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26 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
Crónica llena de buenas intenciones y escaso realismo
Siempre es necesario y útil detenerse en la enseñanza y su notoria desmemoria y carencias organizativas, presupuestarias y formativas. Tan imprescindible como recordarnos que el siglo XX ofrece un catálogo de horrores y vesanias que harían palidecer de envidia al más tarado de los tiranos de la antigüedad. Pero esa combinación – en apariencia infalible – para completar un proyecto socialmente comprometido, se queda huérfano por un exceso de sacarina, una plasmación ilusoria (por mucho que se recalque que está basada en una historia real), del todo ayuno de veracidad y sólo a ratos creíble.

No es suficiente adaptar un material basado en hechos reales y esperar a que la historia resulte convincente. Hace falta que la narración respire autenticidad y los personajes no se limiten a ser maniquíes parlanchines que se contentan con repetir o gruñir diálogos estereotipados o a mostrar unos modales deleznables que pretendan transmitirnos que están mal o inadecuadamente socializados y que basta la buena voluntad de una entregada y enérgica maestra pública francesa para enderezar a todo ese rebaño de cafres y patanes. Falta cualquier lógica interna al relato y las situaciones se suceden porque les da la gana a sus guionistas, pero no porque la historia lo demande o haya coherencia alguna, sino por la sola soberbia voluntad arbitraria y errática de sus escribas.

A su favor juega la interpretación de Ariane Ascaride, que dota de vida, fuerza, convicción, veracidad, intensidad y fondo al personaje de la veterana profesora de instituto que se implica visceralmente con su trabajo y cree en sus pupilos y su capacidad de mejorarse, pese a la genética, pese a la sociedad, pese al entorno, pese a las nulas expectativas, pese al determinismo catastrofista de sus compañeros docentes, pese a los prejuicios de un sistema tan ciego como obtuso, incapaz de aprender de sus ineficiencias y errores. Ella proporciona un alma al conjunto, que sin ella hubiese sido tan sólo un tópico indigesto con ínfulas de manjar socialmente consciente y comprometido. Hay una única escena que exuda veracidad y emociona hasta al más depravado: la presencia y el relato sobrecogedor de un superviviente real (cuando aún no era ni adolescente) de un campo de exterminio nazi. Hablando desde el corazón sobre la muerte, se renueva la vida. Lo demás es un erial de buenos propósitos manidos.

Es verdad que la película – a ratos – emociona porque sabe tocar la fibra sensible del espectador predispuesto. Pero una vez terminada su proyección, no queda nada. Hemos asistido a un vacío enajenado que se queda sin llenar. Frustrante.
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24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
EL VALOR DE LA EDUCACIÓN
Existe un subgénero cinematográfico que engloba las películas centradas en las relaciones entre profesores y alumnos y, muy especialmente, las que reflejan la complejidad educativa de adolescentes problemáticos y marginados. Títulos europeos como “La ola” de Dennis Gansel, “La clase” de Laurent Cantet, “Profesor Lazhar” de Philippe Falardeau y “Hoy empieza todo” de Bertrand Tavernier, o norteamericanos como “Rebelión en las aulas” de James Clavell o la emblemática y maravillosa “El club de los poetas muertos” de Peter Weir, no sólo son cintas de obligada visión para los aficionados al Séptimo Arte, sino que se alzan como interesantísimas propuestas de reflexión docente para estudiantes y educadores. Podrían citarse más ejemplos de mayor o menor valor cinematográfico y de superior o inferior carga reflexiva pero, en todo caso, las aulas son siempre fuente de inspiración para cineastas ávidos de mostrar historias con mordiente y con capacidad para despertar conciencias.
El largometraje francés “La profesora de Historia”, dirigido por Marie-Castille Mention-Schaar, aporta su granito de arena a una modalidad que compagina la denuncia social con la reivindicación general de la importancia de la educación y la particular del maestro vocacional y comprometido. Constituye una de esas obras que dejan buen sabor de boca en el espectador, ya que lleva implícitos un sentimiento de esperanza y una lección de superación personal. Y, aunque la narración se dulcifique en cierta medida, no resulta empalagosa ni sentimentaloide ya que, al final, prevalece ese regusto de empatía con la bondad del ser humano que, aunque pueda restar un ápice de credibilidad, es muy de agradecer. Anne Gueguen es una de esas profesoras que, además de impartir clases de Historia en un instituto, demuestra una gran preocupación por las vicisitudes de los jóvenes. Este curso le ha tocado un grupo complicado. Frustrada por el pasotismo generalizado, el materialismo dominante y la absoluta rendición ante la mediocridad, desafía a los chicos a participar en un concurso a nivel nacional sobre qué significa ser adolescente en un campo de concentración nazi. La mujer despliega toda su energía y creatividad para motivar y captar la atención de sus pupilos. A medida que se acerca el plazo de entrega del trabajo, los chavales comienzan a evolucionar y a involucrarse en un proyecto que cambiará sus vidas para siempre.
Pese a exhibir alguna carencia en la dirección de actores y en la propia labor interpretativa, además de cierto déficit en la narración visual, es justo reconocer que el guion posee la suficiente enjundia como para atrapar a públicos concernidos por esta temática. La generosidad y el valor trascendente de su mensaje suplen cualquier fallo adicional, pudiéndose concluir que la realizadora gala firma una obra que merece ser añadida a esa larga lista de filmes que deberían mostrarse en los centros escolares como parte de las enseñanzas obligatorias. Porque no cabe duda de que el cine, aparte de industria de entretenimiento, es una herramienta educativa muy útil y eficaz.
“La profesora de Historia” recibió el Premio del Público Joven en el último Festival de Valladolid, así como una nominación al César al mejor actor revelación.
El equipo artístico está integrado por nombres desconocidos, a excepción de la prestigiosa Ariane Ascaride, ganadora del César a la mejor actriz principal en 1998 por su personaje en “Marius y Jeannette” y a quien hemos podido ver recientemente en la versión para la gran pantalla de la popular novela de David Foenkinos “La delicadeza”. Le acompañan en el reparto Ahmed Dramé, Noémie Merlant, Geneviève Mnich, Xavier Maly, Martin Cannavo y Stéphane Bak.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Solo por respeto al tema abordado...
... puntúo con un 5 esta película que en realidad merece aún menos. Pues de buenas intenciones está empedrado el camino que lleva al mal cine.

