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121 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Amor y neutrinos
Nos aferramos a nuestras ideas a pesar de que sólo son ideas. Es normal que, si un oceano vivo y generoso usa campos magnéticos para amontonar neutrinos con la forma de nuestras churris desaparecidas, nos aferremos también a los neutrinos y nos pasemos el día retozando con ellos en lugar de plantearnos los dilemas gordos que nos atenazan, que hoy vienen a ser estos:
a) ¿La obtención de conocimiento es un fin en sí mismo?
b) ¿Vale la pena arriesgarnos a dañar algo que no conocemos si arriesgándonos a dañarlo albergamos la esperanza de llegar a conocerlo un poco?
c) ¿Si una inteligencia superior intentase comunicarse con nosotros y lo hiciese materializando cosillas que encuentra dentro de nuestra cabeza, qué saldría? Y, en caso de que saliese una exnovia bonita, ¿nos la follaríamos?
d) ¿Follar con cadáveres resucitados que no se sabe exactamente si existen o no, puntúa como necrofilia o puntúa como psicósis?

La histórica novela de Stanislav Lem fue adaptada por Andrei Tarkovski en un país y en unos tiempos en los que no se podía rodar casi nada que sonase a libertad individual y sin embargo logró colar a la censura comunista una frase que dice tal que así: "Amamos aquello que podemos perder... tú mismo, tu mujer, tu país..." que hoy suena a poco pero que no tendría yo valor de susurrar a los peces gordos de la URSS, una máquina de devorar países.
El truco que usó fue ralentizar la peli hasta que se sobaron todos los censores.

Solaris, igual que 2001, es una peli de ciencia ficción que avanza a ritmo de croqueta y por eso se la acusa de ser una respuesta soviética al film de Kubrick, aunque se parecen como un huevo y una castaña.
En 2001 todo estaba limpio y ordenado, y el imperialismo capitalista fardaba de pasta y efectos especiales; en Solaris todo es de baratillo y está hecho unos zorros. Las puertas de metal de la estación espacial son puertas de papel de alumnio que si te equivocas y empujas una que se tendría que abrir hacia dentro ya te las has cargado. Sólo falta que pongan anillas abrefácil de esas de las latas de sardinas a las paredes de sala de descompresión.
Y dice el cliché que 2001 mira hacia fuera, mientras que Solaris mira hacia dentro, buscando el alma de la humanidad en lugar de buscar monstruitos por el espacio exterior. También dicen los enterados que es una película de CONciencia ficción, o que es metafísica, o que es existencialista, o que es califragilistica, el caso es que deja mucho tiempo para pensar y el espectador puede usarlo para introspeccionarse un poco.

Y por si el asunto no fuese ya suficientemente atrayente, siempre mola que los títulos de crédito estén en cirílico y aparezcan Rs al revés.

Nota: excelente.
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352 de 447 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
No quiero verte más / El eterno retorno
Fue mi primera experiencia con Tarkovski. La vi hace muchos años, en el madrileño cine Doré, como corresponde a un incipiente gafapasta. Así me desvirgué. Fue tan bonito…

No iba sólo. Me acompañaban mis queridos Hermione Granger, Macarrones y Rifiuti. De los cuatro, sólo yo permanecí despierto todo el tiempo.

Salí fascinado de la sala.

===

(Años después)

Me casé, tuve dos hijos, me di una vuelta por la Fnac y… ¡allí estaba ella!, en una edición para coleccionistas. Me acerqué, la toqué tímidamente, la saqué (de la estantería, claro), la volví a meter… y así unas cuántas veces.

Finalmente, me decidí. Compré la peli.

===

(Semanas después)

La introduje en el aparato reproductor y quise recordar los viejos tiempos, pero… no fue lo mismo. Me faltaban los ronquidos de mis compañeros del Doré (Hermione, fidelísima, volvió a verla conmigo, ¡y ni siquiera se durmió!).

¿La cinta se había apolillado? Con los ojos llorosos, vi mi reflejo en el espejo del salón: era yo quien había envejecido.

===

Cometí el error de querer vivir de nuevo una experiencia irrepetible. Solaris, ¿qué me has hecho?

No quiero verte más.
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252 de 380 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
CONCIENCIA-FICCIÓN
Un filme de “conciencia-ficción”, como lo definió un crítico italiano. “Solaris” está tan alejado de “2001: Una Odisea del Espacio” como el más alejado de los planetas de una Galaxia aún por descubrir. Ambas obras son grandes creaciones de dos grandes de la historia del cine, pero entre una y otra creación artística media la distancia que separa al mundo de los sentimientos, las emociones y las eternas preguntas del mundo del gran espectáculo, de la obra de arte concebida como “show”. Ambos mundos no son beligerantes ni excluyentes, pues cada uno ocupa su honroso, legítimo y amplio espacio (medido en años luz), y no hay peligro alguno de que entren en conflicto ni se destruyan. Son dos mundos en los que puede habitar el ser humano, aunque algunos cinéfilos y otros seres de difícil adaptación puedan perecer en ellos.

En “Solaris” el director ruso lanza una mirada desde el cosmos hacia la Tierra, hacia el hombre. Tarkovsky no realiza un viaje “hacia el infinito y más allá”, sino hacia el mundo interior del ser humano. “Considero que es un deber mío animar a la reflexión sobre lo específicamente humano y sobre lo eterno que vive dentro de cada uno de nosotros”, escribió Tarkovsky. No es casual ni una cuestión de “recursos”, que los efectos especiales se hayan reducido a su mínima expresión en la película, y que la estación espacial que gravita sobre el Océano inteligente presente un descuidado aspecto “doméstico” muy terrenal; el que presentaría una vivienda cuyo dueño está absorbido por otras cuestiones y que nunca encuentra el momento para arreglar el grifo que gotea o el enchufe de la luz… Paradójicamente, ninguna otra película de Tarkovsky presenta tantas huellas de lo humanamente cotidiano como “Solaris” (Vera Ivánova).

