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117 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
El amor circular y la cima (hasta ahora) de Medem.
Medem viajó hasta Finlandia - hasta el Círculo Polar Ártico - para realizar su cuarto largometraje. La propuesta ahora es una historia de amor geométrico, circular, eterno, íntimo, secreto. Es la historia de Otto y Ana, Ana y Otto (Nimri y Martínez), dos nombres geométricos, que se leen igual hacia adelante y hacia atrás - como Medem -, que han convertido su vida en una sucesión de casualidades y su amor en lo más grande y secreto surgido de ellas. Y la película, narrada, se basa en la casualidad para a dos voces superpuestas y bajo el plano subjetivo de esteos dos amantes capicúas y hermanados, retroceder y avanzar, ir y venir, jugar con el tiempo y el espacio, solapando ensoñación y realidad. Una narración menos críptica, más diáfana, pero igual de compleja que en sus anteriores películas y dónde las metáforas y las imágenes vuelven a ser un elemento fundamental.
Medem hace una propuesta del amor como algo normalmente transitorio pero existente, solo inusualmente geométrico o perfecto (siempre maravillosamente infantil) pero como fruto de la casualidad, de la cual se extrae la eternidad del mismo, desde el preciso, hermosísimo y maravillosamente poético momento en que uno de los amantes se introduce en los ojos del otro. En los ojos vivos, muertos, del otro.
La vida es circular, el destino, la suerte y la muerte también juegan sus bazas en esta única rueda.
Medem recicla sus actores fetiche (solo sobrevive Novo, se incorporan Fele Martínez y, sobre todo, una gran Najwa Nimri) pero sigue en su cine personal, dónde ha creado un universo fascinante y de originalidad, y dónde sigue inquietando por muy interesantes cuestiones filosófico/existenciales que aquí, no obstante, son más asequibles, menos crípticas que en anteriores películas.
Quizás pierda Medem con esta gran película (una nítida y rotunda obra maestra en tres cuartas partes y una de las cimas del cine español de su época) adeptos de su círculo cinéfilo, pero ha ganado, obviamente, público. "Los amantes del círculo polar" no le debe nada a nadie, posee magia, fascinación, magnetismo y atipicidad únicas, resulta una asombrosa obra sobria y asequible siendo un admirable drama complejo. Es un Medem más maduro, completo, seguro y sereno. Pero sigue siendo un Medem osado que se marchó a rodar media película a Finlandia, al Círculo Polar, dónde en las noches de verano no se pone el sol, existe el sol de medianoche; igual que la fría Finlandia es el escenario del calor amoroso: dos hermosas y poéticas contradicciones plenamente emparejadas. Y es un Medem con su propio sentido del humor y sus divagaciones fantástico/oníricas tan llamativas como propias. Es un Medem imprescindible para el desarrollo cualitativo del cine español, un cineasta clave para el futuro, quizás el más atractivo de nuestro cine.
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158 de 199 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Frío polar... el que siento al verla
Antes de verla, le daba un voto de confianza. Me gustan las historias de amor profundas y complejas, de ésas que te estremecen. Pues ésta me estremece... pero de frío. Expondré mis razones:
-Las actuaciones no me parecen buenas. Todos los personajes me parecen fríos y acartonados. Los chavales protagonistas son poco creíbles y, a decir verdad, unos peñazos y pasmarotes a los que te dan ganas de sacudir para quitarles la diarrea mental.
-Las relaciones entre ellos son distantes. No me termina de dar la impresión de que se trata de familias, sino de extraños que se llevan años viviendo bajo el mismo techo sin saber casi nada unos de otros. Esos silencios prolongados de los chicos protas no me parecen poéticos ni misteriosos, sino absurdos. ¿Cómo esos niños se pueden pasar años enteros casi sin hablarse, pese a estar juntos muchas horas (yo no he conocido niños así, y he visto a muchos)? Menudo soserío. Y después, cuando van creciendo, se van volviendo inaguantables. A mí cada vez me interesaban menos sus avatares y sus desdichas, porque les notaba algo cada vez más frío, más alejado de mí. Me di cuenta de que me había desconectado por completo de la película, de que no me llenaba en absoluto, de que la historia ya no me decía nada. La frescura y la magia que pudiera tener al principio, se diluyó y se perdió. Sería por algo que veía en su actitud, por las inconsistencias de un guión que ya no sabrían muy bien cómo rellenar, la lentitud que no lleva a ninguna parte (que conste que a mí me da igual que una peli sea lenta, mientras me llene). Pero la cuestión es que me estaba aburriendo. Me gustan las películas llenas de sentimiento, cuando lo transmiten, claro. No hablo de sensiblería fácil, sino de auténtico sentimiento, que yo creía que me iba a encontrar aquí. ¿Dónde está? ¿Cómo se demuestra? ¿Con dos niñatos medio atontados que si les sacan un encefalograma, sale plano? Ya ni siquiera el drama de la pérdida que sufre el chico se hace creíble, no me llega. Seré muy ceporra, pero lo cierto es que me he pasado toda la película intentando sentir algo y apenas lo he logrado. ¿La culpa es mía? ¿Soy insensible? ¿Soy un bicho raro porque me emociono y vibro con otras películas, pero con ésta precisamente no?
Señores realizadores, la lentitud no tiene por qué ser sinónimo de aburrimiento ni de lejanía. Yo sentía como si estuviera sentada en mi casa y la pantalla del ordenador donde veía la peli estuviera en el Círculo Polar... Antártico. Ése es el único Círculo Polar al que para mí se reduce esto.
No sé, pero como película de sentimientos, deja mucho que desear. Con creces.
Y que conste que he intentado valorar algún aspecto bueno. Por ejemplo, las imágenes del principio donde se ve el sol de medianoche. Precioso. Los chavales que clandestinamente se citan en sus dormitorios, desnudos y nerviosos, bajo una ventisca. Eso también es bonito. Pero después todo se vuelve insustancial y el guión hace aguas. Sigo en el spoiler.
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206 de 315 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Que siga así
Rezo por que el cine español siga haciendo películas como esta, es decir obras de arte.
Esta película levanta un romanticismo onírico, casi perfecto pero que todavía dibuja ciertos trazos infantiles. Los protagonistas luchan por un destino que consideran suyo y por fin lejos de las casualidades y coincidencias de la vida.