Debo confesar que es la primera película sobre el Holocausto que me deja frío. Puede que hoy estuviera yo algo torpe, pero me parece que alguna culpa tendrá también la guionista-directora: ni llegamos a saber quiénes son esos adolescentes problemáticos, ni llegamos a conocer sus problemas más allá de cuatro brochazos tópicos, ni comprendemos su evolución, ni podemos conjeturar qué superpoderes tenía su profesora, ...

En fin, seamos políticamente correctos y digamos que era una película valiente y necesaria.
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17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
De la superación al panfleto
Anne Gueguen es una profesora de historia que lleva 20 años ejerciendo la profesión, de ese pequeño grupo de docentes que se preocupan de los problemas de los alumnos como si éstos fuesen sus propios hijos. Este año le toca, una vez más, un grupo complicado, en el que es difícil encontrar un solo alumno que no sea conflictivo. Anne les propondrá a sus alumnos participar en un concurso estatal, en el que deberán realizar un trabajo sobre los niños y adolescentes en los campos de concentración. Pese a que en primera instancia los alumnos se sientan incapaces y sin ganas de realizarlo, la perseverancia de la profesora ayudará a motivarles y sacar adelante el trabajo. Una vez más, el holocausto como eje central de una película.

Pese a que en principio podamos pensar que la cinta de Marie-Castille Mention-Schaar va a ser una historia de superación y de veraz demostración de cómo funciona la enseñanza en un país como Francia, con un sistema educativo no muy alejado del nuestro, pasada la primera media hora nos daremos cuenta de que no va a ser así. Los alumnos, que podrían haber sido clave en el desarrollo de la película, acaban por ser simples espectadores en este panfleto, que es en lo que desgraciadamente acaba convirtiéndose la cinta. Ni ellos ni sus relaciones están bien dibujados, a pesar del choque de culturas existente. Los dos pequeños acercamientos al conflicto religioso islámico existente en Francia carecen de sutileza: un personaje totalmente prescindible que de un día para otro se convierte al Islam, y una secuencia inicial bastante potente pero que no funciona como parte del filme.

La profesora de historia utiliza fórmulas ya vistas, tanto en el tratamiento de una clase que mejora gracias a la profesora amable, como en la denuncia de las acciones llevadas a cabo contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Cuando vemos un producto que expone algo que hemos visto en multitud de ocasiones, lo mínimo es que éste sea diferente en su forma. Así, La profesora de historia no aporta nada ni temática ni cinematográficamente. De hecho, es necesario destacar la pobreza en la dirección de la francesa, manipulando las emociones en lugar de hacerlas florecer, a través de un uso bastante deficiente de la música y una excesiva cantidad de primeros planos, además de los muchos y (muy) torpes fundidos a negro. Como parte positiva, podremos disfrutar de algunas piezas del genial Ludovico Einaudi.

Su verdadera aportación se reduce a un puñado de momentos concretos, entre los que destaca la charla que da un superviviente de la masacre, la cual es realmente emotiva. Si La profesora de historia no se pierde entre la mediocridad, es gracias al trabajo de todo su elenco. en el que se complementan la madurez de Ariane Ascaride con la espontaneidad de todos los jóvenes intérpretes. Éstos tienen bastante mérito, puesto que sus personajes son mucho más planos de lo que me hubiese gustado. Su transformación y sus motivaciones cambian de manera instantánea, y no llegamos a conocer bien a ninguno de los adolescentes. Ésto es lo que hace que acabe primando lo ocurrido en los campos de concentración y, por ende, convirtiendo a la película en una de tantas.

Una película más para poner a los chavales en los institutos. Una menos para sumar en lo que a aportación cinematográfica se refiere. Tan bienintencionada como olvidable.

