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Finlandia Finlandia · Alicante/Alacant
Voto de Kosti:
8
Drama Anne Gueguen es una profesora de Historia de instituto que además se preocupa por los problemas de sus alumnos. Este año, como siempre, Anne tiene un grupo difícil. Frustrada por su materialismo y falta de ambición, Anne desafía a sus alumnos a participar en un concurso nacional sobre lo que significa ser adolescente en un campo de concentración nazi. Anne usa toda su energía y creatividad para captar la atención de sus alumnos y ... [+]
6 de junio de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La educación, bendita educación. Uno de los puntos claves de toda sociedad que se precie. Un legado único que no debe perderse en la inmensidad de nuestro vasto planeta. Una joya de valor incalculable que cada día pierde más adeptos y gana más mediocridad, marchitando esa vocación de algunos educadores que pretenden ampliar ese legado impagable. ‘La profesora de historia’ (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014), basándose en un hecho real, nos arrastra al mundo del educador en Francia. Anne Gueguen es una profesora vocacional que no sólo imparte clases en un instituto, sino que se preocupa por sus alumnos y por que salgan a un futuro esperanzador y mínimamente halagüeño. Otro año más le ha tocado ser la tutora del curso “malo”, de esa clase que se llena con los alumnos con peor expediente, con peores notas medias. Si consigue sacar alguno adelante, ya será un éxito. Pero Anne no está dispuesta a tirar la toalla, aunque sus alumnos ya se den por perdidos. En aras de infundir cierta confianza en ellos, la profesora los apunta a un concurso de redacción nacional con el tema de los niños y adolescentes en los campos de concentración nazi. Aunque al principio son un poco reticentes a participar, poco a poco los alumnos se van abriendo y creyendo más en ellos mismos, y se adentrarán en un proyecto que cambiará sus vidas por completo.

‘La profesora de historia’ puede suponer un interesante estudio sobre el sistema educativo público en Francia, y más aún si lo comparamos con el español, con el que guarda bastante similitudes. Pero si nos alejamos de su clara vertiente sociopolítica, podremos asomarnos a una historia tremendamente optimista, incluso me atrevería a apuntar extrañamente optimista, aunque de vez en cuando sí se ve luz al final del túnel. La historia arranca con una base de marginalidad e indisciplina ampliamente realista. Pero en esa ecuación se introduce una variable que da al traste con cualquier solución lógica: una mujer adulta que lucha por el futuro poco esperanzado de un grupo de alumnos que se han rendido a la vida, interpretada por una magnífica Ariane Ascaride (Marius y Jeannette – Robert Guédiguian, 1997), templada, sabia y con una fortaleza envidiable que consigue sacar en los puntos más álgidos del relato. Su personaje, Anne Gueguen, profesora que continúa esparciendo su semilla educativa buscando crear jugosos frutos de sabiduría e inteligencia que consigan sobrevivir al mundo hostil que les espera fuera de las aulas, imparte una tremenda lección de historia y humanidad.

Temas tan manidos como la religión, el racismo, la educación, la adolescencia o la marginalidad están tratados de forma sencilla, algo “simple” (en la acepción más inocente del término), pero de forma elegante, delicada. Con muy poco, esta historia es capaz de calar profundo, de enseñar, y no sólo mostrar esa enseñanza de tiempos pasados como guía hacia un futuro próspero o más prometedor. Resulta inevitable encuadrar a ‘La profesora de historia’ en esa línea temática de películas francófonas que utilizan la educación como telón de fondo, y cuyo camino ya abrieron previamente ‘La clase’ (Laurent Cantet, 2008) o ‘Profesor Lazhar’ (Philippe Falardeau, 2011), aunque la película de Mention-Schaar toma otros derroteros, consiguiendo emocionar con un optimismo apabullante, optimismo que sólo se ve roto por el relato de un superviviente real del holocausto que transmite plenamente su dolor, y eso queda reflejado en el rostro de los alumnos que le escuchan atentamente y en se clava en el alma del espectador que asiste como si de un alumno más se tratase. Un claro ejemplo de una película “feel good” bien hecha.

Para aquellos que aún se emocionen con historias de verdad y para el educador vocacional que todavía cree en poder formar desde el cariño.
Lo mejor: Su profundidad
Lo peor: Es difícil apreciar su valía escondida tras tanta sencillez
Kosti
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