Los actores dan vida a los personajes, no se caracterizan sino que se transforman en ellos, todos están espectaculares especialmente Najwa Nimri.

Toda la película en si es una fabula preciosa, muy bien contada y magistralmente trazada en la pantalla. Sinceramente me parecen espectaculares algunos matices o elementos de la película que le dan cierta fantasía por llamarlo de alguna manera, como es el signíficado trágico que conlleva la aparición en toda la película de un autobus, cada vez que aparece algo en la vida de Otto cambia, o el simbolismo destructivo que tiene la gasolina en la película, el romanticismo que levanta ver un simple avión de papel aunque en algunos casos simplemnte nos depare una pequeña decepción.
Todo en la película resulta maravilloso, ¿a quién no le ha encantado la historia del abuelo de Otto y el piloto alemán?, o la simple pregunta de Otto al personaje finlandes ¿sabes esquiar cuesta arriba?, si es que con una simple pregunta Julio Medem nos ofrece una bocanada de aire freco, de saber hacer y de buen cine.
Con el mero reflejo de Otto en los ojos de Ana y esa última lágrima de amor Medem ha realizado la película más bella, romántica y maravillosa del cine español, dos amantes que abrieron su círculo bajo el poder del círculo polar y que cierran su propio círculo en aquel mismo lugar, tan mágico en el que el sol nunca se pone y donde el sol de medianoche ilumina hasta los encuentros más esperados.
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66 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
OTTO ESTÁ COMO UNA MOTO -CLARO QUE SÍ-
No me lo creo ni yo, que llevo toda mi vida diciendo que no aguanto a Medem, que su cine me parece incomprensible y pedante. Y ahora estoy aquí, escribiendo esto y sin poder concentrarme en nada más porque no consigo sacarme la película de la cabeza.

Lo cierto es que ya la había visto, en el cine, cuando se estrenó, y lo único que me quedó claro fue prácticamente nada. Pero eso fue hace más de diez años, en los que la peli no ha cambiado pero yo sí, yo he debido de mutar. Todavía no me creo que le esté plantando un 9 a Medem.

De aquel primer visionado me quedó en el recuerdo la secuencia de la Plaza Mayor, no sé por qué, pero la recordaba más o menos intacta. Desde luego, es una buena secuencia, pero no tan aislada como para ser la única recordable. Prácticamente todas son buenas, preciosistas, exquisitas secuencias. Pero esta es mi favorita, claro que sí.

