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104 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
De una herida que sangra
Como película no me ha entusiasmado, pero como explicación de lo que es el Trastorno Límite de la Personalidad, me ha parecido inmejorable. Y sé de lo que hablo.

Para mí, el problema de esta película es que se ha entregado a describirnos el trastorno. Y lo ha hecho de una forma honesta y valiente, y es evidente que con un gran trabajo de documentación detrás. Afortunadamente, el realizador ha sido bien asesorado. Hay diferentes visiones sobre el TLP, algunas de las cuales ponen buena parte del peso en los factores biológicos. Otras, en cambio, se decantan por dar importancia al trauma (o traumas) sufrido por gran parte de los afectados. Titulándose La herida, es fácil adivinar dónde se ha puesto el énfasis. Esa herida, que duele tanto, llega a sangrar en un momento dado del filme. Esa herida puede explicarlo todo. O casi.

El precio a pagar por mostrarnos detalladamente el trastorno es que no hay historia, sino las descripciones sucesivas de los diferentes síntomas que conforman la patología. Y eso es lo que hace que como película no acabe de convencerme, pese a la magnífica interpretación de la protagonista y otras virtudes del filme, como la sensibilidad exquisita con la que está tratado un tema tan delicado.

Otra pega que le veo es su final. Me gustan los finales abiertos, pero en este en concreto he echado a faltar una dosis mayor de esperanza para su protagonista (y para todos los afectados por este trastorno que puedan ver la película). Por lo que leí en una entrevista, hay cierto optimismo tras la última escena, pero para mí esto no queda claramente reflejado. Yo solo he sabido ver la desesperación de su protagonista, aunque el director hable de catarsis.

¿Recomendable? Para mí, sí. Es una película que remueve, y que puede llegar a tocar ciertas heridas. Ojalá para muchas personas su visionado suponga una oportunidad para conectar con la suya propia y les decida a limpiarla un poco, porque las heridas profundas que no se curan provocan huidas salvajes hacia delante. A esa autodestrucción provocada por un dolor intolerable algunos lo llaman Trastorno Límite. Celebro que en la película no le hayan puesto nombre.
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117 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El estigma del suicidio
Siempre he sentido una gran curiosidad por los trastornos de la personalidad, esas personas diferentes que traen una tara de serie y tienen que convivir y relacionarse con seres de su especie con los cuales no tienen nada en común que no sea el aspecto. Sin embargo, interiormente están inadaptados, la presencia humana les provoca una gonorrea psicológica que les hace preferir la soledad de una habitación con vistas a internet, que pisar la calle e intentar ser aburridos y normales. Todos tenemos en mayor o menor medida una matadura, el problema es determinar el tamaño, el baremo que va de ser interesante, léase diferente, a ser raro, léase enfermo.

Definitivamente las personas normales somos aburridas. En las reuniones sociales en las cuales nos juntamos los conocidos/amigos no se cuentan más que generalidades, tópicos, vaguedades, chismes, memeces y críticas, sobre todo críticas al prójimo que no está presente. Lo realmente interesante, nuestros secretos más íntimos, los guardamos indefinidamente, con lo cual para soportar este hastió insufrible que en nada nos diferencia de nuestros antepasados los monos que parloteaban mientras se quitaban los piojos los unos a los otros, los humanos hemos inventado el vino, las cañas, el pincho, las raciones e incluso las tapas, asi que todo viernes que se precie, debe incluir una sesión social en la cual pasados los 20 primeros minutos de novedad y saludos protocolarios, si el alcohol no empieza hacer su efecto inhibidor, puede llegar el temido agobio y empezar a retumbar preguntas incomodas del tipo: que hago aquí, que peste es este tío o lo que es peor, que bien estaba yo en la cama.

Para evitar la sesión vinitos, no hay nada mejor que ir al cine pues te tomas previamente 1 o 2 que son los que realmente apetecen y después podemos disfrutar de nuestra afición preferida que es tan simple como que nos cuenten una historia. Lo que ocurre es que cuando la cámara se posa en una actriz (nunca mejor dicho, no creo que se me olvide lo que es un plano secuencia…) y la historia no es precisamente la de blancanieves, el cine sigue siendo un entretenimiento pero se torna angustioso por esa empatía tan nuestra de ponernos en el lugar del otro, aunque el cerebro, nuestro fiel escudero cuando funciona correctamente, en cuanto se encienden las luces de la sala, automáticamente nos desactiva y va a procurar olvidar todo lo desagrable que hemos visto en esos reprobables 98 minutos de zozobra, para dejarnos un mensaje mucho más amable y esperanzador: afortunadamente yo no soy así.

