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9 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Cine del bueno
En un clima axfisiante con un planteamiento meticuloso Costa-Gavras lleva al cine los sucesos del Proceso de Praga. Esta película es el reflejo de lo que ocurrió al otro lado del Telón de Acero mientras Europa Occidental caminaba titubeante pero confiada hacia un futuro de paz y estabilidad. Países, ciudades, hombres abandonados en nombre de la bipolaridad, del reparto del mundo entre potencias. Es una película escalofriante en muchas ocasiones y como decía axfisiante, uno mismo puede llegar a verse con la soga al cuello, en el frío suelo de una celda y obligado a andar constantemente dentro de un exiguo cuarto oscuro. Sin entender porqué muchos hombres fueron procesados en auténticos procesos-farsa en regímenes incapaces de conseguir ningún tipo de legitimidad ante sus ciudadanos. Nadie podía sentirse seguro al otro lado del Telón de Acero, sobre todo cuando se trataba de un político o algún tipo de personalidad pública. Esta película es el fiel reflejo de ello.
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39 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Aquella revolución que no lo era
En 1970 Costa-Gavras junto a Jorge Semprún e Yves Montand vuelven a unirse para llevar a la gran pantalla su crítica social. Dos años antes mostraron el terrorismo de estado con "Z" a través de la investigación (en clave de thriller) del asesinato del político pacifista griego Grigoris Lambraquis. Con "La confesión" su foco de atención se trasladó al Bloque del Este denunciando los excesos y purgas del estalinismo. Fue un film valiente y conflictivo que enfrentó con dignidad la verdad silenciada por las organizaciones obreras de la época, iluminadas todavía por la revolución soviética y empeñadas en obstaculizar la crítica y la discrepancia, justificando y decorando la triste realidad del Telón de Acero.

"La Confesión" (L’aveu, 1970) desarrolla las situaciones vividas por una de las víctimas del llamado Proceso de Praga (1952), Artur London, un comunista de los de “toda la vida” (afiliado a las juventudes del partido con 14 años, brigadista en la Guerra Civil Española, combatiente en la Resistencia Francesa…), que en ese momento era viceministro de Relaciones Exteriores de Checoslovaquia (desde 1949) y que fue detenido en 1951, junto a otros catorce altos cargos, bajo la acusación de "conspiración contra el estado" (acusación que más tarde se demostrará falsa). London conoció la tortura de manos de sus propios camaradas en un proceso kafkiano, que la película acierta a reflejar meticulosamente, en el que, a medida que se acentúa su penoso itinerario de humillaciones (sin saber qué es de lo que se le acusa) se irán descubriendo las técnicas de interrogatorio con las que se encauzaban las declaraciones, técnicas que sin necesidad de exponer flagrantes mentiras daban a los hechos la intencionalidad necesaria para incriminar a la víctima.

La tragedia de Artur London nos desvela el método seguido por el estalinismo contra aquellos que consideraba adversarios (en los procesos de Hungría, Polonia, Bulgaria, Praga…), siempre bajo la excusa de la traición. Es el drama de tantos y tantos comunistas de los países del Este que creían en la revolución, que toleraron el dominio soviético porque con la URSS derrotaron al nazismo, pero que acabaron presos del monstruo que no supieron ver venir: el totalitarismo de su lider, Stalin. La tragedia de miles de “enemigos”, “infiltrados”, “espías al servicio de los Estados Unidos o el fascismo”, “saboteadores”, “traidores”, “muertos”, “desaparecidos”…, víctimas de la locura de un tirano que reprodujo en todos los países bajo su influencia (incluida la República Española) el mismo sistema de aniquilación contra sus oponentes que utilizó en la propia URSS desde los años 30.

