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Críticas ordenadas por:
El desafío (Annapolis)
El desafío (Annapolis) (2005)
  • 5,1
    2.454
  • Estados Unidos Justin Lin
  • James Franco, Tyrese Gibson, Jordana Brewster ...
7
"Una compañía es tan fuerte como el más débil de sus integrantes"
Convencional pero muy gratificante película del director Justin Lin (“A todo gas: Tokyo Race”, 2006) que, utilizando una fórmula ya vista en películas como “La chaqueta metálica” (1987) [de la que se calcan dos escenas], “Hombres de honor” (2000) o “Taps” (1981), gusta por ser capaz de ofrecer un entretenimiento que perdura a lo largo de todo su metraje y por estar correctamente interpretada por un buen reparto del que destaca el genial James Franco (“Spider-Man”, 2002). Acierta el director al introducir varios elementos originales dentro de la trama, llegando a sorprender con la curiosa combinación del mundo del boxeo (al que cede un gran protagonismo) dentro de un estricto ambiente militar.

La historia que da vida a esta película comienza en los astilleros en los que trabaja su protagonista, Jake Huard (James Franco), quien solicitó con insistencia su entrada a la academia de oficiales de la armada estadounidense, hasta ver convertida su voluntad en un hecho. Una vez dentro de la institución, pronto comprobará que su sueño es en realidad una pesadilla, llegando a replantearse su continuidad dentro de la escuela militar. Gran parte de esta culpa recae sobre los hombros del implacable comandante Cole (Tyrese Gibson). Con estos ingredientes comienza una historia (otra más, pero tan bien hecha como cualquier otra) de esfuerzo, superación, amistad y tensión, todo ello producido dentro de la disciplina militar de una de las academias de oficiales más duras de los Estados Unidos.

El argumento gana en credibilidad gracias a las interpretaciones de un reparto copado por el ya mencionado en líneas superiores, James Franco, que suma a su carrera otro trabajo de calidad y se afianza en el podio de los actores con más y mejor proyección del momento. Además de en la entretenida saga de Spider-Man, le hemos podido ver actuando en películas bajo la batuta de su propia dirección y con el sello del cine independiente, como en la irregular “Simiosis” (2005) o en “Good Time Max” (2005), además de en otro puñado de cintas en las que siempre deja la sombra de una buena interpretación. Tyrese Gibson (“The Take”, 2007) cumple en su papel de un rol visto hasta la saciedad, como duro mando militar de la academia. Destaca también el trabajo de Vicellous Reon Shannon (“Canciones de libertad”, 2005), que parece esforzarse tanto en su interpretación (correcta, que no estupenda, aunque sí agradecida) como su personaje, Twins, en la superación de las pruebas de la escuela militar. La bella Jordana Brewster transmite encanto hasta enamorar desde su, a pesar de todo, irrelevante personaje de la oficial Ali, creado para dar lugar al pequeño romance obligado en este tipo de historias. A pesar de lo forzoso de este papel, su aparición no me ha supuesto molestia alguna.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los pilares de la Tierra (Miniserie de TV)
Los pilares de la Tierra (2010)
Miniserie
  • 7,0
    19.980
  • Canadá Sergio Mimica-Gezzan
  • Eddie Redmayne, Hayley Atwell, Matthew Macfadyen ...
9
La catedral de Kingsbridge
Magnífica miniserie basada en la exitosa y reconocida novela homónima de Ken Follett, ambientada en la Inglaterra del siglo XII y con un argumento que gira alrededor de la construcción de una catedral en la ficticia ciudad de Kingsbridge, que ve pasar los años viéndose relacionada de alguna manera con los efectos que el desarrollo de la obra produce sobre aquellos que guardan nexo con la misma. Dirigida por Sergio Mimica-Gezzan, este trabajo ha ganado en popularidad gracias al renombre de la productora de los hermanos Ridley y Tony Scott (Scott Free Productions), quienes a su vez son los productores ejecutivos de la serie.

La calidad argumental resulta más que notable, siendo aquí aprovechados todos los minutos con historias cargadas de tensión, excelente narrativa y aún mejor interpretación. La serie está cargada de un fuerte contenido religioso por el obvio escenario de la misma y en su temática reina, principalmente, la ambición de poder (producida en un entorno profundamente político), dando lugar a múltiples relatos paralelos sobre la búsqueda más absoluta del mismo (perpetuidad en el poder, conspiraciones dentro de casas reales, ascensos en la jerarquía eclesiástica, títulos nobiliarios...). Pero dentro del entramado, que no se permite vacíos y siempre busca rellenar el metraje con interesantes historias, también hay hueco para la humildad, la amistad, el amor, el afán de superación, la persecución de los sueños y la verdadera entrega a Dios y sus sagrados valores en detrimento de aquellos que buscan en la religión una vía para alimentar su codicia. También supone un interesantísimo documento sobre la arquitectura gótica de la época, que envuelve lo referente a la edificación de la parroquia citada.

Con un guión superior y una dirección artística que consigue una ambientación sublime, que introduce elementos creados por ordenador (catedral, batallas...), los ocho episodios de los que está compuesta esta pequeña maravilla ofrecen al espectador, a lo largo de un apasionante recorrido a través de los años en los que se basa, un gran despliegue de personajes que guardan tras de sí una vida propia que interesa hasta fascinar. De entre todos los personajes que completan el plantel, esta es una selección de los más destacados: Tom “El Maestro [de obras]” (Rufus Sewell), que añora participar en la construcción de una catedral, algo que le otorgaría un trabajo para toda la vida y aseguraría la manutención de sus hijos, de entre los que destaca el envidioso y maligno Alfred (Liam Garrigan) que muestra una personalidad muy distinta a la de su afable padre. El entregado y bondadoso monje Philip (Matthew MacFadyen), convertido en Prior de Kingsbridge y principal responsable de la construcción de la catedral que da corazón a esta historia, junto a su sub-Prior, el detestable Remigius (Anatole Taubman).