También me quedaba el recuerdo de Nancho Novo en la etapa en que su personaje es ya mayor. Parece mentira verle así, cansado y acabado delante de su hijo adulto. Con la osamenta que tiene este hombre y aparece encogido, consumido, viejo. Gran actor Nancho, claro que sí.

Y teniendo en cuenta lo complejo de los personajes protagonistas, también me parecen bien interpretados, aunque tal vez les falte algo de intensidad.
A Ana no la comprendo bien. Toda la historia es rara de cojones, ya, pero tía ¿Finlandia? ¿Por qué? A favor de la Nimri diré que aunque sigue susurrando en demasía, al menos en esta ocasión se la entiende cuando habla. Y cuando no habla, también se la entiende –dentro de que al personaje, ya digo, no lo comprendo yo bien-
A Otto sí que le entiendo. Es un neurótico muy inmaduro y tremendamente egoísta. Hay momentos en los que apetece pegarle un guantazo, y esto ha de ser mérito de la interpretación, porque a mí, de natural, nunca jamás me apetecería pegarle al Fele.

Me gusta mucho el casting, los parecidos entre los actores de distinta edad (menos el Otto niño, que no se parece a nadie). Y sobre todo me gusta que los actores adultos doblen a los adolescentes. Ya que no pueden tener la misma cara, al menos que tengan la misma voz. Muy bien traído esto. Claro que sí.

Ahora ya no sé si definir a Medem como un pedante pretencioso o como un talentoso director cuya concepción de la plástica y el arte están por encima de lo corriente y que hace exactamente el cine que le sale de los pelés, y que le quiten lo bailao. Hasta me he propuesto volver a ver sus otras pelis, que encontraba francamente inaguantables y lo mismo me gustan ahora también. Vete tú a saber.

Es más sencillo rodar las historias de un modo lineal, normal, que rodarlas así. Así queda un poco petulante. Ya lo sé. Pero cambiar el lenguaje habitual y que encima te salga bien... no veo yo por qué habría de criticarse eso.
Una extraña y fría historia de amor y casualidades con un interesante fondo y una preciosa forma. Claro que sí.
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46 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Podría contar mi vida uniendo casualidades....
Fue acabar la película y despertar de un sueño mágico, un sueño polar, por supuesto.
Vi la película porque la gente hablaba bien de ella, pero no tenía grandes esperanzas, supongo que por el nombre me imaginaba la típica historia de amor cursi vista mil veces. Y si, va de una historia de amor, pero no cursi, sino poética, y desde luego nada de típica.
Un fabuloso guión y unos grandes Fele Martínez (que ya me gustó en "Tesis", sólo que yo lo descubrí más tarde que todo el mundo) y Najwa Nimri (que descubrí gracias a "El Método", lo que me demuestra que no veo mucho cine español, al menos hasta hace poco), pero sin duda por lo que la historia funciona es... por eso mismo, porque tiene una historia que contar, y muy hermosa, por cierto.
Como un círculo formado a base de casualidades vamos descubriendo la vida y la pasión mutua de Otto y Ana, dos personas, que al igual que su vida, se pueden leer de principio a fin y de fin a principio sin que se altere su significado.
Si piensas que ya nada puede sorprenderte dentro del cine y no has visto "Los amantes del círculo polar", cuando la veas cambiarás de opinión.
Sin duda esta película que el cine español tiene aún mucho que ofrecer, y si son películas como éstas... que sean bien recibidas!!
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48 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No me llega tu poesía, Julio
Y mira que es invierno y todo eso y no descolocan las heladas... pero nada, que se ve todo más vacío que el esfínter de un enano (¿?). Perdonen si sueno algo ido o mezclo las palabras tontamente; es el efecto Medem, el cual reza lo siguiente: hasta el más insignificante aleteo de un mosquito caribeño puede desencadenar el alarido de una morsa al otro lado del mundo, en concreto, en el Círculo Polar, ¿era Antártico*? No importa, lo que importa aquí es dejarse llevar, dicen, disfrutar del sinsentido porque es bonito y queda profundo hacer como que no te diste cuenta de que los protas eran gilipollas, una con su susurro continuo y el otro con su ir de malote cuando no aguantaría media hostia (las que tendría que haberse llevado de pequeño, por empanao). Pero no nos pongamos bruscos, que todavía podemos disfrutar de esa suave melodía que acompaña todo el viaje, subrayando con su estruendosa sutileza todo momento que se precie, pajas a la luz de la luna inclusive, of course. ¡Súbeme la cola!, digo la música, que quiero ser poeta. A mí los ronquidos y el inglés mal pronunciado.