Mención especial merecen, obviamente, los diálogos, que son parte fundamental de un guión impecable, como en todas las películas del genial director ruso (al menos hasta “Stalker”). El mundo de “Solaris” no es el mundo aséptico y pulcro de “2001: Una Odisea del Espacio” con su amplio despliegue de efectos especiales y su deslumbrante exposición de naves y artefactos voladores (algunos imposibles), con un diseño tan atractivo, convincente y realista que prácticamente nada de lo que vemos en pantalla existe a día de hoy... Si en la película del gran Kubrick los personajes hablan poco, es porque tampoco tienen muchas cosas que decirse -para que nos vamos a engañar-, incluyendo al ordenador “Hal 9000” con su perverso talento (aunque a la hora de “morir”, lo haga de una forma tan patética que deshonra a sus creadores, al héroe americano con capa y mallas y a su bandera).

La película de Tarkovsky me gusta y me fascina por el poder de sus imágenes (una constante en toda la cinematografía del genial director ruso), por su misterio, por su poesía, por su belleza, por su profunda reflexión acerca del ser humano. Y, por supuesto, por el gran trabajo de unos excelentes actores.
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152 de 204 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA GRAN OCASIÓN DEL PSICÓLOGO KELVIN
1) En el prólogo terrícola añadido por Tarkovsky al argumento de Lem, el melancólico Kelvin, viudo prematuro, pasea entre jirones de niebla en torno a una laguna pegada a la dacha paterna. Un enviado de la organización cosmonáutica llega para proponerle, una vez más, una complicada misión.

En la estación espacial situada junto Solaris, un gigantesco océano de gas arremolinado en la vecindad de Júpiter, océano que es una entidad inteligente, están dándose fenómenos alarmantes: astronautas exploradores hablan de fantasmales apariciones con figura humana. Entre la expedición científica hay muertes y suicidios; algunos eran conocidos de Kelvin. Debe viajar hasta allí para averiguar qué está sucediendo.

Tras un viaje más detallado en la circunvalación de Moscú al volante que en el veloz recorrido de los millones de kilómetros hasta la región jupiterina, Kelvin llega a la estación espacial situada en Solaris.
Al mismo tiempo que con los dos científicos supervivientes y desquiciados, de quienes obtiene informes confusos, entra en perturbador contacto con la entidad Solaris, algo así como el alma ubicua del gigantesco océano de gas, contacto misterioso que no consiste en hablar, desde luego, ni en telepatías.

2) A semejanza de La Zona, de “Stalker”, Solaris es un singular campo de energía donde el contenido mental latente se plasma: de ser meramente psíquico, pasa a lo denso, se hace corpóreo. Un espacio inteligente donde inconsciente y memoria se materializan.

Y, como en “Stalker”, el componente de ciencia-ficción es un pretexto abocetado para introducir el tema metafísico. Realmente escenarios y efectos no pueden estar más abocetados. Al disidente las autoridades daban cuatro rublos y, con la película Kodak justa, se ruedan tomas únicas. La precariedad se convierte en forma ascética. Y, de paso, en una especie de lentitud antigravitatoria…

También como en “Stalker”, el protagonista, que reacciona en ese espacio donde lo interior se transmuta en ilusiones reales, comparte la experiencia con dos escépticos, en significativo debate entre posturas de fe, por una parte, y posturas de intelectualismo exacerbado por otra, o de cientifismo de laboratorio, que en lo extraterrestre proyectan sus paranoias y con lo no-humano se empeñan en hacer experimentos, como si de monos o cobayas se tratara.

2) Se debate, con intensos parlamentos, en la reunión de la biblioteca, amueblada a la antigua, Bach y Brueghel (maravillosamente desmenuzado por la cámara) al fondo. Los científicos viven en crispación crónica, pero Kelvin puede entrar en comunicación con Solaris: se plantea vivir el mundo personalizado que Solaris genera a partir de su mente. Intuye que podría retomar conflictos íntimos enquistados y superarlos, cancelar deudas emocionales, compensar a la esposa muerta…

Podría afrontar, no sin dramatismo y abismales sobresaltos, la vía evolutiva, la tarea espiritual ahí, en el universo plástico y dialéctico de Solaris.
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106 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Infalible
Sí, amigos, infalible a más no poder. En mis tiempos de recepcionista de noche era el mejor estimulante del sueño. Como solía librar lunes y martes y tenía el sueño cambiado, me costaba un montón dormir por la noche. Menos mal que descubrí a Tarkovsky y su obra maestra y mi sufrimiento terminó.

Recuerdo con cariño esa escena que dura dos o tres minutos en la que se enfocaba una carretera y parece que ibas conduciendo el coche, impresionante, toda una lección de profundidad visual, me hizo meditar profundamente acerca del sentido de la vida.