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Town (Ciudad de ladrones)
The Town (Ciudad de ladrones) (2010)
  • 6,5
    37.942
  • Estados Unidos Ben Affleck
  • Ben Affleck, Rebecca Hall, Jon Hamm ...
8
Charlestown: el golpe en la mesa de Ben Affleck.
Si con “Adiós, pequeña, adiós” (2007) algunos justificaron que los malos actores (por Affleck, al que personalmente no considero mal actor, sino simplemente desafortunado en la elección de sus papeles) podían llegar a ser buenos directores (debido al grato resultado de su ópera prima), en “The Town: Ciudad de ladrones” nos encontramos con que el 'patito' feo se convierte en guapo y ofrece un resultado notable por ambas caras de la moneda. Dirigiendo, lleva a cabo un trabajo maduro, alejado de artificios y recursos comerciales, consiguiendo como resultado una película seria, vibrante, veraz y muy entretenida. Actuando, logra dar vida a un personaje que le viene como anillo al dedo, habiendo sabido muy bien escoger la idiosincrasia del mismo por lo acertado que resulta ver a Ben Affleck en la piel de un tipo obligado a llevar un tipo de vida al margen de la ley, pero siempre sin renunciar a sus principios morales y emocionales. Y es que el citado actor está hecho un sentimental. Y a partir del éxito que presupongo obtendrá esta película -que reafirmará la calidad de Affleck tras la cámara-, un verdadero artista.

Terminado el apartado de elogios hacia el director y principal protagonista de esta historia, me adentro pues a resumir el argumento que da vida a la misma, nacido de la novela de Chuck Hogan. La trama guarda una relación muy estrecha con lo urbano, estando ambientada esta cinta en Charlestown (Boston), un barrio en el que vive el grueso del elenco protagonista y en el que su sentido va más allá del geográfico, convirtiéndose la vida de barrio en toda una filosofía que marca el ritmo del compás de este filme, pauta que ya siguió el director en su primera película. En ese barrio se encuentra una peligrosa banda organizada de atracadores de bancos y furgones blindados, que opera con efectividad y demuestra una gran profesionalidad en sus trabajos. Comandada por Doug MacRay (Ben Affleck, que hoy puede cerrar la boca a muchos de sus detractores gracias su buen papel), sus integrantes más destacados son James Coughlin (¿quién mejor que Jeremy Renner para interpretar a un impetuoso y rabioso delincuente?) y el orondo Albert 'Gloansy' Magloan (Slaine). Con todos estos ingredientes, la acción está servida: Doug MacRay se siente atraído por una preciosa ¡directora de un banco!, Claire Keesey (Rebecca Hall), lo que puede dar lugar a tensiones internas en la banda. Mientras tanto, en el otro bando, los agentes federales Adam Frawley (Jon Hamm) y Dino Ciampa (Titus Welliver, que repite colaboración con Affleck) intentarán desvelar quienes son los autores de los atracos y así poder intentar poner fin a las actividades de la banda.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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49 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniente corrupto
Teniente corrupto (1992)
  • 7,0
    9.528
  • Estados Unidos Abel Ferrara
  • Harvey Keitel, Victor Argo, Frankie Thorn ...
8
"Forever my darling, our love will be true..."
Profundo, realista, descarado y angustioso retrato de un teniente de la policía de Nueva York, completamente abandonado al destino que le deparan la droga y el mundo de las apuestas . Su trabajo cotidiano pasa a estar visto por los ojos del agente (Harvey Keitel) como algo secundario, condicionado por sus intereses personales (máxima que da lugar a la palabra corrupción).

En una sólida y deslumbrante interpretación, Keitel lleva al extremo su capacidad para encarnar a un tipo duro en esta polémica película de Abel Ferrara, director conocido principalmente por el filme citado en estas líneas. Cuida con detalle los efectos que las drogas pueden producir en una persona, siendo el espectador a veces partícipe de la paranoia vivida por su protagonista, elevada al cubo en algunas escenas magistrales. Juega con la Iglesia y sus símbolos sin pudor, dibujando momentos repulsivos y consiguiendo escenas que obtendrían la firme condena de los religiosos por lo ofensivo hacia los mismos que pueden significar las susodichas. Nueva York se convierte en el inmejorable escenario en el que se desarrollan los acontecimientos, dando lugar a postales de una ciudad que oprime, vive con intensidad y se transforma en una olla a presión capaz de atrapar al teniente entre las humeantes expresiones de las alcantarillas, incómodo tráfico e interminable desfile de viandantes que se ven obligados a rozar sus hombros por lo multitudinario de quienes invaden las calles. Las dos únicas apariciones del “Pledging my love” de Johnny Ace en la película son de un éxtasis moderado a la par que intenso, obligando al espectador a mantener con asombro sus ojos bien abiertos.

En 2009, Werner Herzog dispuso un digno remake protagonizado por Nicolas Cage en el que no se abarcan los asuntos más polémicos de la película de Ferrara, dando lugar a una cinta de intenciones muy diferentes (la presente busca con dureza la congoja del espectador, mientras que el remake sólo pretende entretener, dando paso incluso a un tintado de comedia).
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El refugio de mi padre
El refugio de mi padre (2004)
  • 6,8
    1.057
  • Nueva Zelanda Brad McGann
  • Matthew Macfadyen, Miranda Otto, Emily Barclay ...
7
El deseo de evadirse para encontrar la propia identidad
Animado por la presencia de Matthew MacFadyen, un actor al que auguro -o como poco, deseo- una gran proyección, me dispuse a ver el único trabajo en la obra de Brad McGann, a quien se llevó el cáncer en 2007, apenas tres años después de la realización de esta cinta, que hubiera sido un gran comienzo en la carrera del susodicho. Nos deja como recuerdo de su fugaz experiencia como cineasta un remanso de paz, soledad, reflexión y melancolía enmarcado en una historia nostálgica en la que sus protagonistas comparten entre sí la coincidencia de unos pensamientos instalados en vivencias pasadas. Es un deseo de evadirse de un lugar para intentar encontrar la propia identidad, hecho que queda reflejado en la genial frase extraída del guión que el propio McGann escribió basándose en la novela de Maurice Gee: “Prefiero no ser nadie en algún lugar, que ser alguien en ningún sitio”.

Como hilo conductor de estos sentimientos y expresiones, Paul Prior (Matthew MacFadyen) un reputado fotógrafo de guerra que trabaja para importantes agencias en Europa, que regresa a Nueva Zelanda tras conocer la noticia del fallecimiento de su padre. La vuelta al mismo hogar, situado en un pueblo tranquilo que abandonó en su etapa de adolescente, se convierte en una sucesión de buenos y malos recuerdos que buscarán ser encajados por el solitario protagonista. Encontrará en su hermano Andrew (Colin Moy) un imponente obstáculo a su presencia y verá en una joven y fascinada Celia (Emily Barclay), un reflejo de su infancia. Mientras van apareciendo más figuras relacionadas con el pasado de Paul, la historia va girando dentro de una espiral que combina drama y thriller desde un formato pausado y de fuerza irregular, que hace ver a esta película como un producto bien hecho y de admirables intenciones, de liviana fortaleza. Contiene escenas poderosas, maravillosas, que intuyo perdurarán en mi cabeza, pero en general mantiene un ritmo ligero que impide que su historia -que tiene todas las cartas para ello- se eleve hasta un dramatismo más puro, que afecte al espectador de una forma más contundente.