Hoy en todo el mundo se suicidaran 2700 personas y lo intentaran 54000. La proporción es 3 hombres por cada mujer. La principal causa que lleva al suicidio es la depresión, la soledad y la falta de comunicación. En España hay más suicidios que accidentes de tráfico, sin embargo los lunes no sale la estadística en el telediario de cuántos muertos y cuantos intentos ha habido durante el fin de semana en comparación con la misma semana del año anterior. No hay radares, ni carnet por puntos, ni multas para los suicidas. Se calcula que el 30% de la población tiene el gen y dependiendo del entorno social en el que se mueva puede desarrollarle o no. Como siempre todo azar y necesidad, los dos ingredientes básicos de nuestra dieta.

¿La película es buena? Creo que no.
¿La película es necesaria? Entiendo que sí.
¿He perdido el tiempo? seguro que no.
¿Prefiero ver esta película a lo que hago un viernes cualquiera? Sin duda, si.
¿Recomendaría ir a verla? Definitivamente no
¿Me ha hecho pensar, recordar, reflexionar? Aquí está la prueba
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91 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sin Tregua
Fernando Franco presenta en la sección oficial de San Sebastián su ópera prima, La Herida. Con ella el flamante premio especial del jurado en esta edicion, nos propone un viaje interior, crudo, íntimo, a las profundidades más recónditas de un personaje, Ana, que lucha ferozmente consigo misma.

Valiéndose del plano secuencia el director nos encuadra a la protagonista, y hace al espectador cómplice de una herida, forjada a base de incomunicación, incomprensión, frialdad, e imposibilidad para gestionar las relaciones y su propio universo emocional. Asistimos agazapados, a sus estallidos de angustia y a sus continuos momentos de inestabilidad emocional. Celebramos sus pocos ratos de complicidad, de cercanía, y nos preparamos para su rabia, su miedo, su soledad y el dolor ante la incapacidad de gestionar su vida. Ana se muestra frágil, vulnerable, pero Marian Álvarez se torna desafiante para sostener el plano, y transmitir con oficio, toda la complejidad que esconde el tiovivo de emociones que transitan sin descanso por este personaje. Nos conmueve su dolor, su confusión y su incapacidad para pedir ayuda. Comprendemos su angustia, su anhelo de sentirse querida, comprendida, arropada, y su grito desesperado por encontrar un bálsamo que le otorgue un momento de paz.

Crudo y enriquecedor viaje por esa soledad intransitable.
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39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Angustia
Crónica de un dolor que lo ocupa todo y ahoga a nuestra protagonista: la maravillosa Marián Álvarez: precisa y bella en su fragilidad, desconcierto y rabia.
La historia comienza con el deseo de morir de Ana y esta pulsión de muerte vertebra la narración; el acontecer de esta joven desnortada y desconsolada, tan sensible y sin protección que todo la desequilibra y agrede.
El director tiene la habilidad suficiente para mantener el equilibrio necesario entre el morbo y el rigor; nos muestra tanto las mutilaciones (con más detenimiento y exhaustividad) como los breves momentos de risas y compañerismo. También se utiliza con criterio la información: ni se explica demasiado ni se escamotea penosamente.
Desoladora historia que tiene su mayor fuerza en el discurrir cotidiano; en su casa (con su madre o sola), en el trabajo (con su compañero y con las personas a las que ayuda) o en las escapadas ociosas (boda y salidas nocturnas); que extrae su poder y verdad de la cercanía de la omnipresente protagonista; la hondura y humanidad del personaje la hacen querible y creíble a pesar de sus miserias y confusiones; la queremos entender, queremos saber más y, por lo tanto, seguimos con atención e interés su penar desesperanzado.
Ni peca de excesos autorales de vanguardista oportunista ni aburre con tiempos muertos innecesarios. Cuenta y va a lo esencial. Entretiene y enriquece con una mirada cruda pero compasiva. Su mayor debilidad quizá sea su tendencia repetitiva (una vez planteado el conflicto, se insiste en las mismas pautas; aunque es cierto que se matizan y decantan algunas situaciones; la relación con el novio, por ejemplo) y algún exceso sórdido o subrayado.
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35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Algo pasa con Ana
Suena el despertador e inmediatamente se pone en marcha la radio. Del transistor sale la voz del locutor favorito de Ana. No sabría explicar racionalmente por qué, pero le encanta el tono de aquella voz, la sutileza e ingenio de sus comentarios, la manera que tiene de machacar a la gente que entrevista, el cachondeo y buen rollo que se trae con sus colaboradores habituales. Poco a poco se va desperezando. Muy lentamente. Hoy las sábanas se le pegan demasiado al cuerpo. Será porque la noche se alargó demasiado. Esto está claro... todo lo demás discurre en una confusa y tempestuosa nube de recuerdos borrosos. Algo pasó. Algo malo que no alcanza a recordar. Esto la pone enferma. Y ya estamos: Otra vez, vuelta a empezar... El pulso y la respiración de Ana se aceleran exponencialmente. El pedal del freno no responde. Por mucho que intente poner la mente en blanco, el mundo a su alrededor sigue desmoronándose. Todo se tiñe de negro... Hasta que en la pantalla del ordenador aparece un rayo de esperanza. Una sonrisa se aprecia en el rostro de Ana.

