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52 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Lo más importante...
Si fuera hacer un resumen de esta película partiendo tan sólo de las escenas elegiría dos de ellas: la del diálogo de Cristina en la barca y la de Román en la Asamblea.
Las dos son especialmente bellas porque nos hablan del verdadero concepto de la felicidad. La felicidad que obtenemos no por acumular cosas o vivir en un entorno de perfección y belleza, sino más bien la que nos llega de la admiración que nuestra familia, amigos, pareja sienten por nosotros. Simplemente por lo que somos y por lo que les hacemos sentir... Nada más!
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49 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dalma aquí es feliz
Juan José Campanella demuestra que posee las cualidades propias de un director de fuste y de gran calidad. La película presenta una historia hecha de cotidianeidad, sencillez, personajes humanos, situaciones normales, reacciones verosímiles, que componen en conjunto un excelente retazo de la vida misma. No hay grandilocuencias, ni exageraciones, ni espectacularidades, porque la vida está hecha de otros materiales: dudas, debilidades, ambiciones, desamores, amor, dignidad, contradicciones. El guión, del que Campanella es co-autor, entrelaza varias pequeñas historias de personas ligadas al Club Luna de Avellaneda (la de Román y Verónica, la de Cristina y Amadeo, etc.) con la historia central, que es la del propio club: sus dificultades de subsistencia, su esplendor perdido, su pasado brillante, su utilidad para el deporte de los jóvenes, para el ballet de las niñas y los niños, las funciones sociales con espectáculos de baile español, los bailes de sociedad, los ágapes de camaradería. La superposición de varias historias se hace con habilidad, con corrección y con resultados positivos para el desarrollo de la acción general, que resulta entretenida, interesante y que, poco a poco, se hace apasionante. La fotografía a la luz del día y a la luz de las farolas es brillante y de una belleza plástica sorprendente. La cámara aprovecha el recurso de los encuadres fijos para realzar el movimiento de los actores y para invitar al espectador a penetrar en su intimidad. En otras ocasiones, el movimiento de la cámara es breve y ajustado, o bien más dilatado, pero en todo caso suave, limpio y respetuoso. La cámara en ningún momento pretende formar parte de la acción, sólo desea reflejarla, y eso en los tiempos que corren merece un elogio. La interpretación de Ricardo Darín está a la altura de su calidad artística, al igual que la de Eduardo Blanco, un secundario de lujo que aporta a la película momentos destacados de humanidad, ternura y emoción. El duelo oratorio entre Román Maldonado (Ricardo Darín) y Alejandro constituye, tal vez, el punto culminante de la película. En su desarrollo se enfrenta el pragmatismo y el utilitarismo de Alejandro con el idealismo y el voluntarismo nostálgico de Román. La secuencia se presenta en términos de gran sinceridad y transparencia: las emociones se distribuyen entre las dos posturas y los votos también. Al fin, los derrotados por escaso margen pueden ser los que ganen, porque la vida continúa.
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32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Había una vez un club
Luna de Avellaneda es la historia de un emblemático club de barrio que ha vivido en el pasado una época de esplendor y que en la actualidad se encuentra inmerso en una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un casino, nada más alejado de los ideales y de los fines de sus fundadores en la década de 1940: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de estos fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier precio o de reencontrarse con aquellos sueños.
El cine argentino de más éxito de los últimos tiempos tiene como representante más importante a Juan José Campanella (El niño que gritó puta, Y llegó el amor, Vientos de agua). Luna de Avellaneda (2004) completa la innintencionada -y maravillosa- trilogía empezada con El mismo amor, la misma lluvia (1999), centrada en una persona, y seguida de El hijo de la novia (2000), que retrataba una familia, ambas con un saber hacer evidente. Luna de Avellaneda es el nombre de toda una comunidad que refleja, como las anteriores, distintos aspectos de la vida Argentina, la familia, la crisis, la búsqueda de una identidad.
La película tiene un gran arranque: la acción nos traslada a una época en la que Argentina estaba llena de españoles que se buscaban a sí mismos, y qué mejor que un club para pasar los ratos libres y hablar, donde los niños del barrio jugaban en el equipo, donde los días de fiesta se reunían todos para bailar, cantar y disfrutar.
Román es un niño con suerte. Nació durante las fiestas de carnaval de 1959 y en ese mismo momento fue nombrado socio vitalicio del club. Ya en la actualidad, Román intenta como puede ayudar a su club, pues cada vez son menos los socios y mayores las deudas, menos gente que puede pagar la cuota... Las ilusiones se han perdido; lo único que perdura es la amistad y las buenas intenciones.
El peor defecto de Luna de Avellaneda es quizá su larga duración, tanto de determinadas escenas como de la película en su conjunto (2 horas y media). Su punto fuerte son los diálogos, rápidos, reales, divertidos, con muy buenos toques de humor, demostrándonos que al menos los personajes conservan la risa. El reparto coral hace un trabajo excelente: Ricardo Darín, genial, como siempre, forma la pareja perfecta con Eduardo Blanco, que, algo menos histriónico de lo normal, logra emocionarme y no ponerme de los nervios. La escena en la barca entre su personaje, Amadeo, y la profesora de danza (Valeria Bertuccelli) es sencillamente encantadora. El resto de actores no necesitan presentación: José Luis López Vázquez, Mercedes Morán, Silvia Kutica, Daniel Fanego...
Tan personal y autobiográfica que llega y emociona. Sencilla, honesta y, sobre todo, verdadera, la historia de Luna de Avellaneda es la historia de la gente corriente. Felicidad y melancolía van de la mano en un mundo triste y gris, con personas que no pierden la esperanza por conseguir una vida mejor.