Pero ottO, digo Otto, resulta que está muy enamorado de anA, digo Ana, por eso lo de hacerse piloto y propiciar el encuentro cuando nadie lo esperaba, porque, amigos, queda más mágico, más lírico y sobre todo, menos pretencioso. ¿Quién quiere historias comunes? Eso pá los carcas, que aquí somos modernos, y como todo moderno que se precie ocurre que al final...
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57 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Estetas vacíos con lirismo absurdo
La verdad es que lamento haber visto de nuevo esta película, con 14 años me gustó pero el segundo visionado ha resultado bochornoso ...menudo bochorno.
Salva el 5 la belleza de la imagen que a su vez queda desvirtuada por unos diálogos de un lirismo infame que podrían ser fácilmente superados por la redacción escolar de cualquier párvulo.
Pero lo que de verdad me mosquea es el tono tremendamente pretencioso, pedante, pseudo existencial , pseudo freudiano y pseudo posmoderno, y el apunte del pseudo pretende señalar lo vacuo de todo lo narrado verbalmente en la película, sólo salvable visualmente. Si fuese una película muda al modo de reportaje fotográfico bueno y va, hermosa siesta, pero francamente esos diálogos: "estar enamorada no es fácil, no basta con desearlo, hay que oirlo", "me llamo Otto mi nombre es capicúa"...ese sensualismo naif tan sumamente cerril, absurdo y ajeno a cualquier sensibilidad con un mínimo de profundidad. "Me gusta que te llames Otto", sería interesante someter el guión a una cura de humildad y de silencio, hay frases en esta película que tendrían un sentido siendo omitidas, sólo así cobrarían cierta verosimilitud, se desvirtúan en su propio lirismo justamente al ser pronunciadas.
La historia es un retrato de una familia desestructurada con una bella fotografía. Y sin embargo si se reflexiona sobre el asunto se palpa el maltrato sin piedad que Medem ejerce sobre la metáfora y la analogía, y aquí incurre en lo que ya mencionaba antes: hablar demasiado, o ser un charlatán. No es necesario que salgan aviones de papel y que el niño acabe siendo piloto, no es necesario, resulta tan insultante para la inteligencia del espectador que trasciende lo cursi y se convierte en vomitivo.
En cuanto a las actuaciones, al margen de las voces testimonio de una cuantiosa ingesta de antidepresivos, acordes con el tono azul de la cinta, he de decir que preferí bastante a Emma Suárez en La ardilla roja. Es paradógico ver como tantas pretensiones de "sensibilidad" y "profundidad" desembocan en una superficialidad tan grosera, tan falsa e inverosímil, tan sin sentido...
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21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Mucho más que amor.
A pesar de gozar de reconocimiento, creo que hay ciertos aspectos de esta espléndida película que han pasado desapercibidos para muchos.
Es tan compleja y está tan cargada de momentos dignos de analizar que no me extraña que haya malentendidos al respecto.
Una historia de amor atípica mucho más profunda que la mayoría de los romances cinematográficos y que va mucho más allá de lo habitual.
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21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Un sin sentido sin precedentes
Los amantes del círculo polar es sin lugar a dudas una de las peores películas que he visto. Hay otras en las que debido a su pésima calidad te ríes e intentas verle algo bueno pero, ¿a esto? ¿qué se le puede sacar positivo?

La historia trata sobre dos chavales que se conocen desde la escuela y por "muchas casualidades" siguen su vida hasta llegar al desenlace que nadie, absolutamente nadie se espera porque esta película NO se saca las cosas de la manga ni tiene una gran condensación de clichés.