Las notables interpretaciones de Matthew MacFadyen y Emily Barclay y lo regular de un correcto reparto consiguen que veamos con credulidad lo representado. La fotografía, que encuadra parajes inmejorables y que se caracteriza por un movimiento reposado y una iluminación atenuada dispuesta generalmente bajo la niebla o la oscuridad de la noche, se conjuga a la perfección con el exquisito gusto musical de su protagonista, que en un viejo pero bien conservado tocadiscos reproduce vinilos que ejecutan temas tan sublimes como “Chants d'Auverge”, cantado por la soprano neozelandesa Dame Kiri Te Kanawa y tocado por la English Chamber Orchestra, que descubrí gracias a esta película y que no me he cansado de volver a escuchar repetidas veces.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los cronocrímenes
Los cronocrímenes (2007)
  • 6,6
    30.379
  • España Nacho Vigalondo
  • Karra Elejalde, Bárbara Goenaga, Candela Fernández ...
5
Los Cronopaseos cántabros
Francamente, a pesar de ser una película realizada con recursos limitados y tener el estatus de ópera prima de un director, esperaba ver mucho más que lo acontecido. Quizá por sus buenas críticas, las recomendaciones de amigos o por su envoltura de producto modélico, capaz de hacer mucho con poco. Pero me he encontrado con una película que, exceptuando sus primeros minutos y un agradecido final, ofrece un conjunto bastante irregular, mermado principalmente por un reparto torpedeado por la propia aparición del director -Nacho Vigalondo- con un papel que raya lo pésimo y le hace imposible a un servidor creerse lo que está viendo. Karra Ejalde muestra una interpretación correcta aunque no exenta de titubeos. De entre todos, que son cuatro, me quedo con Bárbara Goenaga, la única que ha logrado transmitirme algo de autenticidad en esta majadera y artificial historia.

Y es que aunque el argumento [en el que un hombre acaba adentrándose en el bosque, intrigado por la presencia de una chica, hasta verse envuelto el susodicho en una oscura trama de ciencia ficción] parta de una idea bastante original y apunte desde sus primeros compases como algo prometedor, no se utiliza, a mi juicio, correctamente, pues se enreda entre los preciosos bosques cántabros multiplicando hasta la extenuación la historia del motivo que da pie a la trama vivida por su protagonista. Me explico. Generalmente, en un thriller (uno de los géneros en los que puede ser clasificada esta película), suelen explicarte con todo detalle el entorno que rodea a sus personajes y situaciones. Una vez empapado el espectador de lo que sucede y habiéndose desarrollado los acontecimientos hasta alcanzar un tiempo del metraje considerable, la historia da un giro y comienzan a aparecer los detalles más inimaginables. Aquí, el problema, es que esto no sucede una vez, sino dos, tres... y al final se acaba perdiendo el interés por la obsesión de la dirección en reproducir una y otra vez la misma acción pero desde otra perspectiva.

Como puntos a su favor tiene, además de su buena fotografía (algo apagada pero en el fondo, fresca) y música (cuando aparece, uno resopla agradeciéndolo), el nivel de entretenimiento que puede llegar a otorgar. Y es que sin ser una gran película, sí que puede contribuir a ser un pasatiempo con el que muchos puedan llegar a disfrutar. Personal y lamentablemente, sólo puedo decir que he llegado a aburrirme viéndola y que no me he sentido envuelto por su trama en ningún momento. He hecho un esfuerzo considerable, intentando buscarle el lado bueno, y la sensación que me queda es la de una película más, que pudo haber sido mucho... y terminó quedándose en unos entretenidos paseos por Cantabria.


- A SCuenca (“El señor de las Truancas”) y DKarasu (“The Critic-Man”), que saltarán de sus sillas y me maldecirán al leer estas líneas, correspondientes a una película que les encantó.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
[•REC]
[•REC] (2007)
  • 6,6
    86.817
  • España Jaume Balagueró, Paco Plaza
  • Manuela Velasco, Ferrán Terraza, Jorge Serrano ...
7
Una comunidad peculiar
Comentario breve de [•REC]

REC nace en mitad de una moda creciente de los programas periodísticos de investigación y/o acompañamiento a diversos tipos de trabajadores. Policías, bomberos, médicos y muchos colectivos más han sido seguidos por el objetivo de las cámaras de programas como Madrid Directo (modelo copiado por España Directo), 112: Héroes de la calle, Callejeros… En esta película, Manuela Velasco se convierte en una de esas reporteras de raza que es capaz de cualquier cosa por conseguir un buen material para su programa.

Incluso si para ello tiene que presenciar e incluso sentir uno de los mayores capítulos de terror que podría imaginarse en su vida. La película desprende realismo, tanto por su desarrollo como por su ambientación. Y es que se consigue el propósito de que todo parezca una grabación de un cámara de TV y su reportera. Aunque no llega al nivel de aterradora y algunas caracterizaciones y actuaciones son, a mi juicio, pobres, la película mantiene un gran nivel de tensión durante todo el metraje, asegurando más de un susto. Desde su visionado, he visto con ojos muy distintos al tipo de portales en el que se ruedan las escenas (edificio céntrico, clásico, lúgubre…).

Buena y recomendable, incluso para aquellos que no somos fanáticos de este género.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tipos con suerte
Tipos con suerte (2008)
  • 6,0
    1.048
  • Estados Unidos Neil Burger
  • Rachel McAdams, Tim Robbins, Michael Peña ...
7
Tres soldados en la carretera
Muy entretenida y lograda película del director de “El Ilusionista” (2006), Neil Burger, con un argumento centrado en tres militares norteamericanos (dos sargentos y una soldado) desplegados en Iraq, que regresan a los Estados Unidos para disfrutar de un permiso vacacional de treinta días. No es otra de esas películas que intentan acercar al espectador a un clima en el que sus protagonistas viven atormentados por lo vivido en un conflicto bélico. Es una simpática comedia que va acompañada durante todo el metraje de cierto dramatismo en la que sus tres protagonistas, Fred Cheaver (Tim Robbins), T.K. Poole (Michael Peña) y la preciosidad de Coole Dunn (Rachel McAdams) coinciden por casualidad durante el vuelo de regreso a casa y, cosas del destino, acaban viviendo una ‘road movie’ llena de livianas emociones y dispares sorpresas, desde la que deberán afrontar los cambios que hayan podido producirse durante su ausencia.

