arrow

25 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
El retrato amargo de un inexorable fracaso
Años noventa. El mundo de la música – y sus múltiples soportes y modas – evoluciona a velocidad de vértigo. Y tener talento no basta o no es lo determinante. Y entre los músicos y sus consumidores va construyéndose un nuevo perfil mediático, el pinchadiscos o DJ, que añade su creatividad, su ingenio y su personalidad a ese mundo etéreo e inasible de los sonidos, al mundo de la noche y sus ramificaciones. Quizás ha llegado el momento de mirar atrás sin ira y ofrecer un retablo desapasionado de lo que fueron aquellos años y de algunos de los protagonistas (que no estrellas) de aquellas convulsas sesiones, que basculan entre el paraíso y el infierno, entre la gloria y la condena, entre el éxtasis y la adicción.

Pero la intención y la atención fluctúan sin demasiado equilibrio ni concierto. Podríamos estar ante un relato generacional, pero los años se suceden en cascada, sin nada que señale ni la evolución ni el estancamiento de sus protagonistas. Como si hubieras tenido que haber estado allí para captar los matices y sintonizar con los mensajes que sin lugar a duda se lanzan, pero que se quedan sepultados tras una narración voluble, sin cadencia, sin compás, sin consonancia ni resonancia. Hay demasiado huecos, tiempos muertos, silencios y sobrentendidos que dificultan el visionado y te trasladan a un mundo del cual no te hace partícipe, ni te da sus claves. Es como si todo lo relevante ocurriera fuera de campo y tuvieras que imaginarte lo que no hay, lo que no ves, lo que no entiendes.

El interés estriba en que la mirada clínica, fría, casi quirúrgica de la directora ofrece un sinfín de situaciones que por su mera acumulación acaban configurando un tapiz sonoro sobre el que resalta todo lo que nos hurta a la mirada y oculta a la narración. El rompecabezas laborioso va configurándose escena a escena, que en sí mismas carecen de mordiente o de peso o de interés, pero la suma tenaz de los episodios arrítmicos nos va ofreciendo un mosaico de lo que pudo ser y no fue, de lo que hubo. Vacío y vacuidad. Y queda un regusto áspero a descalabro, a esterilidad, a acorde inconcluso, a pozo sin fondo. La sima del naufragio tiene olor a azufre infernal pero sin la teatralidad ni el histrionismo del melodrama.

Quizás demasiado larga e irregular, demasiado glacial e impasible, propensa a insuflar abulia en vez de energía, deja insatisfecho y con la sensación de que para semejante viaje no hacía falta tanto trasiego infecundo.
[Leer más +]
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Music Sounds Better With You.
Eden a ratos roza la sublime y en ocasiones –las más- se convierte en tangencial a lo mediocre. Es la aguja que recorre los surcos de ese maxi fulero que su protagonista pincharía en cualquiera de las fiestas de su ruinoso club que resulta sonar a algo que no es un doce pulgadas de Roulé Music. El sello de Thomas Bangalter, el listo y válido de los Daft Punk, no aparece a través de sus sonidos en ninguna ocasión durante todo el metraje, y eso es de llevarse las manos a la cabeza. No por fetichismo mío ni por afán de conferir cierta verosimilitud a lo narrado –que en cierta manera es deseable en la medida que Eden recoge las vivencias del hermano de la directora, Mia Hansen-Love, e intenta enmarcarlas en su contexto temporal y geográfico, la Francia noventas que viese nacer, despuntar y exportar el french touch, subgénero house -, sino por ver dónde apuntan las intenciones de su responsable. Esas reflexiones sobre lo cíclico del tiempo –evidenciadas con la repetición de pautas de costumbres en las novias del protagonista-, ese querer invocar una suerte de eterno retorno con leves variaciones en sus patrones tanto para modas musicales como vivencias humanas, se podría haber expuesto de forma bien simple y congruente con lo acontecido en Francia soltando los dos maxis de Roulé que se fundamentan en la repetición ad infinitum de un loop con leves matices de inicio a fin, el So Much Love To Give de Together y el Together de idéntica formación. Thomas Bangalter parece haber dedicado gran parte de su labor en la ingeriería del baile a demostrar que pequeños miniciclos forman un todo condenado a repetirse, que inicio y final están más próximos que separados, algo que luego enunciaría con el One More Time de Daft Punk en modo autoconsciencia –que sí que suena en el film- y que con Get Lucky ya remacharía, pues allí enuncia un ”all ends with beginnings” del todo inequívoco mientras construye música del siglo XXI usando la de 4 décadas atrás. Y que todo esto del tiempo también lo enuncia mejor que Mia Hansen un fragmento del Finally de Kings Of Tomorrow que ella deja sonar sabiamente, ”times marches on never ending”.

En cierta manera similar a la enorme 24 Hour Party People de Michael Winterbottom (en cuanto a usar para narrar a alguien que no fue el gran protagonista en un momento y escena musical relevantes pero que sí que estuvo allí desde el principio, durante y en la caída), los paralelismos no son pocos entre ambas, si bien esto se debe a que cada boom sociológico musical a partir de mil novecientos cincuenta presenta respecto a cualquier otro comprendido entre dicho periodo y hoy día una infinitud de similitudes, o mejor dicho, unos elementos diferenciadores que tienden a cero. Pero mientras Michael reflexionaba sobre la construcción de las leyendas y los mitos usando la cultura pop reciente británica, Mia Hansen aporta cero, a lo sumo un chiste chusco y arquetípico de puro manido (que si es de forma autoconsciente para ir en línea con eso del tiempo entonces chapó), el que se da cuando la vieja se cruza con Paul llegando por la mañana y le reprende por joven sin saber que es viejo –vueltecita de tuerca fulera ahí- y el momento gente hablando del Showgirls de Verhoeven, casi más un desencadenante de guiños y codazos al cuadrado que un ubicar de forma inteligente la trama en un contexto temporal dado, porque si esto lo haces a lo ella, es decir, tras haber puesto el típico intertítulo de rigor ubicando el año de la acción, un poco patán sí que eres. Lo mismo con el pizarrín y los subrayadores, modo mierder de mentar a Marker insinuando que vas a cascarte una reflexión de las suyas y luego el resultado es este.
[Leer más +]
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Evolución
Son los años 90. La música evoluciona a pasos agigantados y con ello, jóvenes que un día sueñan en triunfar dentro de la tendencia que impera en ese momento. Estoy hablando de la música electrónica – del French House-, de esa que inspiró a tanta gente e hizo que surgieran los primeros maestros de ceremonias en las discotecas. Y es en este contexto es donde Mia sitúa a su protagonista, basado en la vida de su propio hermano, Paul, un joven que quiere ser DJ.