Crítica publicada en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/05/16/la-profesora-de-historia-de-la-superacion-al-panfleto/
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14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Aprendiendo del pasado
En mis años de estudiante tuve varios maestros, algunos muy buenos y otros muy prescindibles, que más allá de que la asignatura fuera más o menos difícil la hacían mucho menos estimulante. Porque el fracaso como maestro es no conseguir interesar a nadie por lo que enseña y el triunfo es hacer que algunos alumnos (todos es una utopía) sientan fascinación por lo que instruye, sea cual sea la materia. La relación entre el cine y la enseñanza ha sido un terreno bastante fructífero, que ha dado lugar a un abundante número de películas sobre la vida de los maestros, la de los alumnos y las relaciones entre ambos, no siempre fáciles. De este modo, encontramos cintas que nos muestran a los profesores enfrentados a una incontrolable horda juvenil, caso de ‘Semilla de maldad’ o ‘El sustituto’ y otros que tienen que lidiar con alumnos un poco problemáticos pero con buen fondo, como ‘Rebelión en las aulas’, ‘Mentes peligrosas’ y la que hoy nos ocupa, ‘La profesora de Historia’.

‘La profesora de Historia’ es el tercer largometraje de la realizadora francesa Marie-Castille Mention-Schaar, el primero en llegar a nuestras pantallas tras los inéditos ‘Bowling’ y ‘Ma première fois’. Y este trabajo se inspira en hechos reales, en los que vivió de primera mano Ahmed Dramé en sus años de estudiante, cuando una profesora les hizo participar a él y a sus compañeros en un trabajo para un concurso sobre la situación los niños y adolescentes en los campos de concentración nazi. Ahmed y sus compañeros eran los clásicos chavales con las hormonas en ebullición y con más ganas de armar bronca que de escuchar a sus maestros hasta que se toparon con esa profesora, que consiguió inculcarles su visión de la necesidad de esforzarse y trabajar en grupo para prosperar y tomar conciencia de la situación de la gente de su edad en el pasado. Porque la realidad de Ahmed y sus compañeros es la de la Francia multicultural y racial, donde se mezclan católicos, judíos y musulmanes y donde florecen movimientos integristas de todo tipo, generados por los que buscan refugio en los extremos al no saber moverse en la igualdad. Un hecho que puede ser embrión de situaciones como las vividas en la Segunda Guerra Mundial (de ahí el título original de la cinta, ‘Les héritiers’, ‘Los herederos’ en español).

El propio Ahmed (que también se reserva el papel de Malik, uno de los alumnos) y la directora construyen una ficción con buenas intenciones pero que acaba viéndose lastrada por ese mismo buenismo. Porque la primera parte de la película mantiene el interés al ver a esos chavales difíciles de controlar, que parecen carne de futura miseria y que solo mantienen la atención cuando la profesora de Historia lo requiere. Sin embargo, a medida que se va acercando el desenlace, la sensiblería empieza a hacer cada vez un mayor acto de presencia hasta desembocar en una resolución digna de película de Hollywood de toda la vida, con música de triunfo, aplausos y llantos. Y mientras tanto, por el camino se han ido quedando algunos apuntes que podrían haber dado mucho más de sí, como la vida de esa profesora entregada a la enseñanza de sus alumnos o la de algunos de sus alumnos, que han de sobreponerse a hogares donde la lección que parecen recibir es que su futuro es el del parasitismo social o la delincuencia.

Todos esos detalles menos agradables se dejan caer, pero más como relleno que como aspectos dignos de explorar, porque al final poco más sabemos de lo que hacen maestra y alumnos fuera de lo que sucede en las aulas. En este sentido, no pude evitar acordarme de la muy superior ‘La clase’, donde tampoco había muchos apuntes de lo que pasaba fuera de la escuela, pero con unas pinceladas se intuía todo perfectamente, aparte de que se expresaba mejor la situación de los profesores voluntariosos lidiando con jóvenes de la Francia de hoy día. ‘La profesora de Historia’ no oculta su condición de filme para el gran público y por ello decide tirar por caminos más trillados y cómodos, aún a costa de no rematar lo que insinuaba al principio. Aún así nos deja momentos muy interesantes, como la aparición de Léon Zyguel, superviviente de los campos de concentración y fallecido poco después del rodaje, que cuenta a los alumnos su peripecia con una honestidad y una sensibilidad que da incluso una lección a la propia película, aquejada de ocasionales trazos gruesos.

‘La profesora de Historia’ se beneficia especialmente de la presencia de Ariane Ascaride como esa profesora tenaz que sabe llegar al interior de sus pupilos. Ascaride, conocida sobre todo por su participación en las cintas de su pareja, Robert Guédiguian, es una de esas actrices capaces de encarnar un amplio abanico de emociones sin necesidad de aspavientos, de mostrar la normalidad con gran convicción sin parecer que está actuando. Ella le otorga cuerpo y credibilidad a la maestra que estimula las ganas del conocimiento sin gritos ni castigos, ayudando a dotar de mayor comprensión del mundo que nos rodea y que, como la Historia nos enseña, siempre se ha movido en unos derroteros similares. Como esos alumnos que van pasando por su clase año a año, todos distintos y todos iguales.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Profesoras que dejan huella.
La directora francesa Marie-Castille Mention-Schaar nos propone una película ambientada en las aulas con alumnado de Segundo de Bachillerato, con 17 o 18 años. Se basa en una historia real ocurrida en un instituto de la periferia parisina donde conviven numerosas comunidades, religiones, procedentes de un estrato social bajo. La problemática de la clase es evidente pero la profesora, representada por Ariane Ascaride, confiará en el potencial y desplegará un trabajo muy voluntarioso para participar en un proyecto educativo sobre memoria histórica. El tema: niños y adolescentes en los campos de concentración. No se trata de la enésima película sobre la Shoah, el tratamiento es distinto. El tema es mas bien el argumento que permite que jóvenes franceses y francesas de 17 años tomen conciencia de su propia valía y de los valores que les pueden ayudar en su vida.

