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149 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Más allá de la pantalla
"Spring Breakers" no es una película. Como "Drive", "Mulholland Drive", "Carretera perdida" o "Enter the Void", es una experiencia que cada espectador vivirá a su manera, que lejos de intentar contar un argumento tradicional busca crear una serie de sensaciones y emociones a través del poder de la imagen. Sus primeros cuatro minutos ya marcan el tono del film: vemos cómo en unas vacaciones de primavera (el "Spring Break" del título) un montón de adolescentes lo pasan bien en unos ambientes playeros, desfase puro y duro, una fiesta que no cesa y en la que todo es posible dentro -pero sobre todo fuera- de los límites.

Rápidamente entran en escena las protagonistas, tres adolescentes atrapadas en la rutina y una cuarta, interpretada por Selena Gomez, católica practicante aunque pareciera que no es el camino que desea seguir. Decir más del 'argumento' es innecesario porque todo es una excusa, porque "Spring Breakers" no es narrativa pese a tener un subtexto, es una metáfora llevada a sus últimas consecuencias que cristaliza el parecer de toda una generación actual en la que los iconos pop sobrepasan la propia realidad, se convierten en trending a diario en redes sociales y en torno a los cuales se crean auténticos círculos de seguidores.

Nima Nourizadeh nos mostraba en "Project X" cómo varios adolescentes montaban una fiesta aprovechando la ausencia de sus padres, llegando al absoluto desfase. Y si bien en aquella película el realizador no se atrevía a ir más lejos, forzando la moraleja, en "Spring Breakers" no hay tal cosa. Korine deconstruye todos los clichés posibles, el nihilismo más anárquico se apodera de la imagen y durante noventa minutos el espectador se mantiene en una nube, en trance, en éxtasis, mientras que la música e imagen se fusionan a la perfección. La elección de las protagonistas es perfecta, como ocurría con Robert Pattinson en Cosmopolis (David Cronenberg, 2012) para conseguir atrapar a esa generación actual apegada a sus iconos, de la misma forma que los únicos adultos que aparecen representados son claramente dementes. Las figuras paternas están desaparecidas; no son necesarias, ni siquiera las oímos.

Toda la experimentación formal de la filmografía de Korine se fusiona en "Spring Breakers" llegando al límite, consiguiendo crear -paradójicamente- su película más accesible pese a que pueda sufrir la ira de quienes sólo esperen un trabajo de encargo de fácil digestión. Su soberbia banda sonora, momentos memorables como el plano secuencia del atraco, el Everytime de Britney Spears al piano o todo el personaje de James Franco en si mismo, un Tony Montana 2.0. la acreditan como una de las experiencias cinematograficas -o audiovisuales- de 2012. Al final lo que Korine consigue es capturar este nuevo mundo sin discursos ni moralejas, yendo directamente a la raíz, filmando un viaje iniciático total, sin peajes. Superlativa y digna de verse en la pantalla de cine más grande posible. No deja indiferente.
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263 de 386 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Bikinis apestosos 1
Spring Breakers es al cine como un eructo a la música. Puedes ser que tú, critico gafapastero, seas extremadamente kitsch y quieras distinguirte de tus amigos profanos aludiendo a su carácter transgresor, pongas enfásis en que los planos y los primeros minutos te hicieron sentir consumidor de LSD , o te las quieres dar de erudito y te pongas a hablar del plano psicológico, de la búsqueda de la libertad.. y en la transmigración del alma... Di lo que quieras, pero no puedes engañarte: esto es un truño como una catedral y lo sabes. Si en vez de Harmony Corine lo firma Bigas Luna podrias desaogarte sin complejos. Unas tipas interpretándose a si mismas, poniendo morritos al final de cada frase y poses de culo en pompa al estilo choni frente a una web cam, sí y James Franco, que después de ser el Duende Verde pone otro personaje de peso interpretativo en su infravalorada carrera: el Gansta Tierno. En Spring Breakers ves un largo videoclip de Pitbull mientras esperas que pase algo, con la misma actitud con la que uno ve los videos que te ponen en las paradas de metro. El caso es que parece que Harmony nos quiere contar algo, pero se ha pasado con el garrafón y se traba. Quizás el que fuera la película de la sesión sorpresa de el festival de Sitges creó en mi expectativas que nadie más se planteaba, por eso quizás esperaba algo, pero la película me recordaba inevitablemente a esas comedias americanas con títulos absurdos que reponen en Antena 3 y ni recuerdas haber visto. Ahora, si lo que quieres es ver culos y tetas botando que actúan mejor que sus propietarias, pero te da vergüenza ir a ver una de Mario Casas aquí tienes la excusa para que tus amigos no te pierdan el respeto, siempre que puedas justificarlo, claro.
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316 de 499 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Lance Armstrong, el diletante
Hay dos tipos de películas de adolescentes. Las tontas, que hay alguna pasable. Y las muy tontas, que son las que tienen pretensiones de no ser tontas, y son infumables.

A mí estas pelis que van de pesimistas, nihilistas y demás gaitas ciertamente consiguen su propósito: espero que la siguiente escena será aún peor, y acierto; luego no espero nada porque de nada va, y efectivamente como si en la pantalla no hubiese nada. Así que la nota sólo puede ser igual al relleno de las cabezas que han perpretado esto: nada.

Lo más inquietante de esta película es la confirmación de que FilmAffinity no hace control antidoping para publicar críticas.
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125 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
REBELDES, TRANSGRESORES, ANTISISTEMAS...BASURA
Que noche la de aquel día (A Hard Day's Night, Richard Lester, 1964), Help (Richard Lester, 1965), Magical Mistery Tour (Bernard Knowles & The Beatles, 1967) o Yellow Submarine (George Dunning, 1968) son algunos de los trabajos cinematográficos protagonizados por The Beatles, la banda de Pop-Rock más grande de todos los tiempos. Sus hordas de fans (sobre todo quinceañeras) llenaban las salas de cine convirtiendo cada estreno de los cuatro de Liverpool en un éxito sin paliativos. Lo más llamativo del asunto era que no les importaba en absoluto los personajes, la trama o la historia. Lo importante era que actuaban The Beatles haciendo de eso mismo, de The Beatles. John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison eran las cuatro estrellas más mediáticas del planeta, lo que obligó a sus agentes y asesores de marketing a construirles una personalidad diferente y propia a cada uno con la que su público pudiera identificarse. Por lo tanto, eran personas corrientes disfrazados de músicos. A su vez estos músicos, en sus aventuras para el celuloide, se volvían a colocar otra careta que los transformaba en una figura diferente a la original pero popular para el pueblo. Al final, en sus films británicos, no eran más que representaciones manipuladas adaptadas al gusto de los espectadores que, entusiasmados y satisfechos, reclamaban más y más. Richard Lester y cía no necesitaban una construcción detallada de personajes, ni que estos tuvieran aristas o fuesen redondos. Solo precisaban que The Beatles fueran The Beatles en otro medio durante noventa minutos, cuatro pases a la semana. Harmony Korine ha ejecutado la misma jugada con Selena Gomez y Vanessa Hudgens. El realizador caloforniano ha colocado a las estrellas de High School Musical y Los Magos de Waverly Place en un ambiente diferente, totalmente alejado de sus anteriores trabajos y ha confiado en que la percepción de sus entusiastas admiradores haga el resto, ahorrándole la laboriosa misión de crear desde cero. La película es un gran "y si Selena Gomez y Vanessa Hudgens fueran unas auténticas zorras?", sirviéndose íntegramente de la realidad para alimentar la ficción. Mi respuesta a ese "y si...?" es:no me interesa en absoluto, señor Korine, en absoluto.