El programa radiofónico de sus amores vuelve a sonar. La calma y una profunda sensación de felicidad invaden ahora su cuerpo... Hasta que su madre anuncia, con su voz melosa, que acaba de llegar a casa. Otra vez, vuelta a empezar. Entre la montaña a la ruleta rusa, la distancia es, efectivamente, ridícula. Dicho esto, se concede el permiso para hablar, una vez más, sobre los instintos masoquistas que a veces despiertan en nosotros ciertas expresiones artísticas. ¿Por qué vas a ver esta película si sabes que lo vas a pasar mal? Pues precisamente por esto. Asumiendo que lo peor que le puede pasar a una obra de arte es no saber / querer ir más allá de la apatía (que como es sabido, tiene infinitas formas de manifestarse), entonces lo que cabe esperar de ella, en el mejor de los casos, es que despierte, en el interior del espectador, un alud de emociones y sensaciones que, puestos a andarnos con exigencias, agiten la conciencia, las entrañas... y lo que se preste.

Hablamos, por ejemplo, y por supuesto, del efecto Michael Haneke. ¿Cuál fue su última película que no te dejó destrozado? Correcto. Por esto mismo nos encanta. Pongamos ahora sobre la mesa la leyenda negra que cosechó aquella inmortal novela de J. D. Salinger. 'El guardián entre el centeno', como otros muchos ''demonios'' de la historia, quizás tuvo la mala suerte de caer en las manos menos indicadas (véanse infames asesinos de la talla de Mark David Chapman o John Hinckley Jr.)... lo cual no quita que en las vivencias de Holden Caulfied; en la combinación de palabras usadas por aquel inmenso escritor de Nueva York, se encontrara tal vez el detonante para poner en marcha un imprevisible efecto en cadena en el sistema neuronal del lector. Sin entrar a juzgar la intencionalidad del autor, lo cierto es que, incluso a día de hoy, cualquier mente, sin importar lo enferma o sana que esté, se enfrenta a un reto de altura si se dispone a enfrentarse a dicho libro.

No puede definirse de otra manera, pues lo que al fin y al cabo hizo Salinger fue meternos de lleno en el interior de un factor divergente, cuyos fútiles intentos de encajar, sin traicionarse a sí mismo, en una sociedad hermetizada en su hipocresía, desembocaban en la más profunda de las depresiones... que a su vez mutaba en virulenta alergia. La patología iba dirigida a todo lo que se encontrara al alcance de los sentidos. El malestar, ni falta hace decirlo, se contagiaba. Cada página te hundía más que la anterior... y por esto no paraste de leer hasta llegar al final. Sesenta y dos años después, y con el hito en plena vigencia, un consagrado montador (suyo es el prodigioso trabajo detrás de la no menos magnífica 'Blancanieves', de Pablo Berger) llamado Fernando Franco tuvo a bien debutar en la dirección de largometrajes... y de paso salvar buena parte de la dignidad -perdida- de la Sección Oficial a Competición del Festival de Cine de San Sebastián. Ni más ni menos.

'La herida' al rescate. No sólo por ser una de las mejores películas españolas de la temporada (el mayor descubrimiento patrio, sin duda), sino directamente por ser una de las más agradables revelaciones registradas este año en el panorama internacional. Como sucediera en el texto antes citado, Fernando Franco parece quitarle todas las capas a su película para que al final quede lo que realmente importa. Es como si los escenarios, así como las personas que pueblan el paisaje, desaparecieran, quedándonos nosotros, pobres voyeurs, solos ante ella: Ana, quien en realidad es una bestia parda que responde al nombre de Marian Álvarez (más allá del descubrimiento, lo suyo cabe considerarlo como una brutal eclosión que, para ser justos, ya llevaba tiempo asomando, sino pregunten en Locarno). Afirma el director y co-guionista de la cinta que su primer trabajo para la gran pantalla surge del intento frustrado de documental, condenado al fracaso por el factor intrusivo del invento más intrusivo jamás concebido: la cámara.
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29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Realismo psiquiátrico
No es una de las películas más fáciles de ver. No tiene una estructura típica de planteamiento-nudo-desenlace. El espectador no recibe a información acerca del comienzo de los problemas de la protagonista y, verdaderamente, tampoco de su final. El filme termina de la misma forma que podría haber acabado diez minutos antes. Podría ser tachada de “poco dramática”, de parecer más un documental que una verdadera película. Todo esto no son factores negativos, sólo diferentes, que han sido de mi agrado.

