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Críticas ordenadas por:
The Artist
The Artist (2011)
  • 7,6
    59.909
  • Francia Michel Hazanavicius
  • Jean Dujardin, Bérénice Bejo, James Cromwell ...
10
Retroceder en el tiempo
Retroceder en el tiempo ya es una realidad. Desde este humilde espacio de opinión puedo dar fe de que el revuelo generado en torno a la aclamada y brillante “The artist” no es para nada exagerado. Su principal virtud: saber transformar una película en experiencia, transportándote atrás en el tiempo hasta el fascinante Hollywood de las décadas 20 y 30 con una cinta muda que desprende todo ese mágico aroma del cine de aquellos años. El realizador francés Michel Hazanavicius (“La classe américaine“, 1993) traspasa la barrera del esmero cinematográfico para convertir esta película en arte, recordándonos a todos los que amamos el cine la razón de nuestra rendición ante el mismo. La cinta parece arrancada de las garras de la época en la que se inspira la trama y traída ante nuestros ojos para decirnos que el tiempo nunca ha pasado. Sólo lo han hecho las hojas de los calendarios: su esencia sigue reinando la atmósfera con la misma fuerza que en los inicios del cine. Y para conseguir todo esto, una historia, interpretaciones y técnica absoluta y llanamente prodigiosas.

Esta preciosa fábula, este viaje hacia atrás en el tiempo, nos habla de un exitoso actor de cine mudo llamado George Valentin (Jean Dujardin) que siempre va iluminando y alegrando los pasillos que atraviesa con su radiante sonrisa y encantador espíritu. La llegada del cine sonoro coincide casi paralelamente con la aparición de una guapa aspirante a actriz, Peppy Miller (Bérénice Bejo), que puede considerarse la antítesis de lo representado por Valentin. Él ve peligrar su carrera mientras ella vislumbra el horizonte del éxito, aunque en cualquier caso ambas son excelentes personas y asistir a este espectáculo de bondad humana casi te estruja el corazón hasta emocionarte; por ellos y por otros personajes y situaciones que envuelven la cinta con un cariño y una ternura que sitúa a la película ¡entre las mejores del género mudo!. Quién lo diría, en pleno año 2011 retrocedemos noventa años hacia atrás para ser testigos de una nueva obra que se sitúe a la altura de muchas de las mejores cintas filmadas en aquellos maravillosos años.

Es por esto que el mérito de Hazanavicius es digno del mayor de los elogios. Hay muchas películas que intentan recrear aquellos años y aquel espíritu, limitando su técnica a dibujar sus escenas dentro de una simple escala de grises y un vestuario adecuado, pero aquí no se han querido conformar con eso. No querían que la película pareciese de entonces sino que fuese de aquellas décadas.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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37 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los amos de Brooklyn
Los amos de Brooklyn (2009)
  • 6,0
    9.016
  • Estados Unidos Antoine Fuqua
  • Richard Gere, Don Cheadle, Ethan Hawke ...
7
Policías de Brooklyn
Maltratado por la cartelera española, que retrasó su estreno en multitud de ocasiones hasta que finalmente vio la luz pasados tres años de su lanzamiento e incluso cuando ya existían copias de DVD distribuidas en países como Rusia, Italia y Polonia, este entretenidísimo thriller de Antoine Fuqua (“Training Day (Día de entrenamiento)”, 2001) compone un enredo hilvanado con el acierto del que se ha pateado las calles de este género, ofreciendo un retrato cercano y directo sobre la corrupción policial, la delincuencia, la traición y la soledad, aunque no sin renunciar a ciertos estereotipos ya empleados otras veces en el cine para mostrar este tipo de recursos.

Fuqua ha sabido crear atmósfera, transformando las calles de Brooklyn en un submundo, un espacio cerrado y oscuro en el que reinan la desconfianza y el caos, principales protagonistas de una trama que dibuja el ambiente como un lugar que parece inmerso en el anarquismo. La fuerza de la película es mayor de la que parece, pues aún conociendo este servidor detalles muy relevantes de la trama antes de su visionado -por haber leído una sinopsis que ‘destripaba’ parte del final- la cinta ha sabido crear sorpresa y desviar continuamente el argumento por lugares inesperados.

El tapete sobre el que se juega esta partida de ajedrez que enfrenta a todos contra todos, son las calles del distrito que da nombre a esta cinta: Brooklyn. Allí, policías veteranos como Eddie (Richard Gere) sólo piensan en cómo se acerca el horizonte de su jubilación: en menos de una semana cambiará su placa y uniforme por una caña de pescar, aunque antes de eso deberá cumplir con la misión de formar en la patrulla a policías recientemente ingresados en el cuerpo. Tango (Don Cheadle) es otro agente que prefiere abrirse un atajo en el camino hacia el ascenso dentro de la policía, y para ello se enfrenta a la tensa tarea de convertirse en un agente encubierto, infiltrándose entre las bandas del que siempre ha sido su barrio y rodeado de quienes siempre le han considerado como un amigo.

El detective Sal (Ethan Hawke) saca a flote la cara más siniestra de la tarea policial y el agobio familiar: su necesidad de mudarse de domicilio por los problemas que la humedad de la misma causa a su mujer, enferma de asma y embarazada, le ‘obligan’ a encontrar en el camino de la corrupción, el robo y el crimen su vía de escape para reunir los dólares suficientes para conseguirlo.

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25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ases calientes
Ases calientes (2007)
  • 6,2
    17.708
  • Estados Unidos Joe Carnahan
  • Ryan Reynolds, Ray Liotta, Jeremy Piven ...
7
Sobredosis de adrenalina
Joe Carnahan (“Narc”, 2002) pone toda la carne en el asador con este completo thriller de acción logrando convertir sus intenciones en realidades. Y es que la evasión que proporciona este producto tan cargado de adrenalina, personajes peculiares y trama inocente pero perfectamente montada, bien vale un mínimo agradecimiento por cualquier espectador que desee buscar exactamente esto, una máquina para entretener que comienza a ponerse en marcha justo cuando nuestros ojos captan la primera escena de la película. Esta es una de esas cintas alocadas y desvergonzadas, aunque tampoco lo es en demasía puesto que parece imponerse algún tipo de límite moral que le ayude a que su producto llegue así a todos los públicos. La mayor de las sorpresas que pueden provocar algunas de sus escenas nunca termina siendo demasiado sangrienta o picante, aunque la enérgica descarga de acción que gobierna el ambiente no deja de fabricar secuencias impactantes y muy originales.