Me produce cierta gracia cuando el director de turno se queja de que su película no es tomada en serio debido a que el protagonista de la misma es un cantante, una modelo o similar, argumentando que no es justo que se condicione todo un proyecto por la presencia de un rostro conocido. Lo que no se suele comentar es que su intención al situar ante los focos a una estrella no cinematográfica es puramente comercial, para atraer al mayor público posible, algo que me parece muy loable, pero no cuando a los espectadores se nos limita la crítica y se potencia el elogio. Si un estudio pretende explotar la imagen de una celebridad solo puede obtener dos resultados:éxito de taquilla o desprecio absoluto. Y es que Spring Breakers es un film autoconsciente de su apuesta por lo vacío que muchos verán rebosante y donde la provocación fácil y barata alcanza cotas pornográficas y repugnantes. En pleno Siglo XXI que unos chavales hagan fiestas con droga, alcohol y sexo en la playa no es descubrir América y la obsesión del firmante de Trash Humpers por potenciar estas imágenes durante todo el metraje llega a ser desesperante, saturando hasta al más pervertido. Entendemos lo que se quiere hacer, el significado descriptivo de la repetición de tetas, culos, cuerpos desnudos, desfase y cerveza, pero con el 10% de ello hubiera provocado el mismo efecto y no nos sentiríamos hastiados ni desganados de continuar con la proyección. La elaboración del montaje tampoco ayuda en lo más mínimo. El batiburrillo de ocasos, planos de postal, fotografía de anuncio de colonias de saldo, diálogos en off pretendidamente profundos (pero sin la más mínima sustancia dramática) y la constante repetición en espacios y tiempos diferentes de todo esto, incita al suicidio colectivo. Editar no es intercalar planos sin conexión al azar esperando que forme una experiencia nueva y refrescante. La sala de montaje se usa para corregir ritmos, potenciar virtudes, disimular defectos, pulir la narración...y no para llenar la pantalla de efectos superficiales que harían las delicias del Hunter S. Thompson más colgado.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
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125 de 200 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
I guess I need you baby
En el ambiente de una sala de cine de Sitges la confusión, la perplejidad se perciben casi como si tuvieran cuerpo propio. Hay quien silba, hay quien ríe nervioso, algunos dan palmas y otros tienen cara de extasiados mientras en pantalla James Franco, todo trenzas y dientes de oro, toca al piano Everytime de Britney Spears y Vanessa Hudgens, Ashley Benson y Rachel Korine (bikini amarillo, pasamontañas de unicornio rosa, el círculo que forman cerrado por escopetas) bailan con sus cuerpos recortados contra el ocaso de Miami. Hay quien se siente molesto e incluso indignado y es que Spring Breakers es lo suficientemente libre, lo necesariamente audaz que se precisa para provocar taquicardias entre los talibanes de lo convencional, sin duda habrá las suficientes reseñas acompañando a ésta para demostrarlo... si es que era necesario hacerlo.

“Yesterday was Thursday, Thursday Today i-is Friday, Friday (Partyin’) We-we-we so excited We so excited We gonna have a ball today Tomorrow is Saturday And Sunday comes after… wards” así rezaba ese clásico instantáneo del trash involuntario que cantaba (?) Rebecca Black. En la película de Korine se nos lleva de la mano al centro de este universo pop, nos mimetizamos y somos uno con Rebecca o al menos con lo que representa, el viaje, por tanto, no puede ser más nihilista porque va exactamente hacia el corazón de la nada, a un reino donde sólo importa la imagen y la repetición de lo obvio, a la búsqueda de lo uniforme, de lo masivo. No se puede esbozar un retrato más generacional, Korine dibuja el alma cani y el resultado, por supuesto, es un lienzo en blanco. ¿Se puede retratar el vacío sin caer en él? El director de Gummo cree que no y nosotros le agradecemos la valentía sabiendo como sabemos que hay quien confundirá mímesis con vacuidad gratuita.

Si hay quien no termina de pillar el juego arriesgado y mordaz de Korine siempre puede disfrutar con su forma de rodar, con ese alternar testosterona videoclipera y esencias clásicas (véase por ejemplo el largo plano-secuencia del atraco). Hay mucho de Michael Mann en ese retrato de las noches de Miami irrealmente iluminada, en esa continua sensación de viaje lisérgico fomentada por la electrónica y potente BSO de Skrillex y de Cliff Martínez que vuelve a confirmarse como un tipo a seguir muy de cerca tras sus magníficos trabajos del año pasado en Drive y Contagio.

No debemos pasar por alto, nos asustan demasiado las probables amenazas de sus fans, el trabajo de Selena Gómez, Vanessa Hudgens, Ashley Benson y Rachel Korine a las que no podemos más que aplaudir, en primer lugar por la valentía de aceptar un trabajo tan marciano y que probablemente descoloque a la mayor parte de sus seguidores. Dinamitar esa imagen de virginidad, de princesas Disney creada durante tantos años con sumo esmero ha debido suponer todo un reto. Ya avisamos a los seguidores de Los magos de Waverly Place y High School Musical: hay frases y dibujos sobre lo mucho que les gustan las pollas, hay unas buenas fumadas de marihuana, polvos en la piscina y asesinatos a sangre fría. Además de su valor personal al decidirse a rodar esta peli tampoco se les puede poner un pero en el desarrollo de sus papeles, han sido elegidas con gran acierto para representar una tipología concreta y lo hacen de una manera más que creíble, otro acierto de casting como lo es el de Robert Pattinson en Cosmopolis, criticar a cualquiera de los dos es guiarse más por el fanatismo de lo anti que emitir un jucio real basado en unos criterios definidos. Mención aparte merece, eso sí, un fabuloso James Franco, su papel de gangsta tiene momentos que dan ganas de ovacionar en pie, verbigracia su speech sobre sus posesiones, si hubiera justicia habría nominación este año, no se puede interpretar una caricatura y ser más creíble. Sencillamente soberbio.

Reseña escrita originalmente para cinemaadhoc.info
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134 de 228 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La trascendencia de la intranscendencia
«Lo único que se necesita para hacer una película es una chica y una pistola».

Jean-Luc Godard

Fusilada a discreción por gran parte de público y pese a que pueda dar la impresión de ser un mero pretexto banal hilvanado en la sala de montaje, el guión de la controvertida película de Harmony Korine consta de 89 páginas. Nada es gratuito partiendo la cita de Godard y “Spring Breakers” se ciñe a clip musical como código pero acaba por traspasar la superficialidad, pese a recurrir a elementos recurrentes como si fueran ‘samples’ de montaje, para conferir al conjunto un alma trascendente e inmortal. Podríamos señalar que Harmony Korine ejerce como DJ cinematográfico más que director de cine, mezclando imágenes, pinchando encuadres y reproduciendo fotogramas propios y ajenos, incitando a un paralelismo de trasgredir las reglas iniciado por “Al final de la escapada” valiéndose de su misma y escueta premisa.