La película adopta un relato episódico, con títulos en cada una de las partes, para contarnos cómo va evolucionando la vida de Paul. Así , comienza en los años 90, cuando era un joven aspirante y tenía un gran futuro por delante, y termina en el 2013 con muchas experiencias vividas.

Mia no quiere que nada sea artificial. Nos muestra todo para que no falte nada. Vamos a presenciar todas las etapas por las que pasa Paul. Desde que empieza creando música en su casa hasta pinchando en macrodiscotecas en el centro de Nueva York.

Es una película que trata sobre el ascenso y la decadencia. Cuando todo parece conseguido, un simple hecho puede derrumbar todo lo que has hecho. Y es que al igual que los humanos evolucionamos, la música también sufre este proceso. Un artista siempre ostenta en sus manos una bomba de relojería, que no es otra que la moda. Debe ir modificando su estilo en función de lo que quiera el público imperante.

Eso es lo que le ocurre a Paul una vez entrado en el siglo XXI, que se niega a cambiar. Tanto artísticamente como psicológicamente (y físicamente). De joven te gusta experimentar – tal vez por ello se metiera en el mundo de la música electrónica-, probar cosas nuevas, encontrarse en lugares distintos, con otro ambiente; pero eso no puede durar toda la vida. Paul comete el error de no querer madurar, de romper relaciones y cambiar de mujer cada poco tiempo, de estar consumiendo droga interrumpidamente durante veinte años, de solo querer perseguir sus sueños sin preocuparse de la realidad , y por ende tirar su formación académica, de querer seguir viviendo en pisos de una sola habitación, de depender de su familia. No es casualidad que lo único que vemos evolucionar en la película sean las cosas materiales. Al fin y al cabo, Paul se sigue comportando como un adolescente.

Tal vez el problema de la película está en ese trato tan realista que se le da. Intenta ser un relato generacional de que aquellos jóvenes que vivieron en los 90, pero siempre desde una perspectiva objetiva y alejada. Mia se excede en mostrarnos todo de la vida de Paul pero se le olvida darle el mismo trato al contexto donde se sitúa el joven; no hay ni siquiera ecos de nostalgia.Lo que no falta son los silencios, los tiempos muertos y los momentos reiterativos que impiden que la película coja garra. Más de dos horas de duración que pueden ser largas.

https://cinedeautorblog.wordpress.com/2015/09/22/eden/
[Leer más +]
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Generación 'garage'
Hansen-Løve, una de las voces más creativas e interesantes de la actualidad, ha diseñado su cuarta película a modo de homenaje a su hermano, un músico que vivió un periplo similar a la evolución que sufre el protagonista de 'Eden'. Con todo, la cinta supera sus referencias personales, culturales y musicales, y se impone como una descripción mayor: el retrato de toda una generación de 'peterpanes' que se niegan a crecer, que viven el presente sin pensar en el mañana... hasta que el paso del tiempo da un vuelco a todo.

Junto a todo lo dicho, Hansen-Løve hace gala de su repetido amor por los procesos creativos y artísticos: basta comparar 'Eden' y su febril descripción de la pasión por la música y los tejemanejes de la industria musical con el peso que tiene el cine en el protagonista de 'El padre de mis hijos' para darse cuenta que estamos ante dos films con bases idénticas, aunque en un principio pueda parecer que 'Eden', precisamente por remitir a una órbita juvenil, es mucho más intrascendente. Al fin y al cabo, los mejores directores son los que demuestran una gran capacidad de adaptación a distintos ambientes y personajes, siempre sin traicionar sus señas personales: eso es precisamente lo que define la escueta pero prometedora trayectoria de Hansen-Løve, y ese es además el detalle que hace de 'Eden' una película tan especial.

Hansen-Løve no es la primera ni la última que habla de los estragos del tiempo, pero la expresión de ese tiempo resulta muy singular. Su mensaje es crudo, nada rompedor, bastante obvio incluso, pero sorprende por su envoltorio. Formalmente, Hansen-Løve consigue que su película resulte chispeante, tan hipnótica como una noche en una sala de fiesta. El espectador se imbuye tanto del ambiente desfasado y nocturno que dibuja la película en sus espléndidos planos secuencia que a mitad del trayecto, cuando la película da un bofetón con la mano plana a su protagonista, cuando la narrativa pasa de la borrachera a la resaca, el quiebro resulta doloroso.

'Eden', en último término, habla de algo muy complejo: de cómo nuestras pasiones pueden paradójicamente eclipsar nuestras vidas, destruirlas, vampirizarnos; de cómo la búsqueda del edén utópico del título, de un hedonismo imposible, acaba por desvirtuar nuestro camino y distanciarnos de nuestra esencia. En resumen, una película aparentemente pequeña, pero rodada con estilo y sensibilidad. Hasta la fecha, la mejor película de Hansen-Løve.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
[Leer más +]
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Soporífera. Monótona. Insustancial.
Voy a ver esta peli animado por las buenas críticas. El comienzo es prometedor, unos jóvenes acuden a una rave semi clandestina. Empiezan a pasar minutos de metraje: un joven quiere ser DJ. Escenas de disco y música house. Saludos a los colegas. Se meten porros y coca. Tiene una novia más bien sosa. Pasan más minutos de metraje. Un joven quiere ser DJ. Escenas de disco y música house. Saludos a los colegas. Se meten porros y coca. Tiene otra novia más bien sosa. Pasan más minutos de metraje. Un joven quiere ser DJ. Escenas de disco y música house. Saludos a los colegas. Se meten porros y coca. Tiene otra novia más bien sosa. Pasan más minutos de metraje. Un joven quiere ser DJ… Miro el reloj. Vamos por el minuto 56. Bostezo.

Os podéis ahorrar el resto… y toda la película.
[Leer más +]
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
French House
Mia Hansen-Løve nos sumerge en el fenómeno de la música French House a partir de las vivencias de su hermano Sven, con quien escribe el guión, para narrar el ascenso y la caída de un joven DJ parisino a lo largo de dos décadas.
El filme arroja una interesante reflexión sobre la cara B del mundo de la noche, además de visitar algunos de los temas predilectos de la realizadora, como el consumo de drogas, el transcurso del tiempo, la literatura y la muerte. Asimismo cabe mencionar la presencia autointerpretativa del dúo Daft Punk, de quienes suenan varias canciones.