El punto fuerte de la película es la espectacular interpretación de Marián Álvarez en el papel de una mujer con trastorno límite de la personalidad. Una enfermedad psiquiátrica caracterizada por inestabilidad emocional con confusión en la imagen de uno mismo, que conduce a una grave dificultad para las relaciones interpersonales. El guion y la actuación de Álvarez son correctísimos y realistas a la hora de plasmar esta enfermedad en pantalla, tanto la entidad nosológica en sí como la comorbilidad (ideas de suicidio y abuso de sustancias). Además, estos pacientes no tienen conciencia sobre su enfermedad, no saben que están enfermos, y es aquí donde la interpretación protagonista alcanza su mayor hito. La herida es, de esta forma, la mejor película que toca este tema tan recurrente en las pantallas como son los trastornos psiquiátricos (al menos de las visualizadas en mi humilde carrera cinéfila).

Existe en la sociedad actual una tendencia por estigmatizar a los enfermos psiquiátricos. A nadie le importaría quedar a tomar un café con un diabético, pero a pocas personas les haría gracia pasar el rato con alguien con esquizofrenia. Y esto es porque las enfermedades psiquiátricas son difícilmente comprensibles, nos cuesta empatizar con estos enfermos. La herida es una excelentísima película para ayudar a la población a entender la condición de los enfermos psiquiátricos. Y esto vale mucho.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Dolor compartido
La primera demostración de inteligencia de este autor (Fernando Franco) está en el título de su película, “La herida”. Será esa palabra el hilo conductor con el que acompañamos a la protagonista en su desquiciado discurrir.

“La herida” es una película que muestra el tormento psíquico de una persona, por otro tormento psíquico y también físico que padeció. Eso no lo dice la película, ni casi lo insinúa, pero la maestría con que el director va dejando aflorar detalles, casi de manera imperceptible, excepto en una más evidente ocasión, nos lleva a compenetrarnos con la protagonista, a entender, conmovernos y horrorizarnos con su dolor. Esa es la única manera de que esta intensa y explícita (sin parecerlo) película pueda afectarnos tan hondamente. Si no se entiende ese dolor se puede llegar a opinar “Lamento mucho que esa conductora de ambulancias no se soporte ni a sí misma ni a los demás, que el alcohol y la coca la pongan peor…/ …que su estancia en la tierra sea un exclusivo infierno…/…No comprendo las intenciones de esta árida, fría y desagradable película.” (Boyero dixit)

Hace bastante tiempo que el cine español ha caído en una apática y creciente mediocridad (incluyendo alguna “vaca sagrada”, Almodóvar, Trueba (el Fernando), De la Iglesia) por lo que ver algo original, precisamente narrado y magistralmente interpretado lleva al estímulo y la confianza. Con una economía de medios (sobre todo económicos) y narrativos, hasta logar que evitar el plano/contraplano, sea un ejercicio de estilo y dote de más intensidad a la película. Como he leído por ahí, todo el film parece ser un plano secuencia. Quizá solo pretenda ser un interminable travelling, con algún receso, para acompañar a Ana y observar muy de cerca todo el dolor que impregna su vida y que de manera tan violenta expulsa hacia los demás y, sobre todo, hacia sí misma.

Fernando Franco acerca su cámara a Anna y ya la acompaña en todo momento. Marian Álvarez es toda la película, por ser la protagonista absoluta y porque todos sus registros, corporales y gestuales, consiguen transmitir todo ese horror interior. Hacía tiempo de una actriz española no llegaba a impresionarme de forma tan real.

“La herida” es una película dura pero conmovedora, es cálida (no fría, Boyero) y está llena de vida y pasión. Arroja hacia el espectador todos los demonios que, un trauma causado a un inocente, pueden llegar a invadir una vida, hasta convertirla en un calvario interminable. Fernando Franco y Marian Álvarez nos lo cuenta, nos impresionan y nos conmueven.