No hay tanta provocación como sí marketing y Korine trata de profundizar dentro los límites fútiles sobre el personaje de Selena Gomez y el halo de inocencia que queda corrompido bajo los resortes de la fama y los falsos ideales del sueño americano. Como si anduviera equilibrando la balanza, entre un desfase onírico tras ver 24 horas seguidas sin dormir un especial de verano de la MTV, la narrativa es musical y la senda es apartarse de la trascendencia para revelar que la intrascendencia en nuestra actualidad se ha convertido en la única consecuencia relevante sobre nuestras vidas. Hay malicia sobre la mutación del entretenimiento de los jóvenes en nuestra sociedad y una inteligente finalidad de dejar en manos del espectador el juicio, a modo de espejo inverso, sobre el resultado final de tan atrevida y escueta y burlesca bacanal post-moderna y su anodina vacuidad. Todos los clichés se dan cita en “Spring Breakers”: el atraco, la road-movie, el personaje seductor y peligroso, el tercer acto con el clímax con la violencia por bandera…

El resultado es una nueva canción sobre retazos de otras obras, un cover discutible y premeditado, tan reprochable como carismático, tan olvidable como eterno. Se acabaron los freaks, los vagabundos, las imitaciones del misticismo y el dogma. Bienvenidos al mundo de Disney pasado por la droga, el antifaz y el bikini, por James Franco lil-wayneizado y el fanatismo adolescente enfundando en las carnes de Selena Gomez y Vanessa Hudgens. Bienvenidos a un mundo amoral, corrupto y hedonista dispuesto a hincar el diente a aquello que considere virginal y apetecible. Bienvenidos a un mundo sin sentido basado en el dinero y en el que el underground es capaz de burlarse sobre el mainstream utilizando sus resortes y armas para ensuciarlo con una sonrisa que esconde afilados y resplandecientes dientes, idóneos para practicar una felación hasta a un arma de fuego cargada.

Bienvenidos a ese cine de estética y pose que no cuenta nada… pese a que “Spring Breakers” nos cuente todo sin decirnos nada; a ese eterno devenir de la intrascendencia disfrazado de transcendencia. No malgastes tu saliva y balas y, simplemente, ríndete a las bitches del cine contemporáneo.
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45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Para siempre
Hay muchas razones para aplaudir a Spring Breakers, pero si una se alza por encima de las demás es su capacidad de vivir al filo del rídiculo. Harmony Korine traza una línea, un fino alambre que hace del metraje un auténtico ejercicio de funambulismo sin red, de poética de lo kitsch, lo hortera, lo degradante. Es fácil ver a Spring Breakers como un mero artificio, como un lago de tonterías molonas producto del delirio lisérgico de un hypster descerebrado. Nada más lejos de la realidad , Spring Breakers no es un film vacío, es un film sobre el vacío, sobre la nada que se configura como ideología imperante, como un carpe diem nihilista, sin moral, sin mensaje.

Que no nos confundan las luces de colores y la aparente comercialidad de la propuesta, Harmony Koryne sigue rebuscando en los márgenes más oscuros del american dream, en la subcultura trash. Sin embargo, Korine, ya no busca una deliberada estética feista a lo Trash Humpers (techo y fondo simultaneo de su estilo visual). De alguna manera Spring Breakers se convierte en la sublimación,en al fusión de ambos elementos. El sueño americano no tiene una cara oscura, se ha convertido en una pesadilla en si misma y por ello lo brillante no tapa lo oscuro sino que lo saca a la luz de igual manera que los pasamontañas rosas no tapan identidades sino que revelan el alma de las protagonistas.

Que Britney Spears sea Leiv motiv, no es un capricho, ni una muestra de hiperreferencialidad gratuïta, de hecho pocos símbolos pueden ser más acertados para reflejar esta ceremonia de alegre autodestrucción personal. En este sentido Britney podría, de haberse rodado antes, ser una de las protagonistas de esta película. No hay irreverencia en “pervertir” a estas princesas disney, de hecho su rol impostado parece precisamente el ejercido hasta la fecha. Spring Breakers vendría a revelar su faceta auténtica, su verdadera naturaleza, como si más que una película esta fuera una meta vital a cumplir.

Articulándose en el constante juego de dobles espejos (universidad contra fiesta, voz en off espiritual e imagenes de desenfreno salvaje) la película sigue una cierta tónica Korinana al asumir una cadencia de goma elàstica, que alarga los tiempos muertos hasta hacer estallar las situaciones en pequeños climax de progresión ascendente. Es en la reiteración del discurso, del enfoque, donde se asume que las sucesos no tienen perspectivas distintas sino inevitabilidades pospuestas, recurso este que provoca una sensación de expectación exasperante, de lentitud buscada precisamente por la importancia de la meta a alcanzar. (sigue en spoiler)
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64 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Spring Break Forever, Bitches
Enfrentarse al cine de uno de los mayores «enfants terribles» que la cinematografía norteamericana haya dado en mucho tiempo sin haber visto ni un solo trabajo anterior suyo parecía todo un reto, más teniendo en cuenta que el cineasta que empezó como guionista de Larry Clark parece tener un universo propio y personal cuyo espacio se define únicamente viendo imágenes de films como Gummo. Añadamos a todo ello que los retratos sobre la adolescencia, que era hacía donde parecía apuntar esta Spring Breakers, han ocupado el largo y ancho de un panorama que, incluso en el cine independiente (rama donde encajaría perfectamente Korine), ha llevado a cineastas como Terry Zwigoff (Ghost World), Michael Cuesta (El fin de la inocencia), el propio Larry Clark o Gregg Araki (The Doom Generation) a explorar un mundo que ha encontrado todo tipo de propuestas para definir algo que se puede percibir desde tan distintas ópticas, obteniendo de ese modo réplicas que nos llevan desde el agitador estilo de Clark, hasta la radicalidad formal de Araki.

Pero Korine no sólo llegaba con Spring Breakers para volver, tras trabajos tan polémicos como la ya citada Gummo o su penúltima obra, Trash Humpers, a una temática tan manida y conformarse con salpicar de nuevo algo que ya se podría tildar como un subgénero, Korine volvía para azuzarlo y demostrar que la expresión «dar una vuelta de tuerca» queda reducida a la nada por un cine que te deja clavado en la butaca, un cine ante el que saber como reaccionar una vez terminada su proyección ya sería un logro por parte de un espectador que se ve ensimismado por una propuesta tan libérrima como única que ni siquiera necesita ser subversiva o rompedora: le basta con acogerse a códigos visuales conocidos y explotados para describir un universo en el que la inclusión de actrices como Selena Gomez o Vanessa Hudgens no es precisamente casual. Ambas, que saltaron a la fama debido a su participación en diversos proyectos de la factoría Disney, son el elemento catalizador necesario para definir el viaje psicotrópico que propone Korine no sin antes concretar —en cierto modo, claro está, puesto que hablar acerca de límites o barreras en Spring Breakers no sería más que un error— el linde de una propuesta que terminará alcanzando cotas inimaginables.

Para encontrar esa definición, nada mejor que una buena selección de imágenes de «rave» playera acompañadas por una banda sonora en la que predominará el house de Skrillex, e incluso la distorsión de esas imágenes anticipando la desaparición de una crónica adolescente que, en algún lugar del camino, se transformará en un arrebatado viaje hacía las últimas consecuencias de un universo en el que los más débiles no tienen lugar, que tan pronto se muestra extremo como particularmente alucinógeno gracias, en especial, a un marco que no deja lugar a dudas: el trayecto es tan intenso como extenuante, o se acepta o se abandona. Esa misma condición sirve tanto para sus protagonistas, como para el propio público de una función que transgrede cuantas directrices se encuentren a su alrededor y coloca todo tipo de ¿anti?-heroínas pop (no sólo las protagonistas, también la aparición de varios temas de Britney Spears incluso adulterados para la ocasión —ese «Hit me baby one more time» es bastante esclarecedor—) ante una pantalla rebosante de color que genera disyunitvas entorno a ese icono que, en realidad, quizá tampoco se aleje tanto de una generación que pide a gritos un lugar donde encontrarse a uno mismo para así sentirse dentro de ese salvaje ecosistema que ellos mismos han construido.