Desconocidos entre ellos hasta el momento, cada uno cuenta a los otros sus objetivos e ilusiones para disfrutar de un permiso que sólo será temporal para dos de los mismos. Mientras Fred Cheaver, sargento, ya ha vivido su última misión y se retira del servicio activo, deseando únicamente reencontrarse con su mujer y su hijo, el sargento T.K. Poole y la soldado Colee Dunn buscan la manera de solucionar sus problemas y compromisos.

La lógica y obligada convivencia de los personajes hará que vivan tanto momentos alegres como de tensión, dando lugar a reflexiones en las que incluso podrá participar el espectador, preguntándose cómo podría desenvolverse él en una situación similar. Una ‘road movie’, como cualquier viaje que nosotros realicemos por carretera, debe ser lo más llevadera y agradable posible. Neil Burger lo consigue gracias a una buena dirección, un bien elaborado guión (escrito conjuntamente con Dirk Wittenborn, de “Gente poco corriente”, 2005), una fresca y actual fotografía (que acierta al enmarcar preciosos paisajes tanto naturales como urbanos y se convierte en una ventana esencial para el que visiona la cinta) y a una banda sonora (de Rolfe Kent) bastante adecuada por lo ligero de sus atractivos temas.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la línea de fuego
En la línea de fuego (1993)
  • 6,7
    20.800
  • Estados Unidos Wolfgang Petersen
  • Clint Eastwood, John Malkovich, René Russo ...
8
Eastwood y Malkovich: dos tiburones, cara a cara.
Coincidiendo dos gigantes de la interpretación como Clint Eastwood y John Malkovich, cada uno metido en uno de sus roles más repetidos, era difícil imaginarse otro tipo de resultado respecto a la película citada. Más allá de su argumento, bien trabajado a pesar de su aire convencional, son los papeles de estos dos grandes actores los que hacen que se eleve el interés sobre esta cinta, gracias a la fuerza con la que ambos impulsan a sus personajes y al acierto del director, Wolfgang Petersen (“Troya”, 2004) en matizar sus detalles, consiguiendo perfilar la psicología de dos personas muy distintas que, en el fondo, guardan más similitudes de lo que realmente parece.

Estamos en el año 1993 y un veteranísimo agente del Servicio Secreto de los Estados Unidos, (un departamento que además de tener como misión la seguridad del presidente y otros miembros de la Casa Blanca, tiene competencia en investigaciones sobre falsificación de dinero a nivel federal) Frank Horrigan (Clint Eastwood) es reasignado por petición propia a una tarea que no le es para nada desconocida: la seguridad directa del presidente del país. La razón: evitar que un peligroso e inteligente ser interpretado por Malkovich, lleve a cabo su macabro objetivo de asesinar al mandatario norteamericano. Cumpliendo con los estereotipos del “buen psicópata”, su personaje no va directamente al grano, prefiriendo hacer jugar a aquellos que quieren evitar la catástrofe, mientras deleita con una personalidad arrebatadora por lo enigmático de la misma. Frank Horrigan tendrá entonces la tarea de pararle los pies, teniendo como obstáculo no sólo a la gran inteligencia del psicópata, sino también al jefe del Gabinete del Presidente y a otros agentes del Servicio Secreto, que le reprochan ciertos vicios y actitudes del pasado.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tierra hostil
En tierra hostil (2008)
  • 6,7
    66.754
  • Estados Unidos Kathryn Bigelow
  • Jeremy Renner, Anthony Mackie, Brian Geraghty ...
9
Conciencia o vida. Esa es su elección.
Quedan 39 días para que se produzca la rotación de la compañía Bravo, del Ejército de los Estados Unidos desplegado en Iraq. La cámara de la directora Kathryn Bigelow (“K-19: The Widowmaker”, 2002) se convierte en autora de una realidad inventada pero fielmente ajustada a la tensión, peligrosidad y dramatismo que puede suponer el hecho de formar parte de una compañía de artificieros que opera bajo la atenta mirada de los habitantes de Bagdad. Entre esos habitantes, además de miles de vidas inocentes a las que los soldados deben proteger, se pueden encontrar terroristas dispuestos a hacer detonar bombas que acabe con la vida de los militares o civiles que se crucen por su camino. Y los miembros de la compañía que acompañará al espectador durante 131 minutos, son quienes deben enfrentarse, como otras muchas compañías en otros tantos lugares, no sólo a desactivar los artefactos con los que se encuentran sino a eliminar toda amenaza que pueda entorpecer sus funciones con la finalidad de intentar hacerles fracasar en su heroica tarea.

Las vidas del Sargento Jefe Matt Thompson (Guy Pearce), Sargento de Primera Clase William James (Jeremy Renner), Sargento JT Sanborn (Anthony Mackie) y el Especialista Owen Eldridge (Brian Geraghty) dependen en la mayoría de los casos de puro azar. De una estrella que alumbre al soldado para encontrar entre una multitud a un terrorista con un detonador. De una luz que guíe en el momento adecuado a los jóvenes americanos hasta el lugar exacto en el que se encuentra un francotirador que les acecha. Del tiempo suficiente para “jugar” con los cables de complejos explosivos que parecen no querer irse del mundo sin ejecutar la misión que los terroristas pretenden. Pero también, sus vidas dependen de cosas tan capitales como guardar la calma en momentos de máxima tensión o de tomar las decisiones adecuadas cuando proceda, aún sabiendo que lo que vayan a hacer puede perturbar sus conciencias de por vida. Pero esa es su elección: conciencia o vida.