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28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Que siga el baile
Una cálida noche de 1959, durante el carnaval, Román nació en el club social “Luna de Avellaneda”. El club estaba a reventar de gente que se divertía, que bailaba y que vibraba al son de un sentimiento colectivo de unidad.
Porque el “Luna de Avellaneda” era más que un club social. Era la ilusión de mucha gente que vertía sueños y esfuerzos para crear algo que trascendiera al simple paso de los individuos por esta tierra recalcitrante.
Era punto de encuentro, lugar de formación, de desarrollo vital, de educación para la vida, de contacto con los amigos, de recreo y de ocio.
Era el pulso de una población que tenía algo por lo que luchar.
Miles de socios, miles de pequeñas esperanzas puestas.
Román vino al mundo en medio de una explosión de música, alegría y color, en los momentos de máximo esplendor del club que le vio salir del vientre de su madre y respirar por primera vez aquel aire cargado de presagios.
Desde el mismo instante en que llegó, fue nombrado socio vitalicio.
Pero los años no pasan en balde.
Román se ha transformado en un hombre hecho y derecho, marido y padre, y los problemas acechan desde todos los frentes.
La decadencia devora el “Luna de Avellaneda” y afecta a las vidas de quienes forman parte de sus venas.
Román está acuciado por problemas matrimoniales y familiares, los demás socios que forman parte de la junta directiva también están azotados por dificultades de diverso tipo: económicas, sentimentales, alcoholismo… El club se va a la quiebra, la deuda que ha acumulado es desorbitada, y el desaliento se deja caer sobre los miembros. Parece que las penalidades del club se contagian al plano personal de quienes pelean día a día por sacarlo adelante…
Y no tardan en venir los lobos que olfatean una buena presa, la del lucro.
A estas alturas, en pleno siglo XXI, los ideales parecen estar perdiéndose. El fervor de antaño da paso a una progresiva apatía, la unidad que tiempos atrás mantenía el espíritu del club, se ha perdido en el egoísmo y las necesidades individuales. La vida está difícil y cada vez más encarecida, la gente va priorizando otras cosas en sus apretados presupuestos. Y el “Luna de Avellaneda” se va quedando relegado poco a poco.
Ahora se le da más importancia a otras cosas. Un centro social cada vez cuenta menos entre las principales necesidades de los vecinos.
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
UNA HISTORIA QUE PODRIA SER LA NUESTRA
Emotiva película y muy buenas actuaciones en las que destacamos al actor principal Ricardo Darin y a la actriz Mercedes Morán! La historia es realmente hermosa y muestra un poco la realidad de cierto sector de la Argentina, en especial ese de clase media/baja. Las distintas historias de cada uno de los personajes se mezclan en torno a un club social de la zona sur de Buenos Aires que después de muchos años de auge se ve obligado a cerrar sus puertas debido a problemas monetarios y de vender el terreno para la instalacion de un casino. Buena dirección del ya destacado Juan Jose Campanella!
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18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
ECHAME UN PALO QUE NO ESTÉ ENJABONADO
Obra maestra, para ver una y otra vez y, como las grandes , siempre nos sorprende, Valeria Bertuccelli yo tambien me enamoré de ti en la barca. Las dos escenas en el bar del club, las miradas, los gestos, sutiles, hermosos, deberian de ser vision obligada en las escuelas de cine: MIREN AMIGOS, ESTO ES CINE DE VERDAD.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Hermoso costumbrismo
Nuevamente la maestría de Campanella se asoma con un hermoso fresco costumbrista que conmueve e irradia esa belleza disfrutable, ese magnetismo y por sobre todo una identificación con los extraordinarios personajes que habitan el barrio de Avellaneda.
Cuando el club del barrio quiebra y su cierre parece inminente, sus socios harán lo imposible para salvarlo y en algún modo salvarse a ellos mismos.
Con menos drama y mucha más comedia que "El hijo de la novia", Campanella trabaja desde el corazón e imprime a sus escenas la credibilidad necesaria para lograr reir y conmoverse.
Apoyado por un equipo actoral descomunal con el gran Ricardo Darín a la cabeza, nuevamente excelente, seguido por el maravilloso Eduardo Blanco, la extraordinaria Mercedes Morán (una de las mejores actrices nacionales con un estilo único para la comedia), la gran promesa de Valeria Bertuccelli y los siempre efectivos Daniel Fanego y Silvia Kutica ( los dos dan sólidas actuaciones).
Equipo técnico execelente para un film que no alcanza la maestría en todo sentido de " El hijo de la novia", pero que es otra oportunidad de ver otro admirable trabajo de Campanella y su costumbrismo maravilloso.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Luchar por lo que se cree
Como la vida misma...
El contraste que existe hoy en día entre seguir a la gran masa muy manipulada por un capitalismo que no conduce a ningún sitio, bueno sí al deseo irreflenable y a la búsqueda de una felicidad más y más externa que se acaba tornando imposible y disparatada.
La valentía de esos pocos seres humanos que se dan cuenta del engaño y no se dejan llevar por la mayoría (aunque a veces estén a punto o caigan en alguna cosa) pero que tienen bien claro que lo que produce la felicidad ni se vende, ni se compra y es imposible obtenerla vendiendo nuestros valores, principios y amigos/as.
La felicidad está en ser fiel a uno mismo, rodearse en nuestro círculo íntimo de buenas personas, demostrar el afecto a los seres queridos, luchar por lo que se cree y por quien se quiere y no tirar nunca la toalla.
Muy brillante y muy estimulante.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Vender o no vender... That's the question.
No cabe duda de que el tandem Campanella-Darín funciona, y funciona muy bien. Si ya se le une esa bestia gore que es Eduardo Blanco y lo aderezas con un toque de la madre patria en la figura de ese pedazo de actor que es José Luis López Vázquez la cosa tendría que resultar la hostia. Pero no, no resulta.