La reiteración de ese discurso en forma de voz en off baila constantemente en la cabeza de nuestras cuatro heroínas que, incluso tras toparse con un nuevo personaje que termina definiendo su viaje hacía una espiral incontrolada de auténticos tintes nihilistas e, incluso, patente gratuidad, continúan siendo presas de una palabrería que ni siquiera funciona como reflejo de sus propias inquietudes, pero no porque no las posean, sino porque el vacío de ese discurso choca frontalmente con lo que en realidad encontrarán al conocer a un mafioso de medio pelo llamado Alien: sexo, violencia y todo tipo de drogas ensalzadas como un espejo de vacuidad por un James Franco que enardece el panorama alzándose como la pieza más bizarra dentro del tono de un film que, por si con lo visto hasta ese momento fuera poco, alcanza nuevas cotas con la jerigonza de un gángster que realiza una auténtica proclama acerca de lo material y termina disparando a las protagonistas contra una vía en la que ya no hay retroceso posible; incluso ellas, intentando atenuar mediante llamadas telefónicas a sus padres las consecuencias de una decisión que se suma al exceso trazado por Korine, saben que ya no hay vuelta atrás, que una vez iniciado el camino, el fortuito golpe será inevitable.


(Termina en Spoiler, sin desvelar detalles de la trama)
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59 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Hadas y monstruos
'Nice sprites and scary monsters', de Skrillex, como telonera. La fiesta inicial bascula entre lo magnético y lo repulsivo; agrede y atrae.

O, dicho de otro modo, las encantadoras hadas y los espantosos monstruos ya empiezan a disputarse el señorío de la función.

...

'Spring breakers' plantea la adolescencia casi como crepúsculo. La infancia y la pubertad son bocetos; luego queda realizar el retrato final. Y una de las trazas más comunes en el adolescente promedio es que suele creer que el mundo está donde la música suene más fuerte. Permanecer quieto es pudrirse. Los eslóganes que se repiten son 'vacaciones para siempre', 'estar de fiesta es como transportarse al puto espacio' o 'bikinis y traseros enormes, de eso trata la vida'. ¿Ciencia ficción, exageración? Enciendan la televisión, dense un paseo por los bares, charlen con tres o cuatro estudiantes de instituto.

Ir a clase, exámenes, catequesis, vida familiar... cadenas, cadenas y más cadenas. El ojo está puesto en lo siguiente: para el fin de semana faltan sólo unos días; para las vacaciones de primavera, sólo unos meses.

'Spring breakers' entiende el nihilismo como la destrucción del individuo cuando pasa a formar parte de la masa festiva: informe, hiperactiva y hedonista. Luego, vienen los lamentos y el reivindicarse a uno mismo, "se suponía que aquí íbamos a encontrar nuestra identidad". Imposible; en esa desenfrenada cabalgata sólo eres un fantasma que baila y consume alcohol y drogas. Haces lo que hacen todos, entonces ¿qué esperas que te pueda distinguir?

Me es imposible no enamorarme de Faith, el personaje que interpreta Selena Gómez. Ella adivina el final del camino, empieza a ver sólo monstruos y a olvidar las hadas; y opta por zanjar sus vacaciones antes que las demás. Faith vio que había más verdad en la chica que asiste a reuniones parroquiales, reza y llama a casa a menudo, que en ese bikini amarillo manchado de vodka.

...

Encorsetado por las responsabilidades de cualquier buen ciudadano decente...

O abandonado al desfile lisérgico de carrozas repletas de bestias, donde estás con todos sin estar con nadie...

Tomes el camino que tomes, muy probablemente acabarás persiguiendo 'el sueño americano'; y corres el riesgo de dejar de saber quién eres recorriendo cualquiera de las sendas.

...

Personalmente, Harmony Korine me parece un director hipnótico. 'Spring breakers' justifica su visionado sólo por el vigor de sus imágenes.

Creo que su utilización de la música y la imagen es fantástica porque exprime al máximo esa sensación de embriaguez festiva, de juventud y verano, de deseo; de recuerdos desperdigados, de aturdimiento y cierta irrealidad.

Todo queda representado más o menos como un mal sueño, en el cual los monstruos devoraban a todas las hadas, y que se ha antojado peligrosamente real.

Gracias.
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36 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Un refrito de MTV sin censura
No tenía las expectativas muy altas con esta película teniendo en cuenta su comercial pero a la vez pésimo reparto además del tema que trata que precisamente no parece uno de los mejores guiones que existen. Doy gracias a Dios que la he visto gratis sino hubiese ido a las taquillas a reclamar mi dinero. Harmony Korine antes de proyectar su película nos avisó que había ido mas allá, que veríamos cosas que nunca hemos visto (sospechaba acerca de cierta parte del cuerpo de Selena Gomez por decir algo) y nos la vendía como una película completamente original y diferente. Pues señor, yo no sé donde está esa originalidad y diferencia con las demás, ah sí, que no es cine erótico pero nos meten escenas muy subiditas de tono para el deleite del pajillero, que es cine de mafias pero mas bien nos muestran los ingredientes de las drogas y a 4 chicas que no tienen dinero (ojo, pero para fumar si tienen dinero) que se dedican a cometer maldades divertidas aparentemente que luego traen sus consecuencias y una estética espectacular que nos enseñan culos y tetas como si de un video de reggaeton sin censura se tratase y a cámara lenta.
Respecto al guión, no tiene otra cosa, tras media hora de película, mi amigo y yo concretamos en que no sabíamos lo que estábamos viendo no por diferente en el ámbito cinematográfico sino por la basura interpretativa de las actrices y del tito MC James Franco que en vez de atemorizar al personal se dedica a chupar pistolas como si fuese una porno, que nos enseñan cosas incoherentes y estúpidas como las tonterías que hacen por los pasillos, tetas de todos los tamaños y en todo tipo de usos ya sea para drogarse como para beber alcohol. Y lo curioso de la película es, ¿las chicas no tienen familiares que se preocupen por ellas?. Vale que perderían el móvil cuando las detuvieron los policías, pero no llamó ningún familiar, ¿no llamaron ellas? ¿A que son venía el personaje de Selena Gómez si apenas aporta algo interesante a la cinta? Bueno, directamente, ¿la película era necesaria? Cada situación da vergüenza ajena y sino fijesen en la escena de "Britney Spears song" que para deleite de las fans que lloraban con High School Musical nos ponen a la Vanessa Hudgens no solo desnuda en cierta parte de la película sino cantando. La banda sonora es tan rallante y estúpida como su prescindible guión que no lleva a ninguna parte sin mostrarnos moraleja alguna que algunos apoyan esa virtud que yo la veo mas un defecto ya que la película no termina como debería terminar y encima incompletamente y con fantasmadas de por medio.
No tengo mas que aportar y decir que es una de las peores películas que he visto en mi vida, por no decir la peor que he visto en una sala de cine hasta el momento y en una premiere. Solo destaca que entretiene pero es lógico que entretenga, si no te entretienen mil tetas, violencia y fiestas, apaga y vámonos, pero mas que un entretenimiento es un estudio morboso y una perversión que nos enseñan lo peor de lo peor de unas fiestas. Bravo por las chicas Disney porque ya han perdido su virginidad cinematográfica.
PD: Había gente que se iba de la sala antes de terminar la proyección y no estoy hablando de 3 personas.
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32 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Mala no, malísima!!
No se como empezar esta crítica...., tuve la oportunidad de verla en su preestreno en Madrid. No había visto ningún trabajo anterior de Harmony Korine su director, pero después de ver Spring Breakers creo que no volveré a ver ninguna película suya.
Desde que empieza hasta que termina, es todo una mezcla de sin sentido y absurdez, con planos que dan la sensación de ver un videoclip de los malos de cualquier dj que intenta hacerse un hueco en el panorama musical.
Los actores con este trabajo van de culo, cuesta abajo y sin frenos, James Franco interpreta a un rapero-traficante que "rescata"a las chicas de la cárcel con segundas intenciones. Y quienes son las chicas, Rachel Korine (si esposa del director) a quien no había visto en ningún trabajo y dudo que volvamos a verla en cualquier película que no sea por enchufe, no trasmite nada. Vanessa Hudgens que después de Sucker Punch ya me dejo descolocada, con Spring mas de lo mismo intenta quitarse el san benito de chica Disney igual que su compañera Selena Gomez que es la única en la película que parece tener prejuicios. Y ya solo me queda Ashley Benson, que hace el mismo papel de alocada que sus compañeras es quizas la que mejor interpretación hace en la película o por lo menos la más "creíble".
En definitiva, solo decir que no volvería a ver esta película ni regalada. Me hubiese dolido dar dinero por verla.
Pd: NO TODOS LOS JÓVENES SOMOS ASÍ
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50 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Me gustaría haberla visto con Mama Ladilla de fondo y su: Tetas y Culos y Culos y Tetas
¡Tú hazle caso a las críticas a la hora de elegir una película de este año para ver una noche no que tienes demasiado que hacer! La madre que ¿$%&"·... Ni estandarte de cultura pop, ni reflejo de la sociedad, ni mirada dentro de la juventud, ni todo lo que quieran vender. Spring Breakers no es más que un maldito escupitajo en los ojos cuando estás intentando abrirlos después de una tormenta de arena. Te dejará marca, eso está claro, no volverás a querer ver nada así en la vida.