Su historia ofrece el viejo recurso de “FBI debe custodiar a un testigo protegido” pero derrocha ingenio en la forma de unir todas las subtramas que llevan hasta ese hombre en peligro, Buddy ‘Aces’ Israel, un contorsionista relacionado estrechamente con ‘La cosa nostra‘ por el que ahora piden la cabeza o, ciñéndonos al argumento, el corazón. Hacia él tienen que ir los agentes federales Richard Messner (Ryan Reynolds) y Ray Liotta (Donald Carruthers), aunque un nutrido grupo de sicarios también pondrá en marcha su operativo para deshacerse de Israel, por el que se paga una cuantiosa suma de dinero. Metódicas asesinas a sueldo que emplean su atractivo físico como señuelo para ejecutar sus misiones, camaleónicos e invisibles sicarios, un grupo de skin-heads… todos ellos y más quieren su parte del pastel, pero este postre no se puede compartir y por eso sólo puede quedar uno.

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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bala mordida
Bala mordida (2009)
  • 5,3
    52
  • México Diego Muñoz
  • Damián Alcázar, Miguel Rodarte, Roberto Sosa ...
7
Todo tiene un precio
La cara más corrupta, oscura y maloliente de la policía mexicana, llevada a examen en el primer largometraje de Diego Muñoz, que dirige, escribe y produce la película. Con claras intenciones documentales, este esmerado trabajo toca los puntos más calientes de la corrupción mostrándolos desde una perspectiva intermedia: esto es, una comandancia de la policía de Distrito Federal dirigida por un mando contaminado hasta las cejas. Engaña, a simple vista, el austero y sencillo aspecto visual de la película, engalanada con unos rótulos que incluso podemos considerar como cutres y puesta en evidencia por algunos errores técnicos de la edición, que no cuidó un buen puñado de escenas en las que la voz se escucha a un nivel muy por debajo del sonido ambiente. El disfrute y sensación de interés por lo que se narra es elevado durante toda la duración del metraje, pudiendo asistir a una serie de actos prácticamente inimaginables en muchos países del mundo pero al parecer muy cercanos a la realidad que se vive dentro de los cuerpos policiales de México.

La aparición del excepcional actor Damián Alcázar (“Crónicas“, 2004) como cabeza del reparto ya es un garante de calidad interpretativa, siendo el papel que desempeña el mencionado actor uno de los principales alicientes de la película. Su rol expresa los aires endiosados del comandante Alatorre, alguien para el que sus negocios turbios están por encima del desarrollo de la tarea policial que debería desempeñar. Servido de un grupo de agentes que emplea como sus lacayos personales, el comandante Alatorre se intenta beneficiar de los aspectos contra los que teóricamente debería luchar, siendo el narcotráfico uno de ellos. Esto demuestra cómo la situación de indefensión de los ciudadanos, quienes en muchas ocasiones deben dejar su seguridad en manos de corruptos que sólo buscan lucrarse de lo ilícito. Controlar las calles como si del viejo oeste se tratara es uno de los aspectos que mejor se retratan en la película, aunque alzando las miras más allá de su argumento relacionado con la corrupción también podremos ver el deplorable estado de los cuerpos policiales, en los que los chalecos antibalas son una simple prenda estética que no sirve para nada y las reparaciones de los vehículos corren a cuenta del propio agente que los conduce.

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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Soprano (Serie de TV)
Los Soprano (1999)
Serie
  • 8,5
    59.191
  • Estados Unidos David Chase (Creador), Timothy Van Patten ...
  • James Gandolfini, Edie Falco, Lorraine Bracco ...
10
Grazie per tutto, amici miei.
Si hay algo que de verdad diferencia a “Los Soprano” de cualquier otra caracterización de la Mafia a través del cine y la televisión es esa capacidad de sus creadores para imprimir sobre cada uno de los rostros protagonistas de esta organización criminal una personalidad que logre transmitir la perfecta naturalidad de sus vidas. Roban, estafan, trafican y asesinan infundiendo verdadero terror de puertas para afuera, pero una vez todo queda en casa podemos ser testigos de cómo las personas más despreciables del mundo pueden convertirse en seres que despiertan auténtica simpatía. A esto llegamos por el esfuerzo que esta producción demuestra en ofrecernos una visión muy personal de los integrantes de la Mafia norteamericana, dejando completamente abiertas las puertas de sus vidas para que veamos todas sus pequeñas y grandes preocupaciones familiares o personales, además de la expresión de sus ilusiones y proyectos de futuro. Este recorrido a través de sus sentimientos sirve también para que la trama se adentre en cuestiones morales que plantean directamente el dilema de si el honor, respeto y cariño que se dispensan entre los criminales dentro de la Mafia es algo auténtico o simplemente una llana hipocresía impuesta por las viejas tradiciones italianas, empleada para poder pisotear a todos aquellos que se interponen en el camino del aspirante a un puesto más alto dentro de la organización. En saber si los amigos que tienes son de verdad o una mera pantomima.

Sucede así con su protagonista principal, Tony Soprano que ya desde el primer episodio acude a una psicóloga, la Dra. Melfi, por unos supuestos ataques de pánico que dejan entrever una personalidad depresiva. La terapia a la que acude sirve como hilo conductor de las confesiones más personales del capo, que entre los suyos desde luego jamás podría dar muestras de ningún tipo de debilidad, pues dentro de su ‘negocio’ todo se sostiene en unos superficiales cimientos sobre los que se construye la mítica y tópica imagen de los mafiosos. Además, Tony, orgulloso y contundente pero en el fondo con buen corazón, debe lidiar con el estrés de tener que organizar dos familias, la suya propia y la organización criminal. En la suya encuentra la entregada ayuda de su esposa Carmela, quien intenta ser una buena madre para sus hijos -soportando incluso las infidelidades de su marido- y una excelente ama de una casa donde no se respira olor a Mafia: entre sus familiares están vetadas esas conversaciones. Tony no se lleva el trabajo a casa.

Y luego está ‘La cosa nostra‘. Tiempo atrás, durante las décadas de los 50-60 la Familia de Nueva Jersey era tema del padre de Tony, Johnny Boy, y de su tío Junior. Hoy las cosas han cambiado y el poder está reñido, algo a lo que deberá enfrentarse Tony para llegar al punto que decidirá el rumbo de las seis temporadas que dura la serie.

