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Voto de seudonimo:
5
Romance. Drama Ana y Otto cuentan su apasionada y secreta historia de amor que se extiende desde los ocho años hasta los veinticinco. Todo empieza en 1980, cuando dos niños, a la salida de un colegio, echan a correr por distintos motivos. Desde ese día, las vidas de Ana y Otto formarán un círculo que se cerrará en Finlandia, al borde del Círculo Polar. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2010
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que lamento haber visto de nuevo esta película, con 14 años me gustó pero el segundo visionado ha resultado bochornoso ...menudo bochorno.
Salva el 5 la belleza de la imagen que a su vez queda desvirtuada por unos diálogos de un lirismo infame que podrían ser fácilmente superados por la redacción escolar de cualquier párvulo.
Pero lo que de verdad me mosquea es el tono tremendamente pretencioso, pedante, pseudo existencial , pseudo freudiano y pseudo posmoderno, y el apunte del pseudo pretende señalar lo vacuo de todo lo narrado verbalmente en la película, sólo salvable visualmente. Si fuese una película muda al modo de reportaje fotográfico bueno y va, hermosa siesta, pero francamente esos diálogos: "estar enamorada no es fácil, no basta con desearlo, hay que oirlo", "me llamo Otto mi nombre es capicúa"...ese sensualismo naif tan sumamente cerril, absurdo y ajeno a cualquier sensibilidad con un mínimo de profundidad. "Me gusta que te llames Otto", sería interesante someter el guión a una cura de humildad y de silencio, hay frases en esta película que tendrían un sentido siendo omitidas, sólo así cobrarían cierta verosimilitud, se desvirtúan en su propio lirismo justamente al ser pronunciadas.
La historia es un retrato de una familia desestructurada con una bella fotografía. Y sin embargo si se reflexiona sobre el asunto se palpa el maltrato sin piedad que Medem ejerce sobre la metáfora y la analogía, y aquí incurre en lo que ya mencionaba antes: hablar demasiado, o ser un charlatán. No es necesario que salgan aviones de papel y que el niño acabe siendo piloto, no es necesario, resulta tan insultante para la inteligencia del espectador que trasciende lo cursi y se convierte en vomitivo.
En cuanto a las actuaciones, al margen de las voces testimonio de una cuantiosa ingesta de antidepresivos, acordes con el tono azul de la cinta, he de decir que preferí bastante a Emma Suárez en La ardilla roja. Es paradógico ver como tantas pretensiones de "sensibilidad" y "profundidad" desembocan en una superficialidad tan grosera, tan falsa e inverosímil, tan sin sentido...
seudonimo
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