Que Campanella escribe historias conmovedoras ya a estas alturas lo sabemos todos, porque todos hemos visto sus películas (El hijo de la novia; El mismo amor, la misma lluvia; El secreto de sus ojos...). Es un monstruo del lagrimón y de la risa, del drama y de la comedia, es un contador de historias nato; el tipo te mezcla lo agrio con lo dulce con la sabiduría de un gran chef, y te revuelve las tripas y te hace cagarte en todos los hijoputas que putean a sus héroes y les joden la vida... En fin, luego llega Ricardo Darín, te enamoras de él, de su mirada eternamente triste y de su aroma de hombre de verdad (pero de verdad de verdad) y ya está todo hecho.

El problema en Luna de Avellaneda es que hay un maniqueísmo más que evidente. Campanella es un sabio manipulador de sentimientos y todos lo sabemos porque a todos nos ha tocado por aquí o por allá alguna vez o más de una, pero no le perdono el descaro. No le perdono que haya unos buenos, honrados, dignos, honestos, fieles e idealistas que quieren conservar su club del barrio frente a unos malos, interesados, indignos, traidores y materialistas que quieren vender el club y conseguir a cambio un puesto de trabajo.

No me interesan en el cine los blancos y negros argumentales, y en esta película sobran. Hay muy poca sutileza, para tratarse de un tipo normalmente tan sutil como Campanella. Sí, se ve, como siempre en sus historias, gente de la calle, con la que el espectador se siente muy identificado, y ese toque tragicómico tan característico, que también hace que el público se reconozca en las vidas que cuenta.

La pena es que en nuestras vidas las decisiones no son tan sencillas y hay muchas tonalidades y matices entre lo honesto y lo deshonesto, lo digno y lo indigno, lo leal y lo traicionero, lo heróico y lo vil. Es más, en el mundo real no existe nadie con ninguna de esas cualidades en estado puro, por mucho que a menudo en el cine se empeñen en mostrar lo contrario.