El punto principal de la película está completamente perdido. El director intenta hacernos ver la cantidad de casualidades que ocurren en la vida y que no les podemos buscar el sentido porque aparentemente no lo tienen. Si realmente el señor Medem se tomó ese propósito espero que fuese de cachondeo porque no tengo ni idea de cómo alguien puede hacer una película así sin ver la gran dosis de sin sentidos que se crean en el filme. Probablemente estaréis pensando que soy muy catastrofista o que estoy siendo muy duro pero es que no puedes hacer una película que ilustre el peso que toman las "casualidades" en nuestra vida inyectándole tal cantidad de tonterías hasta el punto de parecer que se convierte en una coña o parodia. Soy bastante escéptico con el pensamiento de que hay acciones que ocurren porque lo tenemos marcado en nuestro destino y ese tipo de cosas, pero no me impediría ver la apreciación que tiene alguien sobre este tipo de acontecimientos si no fuera porque la historia se nota tan artificial pero TAN artificial que toma un transcurso totalmente antinatural e irreal.

La relación entre Otto y Ana parece un caso sacado de la película Langosta, se siente que lo único que unen a ambos personajes es su nombre capicúa. NADA más (bueno sí, pero es fruto del azar y del increíble flujo que toman las cosas por el señor Medem). El resto de personajes son planos sin aportar nada a la historia, puramente de relleno. El hecho de que los personajes hablaran solos me ponía bastante nervioso porque toman al espectador por imbécil como si no supiera interpretar su expresión facial o determinar su estado anímico por los actos que realiza. Muchísimas gracias por la cantidad de matices, de verdad. Los actores, exceptuando un par (y porque salen en un par de escenas), sobreactuan que da gusto sin transmitir ni un ápice de expresividad.

Como punto positivo decir nah es coña no lo hay. Por ser benévolo destacaría la transición que se hace a la hora de contar la historia de Otto y Ana,. Me pareció un detalle curioso.

Película soporífera que no sé ni como aguanté de ver sin quedarme dormido. A los 30 minutos me estaba preguntando el porqué de haber elegido esta obra. Historia envuelta en una espiral de acciones carente de sentido con una historia de amor típica y previsible. Aunque bueno, como punto positivo destacar el hecho de que si algún día me pusiera al mando de una película que tratara de acciones del azar ya sé como NO hacer una película de ese estilo.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El Círculo que nunca se cierra
La vida de Ana (Najwa Nimri) está basada en las casualidades. Esta película no.
La historia de amor eterno en tres etapas entre Otto y Ana (Ana y Otto, y viceversa) no podía estar contada de manera más enigmática y poética, y todo eso sale del trabajado guión de Medem y de la frescura de los actores, en especial de Ana y Otto niños, que en realidad son lo que moldean y dan sentido y credibilidad al resto de la película.
"Los amantes..." es toda una belleza visual, una trama que se va tejiendo a sí misma y te mantiene expectante a través de los pensamientos más profundos de los dos protagonistas, que te guían a lo largo de sus círculos, de sus vidas.
Una película frágil, que se deshace entre los dedos y deja un sabor agridulce en la memoria. Ojalá las historias de amor se contaran siempre así...
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21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Tú conoces algo que dure siempre?
Los amantes del círculo polar no es una historia de amor común. Si la obra de Shakespeare, "Romeo y Julieta" narra el drama del primer amor, es decir, la historia del primer y definitivo encuentro con el amor de dos adolescentes, la película más poética de Medem representa ese amor primero (y nunca mejor dicho) que llamamos enamoramiento. La relación entre dos niños, después jóvenes, que viven sus vidas en habitaciones contiguas, donde “pecan” furtivamente y disfrutan de sus encuentros de una forma única, especial.
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20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
¿No he entendido nada, no?
O mi gusto por las películas se ha vuelto muy especial o estamos ante una verdadera bazofia. Tras leer buenas críticas y tener varias recomendaciones, me dispuse a verla. No quiero que el leerme os suponga una eternidad, (eternidad que tuve al ver esta película mirando cada cinco minutos el reloj), así que iré al grano, sin spoilers:

- Actores sin expresión ninguna, lamentables actuaciones. Me atrevo a decir que hasta Kristen Stewart tiene más expresividad en el rostro.
- ¿Por qué nos repiten constantemente que Ana y Otto son capicúas? ¿A alguien le importa?
- Demasiadas casualidades, todo el mundo se llama Otto o Álvaro.
- Imposible de creer cualquiera de las situaciones que nos presenta el director como "casualidades".
- Escenas desagradables para el tipo de film y absolutamente prescindible (la masturbación de Otto).

