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55 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
3
Pardon?
Mais... qu'est-ce que c'est cela?
Fue esto justamente lo que dije al acabar el film.
Pero vamos a ver porque o yo soy muy tonto, o resulta que lo que transcurre en este film es normal.
La película me pareció aburrida, cansina, anodina, insulsa, irreal, forzada, absurda y por momentos ridícula.
Pero vamos a ver una cosa...
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147 de 240 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Para que no me olvides
A veces llega alguien a quien no conocías, alguien de quien no habías oído hablar en tu vida, y de golpe y porrazo entra de lleno en tu vida con una fuerza inusitada. Sin el menor esfuerzo, sin buscar, encuentra la llave de tu corazón en ese rincón donde la guardas celosamente, y de inmediato atina a tientas con la cerradura en medio de la oscuridad de tu interior, y abre esa puertecita detrás de la cual late todo lo que eres tú. Le has dejado entrar porque ha sabido hallar el lugar justo por donde colarse, y porque te está legando un regalo que parece hecho a la medida exacta de tus sentimientos. Como si, viéndote aparecer en el horizonte, te reconociera porque eres esa persona a la que estaba aguardando, y ya te tuviera preparado el regalo que sabe que más te va a emocionar.
Patrice Leconte tal vez había adivinado ya que su pequeño drama romántico estaba hecho a mi medida, y, con sonrisa picarona, lo escondió enterrado bajo un árbol, dejando un mapa con instrucciones como en el juego de la búsqueda del tesoro, y ya sólo tenía que esperar pacientemente a que yo lo encontrara.
Me imagino su sonrisa, de esas que se muestran con chispitas en los ojos.
¿Qué es lo que he encontrado oculto bajo el árbol de los tesoros? Pues una historia intimista sobre la pura esencia de las sensaciones y del deseo. Sobre las fijaciones que se forjan durante la infancia y que planean sobre nosotros durante el resto de la vida. Sobre la terrible soledad y el miedo a los finales, a la pérdida. Sobre la alabanza más infinita al amor, a esa extraña y mágica química entre los espíritus y los cuerpos y que tantas veces se resiste a aparecer en las vidas de mucha gente, que trastabillan en busca de un puerto que tiene la forma de unos brazos, de un pecho cálido y de un regazo solícito.
Un hombre que, en la niñez, descubrió, de la forma más diáfana, lo único que realmente deseaba para ser feliz.
No deseaba dinero, ni éxito laboral ni social. Sólo quería casarse con una peluquera.
Él, siendo un tierno infante, adoraba ya esa dulce sensualidad que suavemente derraman esas mujeres de manos delicadas que acarician las cabezas masculinas. Que huelen a lociones, a champú, a crema de afeitar, a femineidad absoluta, mientras se inclinan primorosamente sobre el cliente y lo rozan con su cuerpo al lavarle el cabello, al cortárselo, al afeitarle la barba.
Antoine, desde la primera vez que posó sus ojos de niño asombrado sobre la guapa peluquera alsaciana de su barrio, supo que no necesitaba nada más que pasarse los días contemplando tanta belleza y rabiando por acariciarla un día y otro, y otro. Eternamente. Y que no descansaría hasta poseer la belleza de una peluquera.
Leconte ha creado una comedia dramática o un drama con trazos de comedia hecho para mí.
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67 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
On est tous mariés avec des coiffeuses???
Ésta quizá sea la película de los "abandonados", de aquéllos que perdieron a la mujer idolatrada una tarde pestosa, sabiendo perfectamente por qué. La película que permite sosegarse durante ochenta minutos, consuelo de ver en la pantalla el mismo amor/obsesión/dolor pero en otro. No, más bien no; durante ese tiempo, la peluquería se abarrota de "abandonados" cada uno con su peluquera, bailando de patética felicidad, pequeño espacio de alucinación. El cine.