Como siempre, Costa-Gavras impecable en su denuncia. El tiempo se lo agradece.
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32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Contundente y asfixiante.
Esta película narra de forma contundente algunas de las purgas que sucedieron, masivamente, al otro lado del telón de acero. En éste sentido la cinta es escalofriante pues te envuelve una especie de asfixia y claustrofobia, que si no lo tenías ya claro, te hace tomar partido de forma inmediata.
Las vejaciones y maltrato al que se ve sometido el protagonista ponen la carne de gallina y nos dice mucho sobre el ser humano, sus obsesiones y su ansia de poder, de controlar a los demás. Te quedas de piedra y te entra un desasosiego al comprobar lo que podemos llegar a hacer las personas, nos colocan dentro de un sistema, nos asignan un objetivo, nos dan vía libre y realizamos autenticas barbaridades.
Desde el punto de vista cinematográfico ya es otra cosa, esta muy bien la denuncia de hechos terribles siguiendo la historia de la novela de Artur London, los capta y los transmite de forma convincente, pero se hace sin duda farragosa y repetitiva, tanto interrogatorio, tanto bombardeo de nombres casi siempre complicados de recordar, tanta reiteración hace que tomemos conciencia de la situación pero resta meritos a la narración y capacidad de concentración al espectador. Entiendo que le sobran ahí bastantes minutos y le faltan quizás mas referencias a la vida personal del protagonista o a como su familia vive el largo cautiverio al que lo someten.
Nos da también una lección de cómo se pueden manipular las situaciones sin decir flagrantes mentiras, la manera de arrancar confesiones bajo la tortura y como se pueden cambiar y tergiversar los hechos para presentarlos de forma opuesta a como en realidad sucedieron.
El trabajo de Ives Montand es intachable y de su mujer también el la vida real Simone Signoret, muy lejos ya de la impresionante belleza de su juventud, también más que correcto.
La película impacta por lo que cuenta y por como lo cuenta, te deja como un poco conmocionado, esto probablemente es un merito, pero a mi en particular me hubiera agradado que no hiciera tanto hincapié en esa parte escabrosa y un poco más de énfasis en la parte humana del personaje y de su entorno.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Despierta Lenin, se volvieron locos
El grito mudo de una pintada en un muro de Praga es para mí la puerta que abre el mensaje de la película "La confesión", del maestro Costa-Gavras. Tras un largometraje duro, machacón, que hace daño con sus reiterados interrogatorios y con un ambiente insano, el maestro franco-griego no oculta su pena (y la de muchísimas más personas) por creer en los principios marxistas y observar que en muchas ocasiones su práctica ha sido horrorosa. Tantas otras veces comprometido (incluso metido en el S.XXI, con lo raro que es eso) Costa-Gavras se va a la antigua Checoslovaquia para señalar con el dedo la infamia de unos procesos de enjuiciamiento amañados, lamentablemente manipulados, que no hicieron otra cosa que sumar de mayor contenido terrorífico la figura del despreciable Stalin, que en vida era quien dominaba los "satélites socialistas" a su antojo.

Cada vez que en la película se nombra al partido a lo que se hace referencia realmente es a Stalin, hoy lo sabemos, él mediante su chaladura tomaba las decisiones. Por mucho que se desclasifiquen archivos es complicado hacerse cargo de lo que suponían las purgas. Para el pobre Yves Montand, maravilloso actor que se supera en la interpretación del pobre alto cargo caído en desgracia, supone que por un capricho inexplicable ha de confesar ser el cabecilla de una conspiración inexistente. Decir que lo que le sucede es kafkiano es incluso ajustarse poco a la realidad, es más que eso, y lo peor de todo, muy probablemente fue tal cual, al menos yo me creo que sucedió así.

"La confesión" es una película dura que no recomiendo a nadie que no sepa de qué va Costa-Gavras, se puede hacer larga y tediosa. A mí me encanta que un hombre que no esconde que cojea del pie izquierdo sea capaz de señalar con el dedo una causa como la que aquí plantea, en cierta manera se adelanta haciendo autocrítica, por ello es por lo que creo que se trata una película hecha desde la tristeza. Tal vez lo que pudo ser no fue por culpa de la locura de Stalin. Los procesos de Praga son sólo un pequeño ejemplo, "La confesión" es una especia de homenaje a esos hombres sabios y de corazón que creyendo en los principios marxistas se vieron condenados sin sentido.

Por ello ese muro que habla en checo, tal vez en eslovaco, y le pide a Lenin que despierte me produce también una tristeza profunda. Costa-Gavras es único, cada vez lo tengo más claro.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Inocente juzgado
Película que narra el “vía crucis” vivido por Artur London, un individuo perteneciente al partido comunista que es acusado de traición por el partido, debido a esto es capturado y encarcelado, sufre abuso psicológico, físico y mental, todo con tal de que admita la traición y firme su confesión. Todo esto se relata en la Checoslovaquia comunista que se forjó tras la II Guerra Mundial.

