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España España · Madrid
Voto de Fendor:
5
Drama En la década de los 90, la música electrónica se desarrolla a gran velocidad. En la excitante vida nocturna parisina, el joven Paul da sus primeros pasos como DJ. (FILMAFFINITY)
18 de septiembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me he emocionado. No ha sido como una de esas salidas nocturnas en que quedas sin ganas y sin esperar nada y de repente se convierte en una noche épica y de las inolvidables entre tu grupo de amigos. No es una película que se quede en el recuerdo (mucho menos colectivo) con el paso de los años, ni de los minutos, ni que se rememore con nostalgia, con el paso de los días. No es especial, y debería haberlo sido, aunque yo no lo esperara.

– Parte I. Techno (garage)

Acercamiento impersonal, el de Eden, para una persona no amante del género ni de su ruta. Pero claro, esta música lo petó bastante antes de que yo saliera a pimplarme por las noches creyendo que era guay. Ahora la gente lo vuelve a flipar con este género y sus derivados más modernos, no tanto en público como en privado; cuestión generacional. Hemos pasado del revival rock al revival electropop con mucha soltura y de nuevo nos gusta más vestir con colorines y jerseys de renos que de negro austero.

De todas formas, Eden, la nueva película de Mia Hansen, es amør (sobre todo hacia su hermano, en quien se basa más o menos esta narración), e intenta ser un tanto generacional. Su film se encuadra en la década de los 90, los 2000 y lo que llevamos de actual. Los 90 fueron años de nuevas drogas de diseño y éxito, de bailes del pollito con la pata suelta, de difusión y conocimiento del sida, de chándales con forro por dentro y maquinote del bueno, guapo, guapo. Aunque dicho así no da mucho glamour y Eden lo tiene (no sólo para adolescentes).

No deja de ser música, de todas formas, y sólo por eso hay que querer este tipo de cine. Igual que a Quadrophenia, que, cuestión de gustos, tiene mucha mejor banda sonora. Aquí el protagonista aspira a ser DJ o pinchadiscos, con sus vinilos y CDs, sus teclados y sus ordenadores 286 para las mezclas en su casa (¿sintetizadores y secuenciadores?). Y salen Greta Gerwig y Vincent Macaigne; porque lo tiene todo para cautivar.

– Parte II. Bakalao

En Eden va pasando el tiempo y no muchas cosas tienen sentido, sino que se dan por hecho sin más. Nuestro protagonista, el DJ, además de aspirar a deejay, aspira bastante cocaína, de vez en cuando, y tiene las hormonas imparables. Se pasa el día de fiesta en fiesta —asistiendo de público y como disc-jockey—. La cinta se desarrolla de igual forma que la vida de Paul, que así se llama nuestro querido David Guetta noventero pero con más nivel musical, entre fiestas y desarrollo profesional. Escenas cortas que nos introducen en el contexto del momento y en la vida de cada personaje.

A lo tonto van a pasar bastantes años y el techno va a estar dale que te dale con sus éxitos. Mucha discoteca, más fiesta, muchos amigos y cada vez más éxito entre alcaloides. En un momento dado dicen, incluso, que la discoteca está “petá”. No os digo más (aunque se debe a la traducción, en original sólo dice crowded).

– Parte III. Pachangueo

Tanto en la vida, como en la música y en la película, vamos decayendo. La música no da dinero, o lo da pero no dura demasiado, aunque se viva bien. Es difícil de explicar. A lo mejor sólo da dinero de sobra para algunos que se dan a la vida loca y aun así tendrán lo suficiente para su jubilación. Eso sí, ayuda a tener sexo en las distancias cortas. Al menos hasta que pases de moda. Porque como estamos ante un guion del rollo vital y generacional, si un estilo de música se convierte en una pasión y en una forma de vida, pronto en tu cabeza de espectador te imaginas cómo va a acabar la situación, aunque no sea Quadrophenia.

Y porque al final, entre todas las historias de pasiones, siempre dan más importancia a los amores por personas, porque es lo que más cambia en nuestras relaciones, lo que hace ver que estás más solo, con el tiempo. Así que entre unas cosas y otras todo se hace clave: el tiempo y la evolución de tu música y tus momentos, hasta que llegamos a la resolución definitiva, con una estructura desenfadada, deslavazada y más larga que una sesión de Máxima FM de 2 horas, aunque menos peñaza, porque Máxima FM es un truñamen que flipas en colores, como la música de esa chica guapa con su ordenador portátil.

– Parte IV. Perreo

Parafraseando a esta generación: Eden no mola mazo, pero tampoco es una mierda pinchada en un palo. Es como si dentro de 15 años se cuenta esta misma historia pero con fans del reggaetón y en vez de usar palabras y expresiones de esta época se hablara sin vocalizar. Es algo generacional, si lo has vivido (o algo similar), te gustará. Si en tu juventud tuviste un sueño así, y lo sentiste, es obvio que Eden tocará tu corazoncito, porque al final la clave es que te haga recordar aquello por lo que has pasado, más allá de sus virtudes y defectos, que no son demasiados en ambos casos, pero de cualquier modo se mantiene dentro de lo aceptable, acelerada y, aunque luche por no serlo, convencional. No es mákina dura, sólo un poco de indie pop.
Fendor
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