En la periferia del romanticismo, el enfermo busca la cura y, si hay suerte, irrumpe ella y entonces todo rueda sin freno hasta la ostia final. Tiruri ruri rurá, qué canción más rara y apropiada Monsieur Leconte, qué película Monsieur Leconte, que no sé cómo agradecerle.

En nombre de todos los "abandonados", de todos los enfermos, merci bien. Por fin estamos jodidos del todo.
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68 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Pocas ideas para muchas pretensiones
Me perdí en su día la película. Había gozado de un cierto renombre y la adquirí el viernes pasado con el periódico Público: Vaya decepción!

Figura que es una fábula sobre la fascinación de alguien respecto a....respecto a no se sabe qué. Podemos tragarnos el pretexto, esa atracción infantil del protagonista hacia una madura peluquera, podemos tragarnos que a los sesenta años aún perdure el recuerdo de esta atracción, pero que de la misma surja un flechazo hacia una joven peluquera....vamos, que no se lo cree nadie. Será otra cosa, pero no un flechazo. Podemos creernos los rasgos voyeuristas del protagonista, pero donde esperaríamos una reacción a tono con el glamour de la peluquera nos encontramos con que ella también ha quedado prendada a primera vista del pobre Jean Rochefort y su pinta tristona de jubilado sin más... No sigo con el argumento, que no da para mucho más.

Personajes sin matices, con reacciones inverosímiles. La etiqueta de fábula no autoriza a crear seres inconsistentes. Guión del propio realizador totalmente previsible que ha de recurrir a los flashes back de la infancia para salir del tedio en que implacablemente discurre.

Para crear una atmósfera no es suficiente una fotografía con filtros vaporosos Eso será el escenario, pero la verdadera atmósfera requiere mucho más. Para emocionar hace falta encararse honestamente con las personas que hay detrás de los personajes y lograr que el espectador se los crea, los comprenda y se reconozca en ellos. No lo logra el director si es que se ha tomado la molestia de intentarlo.

No hablo de los actores porque con estas premisas poco podían hacer. Y hacen poco (a lo más el ridículo: esos bailes arabizantes! esas actitudes de adolescente!)

No perdais el tiempo con esta cinta.
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49 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
No sé si es mala, pero a mí me horrorizó
Aparte de resultarme aburrida, esta película me hizo rememorar esos tormentos que pasaba yo cuando era pequeña y mi padre me hacía ver algunas de las películas más espesas de Fellini y yo me sentía estúpida por no estar captando la esencia y por no sentir los vellos de punta a causa de la emoción poética (especialmente traumatizada quedé con "Y la nave va").

Bueno, en esta película digamos que no lo pasé tan mal, y digamos que el argumento se entiende (por absurdo que resulte en algunos momentos), pero se sostiene con palillos. Supongo que hay algo profundo en el trasfondo de todo lo que sucede, pero yo, y pido disculpas por ello por si ofendo a alguien, no lo capté en absoluto.

Supongo que es algo así como una alegoría, una metáfora o algo por el estilo, con un toque quizá poético. Y yo soy filóloga, y me gusta la literatura, pero oigan, siempre me fue más la prosa: la poesía nunca la tragué del todo. He devorado y devoro novelas espesas como las que más, pero apenas he digerido las antologías poéticas de los mejores poetas.