Entorno a un 40% de la película lo podría describir una bonita canción llamada 'Primavera' (bonita coincidencia) de un gran grupo llamado Mama Ladilla, el estribillo de la misma es algo así como:

Tetas y culos y culos y teta, tetas y culos y culos y tetas, tetas y culos y culos y tetas,tetas y culos y culos y tetas, tetas y culos y culos y tetas....

Esto, claro está, entrará en un blucle infinito de retroalimentación el cual parece no tener fin hasta que la plata de los malditos dientes de James Franco se quede tan negra como los tatuajes de pega de tanta droga que se tala a lo largo de la película. Destaco la escena en la que toca el piano con dos dedos, ¡bravó! (con acento en la O).

Amigos, no soy ningún experto en cine ni mucho menos, pero si esto es una buena película, innovadora, rompedora, atrevida, brutal y todos los adjetivos que puedan haberle vanagloriado desde su estreno, yo corto con el cine como mi droga y me busco a un cantaautor indú como profeta.

Pero puestos a darle una oportunidad, he empezado a buscar en el fondo de la sartén, en busca de algo que pudiera salvarse de un arroz caducado antes de ser cocinado... Allí me he encontrado con lo único que me ha hecho pensar que la película no la habían creado sus protagonistas, un montaje algo curioso. No es que sea espectacular, pero si algo diferente.

Ya saben, si quieren semi-desnudos totalmente gratuitos y con una facilidad apabullante, no lo duden, esta es su... compilación de escenas que intentan contar una historia. En cambio, si lo que quieren es una película, olviden todo esto y hagan como si no supieran de su existencia.
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18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Girls only wanna have fun.
Con este tipo de propuestas cinematográficas, hay que esperar uno o dos días: si hay o no hay poso. En mi caso lo hay, y por ello la provocación ha funcionado. Y es extraño, pues el ejercicio sensitivo de Korine, como algunos otros, debería, o al menos eso creo, exigir excitación a la salida del cine. En mi caso particular los "peros" se anteponen en la salida del cine (por cierto, cine con la entrada con goteras y unos cubos de aguas por ahí tirados...tampoco era muy peligroso pues a esta multisala habíamos ido 4 gatos), y es en la resaca donde la película es recordada. Y qué difícil es recordar una película, escenas, imágenes de un film al día siguiente!!. Pues no es por gamberrismo ni provocación por lo que se mantiene la impronta, sino por sensaciones de imágenes y sonidos ya modificados en la memoria.

Esto, como modo de retratar( pues Spring Breakers se mantiene fiel al relato de un contexto social y narrar una alegoría un poco simplona), parece que funciona perfectamente. La visión de Harmony que ya hizo en época grunge con los "kidz", se amolda perfectamente a la realidad y análisis de estos tiempos.

Las preguntas son formuladas: ¿Por qué siempre las chicas Disney hacen el mismo itinerario vital?. 18 años, salen al mundo, videos con contenido erótico subido, novio "malote" que les zurra un poquito, divorcio con embarazo, 20 años y una "mochila", juergas a tope, rehabilitación, juicios, cárcel preventiva, salida, rehabilitación, celulitis, olvido, un tour con las nalgas otra vez prietas (ya sea por bulimia, maratón de ejercicio y coca o por cirugía) y defenestración y entierro artístico a los 23 años. Britney Spears, Aguilera, Lohan, etc. Y yo siempre he dicho, y con razón, que la Gaga tiene la cabeza muy amueblada: primero, porque es la única megaestrella que compone sus temas y tiene conocimientos académicos, y segundo y más importante, porque se quita la peluca, se desmaquilla y se pone una camiseta y unos vaqueros y en la 5º avenida no la reconoce ni su madre. Chica lista.

Korine lo explica como una salida de la burbuja y búsqueda de experiencias nuevas, sin importar que las chicas se desfasen con las drogas y el alcohol, con el sexo y ya puestos disparando a gangsta, sin olvidar nunca el aspecto divertido del asunto (como un videojuego). Mete algo de caña ("mama, estoy viendo cosas maravillosas", y se ve a unas tías apartándose la tira del biquini para mear en unos setos), pero admite la condición adolescente y sin mucha condescendencia deja a las chicas filosofar en diálogos trascendentes y claro intrascendentes. Eso sería sólo ser justo en el retrato, pero Korine hace que la moda, la música y el you tube hablen por las chicas. Así sus tintes de pelo, los colores de sus bikinis, Skrillex (tema Scary monsters and nice sprites y su "Oh my good", cogido de este video recomendadísimo http://www.youtube.com/watch?v=j54yGxuk0yo ), ejemplizan perfectamente el retrato.

Y de lo que se habla no es más que el tiempo en la vida de esa niña asiática preciosa y graciosísima de ese video jugando con cubos de plástico y donde estará, que hará, que experiencias vivirá dentro de unos insignificantes 2 o 3 años. Ni sabremos nunca el interior nosotros ni ella, si no se acabaría el misterio de "la joven de la perla" de Veermer y tantas y tantas obras maestras. Me cuesta tanto imaginarme a esos genios como padres celosos de sus hijas, y tan poco admirando la belleza de una ninfa...Ese Nabokov, por ejemplo.

Nota referencial: Estética y música ambiental inspirada en "Drive". Creando escuela.
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23 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
La película que Tomorrowland siempre quiso tener.
Hablar de Harmony Korine es hablar de un cineasta nada convencional. Sus películas son totalmente experimentales, por lo cual, nunca te van a dejar indiferente. Puedes estar en el grupo de los que aman su obra o de los que la detestan. Lamentablemente, yo me encuentro en el segundo grupo.