"La mezcla máquinas-voces. El lado robot de la música electrónica y la calidez del soul."
[Leer más +]
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cultura de club
Obra mayor, pero igual de hermosa que los trabajos anteriores (especialmente "Un amor de juventud") de esta siempre interesante directora francesa. Aquí, con un distanciamiento que huye en comunicar un mensaje directo, sin querer ser frío pero nada condescendiente, se ofrece un retrato del ascenso y caída de un dj en el París de dos décadas pasadas. A algunos igual les puede resultar, este distanciamiento, frío y nada pasional, pero significa el fiel retrato de un mundo caótico y cuyo desenfreno es la rapidez de cómo cuenta la realizadora los hechos que se transmiten.
Trata de dos djs que pinchan música garage y deep house, como música en un mercado por descubrir. Se habla también de cómo los auténticos triunfadores del mundo tecno de esos días son, los también franceses, Daft Punk, que se llevan todos los elogios, mientras la pareja protagonista cae irremediablemente en un pozo sin fondo, propio de las necesidades de mercado y la avidez de un público que no les pertenece.
Por supuesto, muy buena banda sonora, buenos intérpretes y hermosa película, además de diferente. Todo un logro.
[Leer más +]
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Melancólica, a la vez que vibrante.
Es bastante lamentable, pero ha llegado el Festival de San Sebastián sin que me haya puesto al día con la filmografía, breve todavía, de la directora francesa Mia Hansen-Love, realizadora que en los últimos años se ha ganado cierto prestigio entre un sector de la crítica festivalera tras su paso por algunas secciones paralelas del Festival de Cannes, o, incluso, de algunos festivales nacionales como los de Valladolid o Gijón. Con su última película, y esperada, película, Eden, Hansen-Love ha llegado a la cita donostiarra generando unas expectativas muy altas entre la crítica, puesto que Eden prometía ser su película más ambiciosa hasta la fecha. Y tal, según leo, vez lo sea.
No puedo contextualizar Eden dentro de lo que, hasta ahora, ha sido su carrera como directora, pero Hansen-Love deja bastante claras sus intenciones a la hora de retratar como ha sido la evolución de toda una generación (la mía, que no la suya) en los últimos veinte años. Una mirada desapasionada a una generación a la que, seguramente, el paso de la juventud a la madurez nos ha pillado mirando hacia otro lado y pensando que eso era algo que nunca nos iba a pasar.
Para ello Mia Hansen-Love se centra en un ambiente muy concreto, el de la música electrónica en el París de los primeros años noventa, y la sigue hasta la actualidad. Supongo que los expertos en el asunto podrán matizar mucho más el contexto musical en el que transcurre la historia, pero aun así es un mundo facilmente reconocible para quienes teníamos dieciocho años por aquella época.
La historia se centra en Paul un jóven DJ, coetáneo de los famosos Daft Punk, que, junto a un amigo, está empezando a introducirse en ese mundo. Y lo consigue. Y triunfa. Buena vida, chicas, drogas, Nueva York. Y pasan los años, pasan las chicas, siguen las drogas, y cambia la música. Y hay que aceptar que el tiempo no pasa en balde, que hay que afrontar nuevos retos, y encarar la vida de otra forma. Y eso no siempre es fácil. Es más, hay veces que es muy difícil.
Mia Hansen-Love refleja todo esto de manera sutil, pero distante, desapasionada como he dicho antes. Solo la música, magistralmente filmada por la directora, hace vibrar la pantalla. Afortunadamente hay mucha música y la pantalla vibra mucho, y nosotros con ella.
No es hasta el final, como en la vida (pienso en esa última escena de Patricia Arquette en Boyhood), que tomamos conciencia de lo que significa el paso del tiempo, y entonces todo adquiere otra dimensión. La melancolía, que no tristeza, se apodera del espectador (o al menos lo hizo conmigo) y es muy difícil no emocionarse con ese último plano de Paul que cierra la película. Y yo me siento un poco Paul en ese momento, aunque nunca haya sido DJ ni nada parecido.
[Leer más +]
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Eden
Primera parte..., ¡soy el rey del mundo!, todo a mis pies, todo a mi alcance; segunda parte..., el titánic se estrella y hunde, como un peón más debo nadar y aguantar a flote para no acabar demente y congelado. Dos caras de una misma moneda; triste final, para un Edén, de inicio tan prometedor.
¿Dónde quedó el sueño por el que tanto peleaste?, ¿en que se convirtió?, ¿cómo te transformó?, ¿dónde terminaron tantas ganas e ilusión?, ¿acabó destrozado en devastador calvario?, ¿hubiera valido la pena no tener ninguno y no sufrir la humillación de intentarlo y estrellarse?, ¿o no hay nada de qué arrepentirse?
Está claro que si eres un amante de la música electrónica disfrutarás más de pleno de esta historia, de su auténtico corazón de incesante ritmo y melodía aunque, no es requisito indispensable para hacerte con ella y apreciarla pues, al fin y al cabo, es la narración evolutiva de quien tenía una meta y fue a por ella, creencia en sí mismo de su talento y posibilidades, convicción de futuro y triunfo, seguridad y esperanza de trazar su propio camino, estructura que se va observando en su evolución, desde la presentación de "Cheers" y su "paradise garage", hasta su perdición y extenuación en la misma música que, años antes, había sido inspiración de creatividad, orgullo de sentimiento de pertenecer a una dolce vita parisina que, en realidad, acaba engullendo a todos sus integrantes.
Ideas, formas, conceptos nuevos, invención, interpretación personalizada, aventura de un grupo de inspiradores que viven la noche en profundidad, que aspiran con energía cada segundo del día y que están convencidos de tener algo importante que decir, que hacer y que aportar al mundo, dogma de fe para ir por su ruta, sin oír consejos en contra, aunque éste les lleve directamente a la desolación y ruina tanto espiritual, corporal como económica.
Sin necesidad de ser amante de la música estrella, ni experta conocedora de su riqueza, ello no impide apreciar esa confrontación de la realidad cuando la quimera expone sus cartas inalcanzables, frustración de reconocer la trabajosa hazaña realizada, todo el esfuerzo, empeño y coste emocional de la inversión y el desgaste de valor padecido, reflejado a través de las distintas e infructuosas relaciones que experimenta el protagonista, a lo largo de sus diversas etapas.
Mia Hansen-Løve ofrece una fotografía generacional, serena, fluida, jovial y descriptiva de un crecimiento arduo y difícil, el que supone abandonar el cuento de cenicienta y afrontar que no hay premio ni castillo, sólo deudas a pagar, trabajo a buscar y rehabilitación que comenzar, brillante expedición que atraviesa momentos sombríos, de gloria, de confusión y de nostalgia, mezcolanza de adrenalina que al no hallar más iluminación y arrebato, acepta su porvenir, así como el devenir de sus actos.
La consumes con entereza, con visión curiosa -que no intrigante- de a dónde va aunque, no hay implicación estimulante ni complicidad apasionada, visión cómoda y relajada que expone el desarrollo y progresión de un joven que quiere comerse el mundo, pero cuyas fuerzas se ponen a prueba, y cuyos agravantes ya no son excusa para comportarse como un ridículo adolescente, entrado de lleno en la madurez, irresponsable.
Intimista y vital en cuanto al conjunto de personajes, en cuanto a su unión y relación de amistad, con gustoso ambiente progresista y un argumento sólido de reconocible espíritu y palpable esencia de lucha por lo que se quiere, de apostar todas las cartas a ese caballo ganador que eres tú y en quien crees a ciegas, tu valoración será imparcial y distante pues no te involucras ni te dejas arrastrar por sus sueños y locuras, neutralidad pasiva de quien saborea pero no se emociona ni entusiasta y, aún así, es capaz de valorar la tarea.
Su trabajo es concienzudo y loable, la sentencia positiva sólo que sigues acomodada, sin alteración ni garbo después de su disfrute, vamos ¡que eres el que está en un rincón de la discoteca, sin bailar ni participar de la fiesta!, a pesar de admitir que es un gran local, de música estupenda y ambiente genial.
¿Qué contarás cuando te pregunten qué tal la noche?, pues gente novedosa, atmósfera estupenda, simpatía de libertad sin ataduras y atrevimiento de probar experiencias sin lamento pero, no era mi rollo, no logré aclimatarme, únicamente les vi llegar, actuar y pasar, aplaudí pero sin enmarcarme en su proyecto ni participar de su aventura; ¡vamos, que seguí todos sus pasos y estimé su invitación!, pero no logré despertar el anhelo y afán por irme de marcha con ellos y tomarme unas copas, aunque eso sí, no niego que todos eran geniales y que deberías conocerlos.
¿Entonces?, un living la vida loca, interesante pero ¡que no va conmigo!