Francamente, no sé si recomendar esta película o no: si digo que no la vean porque es un pastel, temo estar privándoles de una obra maestra que no comprendí; pero si les digo que la vean, temo estar empujándoles al abismo de aburrimiento y hastío en el que yo me vi sumida. Así que no me hagan mucho caso.
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39 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La culpa es del after shave
Es como una fábula, como un cuento para adultos. Estamos allí donde lo imposible es posible. El "país de nunca jamás" en un pueblo francés de los años ochenta.
La película cuenta sensaciones que todos (¿casi todos?) hemos tenido o al menos, nos resultan abrumadoramente familiares. Esa fascinación por la peluquera que nos lava la cabeza y nos afeita el cuello, ese dejarse hacer, solo sentir y quizá ver (el pecho de la primera peluquera). Ese enamoramiento, esa pasión que apenas se entiende, pero se vive.
El padre del protagonista le dice a este que para conseguir algo, solo hay que desearlo con todas sus fuerzas. El "decide" casarse con una peluquera. No sabe cuando pero sabe que lo conseguirá.
Patrice Laconte nos narra la historia de una forma portentosa, nos arrulla, nos sugiere, nos engaña. Amamos el mundo irreal en el que vive la pareja protagonista. No existen los problemas, solo el amor, la seducción, el sexo y la pasión. Esa pasión que nunca podrá ser sustituída por la ternura.
Fascinante y sensual Anna Galiena. Inconmensurable Jean Rochefort.
Es inevitable mencionar la escena en la que, tumbados en el suelo, tras haber pasado una noche fumando y bebiendo cócteles de agua de colonia, ella dice que tiene mucha resaca y él le responde: "La culpa es del after shave. No debíamos haberlo bebido. Las mezclas son malas". Unico toque de humor que pone la guinda a una película preciosa.
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36 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Corte de aurícula para peinar con raya
La urgencia y la intensidad del momento, la brevedad inconclusa del segundo exaltado, la necesidad de la correspondencia instantánea, la saciedad de la pasión ahogada al minuto… como un baile exótico cuando nadie espera que te pongas a bailar, como la visión de un pecho asomando tímido a través de una bata, como una masturbación robada dónde y cuándo la receptora menos se lo espera, un masaje de cabello con agua caliente, los ojos cerrados y el champú borboteando sobre y a través de una mente en blanco, que se deja llevar por la calidez de una sensual melodía árabe y las manos de una linda peluquera. Ardores de niñez que se desparraman en la vida de un adulto, como si el tiempo no hubiera pasado más que entre bastidores. Como si el tiempo fuera un absurdo que hubiera de exterminar entre el hombre y el niño. La vida no es más que el eterno recuerdo de un verano en la playa, de unas gónadas incómodas o de la primera erección. La vida no es más que la búsqueda del primer recuerdo de amor, o mejor quizás el recuerdo de la primera y única búsqueda de ese mismo amor. Una búsqueda que gira en círculos alrededor de aquel etéreo aroma a sudor fuerte, a jabón y a espuma de afeitar. Un hombre que busca la felicidad a través del amor, a través de ver realizados sus sueños sin más que desearlo tan fuerte como su corazón le permita. Y si no fuera capaz, reventar hasta hacerlo posible. O llamar a aquella pala excavadora para que levante una presa donde nadie pudiera levantarla jamás. Allí donde no llegan las manos, llega el corazón. Una mujer que espera en silencio, que es feliz porque está hecha de melancolía, y que al conocer el amor, su lado triste le impida enfadarse, le obligue a disfrutar intensamente y con fruición de cada gota de placer, de cada lágrima de sexo, de cada baile y cada trago de elixir o de colonia. Pero la pasión es efímera, la inmediatez del enamoramiento es caduca, y sólo la lluvia de la ternura y la cotidianeidad pueden hacer brotar la hierba de la vida en ese erial devastado por la locura de los enamorados.
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27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Lo pompones causan secuelas para toda la vida.
La verdad, si deseas cortarte el pelo vete a otra peluquería porque te va a ir mejor. A veces no todo es querer encontrarte con un ambiente de sensualidad embriagador, entre aromas de mujer mezclados con Abrótano Macho y sentir el amor de una pareja surgido del recuerdo de la niñez, o sea, vivir la victoria del deseo más infantil y tontaina sobre el rigor de la vida; es querer también sentirte partícipe de todo ello, sentir que la peluquera se acerca bien mientras hace la faena.

Esta peluquería no tiene nada de nada, en todo caso muy poco de lo que parece ofrecer porque no está trabajada y al final no sientes más que lo que ves, poco. Ahora, si luego quieres divagar sobre lo que crees que has visto, eres muy libre. La realidad es que el niño saldría con los ojos como platos y la foto de la teta asomando por el pliegue en su mente y con el tiempo le gustaría mucho las grandes tetas. Al cliente ya revenido, al final ni le han cortado el pelo.

