigante”. Desde la escena nocturna del principio a la visita de los gigantes mefistofélicos a la guarida de nuestro protagonista, el filme de Spielberg destila magia cinematográfica. Tampoco le falta sentido del humor como demuestra la secuencia del banquete pantagruélico en el palacio de Buckingham con “popotroques” incluidos.
“Mi amigo el gigante” es además una celebración de la diferencia. Muestra como dos personas, totalmente antagónicas, pueden trabar una amistad pura. En este sentido, destaca el guion de Melissa Matheson, artífice del texto de la mítica “E.T” (1982), y que se ha convertido en su testamento fílmico, ya que feneció el año pasado. Fascina la recreación digital de Mark Rylance como gigante y resulta muy convincente la presencia de la niña Ruby Barnhill. Sin olvidar la siempre eficaz partitura del incombustible John Williams. El mensaje de “Mi amigo el gigante” es diáfano: no permitas que te arrebaten tus sueños.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buscando a Dory
Buscando a Dory (2016)
  • 6,6
    29.812
  • Estados Unidos Andrew Stanton, Angus MacLane
  • Animación, (Voz: Ellen DeGeneres, Albert Brooks) ...
9
Como pez en el agua (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 1 de julio del 2016)
Trece años después llega la secuela de la magnífica “Buscando a Nemo” (2003). Como es marca de la casa Pixar, la proyección de “Buscando a Dory” estuvo precedida por el cortometraje “Piper”, que pasará a la historia por incluir al primer personaje transgénero de la factoría Disney (que adquirió en 2006 Pixar ante su pujante ascenso).
“Oooh”, musita el nutrido público familiar ante la primera aparición de una Dory pueril acompañada de sus vástagos. Lo que demuestra que la desmemoriada Dory es un personaje entrañable y que se merecía su propia película. La historia es la pieza fundamental en los filmes de Pixar Animation Studios. Y aquí arranca un año después de que Marlin encontrara a Nemo gracias a la inestimable ayuda de ese encantador pez cirujano de color azul que tiene pérdidas de memoria a corto plazo y habla “balleno”. Ahora es ella la que busca a sus progenitores, de tal modo que parte del mismo planteamiento, con la variante de que es una hija la que busca a sus vástagos en vez de un padre que busca a su hijo, para luego encontrar su propio camino.
En esencia “Buscando a Dory” es un emotivo filme que ahonda en los vínculos familiares, de tal forma que la familia es el tema clave del filme. Los creadores han pasado de explotar el lado cómico de Dory a exprimir su lado emocional, así que en realidad la trama trata de cómo Dory se encuentra a sí misma, en todos los sentidos. Es sensible y vulnerable y todavía tiene que descubrir su fuerza interior. El entretenido largometraje de animación defiende la actitud ante la vida de Dory: nunca hace planes y se plantea que siempre hay otra manera de conseguir las cosas. La moraleja que transmites es que puedes conseguir cualquier cosa que te propongas.
“Buscando a Dory” es una película que se mueve como pez en el agua en el terreno de las emociones y del humor gracias a unos secundarios que dejan huella como Hank, un "septopulpo" que perdió en algún sitio un tentáculo y de paso su sentido del humor, pero no su asombrosa capacidad de camuflaje; el tiburón ballena Destiny, torpe nadadora y amiga de la infancia de Dory; o Bailey, una ballena beluga que cree que su sonar biológico está estropeado.
Era muy difícil superar a su predecesora y de hecho no lo hace simplemente porque “Buscando a Nemo” es una obra maestra, sin embargo, su secuela es sobresaliente, hasta tal punto que “Buscando a Dory”, es una película “inolvidable”, como lo demuestran los aplausos finales del público asistente.
Aviso para navegantes: al final de los largos títulos de crédito hay una descacharrante escena final que hará los delicias de los pocos espectadores acostumbrados a permanecer en su butaca hasta que termine por completo el metraje de una película.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El conjuro 2
El conjuro 2 (2016)
  • 6,5
    24.257
  • Estados Unidos James Wan
  • Vera Farmiga, Patrick Wilson, Frances O'Connor ...
6
"Okupa" espectral (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 24 de junio del 2016).
Cuando tenía 12 años, a la salida del colegio, junto a un grupo de compañeros decidimos entretenernos con el “juego del vaso” (ahora resulta que lo llaman ouija). Cuando llevábamos una media hora jugando corrimos despavoridos después de que una puerta se cerrará de sopetón. Este tipo de sugestión es la que sustenta la existencia del cine de terror, y concretamente, el subgénero de casas encantadas, al que se adscribe “Expediente Warren: el caso Enfield”. Al fin y al cabo, la fascinación por lo sobrenatural, en mayor o menor medida, anida en todos los seres humanos.