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Evolución de la música garage
Mia Hansen-Love se ha convertido en una de las directoras francesas más prometedoras con sus anteriores títulos: "Todo está perdonado", "El padre de mis hijos" y "Un amour de jeunesse". Su último estreno, que estuvo presente en festivales internacionales importantes como San Sebastián o Toronto, es el más personal y ambicioso de la realizadora hasta el momento, ya que toma como referencia la figura de su hermano DJ (que firma junto a ella el guión), para hablar de la evolución de la música electrónica desde los años noventa hasta los últimos años, de la mano de un joven, Paul, que da los primeros pasos como discjokey.

La película abarca desde sus inicios complicados formando un dúo con un amigo en el estilo garage (parecido al house) en discotecas de París hasta la cumbre que tuvieron en Nueva York, para luego darse cuenta de que su estilo derivaba a la música electrónica más potente que ha triunfado en la década del 2000. A su manera personal, original, aunque también algo repetitiva, la directora hace un retrato del proceso de auge y caída de un joven peterpan que a los treinta años debe cambiar de estilo de vida. Hay pocas propuestas parecidas a "Eden", Hansen-Love consigue una cinta donde los personajes se mueven con mucha fluidez aunque detrás haya una planificación, cosa que hace que las más de dos horas de metraje, divida en dos partes, transcurran de manera amena y entretenida. También logra llegar a transmitir el éxtasis que sienten los aficionados a este tipo de música en las escenas en las discotecas. En la sala en la que vi el film, había gente mayor que quizás no le gustó mucho este tipo de estilo musical, pero es probable que se haya quedado con la lectura más allá de unos personajes que vivieron el presente intensamente y que tiempo después tuvieron que replantearse sus vidas. Ahí reside una de los aspectos más interesantes de la película, que captura a una generación de jóvenes y el paso del tiempo que les afecta. Además, la cinta cuenta con un reparto de actores atractivo: el protagonista Félix de Givry, adecuado como el buen chico de sonrisa de buena persona al que parece que no pase el tiempo porque no madura mientras su estilo musical y los que están a su alrededor sí lo hacen (como su primer amor), Pauline Etienne como una de las parejas más estables de Paul, Hugo Conzelman como el amigo del protagonista que forma el dúo de dj's, Vincent Lacoste, Vincent Macaigne, Greta Gerwig (como la antigua novia norteamericana), Brady Corbet y Golshifteh Farahani (la última compañera de Paul, vista en films como "Red de mentiras" y "La piedra de la paciencia").

En definitiva, esta es una de las películas más logradas de Mia Hansen-Love junto con la anterior "Un amour de jeunesse", que hace un excelente retrato generacional desde cierta distancia con melancolía, que gustará sobre todo a los que crecieron escuchando música electrónica.

Valoración: 8
Lo mejor: la fluidez en la realización y las canciones.
Lo peor: que eche para atrás a los que no les guste la música DJ.

http://josh-cine.blogspot.com.es/
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El sueño de los noventa
La directora francesa Mia Hansen-Love se confirma como una de las fuertes promesas del cine europeo con este nostálgico viaje nocturno a los 90 y a la música de una generación.

Tras su valoradísima Un amour de jeneusse, Hansen-Love nos propone un viaje generacional a los 90 con los inicios de la música House, sobretodo la vertiente del garage que tanto marcó las noches de los noventa.

Seguimos la juventud de un DJ de esos años, de sus relaciones y de los cambios que el mundo a su alrededor producirá; siendo más un retrato sobre esa caída en la triste realidad de la madurez que de la melancolía de una época.

Una película particular, visualmente acertada y autoconsciente, subrayado por aquella inolvidable banda sonora de la década (especial presencia de los Daft Punk) y por unos personajes en los que es fácil identificarse, redondean esta notable y poética mirada a la vida juvenil y a la decepción de la madurez y el inexorable paso del tiempo.
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Paraísos cerrados
‘Eden’ es el cuarto largometraje como directora de la francesa de origen danés Mia Hansen-Løve, que empezó su andadura en el cine como actriz de la mano de Olivier Assayas (que se convertiría en su pareja) en ‘Finales de agosto, principios de septiembre’ y ‘Los destinos sentimentales’. Tras unos años escribiendo críticas en Cahiers du Cinéma dio el salto tras las cámaras en ‘Todo está perdonado’, para continuar con ‘El padre de mis hijos’ y ‘Un amour de jeunesse’. Si en ‘Un amour de jeunesse’ se inspiraba en sus propias vivencias como adolescente, en ‘Eden’ Hansen-Løve recurre a la experiencia de su hermano mayor Sven como DJ para una crónica que hace bueno aquello de que la vida es lo que sucede mientras hacemos planes.