Korine sorprendió a la crítica con el sobrevalorado film ''Gummo'', en la cual se narraba por decirlo de alguna manera, la vida de unos adolescentes en los suburbios de una ciudad y su relación con las drogas. Pero con este director la sinopsis no cuenta, debido a que la estructura de sus películas es totalmente inexistente.

Spring Breakers es más de lo mismo, sobre la superficie la película trata sobre un grupo de adolescentes que son detenidas por posesión de drogas durante las vacaciones de primavera y que serán ayudadas por un traficante a cambio de un favor. Pero en cuanto visionas el film, nada de lo que has leído puedes intuirlo, debido a que la película es una sucesión disparatada de escenas a ritmo de videoclip con música trance, hardcore y dubstep (en la BSO está acreditado el DJ de moda Skrillex).

Los minutos pasan al ritmo de un montaje frenético y que no te deja pensar ni asimilar lo que está pasando, por lo que acabas sin enterarte ni de qué va la historia, ni que pintan las chicas esas ahí o qué coño pinta en todo esto James Franco (cuya carrera parece que va en picado). Las interpretaciones son prácticamente nulas, ya que a Korine poco le importa lo que quieran transmitir sus actrices, y es más una provocación o un afán de querer ser el más guay y moderno el escoger en el casting a dos actrices de la factoría Disney como son Selena Gomez y Vanessa Hudgens, las cuales, poco o nada saben de actuar. También reserva un papel para su esposa, Rachel Korine, la cual, todo hay que admitirlo está de muy buen ver.

La película presenta momentos vergonzosos, entre los que se incluyen mónologos sin sentido de las protagonistas que más que trascender provocan vergüenza ajena.
Señor Korine, ¿tan difícil es para usted crear una película coherente, con principio, nudo y desenlace? ¿No se da cuenta a que a los modernillos de medio pelo como usted, el señor Eastwood les dio una lección de cine con un guión tan ''convencional'' como el de Million Dollar Baby?

Spring Breakers más que una película es un videoclip alargado de Skrillex o por otro lado, un anuncio de lujo del festival de Tomorrowland.
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30 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Da para paja, ¿qué más quieres que te diga?
Pongo la película y me enfrento a la intro. Tías buenas en bikini bailando completamente borrachas mientras se dejan manosear por todo aquel dotado de polla en 300 metros a la redonda. (Bien). Primeros planos de culos contoneándose al ritmo de la machacona música house. (Vamos a más). Fuera parte de arriba del bikini, tetas a tutiplén. (Vaya, qué sutileza. ¿Qué será lo siguiente?). Planos de todas esas tías sentadas en el suelo y abiertas de piernas mientras se meten sincrónicamente un polo en la boca. Dentro-fuera, dentro-fuera. Hasta el fondo, nena. Así me gusta, que se vea esa lengua juguetona. Miro por curiosidad el tiempo: llevamos cuatro minutos de peli y constato que he visto escenas porno con arranques más sutiles y elegantes. No, no intento ser sarcástico.

En efecto, Spring Breakers tiene alma de peli porno con ínfulas. Algo así como si Nicolas Winding Refn se levantase mañana en plena crisis de los cuarenta y quisiera hacer revival de lo más pajillero de su adolescencia. Oh, sí; unos planos preciosos. Festival de bikinis en tonos eléctricos sobre fondos neón, fotografía degradada y tirando a ocre -Nolan vive- y mucho plano detalle. Y no solo de tetas o de besos lésbicos, cuidao; esto es arte. También de los llorosos ojos de nuestras protas. ¿Hay algo más poético una lágrima falsa deslizando por la cara de una chica ultramaquillada?

Pero… Dejémonos de mierda esteticista wannabe. ¿Qué más tenemos?

Onanismo. La más absurda acumulación de fantasías salidas de la parte más reptiliana del cerebro masculino que te puedas imaginar. Supón que cogiéramos a un chaval de 14 años, le diéramos 50 millones y le dijéramos “rueda lo que te salga de la polla”. Déjalo, no lo supongas: eso es exactamente Spring Breakers.

Venga, entre tú y yo, ahora que no nos oye nadie: ¿A qué alguna vez ha caído pajilla con las tías buenas de HSM? Pues mira, te voy a meter a cuatro en bikini. Pero ojo, nada de actitud modosita Disney y que te corte el rollo, sino en plan zorrón arrastrado: soltando cosas como “Se me hace el coño agua cada vez que veo dinero”, fumando droga, metiéndose rayas, intercambiando besos lésbicos, tocándose el culo, simulando mamársela a pollas dibujadas en un cuaderno, y obligando a James Franco a hacerle una felación a una pipa antes de follárselo en grupo. ¿Qué? ¿Se te ha puesto dura? Un poquito sí, pillín.

Por supuesto, eso no es todo. Claro que no. Toda fantasía de adolescente pajillero necesita un contexto. Las chicas ya han sido presentadas, pero ahora tienes que beneficiártelas. Y para eso hay que impresionarlas, hacerse con su noble corazón de muñecas hinchables politoxicómanas. ¿Y qué mejor que un rollo “chungo”? Por favor, una de gánsters a lo GTA, cubiertos de cadenas y con pinta de “oye, que estoy muy loco”. A poder ser, con 20 kilos de heroína en la mesita de noche y dos docenas de armas automáticas tiradas sobre la cama. ¿Soy o no soy el puto amo? Pero ojo; en el fondo soy también un pedazo de pan y un perfecto caballero. Por eso, y porque tengo un par de millones tirados sobre la alfombra, al final las cuatro se enamorarán de mi y me dejarán que me las chingue. A lo mejor acabo mal por malote, pero me voy como un fucker. Fin.

Lo dicho. Eso es Spring Breakers: quizás la más pretenciosa y ridículamente disparatada película “softcore” que se haya rodado jamás. Todos sus intentos de ser transgresora y escandalizar dejarán frio a cualquier con más de quince años (o que no viva en un monasterio) Y sus ínfulas esteticistas y relamidas, lejos de disimular el desaguisado, lo hacen más evidente. Pulgar abajo.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Harmony Korine se carga toda una generación de fans
Ya veníamos avisados con las anteriores películas del director, Harmony lo que quiere es controversia. Y el cineasta, tirado en el sillón de su comedor, debió pensar: "Qué hago para que mis películas tengan un mayor impacto?"

Pues no se le ocurre nada mejor que coger a cuatro princesitas Disney, dos de ellas iconos de toda una generación de fanáticas de High School Musical y Justin Bieber, y sumirlas en una espiral de drogas, sexo, fiesta desenfrenada y búsqueda de el "yo" tan típico de la adolescencia. Atrevido y bello.

Harmony consigue en una película dónde las imágines y la música valen muchísimo más que las palabras, crear un retrato, exagerado hasta cierto punto, de la vida universitaria. Los hechos se suceden y en numerosos flashbacks y flashforwards nos cuenta la historia de cuatro chicuelas que no tendrán 20 años y cómo explotan su concepto de libertad, cada una hasta dónde quiere o puede soportar. Sin moralidades ni pretenciones de dar una lección a nadie, ahí está la grandeza de la cinta. Cada persona va a sacar sus propias conclusiones y va a producir en nuestras entrañas sensaciones sumamente dispares.