Envidio a todo aquel que aguanta su visionado sin pestañear, yo he visto muchas películas en mi vida pero todavía no he alcanzado la madurez suficiente para llegar a entender el universo interior del amigo Andrei, lo intentaré dentro de 20 años ... o cuando el insomnio me invada.
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156 de 239 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Menos no siempre es más
Muchas películas de ciencia-ficción pecan de ser obvias, sobreexplicadas o de intentar epatar con efectos especiales que encubren su escaso contenido. "Solaris" adolece del defecto contrario, convirtiéndose en una obra tan minimalista, despojada y metafísica que casi echa a patadas lo que de ficción y de ciencia pudiera haber en ella. Es cierto que las descripciones del espacio y las abundantes disquisiciones científicas pueden no ser lo crucial en el fantástico libro de Stanislaw Lem, y que lo que en él marca la diferencia sea su compleja visión del ser humano y su maduro tratamiento de la ciencia-ficción, tan cercano a la reflexión filosófica. Lo que es innegable es que en ese libro hay un sentido de la maravilla, un deslumbramiento por la aventura espacial -aunque ésta se revele decadente y oscura- que no figuran en la versión cinematográfica de Tarkovsky. Ni tampoco está en ella el soterrado sentido del humor del libro, esa exquisita ironía que empapa toda la aventura espacial y la reflexión sobre su naturaleza.

Puedo entender que, por una búsqueda de la esencia del libro, por un lado, y la obvia carencia de recursos técnicos, por otro, Tarkovsky decidiera ser más papista que el papa y tratar de plasmar el núcleo mismo del libro, su meollo intelectual. Por eso le ha salido una película tan... pura. Y no, para mí, en el buen sentido: el planeta de Solaris que Lem concibió es de una riqueza abrumadora, y en la película apenas se muestra como mero -y casi innecesario- telón de fondo, un trámite por el que pasar de puntillas para centrarse en los elevadísimos temas del amor, el individualismo y, en general, la condición humana. Y no, una película no debe mimetizar la obra en que se basa, pero es peor aún traicionar su espíritu por, imagino, miedo a vulgarizar algo tan etéreo, tan delicado como "Solaris".

¿Un Quijote sin molinos, caballeros andantes y aventuras, o Moby Dick sin ballenas y arpones siguen teniendo valiosas reflexiones? Probablemente sí, pero serán otra cosa, y su contenido se volverá estéril y tedioso. Lo mismo "Solaris", que se vuelve una estirada sucesión de bellas y estilizadas imágenes, de sesudos discursos apenas contextualizados, de personajes fieles al espíritu de la novela, pero tan esquemáticos que sus motivaciones y reacciones se vuelven casi incomprensibles. Y es que, por último, me cuesta imaginar cómo alguien que vea esta película sin haber leído previamente el libro es capaz de entenderla razonablemente, de hilar todos sus cabos y de alcanzar esas enjundiosas reflexiones que, en efecto, se plantean.
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78 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
ESTUPEFACTA + PACIENTE = ESTUPEFACIENTE
Tovarishchi pedanty tarkovskistas ¿hacéis crítica de cine o la hacéis de filosofía y literatura? Comprendo que os gusten los dilemas de naturaleza metafísica y ética de Solaris. Vale. Pero el mérito en este caso no es de Tarkovsky sino del escritor polaco Stanislaw Lem. Lo mejor de la película es la novela, esa misma novela que este plomizo film intenta hacer aborrecible.

Ciertamente es una película de culto, pero de culto a san Tedio, a santa Modorra, a Nuestra Señora del Santo Sopor, o al casi imposible “despertar” de Buda. Película de culto a la Divina Somnolencia con un botafumeiro cargado de opiáceos.

Eso no ha impedido que, sujetándome los párpados con pinzas de la ropa, haya conseguido disfrutar de la belleza de bastantes planos parsimoniosos del maestro Tarkovsky, de la música de Bach, de los homenajes a Pieter Brueghel El Viejo, y de todas esas reflexiones de la novela sobre lo irrepetible de la vida y del amor, sobre la imposibilidad de las segundas oportunidades, sobre esa moraleja hedonista de que más valen amores en mano que ciencias volando.

¡Pero qué manera de estropearlo todo regodeándose en el tedio cargante, lento, soso, tonto y críptico! Dan ganas de gritar herética “que viva el bendito Rafael Azcona, el santísimo Woody Allen, el divino Billy Wilder”.

Otro mérito que hay que reconocerle a esta película de magufos solarísticos es que resulta hipnóticamente interactiva: el cerebro se te va convirtiendo en protoplasma y acaba armonizando con el gelatinoso océano de Solaris. No es broma. Es todo un logro. Se diluye la separación “obra/espectadora” y te quedas sopa, así… como… entre… remolinos… de sueño sádico y fangoso.

Compararla con esa maravilla indiscutible que es 2001: una odisea del espacio… es un insulto a la inteligencia (terrestre y extraterrestre). La comparación dejaría en ridículo a Solaris y violentaría a un Tarkovsky que afirmó no haberla visto.

Uno de los grandes errores de todos los directores del panteón momificado, pedante, aburrido y amargado, creo que consiste en que no comprenden –porque no quieren, no pueden o no saben- que si el mensaje de una película es profundo y espeso –como el océano de Solaris- hay que rodarlo y montarlo con gracia, con ritmo, con ligereza, con emoción, con intriga, con lucidez, con poderío visual, con ironía, con humor… para atenuar su cargante gravedad; y no rodarla y montarla con esa cachaza sermonera, plúmbea y repetitiva, estancada y oscura. Y al no comprenderlo, estos pretenciosos camaradas lo que consiguen es que su reflexión estética y ética, sobre lo humano y sobre lo eterno... se nos eternice de un modo inhumano.
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75 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Insondable, inabordable, inabarcable.
* Todo lo que diga sobre esta película es poco. Posiblemente mi película favorita. Son tantas las reflexiones a las que incita, tantos los diálogos abrumadores, las secuencias imborrables, de excelsa e inquietante belleza, la valentía en su realización.