El cine de casas encantadas ha contado con títulos emblemáticos a lo largo de la historia del cine, desde “House on Haunted Hill” (1959), de William Castle; “The Haunting” (1963), de Robert Wise; “El ente” (1981), de Sidney J. Furie, o “Poltergeist” (1982), de Tobe Hooper. En este sentido, “Expediente Warren: el caso Enfield” resulta ser una película de ágil visionado que entretiene sin más. Y es que como se dice al principio del propio filme: “Después de todo lo que hemos visto ya que casi nada nos asusta (…)”.
Esta secuela, que traslada su trama a la Inglaterra de la década de los 70 (introduce al espectador en la cultura anglosajona con una especie de cabecera nutrida de imágenes “made in England” acompañada de música pop británica) vuelve a contar con la pareja de demonólogos integrada por Ed y Lorraine Warren. James Wan, artífice de la primera entrega de “Saw” (2005), vuelve a repetir el esquema de la primera película, y vuelve a conseguir sobresaltar al espectador, que es consciente de que va a pasar un terror controlado, en determinadas secuencias, que están perfectamente calculadas y ambientadas, con la iluminación adecuada y los sonidos perfectamente encajados, de tal manera que genera tensión y mantiene en vilo al espectador durante casi todo el metraje.
A pesar de la inclusión de ciertas dosis de humor (hay tiempo para interpretar incluso una canción de Elvis Presley) y de un metraje un tanto excesivo (133 minutos), “Expediente Warren: el caso Enfield”, se ganó el favor del exigente público del reciente Festival Nocturna de Madrid, lo cual no es baladí.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenos vecinos 2
Buenos vecinos 2 (2016)
  • 4,8
    7.782
  • Estados Unidos Nicholas Stoller
  • Seth Rogen, Zac Efron, Rose Byrne ...
2
Otra estúpida película americana (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 17 de junio del 2016)
Billy Wilder dijo en una entrevista concedida en 1975: “Ahora nos enfrentamos a un público que en su mayoría tiene menos de 25 años y carece de toda tradición literaria. Prefieren la violencia sin sentido a una trama sólida; las palabras de cuatro letras a un diálogo inteligente; el desarrollo pectoral al desarrollo de los personajes. Ya nadie escucha. Simplemente se sientan ahí, esperando que se les asalte con una sucesión de choques y sensaciones […]”.
Han pasado más de 40 años y la cosa ha ido a peor. En los últimos años hemos asistido a toda una amplia gama de filmes que parecen competir entre sí por obtener el dudoso honor de ser la película más estúpida de las últimas décadas: “Dos tontos muy tontos (1994), “Vaya par de idiotas” (1996), “Yo, yo mismo e Irene” (2000), “Virgen a los 40” (2005), y un largo etcétera (que invito a que cada espectador complete). En este sentido, la descerebrada comedia “Malditos vecinos 2” presenta su candidatura a este hipotético trono gracias a sus manidos chistes, basados en un humor escatológico, de caca, pedo, culo, que llega a su culmen con el lanzamiento de compresas ensangrentadas de un grupo de díscolas universitarias contra la ventana de sus sufridos vecinos. Si le hace gracia ver a una niña con un consolador en la mano en presencia de sus progenitores o contemplar como una persona le vomita encima a otra mientras copulan debería replantearse si su sentido del humor no linda con el mal gusto.
Lo curioso del caso es que han necesitado hasta cinco personas para escribir un guion repleto de chistes de baja estofa, que se puede resumir en la frase: sexo, drogas y humor de garrafón. Lo más lamentable de “Malditos vecinos 2” es que pretende vendernos un mensaje supuestamente de liberación de la mujer. Algo así como que las universitarias también tienen derecho a desfasar. La igualdad de la estulticia. La única buena película que recuerdo haber visto en los últimos años que muestra la fauna y flora de las juergas universitarias es “Spring Breakers” (2012), del ínclito Harmony Korine, simplemente porque contaba una historia e iba más allá de una fachada de superficialidad.
Ni la presencia de Chloë Grace Moretz, que comparte cartel con la inefable Selena Gómez y el descamisado Zac Efron, ayuda a que “Malditos vecinos 2” sea mínimamente digerible. Una advertencia: si ya ha pasado la pubertad (física o mental) mejor abstenerse de ver semejante memez fílmica.