Nos quieren colar una historia de amor, que no un drama, para que sea el espectador el que la trabaje, que él mismo descubra sus sentimientos entre el erotismo y la belleza para que brinque y se contorsione a su gusto.
Pero no. Sencillamente porque pronto se da cuenta que está entre muermos, con un transcurrir flácido de la historia y un deseo de amor que más bien parece una pareja de tontos a la hora de la siesta.
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24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Ten cuidado con lo que sueñes…
Normalmente, el olfato, es uno de los sentidos al que menos importancia otorgamos, pero es el sentido que más memoria posee. Un olor de la infancia nos traslada directamente al lugar y el tiempo en el que lo percibimos por primera vez. El sabor de las comidas, que tanto asociamos al gusto, es en gran parte, por el olor que percibimos. Antoine recuerda el olor de la muerte: vainilla. Antoine recuerda los olores que de niño percibía en la peluquería y esos recuerdos olfativos le marcan durante toda la vida. Hasta que su búsqueda da con Mathilde, la peluquera, el olor de la infancia. La madre que siempre quiso.

La verdad es que Freud se pondría las botas con los comportamientos de Antoine y Mathilde. En cambio, a Patrice Leconte le trae al pairo dichos comportamientos. Los usa para crear una fábula de desterrados y almas solitarias. De sueños que se alcanzan. Y luego, alcanzada la meta, el miedo irracional por perderlo.

Para esta fábula Leconte cuenta con su actor fetiche Jean Rochefort, de quien consigue una gran y cálida interpretación y al célebre compositor inglés Michael Nyman, conocido por sus colaboraciones con Peter Greenaway o por la magnífica composición de “El piano” (Jane Campion, 1993). Nyman, combina una banda sonora llena de ritmos árabes y sencillos pianos que de nuevo demuestran su talento.

Leconte da bueno el refrán:

… porque podría volverse realidad.
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19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Prescindible cita con la peluquera.
El realizador francés Patrice Leconte dirige esta irregular "dramedia" donde reflexiona sin mucho acierto y de forma precipitada sobre temas trascendentales como la vida y la muerte, abordando con clichés y tópicos la vida en pareja y la sexualidad desmesurada de ambos miembros, cubriéndolos con una fina capa para aparentar un deseo de amor y de vida que resulta artificial en todos sus sentidos.

En el comienzo del film se describe la juventud de un muchacho obsesionado con una peluquera y con un claro fin, casarse con una algún día. Llena de melancolía y de un ambiente retro que le hace muy bien a la cinta, en algunos momentos llega a recordar -solo en el comienzo- a títulos como Leólo, pero esto se convierte en un mero espejismo cuando se usa como pretexto para relatar la fogosa "relación" de un hombre mayor con una peluquera, desde su precipitado encuentro la historia se desenvuelve en un ejercicio incompleto de seducción, desbordante de una sensualidad que consigue en pocos momentos engatusar al público y que solo sirve para que la mente calenturienta del director pueda plasmarse en imágenes que no dejan de ser curiosas.

Como manera de experimentar con las formas y con el espacio, el resultado es potable, rodada de una manera bastante monótona, limitado también por el espacio en el que se desarrolla la acción. En este caso la peluquería es una excusa para narrar la historia, sirviendo a modo de confesionario improvisado para que unos cuantos personajes comente a modo de tópico sus problemas. Haciendo un vago y estereotipado reflejo de la sociedad, estas personas balbucean sinsentidos, con cierta gracia sobre el devenir de sus vidas y del mundo si se les hubiera propuesto.