Cuenta Hansen-Løve que le costó bastante encontrar financiación para ‘Eden’, pues muchos productores arrugaban el ceño cuando veían esa historia de un DJ de perfil bajo, que nunca alcanza las mieles del éxito y que tampoco protagoniza grandes momentos de catarsis. Porque el que espere grandes fiestas discotequeras llenas de gente hasta arriba de drogas y música machacona y luces de neón a tope ya se puede ir olvidando de ver esta película, ya que el enfoque de su directora es mucho más minimalista. La acción abarca dos décadas, entre 1992 y 2013, en las que asistimos a los avatares vitales de Paul (Félix De Givry), un joven que quiere buscar su hueco en el mundillo de la música electrónica cuando esta empieza a bullir. Sin embargo, muchos son los llamados y pocos son los elegidos y Paul verá como su sueño se estanca mientras un par de chavalines tímidos que empiezan al tiempo que él acaban logrando el toque definitivo. Ellos son Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo o, como se les conoce artísticamente, Daft Punk. Muchos conocen a Daft Punk por canciones que han sido emitidas mil veces por las radiofórmulas, tipo “One More Time” o “Get Lucky”, pero los músicos (ocultos tras unos cascos robóticos) han hecho grandes composiciones, influidos por el funk, el house y la música disco. Y para el cine han compuesto la estupenda banda sonora de ‘Tron: Legacy’.

Pero mientras aparecen unos Daft Punk muchos otros se quedan por el camino y eso es lo que le sucedió a Sven Hansen-Løve en la realidad y a su álter ego Paul en ‘Eden’. A lo largo de las dos horas de metraje asistimos a sus evoluciones como DJ y su apuesta por el garage house en fiestas no demasiado concurridas. Entretanto, va distrayéndose con numerosas relaciones amorosas que no llegan a buen puerto (como la que mantiene con el personaje interpretado por la estadounidense Greta Gerwig, en una aparición especial), coquetea con las drogas, asiste a la suerte dispar de sus compañeros y amigos (con los que llega a mantener un debate sobre la importancia cultural de ‘Showgirls’) y aguanta los reproches de su madre, que le insta a tener un trabajo “normal”, en el que pueda ganar un dinero que no le está dando la música.

El final de la película no puede ser más descorazonador, cuando en la sencillez de unos pocos planos que no necesitan de mayor explicación está resumida la situación en la que se ha quedado el personaje después de dos décadas de ilusiones. Paul ha querido cumplir esa máxima de mantenerse fiel a los propios principios para triunfar, pero el resultado no ha sido precisamente el esperado. Mia Hansen-Løve no comparte los mismos intereses creativos que los hermanos Coen, pero viendo ‘Eden’ no pude dejar de pensar en el paralelismo que tenía con ‘A propósito de Llewyn Davis’, en su retrato de un muchacho empeñado en hacerse un hueco en el género musical que ama y encontrándose con un panorama en el que su talento no es tomado muy en serio. Si en la cinta de los Coen Llewyn Davis veía de refilón a un debutante Bob Dylan, aquí a Paul le pasa lo mismo con unos Daft Punk que llegarán a donde él ansía.

Eden’ es una destacable muestra de la carrera de una directora que se está especializando en hacer cine sobre la decepción en sus diversas facetas, así como sobre el poder del amor, ya sea a otras personas, a un modo de ver la vida o a una profesión. Todo ello retratado de forma impresionista, con cierto distanciamiento pero entendiendo a todos sus personajes. Del mismo modo que entendía la difícil relación entre el padre y la hija de ‘Todo está perdonado’, al productor cinematográfico de ‘El padre de mis hijos’ (que pasaba dificultades para estar con su familia, a pesar de que nunca estaba en compañía de grandes estrellas ni asistía a grandes estrenos) y a la Camille de ‘Un amour de jeunesse’, lejos de ser protagonista de espectaculares amores sin fin. Por eso sus personajes no dejan ser una extensión de la propia realizadora. Porque Hansen-Løve entiende que en la vida no suelen tener lugar los prodigios del cine y así lo quiere retratar con su cámara, a través de sensaciones, aún a costa de que esa visión anticlimática le pueda aburrir a alguno o le ponga a ella misma en dificultades para lograr financiación.
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EDEN: LOST IN MUSIC
EDEN: LOST IN MUSIC

UNA CRÍTICA DIFERENTE.
Una mirada al cine desde el punto de vista de sus personajes.

1992

CYRIL: "Escucha."
PAUL: "¿Qué?"
CYRIL: "El silencio."

Amanece. La mañana es lo único que puede acallar el sonido de los altavoces. El ritmo aún golpea el tímpano, lo hace vibrar. La noche queda atrás para Paul. El club ha cerrado sus puertas. La oscuridad se diluye entonces bajo los primeros rayos de luz. El sudor se evapora y deja la piel fría. Regresar a casa andando está bien. El sonido de los pasos. También ahí. El ritmo.

Sábado es un lugar en París. Al llegar la noche, alguien ha organizado una rave en el margen legal que desborda una juventud excitada por el consumo. Paul busca las coordenadas en Radio FG. El extrarradio de París. Allí comienza el Edén para Paul.

A la mañana siguiente, de regreso en el vagón de metro, el ritmo continúa en los oídos, acallando la realidad, el respirar metálico de la máquina que les lleva de vuelta a casa. Sentado justo enfrente de él, Cyril dibuja en su bloc el bosquejo de ese instante. El bosquejo es un silencio contenido y, de igual manera, un espejo de papel.

PAUL: "Nos encanta la mezcla de máquinas con voz. Lo robótico de la música electrónica con el calor del soul."

1995

Los sentimientos repletos de generosidad y los desencuentros afectivos se suceden en el giradiscos, el plato da vueltas y vueltas, y allí van sirviéndose los vinilos. Uno detrás de otro. Nada pude girar eternamente. Ni siquiera el sentimiento más profundo. Julia, la amante de Paul, no es expulsada de París. Su carta de despedida, en manos de Paul, es la negación de un futuro juntos. Julia se convierte así en una novela que nunca será escrita. Ella es el papel en blanco de lo que pudo ser. Una excusa más para dejar a un lado el sueño de Paul de ser escritor.

