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Voto de Benjamín Reyes:
7
Thriller. Intriga Joaquín está en silla de ruedas. Su casa, que conoció tiempos mejores, ahora es lúgubre y oscura. Berta, bailarina de striptease, y su hija Betty, llaman a su puerta respondiendo a un anuncio que puso Joaquín para alquilar una habitación. Su presencia alegra la casa y anima la vida de Joaquín. Una noche, mientras trabaja en su sótano, Joaquín escucha un ruido casi imperceptible. Se da cuenta entonces que una banda de delincuentes está ... [+]
18 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas, en los turbios suburbios de Buenos Aires, un individuo se baja de un coche de alta gama en plena noche y toca el timbre de un convento. Cansado de esperar arroja varios bolsos sobre el muro del convento y salta. Un vecino alarmado llama a la policía, que apresa al individuo, que resulta ser el secretario de Estado de Obras Públicas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. En los bolsos había nueve millones de dólares, relojes de lujo y una ametralladora. Son cosas que pasan en Argentina.
Esta materia prima de la realidad bonaerense es la base de la que se nutre Rodrigo Grande para tejer una ficción que funde sus raíces en la crónica negra de su país. “Al final del túnel” es un sólido ejemplo de cine de género argentino (en coproducción con España) que muestra una acción mínima en los momentos cruciales y juega con la claustrofobia y los elementos emocionales (como la escena de la niña atravesando el túnel). Por lo tanto, presenta un planteamiento diametralmente opuesto a la reciente “Cien años de perdón”.

Los personajes de “Al final del túnel” son personajes con vidas subterráneas. Un convincente Leonardo Sbaraglia encarna a un protagonista que parece salido de una obra de Edgar Allan Poe en su versión moderna. Un tipo solitario, postrado en una silla de ruedas que vive de espaldas a la vida hasta que la presencia de una nueva inquilina le devuelve la esperanza. Una bailarina de estriptease (una correcta Claro Lago) y su hija que hace dos años que no habla, unos ladrones (excepcional Pablo Echarri) que viven de espaldas a la ley y pretender perpetrar un robo excavando un túnel o un mandamás policial (un espléndido Federico Luppi) que tiene trapos sucios que necesita soterrar. Unos personajes que surgen de un guion muy bien hilvanado que no deja puntada sin hilo.
No es Rodrigo Grande un director que se prodigue mucho ya que este es su tercer largometraje en quince años. Hace siete años pudimos ver “Cuestión de principios” (2009), protagonizada por Federico Luppi, en la que ya se intuye el porqué del final emocional (que no desvelaremos) de “Al final del túnel”.
Además, la magnífica banda sonora compuesta por Lucio Godoy y Federico Jusid marca el ritmo de la película, que a pesar de su metraje de dos horas, consigue mantener en vilo al espectador hasta el final. Apresúrense a verla antes de que la quiten de la insustancial cartelera veraniega.
Benjamín Reyes
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