Si espera ver una buena película no apueste por esta, si usted es de risa fácil y se enternece y excita con facilidad ha acertado, le gustará y le hará reír, pero no se emocione, detrás de todo esto hay un claro deseo de poner cachondo al espectador con escenas nada desdeñables en el aspecto visual, no le conmoverá pero será una decisión correcta en una tarde de domingo.
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19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Lo mejor la peluquera....poco más que ver.
Una de las cosas jodidas que tiene esto de filmaffinity es que o tienes muchísimo cuidado o despues de ver una película te dejas llevar por la nota que le ha dado la mayoria y terminas valorandola más de la cuenta, son las cosas de no sentirse un bicho raro. Y así, como un bicho raro me he sentido hoy despues de ver esta película, en la que no he encontrado nada que correspondiera a la fama que la precede. La vi con grandes esperanzas de encontrar un pequeño tesoro que aumentara la lista de grandes títulos olvidados a los que nadie echa cuenta ya y resultan realmente embriagadores, pero de ella sólo me quedará el recuerdo de que los peores bailarines del mundo son los maridos de las peluqueras. Un cinco porque al menos me reí sinceramente en un par de momentos de la película.
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Lo simple no es necesariamente bello
Tenía un primo que se enamoraba siempre de la panadera del pueblo en que residía, ya fuese Móstoles o Palamós, esa forma de darle la barra...., en fin, que cada uno tiene sus cosillas. Pero de ahí a hacer una película, y terminarla como la termina, vaya, como que no.
Cambia panadera por peluquera, adórnalo de sensualidad barata (el champú da mucho juego), coloca a la Galiena, a un papanatas gorrón que no da chapa y que solo vale para bailar (y ni eso, que vergüenza por favor), y ya tienes una obra de culto.
No agrandemos obras menores, ni mitifiquemos ese final tan rematadamente absurdo (alguien conoce un caso similar, no verdad, eso indica que es una chorrada monumental), y gritemos a voz en grito, ¡Jean Rochefort es un coñazo de tío!, nunca la Galiena perdería el tiempo con semejante vividor arrastrando su cara de colgado.
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cuando sea mayor
Leconte nos regala una especial obra de corta duración, cuya visión es como tomarse un pedazo de nuestro dulce favorito. Es una sencilla historia pero llena de matices y detalles entre tiernos, divertidos y emotivos, a la que se da un original y bello tratamiento.
Anna Galiena tiene aquí un halo especial que nunca más ha vuelto a mostrar y Jean Rochefort adopta esa característica expresión suya a la vez seria y algo cómica.

A los niños se les suele preguntar qué quieren ser de mayores y sus respuestas son variadas, pero seguro que nunca hubo uno como éste que aspiraba obsesivamente a conseguir algo diferente a todos los demás.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Incomprensible fábula entre colonias, espejos y demás.
Más breve es Pedro Guerra en los tres minutos de canción en los que homenajea a "El marido de la peluquera", más breve, intenso y maravilloso. Aquello de "abrázame fuerte, que no pueda respirar" cantado por este hombre me parece que transpira muchísimo más lirismo y es más profundo que la película de Leconte. ¿Más?, por supuesto: "...lo que fue tan hermoso que no caiga al olvido, te estaré recordando por siempre Matilde, que tú no te has ido." Y es que cada vez que recuerdo la canción de Pedro Guerra olvido más la película de Leconte, o lo que es lo mismo, ponerme a escribir sobre esta película supone dirigir mi mente a la melodía de la canción. Ciertamente los franceses tienen más valor que muchísimos otros países europeos juntos a la hora de ofrecer productos diferentes, arriesgan con su estilo heterodoxo que a veces funciona en variantes atrevidas, En otras ocasiones el resultado es el fracaso, pero es por su intención de hacer algo distinto tan a menudo que adoro este país vecino.