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13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Warcraft: El primer encuentro de dos mundos
Warcraft: El primer encuentro de dos mundos (2016)
  • 5,6
    21.859
  • Estados Unidos Duncan Jones
  • Travis Fimmel, Toby Kebbell, Paula Patton ...
3
Vacuidad digital (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 10 de junio del 2016)
Cuando era pequeño me encantaba ver los fuegos artificiales que cada año se lanzaban al aire en las fiestas del Cristo de La Laguna, pero a medida que iba creciendo mi interés por este ejercicio de pirotecnia visual y acústica dejó de interesarme. Viene a colación esta anécdota personal porque ver “Warcraft. El origen” viene a ser algo parecido. Es un tipo de cine que fascina en la infancia y en la adolescencia, pero que irrita en la madurez y uno no está para perder el tiempo a estas alturas de la vida.
El nombre de Duncan Jones no era conocido por el común de los mortales hasta la reciente desaparición de su icónico padre: David Bowie. Sin embargo, los cinéfilos de pro lo recordarán por el interesante proyecto cinematográfico “Moon” (2009) y la eficaz “Código fuente” (2011). Ahora presenta su tercer largometraje: “Warcraft. El origen”, la versión cinematográfica del popular homónimo videojuego.

“Warcraft. El origen”, influenciada por la mitología normanda, adentra al espectador en un mundo de fantasía insondable donde campan a sus anchas orcos, elfos, dioses o titanes, que está enfocado a los que se han pasado horas dándole a los mandos de su consola de juegos. De hecho este producto audiovisual está, fundamentalmente, concebido para los seguidores del videojuego, que estén familiarizados con personajes como Aduin, Durotar o Meldivh. Se nota que Duncan Jones es admirador del exitoso título de Blizzard Entertainment. El problema estriba en que él que no lo sea se va aburrir hasta el hartazgo.
Nada que ver tiene este mundo fantasioso con el universo Tolkien de “El señor de los anillos”, con el que sale perdiendo en la comparación. Y es que el principal problema de esta cinta, es que realmente no es una película sino un videojuego del videojuego. Si eso le da igual disfrutará del banal espectáculo. Sin embargo, si eso le importa es mejor que no pase ni por la calle del cine donde proyecten “Warcraft. El origen”.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La velocidad de nuestros pensamientos
La velocidad de nuestros pensamientos (2016)
Documental
  • España Nacho Chueca
  • Documental, (Intervenciones de: Aïda Ballmann)
6
Deconstruyendo la luz (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 20 de mayo del 2016)
Caspar David Friedrich pintó a principios del siglo XIX el cuadro Monje en la orilla del mar, que muestra una miniaturizada figura humana contemplando la inmensidad de un paisaje natural. Así se sentirá el espectador tras la proyección de La velocidad de nuestros pensamientos, empequeñecido ante el infinito universo.
La velocidad de nuestros pensamientos es un documental ficcionalizado que se plantea qué es la luz. Un trabajo cinematográfico de esta índole difícilmente llegará a las salas comerciales. Afortunadamente, los festivales de cine, como el Festivalito de La Palma, especializado en la temática de las estrellas, vienen a cubrir este vacío que deja huérfanos a la mayoría de los espectadores de un cine diferente que plantea cuestiones que nos hacer reflexionar sobre nosotros mismos.
La velocidad de nuestros pensamientos tiene la voluntad divulgativa de llegar a un público medio empleando todo tipo de recursos de la cultura popular como el cine, el grafiti o la música rap para hablar de conceptos desconocidos para la mayoría de los mortales como son la materia oscura o las ondas gravitacionales, aunque la razón central de la película es: ¿Qué es la luz? y la influencia real que esta ejerce sobre los seres humanos, para lo cual emplea como hilo conductor al personaje de una racional documentalista germana que llega al sur de España para rodar un documental sobre la luz.



La estructura narrativa de La velocidad de nuestros pensamientos sigue la estela de El libro negro, de Pappini, que cuenta el viaje de un excéntrico millonario que decide hacer un viaje por el mundo con el objetivo de encontrar respuestas, al igual que la documentalista alemana que protagoniza la cinta y que está encarnada por una convincente Aïda Ballmann, idónea para el papel ya que es herreña de origen alemán, que se vio sometida a duras condiciones climatológicas durante el rodaje, que fluctúo entre el frío a bajo cero en Sierra Nevada y el duro desierto de Almería.