Sólo cuando el dolor ajeno es empatizado, podemos llegar a ser el que sufre. Es entonces cuando entendemos que su herida es la nuestra y que su dolor lo sufrimos con él.
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Duele, pero no como debería
La herida es una película valiente, desgarradora, que da un puñetazo bien fuerte en las tripas de cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad. Pero lo es únicamente por dos puntos, tan excelentes que consiguen que la película salve los muebles: la escritura del personaje protagonista por parte de Fernando Franco y la poderosa interpretación de la gran Marian Álvarez. Franco y su co-guionista Enric Rufas describen perfectamente la personalidad autolesiva y socialmente torpe de Ana, mientras que Álvarez es un Stradivarius en manos del realizador, perfectamente afinada, desbordando naturalidad y ofreciendo una interpretación demoledora y llena de sinceridad. Su capacidad para el drama no tiene límites (atención a sus expresiones cuando chatea o por supuesto al final en el coche). La cámara de Franco va además siempre con ella, acompañándola como si fuera una amiga y dejando que sean los ojos de Álvarez los que muestren e introduzcan todas las situaciones y personajes.
Sin embargo, La herida no parece una película en la mayoría de sus escenas, sino una especie de vídeo callejero lleno de silencios (ojo, gran herramienta del director, pues acrecientan la sensación de soledad y aislamiento de la protagonista, pero hay ciertamente un abuso del recurso). Y lo que es más grave, nunca se quita de encima la sensación de que el formato de cortometraje le habría venido mucho mejor que el de largo. Veinte o treinta minutos y estaríamos hablando de una pequeña pieza de cine absolutamente sobresaliente. Así, tal cual la ha hecho Franco, es una película de base interesante y actriz superlativa pero con un ritmo demasiado lento y una estructura muy repetitiva (los sucesivos intentos de Ana de relacionarse normalmente con su entorno).

Lo mejor: Marian Álvarez, estratosférica, y la labor de Fernando Franco como director y guionista.
Lo peor: La idea no da para una película de una hora y media y se pierde en un desarrollo demasiado lento.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
HERIDA Y MANCILLADA.
Se alimenta de despojos, y cuando eso es lo que se ofrece, resulta complicado empatizar con el espectador medio. Entiendo los premios y nominaciones; es una de esas obras, habilidosamente raras, que suelen acabar rellenando los premios de los festivales.

Una buena película, cargada de sensaciones cercanas, que al desarrollarse, resulta extrañamente lejana; abusa en exceso de los primeros planos, produciendo una falta de perspectiva No puedo decir que no me gustase, pero no la volvería a ver.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Las Heridas Invisibles
La Herida es el debut de Fernando Franco, un joven de larga trayectoria en el cine pero que nunca se había puesto detrás de la cámara. Su película, como Caníbal, llega en malos tiempos para el cine en general y para el español en particular; pero de forma muy oportuna hacia las declaraciones de ciertos políticos que no ven, o no quieren ver, que en España tenemos talento. Mucho.

La Herida hace de la necesidad virtud: su ajustado presupuesto no es un handicap para la propuesta, todo lo contrario. La cámara se cierra y se centra en los rostros, descontextualizando el lugar o el momento (excepto en un breve instante al principio, en el que se muestra la realidad social a la puerta de un hospital), y es detrás de esos rostros donde se encuentra la película.

Una película sencilla y áspera, en la que como en la reciente y magistral Martha Marcy May Marlene, todo se centra en el proceso interno y el cuadro psicológico de su protagonista. No hay razones ni culpables. No hay grandes conclusiones ni análisis clínicos sobre su estado. Pero Ana, en este caso, vive en el abismo, y hacia ese abismo se precipita sola. La Herida acosa el rostro de su protagonista, la sigue, la espía, no hay un sólo momento en el que la cámara no se centre en esa herida invisible, en esa mujer cuya mente no encuentra un remanso, cuya rutina consiste en la desesperación, en el miedo, en la ira, en la ansiedad.

Es loable un guión que mantiene la tensión más allá de que apenas suceden acciones. Como es loable la sensibilidad de un director capaz de hablar de estos temas sin resultar morboso o tremendista, y que es capaz, con su dirección de actores, de que hasta el último intérprete esté en el tono de la película, en la clave psicológica de su propuesta.

Y por supuesto, la herida es ella. Es una actriz en estado de gracia que somete su mente a una tortura constante realizada por ella misma. Marian Álvarez merece todos los premios que pudiera llevarse, pero eso no importa demasiado. Lo que importa es la verdad, la sinceridad, la honestidad, la desnudez de una composición que hace que olvidemos que es una composición. Por momentos dan ganas de saltar a la pantalla y abrazarla de verdad, darle uno de esos abrazos que esquiva, hablar con ella, de tú a tú, sin un monitor de por medio. Decirle a su personaje que podríamos ayudarla, y a su actriz darle las gracias, por la humanidad que demuestra interpretando como lo hace.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cámara e interpretación
Es probable que a uno le toque enfrentarse en su trabajo a situaciones desconocidas en su vida personal. Así, a un actor puede llegarle el día en que le corresponda representar un ataque de ansiedad sin haberlo padecido nunca antes. No ha de ser nada sencillo.