Por cierto, yo no tengo la menor duda de que hubiera votado a favor de vender el club. Cuando hay por medio gente pasando calamidades, a mí que no me toquen mucho los ovarios con idealismos ni pollas. Las Lunas de Avellaneda tienen su momento y los estómagos vacíos el suyo.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El valor de las Instituciones
Una película tierna en donde se entrelazan las historias de varios personajes que forman parte de un Club llamado "Luna de Avellaneda". El club esta quebrado económicamente y se piensa derribarlo para construir un casino con todos los lujos, pero los socios harán hasta lo imposible por recuperarlo. Creo que la película refleja la historia que viven muchas instituciones de nuestro país (Argentina) que gozaron de un pasado glorioso y privilegiado pero que hoy, se debaten entre la vida y la muerte institucional. Recomiendo esta película a todas las personas que trabajen en una institución, yo me vi reflejado en ella. En resumen, real, sencilla y emotiva.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Estupenda
Peliculón de Campanella con un Darín en estado de gracia (como siempre) y unos secundarios de lujo. La historia principal (la de la venta del club) es preciosa y compone una metáfora perfecta para entender mejor ese rodillo llamado capitalismo. Las historias paralelas también estan a la altura y nos muestran la realidad de un país que no se sabe cómo, ha llegado, con sólo su esfuerzo, a alcanzar las más altas cotas de miseria (frase de Grouxo Marx).
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Grandiosa obra de Campanella
Una vez mas, brillo en el cine Argentino.
Luna de Avellaneda es una mezcla rara de drama y comedia, verdades argentinas caricaturizadas en humor y realidades que son mas que un drama. Habla de la emigración a España sin pasar por alto la inmigración de españoles a Argentina en los años 40. Excelentes actores, guión, musicalización y una vez mas, la añoralgia (añoranza con nostalgia) que produce reconocer la crisis argentina y como consecuencia la huída de jovenes sin futuro y el arrastre de toda su familia ya no tan joven pero si, sin un fututo prometedor en su tierra que mas allá de lo moral, deben abandonar con una maleta llena de recuerdos y de insertidumbres y vacía de todos los valores que jamás perderan a pesar de la distancia...
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sigue el baile
El cineasta argentino Juan José Campanella, tras el enorme éxito de ‘El hijo de la novia’, realizó después el interesante y emotivo, aunque excesivamente alargado, 'Luna de Avellaneda', que describe con nostalgia y sentimiento la crisis de la sociedad argentina a través de la historia de uno de esos clubes sociales fundados por españoles que proliferaron en Argentina en décadas pasadas, y que con la llamada colonización cultural han perdido su brillantez y popularidad pasadas, pero no su dignidad, que es lo que nos viene a decir Campanella.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una combinación de emociones
Con un actuación notable de Darin, es de esas películas que logran combinar diferentes matices de la vida cotidiana, y de pronto hace que tus experiancias se vean extrapoladas en la pantalla, situación que se logra con delicadeza y talento.
Se denota que las cosas simples cada vez se degustan menos y que el sentido de pertenencia cada vez toma roles más secundarios; el poder del dinero y del más fuerte impera; en esa lucha resaltan aquellas emociones que involucran al espectador llegando a la fibra más sensible.
Queda la sensación de "que pelicula más bonita"
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Buen film argentino
Campanella acierta con este film, sincero ,humano y entretenido.

Un grupo de personajes argentinos humildes que luchan por mantener un club social, representando consigo una imagen de un club con un pasado esplendoroso que transmite felicidad, y que actualmente tiene una imagen bastante anticuada, derruido.. que con los años no se ha invertido en él tratándose de una sociedad/época no adinerada. El director concatena la vida de los personajes, cada uno con su vida, problemas y quehaceres...en base a la historia central, el club social....todo ello hace que el espectador penetre en su intimidad y sienta la misma nostalgia...está muy bien.