Cinematográficamente concita la atención el uso de cámara subjetiva y el constante uso del plano semisubjetivo que muestra lo qué ocurre y cómo alguien asume lo qué ocurre. Entra la variedad de secuencias destaca la escena, en travelín horizontal, que nos muestra las diferentes edades de un grupo de mujeres, de anciana a bebé, para acabar con un vientre en estado de buena esperanza.
Una de las razones de que cine y ciencia casen en La velocidad de nuestros pensamientos es que la parte cinematográfica está dirigida por Nacho Chueca, que aparece en el documental ficticio, y la científica por Emilio García. Por otro lado, las respuestas que ofrece el documental no son estrictamente científicas y las mismas dejan perpleja al personaje de la documentalista alemana, que en el fondo, es la intención de La velocidad de nuestros pensamientos: dejar perplejos a los espectadores.
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La bruja
La bruja (2015)
  • 6,2
    29.992
  • Estados Unidos Robert Eggers
  • Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie ...
8
Aquelarre (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 13 de mayo del 2016)
El Festival de Sundance ha alumbrado nombres al firmamento cinematográfico como han sido los casos de Quentin Tarantino y su “Reservoir Dogs” (1991), Steven Soderberg y su “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” (1989) o Park Chan-wook y su “Old Boy” (2005). En la edición del 2015, el premio a la mejor dirección recayó en el debutante Robert Eggens, que presentaba “La bruja”, un filme de terror diferente, que podría ser solo el primer paso de una filmografía a seguir en años venideros.
Ambientada en la Nueva Inglaterra de 1630, “La bruja”, muestra la vida cotidiana de una familia de colonos cristianos que vive presa de las creencias populares de la época, hasta tal punto que la historia deviene en una “body count” doméstica. “La bruja” no es una película de terror al uso, incluso sería más acertado decir que es un drama psicológico vestido de la ambientación propia del cine de terror. Lo que más deslumbra en esta ópera prima es su cuidada puesta en escena y el sabio uso de la iluminación que la acerca a maestros del tenebrismo pictórico como Caravaggio o George de la Tour.
Del escueto reparto destaca la veinteañera Anya Taylor-Joy, encarnando a la adolescente a la que la familia acusa de bruja. Así como su histriónica madre, interpretada por Kate Dickie. Si hay que citar algún paralelismo ese es “El bosque” (2004), de M. Night Shyamalan, por su ambientación y por mostrar una comunidad endogámica.
Parte de los espectadores, probablemente, no digieran bien la presencia del cuantioso diálogo, aun así, posee varias imágenes epatantes que se grabarán a fuego en la retina del espectador. Imágenes poderosas, escanciadas a lo largo del metraje y situadas al principio, mitad y final de la película. Si las imágenes resultan perturbadoras es en gran medida gracias a una banda sonora punzante y desasosegante, obra de Mark Korven.
Da la sensación de que el cine se regenera por generación espontánea. Ahora solo falta que el público arrope la cinta y no siga el ejemplo de títulos que pasaron por Sundance en 2014, como “The Diary of a Teenage Girl” (Mejor Fotografía), “Slow West” (Gran Premio del Jurado en la competencia internacional) o “Yo, él y Raquel” (Gran Premio del Jurado en la sección Estados Unidos), y que en España se estrenaron sin pena ni gloria (2.917, 7.652 y 29.678 espectadores, respectivamente). Ojo al dato.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trumbo: La lista negra de Hollywood
Trumbo: La lista negra de Hollywood (2015)
  • 7,0
    14.864
  • Estados Unidos Jay Roach
  • Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren ...
6
Matad al guionista y acabaréis con el cine (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 29 de abril del 2016)
La mayoría del público no suele conocer los nombres de los guionistas. Sin embargo estos son los artífices de la historia y de los diálogos, por lo que merecerían de una mayor visibilidad. ¿Quién escribió el guion de “Espartaco” (1960)?, ¿y el de “Vacaciones en Roma”? (1953), ¿y el de “Johnny cogió su fusil”? (1971). La respuesta a las tres preguntas es la misma: Dalton Trumbo (1905-1976), el que fuera una de los guionistas mejor pagados del Hollywood en los años 40.