Tal vez resulte difícil creer algunas situaciones, sin embargo, el tratamiento del ambiente de aula, el día a día de su problemática no son ajenos a la realidad y eso es un punto importante para que valoremos el esfuerzo de la película por querer tratar el tema y a la vez transmitir optimismo, esperanza y bondad.

Desde el punto de vista del género. Se agradece que tengamos a una profesora. Un análisis reciente sobre películas de docentes hablaba de que casi el 80 por ciento estas películas, tenían como protagonista a un maestro y no a una maestra. Si no, acordémonos de La ola, Profesor Lazhar, La clase, Ser o tener, Curso 1984, El gran debate, Rebelión en las aulas, El club de los poetas muertos, Los chicos del coro, La lengua de las mariposas, Vivir es fácil con los ojos cerrados, El profesor con Adrien Brody o la magnífica Estrellas en la tierra, salvo honrosas excepciones como Katmandú por ejemplo, dirigida por Icíar Bollaín o Mentes peligrosas. En este caso también tenemos tras la cámara a una directora. El elenco del alumnado es bastante coral y aparece una problemática en la que están representados ambos sexos. Sin embargo temas que afectan a las mujeres adquieren relevancia como el tema del velo o del atuendo en los centros docentes públicos, caracterizados por el laicismo o el tema del acoso por los compañeros varones a las jóvenes de origen musulmán que deciden vestir con una estética fuera de las normas más conservadoras. Incluso visibiliza a mujeres en la historia como Simone Veil que además de ser una sobreviviente de los campos ha sido un referente en la lucha por la igualdad de las mujeres.

El tema del amor entre jóvenes de religiones distintas también aparece, con lo cual aunque podemos hablar de una imagen “bondadosa” de la realidad bien es cierto que toca realidades adolescentes variadas y el resultado es digno de verse y de recomendar para visionarse en institutos. El punto de mostrar a un deportado de los campos, Léon Zyguel, pone un punto realista que enriquece de contenido en un momento en que flojea y redirige la película por contenidos de memoria histórica más creíble aunque en algún momento parezca que nos están vendiendo el currículo francés sobre el tema.

https://cineparatodas.wordpress.com/
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Nefasta
Sólo en la primera media hora reflexionamos y disfrutamos. En cuanto el punto de tensión desaparece, la película comienza a carecer de emoción, de objetividad y de realidad, convirtiéndose en un meloso "relato" previsible que cae en los tópicos más tópicos sobre lo sensible. Es difícil conseguir hacer una buena película cuando la dirección de la misma no dirige absolutamente nada. Una película cobarde, con falta total de riesgo, más que olvidaste y que podría haber dado mucho de sí, lo que demuestra que no hay argumentos malos sino direcciones nefastas.
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8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La lucha por la ilusión
Pese a que se suponga que en el mundo occidental vivamos en una sociedad justa, donde todos al nacer partimos de la misma posición y con las mismas oportunidades los unos de los otros, lo cierto es que la desigualdad es un estigma que separa a unos y a otros desde el primer día de muy diferentes maneras; aunque todas relacionadas directa o indirectamente con el dinero, o más concretamente con el poder adquisitivo de la familia en el que uno haya tenido la suerte de nacer. Uno de los puntos claves de ello es la educación, sólo hay que ver las diferencias entre los colegios o institutos, dentro de un mismo país o incluso en la misma ciudad, destinados para los descendientes de los más pudientes, o las aulas donde se amontonan los vástagos de los menos favorecidos. En “La profesora de historia” se muestra una de estas clases, más concretamente donde se agrupan los “deshechos” de segundo de secundaría de un instituto público francés (aunque pudiera ser de cualquier otro país, incluido el nuestro), a los que todos, incluyendo ellos mismos, les han dado por perdidos.

Podemos ver reunidos varios prototipos de estudiantes, tan abundantes también en los institutos de ESO de mayor índice de fracaso escolar, con sus macarras, sus “chonis”, profesores atemorizados ante sus estudiantes, y esos “empollones” condenados al silencio en un entorno donde la ignorancia es la ley y donde tener mayor conocimiento que el resto, en lugar de ser premiado, es castigado con el escarnio público. A lo que hay que añadir las particularidades de una sociedad tan plural como la francesa actual, con varias jóvenes de diferentes etnias y religiones. Todos esos alumnos tienen algo en común: nadie espera nada de ellos, sino una vida condenada al fracaso. Pero todo cambiará gracias a su profesora de historia y tutora (a la que da vida Ariane Ascaride, un gran acierto de casting, pues ya físicamente da el pego como docente) que será la única persona que confiará en ellos, y lo demostrará apuntándolos en un concurso nacional con un trabajo sobre los niños y los jóvenes en la Francia de la ocupación Nazi. Aunque al principio la mayoría de alumnos se negarán en rotundo, poco a poco irán cambiando de opinión, mostrándose la evolución de ellos como grupo e individualmente.