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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Párpados azules
Párpados azules (2007)
  • 6,0
    222
  • México Ernesto Contreras
  • Cecilia Suárez, Enrique Arreola, Tiaré Scanda ...
7
"Where we had never gone"
Buen drama romántico con disimuladas chispas de comedia que aporta originalidad y frescura al género gracias a la perspectiva de sus dos protagonistas, una pareja completamente aislada de una vida social activa, sin amigos o simples compañeros con los que poder salir a tomar algo o disfrutar de unos minutos de compañía. Como si fuese una fábula, ellos no se conocen de una manera corriente, pues el encuentro ocurre de forma casi obligada, impuesta por la dirección de Emilio Contreras, que pone en manos de una retraída Marina Farfán (Cecilia Suárez) el billete de un viaje para dos personas a una preciosa playa, que le toca en un concurso realizado por su empresa. Pero el paquete del viaje está adaptado al disfrute de dos acompañantes, por lo que Marina se decide a buscar pareja para su aventura. Tras fallarle todas las opciones deberá jugárselo todo a una carta con Víctor Mina (Enrique Arreola), un antiguo compañero del instituto que se encuentra por casualidad y del que no recuerda nada. Pese a la locura de delegar en un completo desconocido la posibilidad de ser su acompañante en el viaje a la paradisíaca Playa Salamandra, Marina y Víctor demuestran la cordura suficiente decidiendo planificar varias citas entre ambos, para conocerse más antes de partir. Y aquí es donde se pone toda la carne en el asador.

Gran parte de la película, especialmente su primera media hora, resulta un soplo de paz sobre el espectador, convirtiendo el silencio en la parte más fuerte de su guión y dejando en las miradas de los protagonistas y el ruido cotidiano (una máquina de café, una fotocopiadora, el murmullo urbano o el simple aleteo del viento) las formas expresivas más importantes del argumento. Y eso que el guión, no tiene desperdicio y se permite la autonomía suficiente como para invitar a la reflexión. El mensaje de esta cinta resulta poderoso y es un canto a la soledad más auténtica, pues no abarca sólo la sensación que ésta puede producir en alguien, sino que retrata con autenticidad las vidas de dos personas que comparten entre sí su destierro social y que se cruzan entre sí por casualidad, sabiendo ambos que lo único que tienen en la vida es, paradójicamente, el uno al otro.

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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Princesas
Princesas (2005)
  • 6,8
    28.678
  • España Fernando León de Aranoa
  • Candela Peña, Micaela Nevárez, Mariana Cordero ...
8
"Existimos por que alguien piensa en nosotros, y no al revés"
¿Es posible abarcar un tema de tan mala fama y tantas veces tocado en el cine como la prostitución, acompañando el argumento de un melancólico lirismo con el que pueden identificarse otras personas, sea cual fuere su dedicación en la vida? ¿Se puede hablar de algo popularmente vulgar sin caer en la ordinariez? ¿Se puede retratar a una prostituta en una película de la misma forma que a una princesa, llenándola de sueños, esperanzas, coquetería y temor por abandonar su reino? Para Fernando León de Aranoa, director de “Los lunes al sol” (2002), sí es posible. Ya lo hizo en “Barrio” (1998), donde escogió a un pequeño grupo de chavales de un barrio bajo de Madrid y les transportó a una dimensión en la que desde su palpable normalidad buscaban el sentido de su existencia.

En “Princesas” (su sólo título predice lo que nos acontecerá en la película), sus principales protagonistas son dos. Por un lado, Caye (Candela Peña) una melancólica prostituta que dice ejercer de forma pasajera para pagarse una operación de aumento de pecho. Su estilo de vida es el principal causante de su infinita tristeza y la creación de una nostalgia inversa, esa en la que no se echan de menos los buenos tiempos pasados -puesto que no existieron- si no los que se desearía se produjesen en un futuro cercano. Y por otra parte, la dominicana Zulema (Micaela Nevárez), que lleva diez años en España y practica la prostitución para enviar parte de sus ingresos a su país, pensados en la manutención del hijo que allí dejó. Los “papeles”, el permiso de residencia en nuestro país, son su prioridad, y por ello mostrará una actitud sumisa ante un cliente que promete conseguírselos. Caye y Zulema, la una española, la otra dominicana. Ambas con sueños, ilusiones y esperanzas por una vida mejor. Las dos con la meta de poder llegar a convertirse en “princesas”, no en el sentido literal del término, sino en el significado que se le quiere dar a la palabra desde esta película.

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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un funeral de muerte
Un funeral de muerte (2007)
  • 6,7
    30.793
  • Reino Unido Frank Oz
  • Matthew Macfadyen, Keeley Hawes, Andy Nyman ...
7
"Mi padre, era un gran hombre"
Frank Oz, director de la última y entretenida película en la que participó el mítico Marlon Brando, “The Score (Un golpe maestro)” junto a Robert DeNiro y Edward Norton, rejuvenece la comedia norteamericana con esta cinta que supone un soplo de aire fresco para el género. Por sus divertidas situaciones, impecable combinación fotográfica y musical y sus notables interpretaciones, “Un funeral de muerte” es una muy buena elección a la hora de tener que decidirse por ver una comedia que asegure diversión sin faltar a la inteligencia. La película se tiñe de negro para dar paso a un humor ácido, desvergonzado y eficaz presente durante 90 minutos que incluyen escenas de auténtico desternille.

Desde los créditos principales veremos una representación animada de cómo el coche fúnebre llega hasta el hogar familiar en el que la familia celebrará la misa que despedirá eternamente al muerto. Acto seguido vendrá la primera sorpresa, que anticipa los buenos momentos que podremos pasar con el visionado de este filme. El argumento se centra en una familia inglesa de clase alta que pasa un álgido y triste momento: el padre de familia, ha fallecido. Daniel (Matthew Macfadyen) es uno de los hijos del fallecido y el principal encargado de que el funeral transcurra con la normalidad, dignidad y grandeza que merece su padre. Prorgresivamente irán llegando personajes de lo más variopinto, -de los que me reservo las alusiones para no destripar sus divertidas actitudes, que merecen ser vistas durante el desarrollo del metraje- y con ellos los momentos más ocurrentes. El caso es que el pobre Daniel, con el impagable rostro apático que conservará durante toda la película, no se imagina que el día del entierro de su pobre progenitor vaya a ser uno de los más locos de su vida.

Centrándonos en las interpretaciones, Matthew Macfadyen (“Orgullo y prejuicio”) se convierte con su impoluto trabajo en uno de los reclamos de esta cinta, flanqueado por Andy Nyman, Peter Dinklage, Alan Tudyk, Kris Marshall y Ewen Bremmer. Muchos nombres, sí, y es que todo el reparto tiene para dar y tomar. Grandes papeles y divertidísimas escenas protagonizadas por todos ellos en una cinta digna para el recuerdo, de la que quiso aprovecharse el director Neil LaBute (“The Wicker Man”), realizando un remake tres años más tarde (2010), de menor interés y sin el respaldo de la crítica que sí consiguió la cinta de Frank Oz.