Film lento, lentísimo; sí, pero que más da esto cuando agita tanto en nuestro interior.
La frialdad y el tono irreal de su onírico ambiente turba y somete desde los primeros segundos. No hay mejor prólogo a esta película que esos solemnes pasajes musicales de Bach.

* Por lo visto, la novela en que se basa no contempla esa introducción terrestre, no sitúa la acción primeramente en nuestro planeta, pero que gran acierto el de Tarkovski haciéndolo así; ¡Que magnífica forma de introducirnos en la órbita de lo que va a exponernos a continuación! Película para elucubrar en miles de dimensiones. Miles de mundos y universos en los que penetrar, obvios y personales.

* Como ya saben quienes suelen leer mi modesto blog, no soy muy dado a comentar aspectos técnicos de las películas, porque, pese a reconocer abiertamente mi ignorancia al respecto, me da congoja referir realidades que saltan a la vista, o incurrir en errores en el vocabulario, o cualquier otra cosa. Pero si me gustaría señalar que, como ocurre en secuencias de “Stalker” o “El Espejo”, y no se si será habitual en otras obras de este señor, me fascina como a veces el movimiento y las evoluciones de la cámara parecen independientes respecto a las de los actores, cosa que me desconcierta, al ganar estos, fuera de plano, posiciones sorpresivas que uno no puede anticipar, y que a veces de una sensación de ruptura y confusión.

O esos primeros planos, o muy velados, o tan cercanos y cerrados, asfixiantes, intrusivos, que disparan nuestra imaginación pero engañan nuestra intuición. Por no hablar de la infinidad de detalles en los planos generales y abiertos, que quizá no nos sirvan de mucho en la “historia”, pero que enriquecen lo que nos narramos a nosotros mismos y lo que se quiere plantear, ayudando a disparar nuestras cavilaciones.

* Fuera del interés que pueda revestir esta película como obra de ciencia-ficción, con sus ideas y especulaciones metafísicas, científicas, o sean de la naturaleza que sean, los personajes están tan soberbiamente tratados en sus circunstancias y los actores bordan papeles tan impactantes, que cuesta abarcar todo lo que este film imprime a todos los niveles.

* Mezcla de ciencia-ficción, drama; la complejidad de la relación entre Kelvin y Hari es inabordable, igual que las experiencias e impresiones de todos los pocos personajes. Empatizar con todos ellos resulta vertiginosamente turbador.

* Y en fin, aquí me detengo con humildad. Escueta reseña para un film insondable. Véase, y que cada cual opine, piense, y sienta.
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86 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Lo siento, mi no entender.
Para mi desgracia la he visto por la mañana y en versión original subtitulada. Me he desconectado con mucha facilidad, puesto que el ritmo de la película se me ha hecho cadencioso-tedioso. Valoro la filosofía subyacente y la plasticidad de algunas secuencias, pero creo que ha envejecido mal, o al menos no todo lo bien que debería.
Sólo la recomendaría a un tipo de filmaffiniteros concreto concreto: muy gafapastero, o amantes de Asimov.
Ya podéis crucificarme amigos, ya que hasta mis almas gemelas difieren de mi votación esta vez.
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87 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿De qué están hechos los sueños?
Desde ayer mismo mi Santísima Trinidad de la Ciencia Ficción Cinematográfica (“El planeta de los simios”, “2001, una odisea del espacio” y “Blade runner”) ya es historia. A partir de ahora, cada vez que necesite aludir a mis sci-fi favoritas deberé olvidarme de tríos, ternas e hipóstasis varias y utilizar otra denominación (¿Póker sideral? ¿Cuarteto galáctico, quizás?) que me permita expresar de forma pública y notoria que son ya cuatro -y no tres- las pelis de ciencia-ficción que a día de hoy ocupan un privilegiadísimo puesto de honor en mi sacrosanto altar cinéfilo. ¿La nueva incorporación? “Solaris”, por supuesto.

Porque sí, la peli de Tarkovski podrá ser todo lo laaarga, leeenta y espeeesa que queráis pero os puedo asegurar que hacía mucho tiempo que una peli no me provocaba una batida de coco tan impresionante. Una batida de coco en la que aspectos tan distintos como la congoja existencial o el amor pugnaban por seducirme y en la que la música y las imágenes de Tarkovski me tenían absolutamente pasmado, boquiabierto y patidifuso. Aún hoy sigo dándole vueltas a Solaris, a ese océano pensante, a esa especie de entidad extraterrestre capaz de materializar nuestros propios sueños, nuestros propios recuerdos, para que éstos interactúen con nosotros y pongan a prueba nuestra razón… y nuestros sentimientos.