Bien es cierto, que todo esto podría recordar (y recuerda) a cientos y cientos de películas sobre profesores entusiastas e idealistas con alumnos problemáticos pero con buen corazón, y la evolución y redención de estos últimos; y el esquema es prácticamente el mismo que el seguido que todas estas obras. Con la diferencia de que, a diferencia de muchas de éstas, se nota que no está realizada con el piloto automático, sino que está cargada de entusiasmo y pasión; a lo mejor debido al tema del que trata el trabajo de los estudiantes. Un asunto que, hoy en día, con el resurgir de ciertos movimientos neofascistas en Europa, cobra más importancia que nunca.

Una película necesaria y valiente, cuyo mayor defecto es el esquema sobre-utilizado por muchas películas antes que esta, lo que elimina gran parte del efecto sorpresa, haciendo que el espectador sepa en muchos momentos lo que va a suceder a continuación. Aunque, teniendo en cuenta eso, tiene aún más mérito que la obra en su conjunto siga permaneciendo fresca y viva. Aunque, sin lugar a duda, sus mayores virtudes residen en los dos mensajes que se entrelazan en la obra: por un lado, no hay que rendirse y confiar en la capacidad de cada uno pese todas las dificultades y luchar por sus sueños. Y por el otro, el mensaje profético de que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Algo que podemos aplicarnos a este lado de los Pirineos.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Aprendiendo a aprender
La educación, bendita educación. Uno de los puntos claves de toda sociedad que se precie. Un legado único que no debe perderse en la inmensidad de nuestro vasto planeta. Una joya de valor incalculable que cada día pierde más adeptos y gana más mediocridad, marchitando esa vocación de algunos educadores que pretenden ampliar ese legado impagable. ‘La profesora de historia’ (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014), basándose en un hecho real, nos arrastra al mundo del educador en Francia. Anne Gueguen es una profesora vocacional que no sólo imparte clases en un instituto, sino que se preocupa por sus alumnos y por que salgan a un futuro esperanzador y mínimamente halagüeño. Otro año más le ha tocado ser la tutora del curso “malo”, de esa clase que se llena con los alumnos con peor expediente, con peores notas medias. Si consigue sacar alguno adelante, ya será un éxito. Pero Anne no está dispuesta a tirar la toalla, aunque sus alumnos ya se den por perdidos. En aras de infundir cierta confianza en ellos, la profesora los apunta a un concurso de redacción nacional con el tema de los niños y adolescentes en los campos de concentración nazi. Aunque al principio son un poco reticentes a participar, poco a poco los alumnos se van abriendo y creyendo más en ellos mismos, y se adentrarán en un proyecto que cambiará sus vidas por completo.

‘La profesora de historia’ puede suponer un interesante estudio sobre el sistema educativo público en Francia, y más aún si lo comparamos con el español, con el que guarda bastante similitudes. Pero si nos alejamos de su clara vertiente sociopolítica, podremos asomarnos a una historia tremendamente optimista, incluso me atrevería a apuntar extrañamente optimista, aunque de vez en cuando sí se ve luz al final del túnel. La historia arranca con una base de marginalidad e indisciplina ampliamente realista. Pero en esa ecuación se introduce una variable que da al traste con cualquier solución lógica: una mujer adulta que lucha por el futuro poco esperanzado de un grupo de alumnos que se han rendido a la vida, interpretada por una magnífica Ariane Ascaride (Marius y Jeannette – Robert Guédiguian, 1997), templada, sabia y con una fortaleza envidiable que consigue sacar en los puntos más álgidos del relato. Su personaje, Anne Gueguen, profesora que continúa esparciendo su semilla educativa buscando crear jugosos frutos de sabiduría e inteligencia que consigan sobrevivir al mundo hostil que les espera fuera de las aulas, imparte una tremenda lección de historia y humanidad.

Temas tan manidos como la religión, el racismo, la educación, la adolescencia o la marginalidad están tratados de forma sencilla, algo “simple” (en la acepción más inocente del término), pero de forma elegante, delicada. Con muy poco, esta historia es capaz de calar profundo, de enseñar, y no sólo mostrar esa enseñanza de tiempos pasados como guía hacia un futuro próspero o más prometedor. Resulta inevitable encuadrar a ‘La profesora de historia’ en esa línea temática de películas francófonas que utilizan la educación como telón de fondo, y cuyo camino ya abrieron previamente ‘La clase’ (Laurent Cantet, 2008) o ‘Profesor Lazhar’ (Philippe Falardeau, 2011), aunque la película de Mention-Schaar toma otros derroteros, consiguiendo emocionar con un optimismo apabullante, optimismo que sólo se ve roto por el relato de un superviviente real del holocausto que transmite plenamente su dolor, y eso queda reflejado en el rostro de los alumnos que le escuchan atentamente y en se clava en el alma del espectador que asiste como si de un alumno más se tratase. Un claro ejemplo de una película “feel good” bien hecha.