MUY recomendable para los que conozcáis el cine de Korine, y sumamente recomendable para el resto, pues además de entretenida, tiene algunos momentos bastante memorables que comentaré en la sección de "spoiler".

Por cierto, un gran papel y sobretodo una gran caracterización de un James Franco sublime.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Material para onanistas del fetiche
La noticia friki de hace unos días ocurrió frente a la clínica universitaria de Tubinga, una ciudad alemana universitaria de antiguas tradiciones situada 40 kilómetros al sur de Stuttgart, cuando una vagina gigante atrapa a un estudiante norteamericano. La noticia matizaba luego que se trataba de una estatua y que un imbécil se había colado en ella con motivos jocosos (haciendo el gilipollas, vamos) sin luego poder salir. Pues si existiera una escultura en forma de ano, esta mierda de película llamada “Spring Breakers” podría salir de él.

Realmente, no estamos ante una película sino ante el intento de dos exniñas Disney (Selena Gómez y Vanessa Hudgens) y dos amigas suyas (conocidas del público norteamericano, desconocidas aquí) encasilladas como monjas tras una vida de papeles de adolescentes de renacer en el mundo del cine de verdad. Viene a ser un poco eso que ha hecho Hannah Montana de prostituirse poquito a poco (un magreo por aquí, un perreo por allá, media teta, cuarto y mitad de culo…) pero de golpe, o sea aplicando eso de más vale una vez rojo que ciento colorado, haciendo todo el ridículo y enseñando todo lo enseñable de una vez, en la misma película. En todo caso, para borrar toda una vida de horteradas y niñerías Disney hace falta algo más que restregarse unas con otras en paños menores y para ser actrices de verdad algo más que ser capaz de estar hora y media diciendo todo el rato “hijo de puta”,”mierda” y “culo”.

Estéticamente, la “película” se basa en un montaje eléctrico (o sea indiscriminado uso del corta y pega) al servicio de la discutible filosofía de la película de desvelar al mundo lo que pasa en las Semanas Santas americanas. Por lo que se ve, mientras aquí paseamos santos y nos emocionamos y lloramos… Miami se convierte en una bacanal universitaria donde todo el mundo está borracho y/o colocado y tiene sexo en grupo, como una especie de “Gandía Shore” concentrada. Para marearnos un poco e impregnarnos del ambiente, la película está completamente desestructurada, sin ritmo, sin lógica ni en el espacio ni en el tiempo, alternando sin pudor flashbacks, monólogos interiores, diálogos exteriores o sidebacks generalmente separados por secuencias playeras de borrachos salidos y tías en topless. Puaj.

El mensaje queda claro en el minuto cinco y, para muchos, ya era conocido: a la juventud le pueden las hormonas. ¿Qué hacemos para rellenar la hora y media que queda? Pues inventarnos una historia absurda de mafiosos que no se aguanta por ningún lado y, para disimular, provocamos y llamamos la atención haciendo que las niñatas Disney se toquen, se restrieguen y digan cosas todo el rato cosas calenturientas como puta, culo, coñito y follar. Además, las vestimos de zorrillas y hacemos que empuñen armas, que siempre habrá algún pajillero amigo del fetichismo al que le guste. Guauu… me pone tanto como “Mujeres, Hombres y Viceversa”, de hecho, sus supuestos diálogos interiores parecen sacados de la cabeza de Paquirrín o de algún tronista. Puaj.

Cada plano es un crimen a la cinematografía (entendida como arte) y da para una crítica en sí mismo. Si tuviera que destacar algo por lo que este truño es un truño del nivel más bajo, me quedaría con alguna frase de James Franco («Mirad mis mierdas, cabrones, mirad mis mierdas. Soy un cabrón con cojones, soy la puta estrella de la muerte»); con el incomprensible papel de James Franco (el tío dice que es el matón más malo y cruel porque «tengo gorras y camisetas de todos los colores… hasta aceite bronceador tengo» (?)); con un sonrojante tiroteo final a la altura de “Sevilla Connection” y por las desconcertantes críticas positivas de algunas revistas especializadas que solo se explican por las ganas de promocionar a estas pájaras. Puaj.

Basura para el cerebro. Mediocridad disfrazada de provocación y de “no la entiendes porque no estás en la onda”. Puaj.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
La última tentación de Britney Spears
La cinta de Harmony Korine (Gummo) llega precedida de la controversia. Adorada y odiada casi a partes iguales, 'Spring Breakers' quiere erigirse como la revelación absoluta, quitar vendas de los ojos y mostrar el verdadero sueño americano del siglo XXI, la pena es que tiene que conformarse con ser el “manual teen malote y carente de ideas para dummies”.
'Spring Breakers' cae en el saco de los proyectos (generalmente ambiciosos) que surgieron como ideas interesantes, pero que no se vieron cumplidas exitosamente en la gran pantalla. Y eso bien podría ser porque Harmony se gusta demasiado a sí mismo, siendo incapaz de contenerse, reiterando ideas e imágenes cayendo en el espectáculo videoclipero muchas veces, aquejando un tono irregular, pasado de rosca, con personajes vacíos y caricaturizados, voces en off cargantes y una falta de sarcasmo y mordacidad en un proyecto que contiene chispas de ingenio en muy contadas ocasiones.
Por ahí se habla de las buenas actuaciones de Selena (llamada Faith en la película, supongo, para algún intento de trasfondo), Vanessa o James Franco, pero si no hay vida en sus personajes ya desde la construcción de ellos en el guión, por mucho que se esfuercen, no puede llegarme su actuación. Un pelele vistoso, una(s) pechuga(s) sin salsa ni patatas.

Pasar de las ideas interesantes a un resultado a medio gas es algo frustrante, sobre todo tras apreciar la calidad de Harmony en escenas como el travelling del atraco o, lo mejor de la cinta, el momento Britney Spears al piano, estacazo en toda regla a toda una generación en un par de minutos. De haber seguido estos pasos estaríamos hablando de quizás una joya irreverente sobre las carencias de una generación perdida de ideales, que se refugia en el sexo, las drogas y la ambición económica como propósitos de subsistencia ante la ley de la selva que impera en la sociedad. Pero me niego a encumbrar una película simplemente por poner una pose pero que en realidad está vacía, donde requiere de una voz en off de encefalograma plano para sacar a flote su falta de ritmo, donde se quiere revestir un videoclip de Skrillex como cine independiente. Supongo que no habría que tomársela muy en serio, pero si tampoco me hace gracia... ¿Cómo hay que tomársela? El final ya es de órdago, pero no me queda claro aún si es así de irrisorio aposta o se le fue la pinza del todo a Harmony.

