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Voto de Benjamín Reyes:
6
Terror Secuela de la exitosa "Expediente Warren" (2013) que presenta un caso real de los renombrados demonólogos Ed y Lorraine Warren. Para resolverlo viajan al norte de Londres para ayudar a una madre soltera que vive con sus cuatro hijos en una casa plagada de espíritus malignos. (FILMAFFINITY)
25 de junio de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando tenía 12 años, a la salida del colegio, junto a un grupo de compañeros decidimos entretenernos con el “juego del vaso” (ahora resulta que lo llaman ouija). Cuando llevábamos una media hora jugando corrimos despavoridos después de que una puerta se cerrará de sopetón. Este tipo de sugestión es la que sustenta la existencia del cine de terror, y concretamente, el subgénero de casas encantadas, al que se adscribe “Expediente Warren: el caso Enfield”. Al fin y al cabo, la fascinación por lo sobrenatural, en mayor o menor medida, anida en todos los seres humanos.
El cine de casas encantadas ha contado con títulos emblemáticos a lo largo de la historia del cine, desde “House on Haunted Hill” (1959), de William Castle; “The Haunting” (1963), de Robert Wise; “El ente” (1981), de Sidney J. Furie, o “Poltergeist” (1982), de Tobe Hooper. En este sentido, “Expediente Warren: el caso Enfield” resulta ser una película de ágil visionado que entretiene sin más. Y es que como se dice al principio del propio filme: “Después de todo lo que hemos visto ya que casi nada nos asusta (…)”.
Esta secuela, que traslada su trama a la Inglaterra de la década de los 70 (introduce al espectador en la cultura anglosajona con una especie de cabecera nutrida de imágenes “made in England” acompañada de música pop británica) vuelve a contar con la pareja de demonólogos integrada por Ed y Lorraine Warren. James Wan, artífice de la primera entrega de “Saw” (2005), vuelve a repetir el esquema de la primera película, y vuelve a conseguir sobresaltar al espectador, que es consciente de que va a pasar un terror controlado, en determinadas secuencias, que están perfectamente calculadas y ambientadas, con la iluminación adecuada y los sonidos perfectamente encajados, de tal manera que genera tensión y mantiene en vilo al espectador durante casi todo el metraje.
A pesar de la inclusión de ciertas dosis de humor (hay tiempo para interpretar incluso una canción de Elvis Presley) y de un metraje un tanto excesivo (133 minutos), “Expediente Warren: el caso Enfield”, se ganó el favor del exigente público del reciente Festival Nocturna de Madrid, lo cual no es baladí.
Benjamín Reyes
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