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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la cuerda floja
En la cuerda floja (2005)
  • 7,0
    27.806
  • Estados Unidos James Mangold
  • Joaquin Phoenix, Reese Witherspoon, Robert Patrick ...
7
"Visto de negro por el pobre y el derrotado" (Johnny Cash: 'Man in black')
James Mangold (“El tren de las 3:10”, 2007) tenía un difícil reto ante sí. Llevar a la gran pantalla una proyección biográfica del inimitable Johnny Cash sin morir en el intento. No sólo consiguió superar la misión sino que además lo hizo con creces ofreciendo como resultado una interesantísima película que retrata los primeros años de vida del magistral cantante de country, gospel y rock & roll, seguidos de las dificultades que atravesó para abrirse camino en el difícil terreno de la música y analizando posteriormente su salto a la fama, objetivo que vino acompañado de grandes quebraderos de cabeza para Cash y todos los que le rodeaban. La elección de un maravilloso Joaquin Phoenix encarnando a Johnny supera las barreras de lo acertado para adentrase en las de lo magistral, logrando el actor puertorriqueño no sólo dar voz y vida a uno de los más grandes cantantes sino adentrándose además en su personaje con tanta pasión que la línea que divide el hecho de interpretar un papel se destruye para pasar así el actor a vivir un papel.

Y es que Phoenix (“La noche es nuestra“, 2007) parece estar metido dentro de la piel auténtica de Cash. De hecho, ambos artistas albergan ese estilo de vida que les sitúa ‘en la cuerda floja’, siendo brillantes en su profesión y polémicos en su vida privada, arrastrados por su alma hasta lugares sombríos y melancólicos. Phoenix tuvo que soportar muchas horas de clases para poder situar su voz al nivel de la de Johnny Cash y poder así cantar todos los temas que se reproducen en la película. El parecido entre las voces es clamoroso pero se puede distinguir con facilidad una cierta diferencia de estilos entre el actor y el cantante. Mientras Cash emitía una fuerza atronadora a un nivel que se mantenía firme durante toda la canción, Phoenix suena más desgarrado y su tono delata altibajos, pero demuestra el mismo poderío, seguridad y pasión que ‘el hombre de negro’. Escuchar a ambos es una experiencia igual de motivadora, pues el truco de las canciones de Cash es precisamente el de ofrecer la cara más amarga de la vida de una forma en la que puedas reírte de ella y sentirte especial, con los ánimos suficientes para superar cualquier adversidad. Eso de “coge ritmo cuando te sientas triste” de su “Get Rhythm”.

Pero si hay que algo que junto con Phoenix brille en esta película es Reese Witherspoon (“Pleasantville“, 1998), enamorando con su interpretación de June Carter y una voz espléndida que no me he cansado de volver a escuchar una vez terminada la cinta. El papel de Reese está lleno de vitalidad, confianza, simpatía, humildad, sencillez. Si era tal cual la amada de Cash, era una de las mejores mujeres del planeta. El retrato que se hace de ella en “Walk the line” difícilmente no pueda enamorar a nadie.

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26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Declaradme culpable
Declaradme culpable (2006)
  • 6,2
    6.241
  • Estados Unidos Sidney Lumet
  • Vin Diesel, Ron Silver, Alex Rocco ...
8
Juicio a unos italianos
Este drama judicial con visibles rasgos de comedia refleja cómo el inolvidable Sidney Lumet, autor de obras tan necesarias y reconocidas como “12 hombres sin piedad” (1957), “The Hill (La colina” (1965) o “Sérpico” (1973), lucía a sus ochenta y dos años el impecable pulso de un veterano y las ganas y la fuerza de algún talentoso iniciado. Qué buena es una película cuando el encargado de hacerla es todo un maestro. Absorbente, simpática, animada, natural, brillante, mordaz e irónica. Quizá sea más cosas esta agradable y divertida película, capaz de saber conjugar la cara más dramática de las circunstancias que se exponen en el argumento y los enredos judiciales con una base hilarante, fórmula que sirve para que uno disfrute de la cinta sin preocuparse por el paso de las agujas del reloj.

Su guión conserva un ritmo constante que mantiene la misma velocidad durante prácticamente la totalidad de la duración, y aunque no guarde tras de sí uno de esos sorprendentes pleitos en los que cualquier prueba o testigo den la vuelta a la tortilla con sorprendentes revelaciones, se vale de habilidad para hacer fluir un río de interesantísimas declaraciones cuyo epicentro radica en la genial interpretación de su protagonista principal, un atípico Vin Diesel.

La obra está basada en hechos reales, siendo muchos de los diálogos que se reproducen en la misma completamente originales, extraídos de las transcripciones que se realizaron en uno de los más grandes, largos y costosos juicios contra la Mafia en los Estados Unidos a finales de los años noventa, en el que se acusaba a gran parte de la organización criminal conocida como la familia Lucchese de infinidad de delitos. En ese juicio se encontraba el ya condenado a treinta años de prisión por tráfico de drogas Jackie DiNorscio (encarnado aquí por Vin Diesel), primero miembro de la familia Bruno y posteriormente de la Lucchese. Llegaba al Tribunal con la sensación de que no tenía nada que perder, aunque su ya de por sí extendida condena podía pasar a ser mayor en función del resultado de este juicio. Cansado de los malos resultados de su abogado y firme cumplidor de la Omertà (La ‘ley del silencio’ en la que se basan los mafiosos para no delatar a nadie), sorprendió con la decisión de defenderse a sí mismo pese a no contar con ninguna experiencia legal. Su única arma radicaba entonces en su carismática personalidad, con la que debería conquistar al gran jurado popular que se compuso para el juicio.

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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melancolía
Melancolía (2011)
  • 6,8
    32.145
  • Dinamarca Lars von Trier
  • Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland ...
9
La felicidad de estar triste
Melancolía es ese estado en el que yaces permanentemente cuando éste te elige como uno de sus compañeros eternos. La tristeza se apodera de ti y su egoísmo es tal que no se conforma con amargarte un momento, siendo su sed tan insaciable que necesita de tu total atención hasta que sus propios límites no escritos lo establezcan. Probablemente esas fronteras invisibles pero reales no encuentren un horizonte dentro de tu alma. Entonces te encontrarás sumido en la más absoluta depresión, que es lo que realmente quiere decir la melancolía con la única diferencia de la belleza que hay entre ambas palabras y, para un humilde servidor, entre la percepción que se puede tener de ambos conceptos. Aunque vengan a significar lo mismo yo encuentro una diferencia muy clara. “Depresión” suena demasiado trágico, amargo, funesto. Da la sensación de que para entrar en esa fase hayas tenido que vivir una serie de desgraciadas circunstancias que te empujen a un farragoso y pesado estado en el que vives sin poder controlar absolutamente nada.

La palabra “Melancolía” paradójicamente es una de las palabras más bellas que conozco. Parece una descripción hecha a medida para aquellas personas que hagan lo que hagan siempre acaban citándose con prolongados momentos de tristeza que en el fondo parecen el cobijo de sus vidas. Por extraño que parezca, esos momentos de tristeza deben ser enormemente disfrutables, pues cuando los abandonas te invade la sensación de que te has traicionado a ti mismo. Te sientes culpable de ser feliz y de nuevo acudes a la melancolía como tu única salvación, pues ella jamás te abandonaría. Y esto es lo que expresa la fabulosa película de Von Trier, quien escribe y dirige esta cinta cargada de magia, sensaciones y momentos completamente fascinantes.

