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España España · Madrid
Críticas de Andron
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
10
28 de septiembre de 2006
152 de 203 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un filme de “conciencia-ficción”, como lo definió un crítico italiano. “Solaris” está tan alejado de “2001: Una Odisea del Espacio” como el más alejado de los planetas de una Galaxia aún por descubrir. Ambas obras son grandes creaciones de dos grandes de la historia del cine, pero entre una y otra creación artística media la distancia que separa al mundo de los sentimientos, las emociones y las eternas preguntas del mundo del gran espectáculo, de la obra de arte concebida como “show”. Ambos mundos no son beligerantes ni excluyentes, pues cada uno ocupa su honroso, legítimo y amplio espacio (medido en años luz), y no hay peligro alguno de que entren en conflicto ni se destruyan. Son dos mundos en los que puede habitar el ser humano, aunque algunos cinéfilos y otros seres de difícil adaptación puedan perecer en ellos.

En “Solaris” el director ruso lanza una mirada desde el cosmos hacia la Tierra, hacia el hombre. Tarkovsky no realiza un viaje “hacia el infinito y más allá”, sino hacia el mundo interior del ser humano. “Considero que es un deber mío animar a la reflexión sobre lo específicamente humano y sobre lo eterno que vive dentro de cada uno de nosotros”, escribió Tarkovsky. No es casual ni una cuestión de “recursos”, que los efectos especiales se hayan reducido a su mínima expresión en la película, y que la estación espacial que gravita sobre el Océano inteligente presente un descuidado aspecto “doméstico” muy terrenal; el que presentaría una vivienda cuyo dueño está absorbido por otras cuestiones y que nunca encuentra el momento para arreglar el grifo que gotea o el enchufe de la luz… Paradójicamente, ninguna otra película de Tarkovsky presenta tantas huellas de lo humanamente cotidiano como “Solaris” (Vera Ivánova).

Mención especial merecen, obviamente, los diálogos, que son parte fundamental de un guión impecable, como en todas las películas del genial director ruso (al menos hasta “Stalker”). El mundo de “Solaris” no es el mundo aséptico y pulcro de “2001: Una Odisea del Espacio” con su amplio despliegue de efectos especiales y su deslumbrante exposición de naves y artefactos voladores (algunos imposibles), con un diseño tan atractivo, convincente y realista que prácticamente nada de lo que vemos en pantalla existe a día de hoy... Si en la película del gran Kubrick los personajes hablan poco, es porque tampoco tienen muchas cosas que decirse -para que nos vamos a engañar-, incluyendo al ordenador “Hal 9000” con su perverso talento (aunque a la hora de “morir”, lo haga de una forma tan patética que deshonra a sus creadores, al héroe americano con capa y mallas y a su bandera).

La película de Tarkovsky me gusta y me fascina por el poder de sus imágenes (una constante en toda la cinematografía del genial director ruso), por su misterio, por su poesía, por su belleza, por su profunda reflexión acerca del ser humano. Y, por supuesto, por el gran trabajo de unos excelentes actores.
Andron
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10
5 de octubre de 2006
40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Monumental como la propia novela. O mejor dicho: casi, porque ni en las siete horas de duración de todo el filme cabe la gran epopeya de Tolstói con su amplia galería de personajes (más de 400), cada uno de ellos con su nombre y apellidos, sus circunstancias, su carácter y su alma. Pero Sergei Bondarchuk logró algo muy importante y de lo que carece la versión de King Vidor: que el espíritu de la novela esté presente en cada fotograma, en cada escena, en cada secuencia. Creo que fue Andrzej Wajda quien exclamó tras haber visto la primera de las cuatro partes de la película: “¡Dios mío, pero si esto no es una película; es Tolstói! Si las otras tres partes de Guerra y Paz mantienen el mismo nivel, estaremos ante una de las más grandes obras del séptimo arte”.

Las cuatro partes de Guerra y Paz no mantienen el mismo nivel, y en cada una de ellas hay logros y pérdidas, pero los logros son de tal magnitud, que los momentos fallidos (ciertas escenas e incluso algunas secuencias a lo largo de los 400 minutos de proyección) quedan como algo fácil de olvidar, pequeños incidentes que no echan a perder un gran día.

La dirección y el talento de Sergei Bondarchuk brillan tanto en las escenas rodadas en interiores como en las épicas e insuperables secuencias de batallas. Las mejores y más espectaculares, sin lugar a dudas, en toda la historia del cine, visualmente resueltas de manera prodigiosa, y no sólo por los miles de extras que en ellas intervienen. A destacar entre los grandes momentos del filme la espléndida y suntuosa puesta en escena del primer baile de Natacha; la ternura de la escena en que la joven heroína, oculta tras unas plantas en el invernadero, contempla el beso de los dos enamorados, cuya imagen queda congelada en su retina mientras la pareja se separa y sale del campo visual; la secuencia del duelo en la nieve entre Pierre Bezhujov y Dólojov; el incendio de Moscú, los fusilamientos, la retirada de Napoleón y su ejército…