En el apartado musical, el compositor inglés Murray Gold ejecuta unas partituras alegres, animadas y muy agradables que acompañan durante la gran parte del metraje a todos los personajes y que se combinan excelentemente con la técnica de la película, contribuyendo esto a crear una comedia diferente que promete, como poco -a mi me arrancó varias carcajadas-, un buen rato.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drugstore Cowboy
Drugstore Cowboy (1989)
  • 7,0
    7.634
  • Estados Unidos Gus Van Sant
  • Matt Dillon, Kelly Lynch, James Legros ...
6
El sombrero de la droga
Correcta, entretenida, liviana y a veces imprecisa representación del mundo de la drogodependencia. Enmarcada por la cámara de Gus Van Sant (“Elephant”) -quien debutaba como director-, la película está protagonizada notablemente por Matt Dillon, que deja constancia de una gran calidad como actor que ha sabido atesorar a lo largo de su carrera. En este caso lo hace desde la piel del supersticioso Bob, un toxicómano que se dedica al asalto de farmacias junto a una pandilla constituida por la pareja que él mismo forma con su novia Dianne (Kelly Linch) y la compuesta por Rick (James LeGros) y Nadine (Heather Graham).

La liviandad de la cinta reside en la poca profundidad mostrada por Van Sant para dibujar el entorno del tema abarcado. La presencia de las drogas en la película se limita a lo estético, sin ahondar apenas la dirección en los efectos que éstas pueden producir. Buscando la comparación, me viene a la mente “Pánico en Needle Park” (1971, Jerry Schazberg), en la que podemos ver a un primerizo Al Pacino junto a Kitty Win experimentando auténticas odiseas para poder chutarse. El sufrimiento, ansiedad y patetismo del duplo de drogadictos era palpable, algo que no se produce en “Drugstore Cowboy”, donde parece querer reproducirse la misma pareja, sin lograr alcanzar el mismo nivel de interés, resultando menos creíble su actitud debido -entre otras cosas- a la perfección física y lucidez psíquica de sus protagonistas. A pesar del nivel de adicción de todos los personajes (que son unas auténticas máquinas de pincharse las drogas más duras), ninguno -excepto de forma chispeante el encarnado por Dillon- logra transmitir autenticidad.

A pesar de los defectos del filme, que se manifiestan con fuerza en su tramo final, la cinta se deja ver como un documento entretenido en el que la mayor baza es su parte estética. Y es que Van Sant siempre logra buenas notas en esta faceta, caracterizándose por una dirección sosegada en lo narrativo y fría en la imagen. La banda sonora de la cinta es escasa, pero cuando aparece lo hace en forma de notas clásicas inspiradas en la música de los años en los que se ambienta el filme (década de los 70). El autor de la misma es el compositor Elliot Goldenthal, quien se daría a conocer años después con sus trabajos en “Demolition Man” (1993), “Heat” (1995) o “Enemigos públicos” (2009).
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43 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toy Story 3
Toy Story 3 (2010)
  • 7,9
    116.926
  • Estados Unidos Lee Unkrich
  • Animación, (Voz: Tom Hanks, Tim Allen) ...
9
"Hemos cumplido nuestra misión"
Quince años después de ser presentados los juguetes más entrañables y famosos del cine, y once desde el lanzamiento de su primera secuela, muchos de aquellos que entonces éramos niños, o muy jóvenes, -sin olvidarnos de aquellos que, con más edad, también se enternecieron con las historias de Woody, Buzz y compañía- volvemos a tener noticias desde el interior de la habitación de Andy, ese niño que tanto disfrutó con sus juguetes y a los que tan bien trató durante tantos años, pero que hoy, como todos nosotros, ha visto pasar el tiempo ante sus ojos y se enfrenta a un cambio que preocupa a sus juguetes: en su caso, la universidad le espera, y obviamente la opción de cargar con Rex, Slinky o el Sr. Patata hasta el campus, sin olvidar a los ya mencionados en líneas superiores, no parece viable.

Tanta batalla durante años para permanecer al lado de Andy y, ahora, adorables juguetes, os debéis enfrentar a la cruda realidad: todos nos hacemos mayores, y los juguetes terminan en el cubo de la basura, regalados o desterrados a algún lugar oscuro y olvidado. Pero, claro, también tenéis la opción de no asumir la madurez de Andy, gracias al hecho de que estáis convencidos del amor que éste os tiene...

Para llamar la atención de su dueño se enfrentarán en esta película a una serie de innumerables peligros, algo que para los que conocemos a estos juguetes no parece preocuparnos, pues ya sabemos cómo se las saben apañar para salir de las situaciones más, aparentemente, irreversibles.

Esta película puede producir nostalgia en aquellos que crecimos recordando a Pizza Planet como el lugar que Buzz interpretaba como la estación interestelar, a Woody como el más férreo defensor de la unión entre los juguetes y su dueño (al que siempre recuerdan todos mirándose la suela del zapato o la parte inferior de su juguete, en la que Andy plasmó su nombre). Recordamos a los Aliens (“nos has salvado la vida”) y su gancho, la cobardía de Rex, la utilidad de la caja de soldados de plástico o la fidelidad de Slinky. Al pingüino Weezy o al matrimonio “por piezas” patata. A la cordura del cerdito-hucha Hamm. A la pizarra magnética, que tan de moda estuvo en su día. A una infinidad de juguetes que muchos tuvimos en nuestra habitación, o vimos en manos de otros. Hay quien vio a sus hijos con ellos, o a otros familiares. Sea como fuere, Toy Story unió corazones y se convirtió, película a película, en una realidad que muchos no quisiéramos ver como ficción.

(Continúa en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La invasión de los ladrones de cuerpos
La invasión de los ladrones de cuerpos (1956)
  • 7,6
    16.908
  • Estados Unidos Don Siegel
  • Kevin McCarthy, Dana Wynter, Larry Gates ...
8
"Mi madre, no es mi madre"
Notable película que conjuga los géneros de la ciencia-ficción, el cine fantástico y el de suspense (más que el de terror) dentro de una historia que vería una gran repercusión en su éxito al ser adaptada en el futuro en numerosos remakes de dispar calidad. Dirigida con buena mano por Don Siegel y catalogada dentro de la serie B, la cinta logra cumplir con su cometido, acertando no sólo en su bien labrado argumento sino también en la presentación de los hechos y el desarrollo de los mismos, siendo bien narrados e interpretados por los protagonistas.