Después de una increíble sucesión de primeras escenas de espectacular calibre artístico y poderío visual al pausado ritmo de Wagner, el argumento nos hace descender desde el cielo hasta la limusina de los recién casados Justine y Michael, que se dirigen hacia una villa palaciega familiar en la que celebrarán su reciente enlace. Una vez allí se desarrollarán las habituales anécdotas de cualquier evento dentro del exquisito marco de su guión, para después hacer que nos adentremos en las más profundas sensaciones de la tristeza vivida por la melancólica Justine. Durante el festejo, el cielo dibuja lo que parece una gran estrella rojiza. En realidad ésta es un planeta llamado Melancolía que se dirige hacia la Tierra con desconocidas previsiones. El cine se transforma entonces en una gran experiencia vivida por el espectador, que deberá dejarse llevar por los místicos lugares cargados de inquietante y apocalíptica atmósfera que se muestran en la cinta, enmarcados todos ellos por su impresionante fotografía mejorada por la tecnología digital, de la que aquí se saca su mejor rendimiento.

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161 de 193 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Messenger
The Messenger (2009)
  • 6,4
    1.139
  • Estados Unidos Oren Moverman
  • Ben Foster, Samantha Morton, Jena Malone ...
8
"The Secretary of the Army has asked me to express his deepest regret..."
Contar una historia de soledad, tristeza, compasión, remordimientos, incomprensión, amistad y el sentido de nuestras vidas teniendo como trasfondo una cercana perspectiva de la muerte. Eso es lo que se propone Oren Overman en su primera película como director (venía de escribir cuatro guiones, entre ellos el de “Jesus’ Son”, 1999), con una cinta que desprende un buen aroma a gran cine independiente. La dirección se muestra firme, presumiendo de una gran capacidad a pesar de su nula experiencia en el campo de la realización y haciendo desembocar la transición de sus escenas en un mar de pasajes bien contados, montados y mejor desarrollados. Esta es una de esas películas que te atrapa con sus palabras, transmitiéndote una historia que si bien es fruto de la originalidad de un nutrido guión ideado por el propio director debutante, Overman, y el productor y guionista Alessandro Camon (“K. Il bandito”, 2008), inspira un descarado realismo que juega a mezclar el sentido de lo deprimente y lo animoso en una misma dirección.

“The Messenger” nos habla de un joven sargento jefe del Ejército de los Estados Unidos llamado Will Montgomery (Ben Foster), que vuelve a casa después de prestar servicio en la Guerra de Iraq. Secuelas físicas mediante, visiblemente afectado y profundamente melancólico, Will es testigo de cómo han cambiado las cosas a su alrededor experimentado la difícil adaptación a la vida civil después de haber estado involucrado en un conflicto bélico de gran envergadura. Antes de licenciarse y dejar atrás todo lo relacionado con la vida militar, es asignado a la compañía de notificaciones, desde la que debe cumplir una misión de inimaginable incomodo y frialdad: informar personalmente sobre la muerte de los soldados caídos a sus familiares. Para esto irá en compañía del imponente capitán Tony Stone (Woody Harrelson), quien le irá explicando la disciplina aplicada a este tipo de servicio y las normas que deberá obedecer para convertirse en un buen mensajero del dolor. Las escenas correspondientes a los comunicados a familiares son tétricamente brillantes, pues si bien representan el momento más angustioso que podamos imaginar, están filmadas con tanto acierto y detalle que se convierten en unas grises maravillas. También inserta otras que resultan, incluso, divertidas y alocadas.

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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Man from Earth
The Man from Earth (2007)
  • 7,5
    35.611
  • Estados Unidos Richard Schenkman
  • David Lee Smith, John Billingsley, Ellen Crawford ...
8
Y la Historia tal y como la conocíamos hasta ahora se derrumbó
Minutos después de haber visto esta película, la principal sensación que recorre mi alma es la de una agradable estupefacción producida por la grata sorpresa del regalo que supone esta pequeña joya cinematográfica. Capaz de hacer gigante lo minúsculo, consigue hacer algo tan difícil como aportar, erigiéndose como una didáctica obra completamente necesaria para despertar nuestras neuronas más holgazanas, pues la cinta pone sobre la mesa una nutrida revisión de nuestros viejos conceptos acerca de la vida y la muerte, la religión y la evolución humana, entre otras cosas. Y es que ¿qué pasaría si todo lo conocido actualmente, todo lo que se ha ido aprendiendo mediante el estudio de los entendidos y la experiencia de miles de años, se viese prácticamente dinamitado al aparecer entre nosotros un hombre que afirma llevar vivo 14.000 años? Un hombre que ha sido testigo de los acontecimientos más importantes de nuestra la Historia.

Con un presupuesto que en el mundo del cine debe considerarse ridículo (200.000 dólares), una vieja cabaña y un bien escogido grupo de actores “The man from earth” se sirve de su talentoso y demoledor guión para enganchar al espectador a lo largo de sus entretenidísimos minutos, que hacen fluir las palabras casi sin pausa y aumentando el número de incógnitas que van sucediéndose a cada momento. El director Richard Schenkman (“October 22“, 1998), que hasta el momento sólo había dirigido algunas comedias y películas para televisión de nulo recorrido fuera de las fronteras norteamericanas, se sirve del guión del escritor californiano Jerome Bixby (quien lo comenzó durante los años sesenta y no lo finalizó hasta poco antes de fallecer, en 1998) para montar este grandioso ejercicio. El argumento gira en torno de un tal John Oldman (David Lee Smith), un profesor de Historia que considera que es el momento de mudarse a otra parte, por lo que reúne a sus viejos amigos (profesores, científicos, psiquiatras…) para celebrar una reunión de despedida. Pero allí les revela un hecho increíble que deja atónitos a todos los presentes: dice ser un hombre de Cro-Magnon que lleva vivo entre nosotros desde entonces, hace más de catorce mil años.

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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La infancia de Iván
La infancia de Iván (1962)
  • 7,8
    7.350
  • Unión Soviética (URSS) Andrei Tarkovsky
  • Nikolay Burlyaev, Valentin Zubkov, Yevgeni Zharikov ...
8
La pérdida de la inocencia
Una de las mejores formas de exponer las crudas y devastadoras secuelas de una guerra puede ser la de plasmarlas a través de los testimonios de los mayores afectados de cualquier contienda: los niños. Los que no son obligados a firmar su fatídico destino poniendo fin a una corta vida, corren el riesgo de ver cómo su inocencia se derrumba como un castillo de naipes, renunciando así a la que es sin duda la etapa más elemental de nuestras vidas, la única en la que podemos soñar despiertos, ser felices de verdad y entusiasmarnos con las pequeñas cosas que vamos descubriendo. Pero la guerra, cualquiera -ese remedio tan desmesurado e inhumano para algunos, remedio indispensable, solución ‘in extremis’ y garantía de las libertades para otros-, es al final lo que se narra con tan buena mano en esta película del indispensable Andréi Tarkovski, primer largo después de la realización de dos mediometrajes (“Hoy no habrá salida”, 1959 – “El violín y la apisonadora”, 1961) y un corto (“Los asesinos”, 1958).