Ahora bien, mucho más difícil ha de ser representarlo cuando se ha sufrido. Difícil no tanto en el aspecto técnico como en el personal. Ha de experimentarse una concatenación de sentimientos de difícil control, que pugnan por desbordarle a uno. Por este camino debe de orientarse la llamada introspección del actor para descubrir en su interior al personaje que representa.

Desconozco cuál ha sido la opción de Marián Álvarez para componer a esa joven que carece de la mínima habilidad social. A quien la menor contrariedad le genera una crisis en espiral y cuya profesión sanitaria le ocasiona un desgaste afectivo añadido e irresoluble. Sólo pienso que su interpretación en «La herida», de Fernando Franco, ha sido magistral. Ella sola conduce esta ópera prima, participando en todas las secuencias del film, transmitiéndonos la acción y los sentimientos de la trama.

La actuación principal no es el único elemento remarcable de esta obra. Fernando Franco transmite soledad e incomunicación, frustración y dolor, valiéndose de su cámara y de los intérpretes como medios de expresión cuyo valor ensalza. Minimizando el uso de recursos artificiales como fondos musicales o diálogos impostados, dosifica el ritmo narrativo y deja que fluyan acción y argumento, culminando una dirección magnífica.

En la información de presentación de «La herida» se enfatiza que el personaje adolece de una dolencia llamada Trastorno de la personalidad, la cual no aparece citada en ningún momento del metraje. Ello atraerá sin duda al público interesado en la psicología.

Por mi parte, el comportamiento del entorno familiar de «La herida», ese no saber querer, me hace pensar por contraste en aquella entrega ciega que interpretó Juan Diego Botto en «Todo lo que tú quieras» (NNOO 1513). Probablemente no representan personas diferentes sino diferentes aspectos que conforman la poliédrica realidad que a lo largo de su existencia encarna un solo ser humano.
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La angustia de vivir
Una película que no deja un buen sabor de boca. El ambiente que se respira en toda la cinta asfixia y ahoga. La tristeza más allá de la tristeza, la desesperación y el hastío por cada segundo de cotidiana realidad. Una actriz que llena la pantalla con su mirada perdida, sus adicciones, sus heridas. Me parece muy difícil hacer lo que Marian Álvarez a logrado transmitir: nihilismo en estado puro, con una gran sinceridad. Absolutamente gris y oscura , totalmente recomendable aunque sea como el limón en las heridas.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Borderline
Conozco de primera mano los efectos de convivir con una persona con TLP y por eso vi esta película.

A mi parecer, el aspecto de los síntomas está muy bien retratado, tanto que la película prácticamente no tiene historia y básicamente se limita a exponernos una a una las conductas y pensamientos irracionales que tienen estas personas. Casi podría haber sido un documental (como su director dijo que pensaba hacer en un principio) y apenas habrían cambiando un par de aspectos en el metraje, y es que están prácticamente todos: La conducta autolítica, la purgativa, la impulsividad, las relaciones sexuales disfuncionales, los robos, los sentimientos de soledad, el miedo al abandono, desconfianzas con las personas más cercanas, el abuso de sustancias, la inestabilidad emocional, la negatividad, y no sé si me dejo alguno, que lo estoy haciendo de memoria.

Respecto al reparto, bueno, básicamente solo se puede hablar de la protagonista, quien realiza muy bien su trabajo y transmite una acorde angusta existencial, que acapara el centro absoluto de atención. Goya a la mejor actriz merecido. Todo ella, y el descontento y hastío general que muestran los personajes allegados por su comportamiento, es lo que resumiría el film.

Todo eso hace que sea una película interesante, aburrida, muy aburrida, como casi todo el cine español, pero aún así interesante. De todas formas, no la recomendaría a absolutamente nadie que no esté interesado previamente en este trastorno.