La trama comienza ofreciendo una escena en la que el doctor Miles J. Bennell (Kevin McCarthy) declara ante un psiquiatra de la policía en un estado de gran alteración y nerviosismo que se ve aumentado al comprobar que sus palabras son acogidas por los presentes con una lógica incredulidad. Así, la película se sumerge en la narración del protagonista, que trata de explicar una serie de extraños acontecimientos sucedidos en la ciudad californiana en la que vivía y ejercía la medicina, una profesión que le abrió las puertas al oscuro mundo que trata de ilustrar al recibir a una serie de pacientes que, de la noche a la mañana desconfiaban de sus familiares más cercanos: un niño afirmaba que su madre, no era su madre. De igual modo, una joven sospechaba que su tío, no era tal. Un hecho que un psiquiatra amigo del doctor identifica como una epidemia neurótica colectiva.

La película, además de superar sus expectativas, cumple con el cometido de crear tensión, confusión e interés sobre su historia gracias a un sólido guión que facilita la comprensión de todos los hechos sin existir en el espectador el más mínimo despiste durante el transcurso de la cinta. Uno de los mayores aciertos del filme es haber sabido conservar la normalidad de la ciudad en la que se desarrolla la trama, no cayendo así en el típico error de crear ningún tipo de recurso que trate de crear un tipo de atmósfera impuesta o artificial en la que cualquier cosa sea predecible. Aquí, el ambiente es natural y los hechos se suceden como en cualquier película de la época, sin alterar ni un ápice la viva actitud de un pueblo y sus habitantes, lo que ayuda a aumentar la credibilidad de una historia sorprendente y muy grata de ver. Teniendo en cuenta la categoría de la película, decir que todo lo referente al apartado visual es más que correcto, sabiendo utilizar los pocos recursos de los que dispone la producción, sin abuso, en la medida adecuada y con la presentación más realista posible. Parte del estilo de la obra, puede recordar a Hitchcock.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amigo de la familia
El amigo de la familia (2006)
  • 6,7
    626
  • Italia Paolo Sorrentino
  • Giacomo Rizzo, Laura Chiatti, Barbara Valmorin ...
8
"Mi último pensamiento, será para ti"
Después de Las consecuencias del amor y sirviendo de antesala para su cinta más reconocida, Il Divo, Paolo Sorrentino sorprende con este fascinante drama en el que nuevamente deja constancia de su gran capacidad para la elaboración de personajes controvertidos, siniestros, metódicos, peculiares y con todo un mundo oscuro a sus espaldas que espera ser desvelado por el espectador, como el ocultado por el protagonista de la historia de El amigo de la familia, un usurero que hace las veces de sastre o más bien dispone de ese negocio como una tapadera de lo que se encuentra detrás, que es todo un ejercicio de pequeños préstamos relativamente menores que Geremia (Giacomo Rizzo) concede a quienes lo necesitan con unas comisiones bestiales y para colmo creyéndose caritativo por el trabajo que realiza “para la comunidad”.

Geremia cautiva por la supuesta pobreza moral de su despechado personaje, sin sentido de la amistad y con una peculiar forma de andar, por lo monstruoso de su figura. Su total ausencia de belleza se ve acentuada por un brazo escayolado y un inseparable manojo de llaves amarrado por un mosquetón que cuelga junto a su bolsillo. Es calculador, muy inteligente y vive aparentando una pobreza infinita, con su madre enferma y obesa tirada en la cama, viendo todo el día la televisión en una casa triste y mugrienta, hogar incomprensible para alguien que vive de prestar su dinero al prójimo con la idea de multiplicarlo. Acompañado de su fiel escudero Gino (Fabrizio Bentivoglio), que le ayuda en su trabajo, y escoltado por dos mellizos que bien pueden recordar a los célebres hermanos que componen el dúo “Los del Río”, Geremia disfruta haciendo girar su vida en torno a lo económico y la tacañería, rebuscando entre el césped del parque relojes abandonados cuando nada le costaría agenciarse él uno mismo con dinero de su bolsillo.

Con todo lo citado, esta película se propone el reto de ofrecer una visión tan original como moralista de un desarrapado personaje que encontrará en el espectador igualadas dosis de amor y odio, encuadrados todos los elementos de la película en una atmósfera inquieta que inicia su recorrido con unas primeras escenas que aparentemente, no nos dicen nada. Pero Sorrentino, como buen genio y exponente del mejor cine contemporáneo italiano, sabe cómo jugar a esto que se llama cine, dando como resultado una encantadora película que sin duda puede perdurar en la retina de muchos. La hipocresía y la mezquindad se verán entrelazadas con la búsqueda del significado de la palabra amistad y la confianza plena sobre una persona. Un humor muy negro bañará algunos de los muchos buenos momentos de los que dispone esta película, que en su totalidad es una notable obra, lección de calidad de gran cine europeo.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cara a cara
Cara a cara (1967)
  • 6,4
    605
  • Italia Sergio Sollima
  • Tomas Milian, Gian Maria Volonté, William Berger ...
8
Choque de filosofías en el Oeste
Segundo de los spaghetti-western rodados por Sergio Sollima, realizador que a pesar del poco número de películas creadas del subgénero citado, es hoy un referente de este tipo de cine tan aclamado por el público amante de esos westerns plagados de personajes sucios e inmorales y con algunas de las piezas musicales más reconocidas del género en su totalidad.

En esta historia se mezclan la buena fe, timidez, modales exquisitos y actitud caballerosa de Brad Fletcher (Gian María Volonté), un profesor de historia que deja su trabajo por problemas de salud, con la intención de vivir en un lugar tranquilo, con la salvaje y bronca actitud Beauregard Bennet (Tomas Milian), un pistolero que toma al profesor como rehén para huir del sheriff que le detuvo y así poder continuar con su plan de rehacer la cuadrilla criminal que lidera, conocida como “La manada salvaje”. A lomos de sus respectivos caballos y con el orgullo de cada uno intacto a pesar de la tensa situación que les ha tocado vivir, Brad y Beauregard intercambiarán sus puntos de vista, intentando justificar el uno al otro la filosofía que profesa, y así poderla imponer sobre las circunstancias si existe la posibilidad. Brad cree en el hombre justo, rechaza la violencia y reclama la cultura como guía para solucionar los problemas. Beauregard encarna los valores del clásico desalmado, que no duda en apretar el gatillo si con ello consigue ver cumplidos sus objetivos.