La guerra es además de un tétrico escenario en el que los pequeños habitantes del mundo se quitan la vida entre sí, un hecho que deja tras su paso de gigante una estela de dolor, sangre y emociones transformadas. En ocasiones, sus efectos negativos pueden llevar adjunta la solución a un problema, pero nunca dejará satisfechas las vidas de todos los civiles involucrados en la misma. Durante la Segunda Guerra Mundial se produjeron cientos de carnicerías, venidas principalmente de dos de los bandos principales del conflicto: nazis y soviéticos. De los segundos es el joven protagonista de esta historia, Iván (Nikolai Burlyaev) , un niño que tras perder a su familia a manos del ejército alemán fue recogido por las filas soviéticas casi en estado de adopción para utilizarlo como espía. Este trabajo apasiona al chaval, invadido constantemente por sueños desagradables que recuerdan su estado en este mundo, y de los cuales es su madre una de las imágenes más proyectadas. Cada una de esas escenas es una pequeña maravilla cinematográfica fruto de la fusión de la genialidad de Tarkovski, la visión de su director de fotografía, Vadim Yusov, con el que también trabajó en “Andrei Rublev” (1966) y “Solaris” (1972), y la impresionante capacidad de su montaje, a cargo de Lyudmila Feiginova (“Stalker”, 1979), habitual de Tarkovski.

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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
C.R.A.Z.Y.
C.R.A.Z.Y. (2005)
  • 7,3
    14.771
  • Canadá Jean-Marc Vallée
  • Michel Côté, Danielle Proulx, Marc-André Grondin ...
8
"Ground Control to Major Tom..."
Pocas veces en el cine se ha tocado la homosexualidad de una manera capaz de unir lo riguroso y lo elegante de una forma tan amena. En esta película el colectivo protagonista sale con su imagen refrescada, muy beneficiado por un relato que ayuda a comprender su realidad sin la necesidad de dramatizar la historia mediante descripciones exageradas; hecho en el que lamentablemente sí tropiezan otras producciones cinematográficas que abordan la materia y en las cuales se recurre al desproporcionado e histriónico estereotipo habitual que pretende representar a todo el colectivo gay. La obra del canadiense Jean Marc Vallée (“La reina Victoria”, 2009) es una película seria, didáctica, necesaria, que arranca sonrisas y estruja corazones, y que aprovecha su núcleo central para ir más allá, ramificando la historia hacia otros lugares en los que el público general pueda sentirse más identificado. La homosexualidad que se analiza en la historia es también una metáfora aplicable a nuestras experiencias personales, y desde la cinta no sólo se invita a ‘salir del armario’ a su protagonista sino a toda aquella persona que indiferentemente de su orientación sexual, albergue tras de sí un gran deseo de explotar y mostrarse tal y como es realmente, librándose de todas las ataduras y complejos de este mundo lleno de prejuicios, y haciendo brillar el esplendor de la más absoluta naturalidad.

En esta historia -inspirada en los propios recuerdos personales del co-guionista François Boulay- se presenta cronológicamente la evolución de Zachary Beaulieu desde su infancia (Émile Vallée) hasta su adolescencia (Marc-André Grondin), mostrándonos todos los problemas a los que deberá enfrentarse en la vida pero también haciéndonos partícipes de sus pequeñas ilusiones. Los mayores quebraderos de cabeza provienen (más allá de su conciencia) de sus tres insoportables hermanos, con los que apenas tiene la confianza para entablar cualquier tipo de conversación. Ya desde bien pequeño Zachary deja entrever sus inclinaciones, prefiriendo los juguetes femeninos por encima de los de habituales para su sexo, y mostrándose mucho más sentimental que sus congéneres, algo que preocupa profundamente a su padre, Gervais (Michel Côté), quien por todos los medios tratará de limpiar el cerebro de su hijo. Mientras todo transcurre en Quebec (Canadá) a través de una fascinante ambientación de la época, sus envolventes escenas continúan hablándonos del crecimiento de Zachary, sus amistades, la relación con sus padres, pequeños secretos y temores. Hechos que irán extendiéndose hasta su paso a la adolescencia, etapa en la que tendrá que lidiar con problemas mucho mayores, haciendo sentar las bases de lo que será su vida y enfrentándose al mundo como hasta el momento no lo había hecho.

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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Happiness
Happiness (1998)
  • 7,4
    19.906
  • Estados Unidos Todd Solondz
  • Jane Adams, Lara Flynn Boyle, Philip Seymour Hoffman ...
8
Triste, amarga e irónica verdad sobre la felicidad
La vida está llena de tristeza, decepciones, amargura y patetismo. De gente que vaga solitaria por la calle conteniendo una lágrima; jugadores de la ruleta de la vida que arriesgan sus últimas fichas a una sola casilla que será la encargada de decidir el porvenir de su mediocre destino; trastornados que divagan entre sus mentes abstractas buscando un destello que les indique su próximo paso; fracasados que ahogan sus penas en las aguas más profundas del alcohol; ingenuos que deslumbran con la sonrisa que certifica la agonía que sufrirán al confiar en la persona que se aprovechará de ellos; desterrados de la felicidad que buscan recuperar lo perdido o, como poco, igualarlo por triste que aquello fuera.

El nivel con el que Todd Solondz (“Palíndromos”, 2008) expone estas descripciones (o las que más se le parecen) en su más que osada y sincera “Happiness” resulta nítido desde su comienzo, ofreciéndonos a todo un recital de personajes grises que se antojan incómodos, pues saben transmitir sus experiencias con una claridad tan pasmosa que el corazón -o la mente- de uno parece ir secándose hasta descomponerse por completo, planteándonos una cuestión tan capital como la verdadera importancia del ser humano, que en esta película parece mediocre por su insignificancia.