¿Discurso o panfleto generacional?
Ideas de lo primero pero resultados, por desgracia, de lo segundo.
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16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Esto es droga y surrealismo! Un sueño tal vez...
"Spring Breakers" es una de esas experiencias-filmes únicos, que va a ser amado por muchos y detestado por muchos otros. Una apuesta de "cine moderno" que, o la tomas y la aceptas desde los primeros minutos, o, la desechas por no soportar lo que estás viendo. Eso que quede bien claro.
Para comprender como uno debe acercarse a esta película pondré una serie de ejemplos ajenos: Expresionismo abstracto, movimiento artístico-pictórico que empieza en 1945 y decae sobre 1953-1956 y que incluye a reconocidos artistas como Willem De Kooning y Franz Kline; "Lollipop Chainsaw", videojuego muy colorido del 2012 protagonizado por una animadora que mata zombies con una motosierra y pompones; 4'33", obra musical del compositor John Cage realizada en 1952, que constaba de 4 minutos y 33 segundos de completo silencio (a excepción del bajo murmullo del público o espectadores); "Beyond, Dos Almas", 2013, videojuego para algunos, película para otros, un drama interactivo para PS3 al fin y al cabo; etc. La lista sería más larga, pero ¿qué tienen en común los citados ejemplos? Pues que todos ellos, en los diferentes campos del arte, han innovado con curiosos productos que probablemente hayan sido bien reconocidos y acogidos, pero que también han contado con gran cantidad de críticas negativas y, sobre todo, de polémica. Esta última debida a la incomprensión de tales obras, al desconocimiento de en que arte o género se las debía encajar, etc.
Por ello, digo yo a los que piensan que esto no es cine: ¿dónde quieres meterlo sino? Aunque como ya he dicho al principio que se trata de una cinta bastante "moderna", sí que puedes relacionarla con el género del humor, lo musical, de drama, adolescente, drogas... independientemente de que no hayas visto algo similar antes o de que te parezca buena o mala. Y por cierto, no es un videoclip. Cuenta una historia más elaborada que estos, más cercana al cine, tiene larga duración -no como un videoclip de unos 3 o 6 minutos-, y tiene diálogos y conversaciones elaboradas. Para acabar esta extensa aclaración y teniendo en cuenta los ejemplos, he de decir que para disfrutar de "Spring Breakers" debes abrir la mente todo lo posible y ser tolerante con el humor y algunas escenas surrealistas que se van a acontecer.

Centrándonos en la película, nacida del director y guionista Harmony Korine, que tiene a sus espaldas otros cortos y largometrajes de adolescentes y drogas, se nos cuenta en esta ocasión una historia que, a priori y viendo el trailer, puede parecer "Project X" (2012), pero que a la larga es más compleja que esta. Y no es que sea sobresaliente el argumento, pero constituye un buen punto que sustenta este filme y que hace que mejore casi exponencialmente a medida que avanza. Cada situación, conforme progresa, es mejor, sin decaer en ningún momento, culminando en un final que, no siendo espléndido, es fresco y deja un poco pensativo. Los temas y figuras que podrás ver son: chicas malas y "calientes", gángsteres, muchos senos femeninos, el gueto, alcohol, drogas variadas, maneras de tomarlas, algo de violencia, disparos y sangre, humor, amor carnal y erótico, etc. Todo ello, destacando lo loco (surrealista), lo erótico y las drogas, mostrado sin concesiones, perfectamente.
Las actuaciones son acordes a lo que hay, inmejorables. Cuatro chicas protagonistas, un poco clichés quizás, tres fogosas, muy locas (están como una cabra) y excitadas y una más tímida y religiosa. A mitad película, más o menos, aparece y se explaya hasta el final el personaje secundario, James Franco ("Spider-Man" de Sam Raimi), con una actuación soberbia, con la que le da más de la mitad de la gracia y calidad al proyecto. Su interpretación es tan creíble que hasta que no acabé de verla no supe que era él, me pensaba casi que era un personaje real -lo pensaba, no lo creía-. Parte de la culpa la tiene el genial doblaje, que en personalidades como estas ha quedado perfecto. Destaco la "hipnotizante, áspera y loca" voz de James Franco y de algún drogadicto más. A esto se le añade, a mi gusto, una genial banda sonora, con sonidos que acompañan y con partes de canciones o enteras de Skrillex, Ellie Goulding... resaltando la loca, surrealista y "enfermiza", a la vez que graciosa y preciosa, escena del piano con la sugestiva y bonita melodía "Everytime" de Britney Spears.
Las capturas de cámara y el montaje (apartado) artístico, la experimentación con luces de neón en casi toda la cinta, la utilización de tonos chillones y llamativos, el vestuario, maquillaje... todo sublime. Cercano a esto, destaco también los efectos visuales puestos en ciertas escenas que, junto con las luces de neón, colores, y la "locura" general, nos acercan a los espectadores al mundo de las drogas o al filme mismo, sintiéndonos quizás a ratos como "colocados" gratuita y sanamente.

Para concluir diré que puede que sea una americanada a priori, pero esa parte americana de la cual hace gala (fiestas, alcohol, lo salvaje...) ya la compartimos en todo el mundo y no por obligación, no, sino por voluntad propia de cada uno. Esta obra, "Spring Breakers", entretenida, "única" y destacable, muestra sin ataduras el mundo de la droga y la adolescencia actual, sobrepasando a veces, incluso, los límites reales y enseñándonos una realidad más aumentada, más surrealista y loca, con ciertos toques humorísticos. Vamos, que el director-guionista nos lleva de viaje por el "colorido y feliz" camino de las drogas y lo carnal, dejando patente lo bien que se pasa hasta que las cosas se tuercen (mirad a las cuatro protagonistas). La película, o exactamente la trama, no es gloriosa, pero es que tampoco apunta en esa dirección, y bien claro queda. Este filme sólo se lo recomendaría a los adolescentes cercanos a la mayoría de edad y a los veinteañeros.

Si sois de mente abierta, os incita el tema, queréis ver algo recordable, psicodélico, con enfoque singular y alguna vez habéis estado cerca de las materias que se proponen, os gustará.
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14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Honestidad
De un tiempo a esta parte, allá por los inicios del siglo XX y el nacimiento del Modernismo y lo que vino después (algo así como la caída de todos los dioses, un crepúsculo del que todavía nos estamos intentando despertar, sin éxito); desde entonces, digo, la vida no ha vuelto a ser la misma. La vida... cuál de ellas, la de quién, de qué coño está hablando este colgao... dirán. Hablo de la concepción integradora de la existencia, si se tercia, o del hilo finísimo y tan frágil que nos envuelve y nos engulle a cada paso, haciendo necesaria la expresión, el arrebato, la llamarada de bilis y de sangre con afanes reivindicativos. El hilo, pues, esa ilusión de que avanzábamos por entre el laberinto bien sujetos, se rompió, y desde entonces nos acosan minotauros. Batallamos a tientas mientras reluce una palabra cual eslogan: vacuidad.

Spring Breakers no hace sino recoger este testigo y mirar cara a cara nuestra sociedad, sin artificios que suavicen el impacto, pero sí adornándose, que por algo somos la cultura de la imagen, 'la sociedad del espectáculo'. Una cabalgata horripilante, si me lo permiten. Pero las penas no son tales sin intento de integrarlas al discurso vital y cognitivo; hay que hacer poesía del absurdo, no queda otra. O quizá sí, quizá viajar al fondo del abismo y desatarse cual vorágine. Korine nos quiere seducir con su nihilismo y sus sentencias de caderas que perrean, con sus miradas hambrientas de carne y sus eternos festivales, pero la nostalgia está presente en cada acorde y la fiesta no es total. Nos falta algo y no es alcohol. Serán las almas.

La película no puede ser de otra manera. Se sabe hija de su tiempo y sus proclamas son tan nimias que parecen invisibles, pero no hay que conformarse. "Quiero ser mejor persona", dice un personaje en cierta escena; sin embargo, ¿cómo pretender andar en línea recta si en el mundo no nos quedan evidencias? Cualquier indicio de asidero es un engaño, un engañarse con el fin de tomar aire y retomar ese compás acelerado. Lengua fuera y a coger impulso, aprender un par de pasos, sublimar coreografías y dejarlos boquiabiertos. Hay un cierto poso nietzscheano en las entrañas de Spring Breakers, una celebración, después de todo.

"Como si la vida te dijese: mira, aquí me tienes, vuelve a intentarlo." (K. Iribarren)
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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