“Trumbo: la lista negra de Hollywood” recupera la memoria de uno de los periodos más negros de la meca del cine: la caza de brujas iniciada por el senador McCarthy, supuestamente, para librar de comunistas la industria del cine estadounidense. La película, que presenta una atmósfera de “tv movie”, cuenta como principal aval con la interpretación de Bryan Cranston (que llegó a su cenit interpretativo con la serie “Breaking Bad”). Cranston ofrece tanto las luces como las sombras de Trumbo. Muestra tanto su vida pública silenciada como las relaciones con su propia familia (lo más interesante es el enfrentamiento verbal con su hija), hasta ofrece detalles peculiares como que escribía, en ocasiones, en la bañera.
“Trumbo: la lista negra de Hollywood” recuerda que el ganador de dos Oscar (por “Vacaciones en Roma” y “El bravo”, 1956) tuvo que emplear seudónimos y recurrir a colegas de profesión para poder seguir escribiendo en la clandestinidad, de tal manera que no fue hasta 1960 con “Espartaco” cuando pudo volver a ver su nombre en unos títulos de crédito.
Trumbo fue uno de “Los Diez de Hollywood” que tras los juicios provocados por la paranoia comunista (en el filme se emplean imágenes de ficción que simulan ser de archivo) vio privadas sus libertades civiles y fue encarcelado (durante 11 meses). El largometraje muestra las delaciones que protagonizó Edward G. Robinson (omite las de Elia Kazan), la campaña patriótica que impulsó John Wayne o el azote moralista de la famosa cronista de la época Hedda Hopper (encarnada por una acertada Helen Mirren).
“Trumbo: la lista negra de Hollywood” supone un interesante acercamiento a la historia del macarthismo, pero el que quiera conocer en profundidad esta etapa del cine deberá leer el estudio de Roman Gubern: “Mc Carthy contra Hollywood: la caza de brujas”. La prueba inequívoca que la caza de brujas marcó la existencia de Trumbo es el hecho de que en unos de sus últimos guiones, “Papillón” (1973), muestra el ansia de libertad de un condenado a cadena perpetua por un crimen que afirma no haber cometido.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La punta del iceberg
La punta del iceberg (2016)
  • 5,6
    3.092
  • España David Cánovas
  • Maribel Verdú, Carmelo Gómez, Fernando Cayo ...
7
Tiempos modernos (publicada en el periódico El Día de Tenerife el 6 de mayo del 2015)
“La punta del iceberg”, tras su paso por la sección oficial del Festival de Málaga, ha llegado a las salas comerciales. No es una película fácil de ver para el gran público, que parece optar en su mayoría por cine de mero entretenimiento como “Palmeras en la nieve” u “Ocho apellidos catalanes”, ya que muestra los efectos de la competitividad despiadada en el mundo laboral de la sociedad actual basada en el capitalismo salvaje, donde no importan las personas sino la repercusión negativa que pueda tener para la imagen de la empresa la pérdida de vidas humanas.
Basada en la obra teatral homónima de José Amaro Carrillo (que a su vez se inspira en hechos reales acaecidos en fechas recientes en Francia), “La punta del iceberg”, se adentra en el espinoso tema de varios suicidios en una empresa de alto copete. Recientemente “El País” publicó las cifras de suicidio en Corea del Sur: cerca de 40 personas acabaron con su propia vida cada día en 2011. Un dato espeluznante.
Tras el prestreno el pasado 28 de abril, en un abarrotado Cine Víctor de la capital tinerfeña, uno de los comentarios más escuchados era que para ser una ópera prima rebosaba madurez. No es de extrañar ya que David Cánovas cuenta con 44 años, una decena de cortometrajes a sus espaldas (algunos con minutajes en torno a los 30 minutos) y varios proyectos de largometrajes que no llegaron a cuajar por diversas circunstancias. Puede ser que la mayoría del público, sobre todo en la Península, empiece a conocer ahora a Cánovas, pero tras de sí hay una sólida trayectoria fílmica. De hecho, el tema laboral no es nuevo en la filmografía del director tinerfeño, ya que lo trató en “Cuestión de actitud” (2008) y “El contratiempo” (2009). Tampoco lo es del suicidio, ya que en “El intruso” (2005), que le valió la nominación al Goya al mejor cortometraje, ya abordaba este controvertido tema.
El guion, escrito a seis manos (Alberto García y José Amaro Carrillo arropan a Cánovas), está bien hilvanado. Incluye gotas de humor negro y un personaje como el camarero que descarga de drama la trama. Así como un guiño al clásico de Chaplin, “Tiempos modernos” (1936). Uno de sus puntos fuertes es la construcción de personajes. Asimismo, destaca la presentación de estos como la del primer suicida (Marcelo Miralles, encarnado por Ginés García Millán), al que primero vemos su rostro y luego, en “off”, su defenestración; o la de la protagonista Sofía Cuevas (encarnada por una ubicua y contenida Maribel Verdú), una alta ejecutiva sin aparentes escrúpulos, que paulatinamente, irá mostrando su lado emocional.