En fin, que la veáis. Pero ya. Sobre todo si sois de los que, de vez en cuando, os gusta darle alpiste a la mollera. No os arrepentiréis. Ah, y ni puto caso a esta humilde crítica. La peli es infinitamente mejor ;)
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60 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El océano más profundo
Suscribo por completo la crítica de Andron y en buena medida la de Listo Comics. En su día se quiso presentar a Solaris como la réplica soviética de 2001, pero quien busque en esta obra una emulación de la de Kubrick saldrá decepcionado.
Ambas tienen en común su gran nivel, su militancia en el terreno de la ciencia ficción y su ritmo lento y pausado, pero ahí se acaban los parecidos. La parsimonia de 2001 invita a la contemplación, la de Solaris a la reflexión. La extraordinaria película de Kubrick se plantea como un glorioso espectáculo visual en el que los diálogos son casi inexistentes y casi siempre totalmente insustanciales: dice más con un vals que con todas las frases de la cinta. Solaris reduce el recurso a los efectos especiales a la mínima expresión, pero tanto sus diálogos como sus monólogos nos son imprescindibles, no tanto para entender lo que sucede como para valorar la posición de cada uno de los protagonistas ante el misterio que se les presenta. En 2001, el personaje más carismático y complejo resulta ser un ordenador; aquí, todos los personajes son de carne y hueso, incluso la recreación de Hari, y se construyen sobre un soberbio recital interpretativo en el que los actores son capaces de decirnos más con una mirada o un oportuno silencio de lo que dicen muchos estereotipos parlanchines de cierto cine posterior.

No hay “pérdidas de rumbo” en Solaris, si acaso algunas arritmias en su tramo inicial, como la del largo e hipnótico viaje en coche, y ésa es la única crítica razonable que podríamos plantear.
La riqueza de lecturas de esta obra no admite resumen, y aburrirá a quien busque acción física antes que intelectual o sentimental. Solaris es una bellísima (y desoladora) historia de amor, pero también mucho más. Es, por ejemplo, la ambigüedad con la que se plantea el juego entre los humanos y el océano hasta difuminar las diferencias entre observador y observado. Al final resulta evidente que Solaris estudia a sus exploradores tanto o más que éstos a él, materializando los fantasmas de cada uno con consecuencias a veces trágicas. Pero va mucho más allá que ellos: les interroga, ¿les juzga? y, en cierto sentido, intenta educarles.
La lección que les da es difícil: los cosmonautas han salido al encuentro de lo extraño antes de conocerse siquiera a sí mismos. Para el atormentado protagonista, su esposa Hari ha sido tan enigmática e insondable como el simulacro reencarnado por el océano. ¿Cómo conocer entonces la naturaleza de un alienígena si ni siquiera comprendemos a nuestros congéneres, incluso a los más próximos? Y sin embargo, y ahí está la aparente paradoja, Solaris sugiere que resulta imposible conocerse a uno mismo sin intentar conocer lo que nos es ajeno.

Acierta uno de los protagonistas al afirmar que a la hora de afrontar lo trascendente los antiguos fueron más lúcidos que nosotros. Tarkovsky no es un antiguo, pero su intento de tender puentes hacia ellos sobre el océano de la banalidad resulta encomiable.
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56 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Solarística en estado puro.
Durante mucho tiempo se pensó que Solaris era la respuesta rusa a 2001, una odisea del espacio, continuación de la famosa carrera espacial entre americanos y rusos, aunque esto no sea del todo cierto. Tarkowsky tenía su propio estilo y no necesitaba imitar a Kubrick para crear una obra minimalista e introspectiva, entendiéndose como observación interior de los propios actos o estados de ánimo o de conciencia, con un ritmo excesivamente pausado, donde el protagonismo es la soledad de los protagonistas, dentro de una intimidad morbosamente observada por el espectador.

Pero al igual que la novela del polaco Stanislaw Lem, Solaris es un estudio psicológico sobre la actividad humana en espacios cerrados llevado a cabo en sujetos inestables emocionalmente, desarrollándose los deseos más íntimos de estos a la vista de los demás, como es el caso del doctor Kris Kelvin, que se aferra al amor de nuevo con la aparición de su difunta esposa Hari, que poco a poco se ira desarrollando con una personalidad propia.

La poesía visual y el simbolismo de Tarkovsky inundan toda la cinta que se rodó en la antigua Unión Soviética y Japón (en concreto el viaje de Kelvin hacia Solaris de forma metafórica por el cinturón de autopistas urbanas filmadas por el director de fotografía colaborador de Tarkowky Vadim Yusov), dando como resultado un profundo discurso filosófico y moral de gran complejidad donde lo que prima es el diálogo del hombre consigo mismo y con sus semejantes más que la comunicación con otro tipo de inteligencias no humanas.

Solaris es lenta, pesada, e incluso soporífera, sin grandes decorados, sin ningún tipo de efecto especial. Solaris es el minimalismo en estado puro dentro del cine y es el reflejo de una etapa en la historia de las relaciones entre EEUU y la URSS. Con Solaris lo más normal es que te duermas o te aburras, o descubras otra forma no convencional de hacer un tipo de cine no apto para todos los públicos. Otra cosa es que te aporte algo, mucho o nada.

Mis respetos hacia el Señor Tarkovsky, y mis disculpas, por no haber disfrutado como el común de los mortales con su obra. Yo soy de los que me he aburrido, pero eso sí, he aguantado estoicamente los 165 minutos de la película, y he de reconocer que lo que mas me ha gustado a sido la escena final, por el simbolismo que tiene y por que ponía fin a casi tres horas de tortura para mis sentidos.
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45 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Introducción a la Solaristica
Solaris proyecta una sombra en el horizonte de sucesos, donde el filo no es por esta vez el límite de la materia sino el principio de la existencia, radiación introspectiva directa al indiviuo con efectos secundarios dentro del humanismo existencial, donde evoluciona el drama íntimo. Considerablemente insolente con la compresión del espectador, esta expansiva y enigmática película remueve, en vez de astros, el misticismo de los valores religiosos, la relación inteligible con Dios, la imperfección espiritual, la vanidad de la ciencia... El hombre y el cosmos, su apetito de universo y lo sobrestimado del conocimiento, su verdad y el empecinado atino de trabar conocimiento. El hombre desnudo, cuando se establece contacto con el océano pensante, capa coloide, limo amarillo, artesano del neutrino y radiación cósmica de fondo, materia caliente. No se debe iniciar la relación con lo desconocido, sin antes habernos visto por dentro, ya que el nos estudia tanto o más como nosotros a el.

