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España España · Madrid
Voto de Naran:
7
Drama Luna de Avellaneda, un club de barrio que vivió en el pasado una época de esplendor, está atravesando una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un Casino, pero esto se aparta de los ideales y de los fines para los que fue fundado en los años 40: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de los fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier ... [+]
22 de diciembre de 2008
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luna de Avellaneda es la historia de un emblemático club de barrio que ha vivido en el pasado una época de esplendor y que en la actualidad se encuentra inmerso en una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un casino, nada más alejado de los ideales y de los fines de sus fundadores en la década de 1940: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de estos fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier precio o de reencontrarse con aquellos sueños.
El cine argentino de más éxito de los últimos tiempos tiene como representante más importante a Juan José Campanella (El niño que gritó puta, Y llegó el amor, Vientos de agua). Luna de Avellaneda (2004) completa la innintencionada -y maravillosa- trilogía empezada con El mismo amor, la misma lluvia (1999), centrada en una persona, y seguida de El hijo de la novia (2000), que retrataba una familia, ambas con un saber hacer evidente. Luna de Avellaneda es el nombre de toda una comunidad que refleja, como las anteriores, distintos aspectos de la vida Argentina, la familia, la crisis, la búsqueda de una identidad.
La película tiene un gran arranque: la acción nos traslada a una época en la que Argentina estaba llena de españoles que se buscaban a sí mismos, y qué mejor que un club para pasar los ratos libres y hablar, donde los niños del barrio jugaban en el equipo, donde los días de fiesta se reunían todos para bailar, cantar y disfrutar.
Román es un niño con suerte. Nació durante las fiestas de carnaval de 1959 y en ese mismo momento fue nombrado socio vitalicio del club. Ya en la actualidad, Román intenta como puede ayudar a su club, pues cada vez son menos los socios y mayores las deudas, menos gente que puede pagar la cuota... Las ilusiones se han perdido; lo único que perdura es la amistad y las buenas intenciones.
El peor defecto de Luna de Avellaneda es quizá su larga duración, tanto de determinadas escenas como de la película en su conjunto (2 horas y media). Su punto fuerte son los diálogos, rápidos, reales, divertidos, con muy buenos toques de humor, demostrándonos que al menos los personajes conservan la risa. El reparto coral hace un trabajo excelente: Ricardo Darín, genial, como siempre, forma la pareja perfecta con Eduardo Blanco, que, algo menos histriónico de lo normal, logra emocionarme y no ponerme de los nervios. La escena en la barca entre su personaje, Amadeo, y la profesora de danza (Valeria Bertuccelli) es sencillamente encantadora. El resto de actores no necesitan presentación: José Luis López Vázquez, Mercedes Morán, Silvia Kutica, Daniel Fanego...
Tan personal y autobiográfica que llega y emociona. Sencilla, honesta y, sobre todo, verdadera, la historia de Luna de Avellaneda es la historia de la gente corriente. Felicidad y melancolía van de la mano en un mundo triste y gris, con personas que no pierden la esperanza por conseguir una vida mejor.
Naran
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