Resumiendo, film demasiado sobrevalorado y que está bien si sufres de insomnio, aunque cuidado, si la ves con tu novia, posiblemente se queje de tus ronquidos ya que ella no oye bien la película.
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26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
No vasta con desearlo, hay que oírlo.
Pocas veces se ve una forma de sentir como la de Otto. Una forma de sentir que debilita el corazón y a la vez lo refuerza, pero te sientes morir. Sólo he conocido a una persona capaz de sentir así, y todo es tan vívido que duele, todo tu cuerpo y toda tu alma vive y palpita como nadie se imagina que puede doler. Merece la pena conocer a alguien así, como también la merece ver esta película y saber que algo tan misterioso como una casualidad te puede llevar a pensar en alguien hasta el momento de tu muerte.
Un 10 claro, me se los diálogos de memoria.
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35 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Medem no es normal
No, Medem no es normal, es fácil asumirlo al ver cualquier película suya. Iba a decir en principio que es diferente, pero es más justo decir que se sale de la normalidad. Medem es así, de manera que por salirse de la tangente y ofrecer un producto personal corre el riesgo de no gustar, y al tratarse de una película es lo que importa.

"Los amantes del círculo polar" tiene el problema de contar con dos actores sin química alguna, Najwa Nimri no lo hace bien, para mí es una evidencia, y el tal Fele parece que lee en lugar de interpretar. La historia es buena pero el resultado final es flojo. A mí no me acaba de llegar, quizá por los actores.
Como libro estaría bien, llevada a la pantalla no merece ni aprobar.
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29 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Elegante, sensual... y aburrida
Será porque se pasa de metraje, será porque la pareja Fele-Najwa me resulta inverosímil, será porque cuando me entusiasmo se produce un diálogo o una sucesión de secuencias que me hartan, será porque no me lo creo, será porque lo hermoso se convierte en latoso, será porque la pasión ...

Será por lo que será, pero con un reparto de lo más interesante, el asunto me resulta pastoso y olvidable, pero bien filmado, por eso un triste regular que ni chicha ni limoná.
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23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
CUMBRES INFINITAS.
Construida con una amalgama de escenas emocionales, a la vez que simbólicas; sobre personajes, que alejados de cuestiones morales, de las que no participo, ofrecen una visión "normalizante" de estilos de vida que no lo son.

Mi criterio personal es amplio, pues no juzgo, ni cuestiono comportamientos, que ni me ocupan ni preocupan. Pero entre estos amantes, jóvenes y desconectados de la realidad, Julio Médem, dos décadas atrás, construyó un paradigma increíble a la vez que desolador, de humanos sin trazo ni rumbo.

Hace tiempo me di cuenta que ciertas películas alegóricas, cuajadas de metáforas, subyugan a espectadores y críticos que tratan de diferenciarse del resto, elevando a cumbres infinitas, auténticas mierdas.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Amigo hipster, aquí tienes otra peli!!
Y tanto rollo para acabar viendo esto... En fin, si esto es amor, yo prefiero mantenerme desenamorada y cuerda, y divertida, y en definitiva "normal".
Resulta que Otto y Ana (sí, sus nombres son capicúa, te lo recuerdo por que en la película apenas lo dicen unas 500 veces, como si esto realmente significase algo) se enamoran ya de niños, porque resulta que ellos ya de niños eran muuuuy profundos. Luego siguen enamorados y ¿van pasando cosas? eso sí, todas muy profundas, con una atmósfera muy profunda.
A ver, los protagonistas son lerdos un rato largo, las cosas que les pasan pues tampoco son para tanto, pero claro, eso sería para la gente normal. Ellos como son profundos (y lerdos) lo magnifican hasta límites insospechados. Vamos, que son más idiotas que otra cosa.
De esta peli no me convence nada, y lo que menos, las interpretaciones. La única correcta es Najwa Nimri. Y ese guión, tan chupiguay, tan Medem, tan hipster. Hay un momento en que Otto pregunta:
-¿Por qué no estoy muerto?
Yo pegué un brinco y grité:
-¡Porque todos los tontos tienen suerte!
Eso resume bastante bien la película.
Lo de las casualidades ni lo nombro porque me da la risa. Sí, ya sé, licencias de guión, pero no, no todas sirven, y menos si son tan pretenciosas.
Lo mejor: no es tan aburrida como cabría esperar.
Lo peor: es completamente absurda.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cartesiana, fascinante, surrealista, confusa, equívoca.
Del reflejo de unos ojos sobre otros, del encuentro fugaz de dos miradas distintas nace la historia y el tiempo narrativo que la encierra: la de Otto y Ana desde que se encuentran por primera vez en el colegio hasta que, después de una larga separación vuelven a reunirse al borde mismo del Círculo Polar. Círculo geográfico, pero también metafórico, espacio imaginario para el anhelo del amor eterno, cuya metáfora es el largo recorrido del sol de verano que surca en paralelo la línea del horizonte y nunca se pone.