Tras el desespero entre los socios, se debate entre construir un casino(es decir, vender el club) o bien "poder volver" a reencontrarse con el brillante pasado de este..a raíz de esta difícil decisión se abre un interesante debate hacia los inversionistas que lo quieren privatizar todo, con intento de enterrar los sentimientos y anécdotas que guarda el club sin capacidad económica para seguir subsistiendo...muy directa la crítica, bravo!
Un filme con sabor a entrañable.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crece como la espuma
De las peliculas que debemos rever, dado que cada vez que la tengamos enfrente, descubrimos aspectos nuevos. Destacados argumentos (en plural), gran guión, buena banda sonora y dignísimas interpretaciones (a destacar la secundaria de José Luis López Vázquez).
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
UNA MUY BONITA PELICULA
Emotiva y brillante entrega del casi siempre cuerdo y sensible J.J. Campanella. La pareja Darín - Blanco tiene química y los secundarios como J.L. Vazquez engrandecen aún más la película.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una luna que anunciaba agua
Hasta ahora no he visto nada de Campanella que no me guste. Y últimamente he leído notas, reportajes y comentarios que hablan de su capacidad como realizador, especialmente a raíz de su última película "El secreto de sus ojos". Y es por eso que me han dado ganas de escribir mi propio parecer sobre Luna de Avellaneda, la obra que yo considero menor de su excelente repertorio. Y hay que decir que gran parte de este calificativo tiene que ver con el contexto de la película dentro de la filmografía de JJC. Este film es posterior a "El mismo amor, la misma lluvia" y a "El hijo de la Novia" dos películas a mi entender imprescindibles. Aquí nos encontramos con las mismas cualidades de siempre: Campanella no es de los que se duermen en los laureles y muestra nuevamente una historia redonda, personajes entrañables, diálogos perfectos y actuaciones notables. Pero sin romper el molde de sus obras anteriores.. entonces hay un poco de reiteración en todo el tono, inclusive en el idealismo siempre campante en sus creaciones. Tal vez por eso a partir de esta película comenzaron a florecer algunos detractores que lo acusan de "ñoño", "sentimental", "discursivo", "empalagoso". Allá ellos. Lo que yo sí pienso es que aquél que vea "Luna de Avellaneda" sin conocer las anteriores, se encontrará con una muy buena película de 8 o 9 puntos, pero los que hayan visto sus anteriores obras, disfrutarán pero hasta ahí..
Cabe mencionar que como JJC no es de dormirse en los laureles, después de "Luna.." filmó "Vientos de Agua". Pavada de revancha no?
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Quiero ser socio del club
Juan José Campanella es ese hombre al que algunos acusan de sensibilizar en exceso al espectador, de enfatizar sobre el ordinario devenir y de exponer posturas filosóficas con lenguaje popular e incluso de barrio. Los acusadores consideran que eso es ventajista y no se debe hacer; no entiendo porqué. Cierto es que suelen ser los mismos que acusan a Bergman, Lars von Trier o a Kiarostami de pedantes y elitistas. Solo es lenguaje cinematográfico, amigos, no tiene mayor importancia, lo importante es si te llega o no.

A mí me llegan las pelis de Campanella, aunque a veces en la primera audición me pierda la mitad de los diálogos por ese empeño (que perdono) de grabar los sonidos en directo y de conservar las peculiaridades idiomáticas de los personajes. A mí me tocan la fibra sensible y no me importa, es más, lo agradezco, porque como ya he dicho en alguna otra ocasión, no corren tiempos para pensar que lo inteligente es despreciar la ternura.

En el caso concreto de Luna de Avellaneda se cuentan cosas que respiramos cada día la mayoría de los mortales (las minorías son las que suben los índices de las rentas per cápita y viven en otra galaxia). En mi pueblo, en mi entorno, como en la desindustrializada ciudad de Avellaneda, hay: parados, concejales trepadores, viejitos que se hacen querer, votantes deprimidos y confusos, niñas que quieren danzar, amores con carcoma, inútiles imprescindibles y proyectos sin futuro o antiguas realidades, en la boca ya, del olvido o de voraces inmobiliarias. Y me gusta que alguien me cuente que no somos nosotros los equivocados, que son ellos quienes están en la nómina de la infelicidad.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una película bien Argentina
Una exelente película hecha con sentimiento, Campanella sabe como llegarle a su audiencia, con esta historia emotiva. Muestra una realidad de mi Argentina en estas épocas. Los personajes humildes, humanos, sensibles, problemáticos. Darín está genial con el papel del tipo que tiene corazón para todos y es un gran orador que pudo llegar a ser alguien, Blanco sobresaliente en el papel de alcohólico enamorado de la esposa del cantante Vicentico (Valeria Bertuccelli, la bailarina), y bueno Daniel Fanego sin palabras es una gran actor, y más con este papel del tipo de negocios sin escrúpulos que usa la razón, en vez de sentir la pasión que tiene por el Club de Ricardo Darín. En mi opinión es una de las grandes del Cine Argentino ya que refeleja una realidad bien cruda con toques de humor.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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