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España España · Oviedo
Voto de babayu:
8
Romance. Drama Ana y Otto cuentan su apasionada y secreta historia de amor que se extiende desde los ocho años hasta los veinticinco. Todo empieza en 1980, cuando dos niños, a la salida de un colegio, echan a correr por distintos motivos. Desde ese día, las vidas de Ana y Otto formarán un círculo que se cerrará en Finlandia, al borde del Círculo Polar. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La que para mí es la mejor peli de Medem, cuarto de sus seis largometrajes, es un perturbador y extraño drama romántico-lírico, en el que se estimula los sentidos y se exige al espectador tener fe; fe en la peculiar mecánica del destino, en la fuerza del amor que todo lo supera, en los giros y recovecos que da la vida, etc. Creo que en ningún momento el de Donostia apuesta por ser un narrador veraz, simplemente va desgranando un cuento, plagado de imágenes poderosas, en el que las casualidades y los azares van uniendo y separando a Otto y a Ana, protagonistas dotados de nombres palindronómicos, lo que contribuye a acentuar el carácter cíclico que el cineasta quiere dar a su historia.
Desde el principio la trama se muestra audaz y atractiva, plagada de elipsis temporales, de flashbacks, de juegos con las dimensiones físicas que aumentan la sensación de "goma", de bucle en el que parecen estar encerrados los personajes, unidos y separados en el tiempo y el espacio.
Hay un buen montón de aspectos positivos en la peli: empezando por el título, tan poeticamente sonoro (todos en la obra de Medem lo son), continuando por esa historia secreta de amor capicúa entre dos hermanastros, casual y matemático, que les arrastra hasta los confines del mundo, concretamente a una cabaña cercana a Rovaniemi, en la Laponia finesa.
La fuerza poética de las imágenes y los personajes debe mucho al particular físico de los actores elegidos, Fele Martínez (en un estado de gracia que acabaría tras rodar Lágrimas Negras) y Najwa Nimri, poseedora de tanto talento como belleza magnética e inquietante.
Me gusta también la soberbia música del habitual colaborador de Medem, Alberto Iglesias, y la foto a cargo de Gonzalo Berridi (que repetía con el vasco tras La Ardilla Roja).
babayu
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