Contada de forma intermitente desde la perspectiva de Ana y la mirada de Otto (que viven o recuerdan los mismos sucesos de forma distinta y con resoluciones diferentes) la película se ordena sobre una doble guía narrativa que alterna la subjetividad de los dos protagonistas y que en ocasiones repite, con formas distintas, los mismos acontecimientos. Cara y cruz de un hermoso cuento de hadas. Bello poema de amor y muerte.

Medem construye una estructura simétrica y circular sustentada sobre 10 bloques que consiguen organizar los saltos de tiempo y de geografía, el ir y venir entre la realidad y la imaginación.

Historia romántica de un amor imposible. Para Otto está más allá de la vida terrenal, para Ana todo está confiado a la casualidad. Sobrevuelan, como en "Vacas", ligeras sombras incestuosas.

En la película aparece la noticia del perdón público del presidente de Alemania vino a pedir a Euskadi por el bombardeo de Guernika.

Hay una permanente busqueda estética y narrativa, una exploración de nuevas texturas visuales y formas arquitectónicas para dar cuerpo a la emoción. La forma se contagia del sentido dramático de la historia y éste encuentra una expresión estética y visual portadora de sugerencias y complejidad. Los diálogos tienen cierta carga trascendentalista.

Posee dos finales: Uno soñado o de ficción. Otro trágico, realista.

Desconcierta al espectador.
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17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Pedantería intelectualoide
No es mi estilo, desde luego. La película nos cuenta una historia de amor. Una historia de amor que como todas las historias de amor tiene sus peculiaridades que la hacen única. Esta en particular me pareció interesante, llena de detalles y simbolismos preciosos.

Pero el tal Julio Médem aprovecha la historia para desplegar todo su pedantería intelectualoide, que no hace otra cosa que aburrir. Esa misma historia, sin artificiosos alardes poéticos, podría contarse con mucho más salero. Hacer poesías no requiere poses místicas ni consiste en rimar frases sin ton ni son.

Una gran historia, bastante desaprovechada. A mi modo de ver.
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Otto en los ojos de Ana
La que para mí es la mejor peli de Medem, cuarto de sus seis largometrajes, es un perturbador y extraño drama romántico-lírico, en el que se estimula los sentidos y se exige al espectador tener fe; fe en la peculiar mecánica del destino, en la fuerza del amor que todo lo supera, en los giros y recovecos que da la vida, etc. Creo que en ningún momento el de Donostia apuesta por ser un narrador veraz, simplemente va desgranando un cuento, plagado de imágenes poderosas, en el que las casualidades y los azares van uniendo y separando a Otto y a Ana, protagonistas dotados de nombres palindronómicos, lo que contribuye a acentuar el carácter cíclico que el cineasta quiere dar a su historia.
Desde el principio la trama se muestra audaz y atractiva, plagada de elipsis temporales, de flashbacks, de juegos con las dimensiones físicas que aumentan la sensación de "goma", de bucle en el que parecen estar encerrados los personajes, unidos y separados en el tiempo y el espacio.
Hay un buen montón de aspectos positivos en la peli: empezando por el título, tan poeticamente sonoro (todos en la obra de Medem lo son), continuando por esa historia secreta de amor capicúa entre dos hermanastros, casual y matemático, que les arrastra hasta los confines del mundo, concretamente a una cabaña cercana a Rovaniemi, en la Laponia finesa.
La fuerza poética de las imágenes y los personajes debe mucho al particular físico de los actores elegidos, Fele Martínez (en un estado de gracia que acabaría tras rodar Lágrimas Negras) y Najwa Nimri, poseedora de tanto talento como belleza magnética e inquietante.
Me gusta también la soberbia música del habitual colaborador de Medem, Alberto Iglesias, y la foto a cargo de Gonzalo Berridi (que repetía con el vasco tras La Ardilla Roja).
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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