Las amantes se suceden en el giradiscos. Una detrás de otra. En un ‘tal vez’ tan suave como un ‘fade out’ infinito.

1997

PAUL: "Es el tipo de música que nos gusta, entre la euforia y la melancolía."

Y mientras Cyril profundiza en su arte, Paul gira en la superficialidad de los surcos de un vinilo, dentro de la cabina del DJ.

1999

Arquitectura del sonido. Un negocio. La música mueve más cosas. Las copas, sí. Y luego, también, bajo la barra…

La fiesta es una larga fila de gente haciendo cola a la entrada de un club. ‘Paris is in the house’, sí. Por eso Cyril dice lo que hay que decir. “Me aburres”. Eso dice Cyril.

París es un estado de excitación. Un surco en un vinilo de polvo blanco. Paul lo sabe. Reconoce en el camino artístico de Cyril la senda que él debería haber intentado transitar. “Me gusta. Es menos realista, más emocional”. Eso afirma del trabajo de Cyril. Una emoción nacida del pensamiento. Cyril ha quedado atrapado en su propio espacio creativo, en los recuadros de cada uno de sus dibujos, mientras Paul continúa renunciando al suyo.

El destino trágico de Cyril acelerará en Paul el ritmo de su giradiscos. Una raya de cocaína sin fin convertida en una espiral blanca de vinilo. Un aguja de diamante que pulverizará todo sentimiento. Sin embargo, lo que la droga deja atrás no es una tierra quemada, es un estado de euforia. La melancolía como una caja de ritmos; sólo hay que encontrar el adecuado.

2003-2006

El negocio sigue siendo una mesa llena de billetes al final de la fiesta, cuando ya la música ha terminado.

MARGOT: "Necesito seguridad. Tú no me la das."

2008

LOUISE: "No creo que quiera un DJ desfasado."

Un DJ desfasado. ¿Hay algo peor que uno pueda decirle a un DJ? Esta es la historia de amor entre Paul y Louise. Dos corazones desfasados. Cuando ella decide finalmente desconectar el giradiscos de esta historia, le revela algo a Paul. Tras la revelación, ha llegado el momento de la redención. “Tal vez sea mejor no ser nadie”, piensa Paul.

2013

“Todo es ritmo. / Desde la puerta cerrada / a la ventana abierta. / Las estaciones, la luz del sol / la luna, los océanos / el crecimiento de las cosas / (…) El ritmo que proyecta su misma continuidad / sometiendo todo a su fuerza. / De la ventana a la puerta /del techo al suelo. / La luz con la que se abre. / La oscuridad con la que se cierra.” EL RITMO, Robert Creeley (1926-2005)

Más críticas diferentes en:
https://unacriticadiferente.wordpress.com/
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Falta enjundia
El relato de la vida de DJ en el París de los noventa y los albores del nuevo siglo adolece de aspectos colaterales y falta de profundidad: hasta en el contexto de cualquier ciudad de provincias se podrían contar historias más jugosas que lo narrado en esta película. Y no sólo eso: el protagonista, presuntamente, se debate entre la literatura y la música, sin que se manifieste en ningún momento un conflicto interno en su propio ego a la hora de establecer prioridades. La narración economiza al máximo cuestiones colaterales de alguien que desarrolla su actividad en el ámbito nocturno: rivalidades con otros dj’s, inseguridades “artísticas”, tentaciones de dejarlo todo, conflictos con camellos, mayores problemas con las drogas, conflictos con promotores de conciertos… Se citan ciertos “problemas” familiares y sentimentales, pero con una frialdad que distancia irrevocablemente al espectador de la película. A pesar de ello, hay una paradójica sombra de verdad en torno a esa narración aparentemente insustancial (y, por supuesto, alejada de todo tono “amarillista”); un verismo en algunos apuntes de la historia que puede provocar una desazón en quienes, en alguna medida, se sientan cercanos a esta historia. Ahora bien, como podrán comprobar en El porvenir , Mia Hansen-Løve es una directora maravillosa.
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Madurez electrónica
Probablemente porque está escrita junto a su hermano, Sven Hansen-Løve, un DJ cuyas experiencias sirvieron para esta película, situada en plena eclosión de la música electrónica francesa (donde Daft Punk y su ascenso ofrecen una cronología espaciotemporal mítica)-, Mia Hansen-Løve no fracasa del todo.

Porque su hermano vivió la época y hay un afecto tremendo en la mirada al antihéroe al que da vida Félix de Givry. Pero la tonalidad es edificante: hay que madurar, pasa el tiempo, no puede uno quedarse atrás. Y esa tonalidad edificante no es el relato de una rehabilitación, ni siquiera de las prácticas o promesas de la juventud
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Biografía de un disc jockey.
La acción de esta película se desarrolla entre 1992 y 2013. Narra la vida de Paul, un disc jockey de música 'garage house', desde que tenía 15 años, época en la que el protagonista ya era un apasionado de ese tipo de música, hasta sus 37 años. Filme biográfico de Sven Hansen-Love, coguionista y hermano de la directora del mismo, ex dj y actual escritor.

Mia Hansen-Love, en la dirección de su cuarto largometraje, introduce al espectador en el mundo de la música electrónica, en sus conciertos y en el ambiente en que viven el dj protagonista, sus compañeros y amigos. No se trata de un retrato juvenil, ni tan siquiera de los aficionados a ese tipo de música, se trata de una biografía, la de su hermano, adaptada con mayor o menor fidelidad a la realidad, hecha con un alejamiento emotivo absoluto, limitándose a narrar unos hechos que divide en dos partes, una hasta 2008 y la otra hasta el final. Narración de una vida artística, desde su nacimiento, a la par que la vida personal de ese joven, metido en su mundo profesional, que para él parece absoluto, acompañado en todo momento por las drogas, sobre todo por la cocaína, y por sus sucesivas novias. Un ser, Paul, que parece incapaz de madurar, si bien la realidad de la vida se le mostrará terca, como a todo el mundo, y la tendrá que aceptar y acomodarse a ella.

La dirección de Hansen-Love resulta bastante meritoria, todas las escenas están muy bien rodadas, incluidas las de los conciertos. Al haber de su trabajo hay que añadir el acierto de la toma de distancia sobre lo que cuenta sin juzgar en ningún momento (está bien que alguna vez se considere al espectador maduro para sacar sus propias conclusiones), aunque alguien pueda considerar que esta forma de dirigir resulta fría. En su debe hay que señalar que la primera parte en la que divide su obra pesa más, en el metraje, que la segunda (hay una evidente desproporción en la duración de las secuencias de la primera parte respecto a las de la segunda) lo que resulta desigual en cuanto a la importancia de lo narrado en cada una de ellas. Por otro lado se hecha en falta un mayor ejercicio de síntesis a la hora de escribir el guion.  