La ciencia, una necedad! en esta situación, la mediocridad y la genialidad son igual de inútiles, toda la dimensión del hombre. En realidad no tenemos interés en conquistar ningún Cosmos, lo que queremos es extender la Tierra hacia las fronteras del Cosmos. No sabemos que hacer con otros mundos, no necesitamos otros mundos. Necesitamos un espejo. Estamos en la necia situación del hombre que es esfuerza por una meta que teme y de la que no tiene necesidad cumplir. Al ser humano le hace falta en realidad otro ser humano. Discusión en la biblioteca de madera; la ciencia deja paso a la consciencia y a la metafísica existencialista introspectiva, creando con sus personajes un universo dialéctico aislado.

Hari y otros visitantes! Ya os lo han advertido: repetición mecánica, copia, matriz, nostálgica reproducción. Maldita existencia de Sísifo, infausta criatura y obsceno contacto, molde consciente, juego de mímica, recuerdo material, recuerdo vivo, títere caminando sobre suelo humano, sacrificio y resurrección. Los neutrinos son una acertada elección, partículas cuya interacción con las demás es mínima, por lo que pasan a través de la materia ordinaria sin apenas perturbarla, esculpen formas de vida atómicas (admitamos que se trata de una idea más o menos disparatada); formas de vida que de desharán si se alejan demasiado del océano progenitor, haz de rayos roetgen. Amor atrofiado, delirio y desmaterializador sacrificio, resurrección... amor y neutrinos. Ella escudriña su entorno y con un plano cercano explora un cuadro nevado.

Tarkovsky mira a la ingravidez a los ojos y no aparta el objetivo, recorre pasillos en circulo pintados de rojo, se mueve entre sábanas y recuerdos, añade un acertado prólogo a la novela de Stanislaw Lem y nos traduce el lenguaje de un océano racional, respondiéndole con encefalogramas.
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44 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
1972: una odisea del hombre
"Toda la ciencia de esta tierra no me dará nada que pueda asegurarme que este mundo es mío (...) Reconozco entonces que habéis ido a parar a la poesía: no conoceré nunca.".

'Solaris' me remite a esta breve, pero profundísima, enunciación que escribiera Camus en "El mito de Sísifo". Existe en 'Solaris' esa brecha insondable entre la duda metafísica, eternamente irresoluble, y el meteórico progreso científico, que plantea y soluciona problemas funcionales constantemente, que pone al hombre en el espacio y responde las preguntas que la biología, la física o la química, por citar tres materias diferentes, plantean. El hombre, en la Tierra o en la lejanía del espacio, siempre será hombre, y no logrará trascender este simple, pero determinante, hecho.

Tarkovsky se crispó, y no sin motivo, cuando denominaron 'Solaris' la "2001 soviética". Mientras que en la de Kubrick hay un notable regodeo estético (configuración geométrica del espacio, cadencia melódica, exceso musical, experimentación visual...) y una visión exterior de la naturaleza humana (génesis y clausura de la especie, delimitación de la existencia del ser humano), en la soviética predomina el intimismo y la subjetividad emocional. No son, a mi modo de ver, películas excluyentes; se complementan bien y ambas invitan a fructíferas lecturas, si bien en la de Kubrick se puede suponer mayor libertad y comodidad creativa, en contraste con la machacada y esforzada carrera de Andrei, a menudo constreñido por fuerzas políticas.

'Solaris' podría ser el ejemplo cinematográfico perfecto de aquello que escribió Pessoa a propósito del viaje: "¿Qué puede darme la China que mi alma no me haya dado ya? Y si mi alma no me lo ha dado, ¿cómo me lo dará la China, si es a través de mi alma como la veré?". Si soy triste, y viajo al espacio, la tristeza viajará conmigo. Mis demonios me acompañarán; y si conozco a los neutrinos, me atacarán a través de viejos fantasmas, los de siempre. Ni con todos los adelantos tecnológicos del mundo podré escapar de mi naturaleza, del mismo modo que los hombres, de distintas épocas y culturas, hemos sido subyugados por las mismas pasiones universales, inherentes a nuestra condición, que se repiten y repetirán hasta que la especie, como en la cinta de Kubrick, dé su último coletazo.

Gracias.
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32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Tarkovsky no falla... Vaya castaña!!!
La próxima vez que oiga el nombre de Tarkovsky saldré corriendo, lo prometo, no pienso intentarlo más, no le pienso dar más oportunidades. Con este "Solaris" se marcó una castaña más, dicen que para ponerse a la altura de la de Kubrick, aquella odisea del tedio, pareja a la soviética en tantas cosas. No es cine de acción, es un cine "para pensar", con todos los respetos lo digo, que raritos siempre los han habido, pero yo me pongo una película para disfrutar de esos minutos a basa de entretenimiento, no quiero que me coman la olla, no quiero reflexionar sobre la vida, al menos no esencialmente con el cine. No quiero tener que ir a buscar en los comentarios de los demás las explicaciones que me lleven a entender mejor la película, no quiero dobles, triples o millones de interpretaciones, no quiero aburrirme viendo planos lentos de movimientos lentos de la cámara que no aportan nada más que aburrimiento, la próxima vez que oiga el nombre de Tarkovsky, me lo prometo a mí mismo, salgo corriendo...