El film en un inicio es algo confuso, pero en el momento en que se empiezan a mostrar las diversas formas en como buscan sacarle la información a London, la película se vuelve impecable en enseñar esas extremas condiciones que se dan en los interrogatorios. El personaje -siempre consciente de su inocencia- incluso, hasta llega a dudar de su condición de ser juzgado de forma errónea.

Tal vez se vuelve repetitiva por momentos, pero eso hace involucrar aún más al espectador en esa recia trama y su resultado final. Incluso resulta ser hasta agobiante todo lo que sucede, que finaliza con un juicio multitudinario, donde se muestra que el personaje principal es solo un punto de una maraña de individuos arrestados y enjuiciados. Excelentes actuaciones (soberbio Montand), buena película.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La coherencia también nace en un lugar inexistente
Quienes, como Costa Gavras, consideran que otro mundo es posible, no pierden los anillos si les toca destronar a supuestos referentes de izquierdas que solo son lobos disfrazados de corderos. La autocrítica es fundamental para avanzar en cualquier aspecto de la vida del ser humano, y el hecho de que el director griego denuncie episodios concretos, en este caso en la Checoslovaquia de 1952, no le hace dudar, como lo ha demostrado posteriormente, de su compromiso y sus principios progresistas.

La confesión, que arranca del libro de Artur London, alto dirigente comunista checo por aquellos días, no habla de lucha encarnizada contra enemigos políticos, grita las purgas y abusos de poder de quienes pilotaban una nave que hicieron suya siendo de todos. Porque las torturas y canalladas tuvieron como destinatarios a los propios compañeros de partido. Y todos sabemos que la ignominia se multiplica cuando son los tuyos quienes te traicionan y convierten una batalla común en un vergonzoso infierno, en el que triunfan los que alimentan la deshonra con el estiercol de la mentira.

Con la ayuda de un buen reparto, Costa Gavras, el hombre coherente, al que muchos están deseando ver muerto, a juzgar por las fake news, nos incomoda metiéndonos en vena la fealdad de la fuerza suprema y la angustia de las víctimas de la injusticia; y nos hace dudar, una vez más, del pensamiento de Jean-Jaques Rousseau en lo que se refiere a la natural bondad del hombre, porque no se puede aprender tanto refinamiento capaz de provocar daño y dolor, sin una predisposición innata.

¡Larga vida a Konstantinos Gavras!, que hará dentro de poco 86 años. También es revolucionario quien pincha en los abscesos de la revolución.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"Una maipulación políticamente perfecta".
El "Proceso de Praga", se ha convertido con el paso del tiempo en un severo ejemplo de la brutal perfección alcanzada en un proceso político contra unos hombres que lucharon con idealismo por una doctrina que acabaría convirtiéndose en su peor verdugo. El film describe con minuciosidad absoluta, el periplo histórico de la Checoslovaquia comunista de los primeros años de la llamada guerra fria (1952), en la persona del dirigente Artur London ( curioso nombre para un checo), convertido en chivo expiatorio de una burocracia política que, siguiendo las consignas stalinistas, no dudó en condenarle como "desviacionista burgues"

A pesar del importante cargo que A. London ostentaba en el buró gubernativo checo (viceprimer ministro de asuntos exteriores), fue sometido a una purga implacable (junto con otros miembros del gobierno), hasta conseguir que confesase su "traición" a los postulados determinados entonces por el Kremlin.

Estupendo documento histórico el que aporta Costa-Gabras, siguiendo su línea habitual, con el apoyo de un buen guión pleno de certeros diálogos, donde Jorge Semprún (colaborador habitual) maneja con la habilidad de quien conoce a fondo los entresijos de la política de uno los paises que, en su momento, perteneció al llamado "telón de acero". No es un film fácil de seguir, muy recargado en datos históricos, fechas, nombres y momentos clave.Tal vez ahí hubiese debido el director griego "aligerar" algunas secuencias que repite con profusión, en un alarde documental de cronología exaustiva.