Sin embargo opino que este cuento de la peluquera joven y el marido madurito no funciona. La pretendida profundidad del mensaje resbala, cae y desaparece por situaciones incomprensibles mal escogidas. Porque ya sabemos que lo que se nos vende es un sueño, pero el objetivo de enseñar el amor en toda su profundidad merecía mejores imágenes, algo más de intensidad que de una forma u otra debía haber percibido y claro, personalmente desconozco qué formas son esas que debía haber elegido el director francés, pero el marido bailando es una idea pésima de ofrecer sentimiento y emoción. Pedro Guerra cantando con su guitarra sí que ha sabido hacerlo, maravillosa contradicción.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
¿Realmente esta historia tiene algún interés para ser contada?
En pocas ocasiones me encontrado con una historia tan sosa y tan insulsa, como para despertar el interés de uno y alargarla durante 80 interminables minutos.
Muy pocas veces he tenido la sensación de sopor incontrolable a los 5 minutos de empezar una película como en esta ocasión.
Milagrosamente y sin saber como aún, he conseguido aguantar durante todo el metraje, intentando encontrar una coherencia a esa obsesión sexual de un niño hacia las peluqueras. Intentar comprender porque ese hombre realiza de vez en cuando un baile totalmente absurdo y ridículo, que la única sensación que a uno le produce es vergüenza ajena.
El plantearse porque la mujer se comporta como se comporta, currando todo el tiempo mientras tiene al hombre bien sentado en el sofá y solo se levanta para tener sexo con ella, mientras ésta está peinando.
No sé, a lo mejor me pilló en un mal día. A lo mejor no tengo ni idea de cine (ya que no consigo comprender como esta película tiene un 7 de nota). A lo mejor no he entendido el mensaje. O a lo mejor es que efectivamente esta película es totalmente infumable.
Sea como sea me he enfrentado a una de las peores experiencias que he tenido con el séptimo arte. Una verdadera porquería de película que espero que el tiempo consiga ponerla en su sitio; es decir en el olvido.
En fin, una película nada recomendable; ya que no es destacable ni el guión, ni la dirección, ni la música, ni la fotografía, ni las interpretaciones... Nada. Bueno sí, solo una cosa... es destacable el deseo de no volver a verla.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"DONDE ELLA ESTABA, ESTABA EL EDÉN" (MARK TWAIN)
He aquí la gran película de la cotidianeidad, en la que sus protagonistas no tienen mayores ambiciones ni metas que alcanzar. Sólo ser felices, girando en círculo entre cuatro paredes, donde dominan peines y tijeras. Todas las actividades se realizan en una peluquería (desde casarse, comer, amar, dormir, soñar... en fin: vivir). El marido de la peluquera -de rasgos inexpresivamente expresivos, mirada cándida y a la vez penetrante, cuyo mayor deleite es bailar danza árabe-, se define por su referencialidad inevitable con aquélla: no es sino "marido de". Ninguno de los dos es "naranja entera"; antes bien, cada uno es la "media naranja" del otro, cual el mito griego. En especial, él, es un satélite "inautónomo", que gira alrededor de un sol que puede apagarse o permanecer en el recuerdo, o simplemente convertirse en el motor de una dependencia emocional que no terminará ni con la muerte.-
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
pues vaya...
‘El marido de la peluquera’ es una película que nos habla de una obsesión patente en el personaje principal, Antoine, interpretado por Jean Rochefort. Antoine es un personaje que se nos presenta como pasivo, un tipo cuyo único objetivo en la vida es sentarse y ver pasar los acontecimientos.
Haciendo honor a su título, Antoine es, efectivamente, el marido de la peluquera y esta es una bella dama llamada Mathilde, interpretada por Anna Galiena, la cual capta la atención, tanto por su belleza como por su profesión, de Antoine. Anna Galiena vuelve a interpretar aquí el papel de Pin Up que hizo toda su vida, construyendo un personaje de mucho intensidad sexual pero de poco trasfondo aportando así una gran nada sumada a la nada ya existente.
‘El marido de la peluquera’ resulta un retrato anodino con tomas y planos de excesiva luz y colores Kitsch que cuentan un relato de lo más oscuro. La obra resulta una apología a la posesión de la persona en la relación de pareja y a la inactividad del sujeto en dicha pareja. La muestra de la no-vida fuera del circo erótico-familiar resulta casi siniestra al presentar a personajes que prácticamente no saben vivir el uno sin el otro.
La interpretación está sobreactuada y algunas escenas pierden el realismo sacrificado por darle una intención más poética a la imagen la cual no se consigue o no llega a todos los espectadores, como fue mi caso.
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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
PUENTE
“Adorable puente se ha creado entre los dos” (Gustavo Cerati)