Por último, señalar la magnífica fotografía de Denis Lenoir y el excelente montaje de Marion Monnier.
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Eden: Lost in music
Mia Hansen-Love demuestra saber contar una historia en imágenes y diálogos. El caso es que no lo tiene nada fácil ya que al abordar un tema muy específico (la música electrónica, más concretamente el estilo garaje) es fácil caer en un peaje de referencias que tan solo interesan a los más fanáticos del tema.
Aquí Mía, sabe manejarse. La historia crece en interés seas o no aficionado, te sientes atraído por Paul sus vicisitudes en temas tan universales como el amor, la fidelidad a lo que él cree, las relaciones de familia, amigos, el dinero, en fin todo lo que en la vida nos rodea a cualquier mortal.
Toda esta aventura de Paul está reflejada de una forma sutil, mostrando situaciones, personalidades, apenas esbozadas, de los numerosos personajes que entran y salen en la historia todo ello generando una deriva en su vida que está marcada por la fiel unión a sus ideas musicales.
Mia H. no dramatiza, no hay culpables a los que señalar, ni el difícil tránsito a la edad adulta, ni las sustancias recreativas las muestra culpables, están ahí con su protagonismo implícito.
Su personaje principal es atípico a lo que nos podemos suponer de un pincha discos frecuentador de la noche. Su directora nos lo muestra profesional, entusiasta, sin encumbrarse como una estrella del rock, casi podíamos definirlo de serio y apático, construcción que Mia Hansen ha sabido pergeñar sin tragedias disonantes, sin excesos dramáticos, la propia historia es un drama llevado sin histerismos, bien deslizado en los ojos del espectador sin caer en el supuesto glamour de la vida de un pincha discos y su servidumbre noctámbula.
Encuentro en Eden......una falta de cohesión entre escenas, tiempo y personajes. Sin tener que podar su montaje, de dos horas, si podría mostrarse que las reiteraciones de escenas dejaran paso a profundizar más en algunos personajes y en abrochar no tan fríamente el paso de los años y el nuevo escenario al que la película trasciende.
Espero el siguiente film de Mia Hansen-Love con la esperanza que el listón puesto en Eden Perdido en la música no baje muchos centímetros.
[Leer más +]
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Pachum pachum
De verdad que lo he intentado y he hecho un esfuerzo. Mi música es la de los 70 y la de los 80 hasta finales y andaba en la creencia de que por englobar dos décadas era más rica y variada. Pero es que en el film se abarca desde mediados de los noventa hasta antes del estallido de la crisis actual, esto es, el año 2008 y eso también es un período lo suficientemente amplio como para que se den como mínimo media docena de olas musicales. El problema del argumento de la película es la pobreza de los géneros musicales que abarca. Mucho pachum pachum, ordenador y poca cosa más. Pocos músicos, pocos artistas. Mucha fiesta, mucha coca y poca cosa más

A mi me ha dado por pensar que el secreto de todo esto esta en el hecho de que antes de la era de la digitalización apenas se podía hacer música sin un mínimo de cultura musical. Se podía ser un marginal pero se tenía que saber tocar algún instrumento, las melodías se confeccionaban de forma coral y se necesitaba estar en grupo para poder tirar adelante. En la era digital las máquinas simplifican mucho las cosas, individualiza la tarea y al ponerlo más fácil la obra se trivializa, no se dedica trabajo ni se investiga... El panorama musical se ha empobrecido Para colmo de males la proliferación de los sistemas de intercambio de ficheros per2per ha sido un torpedo en la línea de flotación de toda la industria discográfica, catástrofe más que merecida porque en el fondo los artistas son unos pobres diablos a los que el nadar o no en la abundancia les trae muy al pairo. En cambio se movían auténticas fortunas alrededor de ellos y no me creo que el fin de todo esto fuera muy lícito.

La música es necesaria y es cultura.. Pero el papel que desempeñaba como seña de identidad generacional era un fraude. Los artistas nadaban en oro pero eran inmensamente desgraciados. Títeres de las industria del entretenimiento eran sin querer ídolos de masas cuando en verdad apenas podían consigo mismos. Todo falso. Y es por lo que me alegro que a los directivos de las grandes compañías se les haya caído el castillo de naipes.

Y el talento no desaparece. Basta con dar una vuelta por la ciudad para encontrar músicos callejeros que son una auténtica delicia, o investigar en youtube para encontrar un tesoro de obras muy variado. Creatividad y comunicación entre las gentes. Ese es el secreto. Porque el pachum pachum y el colocón son lo que son y no otra cosa.

Es una película pasable accidentalmente. No creo que su intención fuera poner en evidencia la transformación de la industria musical. Iba más en el sentido de dejar constancia de la fusión y conexión musical entre Francia y el mundo anglosajón.

Otro de los efectos colaterales del avance de nuestros tiempos es que la iniciativa a la hora de buscar géneros musicales y obras viene de la mano directamente del consumidor. No necesita apenas un soporte físico y tiene un espectro inmenso en la red en donde elegir. La relación generacional con la música de cada momento se diluye porque existe más libertad de elección. Quizás la película lo que refleja realmente son los últimos coletazos de ese fenómeno a extinguir.

Ando buscando la anunciada historia de crecimiento del protagonista. Para mi no es más que una pormenorización de la decadencia de quien no sabe valorar en su justa medida las oportunidades que la vida le ha dado. Van apareciendo muchas señales de alerta y él hace caso omiso. Su historia termina cuando lo hacen los medios de los que dispone su familia. No cash no party. Lo veo muy poco digno de mención.
[Leer más +]
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Mil rayas de más...
Francia. Mediados de los años 90. La música techno y los DJs buscan su hueco en las ondas y en las decenas de fiestas Rave donde acuden jóvenes adolescentes mientras experimentan el primer beso y la primera raya.

