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Voto de antonalva:
6
Drama Anne Gueguen es una profesora de Historia de instituto que además se preocupa por los problemas de sus alumnos. Este año, como siempre, Anne tiene un grupo difícil. Frustrada por su materialismo y falta de ambición, Anne desafía a sus alumnos a participar en un concurso nacional sobre lo que significa ser adolescente en un campo de concentración nazi. Anne usa toda su energía y creatividad para captar la atención de sus alumnos y ... [+]
11 de junio de 2015
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre es necesario y útil detenerse en la enseñanza y su notoria desmemoria y carencias organizativas, presupuestarias y formativas. Tan imprescindible como recordarnos que el siglo XX ofrece un catálogo de horrores y vesanias que harían palidecer de envidia al más tarado de los tiranos de la antigüedad. Pero esa combinación – en apariencia infalible – para completar un proyecto socialmente comprometido, se queda huérfano por un exceso de sacarina, una plasmación ilusoria (por mucho que se recalque que está basada en una historia real), del todo ayuno de veracidad y sólo a ratos creíble.

No es suficiente adaptar un material basado en hechos reales y esperar a que la historia resulte convincente. Hace falta que la narración respire autenticidad y los personajes no se limiten a ser maniquíes parlanchines que se contentan con repetir o gruñir diálogos estereotipados o a mostrar unos modales deleznables que pretendan transmitirnos que están mal o inadecuadamente socializados y que basta la buena voluntad de una entregada y enérgica maestra pública francesa para enderezar a todo ese rebaño de cafres y patanes. Falta cualquier lógica interna al relato y las situaciones se suceden porque les da la gana a sus guionistas, pero no porque la historia lo demande o haya coherencia alguna, sino por la sola soberbia voluntad arbitraria y errática de sus escribas.

A su favor juega la interpretación de Ariane Ascaride, que dota de vida, fuerza, convicción, veracidad, intensidad y fondo al personaje de la veterana profesora de instituto que se implica visceralmente con su trabajo y cree en sus pupilos y su capacidad de mejorarse, pese a la genética, pese a la sociedad, pese al entorno, pese a las nulas expectativas, pese al determinismo catastrofista de sus compañeros docentes, pese a los prejuicios de un sistema tan ciego como obtuso, incapaz de aprender de sus ineficiencias y errores. Ella proporciona un alma al conjunto, que sin ella hubiese sido tan sólo un tópico indigesto con ínfulas de manjar socialmente consciente y comprometido. Hay una única escena que exuda veracidad y emociona hasta al más depravado: la presencia y el relato sobrecogedor de un superviviente real (cuando aún no era ni adolescente) de un campo de exterminio nazi. Hablando desde el corazón sobre la muerte, se renueva la vida. Lo demás es un erial de buenos propósitos manidos.

Es verdad que la película – a ratos – emociona porque sabe tocar la fibra sensible del espectador predispuesto. Pero una vez terminada su proyección, no queda nada. Hemos asistido a un vacío enajenado que se queda sin llenar. Frustrante.
antonalva
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