Para aquellos que aún se emocionen con historias de verdad y para el educador vocacional que todavía cree en poder formar desde el cariño.
Lo mejor: Su profundidad
Lo peor: Es difícil apreciar su valía escondida tras tanta sencillez
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
"LA HISTORIA NO SE APRENDE, SE COMPRENDE"
Leer en la sinopsis de una película conceptos como 'segunda guerra mundial', 'nazismo', 'campos de concentración' o similar, le otorgan a la susodicha muchas papeletas para ser la elegida en el sorteo del 'sábado sabadete, al cine a tomar el fresquete'; ¿adicta al drama? Tal vez. O puede que, simplemente, se trate de un contexto histórico que no deja de estremecerme aunque parezca que ya está casi todo visto, leído y oído. Sin embargo, las noticias que vemos, leemos y oímos cada día (en pequeñito y según conviene a los 'mandamases' del mundo mundial, por supuesto), hacen que cualquier película que promueva la igualdad entre los ciudadanos de este lugar llamado mundo (como dice el anuncio) y el aprendizaje de lo que suelen denominar 'memoria histórica', siga mereciendo, cuanto menos, ser vista.
"LES HERITIERS" (cuya traducción por 'la profesora de historia' me parece, digamos, poco literal y mucho menos metafórica, siempre desde mi nivel principiante de franchute, claro está), como iba diciendo, había comprado muchas papeletas para ser mi elegida, pero, el hecho de ser una historia real, ambientada entre chavales de instituto (momento añoranza, supongo) y mi debilidad por el cine francés le hicieron apostar todas a una al caballo ganador, así, directamente.

Dicho lo cual, un sábado más, me dispongo esperanzada e ilusionada a ejercer mi derecho a granpantallear.
Cuando una se sienta en la butaca con tantas expectativas la probabilidad de decepción es bastante alta, las cosas como son. No es el caso esta vez, 'je suis une exception', se lee por ahí.
Encantada desde el minuto 1 hasta los créditos. Puede que, a priori, el argumento esté más que visto: profesora busca buen fondo en chicos malos; y puede que hasta sea previsible: profesora encuentra ese buen fondo y transforma a los chicos malos en chicos de provecho. Pero a mí me parece mucho más que eso. ¡Qué cojones! Me ha encantado, me ha emocionado y me ha reconciliado con el cine de los vecinitos de arriba que, por qué no decirlo, me tenían pelín descontenta últimamente.
¡Qué más puedo pedir! Pues hay más, por pedir que no quede:
Los actores son tan reales que parecen más personas que personajes. Por momentos me siento como en un documental, como parte de la clase en otros.
El relato de León Levitz (superviviente en uno de los campos de concentración nazis) hace que me olvide de que estoy en un cine y me visualizo dentro del aula con los pelos como escarpias y con los ojillos a punto de que la gota colme el vaso.
Dicen que ‘mal de muchos consuelo de tontos’ pero ¡ojo! lo que ayuda calzar los zapatos de otro para valorar, a través del sufrimiento ajeno, que lo que tenemos, sea o no tan malo como pensamos, no es un justificante vitalicio para nuestro comportamiento. Y cómo ayuda, también, abrir la mente y entender que todos somos iguales y con los mismos derechos así llevemos un pañuelo en la cabeza, tengamos la piel tostadita, amarilla o de colores, o recemos a un Dios con distinto nombre pero igual de hijo puta (si, otro mensaje ya muy visto y puede que hasta demagógico, pero necesario, que se nos olvida día sí y día también).
"Me llamo Anne y voy a ser vuestra profesora de historia. Llevo 21 años dando clase y me encanta enseñar", reza a comienzo de curso nuestra protagonista adulta. Y es que la de profesor, maestro, educador o como se quiera llamar, con sus matices y diferencias, es una profesión vocacional. El profe debería ser un ‘coacher’ que dicen los modernos, un motivador nato capaz de sacar de la apatía más absoluta a los sacos de hormonas con patas que todos hemos sido en algún momento; esa persona que con sus ganas de enseñar contagia ganas de aprender.

