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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Thriller. Drama El guión de Jorge Semprún se basa en el libro homónimo de Artur London que narra en primera persona las purgas estalinistas de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista checoslovaco, entre ellos el propio London. Estas purgas tuvieron lugar en el famoso Proceso de Praga de 1952. (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Febrero Victorioso”, es el nombre con el que el Komunistická Strana Československa, KSČ, (Partido comunista checoslovaco) denominó a febrero de 1948, fecha en que pudo acceder al gobierno de Checoslovaquia. Fue, el 25 de aquel mes cuando, el presidente Edvard Beneš, entregó el poder en pleno a Klement Gottwald, primer ministro y a Rudolf Slánský, su secretario general, en lo que se denominó, El Golpe de Praga.

Al final de la II Guerra Mundial, el KSČ se hallaba en muy buenas migas con el pueblo checo, por las decisiones políticas que lo tenían en muy cordiales relaciones con los partidos de la oposición y por su estrecha conexión con la Unión Soviética que había expulsado a los nazis de su territorio. Pero, llegado el año 1951, se inició una fuerte disputa entre el primer ministro y su secretario, pues, éste no convenía con la estrecha aplicación del modelo soviético en su país. Poco después, Slánský y otros dirigentes, fueron arrestados bajo el cargo de ‘conspiración de orden trotskista-titoista-sionista’ y tras un largo proceso, durante los llamados Juicios de Praga, en 1952, el secretario general y diez dirigentes más fueron condenados y ejecutados.

Pero, hubo tres dirigentes que recibieron otra suerte de castigo, y entre éstos se hallaba, Artur London (1915-1986), viceministro de asuntos exteriores desde 1949, quien en un libro titulado, “L’Aveu” (La Confesión), escrito con su esposa Lise y publicado en 1968 -cuando los reformistas se tomaron el poder-, decide contar el largo y penoso proceso por el que pasó, según él, una cortina de humo para desviar la atención sobre el descalabro político en que venía el país.

La adaptación cinematográfica de, <<LA CONFESIÓN>>, escrita de nuevo por el español, Jorge Semprún, y dirigida por Costa-Gavras, resulta, infortunadamente, bastante desigual, pues, la parte relativa al proceso de detención de London (en el filme, Gérard, a secas) además de muy extensa, con diálogos casi encriptados que poco se entienden y poco interesan, y con situaciones tan reiterativas -los baldados de agua, los interrogatorios altisonantes, los escritos mecanografiados…-, que nos pasa como a aquel hombre que lo interroga y "escucha" a Gérard, hablarle de su padre.

El arranque, en cambio, nos intriga desde el primer plano… y gran alivio cuando, por fin, el filme entra al juicio donde, otra vez sentimos al Gavras de “Z”, con una edición muy efectiva y con una composición de escenas a cuál más eficiente; y también aquí, nos hace aflorar esa inevitable sonrisa que regenera el ambiente, haciéndonos sentir que, contra todo, la vida es bella, pues, las cosas como la política, de tanto en tanto, se oxigenan.

También me gustó que se mencionara y se citara a Julius Fučík, personaje por el que siento un especial cariño y cuyo libro, “Reportaje al pie de la horca”, conservo desde hace muchos años. En él se lee:

“En la vida no hay espectadores. ¡Estad alerta!”
Luis Guillermo Cardona
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