Para terminar, leí por ahí un comentario que decía "es que ahonda mucho en los aspectos negativos del TLP pero no en los positivos"... hombre, tócate los huevos, por eso la película se llama "La herida" y no "Viva la Pepa", porque trata precisamente de eso, del dolor que tienen estas personas con su día a día.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sangro por dentro
Interesante y recomendable película con una portentosa interpretación de su protagonista Marian Álvarez. Muestra del dolor más invisible y no por ello menos desgarrador: el de la psique. Una herida para la que la medicina se halla todavía en pañales, pese a los notables avances. Quien enferma del alma tiene un doble reto a acometer: por un lado los avatares de la propia enfermedad, que no son pocos; por otro, la incomprensión y el aislamiento. La certeza asfixiante de percibir que algo no funciona en ti, algo que no sabes cómo expresar ni describir porque no conoces, algo a lo que necesitarías ponerle un nombre para poder gritar que te ayuden. Tu entorno poco o nada puede hacer por ti, porque ni tú mismo sabes qué coño te pasa. No hay herramientas. No hay armas.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Marian Álvarez nos hiere de un mazazo en la conciencia.
El visionado de La herida, de Fernando Franco, no es fácil. Y no tiene por qué serlo. Primero porque lo que el debutante realizador nos propone es un viaje sin concesiones hacia un estado emocional que de desagradable, por inhóspito e incómodo, se hace difícil de soportar. Segundo porque La herida no pretende contarnos una historia al uso, sino que a lo que realmente aspira, y consigue con noqueante destreza, es a estamparnos con un golpe seco el proceso emocional, psíquico y sentimental por el que deambula sin mucha conciencia del mismo el personaje protagonista. Para ello, la opción de que toda la puesta en escena quede al servicio del personaje resulta ser no ya la opción más indicada, sino también la más respetuosa. De ahí que Franco literalmente pegue su cámara a la nuca de su actriz protagonista y nos obligue a seguir sus pasos, un tanto a la deriva, en un viaje inconsciente de malestar e insalubridad psicológica y afectiva.



Porque Ana, su criatura, padece serios problemas para gestionar adecuadamente sus modos de relacionarse con los demás e incluso consigo misma, lo que la lleva frecuentemente a autolesionarse. Retrato seco, árido y despojado de una persona afectada por el Síndrome de Borderline, La herida no quiere indagar en las causas ni en las consecuencias, no arriesga a ser maniqueísta ni propicia un mensaje o un discurso con el que sentirse más de acuerdo o no. En este latigazo cinematográfico, la cámara sólo asiste, como otro espectador más, a la cruda manifestación de la soledad en la que vive inmersa, angustiada y extraviada, la protagonista. Y es por ello por lo que se hace tan insoportable mirar esta película, porque la sensación de realidad que transpira toda la puesta en escena resulta insondable, lo que genera una dolorosa impotencia en el ánimo de un servidor, sobre todo ante la vívida contemplación de esa atmósfera enraizada que se desprende de los pensamientos y actos de Ana.



Hacía tiempo que un filme no llegaba a remover tanto la reflexión y la autoconsciencia en el respetable. La herida lo logra gracias a ese audaz manejo del tempo cinematográfico, que parece acompasarse con la propia respiración del personaje. Eso y el inteligente uso del sonido (fuera y dentro de campo), que logran hacer hincapié, aún más si cabe, en la enfermiza soledad en la que vive Ana y donde no es díficil sentirse identificado por momentos, lo que termina proporcionándonos una insostenible sensación de pánico. Por ello es de toda justicia señalar a esta película no ya solo como el mejor debut cinematográfico de lo que llevamos de año, incluso de los últimos años, sino como uno de los filmes más redondos y compactos de nuestra cinematografía. Un estoico y contundente ejercicio de estilo, capaz de noquear desde una impertérrita frialdad narrativa.



Algo de lo que La herida tiene mucho que agradecer al heróico trabajo llevado a cabo por Marian Álvarez. Decir que la película es ella puede ser la vía fácil para expresar que sin su salto sin red a las mismas entrañas de su personaje, La herida no supondría el mazazo a la conciencia que concluye siendo. Porque la actriz evoluciona desde la primera secuencia hasta el final completamente enfrascada en la piel de Ana, exponiendo sin estridencias y sin tabúes de ninguna clase, todos los pormenores, todos los entresijos, que construyen la precaria situación psicológica y emocional de su personaje. La generosa planificación de Franco, a través de planos secuencia, le sirven a Álvarez en bandeja la oportunidad de crear y confeccionar sin cortapisas el entramado interno de su rol, lo que nos invita a hablar de un modélico trabajo interpretativo, que debería ser ya objeto de estudio en cualquier escuela de interpretación. Convenientemente arropada en el reparto por un sobrio Manolo Solo, una emotiva Rosana Pastor, un tierno Ramón Barea y un gélido Andrés Gertrúdix, Marian Álvarez soporta con maravillosa autenticidad todo el peso de una película que, con y por ella, esculpe en nuestra consciencia una herida tan honda que duele solo contemplarla.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
'Cuando la protagonista y la fotografía son la película'
Contundente, dura y directa. Esplendida interpretación de Marian Álvarez que junto con la fotografía de Santiago Racaj hacen que la angustia, miedo y emociones de Ana sean palpables durante toda la película. Quizá no tenga un principio ni un final muy marcados pero no tiene que devaluar esta producción con un presupuesto discreto pero que, sin duda alguna, merece un claro reconocimiento del público y la crítica.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Borderline.
Pocas películas han retratado tan bien la ansiedad y/o el trastorno límite de personalidad (entre otras cosas, que hay muchas para analizar en esta película), por no decir que esta es la primera que realmente ha conseguido plasmar gracias a la sobresaliente actuación de Marian Álvarez uno de los temas que actualmente se tratan con jocosidad, y en el que probablemente la mayoría habla de ello con total ignorancia y petulancia.