Muchas cosas en poco más de 90 minutos pero que te hacen ver lo que queda de día con optimismo, quizás demasiado, y creer por un momento que todos llevamos un/a tío/a de puta madre dentro, solo hay que saber rascar.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Soporífera y tópica
Si te acabas de estrenar como profesor y es la primera película que ves sobre tu oficio puede que te guste, pues reúne todos los tópicos del género. Profesor comprometida supermaja con alumnos alienados superbordes hace que le vida real entre en la clase y ¡plaf!, se produce el milagro. Como, además, es profesora de historia, nada mejor que el tema del holocausto y una víctima real para renegar del academicismo estéril e invocar la oportuna idea de que aprendiéndola, la historia, no estarás condenado a repetirla. Pero, por ello mismo, más previsible y, por cierto, una idea plagiada de Freedom Writers (de Richard LaGravenese, son Hillary Swank de profe, Scott Glenn, Patrick Dempsey...).
Si necesitas echar unas lágrimas por el gremio, mejor La lengua de las mariposas o El club de los poetas muertos, que al menos son buen cine, aunque también con truco. Si eres sociólogo, o aficionado a, no te dejes embaucar por el título Les Heritiers, porque el asunto no tiene nada que ver con Bourdieu et al.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No enseña nada nuevo
Producción francesa que presenta una película correcta con un tema muy manido, con el habitual relato de aprendizaje donde una profesora intenta sacar lo mejor de sus alumnos.
Es una película que no engaña a nadie y ofrece lo que se espera de ella. Por desgracia no llega a ser suficiente. Mezcla, de alguna forma, dos temas habituales, con el clásico relato de profesora idealista que ayuda a jóvenes estudiantes desubicados, con la temática del holocausto nazi de fondo.
No decepciona, pero tampoco ofrece nada verdaderamente destacado. Todo se queda en un relato de buenas intenciones que no llega a resultar memorable. Las interpretaciones del reparto son menores y el conjunto del trabajo queda en correcto, pero, en ocasiones, hay que ir más allá del aprobado. Los responsables de la película se dedican a ofrecer un relato superficial, sin llegar a ahondar en los personajes protagonistas, ni en las vivencias de los supervivientes del holocausto nazi.
Una mezcla de géneros un tanto manipuladora y superficial que ofrece lo que se espera de ella, pero que no llega a resultar memorable. Parece que los guionistas no son capaces de ofrecer nuevas ideas. La película se puede ver con la facilidad que se olvida y es una pena.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Previsible, pero interesante
Hay una amplia colección de películas de profesores/as con niños/as o jóvenes conflictivos. Realmente me interesan más aquellas que retratan situaciones con personas creíbles, con matices; jóvenes castigados por barrios o situaciones familiares difíciles que no pasan a ser santos en 90 minutos, sino que arrastran heridas difíciles de cerrar a pesar de los esfuerzos del equipo de docentes que los acompañan; y profesores/as que no son super guays, sino personas con problemas, como todos, que se esfuerzan por un compromiso hacia chicos y chicas que lo han tenido (y lo siguen teniendo) difícil, sabiendo de lo arduo del trabajo y del fruto tan complicado de conseguir que persiguen. Ahí ves respirar vida, las dificultades que se presentan en este tipo de intervenciones, sumamente vocacionales, para recuperar a jóvenes para hacerles dueños de sus vidas, y ayudarles a conseguir un futuro
Esta película no es de estas. La docente es impresionante, la única que es capaz de gestionar una clase conflictiva; los problemas se solucionan por arte de magia... Previsible. Pero la verdad es que también interesante; creo que es una película aconsejable para ver con jóvenes, que puedan recuperar episodios históricos terribles que parecen muy lejanos (a pesar de que los empezamos a tener de vuelta, solo hay que echar un vistazo a la crisis actual con los refugiados sirios). La considero didáctica, y por ello entretiene y forma en cierta medida. Y ello a pesar de que emociona en momentos (porque lo persigue, más bien lo fuerza en ocasiones) aunque de una forma algo forzada y superficial
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Aleccionadora
Érase una vez una clase de adolescentes problemáticos y revoltosos que, por el saber hacer de la profesora, se convierten en ejemplares, atentos y muy educados.
Gracias a que hacen un trabajo colectivo sobre la Shoah.
Y aquí podría terminar todo.
Lo del genocidio contra los judíos está un poco contrastado hablando también de lo que los nazis hicieron con los gitanos. Todo aquello fue terrible, inhumano, y no dejará de condenarse. Pero es algo tan frecuente en muchas películas que tiene el peligro de dejar injustamente indiferente. Sobre todo si se aleccionada demasiado, como en la escena del testimonio de un superviviente de un campo de exterminio.
Como cine es algo simplemente pasable, muy rutinario, a veces tópico, aunque algunas interpretaciones, como la de la maestra, sean sobresalientes.
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8
Una proeza de profesora
Basándose en hechos reales reconstruye una autentica proeza. Relata como una profesora consigue de una clase violenta y racista, involucrarlos en un trabajo sobre los niños en los campos de concentración nazi y a partir de ese hecho los jóvenes van evolucionando positivamente.
Y lo consigue con gran fuerza y realismo, sobre todo gracias a la gran interpretación de Ariane Ascaride.
Una película que iría bien para poner en los colegios.
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8
Enriquecerse es mejor que vivir una tortura
Esta cinta es agobiante al inicio, te llena de rabia y te agobia el ambiente insano y tenso en que se desarrolla la vida cotidiana. Las clases son un ambiente hóstil y cargado de negatividad por unos métodos que se basan en lo más estricto y la menor libertad posible. Y es que si el ambiente cambia y los métodos cambian, la frescura llega. Pero cuando no llega, solo se siente como un viaje tortuoso día tras día, en el cual la gente joven se ahoga y no se comprende el sufrimiento que pueden llegar a padecer.