Fuimos a ver una película al Biógrafo de un tal Patrice Leconte. “El marido de la peluquera” se componía de pequeñas anécdotas que definían a sus personajes. Mathilde y el esposo vivían día y noche entre perfumes, mirar por la ventana y bailar danzas árabes, felices dentro del universo de la peluquería. Veían pasar por la ventana solo lo que querían saber del mundo exterior. Mathilde, en secreto, pensaba que la felicidad y el amor no podían ser eternos. Temía que la alcanzara la vejez y perder el atractivo para su esposo. En el fondo era tan feliz, que no quería que el tiempo lo arruinara todo. No se creía capaz de soportarlo, y por eso... se lanzaba a las turbulentas aguas de un río.

El final era impredecible. Te dejaba marcando ocupado, con los ojos pegados en los créditos, buscando al que había compuesto la banda sonora. No me sorprendió que fuera Michael Nyman. La música era magnífica, casi tanto como “El cocinero, el ladrón, su Mujer y su Amante”. Pero no iba a ser la última vez que escucharía su nombre. Dos años después, me sorprendería de verdad con la melancólica partitura de “La Lección de Piano”.

Esa noche, después de la función, con Antonia comenzamos una animada plática. No sobre la música, sino sobre el final, no de la película, sino de nuestra historia. El Café del Biógrafo no tenía mesas desocupadas. Discutíamos acerca del suicidio de Mathilde y, a la vez, nos preguntábamos adónde ir. Yo pensaba en lo romántico de su muerte, en tanto Antonia me hacía ver lo trágico del episodio.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
lo que hay que ver
La única manera en que se sostiene esta película, dada su atroz inverosimilitud, es pensando que se trata de un sueño/fantasía del protagonista masculino, que, ya casi en la vejez, le viene rememorando el calentón sexual que en su pubertad le provocó una peluquera tetona. Fantasea sobre lo que pudiera haber sido casarse con una peluquera buenorra y que encima esta cayera a sus pies (por supuesto, pura imaginación pues el menda con ese careto y esas maneras es un espantaburras). Pero aún así no deja de ser una absoluta memez sin interés alguno, plagada de topiquillos del cine de destape pero sin su crudo cinismo. Puedo entender que tuviera éxito comercial dada su edulcorada fotografía y la atracción del rollito sexual con la protagonista todo el rato haciendo poses de chica calendario, incluso a cámara lenta, y accesible a los magreos fantasiosos del viejete, su morbo seguro que tiene para muchos, y posiblemente algunos jovenzuelos sin mucha experiencia y tontainas de edad varia puedan incluso ver algo así como un una muestra de amor verdadero, abstraido de la cruda realidad, en toda esta panfletada. Pero lo que ya no puedo entender es que al director no se le caiga la cara de vergüenza de sacar una y otra vez a semejante pavo contorsionadose patéticamente como si tuviera una tenia en el estómago mientras suena música árabe. Supongo que le vería la gracia: pero si eso le hace gracia... que se lo haga ver. Dios, cuánto pamplina anda suelto!
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Cómo la música hace que se mueva el cuerpo! Y el alma.
La sensualidad lo envuelve todo. La música oriental lo envuelve todo. La ternura, el detalle, el encuentro de dos almas solitarias que se habían acostumbrado a la rutina de la vida, cuando estaban deseosos de vivirla, es el motor que mantiene al espectador con una sonrisa permanente...

"Cuando un hombre encuentra a una mujer"¡Picarón! Al alcance de la mano...
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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