Amor con neutrinos, metacine, filosofía en imágenes, conciencia-ficción... Y una historia absurda que, de eso estoy convencido, realizada de otra manera sería muchísimo mejor, y no estoy hablando de la versión, pésima por lo visto, de Soderbergh, hablo del texto referencial. Sólo digo una cosa, este "Solaris" es una castaña, los 2.8 GB se van a la papelera, en ese espacio me caben tres películas, las que sean, mejores.
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39 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La mancha roja de Júpiter.
La popular mancha roja de Júpiter es una tormenta que se estima existe desde hace más de 300 años, un remolino cuyo tamaño podría englobar el de la Tierra entera.
Júpiter, vivido desde la habitación en la que escribo, es menos una roca enorme y lejana que una colorida imaginación: sus vientos huracanados se nos antojan incapaces de volar ningún sombrero. Considerar la realidad de esa zona ventosa, tratar de imaginar que ahora, siempre, sopla un viento hostil allá lejos puede acabar desembocando en una sensación de terror que ya atenazó al francés (el mal de Pascal, "espacios que ignoro y que me ignoran"). Es importante, para no sucumbir al vértigo propio de este mal, ni tan siquiera plantearse un primer elemento de la serie: el cráter donde aguarda y se oxida el robot de la Mars Pathfinder; las violentas sacudidas del volcán gigante de Ío; profundos mares de azufre, lluvias ácidas que caen sobre extensas llanuras... y al final está Solaris. En definitiva, ese vértigo antes mencionado es producido por la incertidumbre ante el sentido de todos esos lugares insondables, absurdos y reales, el sentido de lo existente.
Solaris es una obra que Tarkovsky tenía que hacer, que le venía como anillo al dedo. Los personajes de la película, entre algún que otro escalofrío y entre algún momento especialmente hilarante, dialogan explícitamente sobre el tema y junto con los elementos circunstanciales de la película (el océano resplandeciente bajo la ventana, la cama compartida del camarote, etc.) nos hacen sentir la incertidumbre de la que hablamos. Es entonces cuando...
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30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
SOOOOOLAAAAARIIIIIIIIZZZZZZZZZZZ....
• COMENTARIOS DEL PÚBLICO TRAS HABER VISTO SOLARIS:

"Llevaba mucho tiempo con problemas graves de insomnio, pero hace unos meses mi vida cambió radicalmente: me he quitado de las dormidinas y ahora soy adicto a Tarkovsky: un chute de Solaris y la sobredosis de sueño está garantizada."

"Yo antes me ganaba la vida como camionero, pero ahora cada vez que conduzco no puedo evitar recordar la dichosa escena de la autopista, esa que duraba unos cinco minutos de reloj, y entonces caigo fulminado al instante. Ahora ya somos 5.000.001 parados en España."

"Un amigo mío me habló de un colega suyo del trabajo que tiene una prima narcoléptica. Dice que la tipa se puso Solaris hace cuatro meses y que lleva sin despertarse desde entonces."

"Pues a mí no me pareció tan aburrida: yo la vi a cámara rápida y sólo me dormí una vez."



• RESPUESTA DE ANDREI TARKOVSKI:

"Hooooooooooooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaa, soooooooooooooooy Aaaaaaaaaandreeeeeeeeeeeii Taaaaaaaaaaaarkooooooooooooovskyyyyyy. Eeeeeescriiiiiiiiibooooooooooo eeeeeeeeeeestaaaaaaaa reeeeespueeeeeestaaaaaaa aaaaaaaaalaaaaaaaaargaaaaaaaaaandooooooooo laaaaaaaaaaaaaaaas vooooooooooooooocaaaaaaaaaaaaaaleeeeeeeeeeeeees paaaaaaaaaaaaaaraaaaaaaaaaaaaa deeeeeeeeeeeeeeciiiiiiiiiir eeeeeeeeen ciiiiiiiiincoooooooooooo líiiiiiiiiiiiiineeeeeeeaaaaaaaaas aaaalgooooooo queeeeeeeeeeeeeee poooodríiiiiaaaaaaaaa deeeeeeeeeeciiiiiiiir eeeeeeen uuuuuuuuuunaaaaaaaaa yyyyyyy meeeeeeeeeeeediiiiaaaaaaaaaaa."



• CONCLUSIÓN DE CARLOS BOYERO:

"Esta película es más abrrida que una pelea de Kakunas.
Menuda ídem."
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44 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ciclo Tarkovsky. Serie de críticas con la colaboración especial de mi amigo Andreas Gafapastis de traductor, pues sin su inestimable ayuda no me entero (3)
Estoy en mi casa sentado en el sofá frente al televisor, a mi lado se encuentra mi amigo Gafapastis, a su lado un tío muy raro que ha traído a ver la proyección que ni me ha presentado, acabamos de terminar de ver “Solaris”