Esta historia ocurre en un instituto que tiene en el mismo aula una serie de personas con características multiculturales o étnicas que pueden considerarse minoritarias y que pueden chocar en conflicto entre ellas si no hay un ambiente saludable. Y es que es frecuente la práctica de juntar a la gente con la que tal vez sea más complicado trabajar o en que se tenga menos fe, y rendirse ante que puedan tener posibilidades de futuro.
Esto es lo que venimos a tratar, venimos a ver como con métodos que brinden una igualdad de oportunidades todos pueden lograr grandes cosas, y sobre todo se logran grandes cosas cuando se encuentra una motivación fuerte y se produce un refrescante cambio de perspectiva.

Una profesora de historia ante una clase difícil decide dar un cambio drástico de métodos, y lejos de ser más estrictos ante el atraso en las materias y el mal comportamiento, decide dar rienda suelta a una iniciativa totalmente participativa para motivarles a buscar conocimiento sobre un tema y a interesarse, investigar... Todo para tratar producir un cambio de perspectivas, una ampliación de miras.

En lo técnico, la película transmite todo lo que pretende y está muy bien dirigida.
Las interpretaciones se sienten muy reales, y la ambientación está muy bien lograda.
Tal vez como película le falte algo más de chispa y se quede en lo básico, pero logra los objetivos y nos cuenta lo que desea transmitir de forma acertada. Por lo que debo recomendarla ampliamente.
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6
Diarios de un aula de educación secundaria.
Me ha sorprendido ver que la trama de esta película es una repetición de "Diarios de la calle" con Hilary Swank, en la que hacia de profesora de literatura que para concienciar a sus alumnos provenientes de los suburbios le proponía la lectura de "El diario de Anna Frank".

Aún siendo la misma historia de una profesora con un corazón que no le cabe en el pecho, que se encarga de los adolescentes pobres, víctimas de esta sociedad, se deja ver con facilidad, su protagonista se luce y los jóvenes actores le hacen la réplicas correctas. Contiene escenas emocionantes y algunas sobrecogedoras, como los testimonios de las víctimas de nazismo.
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7
EL MUNDO EN SUS MANOS
"Los herederos", título original con mayor calado que el español, vuelve a poner el dedo en la llaga en la importancia de la educación y de los educadores (siempre mal pagados y no reconocidos) en un periodo de nuestras vidas como es la adolescencia donde la personalidad aún está lo suficientemente maleable para que con la ayuda de un buen educador seamos capaces de elegir los mejores caminos para desarrollarnos como personas y ciudadanos.
El género ha dejado en cada época algunas buenas huellas, desde "Rebelión en las aulas" (James Clavell / 1967) hasta "La ola" (Dennis Gansell / 2008). Aquí, la profesora de historia consigue motivar y concienciar a un aula de chavales desestructurados y con problemas sociales, mediante la toma de conciencia del holocausto y la tremenda lección que nos dejó, legado que muchos no quieren aprender y que hay que mantener vivo en un sistema democrático occidental mucho más frágil de lo que se le supone.
El reparto coral es efectivo y en general el tono peca de "buenismo" y se hace previsible, en una cinta necesaria más que otra cosa, que debería ser de uso habitual en centros de enseñanza.
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5
FRÍO EXPERIMENTO DE AULA
Tiene un buen opening. En apenas unos minutos, nos convencemos de que estamos ante un instituto de verdad. La dirección del filme nos lleva por buenos derroteros, el costumbrismo de una faceta tan importante (y descuidada) como la educación de los adolescentes puede resultar apasionante en el celuloide. Gusta ver a Ariane Ascaride entrar en el aula a intentar motivar a una clase multicultural y con muchas complicaciones.

Sin embargo, superando la primera media hora nos vamos dando cuenta de una cosa: esto funciona como documental y no en plan pieza dramática. Curiosamente, aunque está basada en hechos reales, no llegamos a ver una verdadera identificación del público con estas personas, no se entiende del todo su cambio de actitud. Hay algún momento como los debates (cuando surgen temas como el Holocausto, Palestina, etc.) que prometen mucho, pero jamás se coge ritmo.

Tampoco se explotan temas de rabiosa actualidad como el uso permitido (o no) del velo islámica en el aula, las tensiones en clase, los entornos familiares desfavorecidos que condicionan a parte del alumnado a una competición injusta por falta de recursos.

Debería tenerlo todo para gustar. Y se queda en un ejercicio académico frío, donde ha faltado el verdadero pulso narrativo que lleve a ese fantástico hecho real a convertirse en un film de igual calidad. Existían cimientos para algo mucho más memorable.
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8
Para todos los públicos
Una película amable, bien estructurada y que no abusa de los tópicos. Cabe destacar el papel de la profesora (Ariane Ascaride) que interpreta sobradamente el papel de profesora veterana de un instituto de París. El otro protagonista es el alumno Ahmed Dramé, que hace un papel con marcados tintes biográficos. Aspectos muy bien tratados son el papel de la religión (cualquiera de ellas) en el ámbito de lo público (algo que los franceses cortan rápida y eficazmente); la desmotivación de muchos docentes y cómo trabajar con adolescentes del siglo XXI un tema histórico tan duro.
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