Era la película del Festival Actual 2015 a la que más receloso acudía. El tema no me atraía a priori y además venía escaldado después de la mala experiencia de la jornada anterior. Con todos esos ingredientes, ahí estaba yo expectante en mi butaca. Y, en efecto, al acabar la proyección unos pocos aplausos se escucharon entre la platea, luego no andaría tan desencaminado de mis temores. La directora Mia Hansen-Løve se pierde entre tantos excesos. Quiere reflejar la evolución de la persona, la mezcla de ilusión y dura realidad, los proyectos que se quedan a medias, las pérdidas que desgarran y te marcan a fuego, las experiencias amorosas, etc. pero llega un punto que no te crees nada y tu intereses por los personajes es nulo, sólo pides que se acabe pronto. Si que es cierto que en algún momento llegas a querer y a identificarte con algún personaje, sobre todo con un enorme Roman Kolinka y con la sufridora Pauline Etienne, pero el protagonista Félix De Givry es un palo, una estaca. Un fallo alarmante del casting que resta muchos puntos a la historia. Y de París ni hablamos…podría estar rodada en cualquier ciudad francesa o del mundo. Tiene una cosa buena eso sí, que te das cuenta de los fallos que comete el personaje y tomarás buena nota para que ni tu ni tus hijos los hagan. Que fácil es hablar de todas formas…

Lo mejor: El suicidio lo llegas a sentir tan cercano, que lo sientes como si fuera el de un familiar cercano. La gira neoyorquina. El momento Brady Corbet, el robaescenas oficial del Festival. Para los DJs en ciernes, puede ser un film referente.

Lo peor: Sobran mil rayas de coca y 20 minutos de metraje de la parte central. Además el final se estira sin sentido alguno, no sabe terminar. Te llegas a perder entre tantos personajes, la mayoría amontonados e indefinidos. Para los que no nos gusta la música “garage”, los silencios se agradecen.

Nota: 5,5/10
[Leer más +]
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Bonita sesión. Me gusta el garito. Pero...
No me he emocionado. No ha sido como una de esas salidas nocturnas en que quedas sin ganas y sin esperar nada y de repente se convierte en una noche épica y de las inolvidables entre tu grupo de amigos. No es una película que se quede en el recuerdo (mucho menos colectivo) con el paso de los años, ni de los minutos, ni que se rememore con nostalgia, con el paso de los días. No es especial, y debería haberlo sido, aunque yo no lo esperara.

– Parte I. Techno (garage)

Acercamiento impersonal, el de Eden, para una persona no amante del género ni de su ruta. Pero claro, esta música lo petó bastante antes de que yo saliera a pimplarme por las noches creyendo que era guay. Ahora la gente lo vuelve a flipar con este género y sus derivados más modernos, no tanto en público como en privado; cuestión generacional. Hemos pasado del revival rock al revival electropop con mucha soltura y de nuevo nos gusta más vestir con colorines y jerseys de renos que de negro austero.

De todas formas, Eden, la nueva película de Mia Hansen, es amør (sobre todo hacia su hermano, en quien se basa más o menos esta narración), e intenta ser un tanto generacional. Su film se encuadra en la década de los 90, los 2000 y lo que llevamos de actual. Los 90 fueron años de nuevas drogas de diseño y éxito, de bailes del pollito con la pata suelta, de difusión y conocimiento del sida, de chándales con forro por dentro y maquinote del bueno, guapo, guapo. Aunque dicho así no da mucho glamour y Eden lo tiene (no sólo para adolescentes).

No deja de ser música, de todas formas, y sólo por eso hay que querer este tipo de cine. Igual que a Quadrophenia, que, cuestión de gustos, tiene mucha mejor banda sonora. Aquí el protagonista aspira a ser DJ o pinchadiscos, con sus vinilos y CDs, sus teclados y sus ordenadores 286 para las mezclas en su casa (¿sintetizadores y secuenciadores?). Y salen Greta Gerwig y Vincent Macaigne; porque lo tiene todo para cautivar.

– Parte II. Bakalao

En Eden va pasando el tiempo y no muchas cosas tienen sentido, sino que se dan por hecho sin más. Nuestro protagonista, el DJ, además de aspirar a deejay, aspira bastante cocaína, de vez en cuando, y tiene las hormonas imparables. Se pasa el día de fiesta en fiesta —asistiendo de público y como disc-jockey—. La cinta se desarrolla de igual forma que la vida de Paul, que así se llama nuestro querido David Guetta noventero pero con más nivel musical, entre fiestas y desarrollo profesional. Escenas cortas que nos introducen en el contexto del momento y en la vida de cada personaje.

A lo tonto van a pasar bastantes años y el techno va a estar dale que te dale con sus éxitos. Mucha discoteca, más fiesta, muchos amigos y cada vez más éxito entre alcaloides. En un momento dado dicen, incluso, que la discoteca está “petá”. No os digo más (aunque se debe a la traducción, en original sólo dice crowded).

– Parte III. Pachangueo

Tanto en la vida, como en la música y en la película, vamos decayendo. La música no da dinero, o lo da pero no dura demasiado, aunque se viva bien. Es difícil de explicar. A lo mejor sólo da dinero de sobra para algunos que se dan a la vida loca y aun así tendrán lo suficiente para su jubilación. Eso sí, ayuda a tener sexo en las distancias cortas. Al menos hasta que pases de moda. Porque como estamos ante un guion del rollo vital y generacional, si un estilo de música se convierte en una pasión y en una forma de vida, pronto en tu cabeza de espectador te imaginas cómo va a acabar la situación, aunque no sea Quadrophenia.

Y porque al final, entre todas las historias de pasiones, siempre dan más importancia a los amores por personas, porque es lo que más cambia en nuestras relaciones, lo que hace ver que estás más solo, con el tiempo. Así que entre unas cosas y otras todo se hace clave: el tiempo y la evolución de tu música y tus momentos, hasta que llegamos a la resolución definitiva, con una estructura desenfadada, deslavazada y más larga que una sesión de Máxima FM de 2 horas, aunque menos peñaza, porque Máxima FM es un truñamen que flipas en colores, como la música de esa chica guapa con su ordenador portátil.

– Parte IV. Perreo

Parafraseando a esta generación: Eden no mola mazo, pero tampoco es una mierda pinchada en un palo. Es como si dentro de 15 años se cuenta esta misma historia pero con fans del reggaetón y en vez de usar palabras y expresiones de esta época se hablara sin vocalizar. Es algo generacional, si lo has vivido (o algo similar), te gustará. Si en tu juventud tuviste un sueño así, y lo sentiste, es obvio que Eden tocará tu corazoncito, porque al final la clave es que te haga recordar aquello por lo que has pasado, más allá de sus virtudes y defectos, que no son demasiados en ambos casos, pero de cualquier modo se mantiene dentro de lo aceptable, acelerada y, aunque luche por no serlo, convencional. No es mákina dura, sólo un poco de indie pop.
[Leer más +]
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver críticas con texto completo
Más información sobre
Fichas más visitadas