-¿Quién es este tío tan extraño te acompaña?-Pregunto a Gafapastis
-Nada, no te preocupes, es un Ente que he traído a ver la peli.
-Es un poco raro ¿No?-Le digo
-¡Bah! Normal-Contesta Andreas
-Tío, es que se ha comido mi mesa de roble-Le explico
-No tiene importancia hombre, es que es un Solariano Roedoris del género de las Termitas
-¡Ah!-Digo resignado-La próxima vez que le traigas me avisas y le compro pipas, el que se coma las cáscaras y nosotros nos comemos lo de dentro, así no me estropea los muebles.
-Vale-Afirma con tranquilidad Andreas
Miro al suelo y le comento algo a Gafapastis que me tiene intrigado:
-Oye colega una pregunta ¿Por qué tengo inundada la casa de agua?
-Para dar realismo a la proyección-Me explica-Es una recreación del Océano Inteligente
de la peli.
-Muy bonito-contesto resignado
Y sigo mi interrogatorio:
-Y el agua cayendo del techo ¿Significa algo?
-Le he pedido-Responde Gafapastis-a la vecina de arriba que deje abierto el grifo de la bañera, y así recrear la lluvia, y el agua que tanto gustan a Tarkovsky.
-Gran idea-contesto impertérrito-Pero la próxima vez avísame pues se me han empapado los zapatos y como la peli dura tanto empiezan a oler a podrido.
-Habértelos quitado-inquiere Andreas
-Gran idea-contesto con cara de tonto, y sigo el interrogatorio-Mis libros de filosofía que andan flotando supongo que serán para dotar de inteligencia al Océano ¿No?
Si-Contesta mi amigo-Lo que ha quedado un poco cutre son tu colección de calcetines negros representando a las algas-Añade.
-No hombre ha quedado bonito, lástima algún tomate que otro que estropea la composición lírica-Le sugiero.
Suena el timbre y salgo a atender a quién llama, vuelvo al sofá
-¿Quién era? Pregunta Andreas.
-La vecina de abajo-Le contesto-Al parecer le está goteando agua en su techo. Pero no te preocupes le he comentado lo del Océano, la recreación etc. y me ha dicho que si estamos viviendo una experiencia mística lo entiende todo.
-Que comprensiva-Dice mi colega.
-No te creas, la he tenido que invitar mañana a un día de playa en el Océano que hemos montado.
-Ya le decía yo al Solariano este que teníamos que haber puesto dos focos de rayos uva para recrear soles-Se lamenta Gafapastis.

Sigue es spoiler no cuento nada
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42 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Propuesta de solución rápida al problema de las películas que polarizan las opiniones: ¡Estafa! vs Obra maestra.
Sentamos al público en un cine.
Previamente, en la oscuridad, habremos ocultado cámaras que apuntarán cada cara de cada espectador y grabarán sus reacciones durante la reproducción.
Apagamos las luces.
Empieza Solaris.
Terminada la película, hacemos sonar un despertador, por si acaso alguien...
Hacemos a los espectadores puntuar la peli entre 1 y 10, cómo en esta web.
A los que hayan votado por debajo de cinco, les abrimos las puertas y les dejamos libres.
A los que hayan votado entre cinco y siete, les pagamos un couch para que les ayude a solucionar su falta de autoestima, y para superar su miedo a tomar decisiones drásticas en la vida. Les mantenemos un par de años bajo observación.
Al resto, que puntuaron 8 o por encima de 8, les hacemos escribir qué han entendido de la película.
A punta de pistola, hacemos que Tarkovsky escriba también la significación de la película.
Comparamos las notas.
A los que no coincidan con la explicación del director, les atascamos la cabeza en una lavadora y les damos cien sartenazos en el culo.
A los que coincidan, les regalamos unas gafas de pasta bañadas en oro.
Después, por sorpresa, sacamos las cámaras ocultas. En la pantalla grande, reproducimos, espectador por espectador, las reacciones que tuvieron durante la reproducción.
A los que hayan gozado con entusiasmo durante la reproducción les imponemos una orden de alejamiento de 200 metros para con otros cinéfilos por miedo al maltrato.
Pero todos aquellos que hayan bostezado, parpadeado más de lo normal, removido en la butaca constantemente, o, lo peor de todo, se hayan dormido a intervalos durante la reproducción y luego hayan puntuado 8, 9 o 10 , serán condenados a diez años de trabajos forzados en Siberia.
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23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Somos sueños
Tarkovsky no materializó en el celuloide una novela de ciencia-ficción.
Materializó los fondos abisales de la naturaleza humana.
Solaris somos nosotros. Es ese universo infinito que se contiene en los confines del cerebro.
A lo mejor el universo ¿conocido? es en realidad uno dentro de muchos.
A lo mejor todo es un sueño y formamos parte de los sueños de algún ente dormido.
¿Qué certezas tenemos? Nos aferramos a lo que sentimos, a lo que nos duele, a lo que recordamos con más ansia. Puede que tengamos la ilusión de estar vivos porque entramos en contacto, porque creemos huir a la desesperada del sentimiento que seguramente sea el que más abunda en el cosmos: la soledad.
El agua, la cuna de la vida, sustancia primigenia, que posee la fuerza de la perseverancia, tan creadora como destructora, bella y terrible, que adopta la forma de lo que la contiene pero también incontenible, tan dócil como salvaje, tan esencial como letal... Metáfora de nuestra existencia, de la presencia de la vida, del tiempo inexorable, de la erosión de los eones, de la furia contenida y desatada...
La Naturaleza que se abre camino orgullosamente en el breve espacio de un planeta perdido en la inmensidad.
La especie humana, que se pasará toda la eternidad preguntándose para qué está aquí. ¿Está destinada a conformarse con las fronteras de la Tierra? O, como ser pensante, ¿tiene el deber de ir más allá de lo que puede abarcar?
¿Estamos solos?
¿Quiénes somos, en verdad?
Tal vez seamos sueños. Tal vez creemos vivir porque eso es lo que soñamos.
Y en el fondo, en el centro de todo, quizás lo más importante es lo que hemos perdido.
Solaris somos nosotros.
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30 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
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