Una película que debería ser estudiada por la inmensa mayoría de los directores de cine de hoy, quienes piensan que con los adecuados medios técnicos, unos actores con buen palmito, un guión prêt-à-porter, unos caracteres y unos diálogos de diseño en situaciones de diseño y un uso generoso, sin que les tiemble la mano (“que no falte de ná”), de los efectos digitales, se hace cine y resuelve cualquier escena: desde el retozar en una cama o en lo alto de un frigorífico hasta la rendición de Breda o el asedio de Troya…
Andron
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10
6 de mayo de 2007
41 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es, como se suele decir, una de esas películas “de las que ya no se hacen”. Y por supuesto, uno de los mejores musicales de la historia del cine. “Siete novias para siete hermanos” pertenece a una época en la que el cine estaba vivo, existía como arte y gozaba de una excelente salud. Había magia, talento, imaginación, fuerza, ternura, armonía, ingenuidad y amor a la vida. Hoy día ya nada de eso existe. El cine de hoy es otra cosa, que prefiero no definir.
Andron
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10
26 de octubre de 2006
36 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra bella, fascinante y turbadora. La profunda impresión que producen los filmes de Tarkovsky incluso entre aquellos espectadores que no se cuentan entre los admiradores del genial director ruso, se debe no sólo a los problemas existenciales que en ellos se plantean, no sólo a la profundidad de los diálogos, ni tampoco a la singular e impactante belleza de sus imágenes (que son algo más que el resultado de una “bella fotografía”), sino a la gran carga semántica de las mismas. Toda gran película parte de un buen guión, pero en los filmes de Tarkovsky no todo está en el guión, no todo está en el texto; ni siquiera lo más importante. El significado profundo está en las imágenes. Es el caso del filme “Stalker”.

El cine de Tarkovsky es el cine más evidentemente CINE. Nadie ha sabido trabajar con la imagen como él. Tarkovsky tenía la capacidad de convertir cualquier elemento cotidiano u ordinario de la realidad, por antiestético y privado de vida que pudiera inicialmente parecer, en un objeto estético atractivo para los sentidos y cargado de significado. Y la impresión es tanto mayor, cuanto que el gran director ruso no recurre en su obra a los deshonestos y torpes artificios del surrealismo. Como artista, como creador, Tarkovsky se sitúa en la realidad, parte de la realidad y trabaja con los elementos de la realidad, profundizando en ella, sin inventarse nada. “La imagen –dijo él- está uncida a lo concreto y material, pero llega por caminos misteriosos a regiones que están más allá del espíritu."

Alguien lo ha expresado muy bien aquí con su comentario, manifestando que “en el cine de Tarkovsky las imágenes se desvinculan de una referencia exterior como pudiera ser una trama narrativa, o un relato mitológico, es decir, su cine cada vez se hace más autorreferencial”. El pensamiento de Tarkovsky era en su conjunto metafórico, pero su específico lenguaje cinematográfico consiste en una refinada metonimia que muestra con detalle los fenómenos de la naturaleza, de la realidad terrenal: la lluvia, el agua, su burbujeo, el murmullo de la hierba, el movimiento de las algas animadas por la corriente, el viento, el fuego… Tarkovsky mostraba todos los elementos de una manera natural y palpable.

Toda obra de arte existe para el disfrute, para el deleite; no para el sufrimiento ni la autoflagelación intelectual. Otra cosa es que la obra de arte requiera del espectador (del lector, del oyente, etc.) una particular predisposición. No todo momento invita a escuchar una sinfonía de Beethoven o a leer una novela de Dostoyevsky. Teniendo en cuenta esta elemental consideración, recomiendo encarecidamente a todo vulgar mortal esta obra maestra que es el filme “Stalker”.
Andron
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10
23 de septiembre de 2006
26 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sublime. Entre las grandes obras de arte hay categorías. No todas nos producen las mismas emociones ni inciden en nuestra sensibilidad y en nuestra conciencia con la misma fuerza, dejando una huella indeleble, capaz no sólo de perdurar en el tiempo, sino de ejercer sobre nosotros una influencia casi transformadora. Obviamente, hay un elemento subjetivo. Pero si una creación artística es capaz de sobreponerse a los antojos de la individualidad y a los prejuicios de ciertos conocimientos adquiridos (que han modelado nuestros sentimientos y nuestra percepción de las cosas), entonces es indudable que estamos ante una creación que merece el honorable título de obra maestra.

Este es el caso del filme “Andrey Rubliov”. Por supuesto, la cotidianeidad, las rutinas e incluso las contingencias de la vida diaria impedirán que la contemplación de una obra de arte como el filme de Andrei Tarkovsky nos transforme hasta el punto de hacer de nosotros personas distintas (supuestamente mejores), como le sucediera a Moisés tras el encuentro con la zarza ardiente: al final de la película, al espectador no se le rizarán ni la barba ni la cabellera (sobre todo si padece de alopecia) con un blanco nuclear, ni estará capacitado para separar las aguas del Mar Rojo con el objeto de cruzarlo de orilla a orilla, seguido de todo un pueblo. No. Pero el espectador sensible se sentirá lo suficientemente gratificado como para tener la firme convicción durante un determinado lapso de tiempo de que la belleza salvará al mundo.
Andron
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