El resto del reparto no le anda a la zaga. Bárbara Goenaga (la frágil empleada), Álex García (el ejecutivo estresado), Fernando Cayo (el jefe déspota), Carmelo Gómez (el trepa sin escrúpulos) están impecables en sus respectivos roles. Hasta la fugaz aparición de Nieve de Medina es digna de mención. “La punta del iceberg” es una película pulcra, caracterizada por la sutileza de los movimientos de cámara. A pesar de su asfixiante trama concebida como un “thriller”, repleta de diáfanos espacios videovigilados, y donde la música compuesta por Antonio Hernández ayuda a crear una certera tensión narrativa, la película respira gracias a los planos aéreos de Madrid o la escena de la azotea.
En los últimos años –el cine ha sido permeable a la cruda realidad social- podemos encontrar un puñado de películas que abordan los conflictos que se producen en el seno laboral en la sociedad contemporánea. Algunas con las que “La punta del iceberg” establece conexiones son las españolas “El método” (2005) o “Smoking Room” (2002); o las francesas “Arcadia” (2005), en la que el protagonista planeaba asesinar a sus contrincantes o “Dos días, una noche” (2014). Incluso se ha hecho comedia con el tema, de forma brillante como en “El jefe de todo esto” (2006) y “Louise-Michel” (2009).
En definitiva, “La punta del iceberg” es una película necesaria en estos tiempos de ERE, en la que lo único que importa es la cuenta de resultados y en la que los trabajadores son concebidos como meros peones en una partida de ajedrez. Cine que hace reflexionar sin sermonear.
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36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cantinflas
Cantinflas (2014)
  • 5,5
    1.552
  • México Sebastián del Amo
  • Óscar Jaenada, Michael Imperioli, Ilse Salas ...
4
El cómico del pueblo (publicada en el periódico El Día el 22 de abril del 2016).
Siempre he dicho -provocando estupefacción entre mis diversos interlocutores- que el personaje de Cantinflas no tiene nada que envidiar al de Charlot. Los dos crearon un personaje universal, de orígenes humildes, que ha permanecido en el tiempo. El primero representaba el mundo hispano y el segundo el anglosajón. La única diferencia es que las películas de Mario Moreno Cantinflas son más bien mediocres y en las de Charles Chaplin se pueden contabilizar varias obras maestras. Ahí está el detalle.
“Cantinflas” llega con dos años de retraso a España con respecto a su estreno en el resto de países latinoamericanos. Su principal reclamo es que está protagonizada por Óscar Jaenada. No es fácil encarnar a un mito y Jaenada ofrece una interpretación correcta sin llegar a las cotas de mimetismo que alcanzó con Camarón de la Isla. Jaenada presenta con acierto las dos caras del personaje: la de cómico y la de empresario.
Eso sí “Cantinflas” en sí presenta bastantes deficiencias. Su tono demasiado amable juega en su contra. Así como elegir como hilo conductor el filme “La vuelta al mundo en 80 días” (1956) -una de las escasas películas que rodó Cantinflas en Hollywood y que le reportó un Globo de Oro-, porque Mario Moreno se convirtió en la voz del pueblo mexicano con sus endiablados requiebros lingüísticos, que tenían el objetivo no solo de hacer reír al respetable sino hacerle reflexionar sobre diversos aspectos sociales.
Cantinflas supo caricaturizar al “pelao”, claro exponente de la clase baja mexicana, y dotarlo de corazón para lanzar sus mensajes de calado social sin adoctrinar. Por ejemplo, en “El analfabeto” (1960) defendía la importancia de la educación, en “Si yo fuera diputado” (1951) la honradez en la política o en “Un día con el diablo” (1945) ofrecía una reflexión sobre la institución del ejército.
Un personaje como Cantinflas (1911-1993) se merecía una mejor película que ofreciera un análisis más profundo de su vida y no unas simples pinceladas sobre su biografía, que incluyen sus duros inicios en las carpas ambulantes, cómo afectó su éxito profesional a su vida personal o su acciones como líder sindical. No en balde, la Real Academia Española incluye en su diccionario el verbo “cantinflear”: hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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