Pero a su vez, es esa insignificancia la que hace grande a la persona, pues el pequeño grano de arena que supone su silueta en su pasajero paso por el mundo es todo lo que vale, y Solondz (que además de dirigir, escribe el guión de esta obra) se encarga en esta ocasión de abrirnos las puertas de las vidas de esos pequeños y grandes personajes tan llenos de cosas para contar. Lo hace sirviéndose como núcleo principal de una familia compuesta por Lenny (Ben Gazzara) y Mona Jordan (Louise Lasser), un matrimonio de la tercera edad inmerso en una profunda crisis. Ambos tienen tres hijas, Joy (Jane Adams), Trish (Cynthia Stevenson) y Helen (Lara Flynn Boyle). La primera aún no ha conseguido nada en la vida, no tiene definidas sus funciones dentro de la misma y es un desastre en el amor. La segunda, en cambio, destila felicidad y ha sentado la cabeza formando matrimonio con un psiquiatra, el sorprendente Bill Maplewood (Dylan Baker), con el que tiene dos hijos. Helen, novelista, se caracteriza por una vida superficial. Desde aquí se van abriendo las ramas del argumento, que incluyen las historias de dos vecinos de Helen: un aparente desequilibrado llamado Allen (Philip Seymour Hoffman), en cuya pared de su habitación lucen los desagradables trofeos de sus obsesivas masturbaciones diarias, y Kristina (Camryn Manheim), una solitaria acomplejada por su gordura. También tiene cabida uno de los hijos del matrimonio Maplewood, Billy (Rufus Read), de once años, quien consulta a su padre constantemente asuntos relacionados con la sexualidad.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
23-F: La película
23-F: La película (2011)
  • 5,5
    2.893
  • España Chema de la Peña
  • Paco Tous, Juan Diego, Fernando Cayo ...
7
La fecha en la que todo pudo cambiar
Sin hablar de nada nuevo disecciona con rigor lo sucedido, esbozando conseguidos retratos de todas las figuras involucradas de forma significativa durante uno de los acontecimientos más destacados de la historia española reciente. Chema de la Peña (“Sud Express”, 2006) resuelve con mucho tino la misión de crear un documento creíble y honesto sobre aquella fecha imborrable, punto de inflexión en nuestro país para fortalecer sus bases democráticas.

Bien narrada, argumentada, rodada e interpretada, “23-F” puede no saciar las ansias de nuevos datos de buena parte de los espectadores, pero es que la misión de esta cinta no es otra que la del recordatorio, la de inmortalizar a través del cine el día que pudo haber cambiado el rumbo de nuestro país hasta nuestros días, no la de sumergirse en las turbias aguas de las leyendas urbanas y las hipótesis. Todo ello se consigue con la buena mano de una dirección modesta pero detallista, simple pero muy efectiva, clásica, sin nada que haga ver dentro de sus límites cinematográficos algún intento de llamar la atención con alguna novedosa práctica que busque la experimentación o exagere los hechos mediante el espectáculo visual, pues ya se vale de sobra con el notable trabajo de una dirección artística a manos del gallego Antón Laguna (“Celda 211”, 2009).

La película no pretende endemoniar al Teniente Coronel de la Guardia Civil cuyo nombre conocemos todos, Antonio Tejero (encarnado aquí por Paco Tous), aunque sí se muestra bastante crítica con los hechos. El famoso Guardia Civil no era más que otra de las muchas piezas que se escondían detrás de ese rompecabezas a medio resolver y del que sólo sabríamos los nombres restantes de los implicados de haber sido efectivo el Golpe de Estado. Con el triunfo de la Democracia, las paladas de arena sobre lo ocurrido se sucedieron, creándose entonces un oscurantismo que presume de eterno. Nos encontramos con un Tejero enamorado de esa misma mujer con la que se dejaba ver en el 30ª aniversario del 23-F en las playas de Los Llanos de Aridane (Tenerife), enérgico, imponente, muy testarudo y demasiado “echao p’alante”, tanto que parecía rozar la locura. Con el dispositivo puesto en marcha y el teórico respaldo de las diversas comandancias militares de todo el país, invadió junto a un nutrido grupo de hombres el Congreso de los Diputados, a tiros y pronunciando la frase que se convertiría en célebre: “¡Quieto todo el mundo!”. Allí estaban los clásicos Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Leopoldo Calvo-Sotelo, Adolfo Suárez, Gutierrez Mellado, Alfonso Guerra, Felipe González…

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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sangre de mayo
Sangre de mayo (2008)
  • 4,8
    1.180
  • España José Luis Garci
  • Quim Gutiérrez, Paula Echevarría, Manuel Galiana ...
8
Y los españoles pronunciamos la última palabra
Por más que le doy vueltas sigo sin poder comprender cómo es posible que “Sangre de Mayo”, a pesar de sus buenas críticas y excelente calidad, haya sido intencionadamente apartada del fácil alcance de cualquier mortal. En las páginas en las que los usuarios pueden registrarse para votar películas sale un promedio de notas cercano a lo ridículo. Han querido enterrarla, destruirla, hacerla mala sin serlo puesto que es una cinta, al menos a mi parecer, bastante buena. Por lo menos este servidor ha podido disfrutar con todo lo que su conjunto ha reflejado: no es una película épica y de acción sobre los acontecimientos que posteriormente desembocaron en la revolución que daría a España su independencia de los franceses, sino más que eso, un reflejo de las gentes de aquella época, madrileños o no, poderosos o humildes, caballeros o taberneros.

Es un pausado viaje a lo más profundo, cercano y sencillo del siglo en el que se desarrolla esta historia, inspirada en los textos de Galdós. Un cuento en el que se habla de amor, amistad, lealtad, patriotismo, supervivencia y mezquindad, habiendo cabida para que la sensualidad se alterne con lo heroico, y lo ruin de ciertas clases altas contraste con lo sublime de las obreras.

Probablemente haya pesado en muchos que este trabajo haya sido un encargo de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Muchos detractores del partido político al que ésta pertenece no habrán sido capaces de digerir que desde la más alta institución madrileña se haya dictado el deseo de poder rememorar las hazañas y vivencias de unos héroes en una película dirigida por un gran director y profundo apasionado del cine como lo es José Luís Garci (“El crack“, 1981). Además, hace un breve cameo (simplemente es una de las personas que aparece en un palco presenciando una de las primeras obras de teatro que se visualizan en la película) el periodista Luis Herrero, quien por un tiempo fue eurodiputado por el Partido Popular y que hoy es uno de los fundadores de esRadio, una de las emisoras más críticas con la izquierda de nuestro país. Pero por encima de todo, es amigo de Garci. Y claro, eso no vende. Podemos hartarnos a ver películas del "clan de la ceja" y el “no a la guerra” de los Bardem, podemos admitir las preferencias políticas izquierdistas o comunistas de cientos de actores y directores españoles, pero en cuanto uno huele medianamente a derecha, amigo, has muerto.