Con un argumento sólido, sorprendente y distinto a lo habitual, del que sólo puede existir discrepancia en su final, la película contiene todos los elementos de una gran cinta del spaghetti-western, pues además de contar con unas sublimes interpretaciones de dos “cracks” de la época, utiliza con acierto los compases de la música de Ennio Morricone, rompiendo la constancia de la misma durante el montaje de las escenas, en las que, como ya pasó en "El halcón y la presa", las melodías se cortan de manera drástica dejando entrever unos errores técnicos perdonables por lo magistral del conjunto de esta película. Así pues, este western no es una cinta más al uso, pues plantea un tema tan interesante como el de hacer convivir a dos almas completamente opuestas en medio de un mundo bárbaro que no encuentra la paz.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oro sangriento (Sabata)
Oro sangriento (Sabata) (1969)
  • 5,9
    485
  • Italia Gianfranco Parolini
  • Lee Van Cleef, William Berger, Ignazio Spalla ...
7
"¡Eh, amigo! ¿Quién eres tú?"
Buen spaghetti-western con el gran Lee Van Cleef (La muerte tenía un precio, El halcón y la presa) a la cabeza del reparto encarnando a Sabata, un hombre misterioso y con mucho de los personajes pincelados antaño por Leone, que llega a Daugherty City, una pequeña localidad texana sumida en una estrategia comercial preparada por tres de los hombres más poderosos de la ciudad, comandados por el impoluto Stengel, quien pone en su punto de mira el banco local, que ordena asaltar por sus hombres. Una cifra estimada en cien mil dólares en oro del ejército norteamericano se encuentra alojada en la caja fuerte que se sustraen los hombres de Stengel (Franco Ressel), interrumpidos por la puntería y la audacia de Sabata, que dinamita el robo.

Así, Sabata se establece en la ciudad a la espera de una recompensa del ejército y con el cálculo de recibir una cantidad mayor de las manos de Stengel, a quien extorsiona. Siempre queriendo hacer las cosas de una forma que no supere los límites legales, Sabata se servirá de la ayuda de dos de los típicos hombres que por norma general reciben el desprecio en un pueblo de estas características: el borracho, orondo y bonachón Carrincha (Ignazio Spalla), y el apodado “Macaco” (Aldo Canti), un indio con unas increíbles facultades acróbatas, fiel a Carrincha y siempre instalado por alguno de los tejados de la ciudad, sin mediar jamás una sola palabra. Como un buitre esperando su momento, se encuentra el pachón de Banjo (William Berger), acompañado en todo momento por el instrumento que le da nombre y con la seguridad de tener un lazo en común con Sabata.

La película, dirigida por Gianfranco Parolini (Seis balas... una venganza... una oración), cabalga entre la polvareda de la acción y los toques surrealistas o exagerados en ciertas escenas, llenando la pantalla de toda una serie muy agradecida de originales estratagemas y otra serie de trucos que se pueden presenciar tanto en la cuidada forma de robar un banco, como en la manera de esconderse o “mimetizarse” de alguno de los personajes o lo sorprendente de en qué lugar se guarda una pistola apuntando directamente al objetivo. Simpática por la relación que guardan los protagonistas entre sí y animada por su desarrollo en general, resulta grata de ver tanto por su conjunto como por la caracterización y buena interpretación de los personajes de Sabata y Carrincha, siendo una cinta muy recomendable para los amantes del spaghetti-western y del género principal en general.

La fotografía, de Sandro Mancori, se detiene en primeros planos, gusta de moverse con rapidez, busca perspectivas que van de abajo a arriba, muestra los detalles más originales de cerca y se reconoce su tacto al situarse en una de las escenas tras las polvorientas botas de los protagonistas. Mención aparte para la buena banda sonora compuesta por Marcello Giombini, animada, traviesa y marcadamente “spaghettera”, que ayuda a una mejor digestión del film.
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22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mejor
El mejor (1984)
  • 6,6
    5.144
  • Estados Unidos Barry Levinson
  • Robert Redford, Kim Basinger, Glenn Close ...
7
Con la fuerza de un rayo
Los valores más tradicionales de la población norteamericana, representados desde uno de sus deportes de mayor popularidad, el béisbol, en esta película dirigida por Barry Levinson (Sleepers, Rain Man) con guión de Roger Towne y Phil Dusenberry, basándose en la novela de Bernard Malamud. Aupado el personaje principal por un buen Robert Redford, la cinta repasa la ficticia vida de Roy Hobbs, un excelente y muy completo jugador de béisbol (mágico bateando e imparable como pitcher) que, lleno de sueños, busca ver cumplidas su intención de convertirse en el mejor jugador de la historia de este deporte.

Comenzando la trama con el joven Hobbs, que al cumplir 19 años también es interpretado por un Redford de 48 (hecho que descoloca bastante al espectador, al ser imposible asumir el ver a una persona bien entrada en edad y con imborrables arrugas en los ojos, encarnando a un ambicioso joven), la película acompaña la trayectoria de este jugador no profesional desde el punto citado hasta dieciséis años después, ya con la treintena de edad superada y con sus aspiraciones aún intactas pero difíciles de ver cumplidas por el gran obstáculo que le supone entrar como jugador en un equipo de béisbol desde la perspectiva de una promesa y con la edad de retirarse. Finalmente, acaba en los Knights, un equipo mediocre entrenado por Red Blow (Richard Farnsworth), quien no confía para nada en las facultades del jugador, recluyéndolo al banquillo, quedando así Hobbs a la espera de una oportunidad para poder demostrar su valía.

Así, la película busca cumplir un sueño desde los ojos de un personaje pero con toda una población detrás, la norteamericana, secundada por todos aquellos amantes de un béisbol que puede extender sus valores hasta cualquier otro deporte, dejando como metáfora el tópico de la superación y la constancia, sin olvidar jamás que para conseguir llegar a la meta jamás hay que abandonar la pista, a pesar de los tumbos que puedan sucederse durante la carrera que uno persiga. Robert Redford (El golpe) gusta y consigue livianamente emocionar, cegando a su personaje de unas emociones que no le impiden distraerse del deporte de manera incomprensible. Richard Farnsworth (The Straight Story) acierta con la interpretación de un personaje frustrado pero también cargado de objetivos. Se agradece la presencia del siempre grande Robert Duvall (El Padrino, Open Range) como reportero deportivo y destacan las sólidas apariciones de Kim Basinger (L.A. Confidential) y Glenn Close (Atracción fatal), representando, cual demonio y ángel respectivamente, la primera, lujuria, pasión y vida glamourosa, y la segunda recuerdos, estabilidad y emociones limpias.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
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