Decir que con un primer plano y un estilo tan minimalista, director y actriz, consiguen transmitir tanto es de elogiar. Solo por los primeros minutos previos al título inicial se ha de uno rendir ante esta monumental obra, que es una de las documentalizaciones mas vívidas y reales que he visto en el cine español.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Se me hizo interminable
'La herida' no es una película para recomendar. Eso antes que nada. Porque no estoy seguro de que sea una película. Pero ¿qué es entonces? ¿Un documental? Difícil clasificarla. Ana, su protagonista, nos muestra su monótono mundo, un universo compuesto de humo de cigarros, de alcohol, de cocaína, de chats, de ambulancias, de algún esporádico partido de baloncesto, de los monosílabos que le 'regala' a su madre... Y vuelta a empezar. No hay historia, no cuenta más que lo que vemos, la vida completamente circular de una Ana deprimida e inestable que se castiga físicamente a causa de una vida que no la ha tratado bien, aparentemente, con un pasado oscuro del que, entre visillos, podemos deducir las sombras de los abusos sexuales cuando era pequeña. ¿Hay esperanza para Ana? Difícil atisbar también la respuesta a esta pregunta, porque en lo que se nos muestra no hay espacio para responder este tipo de cuestiones. ¿Qué pasará con Ana? Me da la sensación que la película podría haber durado 3 horas y aún así, no sabríamos más de lo que vimos en esta hora y media.

Pero Marian Álvarez cumple, metiéndose por completo en un personaje difícil, complejo y sujeto a muchos cambios. Y tuvo que se complicado, porque la película es un continuo primer plano de la actriz, ya sea de frente o por detrás, pero absorbe por completo la grabación produciendo en mi caso una absoluta saturación. Los secundarios pasean por los escenarios a modo de complemento leve, sin lugar a expandirse en sus actuaciones, ajenos a los problemas de Ana, a causa del hermetismo de ésta.

Definitivamente, yo no recomendaría 'La herida'; mi opinión es que hay una gran interpretación pero no hay una historia y, por lo tanto, se hace muy pesado el seguir viéndola. Lo siento por los adoradores de Haneke y de Fernando Franco, pero a mí no me ha gustado.
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Miedos,heridas y trastornos de personalidad.
Aún estoy digiriendo la película.
Marian Álvarez,que es Ana en el film,está impecable. Es alucinante lo que consigue transmitir con una mirada y con sus silencios que son muchos y que dicen tanto.
Te provoca angustia,desazón y ese nudo en el estomago que hace que se encoja. La historia atraviesa. Y te preguntas una y otra vez como se puede ayudar a tanta gente que padezca ese trastorno.
Aparentemente parece que la protagonista está bien y además su trabajo le sirve al menos para mantenerse ocupada,que no es poco en su caso.
Cuando terminas de ver la película te preguntas con cuanta gente nos cruzaremos que de apariencia jamás pensaríamos que su vida interior es tan dolorosa.
No es una película que te apetezca volver a ver y tampoco la recomendaría,porque la historia me parece muy dura, pero por otro lado muy valiente atreverse a contar algo de lo que apenas conocemos.
Un 10 para Marian Álvarez.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Arte?
Después de ver esta película uno no puede evitar quedarse con la sensación de que el cine español está herido pero de muerte. Cuántas propuestas realmente interesantes surgen al año? Cuántas ideas frescas capaces de sorprendernos? Si un realizador quiere mostrar al público en qué consiste un trastorno de la personalidad de manera realista, el género ideal es el documental. Si elige el cine debe intentar hacer algo artístico porque si no puede meter al espectador en una experiencia angustiosa, larga e innecesaria. Dicho todo esto, quiero que conste que aprecio el esfuerzo realizado por la actriz principal.
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12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
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