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19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
United 93 (Vuelo 93)
United 93 (Vuelo 93) (2006)
  • 6,7
    20.573
  • Estados Unidos Paul Greengrass
  • Christian Clemenson, Cheyenne Jackson, Ben Sliney ...
8
Vuelo hacia el fin de sus vidas
Qué difícil puede ser el hecho de recrear con precisión uno de los días más trágicos de la Historia de los Estados Unidos de América y qué bien le sale a Paul Greengrass (“Green Zone: distrito protegido”, 2010) en esta película -centrada en el único avión que no impactó contra su objetivo- en la que es capaz de trazar un fiel retrato de aquellos terroríficos acontecimientos manteniendo una línea que combina la fidelidad sobre los hechos, la ausencia de imposturas y artificios, la sencillez y humildad plasmada sobre su verídico argumento, su aspecto y carácter documental, una buena recreación de todos sus personajes y una más que lograda ambientación capaz de convertirse en una atmósfera opresora que te obliga a contemplar lo que visionas con una mirada fija, un semblante frío y una boca nerviosa que tiende a estar más abierta que cerrada.

Su película compañera sobre los atentados del 11-S, “World Trade Center” (2006) de Oliver Stone (“W.”, 2008), carece de la emoción, credibilidad, cercanía de los hechos y soltura que sí dispensa la presente cinta de Greengrass. Ya desde sus primeros compases podemos asistir con asco y resignación a los preparativos del secuestro del avión correspondiente al vuelo 93 de la “United Airlines” por cuatro cerdos descerebrados de Al-Qaeda, cuyo objetivo sería el de impactarlo contra algún edificio representativo del poder norteamericano, probablemente -ya atacadas las Torres Gemelas y el Pentágono- la Casa Blanca o el Capitolio. Patética la esquizofrénica mentalidad de estos seres radicales estancados en los tiempos de Mahoma. La principal distensión y normalidad de la que disfrutaban durante los primeros minutos de vuelo los pasajeros y tripulación del Boeing 757 encargado de cubrir el trayecto entre el Aeropuerto Nacional Libertad de Newark (Nueva Jersey) y el Aeropuerto Internacional de San Francisco contrasta con el nerviosismo generado en el interior de las diferentes cabinas de los controladores aéreos (utilizados como un efectivo nexo de unión entre lo sucedido en el avión, en los otros lugares atacados y la reacción del resto de la sociedad), asombrados por ver cómo los aviones a los que seguían (los que sí alcanzaron su objetivo) iban desapareciendo de sus respectivos radares.

Esta tensión anticiparía lo que después iban a vivir los cuarenta pasajeros (incluyendo tripulación) del United 93, inmersos en la que sería su última pesadilla. Convirtiéndose en héroes de aquel fatídico día 11 de Septiembre de 2001, pusieron sus vidas en manos de la esperanza, enfrentándose a los secuestradores como pudieron, guardando dentro de sí la ilusión de poder cambiar el triste destino que se les aseguraba y tragando saliva mientras mostraban lo duro que es saber que vas a separarte de los tuyos, de la vida.

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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La colina de la hamburguesa
La colina de la hamburguesa (1987)
  • 6,4
    11.979
  • Estados Unidos John Irvin
  • Dylan McDermott, Anthony Barrile, Don Cheadle ...
8
Ascenso hacia la muerte
Esto sí es Vietnam. Reclutas novatos que comparten entre ellos sus ilusiones y preocupaciones, sargentos y tenientes de experta mirada que refleja el dolor y la dificultad del terreno sobre el que moran, música de la época retumbando en las radios que se distribuyen por las bases militares, prostitutas vietnamitas que hacen “su Agosto” prestando servicio a los soldados, cruentas y escalofriantes batallas en mitad de lo frondoso de la jungla, en las que cuesta mantener la mente fresca por la locura en las que están inmersas, el dolor, el sufrimiento, el deseo de evadirse y volver a casa… Todo lo que se le puede pedir a una película sobre la Guerra de Vietnam está en esta infravalorada cinta dirigida por John Irvin (“Los perros de la guerra”, 1980) con guión de James Carabatsos (“El sargento de hierro”, 1986), que obtiene un resultado -algunos pensarán que desvarío, pero es mi sentida opinión- más meritorio, contundente y cercano que el de otros trabajos de renombre en el género, como “Platoon” (1986) o “Apocalypse Now” (1979). Si hay algo que podemos reprocharle a este trabajo, se escapa de las manos de su realización, ya que me refiero al fallido doblaje al español: si bien los actores de doblaje realizan un gran trabajo, la forma de adaptarlo (sonido enlatado que a veces casi reduce a la nada el sonido ambiente, recordando al típico resultado de filmes para televisión) es un gran fracaso que merma las facultades de esta película.

En esta cinta no hay artificios gratuitos que busquen con facilidad el horror del espectador, pero tampoco permite que llegue a sentir indiferencia en ningún momento. Todo se narra y se ofrece con la sencillez que permite el hecho de trabajar con un material basado en hechos reales, que si bien debe adaptar su conjunto a un formato cinematográfico que no resulte soporífero, no pretende ser infiel con la realidad escrita sobre la batalla conocida popularmente con el mismo nombre que el de esta película: “La colina de la hamburguesa”, uno de los mayores ejemplos en la historia bélica de hasta cuán de inútil puede resultar en ocasiones una guerra, y de lo insignificantes, vulnerables y amantes de la vida que somos en realidad los humanos. Además, se agradece el hecho de que la película no esté dividida en dos partes, como habitualmente se ha hecho en muchas obras del género. Aquí no hay una parte tranquila y otra alocada, o viceversa: no se sigue un plan lineal, sino que se combate y se vuelve al campamento, manteniendo de esta manera despierta la sensación de cercanía y credibilidad que los soldados inspiran al espectador, sin aburrir dentro de una infinita batalla (error de muchas producciones) al ofrecerla dosificada, dentro de una atmósfera muy lograda que se dibuja con una simple técnica y un montaje que se postula como testigo de los acontecimientos que en realidad existieron.

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14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carretera perdida
Carretera perdida (1997)
  • 7,4
    32.318
  • Estados Unidos David Lynch
  • Bill Pullman, Balthazar Getty, Patricia Arquette ...
9
Lynch Highway
Cuando trato de diseccionar mis sueños con la esperanza de entenderlos, me encuentro ante una encrucijada sin sentido aparente que me lleva a analizar los pensamientos más descolocados y desquiciados a los que me pueda enfrentar. Todo parece no tener un ápice de lógica dentro de ellos, pero cuando me lo planteo con calma y hago que mi cabeza se detenga ante cada detalle durante más de una vez, se me ofrece la oportunidad de analizar casi de forma correcta los acontecimientos que se citaron conmigo durante tan onírica experiencia llegando a la conclusión de que todo tiene su porqué. Aunque muchas de las cosas que soñamos puedan parecer el mayor desvarío de una mente enferma, éstas no son más que inteligentes, curtidas y acertadas señales de nuestro cerebro, pequeñas metáforas y artísticos dibujos de pasión abstracta que conforman el mapa de lo que nuestra mente pretende advertirnos.