Otro acierto es la incorporación al reparto de Ives Montand (muy utilizado en su filmografia), en un difícil papel donde es sumamente fácil "pasarse" añadiendo tintes melodramáticos al personaje. Aquí, Ives, sabe mantener, en todo momento, el climax preciso, con la intensidad y mesura que solo un magnífico actor puede aportar.

Quiero resaltar la dinámica intensa en las secuencias de los interrogatorios, con imágenes de un impacto emocional altamente conseguido, sin dar la menor tregua al espectador, manteniendo la tensión contínua hasta un final, bien sellada con los acontecimientos que propiciaron la "primavera de Praga", en ese ya lejano año de 1968.

Película acorde a la línea ideológica de Costa-Gavras siempre fiel a un cine de denuncia, donde, por encima de todo, prevalecen siempre los valores humanos.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Gran Costa-Gavras
Lo único que puedo poner como negativo ante este peliculón, es la versión traducida al español, por lo menos la que ví yo, había partes no traducidas y unos momentos en silencio raros.
Es el mal sabor de boca que tengo, por lo demás, impresionante película política con una magnífica interpretación de todos los participantes. Destaca, claro está, Yves Montand, pero su mujer también es buena, así como cada uno de sus colegas acusados.

Se echa de menos estas películas, no tanta basura de acción, efectos especiales y poco más.

Una película que volveré a ver, seguramente.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Los juicios de Praga
“El Febrero Victorioso”, es el nombre con el que el Komunistická Strana Československa, KSČ, (Partido comunista checoslovaco) denominó a febrero de 1948, fecha en que pudo acceder al gobierno de Checoslovaquia. Fue, el 25 de aquel mes cuando, el presidente Edvard Beneš, entregó el poder en pleno a Klement Gottwald, primer ministro y a Rudolf Slánský, su secretario general, en lo que se denominó, El Golpe de Praga.

Al final de la II Guerra Mundial, el KSČ se hallaba en muy buenas migas con el pueblo checo, por las decisiones políticas que lo tenían en muy cordiales relaciones con los partidos de la oposición y por su estrecha conexión con la Unión Soviética que había expulsado a los nazis de su territorio. Pero, llegado el año 1951, se inició una fuerte disputa entre el primer ministro y su secretario, pues, éste no convenía con la estrecha aplicación del modelo soviético en su país. Poco después, Slánský y otros dirigentes, fueron arrestados bajo el cargo de ‘conspiración de orden trotskista-titoista-sionista’ y tras un largo proceso, durante los llamados Juicios de Praga, en 1952, el secretario general y diez dirigentes más fueron condenados y ejecutados.

Pero, hubo tres dirigentes que recibieron otra suerte de castigo, y entre éstos se hallaba, Artur London (1915-1986), viceministro de asuntos exteriores desde 1949, quien en un libro titulado, “L’Aveu” (La Confesión), escrito con su esposa Lise y publicado en 1968 -cuando los reformistas se tomaron el poder-, decide contar el largo y penoso proceso por el que pasó, según él, una cortina de humo para desviar la atención sobre el descalabro político en que venía el país.

La adaptación cinematográfica de, <<LA CONFESIÓN>>, escrita de nuevo por el español, Jorge Semprún, y dirigida por Costa-Gavras, resulta, infortunadamente, bastante desigual, pues, la parte relativa al proceso de detención de London (en el filme, Gérard, a secas) además de muy extensa, con diálogos casi encriptados que poco se entienden y poco interesan, y con situaciones tan reiterativas -los baldados de agua, los interrogatorios altisonantes, los escritos mecanografiados…-, que nos pasa como a aquel hombre que lo interroga y "escucha" a Gérard, hablarle de su padre.

El arranque, en cambio, nos intriga desde el primer plano… y gran alivio cuando, por fin, el filme entra al juicio donde, otra vez sentimos al Gavras de “Z”, con una edición muy efectiva y con una composición de escenas a cuál más eficiente; y también aquí, nos hace aflorar esa inevitable sonrisa que regenera el ambiente, haciéndonos sentir que, contra todo, la vida es bella, pues, las cosas como la política, de tanto en tanto, se oxigenan.

También me gustó que se mencionara y se citara a Julius Fučík, personaje por el que siento un especial cariño y cuyo libro, “Reportaje al pie de la horca”, conservo desde hace muchos años. En él se lee:

“En la vida no hay espectadores. ¡Estad alerta!”
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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