Así es buena parte del mejor cine de David Lynch, en el que lejos de plantearnos una sencilla reflexión sobre la cual podamos trabajar, nos abre las puertas de un universo cuya estructura resulta de lo más rasgado, pues parece la de un sueño mezclado con un cuadro psicológico. En la alucinógena y absorbente “Carretera perdida” Lynch hace que vivamos ese desestructurado sistema transmitiéndolo mediante una atmósfera capaz de mezclar el delirio y la belleza con sensaciones opresoras que, más allá de hacernos trabajar la mente, logran que ésta se evada de su más inmediata realidad para ponerse a soñar. Por eso el cine de este director me parece maravilloso. Creo que es el realizador que más y mejor ha logrado que un espectador se encuentre completamente ausente de su propia consciencia (¿o quizá sea cuando más consciente ha estado?), elevando su mente a un nivel apasionante cuyo motor central radica en la complejidad de cada una de las situaciones que se nos muestran, todo ello haciendo gala de un característico estilo en el que resaltan los colores sombríos de su fotografía y la música de su inseparable (al menos hasta “Inland Empire”, 2006) compositor Angelo Badalamenti. Cada escena de Lynch es en realidad el trazo de una obra de arte. Cada película, una sucesión de auténticas lecciones sobre cómo hacer del cine una experiencia única, sensacional y llena de belleza y poderío artístico.

El argumento de “Lost Highway” comienza situándonos en la casa de Fred Madison (Bill Pullman), un apasionado músico de jazz, y su preciosa mujer Renee (Patricia Arquette). Después de unos misteriosos y vibrantes minutos iniciales, unas cintas de vídeo anónimas enviadas al hogar de éstos son las encargadas de empezar a dar un nuevo cuerpo a la trama. Las grabaciones muestran imágenes rodadas en el exterior de la casa de Fred y Renee.

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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gran nada
La gran nada (2006)
  • 5,9
    2.169
  • Reino Unido Jean-Baptiste Andrea
  • Simon Pegg, David Schwimmer, Alice Eve ...
5
Rompiendo la monotonía
“La gran nada” tiene algo. Contiene los elementos suficientes para entretener, crear sorpresa, no resultar aburrida ni previsible y se permite la licencia de cubrir bien el tiempo durante sus casi noventa minutos de duración. Es de esas pequeñas películas que, sin salir jamás de esa dimensión adjudicada, resultan livianamente diferentes y nada empalagosas, con un desarrollo austero, de estética fría, seca y deprimente pero auténtica. Para conseguirlo, el director francés Jean-Baptiste Andrea (“Dead End”, 2003) parece servirse de muchos recursos ya conocidos en el cine para agitar la coctelera y ofrecernos una comedia casi gamberra que no para de dar cosas nuevas a lo largo de su desarrollo. De alguna manera, ciertos desenlaces y escenas parecen inspirados en otras películas (desde la famosa cámara en el interior del maletero a lo Quentin Tarantino, hasta los recursos más disparatados y directos de la saga “Scream” de Wes Craven).

Su conjunto funciona como una entretenida comedia negra que sin resultar desternillante ni poseer el peso necesario para convertirse en una buena película, ofrece lo que parece prometer: nadie se embarca en este tipo de cintas creyendo que vaya a encontrarse una nueva forma de ver cine, sino simplemente de entretenerse y, de ser posible, echar unas risas. La trama, ambientada en una pequeña localidad rural, nos habla de Charlie (David Schwimmer), un escritor en horas más que bajas que decide ponerse a trabajar como telefonista en una gran empresa (de esas en las que el empleado es una simple hormiga entre centenares de mesas, al estilo de lo que tan bien representó Billy Wilder en “El apartamento”, 1960) con la intención de sentirse algo útil en su hogar, pues hasta el momento el único sueldo que entra en la casa es el de su mujer, la detective de la oficina del Sheriff Penélope Wood (Natascha McElhone), quien se encuentra actualmente investigando los crímenes de un asesino en serie. Allí conoce a otro hombre frustrado, Gus (Simon Pegg), quien le invita a dar un cambio a su frustrante vida.

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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La colina de los hombres perdidos
La colina de los hombres perdidos (1965)
  • 7,4
    2.888
  • Reino Unido Sidney Lumet
  • Sean Connery, Harry Andrews, Ian Bannen ...
8
El infierno estaba arriba
El sufrimiento, las injusticias humanas y el agotamiento físico y psíquico son elementos muy recurridos en el cine que por su complejidad son difíciles de ser transmitidos con éxito. En la cinta de Sidney Lumet “The Hill”, la prueba no sólo se supera con creces sino que su resultado se consolida como una base de lo que en el futuro daría más películas cuyo argumento mostraba las mismas intenciones. Soy defensor de las buenas presentaciones de todo personaje de una historia. En una película no pueden decirnos el nombre de fulano de tal y echar a correr con el argumento.

Aquí, conocemos a todo el grupo durante los primeros compases del metraje debido a una magistral presentación que consigue que aún mucho tiempo después de haber visto el film, recordemos las férreas personalidades de todos y cada uno de los involucrados en la trama. Y con esta mezcolanza tan descriptiva sobre los roles interpretados aquí, más todo un intencionado y conseguido agobio que se plasma en la atmósfera del film, comienza la película.

Nos encontramos durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, bajo el sol abrasador de una prisión militar del ejército británico, situada en El Cairo y encabezada por un cruel grupo de sargentos y un comandante de muy dudosa vocación. Soldados de distinto rango condenados a diversas penas son llevados ante el sargento jefe Wilson (Harry Andrews), quien después de una despótica e imponente presentación personal cuya principal intención es la de amedrentar a sus nuevos huéspedes, pasa la batuta a un todavía más desagradable sargento, Williams (Ian Hendry), quien se hace con la misión con la misma ansiedad y placer que un perro tentado por un hueso. El grupo de los prisioneros está formado por Joe Roberts (Sean Connery), un suboficial condenado por insubordinación sobre el que caen todas las miradas, al ser el tradicional personaje que llega con la estela de héroe y hombre de iniciativa; el desertor George Stevens (Alfred Lynch), que lo único que quiere hacer es volver a casa con su mujer; el orondo, cobarde, simpático y alegre Monty Barlett (Roy Kinnear), condenado por robo; un gigantesco Jock McGrath (Jack Watson) apresado por agresiones; y Jacko King (Ossie Davis), un negro cuyo color de piel le traerá más de una complicación en presidio.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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